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Diario de un borracho 🫧
Cuando despiertas después de una importante noche de alcohol, aún confuso y con una mezcla de olores agrios en la habitación, se sabe que empieza el sinuoso camino para dejar de ser un vulgar y asqueroso borracho y convertirte en un humilde y noble resacoso.
Alguno hará ese viaje mientras duerme y despertará sorprendido por las náuseas y la jaqueca, otro optará por remedios caseros y medicamentos, y algún temerario seguirá bebiendo. Todo sea por evitar la temible resaca.
Sin embargo, existe el surfero el que sabe más por diablo que por viejo, el que opta por gafas de sol y sabe que, ante el inminente choque de la ola, solo queda una cosa: surfear. Pasará por la ducha, por el retrete y por la siesta, se alimentará e incluso visitará a su madre.
Se sabe que la resaca es un estado físico jodido, pero nadie sabe muy bien qué hacer. Hay vergüenza, arrepentimiento, dolor y confusión. Entre borrachos nos comprendemos y sabemos que al final no importa qué camino se hace para llegar a la resaca, tarde o temprano todos seremos el surfero.
Un amigo me lo dijo una vez. “Después de una peda en la que valiste verga, perdiste algunas de tus cosas y te duele la cabeza, te das cuenta de que no hay persona más humilde, sencilla, generosa, empática, amable, arrepentida y respetuosa que un crudo”. Aquel día yo era un crudo. Desperté con la pantalla del teléfono rota.
Al final del surfeo, con calma, contemplas el ocaso, empiezan a bajar las olas y flotas en existencialismos. Abrazas tu condición de resacoso, parece que se siente bien, te quieres así, te aceptas y te gustas, sabes que así es la vida, que te pegaste una buena farra y que lo que hoy ocurre con el cuerpo o lo que mañana ocurrirá con la vida misma te es completamente indiferente. Has reflexionado y los problemas son pequeños, y ahora parece que tú yo sobrio siempre se está ahogando en un vaso de agua. Es ridículo.
¿Qué ocurre? Parece que finalmente estás disfrutando de tu vida. Lástima, porque ya han cerrado la playa. Ahora, poco a poco, vuelves a ser la misma persona y probablemente te seguirás ahogando en un vaso, esperemos que sea de alcohol.
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