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"No quiero vivir...".
Fueron las palabras que susurré entre lágrimas ese día.
Fueron las palabras que salieron de mi boca mientras lloraba y golpeaba mi almohada intentando ahogar mis sentimientos.
Qué irónico como la persona que me hizo sentir tan vivo, también me hizo sentir que estoy muerto.
No es culpa tuya.
Tú no me haces querer morir, al contrario.
Simplemente soy yo.
Pero fuiste tú.
Fuiste tú quien me hizo sentir tan vivo.
Fuiste tú quien me hizo querer vivir de nuevo.
Fuiste tú quien robó mi corazón torturado, para amarlo de una manera en la que no había sido amado nunca.
Fuiste tú quien se robó mi corazón y nunca me lo devolvió.
Fuiste tú, quien me hizo perder la cabeza.
Porque siempre has sido tú.
¿Siempre serás tú?
Habría querido que siempre fueras tú.
Quiero que seas tú.
Pero mis deseos y sueños no se cumplen.
He sido castigado de esa manera.
Siempre he sido testigo de cómo mis personas favoritas se van.
Se van, me dejan débil y vulnerable.
Porque si volvieras, te juro que si volvieras, aún seguirías siendo tú.
Vuelve, por favor.
Estoy seguro que puedes escucharme.
Estoy seguro de que puedes sentir mi dolor.
Estoy seguro de que sabes que sigues siendo tú.
¿Entonces por qué no vuelves?
Vuelve.
Por favor.
Me pondría de rodillas para que regreses.
Eres ese milagro por el que he estado pidiendo.
Eres esa oración que susurro en desespero.
Eres ese anhelo de mi alma.
Eres ese discípulo por el que lloraría.
Siento que me ahogo.
¿Sigues siendo mío?
Tengo miedo.
¿Por qué siento que poco a poco, ya no me perteneces?
¿Por qué siento que ya no te pertenezco...?
Soy tuyo, réclamame.
Ven por mí.
Regresa por mí.
Por favor.
Ven, tengo miedo.
Soy tuyo.
"No quiero vivir y ver cómo te enamoras de alguien más".
Esas fueron las palabras que susurré entre lágrimas ese día.
Esa fue mi frase completa.
Ese fue mi más grande miedo, apareciendo como un monstruo nocturno.
¿Este miedo no es real, verdad?
No pasará, ¿cierto?
Ven, dime que no es cierto.
Necesito que me digas algo.
Dime algo.
Dime que me amas.
Dime que me quieres.
Dime que me odias.
Dime que me detestas.
Dime lo que sea, pero dime que todavía sientes algo por mí.
Por favor.
Dios, ten piedad de mí.
Guía mi alma hacia la sabiduría,
el conocimiento,
el amor,
la justicia,
la comprensión.
Dios, guíame.
Guíame hacia su presencia.
Regresame a su vida.
Que mi vida sin su vida, no es vida.
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Se burlan de los problemas alimenticios, pero ellos nunca han llorado del hambre y por sentirse tan débiles, que sienten que van a desmayarse o morir.
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