Hedda Ødegård. Noruega. 25. Publicista y líder de Marketing en la empresa familiar: La cadena de Hoteles y resorts cinco estrellas 'Regal'
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Apenas alzó una ceja, estaba de pie, con los brazos cruzados y la mirada fija en el lago, cuando una voz alterada rompió el silencio. "¿fuiste tú?" escucha y gira lentamente el rostro hacia quien había hablado. La observó por un segundo —uno solo— con esa expresión suya que no revelaba nada y, al mismo tiempo, decía lo suficiente. "¿perdón?" preguntó con una neutralidad tan pulida que sonaba ofensiva. Sus ojos bajaron con calma al objeto en el suelo y luego volvieron al rostro de la otra persona. "no tengo tiempo para andar lanzando cosas, ni el carácter" añadió, con una media sonrisa seca "tal vez deberías revisar quién más está aburrido por aquí." y con eso, volvió la vista al lago.
📍 cerca del muelle. . . ⠀Mirada perdida, pensando en todo y nada a la vez ¿habría diferencia si se hubiese negado a ir a Lautersee desde un inicio? Ya no importaba, su vida meramente fabulosa dejó de serlo de un día para otro y lo peor es que seguía sin entender por qué. De pronto algo le golpea la cabeza, haciéndola saltar, mirando rápidamente a su alrededor⠀‘ ¿Fuiste tú? ’⠀interroga a la primera persona que aparece en su campo visual, tono de voz es molesto y más elevado de lo normal.
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No respondió de inmediato. Estaba ahí, pero no del todo. Sus pies colgaban sobre el borde del muelle, mecánicamente, apenas moviéndose. De pronto, soltó una pequeña risa—seca, breve, casi incrédula—y ladeó la cabeza hacia él. “¿sabes qué es lo peor? que en estas dos semanas se suponía que iba a estar bien.” dejó que el viento jugara con uno de los mechones sueltos de su cabello antes de continuar. “fui a Noruega" respondió casualmente "padre insistió en que celebrara mi cumpleaños allá… veintiséis años... imagínate. No sé si debería sentirme más vieja o más cansada.” la sonrisa volvió, fugaz, ladeada por la ironía. “la fiesta estuvo bien. supongo. demasiados invitados, demasiado champán y demasiado teatro. como siempre.” se inclinó un poco hacia adelante, abrazando sus propias rodillas, y entonces murmuró con un tono que intentó ser casual, aunque le costó: "¿tú?" se encogió de hombros con una elegancia mecánica, como quien intenta no darle importancia pero no lo logra del todo. Evita hacer énfasis en la pelea física con cierta ex de uno de sus hermanos aunque las marcas hablan de por sí. Entonces volvió a mirar al lago, con el rostro sereno, pero los ojos aún encendidos por algo que no terminaba de apagarse.
acomodó sus piernas sobre la madera, permitiendo que una colgara al borde del muelle y la otra se apoyara parcialmente en el muelle, mientras giraba su cuerpo ligeramente para encontrarse con ella. una sonrisa se dibujaba en su semblante, era de esas clásicas que solía repartir como si fuera tan fácil como respirar. ‘ ¿de verdad? lo suelen usar para hacer paseos en la tarde ’ o eso le comentó su abuelo mientras caminaban por la orilla del lago, le gustaba poder pasar más tiempo con él, quizás a eso se debía esa felicidad enfermiza que plagaba cada parte de su dermis. inclinó su cabeza ligeramente hacia un lado, sin comprender del todo hacia donde iban las palabras de la rubia: ‘ no estás interrumpiendo nada ’ golpeó con su mano el lado izquierdo del muelle, antes de volver a acomodar sus piernas en el borde del muelle, las movió un poco en el aire, no siempre podía disfrutar de alturas como esas. ‘ no tengo problemas con que hables, no hables, hasta puedes dormir aquí ’ golpeó su propio hombro. junseo fue criado de esa forma, tenía que ser lo más humano posible, y se había convencido de que podía serlo. ‘ ¿hiciste muchas cosas o hay algo más? ’ esperaba que hubiera sido el viaje, no le gustaría que alguien más esté pasándola mal en ese lugar.
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No respondió de inmediato. Observó el cielo entre las ramas, como si pudiera leer algo en el temblor de la luz. La palabra hipocresía había sido pronunciada con una facilidad que no dejaba lugar a la réplica, y eso, por alguna razón, la hizo fruncir apenas el ceño. Se incorporó un poco en la hamaca, aceptando la cantimplora sin una sonrisa, pero con ese gesto breve que decía gracias sin necesidad de decirlo. Bebió un trago. No preguntó qué era. No le importaba. El líquido ardió en la garganta, y por un segundo, la calidez fue suficiente para sacarla del letargo. Sus dedos jugaron con la tapa antes de devolverle el recipiente, y entonces, lo miró. “no sé si vine a recordar o a olvidar,” dijo con calma, aunque su tono arrastraba algo más oscuro debajo, algo que ni el sol del mediodía podía disipar. “solo sé que vine porque quedarme en casa me parecía una peor idea.” hizo una pausa, el vaivén suave de la hamaca imprimiendo ritmo a sus palabras. La palabra casa era ajena a su vida, sobre todo con lo que ocurrió antes de volverse a Suiza. “la sociedad puede disfrazar esto de tradición todo lo que quiera, pero no cambia el hecho de que ya nadie confía en nadie. ni siquiera entre nosotros.” había en su voz una lucidez que no siempre dejaba ver. Un filo. “es como estar en una casa en ruinas, pretendiendo que la fiesta aún no ha terminado.” luego suspiró. Un sonido bajo, casi imperceptible, y volvió a cerrar los ojos. “igual vinimos, tú, yo… todos, como idiotas buscando consuelo en una postal vieja.” por fin, se permitió una sonrisa, pequeña, cansada pero real. “lo extraño es que… a veces, incluso eso consuela.” se quedó en silencio un momento más, antes de volver a hablar, esta vez más suave. “tú te fuiste, ¿encontraste algo allá afuera que valiera más la pena que quedarte aquí viendo cómo todo se cae?” la pregunta no llevaba juicio. Solo curiosidad sincera. Y en el fondo, un anhelo que no terminaba de admitir.
Le observó con repentino interés, los movimientos de Ødegård no solo parecían cuidados también calculados, pero, no expresa ningún juicio mientras empina de nuevo la cantimplora a sus labios, sorbiendo líquido y agradeciendo que la sensación pueda quemar su garganta. " A tomar aire " sí podía decirlo de esa manera. El haberse ido dos semanas y apenas regresar hace un par de días, le restauró el humor. Regresó la enajenación que prefería mantener con todo lo que sucedía en Lautersee. " Incluso a mí me parece ridícula tanta hipocresía " porque es lo que parecía ser, el intento de hacerlos coincidir de nuevo y reunirlos en un evento que no tenía pies ni cabeza. ¿Habrá una razón para eso? " ¿No quieres un poco? " ofreció recipiente, notando que a la rubia le podría caer de maravilla un trago.
#☾ ⋆*・゚:⋆*・゚ ⌗ interaction .#ft archie#él siempre será su boycrush AHRE akrjnaer#no#lo extrañabamos T_T
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CABAÑA 20 – INTERIOR
Empujó la puerta con la cadera, arrastrando tras ella una pequeña maleta con ruedas que no hacía más ruido que el crujido leve de las ramas secas bajo el porche. El sol de media tarde entraba sesgado por las ventanas abiertas, iluminando las motas de polvo que flotaban en el aire con una calma engañosa. La cabaña olía a madera, lavanda y algo que no era suyo, pero que empezaría a serlo durante los próximos cinco días. Dejó las llaves sobre la repisa y el bolso en la silla más cercana. Llevaba una camiseta blanca sin mangas, ligeramente suelta, que dejaba entrever la piel marcada de su costado —cortes finos, recientes, de esos que no piden explicaciones pero sí miradas. La falda de lino beige apenas rozaba sus muslos, y las sandalias aún tenían algo de polvo seco del sendero que la había traído hasta ahí. No esperaba encontrarlo tan pronto. O tal vez sí, pero no de esa forma: el ambiente ya cargado, los silencios demasiado visibles, las palabras todavía guardadas entre los pliegues de lo que no habían dicho antes de que él terminara —temporalmente— en una celda. Lo había sacado de ahí. Sin drama. Sin discursos. Porque había cosas que se hacían sin pensar. Y él era una de ellas. Su mirada recorrió el espacio: dos sillones enfrentados, una cocina abierta con café frío en la prensa, una botella de agua a medio tomar en la mesa. Dos dormitorios. Fantástico. Se acercó a la ventana y la abrió de par en par, dejando que el aire cálido de abril barriera lo que fuera que se hubiera estancado desde la última vez que alguien habitó ese lugar. "bonito el escondite" murmuró por lo bajo, más para sí que como comentario real. No era sarcasmo. En realidad, le gustaba. Ese silencio no era como el de la mansión familiar, cargado de juicios y expectativas. Era un silencio más honesto. Un espacio donde se podía ser otra versión de sí misma. O simplemente ser. Sintió el peso de una mirada antes de girarse. No completamente. Solo lo justo para dejar que el cabello rubio cayera por un lado y expusiera su cuello, su hombro, parte de esa cicatriz mal curada que no pensaba tapar. No con él ahí. Tenía mil preguntas —algunas que no eran suyas pero en vez de hablar, se apoyó contra el marco de la ventana y alzó una ceja, como si no fuera la primera vez que compartían techo. Como si eso fuera natural. Como si no sintiera que el aire en la cabaña acababa de cambiar por completo. Su tono fue ligero cuando rompió el silencio: "¿hay reglas para usar la ducha primero o solo sobrevive el más rápido?" porque si iban a jugar a fingir, al menos que el juego tuviera buenas líneas. @atesbrn (1/2)
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"gracias por el aviso" respondió Hedda al instante, deteniéndose justo antes de pisar la tabla que él había señalado con ese leve gesto de mentón. No había hostilidad en su tono, pero sí una nota de agotamiento que se colaba incluso en su agradecimiento. A estas alturas, parecía que cualquier advertencia llegaba con una carga más profunda que el simple cuidado físico. Caminó un poco más despacio hasta quedar a su altura, sin invadir su espacio. No se sentó. Tampoco preguntó si podía hacerlo. Se limitó a mirar hacia el mismo punto en el que él había estado centrado: el horizonte, incendiado en naranjas y rojizos, como si incluso el cielo supiera que algo estaba terminando. "¿estás esperando algo o solo te gustó la vista?" preguntó sin mucho rodeo, cruzándose de brazos con naturalidad, sin tensión en el cuerpo. Su tono no cargaba las emociones de días pasados; era más bien el de alguien que ya decidió que no vale la pena cargar con lo que no le toca. "yo vine a ver si alguien se animaba a subir al yate. Aunque no sé si eso sea un plan… aceptable en medio de esta especie de velorio prolongado con decoración de retiro espiritual." alzó una ceja. Le dedicó una mirada rápida, como quien toma nota de si alguien está lo suficientemente cuerdo como para reírse de eso, aunque sea un poco. "¿tú qué dices? ¿nos quedamos contemplando o hacemos que algo pase?"
MUELLE. Observó absorto el atardecer, disfrutando de los colores tan cálidos que aquel ofrecía. Sin duda, era el sitio perfecto para no perdérselo y, hasta ese punto, lo mejor de su día. Escuchó pasos cerca de él que lograron arrancar su atención del horizonte, siendo suficientes para recordarle algo importante. "Cuidado por ahí. Hay una tabla rota." Señaló. ¿Era necesario indicárselo también con la mano? Esperó que no, y que bastara con el leve movimiento de mentón que realizó para evitarle un accidente.
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"¿y si no venía a hacer ninguna de las dos cosas?" respondió Hedda con voz suave, como si no quisiera romper del todo la tranquilidad que él parecía haber encontrado ahí. No caminó más cerca. Se detuvo a unos pasos detrás, con las manos cruzadas detrás de la espalda, y la mirada fija en el lago que reflejaba los últimos resplandores del atardecer. La luz naranja acariciaba su rostro, delineando los contornos con una melancolía que no intentaba disimular. Porque eso era lo que quedaba en Lautersee ahora: ecos de belleza, de solemnidad, de algo que alguna vez tuvo sentido. "la verdad es que ni siquiera sabía que había un yate" admitió, con una leve curva en los labios, más pensamiento que sonrisa "últimamente hay demasiadas cosas que se escapan..." tomó una inhalación corta, como si quisiera agregar algo más y luego se negara. "no vine a interrumpir" añadió al final, un poco más cerca ahora, pero aún respetando esa distancia que parecía necesaria "solo… pensé que sería menos insoportable ver cómo termina el día desde aquí" guardó silencio entonces. La luz se desvanecía. El lago empezaba a oscurecer. Todo en ese muelle olía a pausa forzada. A algo que no termina de romperse pero tampoco vuelve a estar bien. "¿te molesta que me quede un momento? No voy a hablar si no quieres, no demasiado, al menos. Solo... estoy un poco cansada" y esta vez sí sonrió, triste, sin rabia "supongo que no soy la única."
MUELLE — estaba sentado en posición de loto, mirando hacia el borde donde la tierra chocaba con el cielo que se teñía de un naranjo cada vez más apagado. se pudo ver una sonrisa dibujada en su rostro, hasta que un par de pasos a su espalda lo sacó de esa vaga concentración. ‘ ¿venías a ver el atardecer o vas a subir al yate? ’ sus orbes viajaron del intruse hasta la nave acuática aparcada a un costado, ¿y si estaba de antes? podría no haberse dado cuenta.
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"técnicamente, yo tampoco debería estar aquí" dijo Hedda desde unos metros atrás, los brazos cruzados con suavidad sobre el pecho y una expresión que parecía mezclar genuino interés con una pizca de ironía. Había observado la escena en silencio, con el murmullo del lago a su espalda y el sol reflejándose en el agua como si el mundo todavía no se hubiese venido abajo. Hedda estaba vestida con una blusa blanca de lino y pantalones claros arremangados justo por encima de los tobillos. Nada en ella gritaba “vacaciones”, pero tampoco “crisis”. Como siempre, parecía una figura sacada de un retrato cuidadosamente curado, incluso en medio del desastre. "pero supongo que todos fingimos lo que podemos, ¿no? Algunos lo hacen organizando actividades, otros dando instrucciones para no morir en una moto acuática" se acercó un poco más, sus ojos azules repasando con rapidez el estado del vehículo que acababan de probar "¿eres tú quien ha estado arreglándolas? Están funcionando mejor que cuando las trajeron por primera vez." ae agachó levemente para tocar el costado de la moto, sin la menor prisa, como si examinara algo más allá de lo mecánico. "¿te gusta ayudar o simplemente no puedes quedarte quieto mientras todo se cae a pedazos?" preguntó con naturalidad, como si formular preguntas incómodas fuera su forma de presentarse. Y luego, más bajo, como si esas palabras no fueran para todos: "no te preocupes, no pienso juzgarte. Solo estoy… intentando entender por qué algunos aún se esfuerzan tanto en que esto funcione, este lugar, esta reunión...esta fachada." enderezándose, lo miró directamente, el lago brillando detrás de ella.
Técnicamente no estaba trabajando, pero eso no le impedía ofrecer el apoyo a las personas que se encontraban a punto de subir a las motos acuáticas. Sabía que algunas habían presentado fallos por el constante uso, así que estaba revisando una de las que ya habían pasado por el taller con anterioridad. "No frena como un auto, ten cuidado al soltar el acelerador o perderás la dirección ¿de acuerdo? Si te caes esto se apagará solo. No debes tener ningún problema." Afirma, dando una pequeña palmadita a la moto que están a punto de abordar. "Cualquier cosa puedo ayudarte."
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"¿evren?"a voz de Hedda emergió desde algún punto entre los árboles, calmada pero firme, con ese tono que siempre parecía saber más de lo que decía. No tardó mucho en aparecer entre los troncos, con su chaqueta de lana beige, el cabello trenzado hacia atrás, y una linterna pequeña en la mano. No parecía sorprendida. Tampoco molesta. Solo… inevitablemente Hedda. Al verla, se detuvo a unos pasos de distancia. Su mirada recorrió con rapidez la expresión de la joven: el leve desconcierto, la tensión mal disimulada, y quizás algo más escondido —una herida que todavía no encontraba cómo sanar. "te ves como alguien que pensaba que el bosque era una metáfora y no un mapa" dijo, sin crueldad, solo con esa aguda claridad noruega que la hacía sonar tan directa. Dio un paso más y levantó levemente la linterna "ven, no estamos tan lejos, pero si seguías caminando hacia allá, acababas en la carretera vieja. Y créeme, nadie quiere cruzarse con el vigilante de la entrada esta noche...está paranoico desde que llegó la prensa de Corea del sur." guardó silencio mientras se giraba para iniciar el camino de regreso. Pero no avanzó de inmediato. En cambio, se quedó allí de pie, esperando que Evren se acercara. No por obligación, sino como quien ofrece un gesto de tregua en un terreno delicado. "sé que no es asunto mío" empezó, sin mirarla "pero… Sylas está haciendo lo mismo que tú. Perderse, sólo que a su manera. Y no sé si eso es porque ustedes dos no se dijeron todo, o porque sí lo hicieron y dolió demasiado." finalmente, la miró de reojo. "pero si viniste al bosque, incluso sin rumbo, es porque parte de ti quería dejar de sentir que todo allá adentro se desmorona. Lo entiendo, a veces caminar entre árboles es más fácil que caminar entre apellidos." y ahora sí, se echó a andar con pasos suaves, sin volverse. "camina conmigo, te llevo de vuelta. si quieres hablar, hablamos. Si no… igual te acompaño...no se me da bien dejar a la gente sola en lugares que parecen pacíficos pero no lo son."
Con la seguridad de poder reconocer el sendero de vuelta, había decidido retirarse más de la cuenta. No tenía más intenciones que caminar sobre el bosque y quizá permanecer el tiempo suficiente para poder visualizar algo de la fauna. Era su lugar seguro ¿cómo podía perderse? Sin embargo, olvidaba que no había recorrido tanto como se esperaba el lugar y ahora faltaba poco para que admitiera que no sabía regresar a las cabañas. "¿Alguien me escucha?" Pregunta en un tono ligeramente alto, esperando que alguien estuviese cerca y pudiera al menos tener compañía. Sin cobertura en el móvil ni una brújula (o el conocimiento para usarla) estaba en problemas.
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"¿Y arruinarte la soledad?" respondió Hedda con una ceja ligeramente alzada y esa media sonrisa que, últimamente, no alcanzaba a tocarle los ojos. Estaba de pie junto a una de las columnas de madera que enmarcaban la entrada del spa natural, el cabello recogido en una trenza suelta que caía sobre un hombro, y una bata de seda clara apenas cubriéndole los brazos. No parecía llevar prisa por entrar al agua, ni siquiera parecía haber venido a eso. Su mirada no se centraba tanto en el vapor que se elevaba desde el jacuzzi como en la persona que lo ocupaba. No en juicio, no en lástima, sino en una especie de reconocimiento silencioso: otro que no puede dormir con la conciencia tranquila. "solo pasaba" añadió después de una pausa, la voz tranquila, pero más baja de lo habitual "supongo que aún me cuesta decidir si quiero que me vean o que me olviden por completo." avanzó un par de pasos, apenas lo suficiente para quedar a la sombra de los árboles. No se sentó. No se quitó los zapatos. Pero tampoco parecía querer marcharse. "no te preguntaré cómo estás, sé la respuesta." luego, por fin, se encogió de hombros suavemente. "puedo quedarme un rato… si quieres. No necesito hablar, solo… estar."
Su mirada estaba perdida en puntos al azar del bosque mientras que su cuerpo disfrutaba de l agua del jacuzzi, pensó que mínimo podría relajar su cuerpo ya que su mente no tenía descanso alguno. Las cosas en su familia parecía que sólo empeoraban con cada día que pasaba, ni siquiera podía hacer mucho al respecto, no le dejaban acercarse a ninguna parte de la investigación, no sabía nada de lo que estaba pasando hasta que las consecuencias les llegaban. Sus pensamientos se ven interrumpidos cuando escucha que alguien se acerca, volteando para ver quién era. "¿Planeas meterte también?"
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No respondió de inmediato. La voz ajena la alcanzó como un eco lejano entre las hojas que se agitaban suavemente. La hamaca a unos pasos de distancia parecía invitarla, sí, pero en realidad, lo que más le atrajo fue el modo en que esa simple frase—“Todavía hay espacio”—parecía contener algo más: una rendija, una pausa en medio de tanto ruido. Caminó despacio, como quien no quiere espantar a algo frágil, y se detuvo frente al árbol que sostenía la tela suspendida. Sus dedos rozaron la cuerda como si comprobara que era real. Luego se dejó caer con suavidad, la falda acomodándose como un pétalo sobre sí misma, y el vaivén leve la envolvió con una lentitud engañosa. "gracias" dijo finalmente, la voz más baja que de costumbre, pero clara. No sonrió del todo. Pero tampoco se mostró hostil. Solo… cansada. El bosque olía a tierra húmeda y a promesas vacías. Hedda cerró los ojos por un momento, como si pudiera apagar el mundo con solo pestañear. "¿tú también viniste a recordar o a olvidar?" preguntó entonces, sin mirar directamente. La pregunta flotó en el aire, sin peso, sin presión, como si no importara realmente la respuesta. Aunque, en el fondo, sí importaba. Todo importaba. Solo que fingir lo contrario ayudaba a no desmoronarse. Después, dejó caer una de sus manos fuera de la hamaca, los dedos acariciando las hojas que cubrían el suelo.
( hamacas en el bosque 🌳)
Varios árboles robustos sostienen hamacas de tela suave que se mecen suavemente con la brisa. " Ah… esto es justo lo que necesitaba. Un poco de paz lejos de todo " Dejando escapar un suspiro de alivio mientras se tumba cuidadosamente en una hamaca vacía. Después de una fructífera caminata, decidió sacar su cantimplora para dar un sorbo y así, percibió la presencia de alguien más. " Todavía hay espacio... " señaló la hamaca sin dejar de sonreír, invitándole hacerle compañía.
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Dejó escapar una risa breve, más aire que sonido, como si la gracia estuviera en el subtexto y no en las palabras. La observación sobre los cumplidos no la sorprendió; llevaba demasiado tiempo manejando la ambigüedad como para que le señalaran el truco. "distraer es un arte en sí mismo" dijo, apenas encogiéndose de hombros. La tela de su vestido, suave y ligero, pareció moverse con ella más por gusto que por gravedad "algunos usan colores, otros palabras." tomó de nuevo el pincel, lo levantó con la yema de los dedos como si examinara algo frágil, y luego lo sumergió apenas en el tono dorado que descansaba en la paleta improvisada. No pintó aún. Solo jugó con la idea de hacerlo. "me gusta cómo suena eso de “direccionar la intención”" admitió, sin mirarlo directamente "a veces pienso que si uno afinara mejor su intención, el mundo se pondría menos resistencia pero supongo que eso ya entra en terreno de ilusiones... o de relojeros, quizás." finalmente volvió a clavar la mirada en él, sin esconder la curiosidad que ahora tenía algo más contemplativo. "sí, el antifaz es para mí" respondió, y hubo una pausa suave antes de la última palabra "pero no necesariamente para gustarme, a veces también se usan para ver desde otro sitio… o para recordar lo que no deberías mostrar." el dorado temblaba apenas en el extremo del pincel. "y tú, ¿haces cosas bonitas para otros? ¿o sólo para quienes te piden la hora?" su voz tenía ese tono tranquilo que podía disfrazarse de ligereza, pero llevaba preguntas más antiguas escondidas entre líneas.
sonidito disuasivo apenas se emite, antes de efímero ladear de rostro, observando el propio antifaz & corroborar que ya está bajo el escrutinio de la menor. ' a este punto de la historia, ni esto ni nada puede ser original. ' un par de toques del antifaz en la mesa es suficiente para quitar el exceso de la brillantina, antes que, pudiera adivinar lo que estaba a punto de decir. todo se resumía, a inspirarse. una forma elegante de replicar ideas & con un retoque, adjudicarle tu firma. ' claro, & distraes con cumplidos. ' adhiere, con la atención realmente en el foco de la pantalla del móvil, algún angulo que permita dar mejor detalle a sus hijos de lo que hizo. o prometió intentar al menos. la escucha nuevamente, & sin equivocarse, la deja complementar cuestión sin prisa. ' la intención es importante, ayuda a... mejorar la técnica. afinar el diseño, direccionarlo a la función que cumplirá. ' aunque ahora mismo, habla de la relojería. o la joyería. envía las fotografías a su madre, esperando que se los enseñe a sus hijos, consultando el reloj en muñeca para hacer los cálculos de horario de inmediato. ' ¿el antifaz es para usted? ' cuestiona, de algun forma, para probar su punto.
#☾ ⋆*・゚:⋆*・゚ ⌗ interaction .#ft mauricio#que los presente#quizás se hacen amigos de sus sobrinas uwu
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Alzó la vista hacia el antifaz en blanco, una ceja apenas arqueada en un gesto de reconocimiento, antes de dejar que una breve risa, contenida y suave, escapara de sus labios. "forzar sueños en festivales parece la definición misma de optimismo" comentó, el tono ligero pero no burlón, mientras sus ojos recorrían las opciones de pintura que la otra había reunido. Dejó el pincel apoyado con cuidado sobre la mesa, limpiándose apenas los dedos en un pañuelo de lino que parecía demasiado elegante para el tipo de actividad que estaban realizando. "pedir una recomendación..." repitió, fingiendo una deliberación casi solemne "creo que eso está en una zona gris. Técnicamente no es robo si tienes consentimiento informado." sus labios dibujaron una sonrisa breve, cómplice, mientras acercaba un par de pequeños tarros más cerca del alcance de la otra. "si quieres algo clásico, iría por tonos marfil, dorado y un toque de verde." sugirió, dejando que su tono se suavizara aún más, casi como quien comparte un secreto poco importante "pero si vas a arriesgarte..." añadió, inclinándose apenas hacia adelante como si fuera a confiarle algo "entonces un azul profundo con detalles en plata podría robarse todas las miradas." la miró directamente, los ojos encendidos con un destello de travesura contenida. "¿te animas a llamar un poco la atención?" preguntó, en un reto disfrazado de consejo casual.
enseña su antifaz en blanco a modo de respuesta. fue imposible no reconocer las facciones del club, y aunque no sabe si bajar la guardia dada la cantidad de personas de la sociedad que ha visto esta vez en el festival ( ¿por demanda de la dirección, acaso? ) la decisión de tomar asiento no se ve alterada tras notar quién es. ' otro año en el que me despido de mis esperanzas de llevar uno a juego con alguien, qué decepción. justo cuando me decido a forzar mi sueño. ' comentario carente de seriedad tiene lugar en lo que recolecta algunos tarritos de pintura, y toma asiento. ' ¿si le pido una recomendación de colores contaría como robo? ' comisuras descienden ligeramente, solo está indecisa entre las tonalidades frente a ella.
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Ladeó apenas la cabeza, observando el antifaz ajeno con una mezcla genuina de curiosidad y aprobación discreta, como quien evalúa una obra en una galería privada. La combinación de verde y negro le parecía inusual para un carnaval primaveral, pero no por eso menos efectiva. "mmm" hizo un pequeño sonido pensativo, apenas audible "no estoy segura de que pueda robar una idea que ya lleva tu firma estampada en purpurina." el comentario salió con esa liviandad elegante que dominaba tan bien, una broma envuelta en cortesía. Sus ojos azules se entornaron un segundo, siguiendo el movimiento del móvil mientras él tomaba la fotografía, y sonrió con una fugaz chispa de complicidad. "pero... si tuviera que "tomar inspiración"," acentuó las palabras con teatralidad mínima "diría que la combinación es buena. Intensa, podría robarme la audacia, si acaso." dejó que el pincel descansara un momento sobre el borde del vaso de agua, girándose ligeramente hacia él. "¿siempre trabajas así?" preguntó, con una auténtica curiosidad que suavizaba aún más su tono "como si la técnica importara menos que la intención." había más interés que juicio en su mirada. Como si, por un rato, le resultara fácil —y casi agradable— distraerse de todo lo que esperaba afuera de esas mesas improvisadas.
la similitud de las tuercas, muescas a los detalles desperdigados en la mesa & la ausencia de pinzas parecía una mesa de trabajo de un nivel menor a un principiante, o lo que esperaba de un festival en una ciudad pequeña. una hoja doblaba permitía tener un poco mas de control en la caída de purpurina verdosa mezclada con negro con la capa de símil color en el antifaz, hecha con una esponja picada para que no manche de más. esa mesa aun así, distaba de la propia en su taller. ' terminando, en realidad. ' concede, devolviendo la purpurina restante en una tapita de tempera, alzando la mirada a contraria. & luego al trabajo que supone, también lleva haciendo. ' ¿que idea tienes para robar? ' recita, mientras saca su móvil & tomarle una fotografía a la propia, & sin que vocablos no tengan nada mas que ligera ironía & gracia.
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Alzó apenas la vista cuando Xande se dejó caer a su lado, evaluándolo con una mezcla de resignación y entretenimiento. No parecía particularmente molesta por la invasión de espacio; más bien, había algo en su expresión que sugería que le parecía… tolerable. "me alegra saber que mi arte está a salvo de saqueadores" comentó, con una sonrisa sutil que dejaba en duda si hablaba en serio o seguía bromeando. Volvió a concentrarse en el antifaz un segundo más, pincelando otro trazo dorado antes de responder a su pregunta. "no todo" negó, girando el antifaz en sus manos para mostrarle mejor "solo los bordes, el centro va a ser azul muy pálido, como hielo." pausó un momento, como si considerara algo, y luego añadió con un dejo casi cómplice: "dorado es demasiado para cubrirlo todo... hasta para mí, hay que saber dónde parar." sus labios se curvaron apenas, como quien se burla de sí misma con una gracia que pocos esperarían de alguien con su apellido "¿y tú?" preguntó, inclinándose apenas hacia él, la voz baja, como si compartiera un secreto "¿te vas a dejar convencer para decorar el tuyo o planeas llevarlo en blanco puro, como si fueras parte de algún culto misterioso?" esta vez su sonrisa fue más abierta, aunque en sus ojos azul claro seguía brillando esa chispa inconfundible de desafío suave.
"Nah, tus diseños están a salvo." Ladina sonrisa se dibuja al reconocer a Odegard, tomando asiento a su lado sin preguntarle si era bienvenido. Suponía que el dirigirle la palabra era suficiente para no considerarlo un rechazo. "Se supone que veré a mi hermana acá, quiere hacer algo con su antifaz y seguro intentará que le ponga algo al mío." Una idea que no terminaba por convencerle, aunque no solía negarle nada a la menor. "¿Piensas pintar todo de dorado?" Interroga al ver el color que tiñe el pincel.
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Dejó escapar una risa breve, un sonido liviano que apenas rompió la concentración de sus manos mientras daba otro trazo delicado en el antifaz. Levantó la mirada un segundo, encontrándose con la joven, y ladeó ligeramente la cabeza, divertida. "inspiración sin compromiso legal" repitió, como saboreando la frase "me gusta, suena a algo que pondría en mi currículum. Dejó el pincel a un lado con cuidado, como si el mínimo error pudiera arruinar el equilibrio que había logrado en el diseño, y giró un poco sobre su asiento para mirarla de frente. "gracias, aunque ahora que lo dijiste, siento la presión de que no puedo estropearlo en los últimos detalles" comentó, alzando una ceja de forma teatral, aunque el brillo en sus ojos dejaba claro que no hablaba del todo en serio. Por un momento, su expresión se suavizó, dejando atrás la ligereza para mostrarse más sincera. "¿no vas a pintar uno?" preguntó, señalando el antifaz extra en la mesa vacía a su lado "digo, si ya estás "tomando inspiración"... sería un desperdicio no ver qué podrías hacer con ella." sonrió de nuevo, esta vez con una amabilidad genuina, como quien entiende que, a veces, pequeños gestos —un antifaz decorado, una charla tranquila— son la mejor forma de sostener algo parecido a la normalidad, incluso cuando todo lo demás allá afuera se siente frágil.
hazel ladeó la cabeza, admirando el antifaz sin disimulo. "robar ideas suena tan violento," murmuró con una media sonrisa, las manos cruzadas detrás de la espalda. "prefiero pensar que estoy tomando inspiración sin compromiso legal." bromea. "me gusta, creo que es el mejor que he visto."
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Soltó una risita breve, de esas que salen con la facilidad de quien ya decidió no tomarse nada tan en serio esa tarde. Cuando sintió los dedos de Ates sobre su muñeca, no se retiró. Tampoco fingió sorpresa. Ladeó apenas la cabeza mientras lo miraba morder la fresa y dejó que sus ojos se entretuvieran un segundo de más en los suyos, con una expresión que decía te estoy leyendo, y me está gustando lo que encuentro. “si esperabas que guardara algo más que fruta bonita y un cojín cómodo, llegaste demasiado tarde,” dijo con ese tono suave, casi perezoso, que usaba cuando elegía estar de buen humor. “pero admito que me gusta cómo suena eso de sentirte especial.” la muñeca aún entre sus dedos, giró la mano con delicadeza hasta entrelazar uno de los suyos, como si fuera lo más natural del mundo. No era un gesto íntimo… o tal vez sí, pero del tipo que podía camuflarse entre risas y antifaces. “no fui a la estación de colores porque a veces está bien no hacer lo que esperan de una.” se encogió de hombros con elegancia, dejando que el vestido se acomodara a su antojo bajo la luz. “además, con tanta purpurina suelta, ya sabes que corro el riesgo de terminar pareciéndome a una postal cursi. Y créeme, yo cobro por eso.” le lanzó una mirada de reojo, divertida, mientras sostenía otra fresa entre los dedos y la hacía girar sin prisa. “y tú, Ates… apareces como si no tuvieras nada mejor que hacer y terminas adueñándote del cojín más mullido y de mi fruta.” se inclinó un poco hacia él, con ese descaro tranquilo que a veces se colaba entre su educación perfecta. “si vas a seguir robándome cosas, al menos quédate un rato. Me gustas más cuando no estás rescatando a nadie.” luego se llevó la fresa a la boca con un gesto deliberadamente lento, como si acabara de convertir una simple merienda en un pequeño juego de poder. Y sonrió. Con los labios y con los ojos.
' o deudas, prórrogas, o facturas vencidas. es reconfortante que entiendas el sentimiento. ' entona en el mismo tono jovial, exhalando esa nostalgia que el carnaval le traía. como los niños querían aprender a escribir mas pronto solamente para escribir sus deseos en el muro, las cometas en el aire junto a las mariposas, las flores adornando el verde que sobresalía de la nieve derritiendose. ahora, alzaban la vista, como ates lo hace al volver a tomar aire, & solo ver edificios resplandecientes. aunque claro, aun quedas las deudas & letras persistían en el paisaje primaveral, para no perder el toque del lautersee de su infancia. sin embargo ahi estaba, atraído nuevamente al mismo punto, a la misma persona. quizá intrigado. la última vez que los cuervos migraron a lautersee, está seguro no arruinaron solo su familia. ¿que desastre dejarían atrás esta vez antes de volver a sus nidos?. ' no esperaba menos, ustedes comen como pajaritos. ' entonación es comedida, entretenida, diestra asemejando ese picotear en el aire. bocaditos, canapes pequeños como la mitad de su palma. ' ah, ¿me guardaste una semillas de girasol? me voy a sentir especial, hedda. ' advierte, tomando asiento en la misma sábana creyendose lo suficientemente invitado, en medio acomodar de anatomía allí es que se atrapa en carcajada, & siendo clara necesidad extendida, la recorre con marrones. el color acorde a la temática cubre menos de la mitad de silueta ajena, aunque aun le faltaba color, le obliga a menear cabeza en clara desaprobación. ' vas a morir hecha una estatua. las estaciones de colores están por allá, ¿que haces aquí? ' cuestiona, con real curiosidad, acercando diestra a tomar muñeca ajena, asegurandose que no le quitará la fruta a mitad de camino, acercandola a su boca para dejarle parte de la corona verde de un mordisco.
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📌 Taller de pintura de antifaces
Sostenía el pincel con la precisión de quien nunca se mancha los dedos, aunque el dorado ya brillaba en la punta. Frente a ella, el antifaz blanco empezaba a transformarse: trazos mínimos, hojas doradas, y apenas un toque de azul pálido. "no tengo paciencia para lentejuelas" dijo sin levantar la vista, notando la presencia a su lado "pero me defiendo con un poco de pintura y criterio. se volvió apenas, con esa sonrisa ligera que no se decidía entre cortesía y travesura. "¿vas a hacer el tuyo o solo viniste a robar ideas?" bromeo mientras el pincel giró entre sus dedos con elegancia.
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