Tumgik
honey-oppa-blog · 7 years
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NOMBRE: Hani.
NOMBRE REAL: Ahn HeeYeon.
NACIONALIDAD: Coreana.
FECHA DE NACIMIENTO: 01/05/1992 (25 años).
ORIENTACIÓN SEXUAL: Bisexual (Predilección por hombres).
11:36 AM
"¿Por qué desperté tan temprano?"
Eso se estaba cuestionando una y otra vez la chica que estaba recostada sobre el delgado futón al centro de la habitación.
La noche anterior había salido de fiesta y había llegado hace dos horas a su cuarto. Dos putas horas, y aún tenía sueño como para seguir durmiendo hasta las cuatro de la tarde. Pero ahí estaba ella, con los ojos bien abiertos y la cabeza retumbando del dolor. Estaba mareada, sabía que aún estaba drogada también y que el alcohol aún no salía de su cuerpo.
"¿Por qué mierda desperté tan temprano?"
Pateó varias veces el cobertor que la estaba cubriendo hasta la cintura, de modo que este quedó arrugado y amontonado a sus pies. Era un alivio que el invierno se estuviese terminando, pero no sabía cómo le hacía sentir que la siguiente estación fuera primavera. Después de todo, todos en primavera están felices, y nadie se contacta con ella para los trabajos insignificantes. En estas fechas, siempre debía volver a los fraudes financieros.
—Los fraudes financieros son tan aburridos... —susurró a la nada.
Tanteó a su lado en busca de la bolsa de gomitas que siempre mantenía cerca, metiendo una entre sus labios apenas pudo encontrarlas. Se incorporó lentamente, luchando contra los mareos, hasta sentarse con las rodillas cerca de su pecho, en posición fetal. Masticó el dulce con pereza, con los parpados tan pesados que podrían volver a cerrarse en cualquier momento si no ponía esfuerzo en mantener los ojos abiertos. Tenía la esperanza de que el dulce le quitara las náuseas que estaba sintiendo, por lo que se estiró a buscar más de la bolsa, pero se llevó una desagradable sorpresa al notar que ya se habían acabado. En consecuencia, volvió a patalear con fuerza en su lugar, deshaciendo la posición que había adoptado hace apenas unos minutos para volver a recostarse en el futón, estirando brazos y piernas a más no poder.
No quería pensar en que su nevera estaba completamente vacía, de que la caja ramen instantáneo que había comprado hace ya dos meses se había acabado por completo, y mucho menos quería pensar que ya no le quedaba nada de dinero en su cuenta. Tan solo recordar que había usado toda la plata que le quedaba para salir de fiesta la noche anterior, la ponía bastante molesta consigo misma.
Una expresión de desilusión apareció en su rostro, estirando el labio inferior un poco, lo que generó un puchero en sus facciones. Era como si quisiera darle pena al aire que estaba respirando, o tratara de convencer a alguna entidad superior para que le hiciera llover billetes. Aunque sabía que esas cosas no pasaban, no perdía nada con intentarlo.
Se quedo quieta en la misma posición por algún tiempo, como si de verdad estuviese esperando que algo pasara, pero al darse cuenta de que solo estaba perdiendo el tiempo, enderezó la espalda al sentarse de golpe. Mala idea, otra vez. Sintió que la cabeza le daba vueltas, rápido, lento, extraño; de modo que cerró los ojos con fuerza, intentando recomponerse. Realmente no tenía ni medicina ni comida, nada que pudiese ayudarle a recuperarse de la resaca rápido, por lo que pensó en continuar su día haciendo lo que mejor sabía hacer.
Arrastró el trasero por la pequeña habitación hasta acercarse a la zona de su computadora, prendiendo algunas pantallas que necesitaría para hacer lo que quería. Esperó a que el sistema comenzara a correr, pero no fue demasiado tiempo, por lo que en poco más de un minuto, ya estaba entrando a su plataforma a ver si alguien necesitaba de su trabajo. Pero justo como había pensado, en primavera todos estaban felices y nadie quería hackear o defraudar.
¿De qué le servía haber estudiado en el extranjero, haberse perfeccionado y haber sido la estudiante joven más sobresaliente de su generación? A veces sentía que había perdido demasiado tiempo estudiando y ahora solo estaba haciendo trabajos aburridos por poco dinero. Ni siquiera tenía dinero como para comprar ramen instantáneo en la tienda de conveniencia.
Su mente vagaba en pensamientos de ese estilo, hasta que un anuncio apareció frente a sus ojos. Era algo oscuro y no muy notorio, pero lo que estaba escrito en el banner definitivamente había llamado su atención: “¿Vales un millón de dólares en la cama?” La pregunta le pareció tan curiosa que no pudo contenerse y abrió el sitio enseguida, perdiendo 15 valiosos minutos de su vida al leer las bases del concurso que se promocionaba.
Definitivamente sonaba como algo tentador, no sentía que tuviese que darle demasiadas vueltas a un tema como ese. ¿Pero realmente estaba dispuesta a poner sus habilidades sexuales a prueba? Por dinero podía hacer cualquier cosa, así que…
No perdía nada con intentarlo, ¿verdad?
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