Tumgik
humitadeletras-blog · 7 years
Text
Los dioses que hilaron tu piel son devorados por buitres. Tierno despropósito el amor que te engendró.
El caos se apiada de aquellos que comen contigo. Dulce vorágine la vida.
¿Quien te arrulla, hombre, en esta vorágine? ¿Quien escupe la pus y la miel? ¿Qué clase de canto acaricia la voz rasposa que ha aprendido a nombrarte? ¿Cómo se dicen las cosas que no toleramos decir quienes no comemos contigo?
¿Qué comes, niño, con tanto dolor? Pregunta un dios antiguo a un pequeño buitre. Hay un espejo, Un ciruelo, Y, por defecto, está el sol
¿Qué comes, niño, entre tanto dolor? Cae la pus y la miel por un hueco entre dos dientes añejos. Y un dios impío hila una lágrima y la pone en mi rodilla.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
mentando a la madre
Foucault dice que el sexo no es naturaleza reprimida sino una idea compleja construida. A veces parece que solo quisiera tirarse abajo las ideas previas mediante una retórica y una articulación impecables que entretienen (Son opio) de una generación de intelectuales. Será verdad que el sexo es una construcción? Será verdad que es naturaleza reprimida? Importa? Hemos logrado “resolverlo”, “descifrarlo”, “controlarlo”?, llegaremos a un acuerdo? Será un gran argumento circular transgeneracional?. A veces me parece que la filosofía es un tipo más de entretenimiento. Entretenimiento reservado a las mentes más audaces y osadas, a las que disfrutan los símbolos. Entretenimiento. ¿Qué es el entretenimiento, sino el goce sin un sentido?.  HACER LAS COSAS POR EL FIN MISMO DE HACERLAS. ¿HACEMOS FILOSOFÍA POR HACER FILOSOFÍA? ¿HEMOS LLEGADO A ALGÚN LADO? ¿Puede ser algo tan complejo y simbólico, entretenimiento? ¿Por qué no lo sería?¿O es sólo una herramienta de la naturaleza para seguir su propio paso más grande que eso? Es decir, la filosofía es la hija directa de la capacidad de pensar, del arché de razón que nos dio la naturaleza en un complejo sistema biológico y que usaremos hasta destruirnos. porque así tenía que ser.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
wtffff juro que no puedo decir lo que intento decir. me falta una palabra y me sobran todas las que se leen a continuación. he aquí el intento
Mi poesía, por naturaleza, carece de palabras que le sean imprescindibles. Ha muerto, entonces, rápidamente. No hay palabra, en mi poesía, que no podría ser reemplazada por cualquier otra. Y, de todos modos, no lograrían, nunca, decirte. Mi poesía carece de las palabras necesarias. Y no perderé el tiempo en inventarlas. Mi poesía carece de palabras dignas que con melancolía y culpa, desvelen, derrotadas, su imposibilidad de decir lo que no puede ser dicho.
Lo esencial- cuya palabra queda suelta y vuelve burdo.
¿Cómo podría una palabra decir –esencial-?
Mi poesía carece de palabras que se inclinen ante la imposibilidad de decirte, de imitarte, de designar un símbolo que sea capaz de representarte, de hablar de ti.
 A menudo creo pensarte. ¿Podría pensarte? Concebirte, crearte pleno: lo que eres (¿con qué soberbia pensaría: esto eres?), lo que significas. ¿Cómo sé que eres tú y no cualquier otro? El límite entre lo que eres (lo que tú dices: esto soy) y lo que, considero, soy yo. ¿ Podría pensarte? A lo mejor podría pensar ideas de ti. Mientras más te nombro, menos digo.  No puedo pensarte, ni decirte. Cuánto quisiera. Me es imposible. Carezco de tantas cosas.
 Mi poesía, noble, lo admite y se desploma envenenada con su propio oxígeno. De pronto ya no puedo decir “esta es mi poesía”. No existe. No existe mi poesía. No pudo ser concebida. Carecía yo no sé de qué. Y mientras esbozo palabras que llevan a nada, sufre mi poesía que gime con frustración para patentar su existencia. Sufre, por ti, mi poesía. Pues yo no te puedo, si quiera, pensar.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
lo ultimi
I.
La locura, la inventase tú y yo la padezco. Más aún no la reconozco y te molesta porque la inventaste tú. Y luego estás tú loco y te detesto. Y padezco tu locura porque estás loco. Y estoy en el medio en una isla tan cuerda, tan escéptica. Me siento- siempre fui- tan estúpidamente cuerda. Tú siempre envuelto en cuero de locura, que ellos inventaron. Y siempre diciendo que ellos lo inventaron. Vistiéndote de ellos. De su piel que engendró la locura. Y yo estoy al medio. Tu te alimentas de ellos- ellos de ti. Y yo estoy al medio y sufro. Sufro y sé decir que la vida es cruda. De eso no hay duda. ¿Pero qué podemos decir, entonces, de la muerte? A lo mejor- por poesía- que es blanda y templada.
 II.
Nos duele lo que nos importa. Qué moral tan frágil. Qué hipócrita nuestra compasión. Solo protegemos lo que nos importa. Y no dañamos lo que nos importa. La diferencia es que a ti no te importa nada
 III.
Te odio porque quisiera ser tú. El resto es soledad
------
Lima es un paraíso. Pocos lo entienden. Los poetas están escondidos. No hay casas culturales, no hay lecturas de teatro o poesía. Bueno, son pocas. Eso la hace un paraíso. Lima de noche vacía de carros que se mueven tratando de olvidar la tristeza que no disimula nuestra ciudad-paraíso. Nadie intenta ser feliz. Siempre se escuchan murmullos que reniegan el calor, las multitudes, la humedad, la falta de civismo. Pocos se sientan a ver el mar, el color de la tarde que muere tranquila mientras nosotros seguimos viviendo con tanta podredumbre. El anhelado y admirado mar. Nadie lo ve. Los poetas se esconden. Lima es el paraíso. Los temas no se hablan. La sinceridad es cruda y exagerada. Y duele. Porque no la entendemos. Está siempre la línea que la divide de la hipocresía. Eso pensamos. Nada entendemos. Lima es el paraíso. Les juro que lo es. En Lima he quedado parada en un parque con una daga que iba va del cerebro al alma- tan aguda que ya casi no duele. Luego se rompe y se cuela la sangre que corroe donde cae. En Lima. Me han dicho “ya no te amo” y fue un paraíso porque en Lima también me me dijeron “no he sentido nada”. Qué paraíso. Todo duele menos en Lima porque Lima es lo único que duele. Y es sólo un pequeño arquetipo del mundo-paraíso. Como me fascina Lima-el mar-el dolor-nohesentidonada-poema-noteamo-elvino-la tarde naranja. el sexo, el vacío. Camino por Lima. Paraíso arquetípico. Rutina infernal. Melancolía. Melancolía. Pocos lo entienden. Creen que lo opuesto a la sinceridad es la hipocresía. El paraíso es mi cabeza.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
más vomits
13.
Los pájaros entran a todos lados sin invitación...
.
.
.
Yo te imagino siempre comprando cigarros en la tienda de una gasolinera.
Luego los fumas de regreso a casa mientras escuchas punk de los noventa.
Te veo cantar.
Te imagino-te veo.
No puedo tocarte, no es más un problema.
Cierras los ojos con fuerza y jalas la mandíbula en una sonrisa que inculpa de ternura a la tristeza solemne.
Cantas y sientes algo, yo no sé bien qué. 
Yo en cambio,
Cuando no siento nada, te imagino.
Los pájaros entran a todos lados sin invitación
No les interesan esas cosas.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
ya fue ya. voy a publicar varios vómitos sin remitente
2.
Quererte es caminar sin zapatos por suelo de piedra gastada en sol calcinante de verano.
Hasta tener los pies tan llenos de callos que no sienta la senda
Y no recuerde, a cada paso,
Que hace sol.
Que la vereda es de piedra.
Que la piedra esta rota y gastada.
 3.
Me cagan encima las palomas
Las señoras me miran con condescendencia y lástima
Los señores me desean
Los jóvenes me temen
Dicen que no logro entenderlos.
Yo, calata, en el medio de la plaza,
Tengo una lucidez perturbante.
Abro más las piernas,
En el medio de la plaza.
Me dicen que me cubra
Pobre niña loca y masoquista.
Intentan protegerme.
Y mientras gritan escupen la cal vestida de arena.
Se meten hormigas.
 Se han metido las hormigas por el  hueco de mi vagina
Y me asfixia el olor de heces a mi alrededor.
Tengo una lucidez perturbante.
 Y cuando vuelvo a casa
Mi ridículo desorden,
Mis libros de renombre,
Y mi ropa gastada
Me parecen tan falsos
Que sólo quiero volver a esa plaza
 Y que me llueva caca hasta perderme en ella.
Refugiarme en ella.
Que me salga una costra, no sé.
Que me permita ser, entonces, para ti
Lo que yo quiero ser para ti
A mi qué mierda me importa lo que quieres tú
  4.
Por unos minutos tuve una envidia groseramente soberbia. Cuánto querría, cuánto querría que alguna de las historias que yo jamás escriba tuviera un ápice de la crudeza, de la realidad, de la médula de vida que envuelve el más mundano recuerdo de esta niña.
  5.
En cada cosa en la que no enfocaste el lente desde la primera vez que cogiste una cámara. Desde la primera vez que pudiste haber cogido una. En cuántos años pasaron desde ese momento. En quienes te hablaron las veinticuatro horas antes del exacto momento en que decidiste descargar el arma. Eso por puro azar. El valor de una foto está en lo que requiere tomarla y en lo que hay que dejar fuera.
 6.
Éramos dos lobos idiotas disputando la carne de un ratón podrido que aún muerto sueña con un lobo tan sabio, que no se atreviese a comérselo.
  7.
Si no escribo más,
Es por respeto a las cosas que vale la pena decir
Por las palabras que es pertinente utilizar.
Por respeto a las pocas ideas relevantes que en el mundo han sido.
Por no matarlas de cansancio y deshonra.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
vomitito. falta revisar
Decir “me gusta que existas” sería sugerir que me entusiasma la idea de poder encontrarte. Por ejemplo, poder mirar la misma luna y que el mar que miro, un poco más al norte- o al sur- es el mar que miras.  Es insinuar que me gusta tener consciencia de que existes mientras yo existo, y que lo sé por uso mismo de esta consciencia.   
No, no importa ya que existas.   Me gusta que cuando el mundo era una contingencia del vacío: una posibilidad a la que no le importábamos y no tenía consciencia de ti ni de mi, tú ibas a existir en algún momento. Me gusta que cuando el mundo acabe, dejando en evidencia lo absurdo que fue, tú hayas existido alguna vez. Eso es lo que me gusta.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
.
Me gustaría recordar las características particulares de ese día. Empezaría diciendo, por ejemplo, que era un día húmedo y gris, monótono, ordinario, dolorosamente habitual. Un día bastante parecido a nuestro amor gastado. O tal vez diría que el brío de un sol petulante desentonaba con esta pequeña escena en mi habitación.  
Pero no recuerdo cómo era el día, ni cómo vestías. No puedo recordar si quiera, y hago un esfuerzo, qué sentía yo, qué había sentido todos esos años. Sólo puedo transcribir una conversación que, para mí, es lo más triste que un diálogo de dos seres tan irremediablemente humanos como nosotros, puede llegar a ser.
Yo te dije- y creo que esta vez por fin lo pensaba- “A mí no me importa. No te debería importar”.
Tu guardaste silencio.
1 note · View note
humitadeletras-blog · 8 years
Text
Cada vez que empiezo a escribir, este pedazo de papel virtual- por representar un espacio que abarca algo relevante que simbolizar- vuelve a mis ideas no-merecedoras de ocuparlo. Un pedazo de papel virtual. Un papel inexistente, no merece, si quiera, estas(mis) gastadas, sobre-usadas palabras.
Dice Charles Bukowski que los mejores escritores han dicho bastante poco, y los peores mucho más de lo que deberían (o algo así quedaría la traducción). Entonces me da un poco menos de remordimiento llamarme escritora, o no demorar en advertir que esa es mi pasión a pesar de no haber escrito demasiado.
Creo que el deber del escritor en respuesta a su pequeño derecho de felicidad (que es el acto mismo de escribir) es saber cuándo vale la pena plasmar un fragmento de realidad nuestra en un papel. Empujar nuestro pensamiento a un límite digno en el cual no repetimos, banalizamos y quitamos peso a las mismas viejas ideas. 
...Aunque, si estas ideas vuelven tanto y en tantos, tal vez sean la pista de algo a lo que podamos llamar escencia de lo humano.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
Todo lo que digo es estúpido porque existes. PORQUE EXISTES (¿escuchaste?) NADA MÁS.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
gusanos
“Duró poco” seguirán diciendo mis antiguas libretas. Mientras los gusanos que devoran mis sesos, tragan tu nombre.
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
algunas ideas
El mundo es un lugar, a lo menos, absurdo. Un lugar plagado de seres incompletos (más metafórica que teóricamente), seres en constante sufrimiento (o en negación de la realidad). Seres por naturaleza llevados a la tragedia intrínseca que significa nacer destinado a ser consciente de lo accidental que es nuestra existencia. Haber trascendido la simple e igual absurda naturaleza de la procreación. Creo que el saber que el universo es un accidente, no es tan doloroso. A fin y al cabo, entonces, todo lo que consideramos realidad, todo lo que alguna vez hemos conocido o somos capaces de entender (e imaginar) es parte de este gran accidente. No tendríamos cómo lamentar demasiado, tampoco, que sea un accidente. No tenemos cómo compararlo con algo distinto, no tenemos capacidad de imaginar el génesis de este accidente más que mediante teoría. Ahora, creo que lo realmente doloroso, es cuando hacemos la tan obvia y tan poco común inferencia de que si todo este universo es un accidente, nosotros diminutos e insignificantes accidentes. Esa parte es la que más cuesta, vivimos obsesionados con cualquier cosa que nos haga olvidar que no somos imprescindibles, intercambiables por cualquier otro de nuestra especie, igualmente inútil y accidental. Se trata mucho, muchísimo, de encontrar un sentido. Ahora encuentro este intento, inútilmente doloroso, despiadadamente abrumador. O, en su defecto, perturbadoramente simple. Sin embargo, en mi acto más auténtico de autodestrucción, mi placer más grande está la esperanza de encontrar una matriz, un origen que abarque todo. Límites, límites de lo humano. Siempre he tenido un tema con los límites. Volveremos después.
El morbo 
El morbo es una forma sofisticada de resignación. Es nuestro triunfo sobre la podredumbre, sabernos capaces de soportarla. Es confesarnos humanos y saber que algo nos duele, que algo nos incomoda, pero que podemos tolerarlo. Es la mezcla entre la más profunda vulnerabilidad y la fortaleza más genuina y certificada. ¿Los dos límites de lo humano?
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
vómitos
Se dice mucho. El mundo está compuesto por subjetividades. Eso todos los saben. Luego, cualquier que pueda leerme ha pasado por un proceso de aprendizaje. Es decir, primero incorporar lo que podemos percibir sensiblemente del mundo en cajas o conceptos prácticos que nos permiten la inter-subjetividad. Luego amarrar esos conceptos- despedazados en sonidos- a símbolos, letras, que se unen, la maldición comienza. Y por maldición me refiero a lo único que considero realmente placentero en la vida: podemos recorrer el pensamiento de individuos relevantes- y con suerte el de individuos irrelevantes- a lo largo de toda la historia. Podemos relacionarnos con las ideas de otros, aunque la mayoría de veces no las entendamos. Pronto comprendemos que la cantidad es ilimitada, y si tenemos suerte notamos rápidamente que no tenemos nada que decir. Decía Nicanor Parra “todo lo que tenía que decir, ha sido dicho no sé cuántas veces”. De vez en cuando,un par de seres humanos astutos, han logrado engañarnos hacia creer que están diciendo algo nuevo. Todo lo que podemos hacer es treparnos a modos de pensamiento. Con suerte no leer demasiada filosofía y preguntarnos a nosotros mismos la respuesta a cualquier accidente en la certeza que tenemos, y seguir nuestra línea lógica de pensamiento “propia”- inevitablemente un poco ajena- . Sin embargo, no hay mayor placer que identificarnos en el pensamiento de otro hombre. Pensamiento que probablemente estamos entendiendo cómo extensión de uno preconcebido que teníamos. No hay mayor placer que estar cerca de encontrar algún universal intrínseco a toda la humanidad. Es la labor de los filósofos más notables.
Hoy con los medios de comunicación masivos, y la cantidad de años que llevamos ya escribiendo, hay demasiada bulla. Tendríamos que tener una estructura de pensamiento distinta a la humana para decir algo realmente nuevo. Tendríamos que decirlo sin lenguaje, con otro sistema de tangibilizaciòn de una estructura mental (distinta a la que tenemos), tendríamos que callarlo tal vez, si quisiéramos decir algo nuevo. Podríamos empezar por no tener ganas de decirlo. De Platon a Wittgenstein. Hegel, Heiddeger, Nietzche, Shopenhauer... (y ahora, maldita sea, yo) Todos, al final, han querido decir algo. Aún cuando su pensamiento fuera un homenaje a lo indecible. Han tenido la necesidad de entender algo y lo han tenido que pensar (algunos contra su voluntad) en conceptos que salen, a regañadientes, como palabras de sus bocas y manos al escribir. No ha sido demasiado nuevo. No han escapado a ser irremediablemente humanos. 
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
el hombre que cae
comentario a: http://bicentenario.fnpi.org/meteriales/el_hombre_que_cae.pdf
Al escribir un comentario crítico sobre “El hombre que cae”, no puedo evitar escarbar hasta lo más céntrico de mi cerebro, o mi alma, para responderme a mí misma por qué esta fotografía me mueve tanto. El once de septiembre del dos mil uno, yo tenía seis años y crecía a miles de kilómetros del World Trade Center, en un país que más bien se escondía del recuerdo y los estragos de una época plagada de hechos similares.El suceso colosal llegaba a mí atenuado por la distancia, por mi nivel de consciencia y edad, por intereses mediáticos, etc.
Inevitablemente viene a mi cabeza, como forma más evidente de asociación, el veinte de julio del 2002. Entonces parece casi obvia la respuesta.  Me duele que casi un año después perdiera a mi hermana en un escenario comparable. Me duele haber conocido la indolencia con la que un humano trata a otro humano, me duele la viabilidad con que la vida siguió después de un instante parecido al que esa fotografía congela. Me marca, hasta hoy, haberme topado con la muerte: un tema tan importante, el único tema importante, sin tener posibilidad de comprenderlo. Es por eso mismo que hasta hoy me cuesta poner en palabras mi crítica de este artículo. Me sería bastante más fácil escudarme en la frase de Wittgenstein en el Tractatus que dice “todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad: y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. 
Sin embargo, no puedo poner como condición para que este hecho nos mueva el haber padecido algo similar. Creo que lo que nos mueve del momento, de la imagen, se aleja de cada hecho fortuito de cada vida en particular. A riesgo de caer en el desorden, empezaré con la frase que concluye el artículo en la que Tom Junod dice: “La foto de Richard Drew es todo lo que sabemos de él (del hombre que cae) y, sin embargo, todo lo que sabemos de él se convierte en una medida de lo que sabemos sobre nosotros mismos. La fotografía es su cenotafio y, como todos los monumentos dedicados a la memoria de los soldados desconocidos en todas partes, nos pide que la miremos y hagamos un simple reconocimiento. Es decir, que hemos sabido todo el tiempo quién es el hombre que cae”. A mí esta frase me trajo a la cabeza un pedazo de “Tres Poesías” de Nicanor Parra que dice “Sólo una cosa es cierta: que la carne se llena de gusanos”. Esta fotografía parece advertirnos todo lo que no controlamos, lo transitoria que es nuestra existencia. Y, en el momento en que nos enfrentamos a ella (y la realidad que nos grita), todo lo demás que conocemos suena tan aleatorio, tan subjetivo, tan poco relevante. Sólo queda la certeza de que todos estamos cayendo.  
A penas vi de qué trataba el texto, busque la fotografía del hombre que cae. Al verla sentí una punzada en la barriga. Era completamente automática, como un impulso reactivo a ese cuadro que estaba viendo. Reaccionaba defensivamente ante la primera idea que puede dar la imagen: que la forma como cae ese cuerpo es una muestra de la resignación o de la libertad de entender que el mundo es un absurdo. El autor mismo recoge algunas opiniones en torno a la foto como que el hombre parece convertirse en una flecha “decidido a alcanzar su propio fin”. ¿Cómo puede abrazar tan tranquilamente su propio fin? 
Sin embargo, rápidamente el texto aclara que las imágenes mienten. Dice que también, y sobre todo, las grandes imágenes mienten. Representan una porción de la realidad, como esta en la que el hombre que cae parece caer con elegancia, con resignación, con una suerte de desapego a la vida y con una entrega que, al fin, es sólo eso: una porción de la realidad. Advierte Junod que, terminada esa fracción de segundo, descongelada esa la imagen, le espera al hombre una muerte desgarbada y cruda, como la de todo el resto. 
Italo Calvino en su cuento “La aventura del fotógrafo” sugiere que las imágenes posadas, de estudio, hablan más de una época que las espontáneas. En las imágenes planeadas uno tiene tiempo de mostrar los cánones de la época, lo que importa particularmente en ese contexto, en ese espacio-tiempo cultural. Las fotos espontáneas, me atrevo a decir, nos hablan más bien de las cosas que se alejan de los accidentes o particularidades y se acercan más a la esencia misma de los seres humanos. Creo que esta porción de realidad es un espejo donde todos nos vemos por un momento. Un espejo dónde reflejamos nuestros propios miedos y pulsiones más profundas. Miedos que, al final, son siempre los mismos y derivan de eso que dijo el alcalde Rudy Giuliani ante la creciente cantidad de “saltadores”: “Ahora estamos en aguas desconocidas”. El mismo miedo que supone enfrentarse por fin a la muerte de la que tanto se ha dicho y tan poco sabemos. 
El morbo y el voyeurismo que condenan parcialmente el artículo y en gran medida la sociedad estadounidense, debería más bien dar entrada a la pregunta ¿Qué es lo que nos invita insaciablemente a buscar imágenes de estas personas que ya no existen? Roland Barthes habla en “La cámara lúcida” del noema de la fotografía: dice que lo que impacta es que “esto ha sido” y ya no es.  Por su parte, Wittgenstein advierte que la estética (que es lo mismo que la ética), y que no puede ser puesta en palabras, es la consciencia desde la perspectiva de la eternidad. Esta imagen es la muestra clara de lo que ha sido y ya no es. Es la imagen de alguien, que podría ser cualquiera, que tuvo que entregarse a dejar de existir de golpe. Esta imagen vuelve eterno ese momento, fracción de segundos, en que una persona deja de ser. Y es esa caída lo que todo ser viviente debe aprender a tolerar. Lo dice de este modo la mamá de una víctima: “la decisión de saltar como la pérdida de la esperanza, como una carencia con la que nosotros, los seres vivientes, tenemos que vivir”. Para mí, esta fotografía va más allá de si se ha vuelto un espectáculo o es un objeto redentor: esta fotografía muestra a alguien que existe consciente de que está dejando de existir. Todo lo que nosotros, normalmente, evitamos advertirnos. ¿Cómo no sentirnos atraídos a ello? 
Por último, Junod explica que no hay cómo saber si Jonathan es, con absoluta certeza, el hombre que cae. Además, la manera de saberlo sería hacer algunas llamadas a sus familiares con preguntas puntuales y banales dentro de lo que realmente significa esta foto. Termina abriendo paso a estas preguntas “¿Pero deberían hacerse esas llamadas? ¿Deberían hacerse esas preguntas? ¿Añadirían sólo dolor a la angustia que ya aquejaba a aquellas personas? ¿Serían preguntas consideradas como un insulto a la memoria del muerto, tal como la familia Hernández consideró la imputación de que Norberto Hernández era el hombre que cae? ¿O serían consideradas como un paso hacia algún acto de testigo redentor?” Por último sentencia que hemos sabido todo el tiempo quien es el hombre que cae. O, dicho de otro modo, ¿Importa quién es el hombre que cae? 
0 notes
humitadeletras-blog · 8 years
Text
sin título
Tengo una imagen en la cabeza. Es martes o viernes. Tu cuarto vacío rebosado de ropa en el piso, papel en las paredes, botellas de cerveza y vacío. Tu cuarto vacío. Tú miras por la misma ventana por la que yo miraba, años después, mientras llenabas mi cuerpo con tu indolente vacìo. Mira tu cuerpo esa ventana. La ventana. Tu cuerpo. Tu cuerpo que de golpe se advertía que otra vez estaba sólo. Tu cuerpo gastado, envuelto en piel de niño. Miras por la ventana. No hay absolutamente nada más allá de esa ventana, después de ese día. Y atrás de ese momento, en el que te levantas vacío un martes (o viernes), queda todo lo demás. Te duele. Cuánto te duele. Yo también estoy en alguna parte y es, tal vez, lunes o jueves. Cuánto me duele. No hay absolutamente nada atrás de ese momento en que me despierto un jueves. Hubo, pero ya no. Ojalá hoy fuera otra vez allá un lunes, acá un viernes, y tu dolor no me hiriera. Ojalá siguiera siendo sólo alguien que, años después, miraría la misma ventana mientras intento llenar mi vacío de tu cuerpo que duele. Ojalá encontrarnos siguiera siendo un hecho contingente y que pensaramos, mientras miras tu ventana- jueves y yo la mía, que seguro alguien un martes tiene un dolor (¡cuánto duele!) parecido al nuestro. Pero no. 
0 notes