Historias cortas, capítulos sueltos y trozos de sueños.
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La Canción del Bardo - Capítulo 4: Lazos Familiares
El dia del aniversario de nuestra boda le dije a Karisma que regresaría temprano para celebrar, supongo que no me esperaba tan temprano. Llegué a casa silenciosamente, acto inútil pues siempre sabía cuando trataba de sorprenderla. “La intención es lo que cuenta”, al menos tanto como su dulce y fingida cara de sorpresa.
Escuché la voz de mi suegro (no esperabamos su visita) y su severo tono de voz me puso inmediatamente a la defensiva. Me oculté y traté de escuchar atentamente.
—¡Resultados! Eso es lo que menos vemos en tus informes, Karisma.
—//Señor//, le advierto que mi marido llegará pronto...
—Ya lo dijiste. El aniversario me da una excusa para esta visita, arriesgada, pero necesaria.
Ambos parecían distraídos, había rabia al hablar.
—¿Necesaria para qué, padre?
—Te estas volviendo como tus hermanas, no escuchan el consejo de sus padres. No acatan la autoridad.
—Yo no soy mis hermanas, yo sigo las reglas. Nuestra familia nació con un propósito y sirvo a ese propósito.
—Bajo ese escudo los herejes justifican sus acciones.
—Comprendo las diferencias entre los familiares, pero no las divisiones. Para ellos, somos descarriados. Esta lucha nos hace débiles y nos vuelve semejantes a lo que combatimos.
—No nos desviemos del tema. Tu deber es vigilar, confirmar la ubicación del cementerio, nada más. No debiste provocar el trance de la memoria en ese cachorro.
—Era necesario para abrir el mapa en su cabeza.
—¡Escapó con tu ayuda!
—¡No! Si hubiese sido yo, nuestros abuelos ya tendrian la ubicación del...
—¿Entonces quién? Nadie en su sano juicio cree que Karisma pueda perder de vista a un objetivo. Ocultas informacón.
—Su aura desapareció. No sé como. Talvés los elementales del bosque o su abuelo...
—No has sido tu misma últimamente. Creo que la presa se ha vuelto cazador.
—¿Qué?
—Eres fiel a tu marido y no a nosotros. ¡Parece que mi hija está enamorada!
Era una situación desesperada, mi suegro (o lo que fuera) se mostraba furioso. Sin embargo, mi esposa se escuchaba más serena que nunca.
—¿Es ese un delito?
—¡Lo admites!
—Es mi derecho. Es un buen hombre, un excelente esposo, y ademas ...estoy embarazada.
—¿Esperas un hijo? —Por primera vez pareció dudar, suavizando su voz.— Eso va más allá de tus libertades y de mi autoridad.
—No podemos tocar a una criatura no nacida. Nuestras propias reglas te impiden matarme.
—¿Sabías que tenía orden de ejecutarte si te mostrabas traidora?
—No, pero eres mi padre. Y uno muy bueno, me enseñaste lo que hay que saber.
—Pero no lo que hay que sentir. Me equivoqué, quien quiera que ayudó a tu esposo no fuiste tú. Ese inesperado suceso no te conviene, perjudica tus planes, tu futuro...
Karisma caminó hasta ponerse detrás de mi suegro. Sacó un puñal de entre sus ropas y por la espalda atravezó su corazón. Mi suegro no ofreció resistencia.
—Puedes salir de donde estás, amor. Mi padre a muerto con el mínimo dolor y sin una mancha de traición en sus actos.
Vi lágrimas en su rostro y en el rostro del hombre muerto a sus pies. Entonces, comprendí el profundo gesto de sacrificio de un padre hacia sus hijos.
—He arruinado todo, ¿no es así? Si terminabas tu misión serías libre. Y ahora...
—Eres un hombre de recursos. Me has enseñado en este año, que siempre hay una opción para quien sabe buscarla. Ven, ensillemos los caballos.
—No se puede huir por siempre.
—Mi familia es numerosa, jamás podríamos. Pero ganaremos algo de tiempo. Tengo un plan.
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by rights Obi-wan should have been able to talk Anakin down, when you think about it
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La Canción del Bardo - Capítulo 3: Legado
Karisma estaba embarazada, las señas eran claras. Ya tenía la ligera sospecha, pero me confundía que ella no me dijera nada. ¿Acaso no me quería distraer de nuestro proyecto? Eso sería una tontería, ella fue la primera en alegrarse cuando nuestro taller recibio la orden real. Mi padre habia mejorado mucho la calidad del acero, más resistente, mas liviano, mas fuerte. Estabamos trabajando con media docena de asistentes. ¿Que preocupaba a Karisma?
Como deseaba que el abuelo Jin estuviese vivo, él sabía muchas cosas, y yo sabia tan pocas. Karisma lloró mucho el dia que murió, ella disfrutaba montones escuchandolo todo el dia y yo me complacia tocando por las noches a dúo con el viejo. ¿Qué sabio concejo me daría ahora?
Siempre creí que sus historias no eran más que eso. De chicos, éramos sus ojos, de adultos él fue los nuestros. Cuando murió quisímos enterrarlo en aquella colina de la que estaba enamorado, desde ella podría ver todo el valle y más allá, ¿que mejor regalo de despedida podríamos darle?
Él nos dió el suyo tiempo después. Estaba sólo, visitando su tumba, cuando recite una de sus canciones y vi, no con mis ojos, sino con mi mente, como la canción me abría un camino nuevo a travéz de valles y montañas. Toda la extensión de terreno que estaba frente a mi se abrió como un libro.
Caminé por dias, no sé si más; un trace loco me llevaba de verso a verso y de lugar en lugar, desdoblando cada página a la vez. Cuando me sentía perdido la tonada de un pájaro o la música de una cascada me devolvía al juego de versos y senderos. El hambre y la sed la apagué con frutas y agua durante el camino, la ausencia de mis seres queridos y su muy probable angustia no me importaba más que averigüar a donde me estaba llevando mi abuelo.
Era el reto del anciano, su último acertíjo o su más grande broma. Me reía a ratos, como un loco, pensando que extraño secreto guardó el viejo en mi cabeza, a fuerza de años, canciones, juegos y adivinanzas. ¡No podía dejarlo vencer esta vez, eso jamás!
“La canción es el mapa” dijo un árbol, “la música es la llave” respondió un arbusto. —Sea lo que sea que haya comido, vendiéndolo haré una fortuna, pensé.— “Las musas buscan un nuevo músico”, dijo una rana. Las fuerzas me abandonan, creo que después de todo no sea seguro vender esas frutas...
Todavía estaba bajo los últimos efectos del trance cuando me encotré a mi mismo corriendo, con el calor del fuego y el frío del hielo latigando mi carne. Una voz monstruosa gritando “¡Bardo ladrón, mal agradecido!” “Jin, ¿así traicionas nuestra confianza?” “¡Anciano, debimos matarte en lugar de dejarte ciego!” Ignoro quién gritaba el nombre del viejo, no me volteé para preguntar.
Salí de allí solo con unas cuantas escamas, han bastado apenas para los experimentos iniciales y el primer juego de armaduras. Con ellas haremos una demostración en la corte, si tenemos éxito nos financiarán una expedición y viviremos como reyes. Fama y fortuna nos esperan...
¿Que será lo que preocupa a Karisma?
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La Canción del Bardo - Capítulo 2: Se levanta el Telón
Creo que puedo decir que tuve una infancia feliz, nunca fuimos adinerados pero sí felices. Fui educado por mi padre en el arte de los metales, asi como él fue educado por mi abuelo. Común por estas tierras es heredar el oficio de tus ancestros. Y la familia Latrans tenía una larga tradición en metales.
Mi padre pasaba el dia en la herrería, mi madre ayudaba al hogar haciendo de sirvienta en casas de ricos. Mis hermanas menores y yo quedabamos al cuidado de mi abuelo. Quién cuidaba a quién, era un asunto que nunca se aclaró entre el anciano ciego y sus cuatro ardillas-nietos.
No sé si fue antes o después de quedar ciego, pero el anciano si que sabía hacerte llorar, reir, ponerte nostálgico o levantarte el ánimo con su música. Mi niñés fue una llena de mágia, bailando todos alrededor del fuego en las noches.
Tenía ya un par de años de ser ayudante de mi padre en la herreria, cuando conocí a la que posteriormente sería mi esposa. Vino un dia con su padre, Victor De La Rosa, con gran necesidad de un herrero: la carreta en que viajaba su familia se averió en el camino.
Venían de los territorios al este, según supe después, huyendo de su nación, acosados por su propia gente. No lo entendí en aquel entonces, después de todo, no es nada raro en estos territorios que la gente use algún grado de mágia.
Una vez realizadas las reparaciones, se quedaron algunas semanas descansando del largo viaje y comerciando con el pueblo. Hicieron muchas amistades, mi familia entre ellos. Costumbre de mi gente es que los padres decidan a que edad y con quien sus hijos se casarán, costumbre de los De La Rosa es que se casan los mayores primero.
Suerte o maldición, destino o trampa, me enamoré de ella. “Mi rosa”, “mi flor de la mañana”, asi la llamé cuando descubrí el tatuaje de una rosa blanca en su espalda. Me dijo que era un símbolo de su familia, sin embargo, me pareció ver un dejo de tristeza en sus ojos un par de ocasiones que la llame así. Debe ser la nostalgia por la tierra madre, pensé.
El tiempo paso y su familia se fue, ocasionalmente llegaban cartas sin remitente, pero el aromático papel no dejaba ninguna duda. Saludos a todos y muchos besos, además de su dirección actual para enviar las respuestas.
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La Canción del Bardo - Capítulo 1: Amnesia
Cada dia al despertar es la misma sensación, es... como si naciera de nuevo. Demasiada luz, confusión y ni un solo recuerdo.
Andar por el mundo sin saber quien se es, reconociendo objetos pero sin saber nombres. Mi propia mente es una prisión, mi alma grita y nadie la escucha.
Hasta el momento sólo tengo sensaciones, imágenes difusas, pesadillas que me asaltan y me quitan el sueño. Un rostro de mujer bajo la lluvia, el aroma de rosas, un caballo desbocado...
Hace meses desperté en una rivera, sin recuerdos y con los bolsillos vacios, ni una pista de quien soy. Curioso es que, si veo en los ojos de alquien algún signo de reconocimiento, me siento incómodo y trato de alejarme lo mas pronto y lejos posible. Busco mi verdad, pero al mismo tiempo le temo.
Cuando tuve hambre y cansado de mendigar, robé, solo comida (como si eso excusara la culpa). En una ocasión, entré a una casa y viendo un instrumento musical, fue como si hubiese visto una joya, lo tome y hui a toda prisa olvidando mi hambre. No sé quien me enseño a tocar, algunos me han dicho que mi música les recuerda las regiones del Este, otros que el Norte e incluso de la capital. Muchos se sorprenden al escuchar tonadas que no oían desde pequeños, cantadas por sus abuelos.
No tengo un rumbo fijo, cualquier dirección es buena cuando no vas a ningún lado. Entrando a cierta ciudad, mire un cartel que decía necesitaban herrero, seguí mis instintos y tomé el trabajo. Resulta que no solo era bueno con la forja, a decir verdad, era mejor con los metales que con el canto.
En cuanto tuve algún dinero, compré herramientas de trabajo, un instrumento nuevo y me largué del sitio. Muchas lágrimas derramó mi patrón y yo mismo. Pero dentro de mí, sabia que era lo mejor.
¿Dónde aprendí a usar la fragua? ¿De dónde proviene mi música? No sé si huyo o busco algo, pero no permanezco demasiado en ningun lugar. Fui atacado hace unas semanas, ¿quién robaría a un bardo? No lo sé, pero puedo asegurar que puedo defenderme bastante bien. Duermo con un ojo abierto.
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