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Tan solo otra violencia invisible
¿Qué pasa cuando tus padres, aquellos con la misión de defenderte y empoderarte, fallan en su propósito? Cuando no son abusivos contigo, pero permiten que alguien más lo sea. ¿Es menos severo el trauma?
¿Qué pasa cuando te crían toda tu vida enseñándote que debes aguantar los malos tratos verbales y físicos de otro miembro de la familia a quien no pudieron enseñar o establecer límites a tiempo? ¿Realmente esperan que no se replique el mismo patrón en el resto de tus relaciones (de amistad, trabajo o pareja)?
La historia ya me la conozco como si fuese uno de esos bodrios cinematográficos que repiten todos los domingos en TV nacional. Primera escena: recibes maltrato por parte de "ese" alguien; pero ojo, no es gratuito, tú te lo ganaste, tú lo provocaste; eso dicen él y los demás. Segunda escena: dicha persona, rendida ante la culpa, decide comportarse bien contigo durante un par de meses; mientras tanto, aquellos con la misión de protegerte tienen la osadía de decirte cosas como "¿ves que sí te quiere?, no es malo, solo tiene mal carácter". Tercera escena: Haces algo mal (a sus ojos) y regresa la violencia a ti.
¿No es eso el equivalente a la situación en donde una persona es maltratada por su pareja quien, para hacer las paces, le regala flores y obtiene el perdón? Y, después de unos meses de "buen comportamiento", el ciclo de violencia, perdón y normalidad se repite.
¿Cómo me pueden decir que no es lo mismo? La diferencia es que un tipo de violencia es socialmente condenado y el otro pasa desapercibido ante los ojos de muchos. Estás desamparada.
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No quiero callar más
Irme de la casa en donde crecí fue una de las mejores decisiones de mi vida. Obtuve paz mental y me alejé de un ambiente repleto de restricciones, así como de maltratos emocionales y físicos.
No me malentiendan, mis papás han sido conmigo las mejores versiones de sí mismos, sé que de verdad se han esforzado, pero fallaron en algo muy importante: en no detener a tiempo los comportamientos agresivos de un miembro de la familia. Nunca lo consideraron como un asunto de importancia. Y sí que la tiene.
Mi infancia fue bonita en general y eso es algo que agradezco, pero fue empañada por la presencia de alguien que siempre me hizo sentir inútil, sobrante y tonta (y no, no hablo de mi abuela materna, aunque también).
Esta persona, durante mi infancia, pocas veces me permitía hablar. Callaba con un "sshhh!" cualquier intervención que quisiese hacer en una conversación. Mi madre nunca hizo algo al respecto, así que asumí que lo que él hacía estaba bien, que no era correcto que yo hablara, que tenía que quedarme callada.
Sin embargo, la violencia poco a poco comenzó a escalar y hubo un punto de mi vida en el que quedarme callada se convirtió en un peso grandísimo que tenía que cargar. Creo que también me llené de resentimiento, principalmente hacia mi madre, por no detener las agresiones pudiendo hacerlo.
Los actos de microviolencias se convirtieron en algo cotidiano para mí y llegó un punto en el que los normalicé, esa era la manera habitual en la que yo debía ser tratada. Entre las reglas absurdas que debía seguir en casa: no podía bailar, no podía escuchar música (únicamente con audífonos), no podía tararear la canción que escuchaba en mis audífonos, no podía reírme duro... Y esas reglas también aplicaban para mi mamá, ya que si se atrevía a cruzar la línea tendría merecida su dosis de violencia verbal. Aunque dudo que ella lo recuerde así.
Mi papá, para fortuna suya e infortunio mío, para ese momento ya no vivía con nosotros. Sin embargo, llegué a ver que también recibía su dosis de maltrato si se atrevía a romper alguna de esas reglas (que no estaban escritas, pero todos sabíamos que debíamos cumplir) o si se atrevía a pedirle un favor o a perturbar la paz de aquel ser. Lo pondré en términos sencillos: mi papá llegó a ser echado de su propia casa por parte de esta persona.
Hoy, a mis 28 años, reconozco sin duda que viví en un ambiente familiar abusivo, debido a una sola persona. Creo que el momento culmine de todo esto ocurrió en el 2017...
No recuerdo en qué día o mes ocurrió esto, pero sé que tenía que editar un vídeo para una tarea de la universidad. Recuerdo que estaba usando Adobe Premiere para hacerlo. Mientras tanto, este sujeto se encontraba jugando algún videojuego (Nota: suele ponerse especialmente agresivo si lo molestas mientras juega).
En algún momento, la conexión a Internet comenzó a fallar y me culpó por ello, dijo que era mi culpa que su juego fallara y me exigió que dejara de consumir Internet inmediatamente. Le expliqué que mi programa de edición no consumía Internet y que además estaba haciendo tareas para la universidad, que no entendía por qué tendría que desconectarme, le dije que la universidad era más importante que el juego. Gran error cometí.
No sé qué pasó en ese momento con su juego, quizá se desconectó o perdió, no lo sé. Pero en un ataque de ira, me aventó su silla encima. De eso me quedó un hematoma en el brazo derecho como recuerdo durante un par de días. También intentó golpearme y me amenazó con hacerme daño.
Mi abuela materna presenció una pequeña parte de la escena y, por primera vez en su vida, ME DEFENDIÓ. Esa también fue la primera vez en que alguien se atrevió a plantársele a esta persona para intentar ponerle un alto.
Aburrida de la situación, le dije que lo denunciaría por lesiones personales. Yo no me andaba con juegos y él lo sabía. Sentí que no aguantaba más, ya eran más de dos décadas de abusos verbales y físicos (no era la primera vez que me levantaba la mano, pero sí la primera vez que me aventaba una silla encima y que me amenazaba).
Creo que en ese momento todo el peso de las consecuencias reales de sus actos cayó sobre él. Me rogó que no le dijera a nadie de lo ocurrido, dijo que perdería su trabajo, que arruinaría su carrera. Y acepté callar una vez más, con una condición: que fuese a terapia y tomara un curso para el manejo de la ira. Él aceptó y se le notaba sincero en su respuesta.
La primera semana lo noté comprometido con el acuerdo, buscó algunos cursos. Pero a partir de allí, nada cambió. Nunca tomó el curso y nunca buscó ayuda para su problema.
Algunos meses después le conté a mis papás de lo ocurrido y la respuesta fue la usual: minimizar lo ocurrido (mi papá) y decir que seguramente yo hice algo para "ganarme" que él me tratara así, que yo "lo provoco" (mi mamá). ¿Si ignoras el problema, entonces no hay problema?
Creo que durante muchos años he evitado pensar en todo esto. Cuando logré huir de casa sentí tanta paz y tanta libertad para ser yo misma, que mi mente simplemente borró gran parte de estos recuerdos.
Sin embargo, las huellas de toda esta experiencia quedan en mí y recién hoy pude notar la relación entre mis experiencias de infancia con esta persona y las inseguridades que hoy tengo como adulta. Me cuesta hablar de lo que pienso o siento (aunque he mejorado mucho en ese aspecto). Me solía sentir mal si cantaba o tarareaba una canción frente a alguien más, eso siempre estuvo prohibido para mí. Tiendo a justificar a las personas que se aprovechan de mí, suelo pensar cosas como "es mi culpa que me trate así" o "yo provoqué esto". Me cuesta MUCHÍSIMO socializar porque siento que soy un estorbo para los demás (en el colegio, cuando mi única amiga faltaba a clase, prefería comer sola con tal de “no molestar con mi presencia” a otras compañeras). Y suelo tener una extraña necesidad por disculparme por todo y con todos, como si tuviera que disculparme por el simple hecho de existir.
Mucho se habla del maltrato físico y emocional por parte de tu pareja o de tus padres, pero poco se dice de ese mismo maltrato por parte de tu hermano mayor. De un maltrato que ocurre frente a tus padres, quienes lo normalizan. Tus padres, quienes deberían estar allí para protegerte y empoderarte. De un maltrato que inicia con pequeños actos de violencia, como no permitirte hablar, escuchar música o tararear, y que termina contigo siendo golpeada.
Se me viene a la cabeza un recuerdo. Mi mamá amaba la música para planchar y le gustaba hacer aseo escuchándola. Un día se atrevió a poner su música con él estando en casa (él estudiaba en las mañanas y yo en las tardes, así que cuando ella ponía su música para hacer aseo, él no solía estar en casa). Recuerdo que la trató mal y la obligó a apagar el equipo de sonido. Yo dormía, pero alcancé a escuchar lo que pasaba. Me levanté y me metí en la discusión. Le dije a mi mamá que ella podía escuchar la música que se le diera la gana y que, por favor, encendiera el equipo y escuchara su música. Él, como costumbre, me trató mal y mi madre le dio la razón. A ÉL. Al que la acababa de tratar mal por escuchar su música (a un volumen moderado, en mi opinión).
¿Por que defendemos a quien nos agrede? ¿Eso tendrá relación con mi manía por defender y justificar a las personas que peor me han tratado en mi vida?
Sé que lo mío no es tan grave si lo comparas con lo que han vivido otras personas y a veces no sé si exagero, Pero esto es lo que A MÍ me ha marcado. Así que creo que es necesario que, al menos yo, le dé la validez e importancia que requiere.
Creo que por primera vez en mi vida estoy intentando reflexionar sobre mi infancia y establecer relaciones entre lo que ocurrió entonces y la persona que soy ahora, porque mis inseguridades y mi muuuy baja autoestima no pueden ser gratuitos. Nunca había entendido tanto a la persona que soy ahora.
Ahora entiendo por qué me hiere tanto sentirme ignorada, sentir que no me escuchan; encontrar mi propia voz fue un proceso largo y complejo. Entiendo por qué todo el tiempo estoy en una carrera por demostrar que no soy tonta. Entiendo por qué siento terror ante la idea de tener hijos: tras haber saboreado lo que se siente ser libre, no quiero tener un hijo que me abuse verbalmente y me prohiba cosas, como lo hacía mi hermano con mi mamá.
Lamento que la niña que fui pasara por lo que pasó, lamento que viviese su infancia con tantas restricciones sin sentido, lamento que sus papás no le hayan defendido y no hayan parado la violencia cuando todavía podía pararse, y le pido la disculpa más honesta por ser tan mala con ella, por tratarla con palabras tan malas, por hacerla sentir tonta e inútil, por decirle que estorbaba y que nadie podría quererla. Y no, no me compadezco a mí misma, pero siento que es necesario reconocer que me fallé a mí misma y perdonarme por ello. Hoy sé que soy una mujer fuerte, independiente, inteligente y amada, y no pienso callar más. Por eso escribo esto.
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Casi gracioso :):
Mi jefe pidió ayuda para completar unas tareas suyas durante el fin de semana. YO NO TRABAJO LOS FINES DE SEMANA, pero como buena idiota útil que soy, acepté ayudar. El domingo le escribí solicitando unas autorizaciones/permisos en Google Drive para finalizar dichas tareas; sí, el domingo no es día laboral para dicho jefe, PERO tampoco lo es para mí y recordemos que estaba ayudándole. El lunes me regaña públicamente porque “parecía novia intensa, escribiéndole un domingo a las 3 p.m. y que no pensaba responderme porque ERA DOMINGO”...
¿Me estás diciendo que está bien pedirme el favor de trabajar un fin de semana (gratis) para ayudarte en tus tareas, pero no está bien que te escriba ese mismo fin de semana solicitando autorizaciones para finalizar DICHAS TAREAS?
Jesú...
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¿?
A veces creo que la única razón que me mantiene con vida es seguir cuidando a mis gatos, lo cual es aterrador. Si algún día les pasa algo, ¿qué va a ser de mí?
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La ley del embudo
Te sobrecargan de trabajo y está bien. Trasnochas para llevar la sobrecarga y está bien. Cometes errores DEBIDO a la sobrecarga y todos pierden la cabeza.
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