Hace poco más de diez años decidiste plantar un naranjo, con la ilusión de algún día poder cómodamente cortar uno de sus frutos y comerlo en el momento.
La primera vez que él árbol dio fruto no obtuviste más que dos naranjas, sin embargo nada detuvo a tus ganas de alegrarnos y te dirigiste a comprar más al mercado. Detalladamente las escogiste y colgaste en tu árbol para poder regalarnos naranjas recién cortadas.
Hoy a pocas semanas del aniversario de tu partida, me encuentro sentada frente a tu árbol, comiendo una naranja que recién arranque y agradeciendo todos los frutos que nos dio este año.
Gracias. Y... ¿ahora que hacemos con tantas naranjas?
Esta segunda parte debería llamarse intento número dos. Así hay días donde no sucede lo que uno espera, no queda más que ser pacientes, observar y dejarse llevar. Ni modo.
Casi cuatro años estudiando danza, aprendiendo técnicas, obedeciendo reglas. Hoy decido por primera vez, gracias a este encierro, a experimentar con mi cuerpo a solas. Espero aprender a amarme, a escucharme, a observar y analizar, a fluir, a disfrutar.