javier-carrasco

[javier-carrasco]

¡Qué preguntas haces! / De las que no apetece contestar. / Porque me dejan al desnudo. / Y puede no ser un espectáculo agradable. / Así que te lo voy a evitar. / Pregúntame por cosas normales / como cuándo me di cuenta de que voy a morir. / O si he estado en el trance de verme desde fuera, /como si fuera otro y otro fuera yo. / O si creo que creer es creer en algo increíble. / También puedes indagar si el que te habla / está aquí o en no importa qué lugar. / Si he viajado desde algún punto de mi historia / y ahora veo que me equivoqué / en cualquiera de las bifurcaciones. / Tienes mucho para preguntar / sin que me sienta incómodo. / Lo normal.

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Sigue la pista del dinero. Quién paga, quién se beneficia más del crimen. No basta con enchironar al miserable ladrón o al político pringado que se vende por un plato de lentejas. Sí, se lleva un buen dinero, pero es nada comparándolo con la gran tajada que consiguen los patricios de cuello blanco. Y además, todo este marasmo, todo este patio de vecindad, de dimes y diretes en que se convierte la política con la corrupción ("que si tú robas más que yo, que si no, que tú tienes más casos en los tribunales") tiene el efecto de retrasar en la "agenda", incluso de borrar de ella, las cuestiones verdaderamente cruciales para la población, que tomándolas realmente en serio, pondrían en grave peligro sus intereses, los de los patricios. Negocio doble, pues.

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¡Vamos a tocar un rock and roll en la plaza del pueblo! ¡Vamos a tocar un rock and roll y nadie nos va a parar! La gente se aproxima por la calle principaa... aaaal...

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El otro día escuché a un juez muy reputado decir algo que es revelador, cito de memoria: "En España construir un kilómetro de autopista cuesta el doble que en Alemania". Yo esto no lo sabía, pero ahora que lo sé, me lo explico todo. Está muy claro, aquí las constructoras se ponen todas de acuerdo para cobrar el doble. O lo que es lo mismo, roban la mitad de lo que cobran. A todos nosotros. Con la connivencia de los políticos corruptos, que trincan de las jugosas plusvalías, y también la de los que no trincan, pero que tampoco hacen nada para ponérselo difícil a los ladrones y a los empresarios extractivos (de la teta del estado, se entiende). Una verdadera mierda.

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Hay que redistribuir. Cada vez es más necesario. Y hay que hacerlo en mayor cuantía que hasta ahora. Redistribuir el trabajo y también la riqueza que este genera. E incluso, o por supuesto, la que no viene de la actividad laboral y empresarial sino de la herencia, que es la más injusta. Según muestran las estadísticas con crudeza, cerca del 70% de los ciudadanos más ricos lo son porque han heredado. Para que luego hablen de "meritocracia".

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Los políticos corruptos son repugnantes. Y cuanto más arriba están en la escala del poder, más lo son. El perjuicio que ocasionan a la sociedad no es sólo económico sino también moral. Pero hay una cosa que me llama mucho la atención cuando este tipo de noticia llega a los medios: no se habla de los corruptores, o sea de las empresas que han sobornado a los cargos públicos para conseguir concesiones y obras multimillonarias de forma amañada. Por qué. Me lo pregunto y llego a una conclusión: porque de una manera o de otra tienen mucho poder y los periodistas (tan celosos de su trabajo para señalar a los políticos) no se atreven con los ceos de las empresas adjudicatarias, que evidentemente han delinquido. Me imagino que al final en el proceso judicial todo queda en una multa que sale rentable pagar y no ensucia para nada la reputación de estos empresarios. También repugnantes.

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Ocuparse con igual ahínco / de lo inefable y lo cotidiano. / Permanecer en estado de asombro, / que es nuestra única salvación.

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No somos necesarios. Ni siquiera convenientes. El jardín, cuando ya nadie lo cuida, se torna naturaleza. Indomable. En el número 25.

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Acabo de inventar una palabra: circocracia. Pido perdón por el engendro y explico. En una sociedad como la que vivimos, en la que lo que importa es montar el espectáculo, los más aptos son los más ruidosos. No se trata de ser sabio ni competente ni siquiera sensato. Se trata de ser escandaloso. Por eso no debe extrañar que el gran payaso esté a los mandos del mundo. Y que todos sus fans le aplaudan sus payasadas. Que pueden ser trágicas en muchos casos. No importa, seguirán adorándole. Es el gurú de todos los que se sienten traicionados por la globalización (no van a conseguir nada de él). Y también, en el otro extremo, de los que quieren seguir depredando más a gusto todavía de lo que lo han hecho hasta ahora. Veremos.

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Es cierto que la IA no es inteligencia real, pero lo parece. De la misma forma que la inteligencia humana es real, pero muchas veces no lo parece. Esto plantea preguntas muy interesantes e inquietantes que en el futuro aún lo pueden ser más. De momento estamos en un paréntesis de indefinición, de no saber qué vendrá. A lo mejor la IA sí lo sabe.

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Los diminutivos me producen mucha grima. Aparte de desconfianza. Si oigo "poquito" en lugar de "poco", doy un respingo. Es como si me quisieran colar de rondón algo que no está claro que me favorezca. Y tengo que decir que cada vez abundan más. Junto con las palabras gruesas y malsonantes. Puede que sean las dos caras de la misma moneda falsa.

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El cero como número sirve para representar la nada, pero también es el punto de inflexión entre lo positivo y lo negativo. Antes de su creación no existía la posibilidad de representar cantidades negativas (–3, –4...) y tampoco las fraccionarias decimales (0,4 0,6...). Fue gracias a él que la aritmética dio un paso de gigante y además nació una nueva rama de las matemáticas llamada álgebra, que en árabe quiere decir "cálculo de datos". ¿Suena muy moderno todo esto, no?

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El mayor atractivo de una ciudad es su gente. La manera en la que viven y se relacionan. Donde trabajan, cómo se divierten. Por qué lugares pasean o van de compras, sus comercios. Si son callejeros o caseros. Su historia, tradiciones, fiestas, comidas típicas. Si todo esto se va diezmando porque son expulsados de los barrios —ya sea por gentrificación, turistificación o carestía— la ciudad se convierte en un cascarón vacío. Por muchos museos, teatros y restaurantes que tenga. Quien no cuide a los vecinos y desarrolle políticas para favorecer la creación y permanencia de tejido social es que no entiende nada. O es un agente extractivo y especulativo más.

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Blanco es un color./ pero también es diana. / Puede ser raza. / O significar ingenuo, inocente. /  Un apellido bastante común. / Un verso que no necesita rima. / El amarillo pálido de un vino. / El oro que parece plata. / Es un vacío en la mente. / O la falta de recuerdos.

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Ocurre de vez en cuando. / La luz tiene una vibración inusual / y el aire está cargado de partículas eufóricas. / Las partes diferenciadas de la realidad / parecen bailar al unísono. /  En esta ciudad pasa algunos días en el otoño, / otros pocos de la primavera, / en invierno en ocasiones muy especiales / y en verano nunca. / Me gustaría saber qué es. / Quiero más de eso. Lo que sea.

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Me parece que esa nube se mueve. Como si el azul se agrandara poco a poco. Ilusión óptica, claro. Y también siento frío. A pesar del sol que quIere hacerse un hueco. A ver si lo logra. Que ya va siendo hora.

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Es curioso, parece que al final nos van a salvar los que en otros momentos hemos despreciado —o al menos tolerado con la suficiencia del connaisseur: China y el mercado. China porque está demostrando más dignidad que nadie no plegándose a las exigencias del "gran payaso". Y el mercado porque es cobarde, ya se sabe, y no digiere con facilidad estupideces ni mundos desquiciados. Es una impagable lección de humildad si se sabe aprovechar.