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jeu-ji · 6 years ago
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Atardecer vívido. 💜💙
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jeu-ji · 6 years ago
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Reseña histórica sobre Chernobyl (serie)
“¿Cuál es el costo de las mentiras?” es la frase que da inicio a la serie Chernobyl, una producción de Craig Mazin y Johan Renck para HBO, que trata el incidente nuclear producido el 26 de abril de 1986 en la central ubicada en la ciudad de Prípiat en Kiev, Ucrania. Este interrogante, planteado en una grabación de Valeri Legásov, el científico soviético que formó parte del Comité que trabajó en la contención de la catástrofe, es el hilo conductor de los hechos narrados y hace alusión a una realidad que se venía gestando en la Unión Soviética desde hacía por lo menos una década atrás.
La Guerra Fría entre el bloque capitalista y comunista, además de ser un enfrentamiento político y económico, tuvo un importante componente científico. En 1945, en el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos detonó dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, aun cuando Japón ya se había declarado vencida. Este hecho fue el que marcó el precedente en la carrera armamentística nuclear. “En Moscú, se interpretó (…) como la confirmación de que Estados Unidos pretendía anunciar a la URSS y al resto del mundo el comienzo de una nueva era en las relaciones internacionales” (Moshe Lewin, Le Monde Diplomatique).
Ahora bien, ¿qué pasaba en esa época en la Unión Soviética? El bloque del Este venía de dos décadas de agotamiento, tanto de su modelo económico y político como desde la propia conducción de Moscú. Luego de la muerte de Stalin, “desde mediados de los años 50, sucesivas crisis afectaron las relaciones entre la URSS y sus satélites europeos” (Bejar, 2018). La década del 60, bajo el mando de Kruschev, “comenzaría con el resquebrajamiento de la unidad internacionalista de sus miembros” (Lettieri, 2004), dando como resultado la ruptura de China y de Yugoslavia, inicialmente, con las directivas centrales, incluso poniendo en jaque su propia ideología: “La marcha de los países socialistas tuvo un fuerte impacto sobre el marxismo, pero lo más decisivo fue que quebró la esperanza en torno a la factibilidad del socialismo como alternativa superadora del capitalismo” (Bejar, 2018). A este clima interno se sumaban los conflictos armados en los que intervinieron las dos potencias mundiales, entre ellos las guerras de Corea, Vietnam y Afganistán.
El pueblo, por su parte, también se encontraba agotado de una historia de lucha y sacrificio, y comenzaba a mostrarse incrédulo y disconforme con las decisiones impuestas “desde arriba”. Lo ocurrido en Chernobyl fue un reflejo de este malestar y de una cadena de malas o negligentes decisiones por parte del Estado en pos de sostener su estatus como potencia mundial y de ganar la guerra contra su enemigo del otro lado del mundo, priorizando su orgullo por sobre la vida de sus habitantes, quienes históricamente fueron los que se sacrificaron en nombre de las convicciones de la URSS. La serie lo pone de manifiesto en muchas de sus escenas, quizás la más representativa sea la de los tres voluntarios que fueron enviados a cerrar las bombas de agua manualmente para evitar una explosión térmica, o la de los mineros trabajando sin protección contra la radiación a una temperatura de 50°C.
El manejo del conflicto por parte del Estado liderado por Mijaíl Gorbachov, tanto hacia adentro como hacia afuera, fue complejo. Internamente, la Unión Soviética era operada por la llamada nomenklatura del Partido Comunista. Este término “sugería precisamente las debilidades de la egoísta burocracia del partido en la era de Brezhnev: una combinación de incompetencia y corrupción” (Hobsbawm, 1998). La producción pone énfasis en cómo esta burocracia afectó y trabó el tratamiento del incidente desde el comienzo; empezando por las cadenas de llamados y de decisiones entre oficiales y superiores, la negación de la explosión del núcleo, la minimización de las consecuencias de la radiación, las tácticas de la KGB para que no se filtraran secretos de Estado, hasta la falta de capacitación y conocimiento por parte de los operarios de la central y de oficiales que ocupaban puestos de poder en el Partido. Hacia el exterior, la serie muestra que la Unión Soviética minimizó lo acontecido, a pesar de que en otros países ya estaban tomando medidas contra la radiación, incluso cuando tuvo que solicitar la ayuda de tecnología de Alemania Occidental: “Una catástrofe nuclear en la Unión Soviética es imposible” es la versión propagandística que la URSS habría enviado al país vecino.
Llegado el punto en el que la explosión y la contaminación fueron innegables, la solución para que la URSS quedara bien parada fue el juicio manejado por la KGB a Dyátlov, Fomin y Bryukhanov, los negligentes directores de la central nuclear. El papel más importante fue el de la comunidad científica que asistió a Legásov en el procedimiento, representado en la serie por Ulana Khomyuk –personaje ficticio–. Si algo no se le puede negar a la Unión Soviética es que tuvo la capacidad de manejar un incidente nuclear de una magnitud sin precedentes gracias a su comunidad intelectual y a la voluntad de su propio pueblo, salteando los obstáculos de las mentiras, la burocracia, la corrupción y las presiones de la propia KGB, que intentaba ocultar lo sucedido al resto del mundo.
“Toda victoria tiene un costo” es la frase que los creadores le adjudicaron a Gorbachov ante el pedido de permiso para matar a tres personas. Tanto si lo dijo realmente como el costo humano total no podrán saberse nunca, pero sí es cierto que la Unión Soviética buscaba durante la Guerra Fría una victoria en esta puja contra el capitalismo. “¿Cuál es el costo de las mentiras?” es la pregunta que abre y cierra la serie. El costo, de las mentiras y de la victoria que pretendía, además de las vidas que se llevó el incidente y las consecuencias ambientales que dejó hasta el día de hoy, fue finalmente la propia disolución de la URSS en 1991, luego de las medidas políticas y económicas tomadas por Gorbachov. La perestroika y la glasnost fueron un intento de reestructuración para transparentar las prácticas del Partido y abrir la economía al mundo occidental, en un acercamiento al capitalismo. Luego de un intento de golpe de estado a Gorbachov, finalmente la URSS quedó dividida en 15 estados soberanos, pasando de 74 años de socialismo a un capitalismo liberal, dejando en el pasado los valores que impulsaron la Revolución Rusa en 1917.
La relación de competencia –armamentística, política e ideológica– entre ambos bloques, el sentimiento de orgullo de la URSS y la reconstrucción de los hechos están muy bien retratados en la serie, aunque cabe aclarar que, si bien tiene fundamentos teóricos e históricos, sus creadores son estadounidenses. Por el momento, esta es una versión de lo acontecido en Chernobyl, quedará por ver la otra cara de la moneda –probablemente en su idioma original–: la versión rusa.
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