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10 de mayo – Siete años sin ti...

Hoy amanecí en silencio.

No sonaron las mañanitas. No hubo voces en la cocina, ni risas, ni flores preparadas con prisa.

No escuché el ruido de los vasos, los platos, las risas, el corredero de todos preparando el desayuno para ella…

Hoy, solo el eco de la nada.

Y yo, acostada mirando el techo, recordando cómo era todo cuando ella estaba.

Los vecinos trajeron serenata de madrugada.

Escuché los acordes y las voces emocionadas, los muchachos cantando con todo el corazón para sus mamás.

Me asomé por la ventana.

Y aunque no dije nada, por dentro pensé: qué bonito es poder festejarlas.

Y qué duro es cuando ya no están.

Mi papá se fue temprano, callado, con esa cara que ya le conozco… la de la nostalgia callada.

Y yo me quedé aquí.

Sin sonido, sin abrazos, sin movimiento.

Sólo yo.

Mirando el reloj como quien espera que pasen rápido las horas para que acabe este día.

Siete años sin mi mamá.

Siete veces el calendario marcó un 10 de mayo y no la encontré.

Y aún así, mi corazón no deja de buscarla.

La busco en las fotos, en su letra, en las plantas que dejó, en la manera en que me hablaba.

Y en esa voz interna que a veces me regaña o me cuida… y que estoy segura, es la suya.

Recuerdo cómo eran esas mañanas.

Todos metidos en su cama, aunque no cabíamos.

Pedro Infante cantando en el tocadiscos, ella riendo con sus ojos cerrados y nosotros felices con solo verla sonreír.

Muchos pies, muchas manos, muchos cuerpos queriendo abrazarla al mismo tiempo.

Y ella ahí… riendo como si no le pesara el mundo.

Hoy no puedo tocarla ni abrazarla.

Y no hay palabras suficientes que llenen ese vacío.

Pero entonces sucedió algo que me hizo pensar…

Dicen que los colibríes son nuestros seres queridos que nos visitan desde el cielo.

Y no sé si sea verdad, pero esta mañana me senté en el tronco que está afuera de la casa para que me diera el sol.

Necesitaba aire. Necesitaba no pensar.

Miré al cielo, y en eso, como salido de la nada, apareció un colibrí.

Pequeño, brillante, casi irreal.

Y fue directo a los geranios.

A esos geranios que tú plantaste hace años.

Y entonces pensé… es una señal.

Es mi mamá.

Tú, viniendo a visitarme cuando más te necesito.

Y lloré.

Pero esta vez no fue solo tristeza.

Fue como si me abrazaras con ese aleteo diminuto, como si por un segundo supiera que no estás tan lejos.

Y por ese instante, fui un poco feliz.

Gracias por tanto, mamá.

Gracias por enseñarme lo que es amar sin medida.

Gracias por darme tanto de ti, que incluso hoy, en tu ausencia, sigues llenando mi vida.

Te pienso. Te lloro. Te celebro.

Y aunque no estés, te sigo queriendo como el primer día.

O tal vez más. Porque el amor, cuando duele, se hace más profundo.

Con todo mi amor,

Tu hija que no deja de buscarte en el cielo, en las flores… y en cada colibrí que llega como susurro del alma.

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Entrada galáctica sin expectativas (ni de sábado ni de la vida):

Comiendo helado.

Sudadera con gorro bien puesta.

Solo los dedos descubiertos para poder sostener la cucharita como buena sobreviviente emocional que se respeta.

Viendo Emily en París, sin grandes expectativas, solo dejando que el sábado fluya. Sin fiesta, sin plan, sin drama.

Solo Karly siendo Karly.

Con ojeras… pero no por desvelo, sino por dormir de más.

Sí, de esas ojeras suaves que te recuerdan que descansar también cansa.

Mientras trato de editar un TikTok sobre esa experiencia inmersiva del Principito —a la que llegué de rebote mientras hacíamos planes random un miércoles por la tarde—, se me cruzó una asociación mental bien intensa.

El Principito... y el Major Tom.

Sí, ese Major Tom de Space Oddity, flotando en el espacio con esa desesperanza silenciosa de saber que no va a volver.

Y me vi ahí: con ellos dos.

Yo, la Karla de los mil procesos y el helado con nuez, viajando de planeta en planeta, entre dibujos infantiles, mensajes de cartón pegados y proyecciones de estrellas.

Caminando en medio del cosmos artificial, imaginando al Major Tom tomándose sus píldoras de proteína, ajustando su casco, y viendo cómo las estrellas de cartón brillan diferente esta vez.

Y mientras tanto, yo comiendo helado.

Sin intentar descifrar nada.

Solo flotando un rato más, en paz, en hoodie, en silencio.

En modo: existencia sin explicación, pero con glitter interestelar.

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Bitácora del día: ansiedad nivel jefe final sin motivo aparente

No estoy triste. No estoy emocional. No quiero hablar de “mi niña interior” ni manifestar vibras cósmicas.

Estoy ansiosa. Punto.

Mi cerebro, sin razón lógica, activó el modo overthinking en 35 pestañas mentales abiertas, 20 escenarios apocalípticos y 0 soluciones reales. Todo al mismo tiempo.

Así que hice lo que haría cualquier adulta en evolución silenciosa:

me puse una sudadera con gorro, me enterré en la cama hasta que solo sobresalieran mis cachetes, puse Netflix y me armé un buffet de helado y nueces…

Sí, nueces. Las mismas que le canjeé a mi cerebro en un acto de diplomacia emocional cuando me negué a comprar la michelada en la representación de la Pasión de Cristo en mi pueblo.

Decisiones de madurez que nadie me celebró, pero yo sé.

Y heme aquí: madurando y tomando el autocontrol de mi vida, cachetona, congelada y ansiosa, pero lúcida.

Viendo al súper crazy del Joe Goldberg cómo se va transformando en el novio malo, obsesivo, manipulador y con voz de audiolibro creepy… mientras yo nomás quiero que alguien le meta una orden de restricción y que me traigan otra cucharada de helado.

Hoy no salvé al mundo.

Hoy no resolví nada.

Hoy no estoy luchando por la justicia… estoy en modo vacación.

Y eso también se vale.

Firma: La Karlita en pausa, con dignidad, ansiedad y toppings extra.

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"Ya no duele igual"

Ya no siento esa zozobra que me dejaba sin aliento.

Ya no me ahogo en preguntas sin respuesta.

Ya no me desvelo imaginando qué pasó con él en sus últimos días…

Porque la verdad, ya entendí que hay cosas que no necesito saber para sanar.

Él ya no está.

Y por más que lo quise, por más que su recuerdo siga siendo importante para mí, también reconozco que yo sigo aquí. Que respiro, que camino, que río, que me descubro. Que he aprendido a vivir sin ese nudo en el pecho. Y eso… eso ya es un triunfo.

No fue fácil.

Tuve que soltar la idea de buscarle sentido a todo, tuve que dejar de aferrarme a lo que no fue, y confiar en que lo vivido tuvo su momento, su forma y su final.

Y aunque duele, ya no paraliza.

Y aunque extraño, ya no me pierdo.

Sigo amándolo en silencio, desde un lugar tranquilo, sin ansiedad, sin drama.

Como una estrella que brilla lejos, pero que me recuerda que alguna vez hubo luz.

Ahora me toca a mí brillar por mí.

Y si algún día me preguntan cómo superé algo tan duro, diré:

No lo superé… lo transformé.

Y en esa transformación, me encontré.

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"Espero que veas cosas que te asombren, espero que sientas cosas que nunca habías sentido, espero que conozcas gente con otro punto de vista espero que vivas una vida de la que estés orgullosa. Y si descubres que no lo estás, espero que tengas la fortaleza para volver a empezar de nuevo".

El Curioso Caso de Benjamin Button.

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—¿Pero tú me amas?— Preguntó Alicia.

—¡No, no te amo!— Respondió el Conejo Blanco.

Alicia arrugó la frente y comenzó a frotarse las manos, como hacía siempre cuando se sentía herida.

—¿Lo ves?— Dijo el Conejo Blanco.

Ahora te estarás preguntando qué te hace tan imperfecta, qué has hecho mal para que no consiga amarte al menos un poco.

Y es por eso mismo que no puedo amarte.

No siempre te amarán Alicia, habrá días en los cuales estarán cansados, enojados con la vida, con la cabeza en las nubes y te lastimarán.

Porque la gente es así, siempre acaba pisoteando los sentimientos de los demás, a veces por descuido, incomprensiones o conflictos con sí mismos.

Y si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de amor propio y felicidad alrededor de tu corazón, los débiles dardos de la gente se harán letales y te destruirán.

La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo: "¡Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma!"—

Por eso Alicia no, no te amo.

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“Sabes, a veces pienso que ya he sentido todo lo que voy a sentir. Y que de ahora en adelante no voy a sentir nada nuevo. Sólo versiones disimuladas de lo que ya sentí.”

—

Theodore (Her, Spike Jonze).

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"Amé tanto a mi ex, que espero nunca más volver a amar con esa intensidad, con esa intensidad de perdonar cualquier cosa, con esa intensidad de romperte en mil pesados para amar a alguien más, lo amé tanto que realmente cuando se fue una parte de mi se fue con él, amé amarlo, pero no lo deseo otra vez."

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“El dolor es sólo dolor. No es bueno ni malo. Es parte de ser humanos. Y a veces puede surgir algo bueno de él. Y si somos valientes y vamos más profundo, lo atravesamos, tratamos de sobreponernos… Quizás encontremos nuestra mejor versión.”

—

Dr. Samuel Finnix (Dopesick, 2021).

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"Equilibrio es no dejar que nadie te quiera menos de lo que tú te quieres"

Comer Rezar Amar

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Ley de Murphy

Lo que puede pasar va a pasar y eso me hace querer seguir a mi corazón, pero tal vez ya pasamos demasiado tratando de entender con teoría.

- Eres científica Brand

+ Entonces escuchame

Cuando digo que el Amor no es algo que nosotros inventamos, es observable, poderoso eso debe significar algo...

- El amor tiene significado, ¡si! un uso social, un lazo social, crianza de niños

+ Amas a personas que murieron o hay utilidad social

- Ninguna

Tal vez significa algo más, algo que todavía no entendemos. El amor es la única cosa que podemos percibir y que trasciende dimensiones de tiempo y espacio, tal vez hay que confiar en eso aunque no podamos entenderlo aun...

Película | Interstellar

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"Espero que un día tengas el valor de huir de todo lo que te hace miserable."

🎬 El viaje de Chihiro

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Pero si sabes lo que es eso, si te has quedado despierto toda la noche y has llorado hasta que las lágrimas cesaron...Entonces sabes que, al final, una gran calma desciende sobre ti. Incluso tenemos la sensación de que no nos puede pasar nada más.

— De las crónicas de Narnia