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knock-knock-whos-there · 26 days ago

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ㅤ@AUTARQUIA: 사랑 촌스런 그 감정, 근데 내 가슴이 뛰어, 왜 나 이래 나? 왜 < THE BEGINNING > 사랑에 목 매는 건지? 어차피 뻔한 감정이잖아, 분명 다 안다 믿었지, 알고도 빠진 함정인가 봐…

ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤㅤ [NIGHTMARE]

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ㅤㅤㅤㅤNegro. Todo estaba negro.

El mundo dio vueltas a su alrededor, ¿o era ella quien estaba girando? La única forma de saberlo, era contarlo a sus papás.

Los párpados le pesaban bastante y cuando consiguió abrirlos, todo lo que podía ver era borroso, pero se guió del sonido de la voz de su mamá que en susurros le pedía a su padre que despertara. Seulgi intentó moverse pero no podía; el cinturón de seguridad la mantenía fija contra el asiento y aunque buscaba a tientas el botón para liberarse, no parecía encontrarlo. Entonces intentó estirarse y todo su cuerpo dolió. Dolía como cada vez que se caía en el parque y se raspaba las rodillas, ardía, pero ella nunca había sido tan débil para llorar por eso. Se removió incómoda y finalmente, llamó la atención de su madre.

—Mami… Mami.

Su voz salió quebrada, pero lo suficiente fuerte para que Eun Sook girara el rostro para verla. Sin embargo, al percatarse de la sangre que escurría por su cara, volvió la vista al frente y con la respiración entrecortada, le indicó a Seulgi.

—Tienes que salvarte. Grita.

La pequeña Kang, confundida con lo que oía, talló sus ojos hasta que su vista se volvió más clara y tiró del cinturón de seguridad lo suficiente para que le permitiera estirar el torso y hablar con su madre. Sin embargo la vista que la recibió hizo que enmudeciera al instante: de la frente de su madre corría un camino de sangre, su pecho subía y bajaba con la respiración errática y su voz salió tan distorsionada que le costó reconocer en ella a su mamá cuando le murmuró:

—Te amo, mi cachorrita.

Asustada y con las lágrimas acumulándose salvajemente en sus mejillas, forcejeó una vez más con aquella tira que la mantenía presa y con un hilito de voz, suplicó.

—Papá ayuda. No sé qué está pasando con mi mamá, ella…

La imagen que le regresó el retrovisor, sería una que no volvería a salir de la mente de Seulgi. Su padre con el rostro desfigurado y ensangrentado que había muerto al instante del accidente, seguía viéndola a través del espejo cada vez que cerraba los ojos. Esa mirada perdida demostraba miedo, era una expresión que en sus cortos años de vida nunca había visto en ese hombre, una expresión que iba cargada de emociones que no comprendía y que posiblemente nunca entendería.

Seulgi abrió los párpados, su rostro estaba empapado en lágrimas y su cuerpo vibraba en violentos espasmos debido al pánico. Aunque los labios de la niña estaban abiertos, ningún sonido salía de ellos, pero los quejidos lastimeros de un corazón rompiéndose por milésima vez fueron suficientes para despertar a la pequeña Joohyun que dormía en la cama de al lado.

Había escuchado de esa niña: la niña que nunca jugaba, que nunca reía, a quien nunca había escuchado hablar. Las maestras les habían dicho que fueran amables con Seulgi porque necesitaba todo el amor del universo para recuperarse, pero a ella parecía no importarle cada intento de los niños para acercarse a ella y, paulatinamente todos se dieron por vencidos. Nadie la invitaba a colorear o a jugar a la pelota y siempre se quedaba hasta el final de la clase con la mirada perdida, observando a la ventana, como si fuera de ella hubiese encontrado algo más interesante que aprender a leer.

Joohyun bajó de su cama y se dirigió a la contraria para ver que sucedía con la castaña, ahí encontró a Seulgi echa bolita con el rostro oculto en la almohada y abrazando un oso que era casi de su tamaño con tanta fuerza que pensó que podría romperlo. Se acercó cautelosa y recordando lo que hacían las maestras cada que alguien se caía y lloraba, decidió ponerlo en práctica. Una melodía fuera de ritmo llenó la habitación mientras un par de palmadas gentiles aterrizaban en la espalda de la niña y se convertían en caricias que descendían por toda su espalda, repitiendo el proceso varias veces durante la canción de cuna.

La niña no levantaba el rostro, pero la mayor aún podía escuchar esos quejidos involuntarios que emitía con la garganta y, por si fuera poco, la vibración de su cuerpo había aumentado al sentir el contacto ajeno. Preguntándose qué tipo de dolor podría tenerla así, Joohyun se quedó ahí sentada para consolarla a pesar de que sus párpados se estaban cerrando y el sueño, que lejos de disiparse, parecía incrementar. Cabeceó un par de veces antes de que finalmente el llanto cesara.

Lo primero que vio Seulgi al levantar el rostro fue un cabello castaño tan largo que rozaba su brazo y unos ojos pequeños que la observaban muy de cerca con otra emoción que no supo identificar. Desvió la mirada un tanto abrumada, pero no contó con dos manitas que hicieron que sus rostros volvieran a encontrarse y ahora incapaz de voltearse, sintió el rostro enrojecer de vergüenza.

—No te preocupes. Llorar es bueno. La maestra Dasom dice que eso ayuda a sanar el corazón y limpiar el alma. ¿Tu corazón se siente mejor?

Cuestionó con genuina preocupación, y entonces lo recordó: Seulgi no podía hablar, no había forma de que respondiera a todo lo que le decía. Esta vez fue su turno de sentirse avergonzada y tras unos minutos de silencio en donde se dedicó a morder sus labios y buscar, sin éxito, otra forma de comunicarse, concluyó.

—No importa que no puedas hablar. Yo puedo hablar por ti y tú me escuchas.

Joohyun tenía una sonrisa cálida, llena de sinceridad, tan pura y tan bella que hizo que Seulgi olvidara su anterior pesadilla y, por primera vez en mucho tiempo, deseó que el siguiente día llegara más rápido.

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