Tumgik
komorebich · 3 years
Text
CAPÍTULO 15| 65HS CHANHUN
CAPITULO 15 ―Yo estoy... enamorándome de él.
38:45 Sehun me besó. Joder, cómo me besaba... tan seguro, tan exigente. Su lengua era tan dominante en mi boca, sus manos fuertes y haciéndose cargo de mi cuerpo.
Retiró su boca de la mía, y ambos jadeamos buscando aire.
―Dios,― gimió, besando mi cuello. ―¿Cómo puedo desear más? Ya me has hecho correrme dos veces...
―¿Es un reto?― pregunté, sin aliento. ―Porque, mi querido hombre, puedo hacer algo mejor que solo dos.
Sus ojos brillaron, y estaba a punto de decir algo, pero entonces mi teléfono sonó desde mis pantalones todavía en el suelo.
Rodé fuera de la cama para coger el teléfono.
―Sera mejor que lo atienda.― Le dije.
Sonrió.
―Prepararé algo de comer. Ven cuando estés listo.
Asentí y respondí el teléfono.
―¡Hey, hola mamá!
38:32 Abajo, me encontré a Sehun ocupado en la cocina troceando verduras y otras hortalizas.
Me sonrió.
―¿Todo bien?
Asentí. ―Sí, solo tuve un problemita por no llamar a mi madre la otra noche. Normalmente la llamo los domingos por la noche y claramente olvidé hacerlo este último.― Me senté en el banco de la isla. ―Ella estaba a punto de llamar a los hospitales y a la policía,― dije riéndome y rodando los ojos.
Sehun me miró y sonrió. Cuando me dio la espalda, para calentar el wok, robé un puñado de tiras de zanahoria. Me miró de nuevo.
―¿Has picoteado algo de la tabla de cortar?
Negué con la cabeza y sonreí, tratando de tragarme la evidencia y posteriormente comenzando a atragantarme. Y el bastardo me dio una sonrisa maligna.
―Te está bien merecido,― dijo. Y con algo de compasión, me ofreció una cerveza.
―Sí, gracias,― ladré entre ataques de tos. Él se rió entre dientes, y yo traté de mover la zanahoria con un trago de cerveza. Se carcajeó cuando eso solo hizo que tosiera más y que mis ojos se aguaran, y yo le llamé de todo menos bonito.
Sonrió, agregando un poco de verduras y un chorrito de diferentes botellas de la despensa y diez minutos más tarde, estábamos comiendo.
Estaba realmente bueno.  Incluso cocinaba mejor que yo.
No es que se lo fuera a decir...
37:48
Hablamos durante la cena. Era fácil, sin presión. Él era realmente muy divertido. Me contó historias de su juventud, cuando intentó que le gustaran las niñas y cuando se dio cuenta, sin ninguna duda, de que era gay.
―¿Cuándo saliste?― me preguntó.
―Tenía quince. Mi mamá me dijo que yo era gay.
―¿Tu mamá te lo dijo?― preguntó incrédulamente. Estaba intentando no reírse.
―Estábamos viendo el salto de trampolín masculino en la tele,― expliqué, y Sehun asintió en entendimiento. ―Ella me dijo que cerrara la boca porque estaba babeando.
Soltó una risita. ―Tu mamá suena como una mujer de armas tomar.
Rodé mis ojos. ―Oh, no tienes idea.
Él picoteó la etiqueta de su cerveza.
―Así que, ¿siempre has sido abierto sobre lo que eres? ¿Incluso en la secundaria y la Universidad?
Asentí. ―Sip.
Se estremeció un poco, como si su salida a los veintiséis años no fuera lo suficientemente buena, o eso lo hiciera sonar fácil.
―Sehun, la escuela secundaria para mí era un jodido infierno viviente. Fui acosado, intimidado, golpeado... lo que se te ocurra, pasé por ello.
Me miró con los ojos muy abiertos.
―Lo siento.― dijo.
―¿Por qué?― pregunté. ―No, no lo tuve fácil, pero cada vez que me llamaban algo, cada vez que me empujaban en las taquillas, eso solo me hacía más fuerte, más determinado.
Nos quedamos callados por un momento. Recogí los platos de la mesa.
―Nunca es fácil a ninguna edad,― dije, yendo hacia la cocina. Él me siguió.
―Ya lo sabes, eso es lo que me hizo hacerlo.― Lo miré, interrogante. ―Eso es lo que me hizo decirlo... a Kim... salir así,― explicó.
Dejé de lavar y lo miré, dándole toda mi atención.
―¿Kim tiene cuántos, cincuenta? ¿Tal vez cincuenta y cinco años?
Asentí. ―Sí, alrededor de eso.
―Y él tiene que pedir a su equipo que se retire para poder hablar libremente,― dijo Sehun. ―Yo no quiero ser como él. Eso me impactó, tenía veintiséis años. Cada día que no lo hacía, era otro día que había perdido. No quería ser un tipo viejo demasiado asustado para vivir su jodida vida, ¿sabes?
Asentí. ―Lo sé.
―Y fue como un momento de ahora o nunca,― dijo. ―Las palabras...solo las solté. Mi corazón estaba palpitando muy fuerte. Pensé que me iba a desmayar.
Le sonreí. ―Tú eres jodidamente increíble,― le dije, haciendo que se ruborizara.
Entonces su teléfono recibió otro mensaje.
―Ugh,― gimió. ―Es mi papá.― Leyó el mensaje en voz alta. "Por el amor de Dios, por favor, llama a tu madre!"
Me reí.
―Yo recogeré. Saca a tu padre de la miseria, y ve a llamar a tu mamá.
Diez minutos más tarde, había terminado. La cocina estaba recogida, y me dirigí hacia el sonido de la voz de Sehun.
―Mañana por la tarde, mamá. Ven mañana. Solo necesito algo de tiempo...sí, lo haré...no, mamá, yo llamaré a hyung...mm hmm,― asintió. Entonces sus ojos se clavaron en los míos, y él habló al teléfono, ―Bueno, realmente, él todavía está aquí.― Hubo un breve silencio, entonces él me dijo, ―Mamá te dice hola.
Sonreí abiertamente. ―Hola, Sra. Oh,― dije, lo suficientemente alto para que me oyera.
Sehun retiró el teléfono de su oreja, y pude oír un agudo chillido. Sehun murmuró algo en el teléfono,
―Sí, gracias, mamá. Eso no ha sido embarazoso en absoluto.
Me reí y me arrodillé en el sofá a su lado. Lentamente, balanceé mi pierna para quedar a horcajadas sobre él. Sus ojos se abrieron de par en par y su cabeza cayó hacia atrás para así poder mirarme.
―Ah, mamá, tengo que ir...
Me agaché y lamí su mandíbula. Él tarareó. ―... sí, mañana...
Chupé su lóbulo entre mis labios. Él se estremeció. ―... llega más tarde... después de la comida...
Arrastré mis dientes sobre su cuello y mordí su piel. Él jadeó. ―... ah, bien... mmm... seguro... adiós, Mamá.
Lanzó su teléfono al salón y gimió.
―No juegas limpio.
―Juego para ganar,― dije con una risita, y arrastré mis labios desde su mandíbula a su boca. ―Hemos perdido demasiado tiempo. El reloj está terriblemente solitario arriba.
36:08
Me arrodillé en su cama y le hice señas para que viniera, tirándolo lentamente sobre la cama. Me recosté, arrastrándolo conmigo, por lo que quedó sobre mí. Gimió, y se me puso la carne de gallina ante ese sonido.
Le quité su camiseta, desnudando su hermoso pecho. Él pronto desechó la mía, y sus manos errantes recorrieron cada centímetro de mi piel.
Pude sentir el bulto y el calor de su dureza. Y él pudo sentir exactamente lo mucho que me encendía.
Pero él no se movió para quitarme los pantalones. No todavía, de todos modos.
35:28
Gimió, tirando su cabeza hacia atrás.
―Mmm, ahí está,― gemí.
―¿Se siente bien, bebé?
Él gimió su asentimiento.
―Joder síiiii.
Yo estaba arrodillado entre sus muslos, sus rodillas estaban levantadas. Una de sus manos bombeaba su hinchada polla, y su otra mano movía la varilla de próstata dentro y fuera de su bien- lubricado culo.
Lo estaba observando mientras lo hacía, animándolo, mientras me masturbaba a mí mismo. Él era tan jodidamente hermoso. El brillo de sudor que cubría su largo y pálido cuerpo; cómo sus músculos se agrupaban y se contraían bajo su piel, sus abdominales y sus muslos flexionados mientras su orgasmo se acercaba. Su rostro... oh Dios, su rostro...
Sus ojos estaban cerrados, su mandíbula estaba apretada, su boca abierta.
―Joder, joder, oh joder,― él estaba gimiendo.
―Abre tus ojos, bebé,― le persuadí. ―Mira lo que me haces.
Sus ojos se abrieron, y él miró mi cara, luego sus ojos se arrastraron hacia mi polla. Me la sacudí más fuerte, más rápido.
Él gritó, ―Oh mierda, Chan-, sí, por favor, por favor...― su espalda se arqueó, y apretó su pene, lanzando cuerdas de semen sobre su estómago. Su orgasmo convocó al mío, empujándolo fuera de mis huesos, un placer tan puro brotó caliente y espeso sobre su piel.
34:16
―No puedes tenerlos,― dije de nuevo. ―¡Son míos!
Él se rió. ―Porfaaaa,― rogó y batió sus pestañas.
―Ni siquiera los deslumbrantes poderes del todopoderoso Oh Sehun me harán ceder―, le advertí con una carcajada. ―¡Los calcetines de Han Solo y Chewbacca son míos!
Saltó sobre sus rodillas y se montó a horcajadas sobre mí, sujetándome los brazos a los costados.
Riendo y sonriendo bellamente, exigió, ―Dime tu precio, Park.
32:04
―Mmmm,― gemí. ―Justo ahí.
―¿Se siente bien?― susurró por detrás de mi cuello.
―Oh, sí, muy bien,― murmuré, mi cara presionada contra las almohadas, él estaba desnudo y cavando sus tan talentosos dedos en mis hombros.
Creo que se pasó un poco con el aceite de masaje estimulador de Lurex, porque estábamos cubiertos de él.
Era muy resbaladizo y suave, y entonces por alguna razón conocida sólo por Sehun, pensó que sería divertido intentarlo y hacerme cosquillas.
A excepción de que yo corcoveé cuando excavó en mis costillas, y él se deslizó fuera de la cama.
Me reí tan fuerte que tuve que hacer pis. Eso me costó mis calcetines de la Guerra de las Galaxias.
31:46
―¡Oh, mierda!― Sehun gritó. ―¡Realmente brillan en la oscuridad!
Volví a la cama después de apagar la luz y me arrodillé en la cama.
―¡Te lo dije!― me arrastré hacia él, ambos de rodillas, nuestras pollas iluminadas sobresaliendo entre nosotros.
Luego se rió.
―Parecen espadas laser.
No pude evitar reírme.
―Si empiezas a hacer ruidos de espadas laser, te quitaré mis calcetines.
Él resopló.
―Hmmmm, mira eso. Mi sable es más largo que el tuyo...
Jadeé, profundamente ofendido y ligeramente divertido.
―El mío es más grueso,― le siseé, empujándole sobre la cama. Envolví mi mano alrededor de su larga y verde espada laser. ―¿Cómo de divertido será tener mi espada laser enterrada en tu culo?
Gimió, empujando sus caderas hacia mí, retándome, pidiéndome.
Quince minutos más tarde, él estaba a cuatro patas, retorciéndose, y mi polla estaba pulsando profundamente en su culo. Pude ver el iluminado verde de mi verga desaparecer en su agujero, deslizándose hacia adentro y hacia fuera, más rápido, más profundo. Echó su cabeza hacia atrás y gimió largo y bajo.
Me incliné sobre él y le hablé ronco en el oído.
―¿Cómo te parece ahora? ¿Es lo suficiente larga, lo suficiente gruesa?
Y él se incorporó sobre sus rodillas y derramó un gruñido gutural mientras se corría en su condón brillante en la oscuridad. Su culo apretó mi verga, y su cuerpo se convulsionó mientras lo follaba con fuerza hasta que me corrí.
31:16
Exhausto y jodidamente saciado, encontré una toalla, la mojé con agua tibia y me ocupé de Sehun. Estaba casi dormido, boca abajo, así que lo limpié cuidadosamente.
Cuando me arrastré a la cama lentamente a su lado, apoyó su cabeza en mi pecho. Envolví mis brazos a su alrededor, y él se acurrucó contra mí, ya dormido.
Cepillé su pelo hacia atrás. Besando la parte superior de su cabeza.
Me quedé dormido, muy satisfecho. Y muy feliz. 23:34 Me desperté despacio, y curiosamente, de buen humor. Estaba radiante, estaba malditamente cómodo y me sentía como si hubiera dormido durante una semana.
Pero me desperté solo. Me estiré y finalmente me senté, mirando alrededor de la habitación de Sehun el lío que habíamos hecho. Había envoltorios de papel de aluminio por todas partes, algunos abiertos, otros no, las sábanas eran un desastre, había toallas en la cómoda y ropa en el suelo.
Parecía como si dos tíos hubieran pasado horas aquí follando. Oh, espera. Nosotros lo hicimos. Sonreí. Me levanté y me puse mis vaqueros -bueno, realmente eran los vaqueros de Sehun- y fui abajo. Lo podía oír en la cocina, y sonreí cuando le vi.
Sólo llevaba vaqueros y una camiseta, estaba sin ducharse y sin afeitar, cocinando el desayuno.
―Oh, hey―, dijo con una media sonrisa. ―Estaba haciendo algo para comer, me desperté hambriento.
Me reí entre dientes. ―No me sorprende,― dije con una sonrisa. ―Quemamos mucha energía esta noche.
―Bien, te despertaste de buen humor,― él era tan jodidamente engreído.
Lo miré de arriba a abajo, desde su sonrisa engreída a sus pies desnudos. Volví a mirarlo a la cara.
―Bueno, no puedo tomar todo el crédito.
Sonrió y se ruborizó, volviendo a su sartén. ―¿Te gustan los huevos y el Bacon?
―¿Vienen con café?
Sonrió.
―¿Puedes hacerlo?
Rodé mis ojos hacia él. ¿Qué tipo de pregunta estúpida era esa?
22:12
―Aquí, agarra la esquina,― me instruyó. Doblé la esquina de la sábana y levanté el colchón, metiéndola por debajo.
―¿No sabes por qué nos estamos molestando en rehacer la cama? Sólo vamos a estropearla de nuevo.
Se rió.
―¡Fue idea tuya!
―Sí, bueno, las sábanas eran un desastre,― le dije. ―Pero mira el lado positivo... ¡ahora las podemos revolver otra vez!
Tomé rl dildo y me dejé caer sobre mi espalda en la cama recién hecha.
―Ya sabes, no hemos usado esto todavía.
Sehun mordió sus labios, luego miró al reloj. Gimió, ―Mmmm, mamá y papá estarán aquí en unas pocas horas.
―¿Unas pocas horas, eh?― reflexioné en voz alta. Un montón de tiempo.
―Lo siento,― Sehun se disculpó.
―¿Por qué?
―Pasar tiempo con mis padres no es probablemente como planeabas pasar las últimas veinte horas,― dijo.
Agité el dildo hacia él. ―Puedes estar tranquilo de que... quiero decir tu padre es un hombre de buen ver, pero él es demasiado mayor para mí...― dije, bromeando con él.
Sehun jadeó, su boca cayendo abierta. Me reí de su expresión, y él me sorprendió lanzándose contra mí, empujándome contra el colchón y apretando mis manos a los lados de mi cabeza. Era engañosamente fuerte y rápido. Él sonrió, mirándome con atrevimiento en sus ojos.
―¿Es así?
Sonreí y asentí.
―Sí, y él es hetero además...realmente no es mi tipo en absoluto.
Él se rió y todavía sujetando mis brazos, se sentó sobre mi estómago. Me fijé en su entrepierna; la cremallera de sus vaqueros estaba justo enfrente de mí. Empujó sus caderas hacia delante.
―¿Ves algo que te guste?― preguntó, sacudiendo su polla revestida por los vaqueros delante de mi cara. ―Pareces un poco hambriento aquí, Chanyeol,― bromeó.
El juguetón Sehun era un peligroso y jodidamente muy sexy Sehun. Gemí.
―Mmm, siempre. Ahora que se cómo es tu sabor,― bromeé de vuelta. ―Podría comer tu pene todo el día.
―Mierda,― gimió, y yo solté una risita burlona. Él no podía vencerme en este juego. Él todavía estaba sentado sobre mí, pero soltó mis brazos para que pudiera alcanzar y agarrar sus caderas.
Empujándolo hacia abajo, me senté, así que él estaba a caballo sobre mí. Su cara estaba cerca de la mía, y yo le miré directamente a los ojos y le dije:
―Unas pocas horas es suficiente. Sonrió.
―¿Bastante tiempo para qué? Me lamí los labios y susurré roncamente
―Bastante tiempo para follar tu cara con mi polla, luego joder tu culo con el consolador hasta que me ruegues que te deje correrte. Bastante tiempo para chuparte, lamerte, bordear tu agujero con mi lengua y entonces, entonces te joderé de nuevo.
Su aliento se quedó atrapado, y sus ojos rodaron. Le di una sonrisita malévola.
―Pero antes de todo eso, tú vas a follarme.
Sus ojos se abrieron como platos, y pasé mis manos por su pelo, acercando su cara a la mía.
―Quiero saber lo que es tenerte dentro de mí.
Sus ojos rodaron cerrándose y él se estremeció. Piqué sus labios, y él reaccionó besándome duramente, aplastando brutalmente su boca en la mía. Profundo y lento, real y correcto. Sostuvo mi cara, mi cuello, sus dedos se enroscaron en mi pelo, y me derretí. Jodidamente me derretí.
Mis huesos se volvieron gelatina caliente, y me caí sobre él. Él empujó mi cuerpo abajo, alineándome correctamente y colocó su peso sobre mí. Se sentía jodidamente perfecto.
Y correcto. Nunca se sintió tan correcto.
Me besó más intenso, más tiempo, de alguna forma más suave. Él estaba a cargo de este beso. Y supe que me entregaría a él. Lo sabía. Lo quería.
Fui el pasivo unas cuantas veces y lo disfruté. Quiero decir, con la pareja correcta fue jodidamente genial.
Pero esta era diferente... No sólo quería ser el de abajo con él. Lo necesitaba. Había un deseo en mi vientre, cálido y dolorido, que necesitaba que Sehun me follara. Un deseo en la base de mi espina dorsal que sabía que sólo estaría saciado cuando él estuviera dentro de mí.
Y eso era nuevo. Nunca me sentí así antes. Mi mente giraba en círculos y él todavía me besaba, nuestras bocas estaban abiertas al máximo y su lengua se deslizaba lentamente contra la mía. Mis manos presionaron la parte más baja de su espalda mientras él me presionaba contra el colchón. Y entonces me golpeó, como un jodido montón de ladrillos, mi deseo de entregarme a él, de dejar que me follara, no era un deseo físico. No era físico en absoluto.
Era emocional. Estaba enamorándome de él. Él me sintió congelarme debajo de él, y sacó su boca de la mía. Sus ojos brillaban con lujuria y luz, y pensé que él podría ver mi descubrimiento mirándolo fijamente.
Sabía que él sentía lo mismo. Él admitió quererme por meses, que yo era todo en lo que podía pensar...
―¿Chanyeol, estás bien?
Podía sentir mis ojos abrirse con entendimiento. Estaba enamorándome de él, como él se estaba enamorando de mí. Asentí. Estaba bien.
―Sí,― traté de decir, pero mi voz era apenas un susurro.
―Estás seguro que quieres que yo...
Asentí. Nunca había estado más seguro de algo.
―Sehun, estoy seguro.
21:48
Oh, joder. Dolía. Un dolor tan bueno. Él estaba chupando la cabeza de mi polla, lamiendo con su arremolinada lengua, y bombeando mi eje. Y tenía sus dedos en mi culo, preparándome, estirándome.
―Sehun, por favor,― le supliqué. ―Estoy listo. Te necesito, Sehun.. dentro de mí... cuando me corra...
Yo no podía hablar claro, pero mi mente estaba astillada, y mi cuerpo estaba en llamas. Mi piel ardía sin dolor, mis huesos atravesados por lava caliente. Entonces él estaba avanzando dentro de mí, su largo y deslizante eje, extendiéndome, arponeándome lentamente, absolutamente.
Y eso no era suficiente. Levanté mis caderas y envolví mis piernas alrededor de su espalda, y él se echó hacia delante sobre sus manos, su polla empujando más profundamente dentro de mí.
―Oh, joder,― sopló. Apoyándose en los codos, me apartó el pelo. Sus manos acunaron mi rostro, y me besó, suavemente, tiernamente. Su lengua barrió mi boca, con cariño, con reverencia. Estaba completamente dentro de mí, cada puto centímetro estaba enterrado dentro de mí; podía sentir la escuadra de sus caderas en mi culo.
Él no empujó sus caderas. Se balanceó, rodando suavemente las caderas, presionando más dentro de mí cada vez mientras sus labios y su lengua permanecía mezclada con la mía.
Y nosotros no estábamos follando. Creo... Creo... que estábamos haciendo el amor...
―Por dios, Sehun,― jadeé.
Pude sentir su cuerpo temblar. Él estaba tratando de retener su orgasmo.
―Es demasiado,― susurró contra mis labios. ― Chanyeol, es demasiado.
Apoyándose en un codo, deslizó su otra mano entre nosotros. Agarró mi polla, deslizando y retorciendo su mano por mi eje y sobre la cabeza.
Y empezó a murmurar en mi oído.
―Tan duro...joder, tan estrecho...tan caliente...mi polla...tan dentro de ti...nunca había soñado...que esto podría ser tan bueno...
Su aliento era caliente y húmedo contra mi piel y en mi oído. Y yo estaba justamente allí, tan cerca, tan cerca, si él simplemente empujara dentro más fuerte, me correría. No podía soportarlo más. Agarré sus hombros y apreté mis piernas alrededor de él.
―Oh, Dios, Sehun jódeme, por favor. ¡Más fuerte!
Rápidamente se apoyó sobre una mano, cambiando el ángulo de su polla enterrada en mí, y empujó con fuerza. Agarró mi congestionada verga más fuerte, empuñándola tan fuerte, que me arqueé contra él y estallé entre nosotros.
Creo que grité. Creo que morí de una hermosa muerte. Sólo estaba consciente de él. Sólo Sehun. Corcoveó y se estremeció, y volvió a corcovear. Su cuerpo entero se estremeció y, con un gruñido agudo, se corrió. Podía sentir la sobrecarga y la hinchazón de su polla en mi culo mientras llenaba y llenaba y llenaba el condón.
Cayó encima de mí, todavía temblando dentro de mí, besando cada parte de mi cuello que podía alcanzar. Se salió, aunque yo no quería que lo hiciera. Quería que se quedara conmigo, dentro de mí, a mi alrededor. Cerré los ojos solo un momento, y luego me despertó, diciéndome que el baño estaba listo.
20:56
El agua estaba caliente y sobre nuestros cuellos. Se sentó frente a mí, sus piernas separadas de las mías. La bañera era profunda y grande, una antigüedad original de hierro fundido. Era divina.
Mi cabeza se apoyó contra los azulejos, mis ojos estaban cerrados, mi cuerpo agotado.
Había un tranquilo silencio entre nosotros, y eso me dio tiempo para pensar.
Mi profunda comprensión, anteriormente, de que me estaba enamorando de este hombre, estaba jugando en torno a mi cabeza. Era una idea a la que podría acostumbrarme. Era un nuevo concepto para mí, en conjunto, y no pude evitar preguntarme qué era lo que había en él que me había capturado.
Entonces lo sentí. Sus pies. En mi pecho. Abrí los ojos y su largo, pálido, húmedo y ligeramente arrugado pie estaba a unos centímetros de mi cara. Tenía los ojos cerrados y sonreía. Él me estaba molestando porque sabía que tenía algo con los pies... estaba jugando conmigo.
Así que agarré su pie y lo mordí. Suavemente, mordisqueé el arco y el metatarso de su pie. Él estaba mirándome ahora, todavía sonriendo, y levantó su otro pie, ofreciéndomelo también.
Así que lo mordí también. Luego lo besé y chupé sus dedos entre mis labios. Sonrió, y sus ojos estaban fijos en mi cara. Sostuve sus pies cerca de mi cara, frotándolos por mi mejilla, y mirando de nuevo a él.
Y ninguno de nosotros dijo una palabra.
20:13
Era la primera vez que nos aventuramos fuera en Dios sólo sabe cuánto tiempo. Habíamos llegado a una tienda de delicatesen que aparentemente Sehun frecuentaba, a sólo dos cuadras de distancia. Sostuve la puerta para él, y cuando entró, mi mano encontró la parte baja de su espalda.
Y él se congeló. Dejé caer mi mano, y fuimos hacia el mostrador.
―Lo siento,― dijo rápidamente. ―Lo siento. Es un hábito...no estoy acostumbrado a hacer esto.
Le sonreí, había olvidado lo nuevo que era en esto. ―Lo siento, no pensé...
―No, está bien,― dijo. Luego me miró. ―¿Está bien, no es así?
Asentí y él exhaló. Nos paramos frente al mostrador esperando para ser atendidos, y él se balanceó hacia delante y hacia atrás sobre sus talones. Lo miré, y él sonrió.
Cuando la pequeña dama detrás del mostrador nos preguntó qué queríamos, Sehun se inclinó hacia adelante, poniendo su mano en mi cintura, y me preguntó qué ensalada me gustaría. Le sonreí. Estaba tocando a un hombre en público por primera vez. Era suave y apenas rozando, pero cualquiera que mirara, sabría que era una muestra pública de afecto.
―Elige tú.― le dije al oído. Él ordenó una variedad de ensaladas, y le sonreí cuando le entregaba el dinero para pagar. Él estaba verdaderamente brillando. Cuando lo miré, susurró,
―Gracias.
Recogí el almuerzo y le dije: ―De nada.
Y él sonrió todo el camino a casa.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 14| 65horas ChanHun
CAPÍTULO 14 ―Yo estoy... empezando a ver los beneficios
de un reloj con cuenta atrás.
Caminé de vuelta a mi oficina aturdido. Conseguimos el contrato Lurex. Y Sehun salió. Mi cabeza daba vueltas, y creí que necesitaba sentarme un rato.
Me deslicé en mi silla de escritorio, mi cabeza cayó hacia atrás y mis ojos se cerraron.
Oí mi puerta abrirse y la voz baja de Irene.
―¿Chanyeol?
Abrí los ojos. Estaba de pie en la puerta, con Irene, ambas con los ojos como platos, sorprendidas, pero sonriendo.
―¿Lo vieron?― pregunté.
Ellas asintieron. ―Sehun... El Sr. Oh.. ― Irene dijo, aparentemente sin encontrar las palabras.
Hice un gesto con la mano para que entraran, y cuando la puerta se cerró detrás de ellas, miré a Sunhee.
―¿Estará bien?― ella supo que me refería a Sehun.
Sabía que su padre le había abrazado, lo vi. Pero aun así estaba preocupado por él.
―Si Sehun sale de allí disgustado, juro que...si su padre hace esto más difícil para él...
Sunhee negó con la cabeza. ―No, Chanyeol, no lo hará. Estoy segura.
―¿Oyeron algo de lo que le dijo?― pregunté. Irene negó.
―Apagamos el monitor cuando el Sr. Oh lo abrazó y salimos.
Sunhee me preguntó, ―¿Sabías que era gay?
Asintiendo, le dije, ―Él me lo dijo.
Ella sonrió.
―Le dije que debía decírtelo.
Miré a Irene y ella me explicó: ―Nunca lo supe con certeza, él juega al chico hetero muy bien, pero Sunhee me dijo el viernes por la noche, cuando salimos de la casa de Sehun, que debíamos dejaros solos. Y entonces lo supe, sin ninguna duda.
Miré a Sunhee. ―¿Cuándo te lo dijo?
Ella movió la cabeza.
―Larga historia, pero basta decir que un fin de semana cuando estábamos trabajando juntos, yo...― puso una mueca, ―...coqueteé con él, y él parecía horrorizado. Supongo que bastante.
Yo me reí. Horrorizado. Podía imaginármelo.
―Ouch ― Irene dijo.
Sunhee asintió y rió.
―No fue tan incómodo como podría haber sido. Entonces yo era la única en la que podía confiar.― Añadió tranquilamente.
Hubo un momento de silencio entre los tres. Todavía no podía creer que simplemente saliera y lo dijera con su padre oyéndonos. Me preguntaba qué le hizo hacerlo, cuál fue el factor determinante, e hice una nota mental de preguntárselo cuando tuviéramos dos minutos a solas.
Sonreí ante la idea de estar a solas con él. Le dije, dos veces, que quería verlo fuera del trabajo. Y lo hice. La palabra 'cita' incluso se había mencionado...
―¿Qué es lo que te tiene todo sonriente?― preguntó Irene, mirándome.
Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba sonriendo. Jodido infierno, parecía un emocionado chico de secundaria.
―Nada,― dije, aunque pensé que ellas podían suponerlo. ―Vamos a organizar esto,― sugerí, mirando a la pila de papeles y archivos. A pesar de la grave falta de sueño, me sentí algo excitado. Di unas palmadas, ―Ahora comienza el verdadero trabajo.
Hubo un rápido golpe en mi puerta antes de que se abriera, y la sonriente cara del Sr. Oh me saludó.
―Chanyeol,― dijo, entrando en la habitación. ―¡Tienen a Lurex!― gritó.
―¡Por supuesto que lo hicimos!― dije con una sonrisa. Seguí guardando los archivos en mi escritorio mientras le hablaba. ―Sehun ya lo tenía. Desde la primera palabra que dijo, los conquistó.
El Sr. Oh miró hacia la puerta, mis ojos automáticamente siguieron los suyos y vi a Sehun allí de pie, escuchando.
―Tú pusiste tu parte, también,― dijo, entrando despacio. ―De las tres partes de la campaña, dos eran tuyas.
Él me sonrió. Parecía cansado, exhausto, en realidad. Le devolví la sonrisa.
―La modestia realmente no encaja contigo,― dijo el Sr. Oh con una sonrisa. Caminó hacia nosotros, realmente entusiasmado, y nos dio una palmada a cada uno en el hombro. ―Sé que dije que quería una reunión con ustedes, pero mejor vayan a casa. Duerman. Ambos. No quiero verlos a ninguno poner un pie en la oficina antes de las 9 de la mañana del miércoles.
―Pero,― empecé a objetar, mirando el papeleo en mi escritorio.
―¿Estás discutiendo conmigo, Chanyeol?― el Sr. Oh preguntó con una sonrisa.
―No, señor.
Él se echó a reír, y casi nos empujó por la puerta. Rápidamente agarré mis cosas, luego me di cuenta de que vine a la oficina con Sehun. Me volví y le recordé:
―Mis llaves, y mi coche están en tu casa.
Él bostezó. ―No hay problema. Te llevaré allí.
―Ok,― dije, y él contuvo otro bostezo. ―Tal vez debería conducir yo,― sugerí.
―Ni mierda,― farfulló. ―No vas a conducir mi coche.― Y con eso, se giró y caminó hacia los ascensores.
Mire al Sr. Oh, Irene y Sunhee. Ellos estaban sonriéndonos. Rodé mis ojos hacia ellos, y seguí a Sehun al ascensor. Cuando entramos y los volví a mirar, los tres estaban observándonos, sonriendo abiertamente.
Había más personas en el ascensor, así que no pude hablar abiertamente. Sin embargo no pude evitar mirarlo y sonreír. Él bostezó dos veces más, y cuando llegamos a su coche en el garaje, bostezó otra vez.
―Ugh,― gimió, sacudiendo su cabeza. ―Estoy muy cansado.
―Dame tus llaves,― le dije tranquilamente. ―Déjame conducir.
Hizo un mohín, pero reticentemente me ofreció las llaves de su coche.
Sehun se dejó caer en el asiento del copiloto, su cabeza descansando en el respaldo, sus ojos cerrados. Parecía cansado, hermoso...tranquilo.
―Sehun,― dije en voz baja, introduciendo el coche en el tráfico. ―¿Estás bien?
―Mm,― farfulló lo que pensé que era un sí. Su cabeza se inclinó, encarándome y sus ojos se abrieron lentamente. ―Sí.
―¿Gran día, eh?
Bufó.
―Se podría decir.― Sacudió su cabeza. ―Salí para mi padre hoy,― dijo, como si yo ya no lo supiera.
Sonreí.
―Y aquí estaba yo, pensando que Lurex era el asunto más importante de nuestra agenda de hoy.
Sonrió, pero estaba callado. Sus ojos estaban medio cerrados, pero me observaba mientras conducía.
―¿Tu padre se tomó bien la noticia?
Sus ojos se cerraron otra vez, y asintió. Pero casi parecía triste. Mis ojos saltaron de la carretera a su cara.
―¿Seguro que estás bien?
Mantuvo los ojos cerrados y asintió.
―Solo realmente cansado.
No lo estaba comprando.
―¿Sehun?― dije, y sus ojos se abrieron. ―¿Dijo algo que te disgustara?
―No,― respondió. ―Me abrazó y me dijo que estaba muy orgulloso de mí, que me amaba...― su voz suave murió en ese momento.
―¿Eso es bueno, verdad?― pregunté, mirando de su cara al tráfico y de nuevo a él.
Asintió, pero luego frunció el ceño. Y supe que algo se había dicho entre ellos, algo que lo disgustó, algo que no quería decirme.
―Sehun, por favor, háblame.
Podía jurar que estaba exhausto, y sus ojos lentamente se cerraron otra vez.
―Se lo tomó demasiado bien,― dijo suavemente. ―Si hubiera sabido que se lo iba a tomar tan bien...me hace preguntarme cuánto tiempo de mi vida he malgastado.
―Hey.― Alcancé y apreté su mano. ―Nada, ni un minuto. No pienses eso.
Él se encogió de hombros, no muy convencido.
―Estoy muy cansado.― Murmuró de nuevo. Echó una cabezada mientras tuve que concentrarme en conducir por unos minutos, y pronto nos acercamos a su casa.
―¿Sehun?― froté su muslo para despertarlo. ―Vamos, te llevaré dentro.
Me gruñó, pero le ayudé a entrar y lo seguí mientras subía las escaleras. Literalmente cayó sobre su cama, completamente vestido. Lo miré por un segundo antes de que decidiera ayudarlo tirando de sus zapatos, revelando un Clark Kent y un calcetín de Superman. Él rió entre dientes y murmuró algo sobre mí y los pies.
―Pensé que estabas dormido,― dije.
Sonrió e intentó abrir los ojos.
―No sé por qué estoy tan cansado,― murmuró.
―Sehun, has tenido unas diez horas de sueño en tres días. Y has salido hoy,― le recordé suavemente. ―Eso es quitarse un tremendo peso de tus hombros. Va a tomar mucho de ti.
Él asintió y entrecerró los ojos cuando gotas de agua se posaron en sus pestañas. Cubrió sus ojos con las manos, tratando de ocultar las lágrimas, pero un silencioso sollozo escapó de él.
Me senté a su lado y retiré sus manos de su cara.
―No tienes que ocultarte de mí,― le dije suavemente, frotando su mejilla con mi pulgar. ―Tienes permitido llorar, Sehun. Estás exhausto, y ha sido un día estresante y de muchas emociones.
Nuevas lágrimas cayeron, y él sacudió la cabeza, traicionado por sus propias emociones. Maldijo suavemente,
―Joder.
Me incliné sobre él y besé su mejilla.
―Está bien, Sehun. Estarás bien.
Él asintió y apretó mi mano. Y sin abrir los ojos susurró, ―¿Te quedas?
Imaginando que probablemente no debería quedarse solo en este momento, me quité los zapatos y me tumbé a su lado. Y por primera vez en toda mi vida, me quedé a dormir con un hombre, no exhausto por el sexo, no en una neblina alcohólica.
Sino sujetando su mano.
****
Estaba muy cómodo. Estaba calentito y muy a gusto, en ese feliz y soñador lugar entre dormido y despierto. Sentí que debería dormir más, pero de alguna manera -un jodido milagro para mí- estaba extrañamente feliz de estar despierto. Hasta que mi cómoda almohada se movió. Y la manta que me mantenía caliente se alejó. Las regañé medio dormido, y luego mi almohada y manta se rieron entre dientes.
Miré hacia arriba, tratando de dar sentido a mis pensamientos, y lo vi.
Sehun. Mi almohada y mi manta eran Sehun; un medio dormido y sonriente Sehun. Gemí y dejé caer mi cabeza de nuevo en su pecho, sus brazos se estrecharon alrededor de mí.
―Me preguntaba por qué mi almohada se movía.
Él se rió otra vez, y pude sentir el sonido resonando en mis oídos. Separándome de él, estiré las piernas. Ambos estábamos completamente vestidos con nuestros pantalones y camisas de traje, y yo estaba tumbado justo al lado de él, nuestros costados casi tocándose. Apoyé la cabeza en mi brazo doblado.
―¿Estás bien?
Asintió y sonrió tímidamente.
―Gracias por quedarte. Y siento haberme puesto tan emocional antes.
―Sehun,― dije, mi voz y mi mirada eran serias. ―No te disculpes. Tú, mi querido hombre, eres un orgulloso y fuera del armario hombre gay. Mantén la frente en alto, ¿de acuerdo?
Inhaló bruscamente y sus ojos brillaron.
―No tengo que ocultarme nunca más, ¿verdad?― preguntó suavemente, una constatación más que una pregunta.
Sacudí la cabeza y le sonreí, y tuvimos otro de esos momentos en los que simplemente nos miramos el uno al otro. Pensarías que ya estaría acostumbrado a ellos. Había tenido tantos con él, pero todavía hacían a mi corazón latir extrañamente. Entonces se estiró y deslizó sus largos dedos a lo largo de mi mandíbula, enviando escalofríos por mi espina dorsal.
―Chanyeol,― exhaló mi nombre, luego me atrajo hacia él para poder besarme.
Abrí mi boca para él. Fue un lento, somnoliento y lánguido beso, labios suaves y lenguas sin prisa. Sus ojos estaban cerrados, y él estaba tan metido en este beso. Su mano se mantenía sujeta a mi mandíbula mientras su otro brazo se envolvía alrededor de mi espalda.
Sin romper el beso, me incliné sobre él, de manera que estaba tumbado encima. Descansé mi peso sobre mis codos y mis manos acunaron su cara. Gimió cuando apoyé mis caderas contra las suyas, nuestros miembros tocándose a través de la tela de nuestros pantalones.
Inclinó la cabeza y abrió más su boca, mientras corría sus manos por mi espalda. Sacó mi camisa de mis pantalones de traje, y luego pude sentir sus manos sobre mi piel, sobre mi espalda, sobre mis hombros. Me agarró. Sus dedos trataron de encontrar su objetivo. Pero mi camisa debía haberse quedado enredada en el camino.
Porque entonces él estaba tratando de deshacer los botones, su boca besó mi mandíbula, y gruñó con frustración. Podía sentir su urgencia por cómo sus manos temblaban.
Retiré sus manos de mi camisa y las puse en sus costados. Sus ojos se abrieron ampliamente, y yo sonreí.
―Despacio, Sehun, despacio,― dije besando su cuello. ―Te dije que quería tomarme mi tiempo contigo.
Él gimoteó, así que di un mordisquito en su nuez. Pude sentir su miembro saltar. Salí de sus manos y me puse de rodillas, una a cada lado de sus caderas. Desabroché los botones de su camisa, lentamente, burlándome. Sus ojos estaban oscurecidos, sus labios rojos y húmedos, pero sonrió perversamente.
―Vas a matarme,― dijo, su voz gruesa por el deseo.
Abrí su camisa y me incliné para dar un pico en sus labios.
―Muchas veces,― susurré, mi nariz tocando la suya. ―Muchas, muchas veces.
Soltó una risita, y yo me tomé mi tiempo desvistiéndolo. Expuse cada centímetro de piel como si fuera un regalo, solo para mí. Presioné mis labios contra su pecho, su estómago, sus caderas, sus muslos. Arrodillándome entre sus piernas, levanté sus pies y le quité los calcetines. Les lancé un adiós a Superman y Clark Kent, haciendo a Sehun sacudir la cabeza y reírse. Todavía sujetando uno de sus pies, mordí el arco perfecto de su pie, arrastrando juguetonamente mis dientes a lo largo de su piel. Sonreía, pero estaba respirando fuerte, sus ojos estaban oscuros.
No tuve ni de cerca el mismo cuidado con mi ropa, arrancándomela rápidamente y tirándola al suelo. Él estuvo desnudo antes que yo, y cuando yo estuve desnudo entre sus piernas, me incliné sobre él una vez más.
―Sehun, dime ahora si no quieres esto...
Sin una palabra, se acercó a la mesita al lado de la cama, abriendo el cajón y sacando un envoltorio de papel de aluminio y una botella de lubricante. Pero yo necesitaba oírselo decir.
―Dímelo.
Su voz era brusca y tranquila.
―Te quiero.― Sus manos acunaron mi mandíbula, mi cuello. ―Quiero que me tomes...fóllame.
Una ola de deseo me sacudió, y yo rocé mi boca contra la suya. Deslicé mi cuerpo contra el suyo, mi lengua contra la suya. El calor y el acero de su polla se frotaron contra el mío hasta que me alejé de él para poder abrir el envoltorio cuadrado y enrollar el condón sobre mi polla. Lo miré, sin más palabras, sin más dudas.
Y entonces lo hizo -esa hermosa rendición. Él extendió sus piernas para mí.
Vulnerable, abierto y entregado, y lo devoré. Besé, lamí y chupé su cuello, sus pezones, su ombligo. Lamí su polla, luego chupé sus bolas en mi boca. Él estaba retorciéndose, gimiendo y suplicando a mi toque, y no oyó el chasquido de la botella de lubricante. Cuando tomé su cabeza hinchada en mi boca, él corcoveó y gimió, y deslicé mi dedo en su culo.
Jadeó y se retorció, y yo chupé y aspiré. Bombeé su eje y tironeé su saco y exploré su culo. Se agarró a las sábanas a ambos lados y arqueó su espalda, y mientras su polla se deslizaba en mi garganta, deslicé un segundo dedo dentro de él.
Gritó y su polla se hinchó en mi boca haciéndome tararear y gemir a su alrededor. Cuando metí un tercer dedo en su culo dispuesto, curvando mis dedos alrededor de su próstata, él corcoveó y jodió mi boca. Con un grito final, Sehun se flexionó rígidamente, y su polla estalló, su corrida caliente y repentina bajando por mi garganta. Me tragué todo lo que me dio.
Violentos estremecimientos rasgaron a través de él, y yo caí hacia adelante sobre mis manos. Mientras él todavía estaba montando en su fuerte orgasmo, yo presioné mi polla dolorida en su dispuesto agujero. Sus ojos se abrieron, sólo para cerrarse lentamente mientras su cabeza cayó de nuevo en las almohadas, su cuello nudoso y tenso. Su polla sacudiéndose, palpitando, goteando.
Empujé cada centímetro de mí en él, y él lo tomó, todo de mí. Dios mío, este era Sehun. Yo estaba follando a Sehun. Lo besé, dejándolo degustar su sabor en mi lengua, follando su boca mientras follaba su culo.
Pero fue lento y sensual, nos balanceábamos y nos deslizábamos. Fue tan jodidamente bueno.
Retiró su boca de la mía y gimió en mi oído.
―Había imaginado esto― susurró.
Retrocedí, apoyándome en mis antebrazos para poder ver su cara. Mis caderas nunca dejando de golpear dentro de él, lentamente, profundamente.
―He estado soñando con esto,― me dijo, gimiendo y arqueándose con cada empuje.
―¿Es como te lo imaginabas, Sehun?― pregunté en su oído. Tome su lóbulo entre mis dientes y lo lamí. ―¿Lo es?
―Mejor.― Jadeó, arañando mi piel con sus uñas romas. ―Joder, tan bueno.
Agarré una de sus piernas, subiéndola, forzando mi polla más profundo dentro de él.
―Ah,― gritó y corcoveó, y pude sentir su polla maciza hincharse entre nosotros.
―Todavía estás duro,― gruñí en su cuello. Estaba apoyado sobre un brazo, sujetando su pierna con el otro, así que le dije, ―Bombea tu polla para mí.
Y lo hizo. Deslizó su mano entre nosotros y trabajó su mano arriba y abajo, bombeándose a sí mismo mientras yo continuaba follándole. No iba a ser capaz de retenerlo más tiempo, él estaba demasiado estrecho, demasiado caliente, y yo estaba demasiado duro, demasiado cerca.
―Otra vez,― dijo con tono áspero. ―Otra vez. Joder. Me voy a correr de nuevo.
Y eso fue todo. Mi auto-control se quebró. ―Síii.― Siseé, caliente en su oído, empujando más fuerte. ―Quiero sentir como te corres mientras estoy enterrado dentro de ti.
Su mano bombeó más rápido, y yo empujé más duro. Estaba justo allí, tan cerca. Empujé fuerte, llenándolo, una, dos, tres veces. Lo besé, larga y profundamente, mientras se corría de nuevo.
Me tragué sus gritos mientras su polla se derramaba, caliente y gruesa entre nosotros mientras su estrecho culo se atenazaba alrededor de mi eje. Lo follé, fuerte, más fuerte, más fuerte, y la habitación giró, y no hubo más sonidos mientras mi polla se vaciaba en el condón.
Mientras flotaba de vuelta a mis sentidos, fui consciente de sentirme caliente, sudoroso y pegajoso y de sentirme muy, muy jodidamente bien. Fui consciente de los dedos como plumas ligeras que trazaban patrones en mi espalda y de los besos en mi pelo.
No quería salir de él. Podría haber permanecido dentro de él para siempre. Pero tenía que hacerlo y, a regañadientes, lo hice. Mantuve mi sujeción sobre él, y él mantuvo sus brazos alrededor de mí como si ninguno de nosotros quisiera que terminara.
Permanecimos así tumbados hasta que nuestra respiración se tranquilizó.
―¿Una ducha?― pregunté.
―Seguro,― respondió. ―Te traeré una toalla limpia.
Me incliné sobre su pecho y sonreí. ―Vas a venir conmigo,― le dije. ― Ni siquiera estoy cerca de terminar contigo todavía.
Él se echó a reír, y yo me levanté de encima y suavemente lo ayudé a ponerse de pie. Le pregunté si estaba bien, y él me prometió que sí.
―En realidad, estoy mejor que bien―, enmendó. ―Mucho mejor que bien.
En la ducha, lo enjaboné y lo lavé, teniendo cuidado extra en su culo. Me lavé el cabello, y besé sus labios, y cuando estuvimos limpios, lo sequé.
Entré en su vestidor y tomé yo mismo ropa. Teníamos altura y construcción similar, así que sus pantalones vaqueros y camisa me quedaban bien.
―No te importa, ¿verdad?― Le pregunté con una sonrisa, subiéndome los vaqueros.
Él me miró, con una toalla alrededor de su cintura, y sacudió la cabeza.
―En absoluto.
Le sonreí.
―Quédate aquí, en tu habitación,― dije. ―Nos tumbaremos en la cama y veremos algo de tele,― dije, señalando con la cabeza a la pantalla plana en la pared. ―Iré por algo de agua. ¿Quieres algo de comer?
Negó, todavía sonriendo.
―Tal vez más tarde.
Cuando bajé, lo primero que noté fue que estaba oscureciendo afuera, y no tenía idea de qué hora era. La segunda cosa que noté fue ese maldito reloj de cuenta atrás. Los ceros parpadeaban hacia mí.
Y eso me dio una gran idea. Tomé dos botellas de agua y el reloj. Cuando volví arriba, pasé por el baño para tomar la segunda bolsa de regalitos Lurex.
Sonriendo como un tonto, volví a la habitación de Sehun. Estaba tumbado en la cama, vestido con unos vaqueros y una camiseta, recostado sobre las almohadas con su móvil en la mano.
―Recibí un mensaje de mamá,― dijo suavemente, sin levantar la mirada. ―Quiere que la llame cuando me levante.― Parecía dubitativo.
―Sehun, saliste hoy,― le recordé suavemente. ―Ella va a querer hablar contigo.
Asintió y suspiró.
―Sí, lo sé. Solo quiero algo de tiempo para poner en orden mi cabeza antes de que la realidad me golpee en la cara,― dijo. ―No estoy ocultándome.
Asentí.
―Lo sé. Tómate todo el tiempo del mundo. Ellos van a querer hablar de ello y tú necesitas estar listo.
Sonrió, aliviado. Luego miró a lo que sujetaba en la mano. ―¿Qué estás haciendo?
Le sonreí. Dejé caer las botellas de agua sobre la cama y dejé caer la bolsa Lurex en el suelo para poder poner el contador en su aparador.
Encendiéndolo, sonreí y le pregunté. ―¿Qué hora es?
Miró su teléfono, ―¿Umm seis y cuarto?― él realmente no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.
Hice el cálculo rápidamente y fijé el reloj. 38:45
―Eso, mi querido hombre, es cuánto tiempo tenemos antes de volver al trabajo el miércoles por la mañana.
Me miró, claramente confundido. Cogí la bolsa de papel marrón y puse los detalles Lurex sobre su cama. El consolador de color carne, la varilla plateada para la próstata y una serie de condones y muestras de lubricante se derramaron sobre las sábanas.
―Y éstos, mi querido hombre, es cómo lo gastaremos.
Una lenta sonrisa se extendió por su cara, y yo me arrastré lentamente encima de la cama, besándolo suavemente en los labios.
Luego solté una risita y me froté la barbilla, como si estuviera pensando.
―Sabes, si trajéramos la pizarra blanca, podríamos añadir tus preciados incrementos de tiempo para cada producto―, le dije, mirando el surtido de productos de Lurex que teníamos para jugar. ―Ya sabes, para que podamos comprobar nuestros coeficientes producto/tiempo.
Él jadeó, como si le hubiera ofendido, pero estaba sonriendo. Miró al reloj, luego a los productos Lurex y luego a mí. Agarró mi camisa y puso mi cara a un centímetro de la suya. Sus ojos tan bonitos brillaron y se lamió los labios.
―Cierra la puta boca, Park. Estás malgastando el tiempo.
2 notes · View notes
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 13| 65horas ChanHun
CAPITULO 13 ―Yo estoy... impresionado por él
00:00
Nos presentaron a un equipo de tres. Una mujer bien vestida, un hombre bajo y un distinguido señor mayor.
Kang Mina , Park Seokjin, y el único e irrepetible Sr. Kim Jongin.
Las presentaciones fueron intercambiadas, un tanto brevemente, y Sehun empezó a pleno rendimiento. Fue directo al grano.
―En primer lugar, gracias por darnos esta oportunidad, entendemos que tienen un horario apretado, así que no perderé un minuto de su tiempo.
Las tres caras lo miraron. Sonrió. ―Lurex necesita a Publicidad Oh.
Bueno, eso sí que es romper el hielo. Me preguntaba si tener a su padre viéndolo cambiaría su táctica, pero no lo hizo. Sehun continuó con total seguridad.
―La publicidad en el mercado actual es despiadada. No necesito decirles eso. Tampoco necesito decirles que las ventas de Lurex se han estancado en el ochenta por ciento, y su competidor más cercano ha crecido un seis por ciento en los últimos dos años. No necesito decirles eso. Nosotros no estamos aquí para hablarles de su producto. Nosotros estamos aquí para hablarles de nuestro producto.
Sehun me miró, dándome la palabra. Retomé justo desde donde lo dejó. ―Publicidad Oh no trata simplemente de vender productos. Trata de proporcionar soluciones y conceptos.― Hizo una pausa de efecto.
La mujer habló primero. ―¿Conceptos? ¿Cómo en plural?
―Sí,― respondí con seguridad. ―Es nuestro trabajo asegurarnos de estar a la vanguardia del juego frente a la competencia global ampliada de Internet, a los consumidores volátiles y a los rápidamente reducidos ciclos de vida de los productos. Proporcionando un concepto de publicidad para diferentes objetivos de mercado, evolucionando según sea necesario con una innovación continua para mantenerse dos pasos por delante de su competidor más cercano. En el clima económico de hoy, esta es la única manera de que se mantengan por delante en el juego de futuros negocios a largo plazo.
El Sr. Park Seokjin arrugó su nariz cuando habló. ―¿Y cómo se proponen hacer eso?
Respondí, ―Proporcionando una campaña multifacética dirigida tanto a los mercados gays como heterosexuales, así como a la educación y estrategias online.
Los tres parpadearon, sin revelar nada.
Sehun habló a continuación. Él habló, y ellos escucharon. Me pregunté brevemente cuán orgulloso estaría su padre, sentado en la habitación de al lado, viendo a su hijo en este momento.
La voz de Sehun era tranquila, pero fuerte. Ellos lo miraron y escucharon como si estuvieran aquí para él, no al revés. Infiernos, incluso yo sentí que estaba en su espacio.
Él les dio cifras, porcentajes y tasas de proyección, y luego sutilmente volvió su atención a las tendencias del consumo. Qué era mi señal para dar detalles de conceptos de diseño, enfoques de comercialización y publicidad selectiva.
Entonces di la vuelta a seis de las ocho tablas, mostrándoles a los tres visitantes lo que habíamos pasado las últimas sesenta y cinco malditas horas tratando de perfeccionar.
Se veían bien, aunque me lo dije a mí mismo. Seis tablas; tres heterosexuales, tres homosexuales. Todo exactamente igual.
La imagen de la delicada mano de Seohyun sumergiéndose por debajo de los vaqueros de Junmyeon coincidía con la imagen de los largos dedos de Sehun que rozaban la cinturilla del mío. Ambas imágenes estaban envueltas en azul, ambas imágenes eran casi un perfecto efecto espejo. Excepto que una era de un hombre y una mujer, y otra era de dos hombres.
El siguiente par de imágenes eran de torsos. La fotografía con los brazos bien musculosos de Junmyeon alrededor de la diminuta cintura de su esposa coincidía con la foto de mis brazos alrededor de Sehun – de cuando estábamos en la pista de baile ― mis brazos envueltos alrededor de él, mis dedos extendidos contra su piel. Ambas imágenes estaban teñidas de rosa para coincidir con el destello de las luces del club.
Y la tercera era de unos pies. Mi favorita. Estaban en tonos amarillos, el delicado pie de Seohyun, con las uñas pintadas, apoyado en el de Junmyeon. Estaban abrazados, una posición fácilmente detectada por la posición de sus pies. Igual que la de los míos y los pies de Sehun... sus largos, pálidos pies con arcos perfectos y dedos perfectos... con mis pies entre ellos.
La expresión de piedra del Sr. Kim no cambió. Las cejas de Kang Mina se elevaron, como si estuviera silenciosamente sorprendida por las imágenes, mientras que el Sr. Park se rascó la nariz.
―No hay diferencia entre ellos,― dijo, indicando lo jodidamente obvio.
O bien era nuevo en esto, o no sabía nada de publicidad. Posiblemente ambas cosas.
Con más decoro que yo, Sehun sonrió graciosamente.
―Eso es porque no hay diferencia entre las parejas, señor. Sin embargo, una de las parejas, por regla general, va a comprar tres veces más cantidad de su producto que la otra.
Permaneció confiado, se acercó a la ventana y cruzó las manos detrás de la espalda. Ni siquiera los estaba mirando. Les dijo que, estadísticamente, los hombres gays tienen más sexo, y cómo la población gay era más sexualmente activa entre los 18 y 35, y tenía en promedio, un ingreso disponible de millones a nivel nacional, y que era un mercado que simplemente no debería ser ignorado.
El Sr. Kim miró a Sehun, luego a mí. Pude ver que estaba pensando, pero aún no decía nada.
Tomando la palabra, les sonreí.
―Esta particular forma de publicidad puede ser utilizada en revistas femeninas, revistas masculinas, online, en vallas publicitarias...las posibilidades son infinitas.― Miré a cada uno de ellos por turnos. ―Los anuncios televisivos serían los mismos; intercambiando la pareja heterosexual con la pareja gay. Mismas posturas, la misma falta de ropa, todo será lo mismo, excepto que una pareja es del mismo sexo.― Miré a Kim. ―Sé que están pensando que es arriesgado, es provocativo. Pero el objetivo de esto es no discriminar entre gays y heteros, asegurando efectivamente que al menos el ochenta por ciento del mercado gay estará inclinado a comprar Lurex.
La Sra. Kang y el Sr. Park asintieron, pensativos.
Continué, ―Tengo algunas grabaciones de video que me gustaría mostrarles. Contienen lenguaje no apropiado para oídos delicados,― dije, dándole a la señora una sonrisa. ―Pero si la señora lo aprueba, creo que es beneficioso para la dirección de esta campaña.
La mujer me sonrió.
―¿Chanyeol, no es así?
―Sí, señora,― confirmé mi nombre.
―Chanyeol, no pasa nada. No me importa el lenguaje,― dijo con una tímida sonrisa. ―Gracias por la advertencia.
Sí, a ella le gustaba. Arriesgué una rápida mirada a Sehun, y me di cuenta de que quería rodar los ojos hacia mí, pero no lo hizo.
―Este es...un grupo de enfoque improvisado,― expliqué mientras ponía en marcha el video. Los tres vieron como yo aparecía en la pantalla, haciendo preguntas a mi audiencia del club. Pero eran las respuestas de los hombres que respondieron lo que nos interesaba más.
―Una compañía como Lurex no tendría las pelotas de poner hombres gays en una campaña.
―Ya es hora de que una compañía de condones esté con el siglo XXI.
Mi voz sonaba en la pantalla mientras preguntaba a la multitud,
―Si siempre usaran condones Lurex, pero otra compañía sacara condones para hombres gays, ¿Los compraríais?
―¡Joder, sí!
―¡Absolutamente!
Observé las tres caras mientras miraban el video mientras otras preguntas eran respondidas. Solo tomó un minuto, pero era breve, agudo y efectivo. Cuando terminó, dije,
―Hemos estudiado todo el marketing que el grupo Lurex ha hecho a lo largo de los años, pero nada es tan honesto como esto, ¿qué dicen?
La Sra. Kang sonrió pensativa, y el señor Kim inclinó la cabeza, contemplativamente. Pero todavía no dijo nada. El señor Park se rascó la nariz, otra vez. Realmente estaba empezando a no gustarme el hombre. Abrió la boca para decir algo, pero Sehun habló en su lugar.
―La siguiente línea está dirigida a la educación, así como a la comercialización―, su voz era muy suave. ―Sistemas de salud, proveedores, hospitales, centros comunitarios, centros juveniles, escuelas secundarias, universidades.
Giró las dos tablillas restantes para mostrárselas, y sus reacciones fueron inmediatas. Las dos tablillas estaban en blanco y negro; un hombre, una mujer; ambos demacrados y obviamente enfermos. Estaba escrito en una: 'Los condones cuestan menos de un dólar. No usar uno me costó todo' y en la segunda se leía, 'Un condón son 80 centavos. ¿Qué te costará a ti?'
Sehun les dijo, ―Publicidad Oh dona a un centro social local especializado en asistencia del VIH. Grabé esto allí,― dijo, comenzando la presentación visual. La secuencia de dos pacientes, Amy y Woojin, comenzó y nuestros tres invitados observaron en silencio.
Le hacía frente y era muy jodidamente real. Me dieron escalofríos viendo, escuchando sus breves pero trágicas historias, cómo el simple coste de un condón o, lo que es más importante, la falta de gasto, les costó tanto.
Sehun detuvo la secuencia, y los tres ejecutivos de Lurex lo miraron. Él los miró tristemente y les dijo.
―Creo que entienden el punto.
Luego Sehun les dijo que sabía que era responsabilidad del gobierno proporcionar educación sobre salud y seguridad. Sabía que era arriesgado tener una vinculación negativa al producto, pero también sabía que Lurex donaba más de un millón de dólares a la investigación cada año. Un hecho que Lurex no sacó a la luz pública.
Un hecho que ellos deberían anunciar. La Sra. Kang y el Sr. Park asintieron, y el Sr. Kim habló por primera vez.
―Nos están pidiendo que dejemos nuestro actual sector de publicidad. ¿Por qué deberíamos dejar Publicidad Emprendedora? Hemos trabajado con ellos por años.
―Sí, lo han hecho,― Sehun acordó calmadamente. ―Y hasta este momento, ellos han trabajado bien. Pero ellos no los llevarán más lejos.
―¿Y cómo Publicidad Oh hará eso exactamente?
―Con todos nuestros clientes,― intervine, ―Tenemos un periodo inicial donde usamos distintas herramientas de gestión de redes para medir la reacción del público. Si no creemos que la campaña está lográndolo como debería, volveríamos a evaluarla.
La Sra. Kang miró un tanto sorprendida.
―¿Herramientas de gestión de redes?
Asentí. ―Dependiendo del producto y del rango de edad, usamos diferentes formas mediáticas para obtener reacciones a tiempo real. Dado que el grupo de edad de Lurex al que dirigirse está entre 18 y 35, nos centraríamos en las redes sociales.
El Sr. Park rascó su nariz. ―¿Facebook y twitter?
Lo miré directamente a los ojos. ―Entre otras, sí.― Luego miré a los otros dos miembros de Lurex, y expliqué, ―usar estos sitios nos proporciona una inmediata y honesta respuesta. No es lo que ha dicho un objetivo de mercado seis meses atrás, no lo que otros grupos de atención se les está pagando por decir, sino lo que el consumidor -el cliente que paga- piensa, en este momento.
Miré al Sr. Park. ―El uso de estos sitios no debe descartarse. Son gratuitos, alcanzan un mercado de millones a diario, son fácilmente accesibles y son en tiempo real. No hace seis meses, no la semana pasada, sino,― di un golpe en la mesa, ―Justo. Ahora.
Sehun dijo, ―Publicidad Oh solo ha tenido sesenta y cinco horas para investigar todo lo que Lurex tiene para ofrecer, y en ese momento hemos encontrado que su presencia en Internet es muy escasa. Tenemos personas especializadas aquí, en Publicidad Oh que pueden ponerles años luz por delante de sus competidores online. Por lo que,― Sehun comenzó la conclusión, ―Les hemos ofrecido tres componentes; las parejas gay-hetero. La 'Qué coste tendrá para ti' línea educacional y la incorporación de estos a nuestra estrategia online.
Yo finalicé, ―Por supuesto, todos tendríamos que reservar más tiempo para que podamos establecer objetivos realistas a corto y largo plazo para determinar cuál es la estrategia que mejor se adapte a ustedes.
Kim Jongin nos miró a ambos, y casi pude oír su mente hacer tictac.
―Ciertamente han hecho su tarea.
Respondí. ―Por supuesto que lo hicimos. No deberían esperar menos de la compañía que va a poner el nombre de su producto en cada tipo de publicidad que existe.
―¿Y han hecho todo esto en sesenta y cinco horas?
Asentí. Él estaba impresionado, lo podía asegurar. Luego preguntó.
―¿Qué harían diferente si tuvieran más tiempo?
Miré a Sehun. ―Nada,― dije. Luego miré de nuevo al Sr. Kim y le dije directamente, ―No haríamos nada diferente.
El Sr. Kim se quedó callado por un momento, luego preguntó,
―¿Cómo saben que esto funcionará?
―Porque somos los mejores en lo que hacemos,― Sehun le dijo, una simple cuestión de hecho. ―Y porque usted sabe que lo hará. Usted maneja un negocio multimillonario. Usted sabe qué funciona. Y usted sabe, sin ninguna duda, que esto lo hará.
El Sr. Park intervino. ―Díganos otra vez, ¿por qué deberíamos utilizarlos?
Yo, un tipo con mal genio, ya estaba a punto de saltar sobre la mesa y romper su puta nariz, y Sehun debió de percibir mi estado de ánimo, porque él preguntó.
―¿Sr. Park, usted es un hombre de números, verdad?
La habilidad de Sehun para leer a la gente era correcta. El hombrecillo tonto asintió con orgullo.
Sehun sonrió. ―Debería usarnos porque no quiere explicar a sus accionistas por qué rechazó la oportunidad de aumentar sus beneficios en al menos otro cinco por ciento más durante los próximos doce meses.
Fue breve, pero lo vi. La esquina del labio del señor Kim se torció en una dirección ascendente. Una sonrisa. Se volvió hacia sus compañeros.
―Mina, Seokjin, si no les importa, me gustaría un momento―, él les pidió muy diplomáticamente que se largaran.
La expresión de sus rostros me decía que esto no sucedía a menudo. Se puso de pie con ellos, pero esperó a que se hubieran ido antes de girarse hacia nosotros. Sonrió, genuinamente, esta vez.
―¿Son ustedes siempre tan confiados?
Sehun y yo respondimos al mismo tiempo. ―Sí.
El Sr. Kim sonrió socarronamente.
Él era un hombre mayor, probablemente al final de los cincuenta.
Luego dijo, ―¿Puedo ser franco?
―Por supuesto,― respondí.
El Sr. Kim se inclinó contra la gran mesa de conferencias.
―Es una minuciosa campaña la que han puesto sobre la mesa hoy, caballeros. Tengo que admitir que estoy impresionado.
Traté de no sonreír, mientras Sehun lo miraba como si no esperara nada menos.
Kim continuó, ―Tiene agallas. Es descarnado y es honesto. Me gusta. Impulsar el concepto gay nunca es fácil, pero creo que lo han hecho bien. Sé que ambos son los mejores en lo que hacen,― repitió nuestras propias palabras. Luego suspiró. ―Ambos son vendedores excepcionales...muy seguros de sí mismos...― sus palabras se fueron apagando, y pensé por un momento que iba a decir no. ―... ¿Cómo de seguro es que este aspecto gay funcione?
―Sr. Kim,― comencé, pero Sehun me cortó.
―Sé que esto funcionara, Sr. Kim,― dijo, sus ojos clavados en la cámara de circuito cerrado, luego volvieron al hombre enfrente de nosotros. ―Sé que esto funcionará, porque soy gay.
Puta mierda. Miré al Sr. Kim, tratando de parecer como si la confesión de Sehun no fuera nada extraordinario. Pero mi corazón estaba retumbando... por favor. El padre de Sehun, el Sr. Oh estaba viendo, escuchando. Un hecho del que Sehun estaba totalmente consciente, y él simplemente salió.
Mierda.
Una suave sonrisa se extendió por el rostro de Kim, una cálida, casi agradecida sonrisa. Los ojos de Sehun miraron sobre el hombro del hombre, y supe que estaba mirando a la cámara. Estaba mirando a su padre.
Mirando de nuevo a Kim, Sehun dijo:
―Conozco este mercado destinatario. Conozco el producto. Y más importante, sé de publicidad. Esto. Va. A. Funcionar.
Bajo estas circunstancias, hice lo único que podía hacer. Me puse de pie junto a Sehun. Por mucho que quisiera tranquilizarlo, abrazarlo, tocarlo, no lo hice. Simplemente permanecí a su lado, en una muestra de apoyo, o un frente unido, si lo prefieres. Él necesitaba saber que estaría a su lado.
Kim asintió, y yo todavía estaba en un jodido shock. Mi corazón retumbaba. Solo podía imaginar como el de Sehun debía estar retumbando el doble.
Entonces el señor Kim carraspeó con una sonrisa y un movimiento de cabeza, como si no pudiera creer toda esta experiencia surrealista.
―Voy a tener mi equipo legal en contacto para los contratos―, dijo.
Sacudió la mano de Sehun, luego la mía, y salió por la puerta.
Puta mierda. Lo conseguimos. Nosotros jodidamente lo conseguimos.
Miré al hombre a mi lado, y susurré, ―Sehun...
Él me miro, asintiendo y susurrando también.
―Lo sé.
―Tu padre...
Asintió y tragó saliva. ―Lo sé.
Entonces las puertas dobles detrás de nosotros se abrieron, las puertas que conectaban la sala de conferencias con la oficina del Sr. Oh. Nos dimos la vuelta para encontrarnos al padre de Sehun allí de pie.
Él no me miró. Estaba mirando a su hijo. Me giré a mirar a Sehun. Tenía los ojos bien abiertos y estaba pálido, y estaba respirando demasiado fuerte.
―Sehun, mírame,― dije, solo para él. Lo hizo, y sus ojos parpadearon hacia los míos. Él necesitaba saber que él no iba a atravesar esto solo. ―¿Quieres que me quede?
Miró de mí a su padre y luego al suelo entre nosotros. Sacudió la cabeza suavemente.
―No.
―Te doy un par de minutos,― dije mientras me volvía hacia el señor Oh. Su expresión facial era una que nunca le había visto. No podía estar seguro, pero parecía que estaba al borde de las lágrimas.
Caminé hasta las puertas dobles que Kim acababa de atravesar y me di la vuelta para cerrarlas detrás de mí. Pero antes de que las pesadas puertas de madera se cerraran, vi al señor Oh cruzar la habitación rápidamente y envolver sus brazos alrededor de su hijo.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 12| 65horas ChanHun
CAPITULO 12 ―Estoy...fuera de tiempo.
01:30 Lo siguiente que supe es que alguien estaba sacudiendo mi pierna y mi jodido cuello me estaba matando. Mi cabeza cayó hacia delante con un giro agudo y mis ojos se abrieron.
Irene.
―Vamos,― ella dijo alegremente. ―Es la hora.
Odio jodidamente lo alegre, lo risueño. Entonces me di cuenta, detrás de Irene, estaba Sunhee, de pie frente a un apenas despierto Sehun.
Él estaba en la silla a mi lado. Debimos habernos quedado dormidos.
Salté sobre mis pies. ―Mierda. ¿Qué hora es?
Irene se rió de mí, así que me burlé de ella. Tal vez le gruñí. Sí, fue grosero. Sí, fue innecesario.
Tengo problemas con que me despierten, ¿está bien? No te sorprendas. Ya has visto lo bien que funcionó cuando Sehun me despertó ayer por mi teléfono.
Despertarme nunca fue bien, no para nadie involucrado. Solo pregúntale a mi mamá.
Ella pasó toda mi adolescencia soportando mi odio-ser- despertado, voy-a-arrancar-tu-puta-cabeza.
―No intentes esa mierda conmigo, Chanyeol,― Irene señaló con una mano en su cadera. ―Son las 8:30. Te quedan 90 minutos hasta la reunión.
Resoplé. Ella era diminuta, esta mujer seguro que podía mantenerme a raya.
―Suenas como mi mamá.
Irene me dio un elevamiento de ceja, y Sehun se rió. Lo miré de mala manera y refunfuñé.
―No empieces.
Entonces él soltó una carcajada. Sí claro, era realmente divertido.
Le apunté con el dedo y abrí mi boca para decirle que podía parar de una puta vez de sonreír, cuando alguien aclaró su garganta. Mi cabeza se giró hacia el sonido, y me estremecí y gemí ante el tirón de dolor en mi cuello.
El Sr. Oh.
―Chicos, se ven horribles,― dijo. Miró a las chicas, ―Irene, Sunhee, necesitan un café, por favor. Fuerte, solo. Y algo de Tilenol para Chanyeol.
Las chicas asintieron y desaparecieron, y yo froté mi cuello. El Sr. Oh sonrió.
―Quedarse dormido en estas sillas no es bueno para tu cuello.
―Mmm,― gemí con acuerdo, tratando de recordar que pasó, porque me quedé dormido.
―Sehun fue por café,― expliqué. ―Me senté...y lo siguiente que sé es que estaba siendo despertado.
―Estabas dormido cuando volví,― dijo Sehun. ―Dejé los cafés en el escritorio, y me senté...debí haberme quedado dormido, también.― Ambos miramos hacia su escritorio, y allí, junto con los ordenadores y papeles, había dos cafés, sin tocar.
―Mmm,― el padre de Sehun tarareó, su frente se frunció. ―Tomar un café recién hecho, a ducharse y afeitarse. Organizaré el desayuno. Quiero verlos a ambos después de la cita con Lurex.― Y sin más, se volvió y salió por la puerta.
Estiré mi cuello unas cuantas veces, moviendo mi cabeza de lado a lado, y suspirando en voz alta.
Sehun me miró. ―¿Estás bien?
Lo miré, y a pesar de mi no-demasiado-alegre estado de ánimo, asentí.
―¿Y tú?
Él asintió, pero antes de que pudiera decir algo más, Sunhee atravesó la puerta, con una taza de café humeante.
―Irene tiene el tuyo en tu oficina,― me dijo. Sonreí y recordé mis modales, inclinando mi sombrero invisible para ella.
Miré a Sehun, queriendo decir algo, pero inseguro de qué, cuando Sunhee se puso a ordenar, hablando sobre lo que teníamos que hacer en una hora. Aparentemente inconsciente de su charla, él me miró y me dio una suave sonrisa. Le sonreí de vuelta, sin una palabra entre nosotros, en uno de esos momentos de solo-nosotros.
Todavía sonriendo, y por primera vez en la historia, le di a Sehun una inclinación de mi sombrero imaginario.
Y eso le hizo ruborizarse. Incluso aunque estaba increíblemente cansado, sonreí a su reacción y me giré para irme de su oficina a la mía.
Un café caliente y dos tilenoles más tarde, estaba en mi ducha. Ambas de nuestras oficinas tenían baños privados. Un poco lujoso sí, pero trabajando para Publicidad Oh, no me esperaba menos.
Estaba de pie bajo el caliente chorro de agua, dispuesto a que deshiciera los nudos de mis músculos y me despertara de una puta vez. Y funcionó, más o menos. Me sentí mejor, de todos modos. Y después de afeitarme y lavarme los dientes, me sentí medio vivo.
Irene había dejado mi traje colgado detrás de la puerta, y después de vestirme, sin zapatos y calcetines, recordé la pequeña misión a la que había enviado a Irene.
Con los pies descalzos, salí a mi oficina. La puerta de mi oficina estaba abierta, y podía oír a Irene y Sunhee hablando desde la oficina de Sehun. Pero entonces vi lo que estaba buscando. Había una pequeña bolsa de compras al lado de mis zapatos.
Eché un vistazo dentro y sonreí. Perfecto. Bueno, casi. Los coloqué justo como los quería, y los metí de nuevo en la bolsa.
―¿Chanyeol?― la voz de Irene me interrumpió. Levanté la vista para mirarla, y ella estaba parada en el marco de la puerta. ―Hay algo de desayuno en la oficina de Sehun.
―Gracias.
Ella señaló hacia la bolsa en mi mano, especulativamente. ―¿Te importa decirme de qué se trata? ¿A qué tuve que ir a tres tiendas diferentes?
Sacudí mi cabeza y sonreí. ―No.
Ella sonrió, a pesar de su decepción. Luego recargándose contra la puerta, dijo en voz baja.
―Si te dijera que realmente, realmente quiero saber lo que pasó entre ustedes en las últimas sesenta y tantas horas, me lo dirías, ¿verdad?
Sonreí y negué con la cabeza. ―No.
Ella hizo un puchero, puso los ojos en blanco y suspiró. Con la bolsa en la mano, recogí mis zapatos y la sonreí mientras caminaba descalzo por el pasillo hasta la oficina de Sehun.
Había un plato de fruta cortada y algunos cruasanes, jugo y más café.
―Come,― dijo Sunhee. ―Necesitamos tus ojos brillantes y tu entusiasmo. ―Entonces se calló, mirando de mis zapatos en mi mano a mis pies desnudos.
―Oh.
Sehun salió de su cuarto de baño, recién bañado y afeitado, con pantalones de traje color carbón y una impecable camisa blanca. Él estaba tirando del puño de la manga, abrochándose el botón y no me notó al principio.
Cuando levantó la mirada, sus ojos pasaron de Sunhee a mí, a mis zapatos en mis manos, a mis pies descalzos y luego a mis ojos. Inclinó la cabeza, sólo una fracción de segundo y trató de no sonreír.
―¿Olvidando algo?
No le respondí, sino que me volví hacia Sunhee e Irene, que me habían seguido.
―¿Pueden, chicas, darnos un momento? Por favor, lleven las tablillas a la sala de conferencias y preparenlas para nosotros.
―Por supuesto,― Sunhee sonrió con ojos brillantes y una sugestiva mirada hacia nosotros. Ella e Irene recogieron el material y nos dejaron solos.
Sehun esperó hasta que la puerta se cerró.
―Chanyeol,― dijo bajito, con una ligera advertencia en su tono. Sus ojos parpadearon hacia la pared de cristal detrás de mí. ―¿Qué estás haciendo?
Dejé mis zapatos en el suelo y le tendí la bolsa blanca de la tienda.
―Por Dios, Sehun. Dame algo de crédito. No voy a saltar sobre ti en el trabajo, en medio del día.
Luego lo maticé, ―En el medio de la noche, sí. Pero no durante el día.
Él refunfuñó, tratando de no sonreír y fracasando. Entonces miró a la bolsa en mi mano otra vez. Le expliqué,
―Oh, te he traído algo...bueno, lo ha traído Irene, pero yo se lo pedí.
Él no dijo nada, pero estaba claramente sorprendido. Metí la mano en la bosa y saqué su regalo. Un par de calcetines. Una suave sonrisa se extendió por su cara.
―¿Superman?
―Y Clark Kent,― Expliqué. ―Uno de cada.― Los enseñé ―Necesité un par de calcetines de Superman y un par de Louise y Clark, pero conseguí un par de Superman y Clark.
Él me miró inquisitivamente. Así que expliqué, ―Igual que tú.― Me encogí de hombros, y de repente me estaba sintiendo un poco nervioso con esto. Aclaré mi garganta. ―Uno que oculta su verdadera identidad, y uno que es... súper.
Él me miró, directamente, sus ojos clavados en mí, y nosotros tuvimos otro de uno de esos momentos. Por un largo segundo, simplemente nos miramos el uno al otro. El movimiento de alguien pasando por el cristal rompió nuestra mirada, y con una risilla nerviosa, le di sus calcetines.
―Gracias.― Sonrió tímidamente. ―Chanyeol...es todo un detalle.― Luego miró a mis pies desnudos. ―¿Qué pasa con tus calcetines?
―Oh,― dije riendo. ―¡Tengo unos para mí, también!
―¿A quiénes has conseguido?― preguntó, sus ojos brillando y con curiosidad.
Sonriendo ampliamente, volví a meter la mano en la bolsa y saqué mis calcetines teatralmente.
―¡Han Solo y Chewbacca!
―¡No lo puedo creer!― jadeó, excitado.
Asentí y me reí, y me senté para ponérmelos.
―Vamos,― le animé con un gesto hacia los calcetines en su mano. ―Tienes que llevarlos hoy, para la reunión.
Sonrió y se sentó en el asiento detrás de su escritorio para desatar el lazo de sus zapatos y quitárselos, luego los calcetines que llevaba. En ese momento yo estaba haciendo el lazo en mis zapatos cuando Sehun me miró a través de su escritorio.
―¿Qué le pasó a Louise? ―¿Quién? ―Louise,― repitió. ―Dijiste que un par era de Clark y Louise Lane.
―Oh, ella... está en mi papelera,― le dije, señalando hacia mi oficina.
Sehun se echó a reír, justo cuando su padre abrió la puerta. Sonrió al ver a su hijo riéndose, sólo por un segundo.
―Eh, ¿chicos? Acaban de llamar de la recepción en la planta baja, el equipo de Lurex está aquí.
Mierda. Sehun y yo nos pusimos nuestras chaquetas, y seguimos al Sr. Oh a la sala de conferencias donde nuestra presentación estaba preparada. Tuvimos suficiente tiempo para comprobar que todo estaba donde debía, la pantalla para la presentación en PowerPoint estaba lista y nuestras ocho tablillas de concepto estaban boca abajo, esperando la gran revelación.
El Sr. Oh sonrió.
―Buena suerte, chicos,― dijo. ―Me encantaría sentarme aquí con ustedes, ―dijo emocionado, ―pero no quiero entrometerme en su juego. Así que me conformaré con verlos tejer su magia desde las pantallas de circuito cerrado, en mi oficina.
Oh, joder. Había olvidado que tenía una completa conexión de video en la sala de conferencias.
―Tendré a Irene y Sunhee sentadas viéndolo conmigo, ¿si les parece bien?― preguntó. ―Estoy seguro que les encantaría verlos.
Sehun sonrió.
―Eso está bien, papá.
El Sr. Oh sonrió y caminó hacia las puertas que conducían a su oficina, cerrándolas detrás de él.
Sehun me miró, y yo a él.
―¿Listo, Superman?― le pregunté.
Él sonrió y asintió.
―Vamos a hacerlo.
Sesenta y cinco horas... pensé que iban a ser una eternidad. Y de repente, estábamos fuera de tiempo. Tomé una profunda respiración, y las puertas dobles se abrieron.
2 notes · View notes
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 11| 65horas ChanHun
CAPITULO 11 ―Ya...no estoy tan frustrado.
―Sal de mi oficina.― Sehun me taladró con la mirada, y cuando tomó una profunda, calmante respiración. Pensé que había rasgado su fachada de señor nada-me-afecta.
Mi temperamento estaba crispado, estaba jodidamente cansado, y él se había metido bajo mi piel solo para rechazarme después. Estaba en un punto de ruptura con este hombre. Algo tenía que ocurrir.
―No.
Él apretó su mandíbula y me siseó a través de sus dientes apretados.
―Chanyeol-
Le corté. ―No te atrevas a echarme, Sehun. No actúes como si yo no significara nada.― Di un paso hacia delante y le señalé con el dedo. ―No te atrevas.
Él me miró, sus ojos eran salvajes, y podía decir que estaba llegando a él. Me estaba metiendo bajo su piel. Podía sentirlo.
―Siento haberte gritado,― le dije, tratando de mantener la calma. ―Siento haberte herido. Sé que te expusiste allí, tomaste una oportunidad. Me besaste, Sehun. Finalmente saliste para alguien, y cuando lo besaste, te dijeron que pararas.
―No es nada de eso― dijo.
―Estupideces, Sehun,― respondí rápidamente. ―Vi lo mucho que te herí. Has estado distante desde entonces. No quieres hablarme. No quieres mirarme.
―No es por eso,― respondió en voz baja.
―¿Entonces por qué?― le grité. ―¡Dime el motivo Sehun! Por las últimas putas cuarenta horas tú has sido abierto, divertido y afectuoso. He visto tú yo real. Finalmente pensé, oye, puedo imaginarme con un tipo como tú.― Eso hizo que me mirara. ―Estabas allí anoche, Sehun. No estabas tan borracho, no me digas que no lo sentías. Como el calor estaba entre nosotros, cuando bailamos, cuando nos besamos.― Tomé una profunda respiración y admití. ―Yo no quería parar...
Él sacudió su cabeza y me miró directamente. ―¿Entonces por qué lo hiciste?
―Este jodido trabajo,― casi le grité. ―Esta jodida campaña.
Se detuvo ante mis palabras como si le hicieran daño.
―El trabajo... ― sacudió la cabeza. ―Es todo sobre el jodido trabajo para ti, ¿no?
―¡No!― le ladré, tan frustrado. Incluso tirar de mi pelo no ayudó. ―No, esto,― señalé entre los dos, ―no es solo sobre el maldito trabajo, Sehun. Pero si no obtenemos ese contrato, mi culo será lanzado en el próximo puto avión a Busan.
Confusión parpadeó por su cara. ―¿De qué demonios estás hablando?
―Si no podemos trabajar juntos, si fallamos, ¿piensas que tu padre todavía me querrá aquí?― le pregunté. ―Eso es de lo que estoy hablando.
―¡Él no haría eso!,― gritó, sacudiendo su cabeza.
―¿Por qué demonios no lo haría?
―¡Porque yo no le dejaría!― me gritó muy fuerte, las venas de su cuello marcándose. ―¡Ese es el porqué!― gritó, lanzando sus manos al aire. ―Maldita sea, Chanyeol, tú eres todo en lo que he podido pensar por los últimos putos cuatro meses. He tratado de olvidarme de ti. He tratado de ignorarte. He tratado de no quererte.
Él se acercó a mí.
―Tú eres quien eres, sin excusas. Profesional, brillante en tu trabajo ¡y estás fuera! ¡Estás jodidamente fuera!― golpeó su mano en su pecho. ―¿Y qué soy yo? Un puto cobarde.
Me quedé de piedra por su admisión. Mi boca cayó abierta mientras él continuaba su perorata.
―Luego, pasar todo ese tiempo contigo solo me hizo quererte más. Bailamos. Y nos besamos. ¡En mi cocina! Dios,― gimió. ―Me habría acostado contigo si no me hubieras detenido. Te hubiera dejado follarme.
Un escalofrío se propagó desde la parte de atrás de mi cabeza, hacia mi espina dorsal, impulsándome hacia adelante. No hubo una decisión consciente de cruzar la distancia entre nosotros. Mi cuerpo solo se movió.
Mis manos agarraron su cara, empujé nuestras bocas juntas y le besé. No fue gentil, y no fue dulce. Era lo que quería y necesitaba, y era frenético y profundo. Él se congeló contra mí por solo un momento, sorprendido por mi ataque repentino.
Pero cuando mi lengua encontró la suya, pude sentirlo derretirse en mí, y tan pronto como lo hizo, lo empujé contra su escritorio.
Mis manos estaban todavía sujetando su cara, manteniendo su boca en el sitio mientras la jodía con mi lengua. Mi cuerpo se empujó contra el suyo, duro y áspero. Luego sus manos estaban sobre mí, empujándome, sosteniéndome, agarrándome.
Él no tenía ningún sitio donde ir. Su culo estaba contra su escritorio y yo le estaba presionando en él. Mis caderas estaban manteniéndole allí, mi endurecida polla contra él. Caliente, dura, dolorida.
Él dijo que me había querido por cuatro meses. Yo era en todo lo que podía pensar. Él dijo que se hubiera ido a la cama conmigo. Él me hubiera dejado follarlo.
Ese pensamiento me hizo gemir, tenerlo debajo de mí, estar dentro de él, sentir mi polla en su culo, su calor, cómo pulsaba alrededor de mí, cómo me haría correrme.
Arrastrando mi boca fuera de la suya y tirando y separando sus caderas de él, todo mi cuerpo se estremeció.
Sus labios estaban rojos e hinchados, y sus ojos tomaron un momento para abrirse y enfocarse. Y por un breve momento, él pensó que iba a rechazarlo otra vez. Pude ver el temor en sus ojos.
―Sehun...tú...― traté de decírselo, mientras trataba de controlar mi cuerpo, mi respiración. ―Tú vas a hacer que me corra.
Exhaló y sonrió, y sus manos estaban sobre mi bragueta, abriendo mis vaqueros. Sus dedos se sumergieron bajo mis calzoncillos, y su mano envolvió mi polla, haciéndome silbar.
―Dios...
Me apartó, exponiéndome para él. Miró desde la hinchada verga en su mano a mis ojos, y gimió.
―Compláceme.
No pude detenerle, incluso si hubiera querido. Gemí, siseé, empujé mi polla en su mano y rogué.
―Oh dios por favor, por favor, por favor.
Él sumergió su boca en la mía y me bombeó, duro, rápido, y tan, tan bueno. Deslizó su mano, agarrando y retorciendo, y yo sabía que era el momento...era el momento.
Joder, era el final. Retirando mi boca de la suya, traté de avisarle. Pero él pareció entender, porque apretó más fuerte, bombeándome, empujando sus caderas en mí, y contra mis labios, susurró,
―Muéstramelo.
Entonces me vio correrme. Calor rompió a través de mí -desde los dedos de mis pies y mi cabeza- y surgió en gruesas, cortas ráfagas. Mi polla estalló, caliente y palpitante, mientras los dedos largos seguían apretándome, y yo estaba perdido. Yo estaba perdido para todo menos para él, no había vista, ni sonidos, sólo él. Su mano aún me sostenía, su cuerpo presionado contra el mío, mi cabeza sobre su hombro, cómo se sentía, cómo olía él.
Como yo olía sobre él. Finalmente, mis ojos se abrieron embriagados, y le miré. Él me miró interrogante. Yo miré entre nosotros, de mi corrida en su mano, en mi estómago y manchando mi camisa. Saqué la sucia camiseta sobre mi cabeza, y antes de que pudiera ofrecérsela para limpiar su mano, él llevó la mano a su boca y su lengua rosada lamió mi corrida de su piel.
Gemí ante la vista, y él gimió ante el sabor, su otra mano palmeó el bulto en sus pantalones. Él todavía estaba descansando sobre el escritorio, así que agarré los botones de la bragueta de sus vaqueros y lo abrí.
―Tú me has saboreado,― dije con voz áspera. ―Ahora déjame probarte a ti.
Metiéndome de nuevo en mis calzoncillos, me puse de rodillas. Lo miré, sus ojos estaban abiertos, pero oscuros y vidriosos. Bajé la tela de sus calzoncillos, dejando a su hinchada polla saltar libre.
Oh, joder. Agarré sus caderas y lamí toda su longitud, su largo, oh-tan largo y goteante eje.. joder. Mi boca se hacía agua y gemí, pero mis labios se abrieron para tomarlo, para probarlo.
―¡Mierda!― él gimió. Corcoveó sus caderas, y su mano sujetó mi cara mientras su polla se deslizaba dentro y fuera de mi boca. Lo trabajé, chupando y lamiendo. Su agarre en mi pelo se estrechó y sus caderas se sacudían en cortos empujes. ―Joder, joder,― resoplaba.
Bombeé la base de su polla con una mano y acuné sus bolas con la otra. Él sujetó mi cabeza más fuerte y jodió mi garganta más profundo.
Gemí para decirle cuánto me gustaba eso.
Sus manos bajaron de mi pelo y sostuvieron mi cara, mi mandíbula, mi cuello. Gemí de nuevo y él pudo sentir las vibraciones en sus dedos y en su polla, y él se flexionó una última vez antes de correrse.
Sehun hizo un gruñido gutural mientras se hinchaba y explotaba en mi boca. Tragué y lo bebí, cada chorro, caliente y espeso. Todo su cuerpo temblaba mientras lo lamía y lo dejaba salir de mi boca, metiéndole de nuevo en sus pantalones. Y cuando me puse de pie, se deslizó de la mesa hacia mí. Envolví mis brazos alrededor de él, atrapándolo, y me reí cuando él gimoteó. Permanecimos así durante unos cuantos demasiado- cortos minutos, retomando nuestra respiración.
―Joder,― susurró contra mi cuello.
―Mmm,― tatareé contra su oído. ―Me gustaría. Pero necesito al menos diez minutos para recuperarme.
Resopló y se rió, su respiración era caliente sobre mi piel. Pero luego me separó, empujándose de mí. Caminó hasta la pared del fondo, pero sus ojos estaban abatidos, sea de timidez o de arrepentimiento. Yo no lo sabía.
Sin camisa, retrocedí para darle el espacio que necesitaba, y subí mi bragueta. Mi camisa era un desastre empapado en el suelo, y mientras me estaba preguntando si debería lavarla a mano, o cuánto tiempo tardaría en secarse. Sehun dijo,
―Eh, esto debería quedarte.
Él estaba cerca de su baño privado y sujetando una camisa en una percha.
―Tengo camisas de repuesto para casos de emergencia.
¿Emergencias? ―¿Esperas tener semen en tu camisa a menudo?
Él rodo los ojos. ―En caso de que me salpique café.
Oh.
Sonreí y me encogí de hombros, y él me dio una media sonrisa. Cogí la camisa, me la puse y la abotoné y enrollé las mangas mientras Sehun se subía los vaqueros.
―Mejor volvemos al trabajo,― dijo, todavía con algo de duda.
―Sehun, ―dije su nombre para detenerlo. ―Lo que acabamos de hacer,― señalé hacia su escritorio, ―Bien, es algo que me gustaría volver a hacer. Quería decir lo que dije sobre salir por ahí y hacer esto correctamente.
Él pareció fruncir el ceño, pero asintió... o algo parecido. Mierda.
―A menos que tú no quieras,― dije, ofreciéndole una salida.
―Chanyeol,― susurró. Me miró con implorantes ojos. ―Quiero, pero...
―¿Pero qué?
―No vas a quererme. Yo...yo no estoy fuera. No espero que tú, o cualquier hombre, vuelva al armario por mí.
Sonreí y caminé derecho hasta él para así poder trazar mis dedos por su mandíbula.
―Y yo no espero que cualquier hombre salga, antes de que esté listo, para mí. Es algo que necesitas hacer a tu propio tiempo, en tus propios términos.
Me miró seriamente por un momento, luego asintió. ―Gracias,― dijo con una triste sonrisa. ―Lo quiero. Quiero estar fuera. Quiero ser libre para ser yo mismo. Estoy tan enfermo de ocultarme...
―Lo sé,― asentí, porque lo sabía. Sabía exactamente lo que quería decir. ―Cuando estés listo. ¿Pero nosotros todavía podemos salir por ahí, verdad? ¿Ir a cenar, beber...?
―Me gustaría eso,― sonrió y asintió, así que le tuve que besar. Fue un beso suave, típico de las reconciliaciones. Su cara se iluminó y una luz rosa tiño sus mejillas. ¡Qué me jodan! Creo que tenemos que tener nuestra cita oficial.
―¿Eso es una cita?― pregunté con otro pico en sus labios, solo para aclarar.
Él soltó una risita. ―Tal vez.
―Oh, ya veo,― bromeé caminando hacia la puerta, manteniéndola abierta para él.
―Vamos, Señor-Duro-de-pelar, necesitamos volver al trabajo.
―¿Duro de pelar?― pregunto, incrédulo. ―¿Después de lo que acabamos de hacer?
Me reí. ―Bueno, casi duro...― le detuve en el pasillo. ―Sehun, ¿puedo preguntarte algo?
Se paró ante mi tono serio, un poco preocupado sobre qué tenía en mente.
―Esto me está matando, necesito saberlo. ¿Quiénes llevas en tus calcetines hoy?
Él sonrió. ―El Llanero solitario y Kimosabi.
―Por supuesto que lo es.― Rodé mis ojos y reí. ―Apuesto que te llevó un rato encontrar ese par.
―No tienes idea,― se rió, entonces, cuando llegamos al ascensor, presionó el botón para la planta baja.
―¿Dónde vamos?― Pregunté.
―A tomar un verdadero café y cenar algo.― Sonrió. ―Estoy hambriento.
10:26 Pedimos algo de pizza y café expreso, decidimos comer en la pizzería, sabiendo que no podíamos llevar comida a la sala de diseño. Y él estaba de vuelta, el Sehun que se reía y bromeaba, charlaba y hablaba abiertamente. Me dijo que quería decir lo que dijo, que me había deseado durante meses. Él deseaba tanto tener el coraje de decir algo, cualquier cosa.
Me dijo con un encogimiento de hombros que cuando me vio bajar las escaleras con la ropa de cama, sabía que había decidido irme. Su frente se arrugó cuando dijo que no debía haberle sorprendido. Después de todo, ¿por qué en la Tierra un hombre gay fuera del armario y orgulloso querría quedarse con un hombre encerrado?
Yo le dije que un hombre de verdad, el hombre correcto, esperaría.
Él me miró, de verdad, realmente me miró y yo le miré de vuelta, sin una pizca de duda en mis ojos.
Sonrió entonces y habló de trabajo, sus amigos, su familia; de como soñaba un día llevar a un hombre a conocer a sus padres.
Se disculpó por darme el tratamiento silencioso, diciendo que su ira estaba dirigida hacia dentro. Me reí y me disculpé por mi manía de siempre despertarme de mal humor. Se rió, diciendo que tenía un par de calcetines de Oscar el Gruñon que me daría con mucho gusto.
Pateé al Llanero solitario por debajo de la mesa. Incluso de vuelta al trabajo, era él mismo. Nos pusimos a trabajar en diferentes mesas, pero de vez en cuando me miraba y sonreía, lo que por supuesto me hacía sonreír a mí. Puse mis pantallas visuales para imprimir y mi entrevista con los muchachos del club nocturno fue hecha en una presentación de PowerPoint. Y con una comprobación final de tiempo, estuvo hecho.
Eran las 3:08 AM.
Nos quedaban 6 horas 52 minutos. 6:52 Me puse de pie, estirándome y bostezando. Y bostezando otra vez. Yo estaba. Muy cansado.
―Hey,― dije llegando por detrás de Sehun, apretando su hombro. ―¿Te queda poco?
―No,― suspiró. ―La iluminación está apagada en los tableros, y no puedo conseguir el audio correcto en el video.
Froté mis ojos y miré a su monitor. Parecía jodidamente perfecto para mí.
―Sehun, está bien.
―No, no lo está,― dijo. ―Necesita estar perfecto.― Sacudió su cabeza y frotó sus manos sobre su cara. ―¿En qué infiernos estaba pensando? Trayendo esta nueva línea en el último minuto. No va a ser lo suficientemente bueno.
Puse mi dedo en sus labios para callarlo.
―Sehun, vamos a reunirnos con Lurex para ofrecerles nuestro mejor más brillante. Por eso es por lo que lo añadimos en el último minuto... porque eso es excelente.
Reemplacé mis dedos en sus labios por mi boca y lo besé rápido y duro.
―Ahora, muéstrame qué puedo hacer para ayudar.
Sonrió pero sacudió su cabeza. ―Necesitas dormir. Yo terminaré esto.
Yo me opuse, diciéndole que estábamos en esto juntos, y no dormiría mientras él trabajaba. Él resopló, diciéndome que fue su idea agregarlo a nuestra carga de trabajo, así que debía ser el que tenía que hacerlo.
―No jodas discutiendo conmigo, Sehun,― dije, rodando mis cansados ojos.
―No jodas tú discutiendo conmigo,― replicó. Él estaba tan cansado como yo.
―¿Eres siempre tan cabezota?― pregunté.
―Sí,― respondió. ―¿Eres tú siempre tan testarudo?
―Sí.
Él sonrió, y yo sonreí. Ambos suspiramos. Luego acercó una silla a la suya, y durante las tres horas siguientes trabajamos mano a mano. Nos sentamos muy cerca el uno del otro, nuestras rodillas tocándose y nuestras manos descansaban a veces en el muslo del otro. Hablamos, estuvimos de acuerdo, discrepamos, e incluso negociamos. Pero cuando Sehun salvó los archivos y envió a imprimir los gráficos, ambos nos reclinamos sobre nuestras sillas y suspiramos.
Habían pasado sesenta y una horas. Y ahora estaba hecho. Sin vuelta atrás, sin cambiar nada. Si no era lo suficientemente bueno ahora, nunca lo sería.
―Vamos,― gimió. ―Vamos a llevar esto arriba. Ambos gemimos cuando nos levantamos, nuestros doloridos cuerpos protestando por la falta de sueño.
Era difícil darse cuenta de que todo nuestro duro trabajo se reducía a ocho tableros visuales y dos montajes de video, cada uno de menos de dos minutos de duración.
Llevamos todo a la oficina de Sehun, tirando nuestros ordenadores en su escritorio, luego dejamos cuidadosamente las tablillas. Y por un corto momento, ninguno habló. Miramos nuestra campaña, y luego Sehun me miró a mí.
―Chanyeol,― dijo suavemente. ―Si no obtenemos este contrato...― miró hacia los paneles de exposición, evitando mis ojos. ―¿...eso no significa que te marcharás, verdad?
―Espero que no,― respondí honestamente. ―No quiero irme.
Sonrió, exhausto. Luego vino directo hacia mí, y sus cansados ojos se cerraron.
―No quiero que te vayas,― susurró y presionó sus labios contra los míos. Solo brevemente, castamente, dulcemente. Le sonreí. Él sonrió, casi tímidamente. Era lindo. ―¿Quieres café?― preguntó. Asentí, ―Mmm.― Y él caminó lentamente hacia el comedor del personal.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y comprobé la hora. Eran las seis de la mañana. Joder. Nos quedaban cuatro horas.
4:00 Senté mi culo en la silla al otro lado del escritorio de Sehun y me deslicé por mis contactos. Sabía que era temprano, pero también sabía que ella estaba despierta.
Su saludo alegre fue recibido por mi voz cansada y deprimente.
―Buenos días, Irene.
―¿Qué puedo hacer por ti? ¿Necesitas que organice algo?― ella preguntó, sin tonterías, sin charlas. Gracias a Dios.
―Todo, necesito que pases por mi casa. Agárrame un traje, camisa, corbata y zapatos.
―No hay problema,― ella respondió.
―Oh, ¿Irene?
―¿Sí? ¿Hay algo más?
―Sí.― Sonreí en el teléfono. ―Necesito que me hagas un favor.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 10 | 65horas ChanHun
CAPITULO 10 ―No soy un campista feliz.
―¿Eh... perdón?
―Dije, ¿dónde carajos estás?
Silencio. Comprobé mi teléfono para ver si la línea se había cortado. No. él estaba todavía allí.
―Entonces,― jodidamente odiaba repetir, ―¿Dónde estás? Y muchas putas gracias por despertarme.
Tomé una profunda respiración. Sabía que estaba siendo irrazonable y un poco-o mucho-inmaduro, así que traté de exhalar lentamente para dejar la mierda dentro.
―Puse tu alarma,― él siseó a través del teléfono. Yo podía fácilmente imaginármelo con su mandíbula apretada mientras hablaba. ―Y te estoy llamando ahora para asegurarme de que no siguieras dormido. Terminé de editar lo que pude de las fotos, muchas gracias, y decidí añadir algo a la campaña, lo que pensaba mostrarte cuando volviera. Ahora mismo, si realmente debes saberlo, estoy en la cola de una tienda. Iba a preguntarte si prefieres el jamón o el pollo en tu ensalada, pero puedes conseguirte algo tú mismo para comer, muchas gracias, que te den.
La línea hizo clic en mi oído. Ahora la línea estaba desconectada.
Joder, joder, joder.
Lancé mi teléfono encima de la mesa, incluso más cabreado que hace cinco minutos. Ahora estaba cabreado porque había tenido siete horas de sueño en los últimos dos días, estaba cabreado porque él aparentemente había terminado la edición en bruto de las fotos ya, y él había decidido añadir algo a la campaña sin consultarlo conmigo, o despertarme.
Pero más que nada, estaba cabreado porque ahora...ahora, tenía que disculparme por ser un idiota.
Resistiendo la urgencia de gritar, tiré de mi cabello, tomé otra profunda respiración y conté hasta diez. Varias veces.
Cuando me calmé lo suficiente, abrí mi ordenador y miré lo que él había hecho.
Ahora me sentí como más que un idiota. Él terminó haciendo lo que yo había empezado, usando mis ideas, justo como le mostré. Estaba perfecto.
Ahora teníamos fotos casi idénticas de una pareja heterosexual y una pareja del mismo sexo. Las mismas posturas, las mismas posiciones, fotos de cuerpos, con el frente de Junmyeon y las yemas de los dedos de Seohyun por dentro de la cintura de sus vaqueros, luego yo y Sehun en la pista de baile. Yo estaba sin camisa, y él estaba detrás de mí con sus manos sobre mi estómago, las puntas de sus dedos rozando dentro de mis vaqueros.
Luego las fotos de nuestros pies; él había escogido la de Junmyeon y Seohyun de pie, su pie apoyado en el borde de los vaqueros de Junmyeon. Y él había utilizado la única de nosotros de pie en su cocina -en la que estábamos frente a frente- pero era diferente. Me tomó un segundo darme cuenta de que había usado efecto espejo con la imagen, haciendo que nuestra pose coincidiera con la de Junmyeon y Seohyun.
Muy inteligente, Sehun. Muy inteligente. Ahora solo necesitábamos hacer una edición final, llevarlas a las pantallas de presentación visual, y obtener las imágenes de video editadas correctamente, para todo eso necesitábamos entrar en la oficina central. Miré el crónometro de Sehun.
21:47 Según mis cálculos, deberíamos poder sacar esto. Y tal vez, sólo tal vez, sería capaz de ir a casa y dormir por seis horas completas. Emocionado por la idea, miré a mi alrededor la mierda que podía empacar para llevar a casa.
Agarré mis botas, mi chaqueta y la segunda bolsa de papel de juguetitos Lurex, la única con dildos, sondas y anillos de pene.
Subiendo las escaleras, pensé que no tenía derecho a todos ellos, así que los esparcí en la cama y los reduje a la mitad. Volví a poner la mitad de Sehun en la bolsa de papel marrón y los dejé en su cuarto de baño, luego metí la mía en mi bolso, empacando todo lo que pude. Retiré la ropa de cama, calculando que no iba a necesitarla esta noche, y bajé el bulto de ropa mientras Sehun atravesaba la puerta principal.
Él me miró, pero no dijo nada, y atravesó la puerta para ir al comedor.
Le seguí a través de la cocina y dejé la ropa sucia en el lavadero. Puso dos recipientes para llevar en la encimera de la cocina.
―Supongo que has decidido no quedarte otra noche.
Sacudí mi cabeza en acuerdo. ―Deberíamos tenerlo hecho,― le dije. ―Si nos ponemos manos a la obra en una hora o así, creo que podemos conseguir tenerlo atado y puedo ir a casa después de haberlo terminado.
Su frente se arrugó y frunciendo el ceño, asintió.
―Sehun, lo siento,― le dije. ―Por la forma en que te hablé al teléfono. No tengo excusa. Fui un idiota y lo siento.
Sus cejas se elevaron un poco, y él simplemente empujó el envase hacia mí.
―Te traje ensalada de jamón. Si no te gusta, mala suerte.― Y con eso, salió.
Así que, supongo que mis disculpas no son aceptadas. Joder.
Tomé el recipiente de ensalada. ―Gracias,― dije lo suficientemente alto para que lo oyera. Él no respondió, y yo pretendí que no me importaba.
Él había vuelto a ser el Sr. Jodidamente Imposible, el Sr. una de Cal y otra de Arena, y yo estaba demasiado cansando para dar una mierda por eso.
Y ahí estaba yo, empezándome a gustar el tipo. No sólo como un colega de trabajo, sino de la forma de quiero-conocerte-realmente. Claro, él era caliente, pero también era inteligente, y él era intrigante. También estaba sentado en la otra habitación como si yo no existiera y como si mi disculpa no significara una mierda.
Me quedé de pie en la encimera de la cocina y comí lo que me trajo, preguntándome dónde me dejaba eso.
No sólo con él, sino con la compañía. Si conseguíamos el contrato de Lurex, sería todo sol y rosas, ¿pero si no lo hacíamos? Bueno, me imagino que una pequeña reestructuración estaría a la orden. Si los dos altos ejecutivos sencillamente no podían trabajar juntos, entonces uno tendría que irse.
Y estoy seguro, el Sr. Oh no iba a despedir a su hijo. Así que, eso me deja a mí. De repente no tenía mucha hambre. En realidad, había un gran bulto en mi estómago. Empujé el envase y, apoyando mis codos en la encimera, enterré mi cara entre mis manos.
¿Cómo demonios llegué aquí? Hace cuarenta y tantas putas horas, fui a trabajar, todo estimulado para el viernes. Entonces fui puesto bajo arresto domiciliario con el único hombre que pensé que nunca me gustó; el mismo hombre que resultó ser un homosexual en el armario; el mismo hombre, el mismísimo hombre que me besó, a quien le devolví el beso, a quien estuve malditamente cerca de joder en esta mismísima cocina.
Porque lo quería. Y, si era honesto conmigo mismo, porque todavía lo quería.
―¿Estás bien?― su voz me sobresaltó.
Levanté la mirada. ¿Estaba bien? No, no lo estaba. ―Sip,― mentí. ―Maravillosamente bien.
―No has comido mucho.
Me encogí de hombros. ―Gracias por traérmelo, de todos modos. No tenías por qué hacerlo.
Él puso su envase vacío en la basura. ―¿Quieres ver lo que hice cuando estuve fuera?
Oh, me había olvidado de eso. Él dijo que había hecho algo para la campaña. Estaba tratando de ser agradable, así que yo traté de sonreír.
―Por supuesto.
Era diferente entre nosotros ahora. Yo sabía que él estaba cansado. Yo también lo estaba. Pero aparte de los oscuros círculos bajo sus ojos, había una tristeza. Una resignación. Un final. Cualquier esperanza que había para nosotros, ya sea profesional o personal, se había ido.
Él me confió su secreto. Él me besó...y yo lo detuve. Había decidido que no valía la pena correr el riesgo por mí, y mis gritos al teléfono solo reforzaron la decisión.
Conectó una grabadora manual a su ordenador y presionó el play. Lo que me mostró me dejó en el sitio.
―Mi madre dijo algo que me hizo pensar,― explicó con calma. ―ella hizo un comentario sobre el precio de un condón y como eso puede costar una vida...
Recuerdo cuando ella dijo eso, y recuerdo mirar a Sehun, preguntándome qué estaba pensando. Luego recuerdo tratar de no quedarme dormido al sol.
―El concepto de la campaña ha sido todo tuyo hasta ahora―, agregó, como cuestión de hecho. ―Esta es mi contribución.
Las secuencias estaban sin editar, tan reales como podían serlo. Una mujer, posiblemente hermosa alguna vez, sentada con una manta sobre su regazo. Pero era la voz de Sehun la que se oyó en pantalla primero.
―Empiece por su nombre,― él apuntó. La mujer sonrió, aunque seguía habiendo una tristeza enraizada.
―Mi nombre es Amy,― dijo. ―Fui diagnosticada con VIH hace cuatro años. Tuve sexo sin protección...― su voz se apagó. ―Era joven, pensé: 'eso no puede pasarme a mí'.― apartó la vista de la cámara y tosió.
Sehun esperó pacientemente antes de que su voz preguntara. ―¿Cuánto le ha costado?
Ella sonrió sin humor. ―Todo.
La secuencia se cortó entonces, y el Sehun de la película se sentó al lado de un hombre.
―Mi nombre es WooJin,― luego el hombre dijo. ―Soy VIH positivo. Llevo aquí doce meses,― añadió, mirando por la habitación. ―Me tratan realmente bien aquí, en verdad lo hacen.
En el video, la voz de Sehun dice. ―¿Cuánto te cuesta el tratamiento y tu medicación al mes?
Woojin respondió, ―No tengo ningún beneficio... solo para mis medicinas, sobre unos cien dólares al mes.
Vi el video, sin parpadear. Cuando terminó, miré al otro lado. Él me estaba observando, esperando mi reacción.
―Sehun, ha sido...― mi voz era tranquila mientras trataba de encontrar la palabra correcta. ―...Es brillante.
Asintió una vez, cerró su portátil y se levantó. ―Bien. Si estás listo, será mejor que nos dirijamos a la oficina,― dijo casi mecánicamente. Comenzó a recoger las carpetas y ponerlas en las cajas de archivo. ―Si vamos a añadir este nuevo aspecto a la campaña, necesitamos movernos. Tendremos suerte de hacerlo a tiempo―. Miré el reloj.
20:56.
Joder. Dos minutos después, tenía mi chaqueta y mis botas puestas, cargado todo lo que necesitaba en el coche de Sehun y nosotros estábamos haciendo el viaje hacia la oficina principal. Él todavía seguía sin mirarme. Traté de sonsacarle conversación, pero sus respuestas eran agudas y cortas.
Traté de no irritarme. Traté de no dejar que me llegara. Pero él sí llegó a mí. Él se metió justo debajo de mi piel. Cuanto más no hablaba, cuanto más me ignoraba, más me jodía, más me atraía.
Y para el momento en que habíamos arrastrado nuestras cargas de trabajo fuera del coche hasta el ascensor del trabajo, él había vuelto a ser el arrogante y altivo que había conocido en los últimos seis meses. Se separó, manteniendo una distancia entre nosotros, y cuando salimos del ascensor en nuestro piso, era como si yo no fuera nada más que un extraño para él.
Bien, que lo jodan a eso. A causa de que tenía mis brazos ocupados, usé mi pie para abrir la puerta de mi oficina y la cerré de un portazo detrás de mí con una gratificante patada. Tiré las cajas sobre mi escritorio con un fuerte golpe, y supe que él podía verme a través del muro de cristal entre nosotros.
Pero. No me importó. Una mierda. Déjale que me vea paseando, déjale que me vea tirar de mi puto pelo, déjale que me vea tomando profundas respiraciones tratando de mantener la puta calma.
Él era todo frialdad, calma y serenidad, como si tuviera algún interruptor especial de autocontrol que pudiera encender y apagar. Mientras que yo no lo tenía. Yo llevaba mis emociones en mi puta manga para que el mundo pudiera verlas, y él estaba impávido.
Necesitando enfocar mi energía, agarré la bolsa de mi portátil y fui pisoteando hacia el ascensor. Presioné el botón del piso 18 justo cuando Sehun entraba al pasillo y caminaba hacia el ascensor.
¿Oh, me estás tomando el puto pelo? Por supuesto, él se dirigía al departamento de artes gráficas conmigo. Por supuesto, tenía que entrar en el ascensor conmigo. Por supuesto que sí. Por supuesto, las puertas no se cerraron antes de que él llegara. Por supuesto, las puertas esperaron a que Sehun entrara antes de cerrar. Estúpido puto elevador. Por supuesto, él aún no me miraba. Por supuesto, él no me saludó. Inhalé y exhalé profundamente varias veces. Las puertas se abrieron, y sin una palabra, sin ni siquiera una mirada, él salió delante de mí.
El piso 18 era un gran espacio abierto. Había varios puestos de trabajo en el piso, cada uno consistente en su propia mesa de dibujo y computadora gráfica con un centro de impresoras a lo largo de la pared posterior. Era como imagino que se vería si pones una sala de arte para estudiantes, una clase de Servicios y Tecnología de la Información y una imprenta en una habitación.
Sehun fue inmediatamente a la izquierda, y yo fui a la derecha. Comencé a trabajar en ultimar las fotos, y él comenzó a trabajar, desde cero, en sus secuencias. Y porque estaba actuando como si yo ni siquiera estuviera en la misma habitación que él, saqué mi teléfono, enchufé los auriculares, me desplacé a través de las listas de reproducción hasta que encontré 'entrenamiento' y presioné el play. La alta, retumbante música llenó mi cerebro, distrayéndome de todas las cosas que tenían que ver con Sehun.
Pero él estaba sentado en una mesa al otro lado de la sala, en una clara línea de visión.
Traté de no observarlo. Traté de no mirar a su culo en esos vaqueros, como se sentó en ese taburete, o como la tela abrazaba sus muslos. Traté de no mirar su espalda en esa camisa, lo anchos que eran sus hombros, lo definida que era su cintura. Traté de no pensar en él, como se veía sin camisa...
No me fijé en cuántas veces se pasó la mano por el pelo. No noté cómo hacía girar una pluma a través de sus largos dedos. No me fijé en su pronunciada mandíbula, y no conté cuántas veces se lamió los labios. Y no, realmente no me fijé en sus pies. Traté muy, muy duramente no preguntarme qué tipo de calcetines graciosos estaba llevando.
Le di la espalda, y la música me ayudó a concentrarme en la tarea que tenía entre manos. Bastante pronto, estaba perdido en mi trabajo mientras seguía con la edición y mejora de las fotos, las secuencias y mi pequeña e improvisada encuesta en el club nocturno. No tenía ni puta idea de qué hora era, o cuánto tiempo había estado sentado en ese escritorio, pero cuando levanté la vista, el horizonte de Seúl estaba iluminado de noche, y Sehun no estaba en su escritorio.
La sala estaba vacía, y me quité mis auriculares para encontrar que también estaba muy silenciosa.
Comprobé la hora en mi teléfono. Eran las 8:17pm. Joder. La reunión era en 13 horas y 43 minutos. Aparté el taburete, rígido y dolorido, con dolores en partes de mi cuerpo que estrictamente no deberían doler.
Necesitaba café. Sabiendo que el ala de diseño tenía una política estricta de no comida ni bebida, me dirigí de vuelta a mi oficina, sabiendo que siempre había café allí. Tan pronto como las puertas del ascensor se abrieron, lo oí.
Sabía que era él, porque no había sonido en el mundo como ese. Sehun estaba riendo. No sabía si estar curioso o irritado. Así que elegí ambos. Luego oí otras voces, y cuando entré en la sala de descanso, él estaba allí. Estaba hablando con el personal de limpieza, una mujer y un hombre que él llamo Gustavo y Maria, y ellos estaban hablando en español.
Pararon de hablar cuando entré. ―No se preocupen por mí,― les dije. ―Solo quiero café.― empecé a hacerme un café solo, y mientras esperaba que el agua hirviera, su conversación se reanudó.
Una vez más, como si yo no estuviera allí. Y mi ya débil paciencia empezó a romperse. Traté de no escuchar, pero luego oí mi nombre.
―Al otro lado de mi pasillo,― Sehun dijo en voz baja y en español a María. Y sabía que estaba hablando de mí.
―Ah, sí,― dijo la mujer mayor. ―El chico nuevo. ¿Te gusta trabajar con él?― le preguntó en español.
Sehun dudó, pero respondió, todavía hablando en español. ―Mucho. Él es muy bueno en lo que hace- Pude sentir mi paciencia y mi temperamento tensarse y me di la vuelta para encararlos.
―Ese soy yo,― dije en español. ―Vendiendo lo invendible.
La cara de Sehun palideció, ya sea por oírme hablar español, o porque repetí sus mismas palabras. Sonreí a Sehun, bueno, probablemente fuera más una mueca, y después de una mirada entre nosotros. Gustavo y Maria desaparecieron silenciosamente por la puerta.
Miré fijamente a Sehun, y él me miró fijamente a mí. Casi gruñí cuando hablé.
―Si quieres decirme algo, Sehun, entonces dilo en nuestro idioma. Y dímelo a mí.
Él apretó los dientes.
―Gustavo y Maria no hablan muy bien en coreano. Trabajan para mi padre desde que yo era un niño. Hablaré con ellos de la puta manera que quiera.― Salió en estampida de la sala y dio un portazo en su oficina detrás de él.
Y mi paciencia finalmente estalló. Qué mal que Gustavo y Maria se fueran, porque si no lo hubieran hecho, ellos podrían haber aprendido algunas palabras del idioma.
Lo seguí por el pasillo, abrí la puerta de su oficina, y él se giró para mirarme.
Y yo le lancé toda mi furia. ―¿Cuál es tu puto problema?
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 9| 65horas - ChanHun
CAPITULO 9 ―Yo estoy...temperamental, irascible y demasiado cansado.
27:12 Para el momento en que los padres de Sehun llegaron, yo había limpiado la mayoría del desorden. Cogí nuestros zapatos de donde los dejamos la pasada noche, y lancé a Epi y Blas para lavar. Moví la pila de papeles sin alterar demasiado, pero haciendo que pareciera más organizado, y volví a llenar la máquina de café.
Cuando sonó el timbre, abrí la puerta y quedé bastante sorprendido por lo que vi. Era el Sr. Oh, y una mujer a la que presumí ser la madre de Sehun, excepto que se había ido el traje de Armani y la disposición superior. El jefe llevaba pantalones de color caqui y un polo, sonreía y sostenía una caja de comida para llevar.
Él charlaba mientras entraba, yendo directo a la cocina, diciéndome cómo Jiwon insistió en traer los pasteles favoritos de Sehun para desayunar, a pesar de tener que atravesar la ciudad para ellos. Ella reprendió gentilmente a su marido, sonriéndome mientras lo hacía.
El Sr. Oh era un hombre diferente. Quiero decir, era el mismo hombre, excepto que no lo era. ¿Qué pasaba con los hombres Oh y sus personajes en la oficina?
―Chanyeol, me gustaría que conocieras a la madre de Sehun, mi esposa, Jiwon,― el Sr. Oh dijo cálidamente.
―Buenos días, señora,― dije, inclinando mi sombrero imaginario, y la señora me sonrió cálidamente.
Comencé a servir cafés justo cuando Sehun entraba en la cocina. Sonrió a su padre y besó la mejilla de su madre. Sabiendo que su retumbante cabeza probablemente lo estaba matando, le di un café. Miré a sus pies, porque bueno, siempre miraba los pies de la gente, y él estaba descalzo.
Miré de sus pies perfectos a su jodida cara perfecta y sonreí. Él me devolvió la sonrisa. Era ligera, tal vez burlona, tal vez una sonrisa agradecida, pero mientras su padre le preguntaba algo, vi a la Sra Oh mirando el intercambio entre su hijo y yo. Ella me sonrió con conocimiento en sus ojos.
Ella lo sabía. Ella sabía. Seohyun sabía. Sunhee sabía. Los únicos que no sabían eran el hermano de Sehun y su padre.
Los hombres.
Desviando su atención, la pregunté. ―¿Café, señora Oh?
―Oh sí, querido, por favor. Y Chanyeol, por favor, llámame Jiwon.
Le sonreí. ―Lo siento, señora, pero mi mamá estaría en el primer avión a Seúl para darme una buena zurra si alguna vez llamo a una dama por su nombre de pila.
Ella dio una risita, y entonces noté que el señor Oh y Sehun estaban observándonos. El padre estaba sonriendo, y el hijo estaba un poco perplejo, creo, de que hiciera reír a su madre.
Entregué al sonriente señor Oh su café y le ofrecí azúcar y crema a la señora Oh. Ella, a su vez, nos ofreció la selección de pasteles que habían traído.
Y entonces mi jefe hizo la pregunta del millón.
―Entonces, ¿Cómo están llevando lo de Lurex?
Miré a Sehun, y pude ver que estaba atascado. Porque al decirle a su padre qué dirección estábamos tomando, al mostrarle las fotos que habíamos tomado y las secuencias que teníamos, en la forma en que estaban ahora, estaría mostrando más que nuestra campaña.
Estaría saliendo. Así que respondí por él.
―Si te parece bien, Sehun, prefiero no decirlo ahora mismo.
Ambos hombres me miraron; Sehun estaba aliviado, su padre sorprendido y curioso. No quería cabrear al señor Oh, o atentar contra su inteligencia, así que me expliqué.
―En este momento, es un producto en crudo y sin editar, y no quiero que piense que no vamos según el programa. Lo hacemos, pero todavía necesitamos pulirlo.
El Sr. Oh frunció el ceño. ―¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
―Sí,― asentí mientras sorbía mi café. ―Vamos a necesitar acceso al departamento de artes gráficas de la oficina central alrededor de las cuatro de esta tarde.
―De acuerdo,― asintió gravemente. ―No hay problema. Puedo organizar eso. ― El parecía más feliz ahora que estaba contribuyendo en algo. ―Chicos, parecen cansados. Ha salido el sol, deberíamos sentarnos fuera para que ustedes dos reciban algunos rayos de sol.
Con eso, tomamos nuestros cafés y pasteles y fuimos al patio trasero. No sabía ni siquiera que Sehun tenía un patio. Sentado al aire libre, tenía que admitir que se sentía bien tomar el sol. Mi cabeza cayó hacia atrás y el sol en mi cara calentaba mi piel.
La voz del Sr. Oh evitó que cayera dormido.
―¿Extrañas el sol de Busan?
Mis ojos se abrieron reticentes, y le miré. ―Mmm, algunas veces,― admití, un tanto medio dormido.
―Chanyeol,― el padre de Sehun resopló. ―¿Has dormido algo?
Sonreí. ―No, esta noche no.
Sehun me clavó la mirada. Miré a su padre y le expliqué,
―Tenía demasiado en la cabeza.― Deliberadamente, no miré a Sehun, incluso aunque podía sentir sus ojos en mí, y terminé mi café. ―Puedo dormir mañana, después de la reunión.
La señora Oh chasqueó su lengua, justo como mi mamá hacía, y mi jefe entrecerró sus ojos hacia mí, luego a su hijo.
―Sehun, asegúrate de que duerma un poco. Llévalo a la cama tú mismo si es necesario.
Sehun tosió, casi atragantándose con su bagel, y murmuró algo que no pude distinguir.
La Sra. Oh cambió de tema, salvando a su hijo de pasar más vergüenza.
―¿Entonces, mi marido me dijo que es un gran contrato?
Sonreí y asentí, y ella insistió en el tema, ―Dime, ¿qué es en lo que mi querido esposo les ha hecho, chicos, trabajar todo el fin de semana? ¿Lurex, no es así?
La respondí sin pelos en la lengua. ―Sí, señora. Condones y lubricantes...ah, lubricación personal, señora.
Los ojos de Sehun se salieron de las órbitas y me miró. La Sra. Oh se inclinó y le dio una palmadita en el brazo.
―Está bien, Sehun. Condones o copos de maíz, solo son productos.
Él rodó sus ojos. ―Sé eso, mamá.
―Así que, dime,― ella dijo, sorbiendo su café con una sonrisa. ―¿Cómo investigan sus productos?
La sonreí, pero Sehun respondió primero. ―En primer lugar, miramos los mercados, las tendencias, los porcentajes de ventas, investigación de objetivos... ya sabes, condones o copos de maíz, es lo mismo, solo son productos.
Ella lo miró, él le sonrió, y ella se rió. El señor Oh sacudió su cabeza hacia ellos.
La sonrisa de la madre de Sehun se desvaneció.
―Excepto que no tener cereales, a diferencia de los condones, no cambian el curso de tu vida,― ella dijo suavemente. Luego se explicó. ―Hago algo de trabajo voluntario en la casa de descanso local para personas que viven con VIH... a veces no te cuesta el precio de un condón. A veces te cuesta mucho más.
El Sr. Oh empezó a hablar de los fondos para la casa de descanso, pero yo no estaba prestando mucha atención. Estaba mirando a Sehun. Podía ver su cara de estoy pensando, pero todo lo que yo podía hacer era tratar de no bostezar. De pie, agradecí a los padres de Sehun por el desayuno, citando la necesidad de volver a trabajar, pero sinceramente, el calor del sol me estaba dando sueño.
De nuevo en el interior, me serví otro café, tratando de despertarme. Sehun charló con sus padres durante unos minutos, y no mucho después, entraron para decir adiós. Cuando la señora Oh dijo que era un placer conocerme, toqué mi sombrero invisible y le dije:
―El placer fue mío, señora.
Ella sonrió de oreja a oreja ante el gesto, Sehun rodó los ojos y el señor Oh sonrió.
Cuando los padres de Sehun se fueron, él fue directo a la cocina.
―¿No has dormido nada? ¿Has trabajado toda la noche?― no podía decir si estaba enfadado o preocupado.
Sacudí mi cabeza. ―No, traté de ir a dormir. Estaba un poco distraído por nuestro encuentro en la cocina.
―Oh.― Él suspiró y arrastró sus manos a través de su pelo, inclinándose contra el mostrador a mi lado. Antes de que pudiera preocuparme demasiado de que fuera incómodo entre nosotros, él suspiró otra vez.
―Gracias.
Lo miré, elevando una ceja inquisitivamente. ―¿Por qué?
―Por despertarme,― dijo. ―Mi padre se habría cabreado si llega aquí y me encuentra durmiendo y a ti trabajando solo.
―Te habría cubierto,― le dije. Resopló y sonrió antes de frotarse las sienes.
―¿Cómo supiste que estaban de camino?
―Tenía tu teléfono conectado a mi ordenador, trabajando en las grabaciones y las fotos,― le dije. ―No respondí, lo juro. Vi que era el número de tu madre, y luego un mensaje de texto pasó a través de la pantalla diciendo que estarían aquí en diez minutos.
Él asintió. ―Está bien. Gracias de todos modos.
Miré al suelo delante de nosotros y pude ver sus hermosos pies descalzos saliendo de debajo de sus pantalones vaqueros. Golpeé mi pie con calcetín sobre el suyo desnudo y le sonreí.
―Burlándote de mí con los pies descalzos, ¿eh?
Él se rió entre dientes. ―Por el comentario que me dejaste en el baño.
Oh, es cierto. Le dije que me había hecho una paja en su ducha. Sonreí y me encogí de hombros sin ningún tipo de vergüenza.
―Bueno, ver el video de nosotros bailando ya era suficientemente malo, pero luego vi las fotos de nuestros pies...
Él tragó saliva ruidosamente, gimió y sacudió su cabeza. ―¿Eh...cómo...cómo quedaron?
―Echa un vistazo,― dije sonriendo. Me dirigí hacia la mesa de comedor y abrí mi ordenador. Comencé con el video sin editar de nosotros bailando.
No miré la pantalla. Lo mire a él. Sus ojos estaban bien abiertos, y él tragó saliva varias veces. Cuando terminó,
―Por dios...― es todo lo que pudo decir. Le sonreí y luego comenzó la presentación de imágenes de los pies. La pantalla se detuvo en la última. La única de nosotros en la cocina con él de puntillas, inclinado, y yo detrás de él, moliendo mi polla contra su culo y empujándolo en el mostrador de la cocina.
Me miró y tragó saliva. Sus ojos estaban abiertos y oscuros, y lamió sus labios.
Cerré la pantalla.
―De ahí mi necesidad de masturbarme en la ducha.
Él asintió, y yo me reí. Pero él estaba mirando las fotos y frunció el ceño.
―Gracias...por no dejar que papá viera estas. Él sabría que somos nosotros...yo.― Tragó saliva, luego susurró. ―Oh, Dios. Él va a saber que soy yo.
Entonces le miré; sus ojos estaban abatidos. ―Hey;― dije, haciendo que me mirara. ―Te mostraré lo que he empezado a hacer con los videos y las fotos. Te lo prometo, cuando esté hecho, él nunca lo sabrá.
Él asintió y me dio una sonrisa triste. Le mostré lo que empecé en las primeras horas de la mañana. Él pudo ver en qué dirección me dirigía, donde quería que fueran las fotos. Le expliqué,
―Habiendo hecho las de Seohyun y Junmyeon ayer, realmente sólo es cuestión de encontrar las de nosotros que combinen mejor.
Él asintió. ―Estas son buenas,― dijo.
―Por supuesto que lo son.― Rodé mis ojos hacia él, tratando de hacerle sonreír. Funcionó, pero entonces bostecé.
―Deberías acostarte un momento,― dijo en voz baja.
Traté de objetar, pero solo bostecé otra vez. ―¿Puedes despertarme en tres horas?
―Cuatro.
Rodé mis ojos, y él sonrió. ―Seguiré con esto.― Dijo. ―Te despertaré...― miró su cronómetro, el que tenía mi camisa tirada sobre él, luego me miró.
―Me estaba molestando,― le dije con un mohín. Él sonrió.
―Te despertaré en cuatro horas.
Asentí y arrastré mi cansado culo arriba de las escaleras, quitándome la camisa mientras me iba. Ésta cayó en el suelo cerca de mi bolso, y yo caí en la cama. Ni siquiera me molesté en quitarme los jeans, y no me molesté en retirar las sábanas.
Ni siquiera recuerdo caer dormido. 22:35 Lo siguiente que supe era que había un zumbido infernal en algún lugar cerca de mi cabeza. Estúpido zumbido de mierda. Mis manos tantearon a ciegas, tratando de callarlo, y lo encontré. Era mi teléfono. Sobre la almohada. Cerca de mi cabeza.
La alarma de mi teléfono había estado programada para saltar. Yo no la puse...
Sehun. Sehun debió ponerla. Y entrar a mi habitación mientras estaba durmiendo para ponerla sobre la almohada, cerca de mi cabeza.
Bonita manera de venir y despertarme, maldito. Cogí mi teléfono, y no me molesté en ponerme una camisa, encaré pesadamente las escaleras para agradecérselo personalmente. No esperaba despertar con un cuarteto de cuerda interpretando a Mozart, pero por Dios... una jodida alarma telefónica en mi oído, imitando a un martillo neumático, no era exactamente agradable.
No me había despertado de muy buen humor, pero ese no era el asunto. Nunca me despierto de buen humor, pero tampoco era ese puto asunto.
Bajé pisoteando las escaleras, atravesé el vestíbulo y entré en el comedor.
―¡Sehun!― pero no estaba allí. Entonces entré pisoteando en la cocina, y no estaba allí, tampoco. ―¡Sehun!― sin respuesta.
En realidad, la casa estaba silenciosa. Demasiado silenciosa. Sehun no estaba por ninguna parte. Antes de que mi sangre pudiera hervir, mi teléfono zumbó en mi mano. El identificador de llamadas mostró su nombre.
Sehun.
No me molesté con formalidades. Respondí su llamada.
―¿Dónde. Carajos. Estás?
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 8| 65horas - ChanHun
CAPITULO 8 ―Yo estoy...real-jodida-mente confuso.
No dormí. En absoluto. No pegué ojo. Normalmente, unas cuantas copas hacen que caiga redondo. Pero no esta noche. Ignoré mi erección. Mi propia polla me odiaba porque le negaba algo de Oh Sehun.
Me cago en la puta. Todavía no sabía por qué nos detuve. Lo sabía, sabía, que estábamos a dos minutos de rasgar nuestra ropa e ir a por ello. Pero tuve que decir "para".
El dolor en mis bolas era mi recompensa. No me molesté en hacerme una paja. Aprecié el sordo malestar porque me lo tenía bien merecido.
¿En qué cojones estaba pensando? Bueno, sabía lo que estaba pensando...estaba pensando que quería tomarme mi tiempo con Sehun. Quería hacerlo apropiadamente, no ser solo la rápida follada de la que se arrepentiría. Estaba pensando que quería empezar a gustarle.
El reconocimiento mi hizo gemir. ¿En qué estaba pensando? Era Oh Sehun de quien estaba hablando. El hombre con el que trabajaba, él que tenía hielo en sus venas. Él era frío, distante y condescendiente.
Excepto que no lo era. No el tipo con el que había pasado las ultimas treinta horas y pico. El tipo que era inteligente, divertido, y tenía una cosa por los calcetines de dibujos animados. El tipo que era gay, sexy como el infierno, y con el que acababa de frotarme en su cocina porque lo quería.
Sip, ese tipo. Ese tipo que estaba todavía en el armario. Él. El único en el que no podía parar de pensar. Joder.
Lanzando atrás las cubiertas, me puse mis vaqueros y camiseta. Eran las 4:30 de la mañana, y si no podía dormir, bien podría hacer algo de trabajo. Encontré algo de Tilenol en el cuarto de baño para los pinchazos en mi cabeza, bajé las escaleras, puse el indicador de la máquina de café en date-prisa-de-una-puta-vez, y me hice un café lo suficientemente fuerte para despertar a un muerto.
Me tiré sobre una silla en la mesa de comedor, cogí el teléfono de Sehun y mi ordenador y me puse a trabajar. Primero, estaba la secuencia de mi pregunta-respuesta con la multitud en el club, usando los productos Lurex como cebo. Era rudo, pero era real.
Lo quería sin editar. Quería que Lurex oyera lo que los hombres gay reales querían, no alguna encuesta de gente diciendo a otras personas lo que ellos pensaban que querían oír.
Cargué la secuencia en mi ordenador, guardándola exactamente como era. Necesitaría alguna edición, alguna limpieza, pero no demasiado.
La siguiente secuencia era de nosotros bailando. Guardé la secuencia en mi ordenador primero, y sinceramente, estaba nervioso acerca de verla. Tenía la esperanza de utilizar las secuencias fijas como fotografías para coincidir, o en paralelo, con las fotos de Seohyun y Junmyeon. Dos parejas en posiciones íntimas, pero no prevaleciendo una pareja sobre la otra.
Representaríamos ambas parejas en igualdad. Porque lo eran.
Excepto que la pareja en la pista de baile no era realmente una pareja. Éramos Sehun y yo. No tenía ni idea de cómo quedaron las imágenes, pero estaba nervioso de vernos juntos. Estaba asustado de que pudiera...gustarme.
Exhalé fuertemente y sacudí mi cansada cabeza. Y por alguna razón, me giré a mirar el cronómetro. Santa mierda.
29:12 Nos quedaban veintinueve horas. De repente, no me importaron los nervios. Simplemente golpeé el play.
Y nos observé. Ellie, nuestra extraordinaria cámara, hizo un buen trabajo. Ella se las arregló para no sacar instantáneas de las caras como le indiqué, pero se giraba un poco demasiado rápidamente, o pasaba a través de nosotros demasiado rápido. Pero eso era lo suficiente fácil de arreglar. Podía ralentizarlo, fotograma por fotograma si tuviera que hacerlo.
La pista de baile estaba más oscura de lo que recordaba, y las luces estroboscópicas y el ruido hacían que mi cabeza palpitara. Bajé el sonido y ajusté el contraste para minimizar la luz quema- retina.
Y vi dos cuerpos bailando y moliéndose; uno sin camisa, uno con una estrecha y ajustada camiseta.
Vi manos deambulantes y dedos cavando en la piel. Vi cómo dedos esbeltos rozaban el cinturón del vaquero de talle bajo, y vi cómo una manos familiares se agarraban en puños en la espalda de la camiseta. Vi caderas mecerse y molerse, y estómagos presionados juntos.
Luego los cuerpos cambiaron de posición. Todavía moviéndose, balanceándose, bailando, pero ahora el pecho desnudo estaba presionado contra la espalda de la ajustada camiseta. Manos grandes envueltas alrededor con dedos bien extendidos frotando los lados, los abdominales.
Mis manos en Sehun.
De esa forma. Agarrando, sujetando, las puntas de mis dedos arañando a través de su estómago y mi pene presionado contra su culo, mi pecho contra su espalda.
Joder. No estaba viendo alguna aleatoria, anónima pareja. Estaba viéndonos a nosotros.
Y éramos muy calientes. Luego intercambiamos posiciones. Realmente no lo recordaba detrás de mí de esa manera, pero ahí estaba en la grabación, ante mis propios ojos. Sus caderas contra mi culo, su pecho contra mi espalda. Largos y pálidos dedos corrían de mis costillas a mis muslos, las manos de Sehun, sobre mi cuerpo. Oh, es cierto...
Cuando estuvimos así fue cuando él susurró en mi oído. Eso fue cuando él básicamente me preguntó si yo estaba arriba o abajo.
Podía ver en las imágenes lo duro que fue. Una maldita protuberancia en mis vaqueros del tamaño de mi provincia natal. Dios, yo sabía que él me tenía duro en la pista de baile, pero para verlo... Y entonces, como si verlo en la pantalla me hiciera darme cuenta, estaba extremadamente consciente del dolor agitando mi pene. Incluso mirándonos me estaba poniendo duro.
Necesitaba enfocarme. No podía poner en peligro este contrato porque mi puta polla no se comportaba. Podía pasar el resto de la semana matándome a pajas si quería, y probablemente lo haría, pero justo aquí, ahora. Necesitaba terminar esto.
Terminé mi café y me traje otro, deliberadamente sin pensar en mi polla. Pensé en lo cabreado, o peor, decepcionado, que el señor Oh estaría si no conseguíamos este trato. Pensé en como de decepcionado yo estaría si nosotros no conseguíamos este trato, y podía sentir el dolor disiparse. Lo que significaría para mi trabajo...
A mi polla no le gustaba la idea del fracaso, tampoco. Incluso mientras veía la secuencia de nosotros bailando dos veces más, mi polla se comportó. Perdí la perspectiva de verme bailar con Sehun y me concentré en las tomas, ángulos y lo que podía ser arreglado digitalmente y lo que no. Lo corté, convertí secuencias en imágenes fijas, muy parecido a lo que hice con las fotografías de Seohyun y Junmyeon ayer.
Gracias a Dios por la era digital. Pero entonces, entonces, miré las fotos que tomé de mis pies y los de Sehun. No había calcetines, su piel desnuda estaba en la mía; sus pies perfectos sobre la mesa de café, mis piernas cubiertas por las suyas, nuestros pies metidos juntos.
Eran hermosas. Me quedé mirando las fotos de nuestros pies por años, tomando mi tiempo con cada toma. Hasta que llegué a las fotos de nosotros en la cocina.
Mierda. Había dos fotos, el ángulo era un poco torcido, pero éstas me cortaron la respiración.
Y pusieron dura a mi polla. Otra vez. Yo estaba obviamente detrás de Sehun, sus pies encarando el mueble de la cocina, bien extendidos, con mis pies entre los suyos. Estaba de puntillas, sus talones sin tocar el suelo, y mis rodillas estaban ligeramente dobladas, empujando en él.
Si hubiéramos estado desnudos y follando, estaría profundamente enterrado en él. Estaría empujando dentro de él, alcanzando ángulos que le hicieran gemir, mientras le doblaba sobre el mostrador de la cocina, jodiendo su culo...
Pero no estábamos desnudos. Ajusté mi polla y la palmeé para aliviar la presión, pero eso solo lo hizo peor.
Entonces lo hice otra vez, mientras comprobaba cómo sus pies se veían conmigo estando entre ellos. Y palmeé mi polla otra vez, incapaz de apartar la mirada de cómo los arcos de sus pies eran perfectos, cómo sus dedos estaban doblados y se flexionaban tan bellamente...como...oh, joder.
No podía simplemente machacármela sentado en la mesa de comedor de Sehun. Eso sería realmente desagradable.
No obstante gemí, sabiendo que esta erección no sería ignorada. Comprobé el tiempo en el estúpido reloj.
27:30 Estaba demasiado cansado para calcular lo que era en tiempo real. Así que me quité la camisa, y la lancé al estúpido reloj de Sehun, y comprobé la hora en su teléfono.
6:30 AM. Perfecto. Hora de la ducha mañanera. Tan pronto como el agua caliente corrió sobre mi cabeza, ya tenía mi polla en la mano. No eran los azulejos lo que veía, oh no. Las imágenes cuando cerré los ojos eran de Sehun. Y mostradores de cocina y pies, y su culo desnudo y mi polla enterrada profundamente dentro de él.
Y no era el gel lo que usaba como lubricante en mi puño para bombearme en lo que se sentía liso y apretado. Era el culo de Sehun mientras lo follaba, alimentándolo con cada centímetro, follándolo duro. Sus nudillos estaban blancos mientras se aferraba, y yo clavaba mi polla en él. Estaba inclinado sobre la mesa de la cocina, y gruñía y gemía, y su culo apretaba mi pene mientras se corría...
Duro. Me corrí tan duro, mis rodillas casi se desvanecen. Las imágenes en mi mente de joder a Sehun me hicieron estremecer mientras mi mano apretaba las últimas gotas de semen de mi polla. Todavía podía verlo, en mi mente, cómo se había retorcido debajo de mí, montando su orgasmo con el mío, su cuerpo largo y firme, sudoroso y lleno de placer. Mi polla floja y pesada se estremeció una última vez en mi mano.
Fui consciente de los sonidos del agua y el calor de ella en mi piel cuando mis sentidos volvieron a mí. Mis párpados estaban pesados, pero abrí los ojos. Yo estaba desgastado. Mi orgasmo me había dejado jodidamente cansado. Cansado, pero relajado, y si tuviera que pasar el día entero trabajando mano a mano con Sehun, fue una buena cosa que me la hubiera sacudido.
Me sequé, enrollé la toalla alrededor de mi cintura y salí del baño. La puerta de Sehun estaba ligeramente abierta, y traté de no echar un vistazo dentro. Pero por supuesto, no pude evitarlo, así que lo hice.
Estaba acostado boca abajo, los brazos levantados, bajo la almohada. No podía ver su cara, sólo la parte posterior de su cabeza, pero él todavía estaba profundamente dormido. Probablemente iba a estar cabreado conmigo por dejarlo dormir. En realidad, probablemente no estaría hablando conmigo después de que parara nuestro frotamiento en la cocina.
No tenía ni idea de cómo reaccionaría hacia mí bajo la sobria luz del día, o lo incómodo que sería entre nosotros. Dejé a Sehun dormido, me vestí y bajé, preguntándome cómo sería nuestro día. Teníamos unas veintisiete horas y si él no hablaba conmigo, entonces iban a ser unas largas veintisiete horas.
Me preguntaba distraídamente cuánto tiempo más debería dejarle dormir, cuando su teléfono sonó.
No podía responderlo. Pero podía mirar el identificador de llamadas.
Mamá.
Dejé que el teléfono dejara de sonar, imaginando que su madre dejaría un mensaje, y él podía devolverla la llamada cuando se levantara. Pero entonces un mensaje se deslizó por la pantalla.
"Estamos comprando el desayuno. Estaremos allí en diez minutos".
Lo leí, y luego lo leí otra vez. Estamos comprando el desayuno. Estamos... como en nosotros estamos... Mierda. La Sra. y el Sr. Oh. El padre de Sehun, mi jefe, iba a estar aquí en diez jodidos minutos.
Lancé su teléfono sobre la mesa y corrí escaleras arriba, derecho a su habitación.
―¡Sehun! Se giró a mirarme, sobresaltado.
―¿Qué? ¿Eh?― sus ojos se tomaron un momento para enfocarme, y su cabeza cayó en la almohada con un gemido. ―...mi cabeza.
Me reí.
―No tienes tiempo para la Resaca,― le dije. ―Tu mamá y tu papá estarán aquí en nueve minutos.
Enterró su cara en la almohada.
―Mm mm.
Arranqué la almohada de su cara y bajé la manta hasta su cintura. Atrapé un vistazo de su ropa interior, así que dado que no estaba desnudo, agarré su mano y lo saqué de la cama, hacia el baño.
―¿Qué carajo estás haciendo?― protestó. Lo arrastré al baño.
―Tu padre viene a revisar la campaña, por lo menos tienes que parecer vivo.― Me di la vuelta, preparé la ducha y luego me volví y lo miré.
Sehun. En ropa interior. Su torso escultural, sus abdominales definidos y calzoncillos negros contrastaban perfectamente con su pálida piel. Podía ver el contorno pesado de su polla a través del material oscuro...
Que me jodan. Ni siquiera traté de esconder que me lo estaba comiendo con los ojos. Él frotó sus manos sobre su cara, y cuando abrió sus ojos, me miró fijamente.
―¿Has acabado de mirar?
―Ni.Por.Asomo.
Me miró, una mezcla de resaca, diversión e irritación.
―Siete minutos...
―Oh, necesitaré más que eso contigo...
Su boca cayó abierta. Luego añadió.
―Quiero decir, hasta que mi papá esté aquí.
Oh, correcto. Le sonreí.
―Solo tienes cinco minutos para estar duchado, vestido y abajo,― le dije. Fui hacia la puerta y me giré para añadir. ―Y no te hagas una paja. No tienes tiempo.
Sus ojos se estrecharon.
―¿Has terminado?
―Oh, terminé de masturbarme en tu ducha como hace una hora.
Y aquí estaba yo pensando que iba a ser incómodo entre nosotros.
Sonriendo, le dejé allí boquiabierto, y bajé las escaleras para prepararme para el jefe.
2 notes · View notes
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 7| 65horas - ChanHun
CAPÍTULO 7 ―Yo estoy... jodidamente loco.
Permaneció callado en el taxi del club a su casa, pero estaba llevando esa sonrisa scotch-inducida. Ambos estábamos en los asientos traseros, y yo estaba agradecido por la pequeña distancia entre los dos. El aire fresco pareció haber despejado mi cerebro empañado por Sehun.
Y el aire fresco pareció haber golpeado duro a Sehun. ¿Quién iba a saber que el aire fresco mezclado con seis o siete chupitos de licor hacían que pasaras de bebido a más borracho? Se tambaleó y cayó contra mí, y yo tuve que ayudarlo a entrar en el taxi.
Ahora estaba sonriendo y riéndose en pequeños espasmos.
―¿Qué es tan divertido?― pregunté.
―Nada,― rió tontamente. Que me jodan. Oh Sehun solo rió.
―Dime.
―Mm mm,― sacudió su cabeza, luego trató de leer la hora en su reloj. Entrecerró los ojos y levantó la muñeca hacia su cara.
―¿Q'hora ess?
―Tarde,― le dije. ―O temprano más bien. Hora de que estemos en la cama.
Sus ojos bien abiertos se abrieron aún más mientras sonreía pícaramente y se inclinaba hacia mí.
―¿En serio? ¿Es eso así?
―Sabes lo que quiero decir.
―No deberías decirme cosas como esa,― arrastró las palabras. ―Ha passsado mucho tiempo para mí.
¡Mierda! Ahora eran mis ojos los que estaban bien abiertos y mi sonrisa incluso más, pero el taxista nos interrumpió.
―¡Eh! Llegamos.
Rápidamente entregué la tarifa al taxista, y ayudé a salir del coche a Sehun. Seguramente podía permanecer de pie él mismo, pero entonces yo no hubiera tenido una excusa para poner mi brazo alrededor de su cintura. Y él no hubiera tenido una excusa para tener su brazo alrededor de mí.
Trastabillamos hacia su porche delantero.
―¿Estás bien, campeón?
Sehun dejó de caminar.
―¿Campeón? ¿Qué mierda de nombre es ese?
―¿Cómo te gustaría que te llamara?― pregunté. ―¿amigo, compañero, colega..?
Se enderezó y empujó mi pecho.
―Puedes llamarme, lo mejor que nunca has tenido.
Se rió de mi expresión y sacó una llave de su bolsillo. Se la quité, creyendo que tenía más oportunidades de abrir satisfactoriamente la puerta y ayudarle a subir por las escaleras. Lo apoyé contra la puerta y me acerqué más de lo que se podía considerar correcto.
―¿Lo mejor, eh?― pregunté, mi cara a dos centímetros de la suya.
Soltó una risita y asintió mientras su sonrisa moría. Me miró con esa mirada, abrí la puerta y él casi se cayó dentro. Lo agarré antes de que golpeara el suelo, pateando la puerta, que se cerró de golpe, y ayudé a Sehun a entrar en la sala de estar.
Lo empujé sobre el sofá y arrastré la mesa de café. Sentado en ella, rápidamente me quité los zapatos y calcetines antes de agarrar el pie derecho de Sehun y quitarle el zapato.
Me miró. No dijo ni una jodida palabra. Solo levantó el pie izquierdo y lo arrastró sobre mi muslo, así que le quité ese zapato, también.
Y él estaba observándome. Su cabeza estaba descansando en el respaldo del sofá, sus ojos estaban fijos en mi cara. Lentamente, sonrió.
Evitando su mirada, miré hacia abajo, a sus rayados pies de Barrio Sésamo. ¡Jodidos Epi y Blas!
Enganché mis dedos por debajo de su calcetín y lo quité.
―Lo siento, Epi, tienes que irte.― Y luego hice lo mismo con el otro pie. ―Tú también, Blas. Pasenlo bien en el baño, chicos.― Eso hizo a Sehun reír.
Y por supuesto, entonces empezó a menear sus pies, por lo que los miré.
¡Mierda!. Grandes, pálidos y sin pelo. Hermosa estructura de huesos, impecables arcos. Sus pies eran perfectos para mí. Tuve que lamer mis labios y tragar, porque mi boca estaba repentinamente seca.
―¿Quieres un momento a solas con ellos?― preguntó, tratando de no reírse. Bastardo gracioso.
Me levanté, dejando sus pies caer sobre la mesa de café, luego me incliné sobre él y lo empujé hasta que estuvo tumbado sobre su espalda. Jadeó cuando corrí mis manos sobre sus caderas hasta que encontré lo que estaba buscando. Alcancé su bolsillo y saqué su teléfono.
Sosteniendo este, agarré su mano y lo hice volver a sentarse.
―¿Qué creías que buscaba? ―Pregunté sugestivamente. Puse el teléfono en mi mano y miré sus oscuros ojos. ―De todas formas, deja en paz mi cosa con los pies― le dije, ―Y yo dejaré en paz tu cosa por los calcetines.
Se rió y me senté a su lado. Solo, que no simplemente me senté cerca de él. Me acurruqué en él, bien cerca, apoyando mi cabeza en su pecho, empujé mis pies contra los suyos. Mi pie izquierdo dando un golpecito en su pie derecho, y mi pie derecho descansando encima de este.
Sehun se congeló, inseguro de qué hacer. Era un poco extraño, peculiar. Pero era un poco jodidamente bueno, también.
Sostuve el teléfono y tomé algunas fotos de nuestros pies. Moví mis pies alrededor un poco, tratando de coger diferentes ángulos, pero dejando claro que eran dos hombres en una íntima, pero no sexual, postura, sencillamente abrazándose en el sofá.
Demasiado limitado para disparar en esta posición, me levanté y arrastré a Sehun a la cocina conmigo. Podía decir que su entusiasmo estaba empezando a disminuir y la fatiga estaba tomando su lugar.
―Sólo unos cuantas más,― dije, sabiendo que él no querría estar tan cerca de mí a la luz del día.
Lo empujé contra el mostrador de la cocina y me coloqué entre sus piernas. El ángulo no era tan bueno, pero el cambio de posición era para algunas fotos, de todos modos. Sehun tenía sus manos en mis caderas, y apoyó su frente en mi hombro. Podía sentir el calor de su aliento en mi piel, y durante un largo momento, me olvidé del teléfono en mi mano. Lo único en lo que podía pensar era en él.
Cómo de cerca estaba. Cómo se sentía. Cómo olía. Necesitaba gobernar sobre este deseo, esta necesitad. Estaba aquí para hacer un trabajo...
Pero estaba en esta cocina, después de una noche de bebida y baile, presionando mis caderas en las suyas, queriendo hacer mucho, mucho más. Muchísimo. Más. Sehun se dio cuenta de que había parado de hacer fotos y levantó su cabeza de mi hombro para mirarme. Supe que él vio lo que no quería que viera. Podía verlo. Podía sentirlo. Yo sabía que podía.
Yo lo quería. No solo lo quería. Estaba empezando a gustarme de verdad. Joder.
Él lamió sus labios y se inclinó hacia delante, y me di cuenta que estaba a punto de besarme. Y entré en pánico.
Lo quería. Joder, lo quería. Pero necesitábamos concentrarnos en el trabajo.
Antes de que sus labios encontraran los míos, susurré.
―Date la vuelta.
Sus ojos se cerraron y tragó saliva, pero lo hizo. Lentamente, se dio la vuelta, por lo que quedó frente al mostrador, y su culo vestido de vaqueros estaba delante de mi polla. Envolví mi mano libre alrededor de su cintura y lo empujé contra mí.
De alguna manera, me las arreglé para tomar unas fotos de nuestros pies. Bueno, creo que sí. Al menos, esperaba que fuera eso lo que hice. Él gimió, y con mi mano, empujé su hombro hacia abajo en la isla de la cocina.
No pude evitarlo. Empujé contra él casi salvajemente, así que sus talones dejaron el suelo mientras se inclinaba hacia delante de puntillas. Con mis pies entre los suyos en estas fotos, no había malinterpretación en nuestra posición.
Sehun gimió sobre isla de la cocina.
―Oh, joder.
Puse el teléfono en el mostrador a su lado y agarré la parte superior de sus hombros, tirando de él hacia arriba. Susurré contra la parte posterior de su cuello.
―No me tientes.
Se movió tan rápido que apenas lo vi, pero se giró para encararme, y con dos fuertes manos y en dos largos pasos, me empujó contra la nevera. Su pecho estaba agitado, sus ojos eran oscuros y salvajes. Podía sentir todo su frente contra el mío.
Él estaba duro. Y yo también.
Sus ojos parpadearon de mis ojos a mis labios, y supe que era eso. Él iba a besarme. Y yo lo iba a dejar. Él debió haber visto el consentimiento en mis ojos porque entonces sus labios estaban en los míos. Sedoso, cálido y húmedo, sus labios se abrieron y se cerraron. No fue un casto primer beso.
Él era exigente, urgente, y mi boca se abría para saborearlo, para sentir su lengua, para beberlo.
Su lengua invadió mi boca y todos los pensamientos coherentes fueron reemplazados con ráfagas de calor atravesando mis venas y poniéndome piel de gallina.
Mis manos sujetaron su cara, y podía sentir su mandíbula moviéndose, abriéndose y cerrándose, mientras nos besábamos. Algo en mi cerebro estaba diciéndome que parara esto.
Pero en vez de retirar mi boca, mis manos lo sujetaron más fuerte.
En vez de decirle que no deberíamos hacer esto, el único sonido que podía hacer eran gemidos.
En vez de resistirme, en vez de parar este beso, este jodidamente delicioso beso, le besé más fuerte.
Él gimió, y justo allí, en su cocina, yo lo quería. Quería sentirle pulsando en mi mano, en mi boca. Quería probar su sudor. Quería probar su semilla. Quería follarlo. Quería que me follara.
Bajé mis manos por su pecho, sus costillas, hasta sus caderas, y lo empujé bruscamente hacia mí, machacando nuestras pollas juntas. Retiré mi boca, para respirar, para decirle lo que quería.
―Para.
La palabra, aunque apenas fue un soplo, sonó fuerte, y definitiva.
Y cuando se separó, con ojos abatidos, me di cuenta de que la palabra vino de mí.
Retrocedió, sus labios hinchados, su respiración irregular, y el rechazo escrito claramente en su cara.
―Sehun, ―dije, tratando de recobrar la respiración. Levantó su mano para detenerme, y sacudió su cabeza, tomando otro paso lejos de mí.
―No.
Fui rápido en cerrar la distancia entre nosotros, y agarré su brazo. Él pensó que le había rechazado. Él estaba herido. Yo lo había herido.
―Mírame,― le dije. Lo hizo, pero sus ojos eran cautelosos y defensivos. Tomé su mano y la sujeté contra mi mástil. ―¿Sientes eso?― sus ojos se ensancharon, pero jadeó y asintió. ―¿Sientes lo que me haces?― pregunté. ―Tienes que saberlo, Sehun lo quiero... pero no así. No bebido, no a las tres de la mañana,― señalé con la cabeza hacia la otra habitación. ―Y no con ese jodido reloj corriendo contra nosotros. Necesitamos tener este trabajo hecho. Necesitamos enfocarnos en eso.― y creo que él lo pilló. ―Quise decir lo que dije esta noche,― le dije. ―Cuando este contrato sea efectivo, nosotros saldremos otra vez. Cuando no estemos trabajando, haremos esto correctamente.― Su cara cayó, pero asintió.
Toqué su cara, y mi gesto le hizo mirarme. Me incliné y besé su mejilla.
―Vete a la cama. Yo terminaré aquí abajo.
Sonrió, o algo así, se dio la vuelta y salió. Pude oírle subir las escaleras, y entonces estuve solo.
Acababa de rechazar a Oh Sehun. Acababa de rechazar al jodido Oh Sehun.
Mi polla estaba doliendo, y yo tenía una urgencia intempestiva de golpear mi cabeza contra la mesa de la cocina. Tal vez la privación de sueño y el exceso de trabajo condujeran hacia la locura, porque Park Chanyeol no rechazaba hombres como Oh Sehun.
Excepto que lo acababa de hacer.
Apagando las luces, troté por las escaleras, arrastrándome a la cama y tratando de no pensar en lo que eso significaba.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 6| 65horas ChanHun
CAPÍTULO 6 ―Soy...ambidiestro.
40: ... y alguna hora...no tengo ni puta idea de cuál es el tiempo. Cinco escoceses y un Sehun borracho hicieron que no me importara mucho.
―¿Por qué no simplemente grabamos a otros tipos?― dijo Sehun gritando en mi oído, hablando sobre la música. Él estaba nervioso, tratando de librarse de bailar conmigo. Pero él no podía engañarme.
Él malditamente lo quería. Él no estaba protestando a eso demasiado.
Estaba allí, en sus ojos, brillantes y penetrantes, nadando en cinco chupitos de escoces. Me incliné para hablar en su oído.
―Porque no tengo una advertencia legal a mano. No quiero que nos demanden la semana que viene, y no les estamos pagando.― Di un paso atrás, sonriéndole, y le hablé lo suficientemente alto para que pudiera oírme. ―¡Y no me quedan condones gratis!
Cuando el camarero me dio la ronda número seis, ordené una más. Me giré para darle a Sehun su bebida, con la cual brindé con mi vaso, y me tragué la mía de un solo golpe. Puse mi vaso vacío en la barra, y Sehun me estaba observando, mi cara, mis manos. Él estaba realmente dándome un repaso, y eso me hacía más feliz de lo que debería.
Sonriendo, me encogí de hombros.
―Ahora, ¡bebamos! Tenemos trabajo que hacer.
Tragó el licor, afectado ante la quemazón, y cuando sus ojos se reabrieron, estaban suaves y lánguidos. Yo no soy en su mayoría un bebedor, y por lo que podía decir, Sehun lo era incluso menos. Yo tenía un zumbido de embriaguez, la habitación era una bonita mezcla de color, sonidos y hombres.
Pero creo que Sehun estaba un poco más que achispado. Él tenía una sonrisa perezosa y una mirada perdida en sus ojos. Y yo pienso que él simplemente pasó de guapo a lindo.
¿Podía ser ambos? Empezó a reír tontamente, y eso era un jodido definitivo 'sí'. Él era más que definitivamente guapo y lindo.
―¿Estás bien allí?― le pregunté, incapaz de evitar sonreírle. Él me sonrió y asintió. ―¿Qué es tan divertido?
Soltó una risita, de nuevo y sacudió su cabeza. ―No puedo creer que esté aquí,― dijo. ―Contigo.
Conmigo. Eso era algo raro para matizar.
―¿Algo malo el estar aquí? ¿Conmigo?
Sacudió la cabeza. ―Absolutamente no,― dijo. ―Nunca pensé ni en cien años que estaría, eso es todo.
Tenía un poco olvidado que esto era raro para él, estar en un club gay lleno de hombres medio desnudos.
―Entonces deberíamos volver,― dije. ―Después de que este acuerdo con Lurex esté hecho, tú y yo saldremos otra vez.
Él tragó y asintió, y luego sonrió. No podía decir si era una sonrisa insegura de no-lo-creo, o una sonrisa tímida de me- gustaría-eso. Y no podía, por más que lo intentara, decidir cuál era la que quería que fuera. ¿Quería socializar con un tipo, que hasta ayer a estas horas, ni siquiera me gustaba? ¿Quería que volviéramos a lo que estábamos? ¿Sin hablarnos, despreciándonos el uno del otro, o quería conocer a este tipo?
Estaba bastante seguro de que quería que fuera esto último. Y cuando digo conocer a este tipo, quiero decir conocerlo muy, muy bien...
―Aquí,― añadí, entregándole su otra copa, antes de que mi excesivamente-pensante cerebro escapara de mí. Agarré mi bebida, y antes de que Sehun tomara un trago de la suya, terminé la mía. Sí, así que pagaría por ello mañana, pero lidiaría con eso luego. Mañana.
Necesitaba pasar a través de esta noche, primero. Miré a los tipos a nuestro alrededor, buscando a alguien que se viera lo suficientemente digno de confianza. Y lo encontré...o, mejor dicho, la. La llamé, y ella se acercó a donde estábamos.
―Hola, chica guapa,― dije. ―¿Te importaría ayudar a un chico hermoso en peligro?
―Oh, cariño, ― dijo dramáticamente, poniendo su mano sobre su corazón. ―¿Qué puede una chica hacer para ayudar?
Miré a Sehun y deseé poder tomar una foto. No tenía precio. Estaba mirando a la drag-queen, casi boquiabierto. Parpadeó, luego parpadeó otra vez.
―Chanyeol y Sehun,― dije, haciendo las presentaciones. A lo que ella respondió, extravagantemente, ―Ellie Tzarr.― Su piel bronceada se destacaba de su abultado cabello rosa y su sombra de ojos a juego, vestido de lentejuelas. Ella era fantástica.
―Bueno, Ellie Tzarr,― continué, acercando a Sehun. ―Mi chico aquí y yo, necesitamos a alguien que nos grabe bailando.
Eso atrajo la atención de Sehun. Él paró de mirar boquiabierto a la mujer a nuestro lado, y ahora estaba boquiabierto hacia mí.
Volví a mirar a Ellie y le dije: ―Mira, estamos tratando de llevar algo del orgullo en el comercial mundo de la publicidad. Creemos que ya es hora de que el mundo real nos vea realmente,― dije, agitando mi mano hacia El club de los hombres. ―Solo algunas secuencias naturales en este teléfono de aquí, justo aquí en la pista de baile. ¿Quince minutos de tu tiempo?
Ellie asintió entusiastamente, dando una breve explicación de que ya era hora de que alguien tomara posiciones contra los grandes gigantes corporativos y cómo de valientes éramos por intentarlo.
No me molesté en decirle que había una fina línea entre valiente y loco, y que a las 10:15 de la mañana del lunes, no estaba seguro de en qué lado de la línea estaríamos.
La di un saludo con mi sombrero imaginario.
―Querida, estaríamos muy agradecidos.
Ella sonrió todo lo tímida que podía parecer, bateó sus falsas pestañas, y dijo:
―Bueno, ¿quién puede rechazar a un caballero como tú?
¿Ves? Vendiendo hielo a los esquimales. Realmente, esto es para lo que nací. Me quité mi camisa y la metí en el bolsillo de atrás. Yyyyy, Sehun estaba de nuevo boquiabierto. Hacia mí, hacia mi pecho, mi estómago. Miré hacia abajo mientras frotaba mis abdominales, luego miré directamente a Sehun.
―¿Te gusta lo que ves?
Él no respondió con palabras, pero pude verlo tragar saliva. Y eso fue respuesta suficiente.
―¿Quieres saber cómo se siente?―  Sehun me miró, luego a la pista de baile.  ―Vamos,― le sonreí. ―Quiero ver a Epi y Blas en acción.
Miró alrededor, luego a mí, claramente confuso.
―¿Quiénes?
Sonriendo, expliqué, ―Tus calcetines.
Reconocimiento parpadeó en sus ojos, y soltó una risita, aliviado. Creo. Él realmente debería relajarse y reír más porque realmente era hermoso.
Había pequeñas líneas de risa en la esquina de sus ojos y en el borde de sus rosados labios cuando sonreía. Una cosa que seis chupitos de scotch me dijeron fue, Oh Sehun redefinía el concepto de bien parecido.
Miguel Ángel no podía ni siquiera haberlo soñado.
Me imaginé que era mi primera y única oportunidad de tocar esta estatua de David viviente. Le pedí a Ellie que nos siguiera, y agarré la mano de Sehun. Llevándonos a la concurrida pista de baile, ni siquiera miré para ver si se oponía. Sabía que no lo haría.
Él lo quería. Jodidamente sabía que lo hacía. Cuando nos habíamos adentrado lo suficiente en la oscilante masa de cuerpos, me di la vuelta para que Sehun básicamente se me pegara. Le agarré la cintura y lo sostuve contra mí. Su boca se abrió, pero sostuve su mirada, esperando a que me dijera que no.
Por supuesto, él no lo hizo. Le sonreí abiertamente y rocé mi mano a través de su estómago, arrastrando mis dedos hacia su cadera. Cuando los deslicé en el bolsillo de sus vaqueros, se le salieron los ojos de las órbitas.
―¿Qué estás haciendo?
Se detuvo, aliviado, desilusionado, cuando saqué su móvil. Por supuesto, yo podía haber usado el mío, pero entonces no habría tenido una excusa para meter mi mano en el bolsillo de Sehun.
―Tentador, Sehun, pero necesitamos esto.― Dije, sosteniendo su teléfono. Encontré los ajustes de cámara y se lo entregué a Ellie. Ella estaba lo suficientemente cerca para que cualquier imagen que sacara mostrara la llena pista de baile detrás de nosotros. Lo quería sin ensayos, sin coreografía.
Miré a Ellie y usé mis manos, le indiqué que no captara las cabezas, solo torsos y caderas. Ella asintió en acuerdo y gritó,
―Acción, chicos.
Así que esto fue todo. Sin quitar los ojos de él, lentamente introduje un pie entre los suyos. Mis manos agarraron sus caderas, y presioné nuestros cuerpos juntos. Sus ojos estaban bien abiertos, y yo estaba esperando un gesto de vacilación, o arrepentimiento, que me dijera que parara. Pero no hubo nada.
Sus fosas nasales se ensancharon y su respiración se entrecortó. Y sin una palabra en absoluto, él me dijo que continuara.
Así que empecé a moverme. Lentamente, me mecí contra él al ritmo de la música. Lo sujeté, moviéndonos. Era consciente de Ellie grabando, moviéndose a nuestro alrededor, pero estaba concentrado en el hombre entre mis brazos. Pude sentir el momento en que se rindió; se relajó, moviéndose con fluidez, y sus manos se apoderaron de mis costados. Dejé mi cara contra su cuello y oído, respirando en el pelo de su nuca.
Podía sentirlo. Todo de él. Su pecho, sus abdominales, su pene cubierto por sus vaqueros, sus muslos, sus manos sobre mí.
Y no iba a mentir. Se sentía jodidamente bueno. Se sentía... genial. Supe que él podía sentir mi endurecido miembro. Eso debía sorprenderme, o al menos recordarme que trabajaba con este hombre, tenía que enfrentarlo con la cruda luz del día. Pero no lo hizo.
Quería que él me sintiera. Quería que supiera que me gustaba. Quería que supiera lo que me estaba haciendo. Entonces él movió sus manos. Una se deslizó por mi cintura para agarrar mi cadera. Justo cuando pensé que estaba a punto de pararme, su otra mano se deslizó a la parte baja de mi espalda, y me atrajo más cerca de él.
Creo que gemí. Sé que me estremecí. Lo sé porque él se rió entre dientes ante mi reacción. El sonido hizo cosquillas en mi cuello, y su pecho vibró contra el mío. Solo para poder ver su rostro, ver su reacción, tiré mi cabeza hacia atrás para mirarlo mientras corría mi mano por su espalda y palmeaba su culo.
Entonces él gimió.
Y él se estremeció. Y fui yo quien rió. No estoy seguro de cuantas canciones bailamos así...moliéndonos, balanceándonos. Jugando con fuego.
Y se me había olvidado todo sobre la grabación. Él respiró en mi piel, sus manos sujetándome, el hueso de su cadera estaba provocando a mi polla. La música era fuerte y atrayente, el calor de su cuerpo, de los otros hombres, consumía. El vaivén de la pista de baile nos movía. Podía sentir la vibración en mi pecho.
Yo podía sentirlo también. Joder, podía sentirlo. Sus largos dedos clavándose en mí, sus manos, que eran tan seguras y demandantes. Movió sus caderas, balanceándose conmigo, y mientras se presionaba contra mí, necesitando fricción, pude sentir cómo de encendido estaba.
Me giré en sus brazos y froté mi culo contra su erección. Sus dedos excavando mis caderas. Su piel estaba tan cálida, su pecho se expandía contra el mío con cada respiración que tomaba y yo incliné la cabeza contra su hombro y él gimió en mi oreja,
―Mmmmm―. Frotó su polla contra mi culo. ―¿No pensaste que te gustaría eso?
Sonreí ante la pregunta implícita. Él quería saber si yo era activo o pasivo. Riendo entre dientes, me di la vuelta en sus brazos, fusionando juntas nuestras caderas, y le dije.
―Soy ambidiestro.― Sus ojos rodaron cerrados y gimió. Juro que pude sentir su polla sacudirse.
Mis sentidos no se perdían ni una maldita cosa.
Desafortunadamente, eché palabras fuera de mi boca sin haberlas filtrado primero.
―Joder,― gemí. ―Eres jodidamente caliente.
Sus manos se detuvieron en mí, sólo una fracción, y su ritmo vaciló. Así que tiré de mi cara hacia atrás y le miré a los ojos.
Estaban ligeramente ensanchados con sorpresa y vulnerabilidad, pero estaban oscuros y profundos por el deseo.
―Es cierto,― le dije. Rodé mis ojos juguetonamente, ―Cómo si no lo supieras.
Parpadeó, y me di cuenta de que era una clara posibilidad que realmente no supiera cómo otros hombres lo veían. Sacudí mi cabeza y lo giré para que su espalda estuviera presionada contra mi pecho desnudo y su culo estuviera contra mi polla. Le dije a su oído,
―Mira a tu alrededor, Sehun, todos los ojos están en ti.
Lo hizo, y pudo verlo, como ellos lo miraban, como deseaban estar bailando con él, como deseaban tener sus manos en él.
Me incliné sobre él, y mis labios cepillaron su oreja mientras le hablaba.
―Desearían estar donde estoy yo.
Lo hice girar de nuevo para poder mirarlo. Sus mejillas estaban teñidas de un rosa que hacía que sus labios abiertos parecieran rojos. Entonces, ¡mierda! Su lengua se deslizó a través de su labio inferior.
Gemí. En voz alta.
―Oh, joder,― dije mirando a otro lado. ―No hagas eso.
Así que él chupó su labio inferior entre sus dientes. ¿Estaba tratando de matarme? Mis ojos se cerraron, ardiendo con la imagen en mi cerebro. Todavía estaba pegado a su cadera. Podía sentir como reaccionaba al baile conmigo. Seguramente, sin duda, él podía sentir lo duro que estaba.
Deslicé mi mano alrededor de su mandíbula y mi pulgar empujó en sus labios a través de sus dientes.
Me preguntaba si sabía cómo de jodidamente cerca estaba de besarlo justo allí.
Quería besarle. Quería sentir sus labios contra los míos. Quería su lengua en mi boca. Quería sentirlo, quería saber cómo era su sabor. Necesitaba saberlo.
Necesitaba sentir sus labios, su lengua...
Necesitaba... Necesitaba... ... hacer mi trabajo.
Dejando caer mis manos de él, tomé una profunda respiración y di un paso atrás. Ellie devolvió a Sehun su teléfono.
―Niños, pueden bailar para mí cuando quieran,― ella gimió, abanicando su cara teatralmente con su mano. ―Ahora, necesito encontrar un hombre que apague este fuego.― Sopló un beso a ambos y se alejó.
Antes de que Sehun pudiese hablar, le conduje fuera de la pista de baile hacia una tranquila esquina. De cara a él, agarré y reajusté mi estrangulada dureza, y Sehun no pudo disfrazar su sorpresa ante mi descarada admisión de estar excitado.
Me encogí de hombros.
―Estabas jodidamente matándome allí,― señalé con la cabeza hacia la pista de baile.
Miré con atención a su entrepierna...o más importante, al bulto más que evidente en sus vaqueros.
―¿Matándote a ti también, eh?
De acuerdo, así que eso hizo que su mandíbula se descolgara.
―Vamos,― le sonreí, conduciéndole a la salida. ―Ese maldito reloj que tienes en casa está corriendo sin nosotros.
2 notes · View notes
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 5 | 65horas ChanHun
CAPÍTULO 5 ―No estoy...lo suficiente borracho.
39:20 (que equivale a las 20:00 del sábado)
―Sehun,― dije, otra vez, mientras rebuscaba en su armario. ―Vamos a hacer esto.
Sus labios se apretaron en una delgada línea, y él resopló. Quería irse, me di cuenta. Pero estaba asustado. No es que fuera a admitirlo.
Cambié mi enfoque.
―Es estrictamente por trabajo. Piensa en ello como producto; grupo de proyecto, investigación del objetivo. No tenemos que permanecer mucho tiempo.
Podía ver la batalla interna en sus ojos, pero él no iba a ceder. Era muy duro de convencer.
Tiré una camisa y suspiré.
―De acuerdo, Sehun,― dije, sin nada de paciencia. ―siéntete libre de quedarte. Pero he tenido mi cabeza en este proyecto por cerca de veinticuatro horas. Voy a quedarme bizco mirando a la pantalla del maldito ordenador preparando esas fotos. Voy a salir,― dije, sin dejar espacio para la réplica. ―Hay al menos dos o tres clubs gay, y afortunadamente, algunos hombres que estén dispuestos ser comidos esta noche.
Saqué mi camiseta por la cabeza y la lancé a la cama de Sehun, sostuve su camiseta, pretendiendo echarle un vistazo, pero realmente dándole tiempo más que de sobra de tener un vistazo de mí sin camiseta. Esperé hasta que sus ojos fueron de mi pecho a mi cara antes de sonreír. Desvió la mirada rápidamente, como si no le gustara lo que vio, pero un ligero rubor le delató. Sonriendo abiertamente, me puse la camiseta que tenía en mi mano. Era una de Sehun.
Él aclaró su garganta.
―Es una camiseta del gimnasio,― Sehun me informó. Oh, por favor. Era una camiseta ajustada, negra, y sin mangas que mostraba mis pectorales y bíceps perfectamente, y probablemente costaba más de lo que la mayoría de la gente ganaba en un día. Le sonreí.
―Con un poco de suerte, no la llevaré mucho tiempo.
Tragó saliva y parpadeó, y yo sabía que casi lo tenía. Pasé por su lado, regresé a la planta de abajo, poniéndome mis zapatillas y tomando la primera bolsa de delicias Lurex. Le di a Sehun un guiño.
―Solamente con propósitos de investigación, por supuesto.
Su mandíbula se hinchó mientras apretaba sus dientes, y sus fosas nasales llamearon. Creo que era su mirada cabreada, pero era jodidamente caliente. Gruñó.
―Iré si volvemos sobre las doce.
―Dos,― regateé.
―Una.
―Hecho.
Me hizo una mueca, pero bajó las escaleras de dos en dos y regresó medio minuto más tarde. Él estaba llevando sus vaqueros azules y una camiseta gris oscura. No era nada extraordinario, pero verlo vestido con otra cosa que no fuera una camisa de botones era algo un poco especial.
Especialmente una que le abrazaba de esa manera. Obviamente fui atrapado mirando.
―¿Qué?― dijo a la defensiva. ―Hago ejercicio.
―Puedo decirlo, ―dije, arrastrando mis ojos desde la cabeza a los pies. Bueno, hasta sus calcetines...sus multicolor y a rayas calcetines de Barrio Sésamo...―¿Epi y Blas? ¿En serio? Por el amor de Dios y de Armani, debo comprarte algunos calcetines.
Él sonrió espectacularmente.
―No critiques los calcetines.― Luego se puso sus zapatos y se puso de pie. ―Nos marcharemos a la una, esto es para investigar únicamente, y no beber.
37:15
―Dos escoceses, por favor.― Ordené sobre la barra, y tendí uno a Sehun.
Rodó sus ojos, pero lo tomó. Era su tercero, y creo que estaba un poco borracho. Había sido como un niño en una tienda de golosinas desde que entramos, mirando cada tipo de golosinas que podía. Y ellos le estaban mirando también...Bueno, más bien lo follaban con los ojos.
No puedo decir que los culpe. Era un Adonis, su esculpida cara, su jodido cabello, no tenía incluso que intentarlo. Él era simple-jodidamente hermoso.
Había estado muy nervioso cuando llegamos. Casi se había escondido detrás de mí, como si fuera a ser visto por alguien que pudiera reconocerlo.
―Vamos, Sehun.― Dije suavemente. ―Tienes la excusa perfecta para ir de clubs, beber un poco, bailar un poco...esto está totalmente relacionado con el trabajo. Estamos aquí estrictamente por negocios.
Rodó los ojos, y exhalé sonoramente, pero al menos conseguí que atravesara la puerta.
Le mostré al tipo de seguridad lo que llevaba en la bolsa de papel. El grande y corpulento tipo miró la bolsa de condones, luego a nosotros.
―Un poco ambiciosos, ¿no?
Le di un guiño y un golpecito en mi imaginario sombrero. ―Nunca tengo mis ambiciones mezcladas con mis capacidades.
Sonrió, sacudió su cabeza y nos saludó con la mano. Eso fue hace como una hora.
Sehun había tomado unas cuantas copas. Podía decir que quería bailar, pero él no tenía el valor de salir a la pista de baile, entre ese mar de hombres, por sí mismo. El sitio todavía no estaba muy lleno. Yo necesitaba esperar un poco más...
Así que decidí preguntar a Sehun algunas cosas. No era del todo desafortunado que tuviera que inclinarme realmente cerca para hacerme oír.
―¿Alguna vez has ido a clubes con...comosellame?― recordaba el nombre del tipo, Kangho, pero actuar como si su ex fuera olvidable parecía una buena idea.
Sehun frunció el ceño y sacudió su cabeza.
―No...él quería pero...
―¿Han salido aunque sea? ¿Cenar, películas?
Se tragó su escoces, apurándolo. Lo pude oler persistiendo en su aliento.
―No. A menos que saliéramos fuera de la ciudad,― dijo. ―¿Es de extrañar que me haya dejado? ―Dijo en voz alta en mi oreja, hablando sobre la música.
Estaba deseando que fuera una pregunta retórica, porque estaba seguro como el infierno que no quería responderla. En su lugar, dije.
―Pero pasar todo el tiempo dentro tiene sus beneficios también, ¿no?
Resopló hacia mí, pero me dio una media sonrisa.
―Sí, supongo que lo hizo.
Reí. ―Estoy seguro de eso. Así que,― dije mirando alrededor de la multitud. ―¿Ves a alguien con el que tal vez quieras pasar un tiempo dentro?
Su ceja se apretó de nuevo, y casi frunció el ceño.
―Pensé que estábamos aquí para trabajar―, dijo. Y se dio cuenta, al mismo tiempo que yo lo hacía, de lo cerca que estábamos... casi tocándonos... casi. Y dio un paso atrás, lejos de mí, poniendo algo de distancia entre nosotros.
El club estaba empezando a llenarse de cuerpos, algunos totalmente vestidos, algunos no. Pretendí explorar el piso, pero realmente solo estaba observando a Sehun, cuando algún tipo al azar se aproximó a él y le pidió bailar. No se veía mal, si te va el tipo de donde está Wally. Yo estaba indeciso. ¿Intervengo? ¿Le digo al tipo ni-en-tus-mejores-sueños, que se esfume, o dejo que Sehun vaya con él?
Antes de que pudiera intervenir, Sehun dijo lo más amable.
―Estoy aquí más o menos con alguien.
Estoy aquí más o menos con alguien. Yo. Él estaba aquí más o menos conmigo. Yo ni siquiera intenté detener la sonrisa. 'Donde está Wally' desapareció entre la multitud, lo que los tres-escoceses hacían digno de reírse, y me reí.
―¿Qué?― espetó.
Incliné mi cabeza a un lado y lo miré. ―Si estás aquí conmigo, entonces bailarás conmigo.
―N-n-n-o, no puedo,― dijo, sacudiendo su cabeza.
―Estupideces,― le confronté. Acercándome a él, su cara apenas a dos centímetros de la mía. Dije, ―No hay nada que no puedas hacer.
Y tuvimos otro de esos momentos. Justo allí. Él mirándome, seriamente, pero del modo de una promesa silenciosa, y yo le devolví la mirada.
Tragó saliva y apartó los ojos, rompiendo nuestra mirada.
―¿Tal vez otra bebida...?
Sonreí. ―Seguro.
Esta vez, cuando me ofreció la bebida, la tomé con mi mano derecha y posé la izquierda en la parte baja de su espalda. Inclinándome, muy cerca, le hablé al oído.
―Trabajo primero. Luego bailamos.
―¿Qué tienes en mente?― preguntó. Pude sentir la calidez de su respiración en mi cuello.
―Pegados, bailando lento, moliendo las caderas, manos errantes.
Pude sentirlo congelarse. Después de dos latidos dijo, ―Quiero decir con el trabajo. ¿Qué tienes en mente con el trabajo?
Retrocedí un poco, para poder ver su cara, y sonreí.
―Oh, eso...
Quitó la mirada, pero las esquinas de sus labios se curvaron mientras trataba de no sonreír.
Terminé mi copa de un trago y esperé a que Sehun hiciera lo mismo antes de agarrar su mano, arrastrándolo a través de la multitud hacia la cabina del DJ.
Salté dentro, pero Sehun no hizo lo mismo. Me giré a mirarlo, y él me miró, un tanto desconcertado.
―¿Qué infiernos piensas que estás haciendo?
Sonreí y le guiñé un ojo, luego me incliné y llamé al DJ. Puse en marcha mi encanto, guiñé y puntualicé cada elogio con hoyuelos. También pedí cinco minutos para hablar. Le entregué un puñado de chucherías de Lurex, agregué un anillo de polla, y paró en seco la música.
Así de fácil, cada hombre en la pista de baile y los de la barra, volvieron la cara hacia nosotros. Era el momento.
Ahora o nunca.
―Buenas noches, chicos,― comencé. ―¿Quieren echarle una mano a un simpático chico esta noche? Necesito un poco de ayuda.
Hubo algunos gritos de como exactamente algunos les gustaría ayudarme, de una manera físicamente gratificante. Eso me hizo sonreír y reír tímidamente, todo por el espectáculo, por supuesto.
―Primero,― dije bien alto, ―Necesito a mi pareja del crimen aquí arriba conmigo.― Señalé a Sehun, quien miró con un cruce entre mortificado y lívido. Me acerqué, extendiendo mi mano hacia él y diciendo, ―¿El hombre más sexy de la sala traería, por favor; su sexy culo aquí?
Tomó mi mano, murmurando algo como, ―Qué mierda estoy haciendo,― pero saltó a la cabina para quedarse a mi lado. Y dio pie a más aplausos y aullidos.
Sehun me chistó en el oído. ―Ésta jodidamente me la debes.
―Solo empieza a grabar.― Siseé. Y lo hizo. Sacó su teléfono del bolsillo, ajustando en la pantalla las opciones de la cámara, y empezó a grabar.
Me volví hacia la multitud.
―Bien chicos, tengo algunas preguntas realmente rápidas.― Metí la mano en la bolsa de condones y lubricantes, saqué una muestra al azar, y la levanté para que todos la vieran. ―Productos Lurex cotidianos...seguro los han visto. Los han usado. Quiero saber lo que les gusta de ellos.
Silencio. Jodido silencio. Necesitaban un empujón.
―¿Quieren saber qué odio sobre el envoltorio habitual del producto?
Esta vez hubo un silencio de atención. Ellos estaban escuchando, al menos.
―Odio que cada maldita pareja, en un paquete de condones, es hetero.
Silencio. Otra vez.
Entonces alguien rompió. ―¡Infiernos, sí!― algún tipo gritó. Así que le tendí un condón. Luego los otros empezaron a gritar cosas, y cada vez pasaba un puñado de condones y muestras de lubricantes.
―Sí, yo no quiero fotos de mujer en mi habitación.
―Sí, ¿dónde están las fotos de dos tipos?
―¿Por qué las compañías no usan fotos de dos hombres en sus preservativos?
―Porque ninguna compañía de anticonceptivos tiene las pelotas para hacerlo, ¡ese es el porqué!
Perfecto. Pero necesitaba controlar la dirección de esta investigación.
―¿Cuánto dinero a la semana gastaríais en estos productos?
―Diez.
―Quince.
―Veinte.
―¡Cincuenta!
―Mentiroso.
―¡Soy un ganador!― el tipo se defendió.
―¡Aquí!― Le grité al tipo, sosteniendo una variedad de paquetes de aluminio. ―En el nombre de la ayuda financiera y el sexo seguro, por favor, toma un puñado.
Y así el improvisado preguntas y respuestas siguió, todo grabado. Les hice preguntas hasta que no quedaron condones ni lubricantes. No en esa bolsa, de todos modos.
Habíamos leído estas estadísticas cien veces, las vimos en blanco y negro en todos los archivos de Lurex que habíamos memorizado en las últimas veinticuatro horas.
Pero oírlas directamente de la fuente era crudo, inédito y un poco brillante.
Agradecí a la multitud por su tiempo y paciencia, dándoles un saludo de mi sombrero imaginario y pidiéndole al D.J. que por favor hiciera bailar a los chicos guapos.
Fue entonces cuando miré a Sehun. Él estaba sonriendo, y mirándome directamente. Incluso sobre el comienzo del pum, pum, pum de la música, pude oírle cuando dijo.
―Eso fue...
―¿Jodidamente brillante?― puntualicé. Él sonrió y sacudió su cabeza.
―Iba a decir que fue un placer para mirar.
¡Mierda! Creo que Oh Sehun acaba de hacerme un cumplido. O eso, o simplemente coqueteaba conmigo. Bien, sea lo que sea, me hizo sonreír.
Del tipo sonrisa de doble hoyuelo. Realmente había mucho que podría haber dicho o insinuado, pero me conformé con inclinarme hasta estar cerca de su oreja. Le dije:
―Primero bebemos.― Me aparté para poder mirarlo a los ojos. Nuestras caras estaban pegadas, sus ojos estaban oscuros.
Sonreí.
―Luego bailaremos.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 4| 65horas - ChanHun
CAPÍTULO 4 ―Estoy...simplemente empezando.
52:00 Eran apenas las seis de la mañana cuando me desperté con la seguridad de que no estaba en mi cama. Luego recordé...Sehun.
Podía oír la ducha, así que él también puso su alarma para despertarse antes que yo, o él no duerme demasiado.
Nunca me despierto de un humor especialmente bueno. Pero pensando que yo también podía empezar, me dirigí a la planta baja en busca de cafeína y comencé a rebuscar en los armarios de la cocina para ver si podía encontrar café. Detecté los granos, las tazas y la máquina, y la encendí.
Si fue la curiosidad, o una necesidad de saber más sobre el hombre, a pesar de que dije que no iba a mirar las fotos en la sala de Sehun, revisé las fotos en los marcos de la sala de estar. Supuse que eran en su mayoría fotos de familia, algunos amigos tal vez, pero sin duda no eran de Sehun-como-una-pareja- acoplada.
Él era gay. Jesús. De todas las cosas que esperaba que salieran de su boca, esa no era una de ellas.
No tenía ni idea. Literalmente, ninguna. Incluso a la luz del día, o después de unas cuatro horas de sueño, todavía no me entraba en la cabeza. Había visto a este tipo cada día en el trabajo, y ni una vez sospeché que fuera otra cosa más que hetero. La manera que reía y sonreía con las mujeres, como ellas flirteaban con él. Y todo este tiempo, él había estado viviendo una mentira.
Sin duda no le envidiaba eso. Había estado haciendo lo que mejor sabía hacer. Vender una imagen.
Sentí algo diferente hacia él ahora. Algo que no había sentido ayer cuando fui a trabajar. Y que me jodan...pienso que podría ser respeto.
En el momento que Sehun bajó las escaleras, le ofrecí una taza de café caliente. Él estaba recién duchado, oliendo y viéndose delicioso, su pelo era el desastre artístico. Me miró, sorprendido por el detalle del café.
―Gracias,― dijo en voz baja, inclinándose contra la mesa de comedor, cerca de mí.
Le di una sonrisa, y luego espié sus pies. Oh, joder. Miré de sus pies con calcetines a su cara.
―¿En serio? ¿Batman y Robin? ¿En serio, Sehun?
Él se rió. ―En serio.
Bendito fetiche-calcetín. Me reí entre dientes por mi divertido pensamiento.
―¿Qué otros pares tienes?― pregunté. Soltó una risita silenciosa, y levanté mi mano. ―No, espera. Pienso que debería preguntar por qué antes de qué,― dije, mirándole expectante.
―Bueno,― dijo, sorbiendo su café pensativamente. ―Es la única cosa que es auténticamente yo debajo de los trajes caros y la fachada hetero.
―¿Calcetines gays?
Él rió. ―Los calcetines no son gays.
Pedía a gritos que discutiera.
―Bueno, no son jodidamente heteros.
―Pensarás que estoy loco,― dijo, mientras sacudía su cabeza, sonriendo. ―Pero todo el mundo en el trabajo ve al Oh Sehun hetero,― dijo. ―Pero debajo de lo que ven, debajo de los trajes y los serios negocios, sé que los estoy llevando...no puedo explicar esto muy bien,― rió entre dientes. Luego suspiró y empezó otra vez, ―Los llevo todos los días para permanecer fiel a mí mismo.
Esto me sorprendió. No esperaba que hubiera una razón tan significativa detrás de sus estúpidos calcetines. Asentí y le sonreí.
―Una razón lo suficiente buena.― Él se encogió de hombros y sorbió su café.
Con mi taza en la mano, caminé hacia la repisa con las fotos.
―¿Quién es la pareja?
―Mi hermano y su mujer.
―¿Cómo de antigua es la foto?
―Unos seis meses,― él preguntó. ―¿Por qué?
―¿Harían una sesión de fotos?
―¿Para?
―Condones.
Sehun se atragantó con su café. Deduje que eso era un no. Traté de nuevo, de todos modos,
―Necesitamos una pareja hetero de prueba. Hoy.
Me miró, luego a la foto y de vuelta a mí. Su boca se abrió y se cerró, dos veces.
Sonreí.
―Fotografías de torso solamente, sin cara. Ellos serán irreconocibles.
Sus hombros se desplomaron.
―¿Tienes idea de lo difícil que él hará mi vida por los próximos once meses?
Bajé mi café.
―¿Mas difícil que tu padre si no logramos esto?
Fue un golpe bajo, y ambos lo sabíamos. Me frunció el ceño, pero yo había ganado. Él lo supo, porque suspiró en derrota.
―Si ellos son la pareja hetero, ¿a quién usaremos como pareja gay?― preguntó firmemente.
Le di una sonrisa enorme y moví mis cejas sugestivamente. Ahora, él era un hombre inteligente, no le tomó mucho tiempo darse cuenta. La taza de café se detuvo a medio camino de su boca abierta, y él me miró, sin parpadear, sin moverse, excepto por el tic en el rabillo de su ojo.
Tratando de no reír, dije, ―Tomaré una ducha rápida mientras llamas a tu hermano.― Cuando llegué a la puerta, me di la vuelta y pregunté, ―¿Tienes una cámara? Vamos a necesitar...
No me molesté en terminar la frase. Todavía no se había movido. O parpadeado. Debería haber apoyado el café antes de dejarlo caer.
Y realmente debería ver a alguien sobre lo del tic en el ojo.
48:00 Sehun suspiró en su teléfono.
―Sunhee, tengo que dejarte, están aquí, deséame suerte.― No tengo ni idea de lo que Sunhee le dijo, pero sus ojos se lanzaron hacia los míos, y él suspiró de nuevo antes de despedirse de ella. Ella era una buena asistente, yo le daría eso. Como mi Irene; organizada, elegante y parecía saber lo que quería antes de que yo se lo pidiera. No hablé mucho con ella, le prometí que estábamos siendo buenos chicos, jugando limpio y comportándonos. Diciendo adiós, le dije que la llamaría si necesitaba algo.
Sehun abrió la puerta principal, y su confiado hermano y su cuñada entraron, parándose cuando me vieron. Sehun hizo las presentaciones,
―Junmyeon, Seohyun, este es Chanyeol.
Sonreí y dije hola con un toque de mi sombrero imaginario. Junmyeon miró a Sehun, un poco confuso, pero Seohyun me miró y sonrió con conocimiento, al parecer. Oh, infiernos, no. Ella pensó que yo estaba aquí con Sehun, como en, con él. Lo cual significaba que Sunhee no era la única que sabía hacia donde iban las preferencias de Sehun.
―Park Chanyeol. Trabajo con Sehun,― expliqué, para beneficio de todos. ―Nosotros estamos trabajando ahora, en realidad, que fue por lo que Sehun los llamó. Fue idea mía.
Ambos me miraron. Me di cuenta de que si Sehun estaba poniendo en juego la relación con su hermano, yo podría también tomar parte de la culpa.
―Nosotros estamos desesperados por una pareja que esté en una sesión de fotos para una campaña publicitaria.
Sehun interrumpió, ―Papá organizó una reunión única para un contrato exclusivo y nos dio sesenta y cinco horas para ejecutar toda una campaña.
Junmyeon se encogió de hombros. Seohyun lo entendió primero.
―¿Cuál es el producto?
La miré directo a los ojos.
―Condones y lubricantes.
Sus reacciones fueron malditamente cómicas de ver. Incluso Sehun casi sonrió ante su reacción. Hasta que Junmyeon se giró y miró a su hermano.
―¿Qué carajos?
Pero continué hablando.
―Lurex está ofreciendo un contrato de publicidad, y tu padre lo quiere. Nos estamos presionando para lograr esto y realmente valoraríamos su contribución.
Junmyeon me miró y luego de nuevo a Sehun.
―¿Está hablando en serio?
Sehun asintió, pero pude ver que esto no iba a ser fácil. Me di cuenta de que mi mejor apuesta era Seohyun. Si ella estaba a bordo, Junmyeon lo haría. La miré,
―Fotos tranquilas, sin pechos, sin caras. Ambos tendrán la palabra final de las fotos elegidas. Prometo que nadie fuera de esta habitación sabrá quiénes son. Discreción total. Serán de buen gusto, tienen mi palabra.
―¿Qué nos llevamos a cambio? ―Preguntó ella.
―¿Seohyun?― Junmyeon gritó, mirándola con los ojos como platos.
Pero yo la respondí con, ―Una cálida sensación interior por ayudar a Sehun, y dos asientos preferentes de temporada para los Bears.
Recibí las entradas como parte de un trato el pasado mes...nunca me gustó realmente el beísbol, de todos modos.
47:30
―No puedo creer que esté haciendo esto,― Junmyeon refunfuñó.
―Yo no puedo creer que lo estés haciendo en mi cama,― Sehun rezongó.
―Seohyun, pon tu mano derecha más arriba,― instruí, mirando a través del objetivo.
Ellos estaban en la cama de Sehun, sobre sus rodillas, ambos sin camisa. Junmyeon estaba bien construido, sólido y obviamente cuidaba de su cuerpo. Seohyun tenía una atractiva silueta. Ellos no podían haber sido más perfectos.
Junmyeon tenía su espalda hacia mí, y todo lo que podía ver de Seohyun era su brazo, un lado de su cadera y su largo pelo rubio. Jodida perfección-de-manual.
Tomé varias fotos de costado. El brazo de Junmyeon o el pelo de Seohyun escondían las correas del sujetador, dando la impresión de desnudez. Había fotos de frente de Junmyeon, con las yemas de los dedos de su esposa deslizándose por debajo de la cintura de sus pantalones vaqueros, las fuertes manos de Junmyeon sobre la delgada cintura de su esposa y una vista trasera de Seohyun, con la cabeza echada hacia atrás, con los brazos de su esposo envueltos alrededor de ella.
Incluso me las arreglé para sacar algunas fotos de sus pies. Y eso me dio una idea.
―De acuerdo, Junmyeon,― grité. ―Puedes volverte a poner la camisa.
Le tendí a Seohyun su camisa, pero la pedí que se mantuviera sin sus pantalones.
―Necesito tus pies, por favor.
Los dejé de pie, abrazándose. Los pies masculinos de Junmyeon alineados por el dobladillo de sus pantalones vaqueros mientras Seohyun tenía un pie entre los de Junmyeon, el otro pie descansando sobre el de él. Sus uñas pintadas eran perfectamente femeninas en contraste.
Luego tomé fotos de ellos tumbados, con los pies de Seohyun enredados con los de su esposo.
Sehun se quedó en la puerta, aparentemente incómodo con la idea.
Junmyeon perdió el control, ―¿Por qué teníamos que quedarnos en ropa interior si solo querías fotos de nuestros pies?
―Oh,― dije con una sonrisa. ―Porque tienes unos pies hermosos.
Junmyeon miró a Seohyun y le dio un toquecito con el codo. ―¿Oíste eso, cariño? Tienes unos pies hermosos.
Cambiando la ubicación de la cámara de Sehun, lo miró y rió entre dientes.
―Oh, sí, Seohyun los tiene también.
Tomó un largo segundo, pero Junmyeon se quedó boquiabierto, a Seohyun le dio la risa floja, y yo miré a la puerta para ver la reacción de Sehun, pero él ya estaba bajando por las escaleras.
46:20
Sehun y su hermano estaban en la cocina ordenando la comida. Sehun pagaba, así que la lista de Junmyeon era larga.
Seohyun y yo estábamos sentados en la mesa del comedor.
―Eres muy bueno―, dijo ella, mientras avanzábamos por las imágenes digitales. ―Me gusta esta... y esta otra... ― ella estaba seleccionando sus preferidas de las fotos que podíamos usar. Ella tenía un buen ojo para los detalles, y me gustaron las que ella eligió. ―Las fotos de los pies son geniales―, dijo. ―Realmente muestran una pareja intimando sin verse los detalles.
Sonreí.
―Eso es exactamente lo que quería mostrar.
―Muy inteligente,― dijo ella con una sonrisa.
Yo expliqué,―He estado en suficientes sesiones fotográficas y he visto suficientes campañas publicitarias para saber cómo funciona, pero no soy un fotógrafo. Tendré que digitalizarlas antes de que hagamos algo.
Después de la preocupación, Junmyeon dejó la decisión a su esposa, y ella aprobó quince fotos en total. Coloqué un disco en mi ordenador portátil mientras explicaba al detalle lo que haría con las fotos durante las siguientes ocho o más horas. Cuando el disco se terminó de grabar, se lo entregué.
―Aquí está,― dije. ―Una copia de todas las fotos, haz con ellas lo que quieras.― Le guiñé un ojo y ella se rió.
―Así que, ¿tú y Sehun pasan algo de tiempo juntos...?― ella preguntó en voz baja, sugestivamente.
Ooh, sí. Ella lo sabía.
―Solo en el trabajo,― dije. ―E incluso entonces, no demasiado. Esta campaña,― dije, indicando los archivos en la mesa de al lado, ―es lo único que hemos hablado.
―¿Pero tú eres gay, verdad?― preguntó silenciosamente, con una sonrisa.
―Eso es lo que soy, señora.
Ella asintió. ―Estaba casi segura.
Sonriendo maliciosamente, elevé mi ceja en interrogación, y ella se explicó.
―Estaba semi-desnuda en la habitación de arriba contigo, y puedo asegurarte, que no era a mí a quien estabas mirando de arriba a abajo.
Me reí entre dientes y asentí.
―Cierto. Tu marido está de muy bien.
―También lo está mi cuñado,―dijo con aire de suficiencia. ―¿No lo crees?
Rodé mis ojos. ―Él no se ve bien.― Enmendé. ―Él es hermoso.
Ella sonrió tristemente.
―Desearía que saliera más. Él necesita a alguien, ¿sabes? Él ha estado solo por demasiado tiempo. Todo lo que hace es trabajar.
―Bueno, nuestro trabajo no deja exactamente mucho tiempo para una vida social.― Miré al maldito cronómetro. ―Ambos tenemos que trabajar durante las próximas 46 horas para tener esto hecho.
Entonces ella miró alrededor para asegurarse de que los hermanos estaban todavía a distancia. Ella susurró.
―¿Puedes llevarlo por ahí? Llevarlo a un bar, que se emborrache, encontrarle algún alto, fuerte y atractivo extranjero...― luego me miró y rectificó, ―o alguien alto, pelinegro, con orejas grandes...
Entonces miró para asegurarse de que los otros estuvieran fuera del área auditiva.
Me reí, pero tuve que admitirlo, era una jodida buena idea.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 3| 65horas - ChanHun
CAPÍTULO 3 ―Estoy...sin habla.
61:03 Sehun comenzó a catalogar productos y mercados de destino de campañas existentes contra los informes financieros de Lurex, mientras yo comencé una investigación a fondo sobre Lurex y sobre nuestra competencia. Y, lo que es más importante, investigación a fondo sobre aquellos con los que nos reuniríamos el lunes por la mañana.
59:28 El jefe de marketing de Lurex era un tipo llamado Kim Jongin. Lo investigué; donde había estado y lo que había hecho durante los últimos años. Si él era el tipo que nos contrataba, necesitaba saber todo lo que podía acerca de él; qué vestía, qué coche conducía, qué comía para desayunar.
Sehun investigó esquemas de color para el diseño de productos, teniendo en cuenta la investigación de mercado de la división de arte de Publicidad Oh, exposiciones de arte e incluso pasarelas de moda. Si había una tendencia de color hacia la cual los compradores se inclinaban, la encontraría.
Y estábamos haciendo un buen tiempo.
58:47 Cogí dos cervezas, le entregué una a Sehun, me saqué las zapatillas y tomé mi portátil para sentarme en el suelo apoyado en el sofá. Después de unos minutos más de explorar páginas web, encontré un patrón muy interesante justo cuando Sehun se quejaba de que yo estuviera navegando por la red y no hiciera una maldita cosa constructiva.
―¡Bingo!― grité.
―¿Qué?
―Acabo de encontrar nuestro objetivo.
―¿Y?
―El Sr. Kim Jongin, el jefe de marketing de Lurex, el tipo con el que nos vamos a reunir el lunes, ha estado acumulando puntos de viajero frecuente. Cada año, por los pasados cuatro años, ha estado en Sidney, Australia en febrero, Chicago y Londres en junio, y Montreal, Canadá en agosto.
―¿Y?
―¿Es una casualidad que tome permisos anuales y vacaciones internacionales que coinciden con el Mardi Gras y el Orgullo Nacional?― Sonreí victoriosamente. ―Creo que no, y mira estas fotos ―le señalé a cada una―, un anillo de oro en su dedo anular, pero la mujer recurrente no lo lleva. Apuesto lo que quieras, ella es su asistente personal, o su tapadera si lo prefieres. Porque el señor Kim es gay.
Sehun parpadeó. Tres veces. Luego me miró. Su frío, estoico rostro no dijo nada. Era su cara de póker.
―¿Y piensas que deberíamos hacer hincapié en el mercado gay?
―Absolutamente.
Sehun tragó saliva y se sentó en el suelo frente a mí, sus pies en mi muslo... sus largos, largos, pies... sacudí la cabeza y forcé mis ojos de sus pies a su cara. Casi podía oír los engranajes girando en su cabeza. No parecía nada convencido.
Insistí con la idea.
―Una campaña gemela, manteniendo la línea hetero, pero añadiendo una línea homosexual con los conceptos coincidentes. Cualquier cosa que tengamos haciendo a una pareja hetero, tendremos una pareja gay haciendo exactamente lo mismo. Si le podemos mostrar a Kim que no creemos que haya diferencia entre las dos parejas, hemos ganado su respeto antes incluso de abrir nuestras bocas.
Sehun inclinó su cabeza y luego hizo algo extraño. Sonrió.
―No está mal.
―Es brillante, y lo sabes.
Rodó sus ojos.
―No eres seguro de ti mismo, ¿verdad?
―¿Qué es estar inseguro?― pregunté sarcásticamente, rodando mis ojos de vuelta a él. ―Quiero decir, cuando comencé por primera vez en publicidad Oh, fue una sorpresa para mí no ser el mejor, o el más seguro, el hombre más engreído allí.― Le miré mordazmente.
Sus ojos se ampliaron.
―¿Yo?
Asentí.
Entonces dijo, ―El mejor, más seguro y engreído. Vaya, ¿es un cumplido o un insulto?
―Ambos,― dije, y le di una sonrisa maligna. ―No es difícil estar celoso de Oh Sehun.
―¿Celoso?― sus ojos saltaron, y parecía genuinamente sorprendido. Lo que era raro, porque en el trabajo él era el Rey Interesante, calmado y sereno. Pero fuera del trabajo, por lo que estaba viendo, era el polo opuesto.
―En caso de que no te hayas dado cuenta, lo que sospecho que has hecho, los hombres que te conocen quieren ser tú, y las mujeres que te conocen quieren estar contigo.
Sehun sacudió su cabeza, rechazándome.
Él se burló, ―¿Y qué hay de ti?
Ahora fueron mis ojos los que se abrieron como platos.
―¿Yo?
Él resopló.
―Tú eres como eres. Sin disculpas. Para lo que hay que tener coraje. Y mi padre parece pensar que tú eres algo especial.
Ah, y ahora la verdad.
―¿Es por eso que no te gusto?
Sus ojos saltaron.
―¿Qué?
―Cuando nos vimos la primera vez,― le dije, tratando de actuar casual, tomando un trago de mi cerveza. ―Después de que me reuniera contigo y con tu padre, tú me miraste como si te hubiera ofendido personalmente.
Su cara se retorció.
―Yo no te odié,― dijo silenciosamente. Aclaró su garganta. ―Yo estaba... celoso.
¿Celoso?
―¿Eh?
Él sonrió con una sonrisa triste.
―Tú entraste en esa reunión, mirando a mi padre directo a los ojos y diciendo, 'Soy gay, lo tomas o lo dejas' como si fuera la cosa más fácil del mundo.
―¿Y?
Se quedó callado por un momento, luego se encogió de hombros.
―No importa.
―Simplemente dilo, maldita sea, Sehun.
Tragó saliva, y por un segundo pensé que no iba a hacerlo. Pero lo hizo.
―  "Soy gay, lo tomas o lo dejas". He querido decirle esas mismas palabras por años.
Soy gay... lo tomas...o lo dejas... Oh por Dios.
―¿Eres...?
Sus ojos estaban pegados a sus inquietas manos, pero asintió. Maldición. Y todo se volvió jodidamente claro como el cristal, por qué no le gustaba. Espera, borra eso. No es que no le gustara. Él estaba Celoso. De. Mí. ¿Las miradas entre él y Sunhee? No había una historia entre ellos. Ella lo sabía.
―Sunhee lo sabe,― dije en voz baja. Él asintió.
―Nadie más. ―¿Tus padres? ¿Tu papá?
Él dio una firme sacudida con la cabeza, la miseria claramente en su rostro.
―No.
―Carajo,― fue todo lo que pude decir.
―Y ahora tú lo sabes,― él susurró. ―Apreciaría si tú-
―No se lo voy a decir a nadie,― le prometí. ―Palabra de boy- scout,― declaré, sosteniendo dos dedos en la frente.
―Son tres dedos,― él murmuró. Me encogí de hombros, y él sonrió. No estaba seguro de qué decir...
―Así que,― dejé caer, ―¿Viendo a alguien?
Él resopló. ―No. No últimamente. Nadie serio de todos modos. Hubo un chico por un tiempo... sobre un año en realidad,― dijo en voz baja. ―Su nombre era Kangho. Pero él quería que saliera y estaba harto de ocultarse. No puedo decir que le culpe. Pero yo...solo no podía.― Nos sentamos en silencio por un momento, mientras su admisión se metía en mi cerebro.
Joder.
―¿Por qué yo? ¿Por qué me lo dices?― pregunté. ―No es como si fuéramos...― traté de pensar la palabra correcta. ―No es como si fuéramos cercanos o algo.
Todavía miraba sus manos, pero pude ver sus cejas encontrarse cuando frunció el ceño. Su voz era suave, y casi no lo escuché.
―Pensé que lo entenderías.
Sus palabras me dejaron de piedra. No podía pensar ni una jodida cosa que decir. Bueno, nada inteligente o profundo de todos modos.
―¿Gay?
Sonrió, vulnerable, y encogió un hombro.
―Sí.
―Yo te había etiquetado como hetero.
―Soy bastante bueno en guardar las apariencias,― admitió en voz baja. ―Ese soy yo, vendiendo lo invendible.
¿Invendible?
Tomó una profunda respiración y dijo,
―Sunhee ha estado encima de mí por meses...para que hablara contigo. Pero no tenía una pista de qué decir, como sacar a colación el tema, o cómo reaccionarías. Por lo que sé, podías haberte reído de mí. Lo que afortunadamente no has hecho, todavía.
Estaba, por primera vez en mi vida, sin habla. Este jodido Dios hecho carne estaba sentado enfrente de mí, desnudando su alma, y yo estaba sin palabras.
Así que, inseguro de qué otra cosa hacer, cogí su pie y lo subí a mi regazo. Él estaba sobresaltado por mis acciones, pero lo miré por el rabillo del ojo mientras le sacaba el zapato y empezaba a masajear su pie con calcetines. Me miró, algo desconcertado, pero mientras clavaba los pulgares en la planta de su pie, frotando círculos en sus perfectos arcos, sus ojos pronto se cerraron y tarareó.
―Sehun, nunca me reiría de ti. Nunca,― le dije seriamente. ―No sobre algo como eso.
Pero entonces miré su pie. Y me reí. Los ojos de Sehun se abrieron, y me miró, ofendido, creo. Pero yo estaba mirando a su pie, bueno, a su calcetín.
―¿Qué mierda está en tu calcetín?
―Oh,― él suspiró con una risita de alivio. ―Eh, es Charlie Brown.
¿Charlie Brown? ¿Llevaba un traje de dos mil dólares y calcetines de dibujitos?
―¿Quiero saber incluso quién está en el otro pie?
Sonrió y levantó su otro pie, ofreciéndomelo. Saqué su zapato.
―¿Linus?
Sonrió y dijo, ―Tuve que comprar dos pares diferentes así que hice un conjunto con Charlie y Linus.
Sacudí mi cabeza, pero comencé a masajear ese pie también. Sonrió y cerró sus ojos mientras presionaba mi pulgar en el tobillo.
―Tienes pulgares talentosos,― dijo con un silencioso gemido.
―No eres el primero que me dice eso,― le dije, y su ceja se elevó, aunque sus ojos no se abrieron.
Lo observé mientras él simplemente se permitía sentir, con sus ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia atrás y una ligera curva en los labios, él era seguro algo para admirar. Si alguien me hubiera dicho esa mañana que estaría sentado en el suelo de la casa de Oh Sehun, masajeando sus pies, habría pensado que había perdido su maldita mente.
Abrió sus ojos y me miró.
―Así que,― dijo casualmente. ―Tú sabes mi secreto. Dime algo sobre Park Chanyeol que nadie sepa.
― Oh, oh.
Bueno, mierda. Un trato es un trato, supuse. Tomé una profunda respiración.
―¿Yo, eh...tengo...una cosa por los pies?― mi incertidumbre lo hizo sonar como una pregunta.
Sus ojos se abrieron de repente, disparándose de mi cara a sus pies; uno en mis manos, el otro descansando en mi regazo.
―¿Pies? ¿En serio?― dijo con una sonrisa. Lo miré de mala manera. Él sonrió, pero sus ojos eran cálidos, amables.
―Puedo parar el masaje si eso es un problema...
Me detuve, burlándome. Él meneó sus dedos y rió.
―Ningún problema. Ninguno en absoluto.
Estiró el pie en mi mano, flexionándolo y moviendo los dedos de los pies. Luego hizo lo mismo con el pie en mi muslo. No podía estar totalmente seguro, pero creo que estaba jugando.
Así que sostuve su pie con ambas manos y empecé a frotar en un movimiento de bombeo. Le tomó un momento darse cuenta, pero pude verlo en sus ojos cuando lo hizo. Se ensancharon, luego se oscurecieron, y que me jodan, creo que tuvimos un momento.
Todo demasiado rápido, él retiró ambos pies y aclaró su garganta.
―Uh, es tarde,― dijo rápidamente, mirando al reloj. Comprobé mi reloj. Eran casi las dos de la mañana. No estaba seguro si estar secuestrado con él incluía quedarme toda la noche. Bostecé y pregunté,
―¿A qué hora quieres que vuelva por la mañana?
Parpadeó, se puso de pie y caminó rápidamente hacia la mesa.
―Eres bienvenido a quedarte aquí. Tiene más sentido.― Ordenó una pila de papeles, y volvió a ser el señor todo negocios. ―Necesitamos comenzar temprano. Pondré mi alarma a las seis― no dijo nada más, pero supuse que tenía que hacer lo mismo. ―Puedes quedarte en la habitación de invitados,― dijo, caminando hacia la puerta cerca de las escaleras.
No estaba muy seguro de si debía quedarme o irme, pero las próximas cincuenta y siete horas y veintiséis minutos ya serían lo suficientemente intensas sin agregar malos modales a la mezcla.
―Si estás seguro,― dije con una sonrisa. ―Eso sería genial, yo preparé una muda para la noche, está en mi coche.
Corrí a mi coche para cogerla, y él me esperó en la puerta. Mientras entraba, apagó el interruptor dejando el piso de abajo en la oscuridad, así que no podía estar seguro, pero creo que sonrió antes de entrar en el vestíbulo. Arriba, me enseñó el cuarto de baño, y luego la habitación de invitados, y estaba actuando un poco extraño. Yo era adepto a la lectura de la gente, y estaba actuando algo extraño. Yo era un experto en leer a las personas, y creo que estaba siendo testigo de algo raramente presenciable... Oh Sehun, nervioso.
Él caminó hacia lo que supuse que sería la puerta de su dormitorio, y le llamé,
―¿Sehun?― se giró, y le dije, ―Solo quería darte las gracias.― Sin una palabra, elevó una ceja en interrogación.
Le dije sinceramente, ―Por ser honesto conmigo, por decirme que eres gay. Eso requiere agallas.― Luego le pregunté, ―¿Debes sentirte aliviado de que alguien más lo sepa?
Me miró, honesto y vulnerable, pero sonrió y asintió. Sin otra palabra, desapareció dentro de la habitación.
Me quité la ropa interior y me metí en la cama. Me quedé allí, pensando en lo extraño que era Sehun. ¡Él era gay! ¿Cómo no me di cuenta de eso? Pensé por un momento que mi gaydar podría estar roto, había pasado mucho tiempo, dame una jodida señal. Pero pronto me di cuenta, nunca se lo noté en absoluto. Realmente no. Todo lo que vi era el hombre que él quería que la gente viera; el traje, las mujeres que lo rodeaban, las mujeres que tropezaban sobre sí para estar cerca de él, las cuentas que obtuvo, los tratos que hizo.
Me pregunté inútilmente si la competitividad entre nosotros disminuiría algo, ahora que nos habíamos unido un poco. Tal vez ahora me viera más como un aliado, en lugar de alguien con el que intentar competir.
Pero puse mi alarma para levantarme diez minutos antes que él, solo por si acaso.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
Capítulo 2| 65horas - ChanHun
CAPITULO 2― Soy...anti-fan de los relojes con cuenta regresiva.
Después de explicarle a Irene cuáles eran mis planes de fin de semana y dejarla como un borrón organizando a hipervelocidad, me dirigí a casa para cambiarme. Empaqué una bolsa de ropa para la noche, y exactamente una hora después de que Sehun me entregara la dirección, yo estaba subiendo los escalones de su casa.
Era bonita. Malditamente bonita. Una casa de piedra rojiza recién renovada, un pequeño porche en el frente, había incluso un jodido árbol, pequeño, pero seguía siendo un árbol. No mucha gente viviendo a diez minutos del centro de Seúl tenía árboles en sus patios delanteros.
No mucha gente tenía incluso patios delanteros. Excepto Oh Sehun. Me imaginé. Hice una pausa antes de presionar el timbre. Infiernos. Eran las cinco y diez de la tarde de un viernes, y mi fin de semana estaba acabado antes de que empezara. Había trabajado muchísimos fines de semana. Y noches. Pero no con alguien que me odiara.
Suspiré, farfullando, ―Ah, ¡Joder!― y apreté el maldito botón. Él abrió la puerta casi inmediatamente, como si hubiera estado en el otro lado oyéndome vacilar. Todavía estaba vestido con la ropa del trabajo, sin la chaqueta. Su corbata desecha, el botón superior desabrochado.
Joder. No se podía negar que era atractivo. Hermoso, realmente. No es una palabra que use de verdad para describir a un hombre pero él era hermoso; casi tan alto como yo, magro, ojos color marrón, piel de alabastro, una mata de pelo color negro artísticamente despeinada y los más besables labios rosas...
Sí. Hermoso.
Me miró de arriba a abajo, sus ojos clavándose en mis pies, y tosió un poco antes de echarse a un lado para dejarme pasar. Miré mi ropa; vaqueros, camiseta, chaqueta y zapatillas. Fondo de armario típico Park Chanyeol.
Si no fuese hetero, pensaría que me estaba chequeando. No es como si yo no le hubiera revisado antes, muchas veces. Quiero decir, él es un hombre, un hombre hermoso, y yo soy un gay de sangre caliente. Voy a mirar, está demostrado.
Se quedó allí, sin saber qué decir. Así que hablé en su lugar. ―Entonces, ¿dónde vamos a hacer esto?
―Oh,― dijo, ―Por aquí.― y me condujo a través de la primera puerta del pasillo. Era una sala de estar. Decorada con muy buen gusto, contemporánea pero habitable.
―Bonito lugar,― ofrecí.
―Sí, gracias,― dijo en voz baja. ―Me encanta estar aquí.
Agitó la mano hacia la gran mesa de comedor donde había papeles y archivos dispuestos junto a un ordenador portátil.
―He empezado a instalarlo aquí,― explicó. ―Pero necesito cambiarme... la cocina está a través de esa puerta.― Señaló a otra puerta. ―Sírvete lo que quieras; agua, cerveza, soda. Estaré subiendo las escaleras.
Se dio la vuelta y salió por la puerta que habíamos entrado, y le llamé,
―¿Tú quieres una bebida?
Estuvo callado por un segundo, pero luego gritó, ―Solo agua para mí.― Luego añadió, ―Eh, gracias.
Así que agarré una botella de agua para nosotros y me senté a la mesa de comedor de Sehun. Traté de no cotillear su sala.
Podía ver fotos pero no me enfoqué en las personas en ellas. No quería ser maleducado. Incluso yo podía respetar los límites. Así que empecé a ojear los archivos en su lugar. Llevaba leído la mitad del resumen de cliente de Lurex cuando Sehun bajó. Esta vez lo revisé yo.
Solo llevaba unos vaqueros, una camisa blanca y unos zapatos italianos que probablemente costaran más que mi primer coche, pero se veía... diferente.
Diferente, como no traje, no chaqueta, no corbata. Oh Sehun en un traje de diseñador era agradable de ver, pero verlo en ropa casual...bueno, llevaba el término agradable a la vista a un nivel completamente nuevo.
Aclaró su garganta, y me di cuenta de que había sido atrapado dándole un repaso. Le di un encogimiento de hombros ocasional, reconociendo mi ojo travieso, pero ciertamente no me disculpé por ello.
Avergonzado e ignorándome completamente, se sentó enfrente de su ordenador y comenzó a golpear el teclado.
―Sunhee estará aquí pronto,― dijo, mirando fijamente la pantalla enfrente de él.
―E Irene,― le informé. ―ellas estaban organizándolo todo cuando me fui.
Él asintió y abrió la boca, pero luego la cerró otra vez, claramente decidiendo no decir lo que sea que fuera a decir. Luego me miró, y lo dijo de todos modos.
―¿Has tenido que cancelar algún plan para este fin de semana?
Esa fue la primera cosa conversacional que me había dicho en todo el tiempo. Sonreí y sacudí mi cabeza.
―Nah. Solo llevo aquí seis meses. No es realmente tiempo suficiente para conocer a alguien fuera del trabajo. ¿Y tú?
Frunció el ceño y negó con la cabeza. Otra vez, abrió la boca para hablar, pero esta vez fuimos salvados por la campana. El timbre de la puerta sonó y diez segundos más tarde, una pizarra blanca con dos piernas entró a la habitación. Irene. Me levanté de un salto y cogí la pizarra. Era más alta y más ancha que ella con los brazos extendidos, lo cual no era difícil, y tenía dos carteras sobre los hombros.
―Por Dios, te vas a provocar una lesión,― me quejé.
―Hay más.― Ella apuntó con su cabeza a la puerta de entrada. ―Ve a hacer algo útil.
Sonreí y salí, pasando a Sunhee y Sehun, quien tenía sus manos llenas, en mi camino.
―Eso debería ser lo último,― Sunhee gritó sobre su hombro. Irene y yo recogimos las últimas cajas de archivos restantes del maletero, lo cerramos y volvimos al interior.
Sunhee y Sehun estaban teniendo una especie de conversación silenciosa, ella lo miraba con ojos suplicantes, y él sacudió su cabeza.
Y me pregunté si había más allí que el cruce de miradas. Obviamente tenían una historia. Me preguntaba si alguna vez había sido algo más que profesional. Pero su conversación silenciosa se detuvo, bastante deliberadamente, cuando entré.
Sehun rápidamente se entretuvo poniendo la pizarra de pie, y yo eché un vistazo al montón de cosas que las chicas trajeron con ellas.
―¿Dejaron algo en la oficina, o está todo aquí?
Irene sonrió y luego explicó lo qué eran los dos maletines. ―Ordenador portátil, e historia en marketing y cuentas del cliente.
―No sé qué haría sin ti,― dije, dándole un golpecito con el codo.
―Habrías tenido que traer toda esta mierda por tu cuenta, eso es lo que harías sin mí,― me dijo bromeando, luego golpeó su cadera en la mía. ―Pero gracias por decirlo.
Miré las dos bolsas de regalitos Lurex y me di cuenta de que no había mirado en la segunda bolsa. Así que la volqué, justo en el sofá de Sehun.
Y allí estaba el premio gordo. Consoladores, anillos de pene, sondas de próstata, más condones y aceites de masaje. Había tres pares de ojos en mí y les sonreí a todos ellos, sujetando un consolador negro y una varilla de próstata.
―¡Me lo pido primero!
Irene y Sunhee rieron, pero Sehun me ignoró completamente. Rodé mis ojos hacia él, incluso aunque él no me estaba mirando y volví a meter los regalitos en la bolsa. La puse a un lado, fuera del camino, con la esperanza de llegar a probar los productos más tarde... en un nivel más personal.
Así que en su lugar, empecé a revolver entre las cajas, sacando archivos cuando me di cuenta de que Sehun preparó lo que parecía un reloj digital. Lo enchufó y miró su reloj de pulsera, luego fijó el tiempo.
Solo que él no mostraba la hora. Eso era más que obvio. Contaba hacia atrás.
Había números, grandes, rojos y parpadeantes. 63:47. Joder. 63 horas y 47 minutos hasta la reunión con Lurex.
―Oh, infiernos, no,― dije. ―No puedo trabajar con esa cosa marcando la cuenta atrás.― Sehun me miró, luego me descartó como si nunca hubiera hablado. Así que repetí, ―He dicho que no puedo trabajar con esa-
―He oído lo que has dicho,― me interrumpió, como pensando que le estaba aburriendo. ―Cuando tengo un tiempo límite me gusta saber cómo lo estoy llevando. El reloj se queda.
Le eché una mirada asesina, engreído hijo de puta, pero él ni siquiera me miró. Miré a Sunhee e Irene, que no sabían dónde mirar, y yo refunfuñé en derrota.
Mordiendo mi lengua, agarré el rotulador de pizarra y comencé mi habitual grafico de lluvia de ideas, cuando Sehun finalmente me miró y habló.
―Así no es como hago eso,― dijo. Miré a su cronometro. 63:45.
―Bien, vas a estar extremadamente decepcionado por las siguientes sesenta y tres horas y cuarenta y cinco minutos.
Entonces él me miró furioso. Yo sonreí.
Las dos chicas interrumpieron. Irene primero.
―De acuerdo. Sehun tú siéntate allí,― señaló mi asiento, ―Así Chanyeol estará de espaldas al reloj. Tú puedes verlo, pero él no.
Sunhee añadió, ―Chanyeol, añade el tiempo debajo de tu gráfico para que Sehun pueda controlar su horario.
Él me miró, yo lo miré. Ninguno de nosotros se movió. Irene frunció el ceño.
―Son como niños. Se le llama compromiso, y si quieren ganar el contrato con Lurex sin matarse al mismo tiempo, entonces, maldita sea, lidien con ello.
Sehun me miró furioso. Pensé que iba a gruñir, pero él agarró sus papeles y se movió de su asiento para cambiarlo con el mío.
Rodé mis ojos, pero añadí su preciado incremento de tiempo a mi gráfico, marcando el tiempo asignado para cada tarea.
Las dos chicas sonrieron en victoria, y por las siguientes dos horas y media, los cuatro trabajamos en silencio. Sorprendentemente, no fue tenso, fue productivo.
Ordenamos comida china, y cuando llegó, con la mesa cubierta de papeleo, optamos por sentarnos en el suelo de la sala. El animó fue diferente allí. Sunhee preguntó sobre mi familia, mi trabajo en Busán, y cómo acabé encontrando Seúl, Irene escuchaba y contribuía ocasionalmente, e incluso Sehun parecía interesado.
Se sentó con las piernas extendidas, cruzadas en los tobillos, y la diferencia entre el hombre frente a mí y con el que yo trabajaba era como la noche y el día. Se rió mientras hablábamos, picoteaba la comida de los demás con sus palillos, saboreaba un poco de todo y sus ojos brillaban cuando sonreía.
Por un momento, pensé que incluso podría gustarme este tipo.
Sonriendo, Irene dijo,
―¿Te importaría explicar la cosa del golpecito en el sombreo, Sr. Park?
Yo reí. ―Ah, el patentado 'me quito el sombrero',― dije, dándole una exagerado saludo con el sombrero imaginario. Ella y Sunhee rieron. ―Lo hago desde que era un niño,― les dije. ―Cuando era pequeño, solía haber un hombre mayor que se sentaba fuera de la tienda, y cada vez que iba allí con mi mamá, él saludaba con un sombrero imaginario. Él no decía ni una palabra, solo hacía la cosa del sombrero. Mi mamá sonreía como por cinco minutos. Eso hacía a todas las señoras sonreír.― Me sonreí a mí mismo mientras lo recordaba. ―Cuando tenía alrededor de seis años, se lo hice a la Sra. Kim, de la tienda de comestibles, y ella me dio una paleta por ser un caballero.
Irene y Sunhee rieron, y Sehun rodó los ojos. Sonreí y les dije seriamente,
―Me ha estado consiguiendo lo que quiero desde entonces.
Sunhee todavía soltaba risitas, pero preguntó, ―¿Lo haces para conseguir que las mujeres sonrían? ¿No es un poco innecesario? ¿No es a los hombres a los que quieres encandilar?
Me di cuenta de que los ojos de Sunhee se clavaron en Sehun, cuyos ojos se ampliaron con las palabras de Sunhee, pero yo le sonreí.
―No es la inclinación de mi sombrero lo que los hombres quieren. Tengo otras maneras de encandilarlos,― dije sugestivamente. ―Pero pienso que hablo por todos los hombres, gays o heteros, cuando digo que nunca es innecesario ver a una mujer sonreír. ¿No es verdad, Sehun?
Él obvió mis palabras en un primer momento y luego declaró, ―Um... tenemos un plazo que cumplir.
El buen humor y la conversación ligera murieron justo allí. Mister todo-trabajo-y-nada-de-juegos se estaba convirtiendo en un chico muy aburrido, de hecho.
Empezamos a recoger los envases vacíos, y Sunhee dijo, ―Bueno, ahora es cuando ustedes hacen sus cosas.― Luego señaló a Irene y a ella y dijo, ―Nosotras hemos cubierto todas las bases, hicimos toda la tarea, y por eso los dejaremos a los dos continuar.
Irene parecía un poco sorprendida por esto, pero una rápida mirada de Sunhee la hizo estar de acuerdo. Ella sonrió y dijo:
―Pongan esas dos hermosas cabezas juntas y salgan con una campaña publicitaria que deje pasmados a Lurex.
Sunhee nos dijo que mañana llamarían para ver si necesitábamos algo y así, sacó a Irene por la puerta con ella, llamé y las detuve.
―Aquí, muchachas, elección de la suerte ―dije, sosteniendo la primera bolsa de papel marrón llena de regalitos Lurex. Por supuesto, ellas pensaron que estaba bromeando, así que le di una sacudida a la bolsa. ―Hagan su elección. Tenemos condones; fluorescentes, brillantes en la oscuridad y si tienen suerte, extra grande ―, les di un meneo de cejas. ―¿Lubricante de sabores?
Ninguna de ellas se movió.
―Oh, vamos,― gimoteé. ―No me hagan decirle al jefe de Lurex que ni siquiera he podido regalar sus productos.
Con un colectivo rodado de ojos y descaradas sonrisas, ambas agarraron un puñado cada una, sin siquiera mirar lo que estaban cogiendo. Les dije,
―Tomen dos a la hora de irse a dormir y dos antes del desayuno. ― Las acompañé a la puerta y las vi reírse todo el camino hacia el coche.
Y entonces éramos solo Sehun y yo.
―¿Eres siempre tan directo?― Sehun preguntó, aparentemente sin diversión.
―Sí. ¿Eres siempre tan... reservado?
Sehun se quedó callado por un largo momento, y yo estaba empezando a lamentar la pregunta. Entonces él respondió.
―Sí.
1 note · View note
komorebich · 3 years
Text
65Horas - ChanHun - adaptación
Capítulo 1 – Estoy tan jodido.
Estoy sentado en mi oficina tratando de no mirarlo, pero igual lo hago. Su oficina está enfrente de la mía. La pared de vidrio proporciona una distracción diaria, porque por mi puta vida, no quiero observarlo.
Pero lo hago. Yo no le gusto y de hecho, él me molesta. Es un magnifico, jodido arrogante, un egocéntrico-cerdo-hijo-de-puta. El hijo del jefe. Rico, inteligente e impecablemente vestido.
Y hétero. Las mujeres en la oficina, no solo ellas, el edificio entero, babeaban sobre él. Era vergonzoso, de verdad. Ellas comprobaban su maquillaje antes de que él llegara, batían sus pestañas, soltando risitas y flirteando sin vergüenza. Y él solo sonreía con esa presumida puta sonrisa - maravillosa sonrisa de infarto - que las dejaba a todas excitadas a su paso.
Había estado aquí por seis meses, y por lo que yo sabía, él nunca había salido con nadie de la oficina. Él debía tener uno de esos límites profesionales de ética en el trabajo. He leído sobre ello. Era eso o que el jefe-papito prohibió las relaciones en el trabajo.
Mi secretaria, Irene, jura que es un buen tipo. Ella era la mejor amiga de Sunhee, que pasó a ser su secretaria. Él sonreía y charlaba con ambas, pero si daba la casualidad que yo pasaba por delante de ellos, él me echaba una mirada asesina. Yo actuaba como si no me importara, les daba a las chicas una sonrisa y un saludo con un sombrero imaginario que obviamente no estaba llevando y a ellas les encantaba. No estoy seguro si eso fue lo que le cabreó, o tal vez a él no le gustaban los nuevos empleados. Tal vez a él no le gustaba el hecho de que yo era el cazatalentos de una de las agencias de publicidad más lucrativas en Busán. Tal vez fuera porque tenía una oficina justo al otro lado del pasillo de la suya, cerca de la de su padre. Tal vez fuera porque fui elegido por su querido papito y él se sentía amenazado solo porque fuera mejor en el trabajo que él.
Tal vez no le gustaba porque yo era gay. Pero, pensándolo bien, no creo que fuera por eso. Él era lo suficiente amigable con Baekhyun, el de contabilidad. Yo los había visto hablando muchas veces, y Baekhyun era tan malditamente gay que hacía a mi cabeza dar vueltas. Seguramente un homófobo repugnante no podría ir a ningún sitio cerca del más representativo modelo con brillo de labios.
Desde el día que lo conocí, él había sido frío. Yo volé a Seúl para una entrevista de director ejecutivo de publicidad con la prestigiosa -The Oh's Publicidad, S.A.- nosotros nos conocimos y charlamos amablemente durante dos minutos antes de que su padre viniera y la entrevista informal comenzara. Sí, era informal, pero aun así intensa. Yo estaba un poco nervioso, pero fui yo mismo: profesional, honesto y directo.
Verás, la cosa es que yo soy jodidamente bueno en lo que hago. No tengo pelos en la lengua, y no pierdo el tiempo. Por lo que cuando me dijeron si tenía alguna pregunta, dije, 'solo una'. Los dos hombres me miraron para que continuara.
Entonces, lo hice. ―No necesito decirle lo bueno que soy en mi trabajo. Usted tiene mi curriculum, y francamente, dudo que estuviese sentado aquí si usted no supiera ya que yo solo puedo incrementar la rentabilidad de su cuenta en al menos un veinticinco por ciento. Demonios, si no soy capaz de alcanzar ese objetivo en el primer año, usted puede patear mi culo o despedirme. Pero lo que no está escrito en mi curriculum es que soy gay.― Ambos hombres parpadearon sin más. ―Yo no hago publicidad de mi sexualidad, ni me escondo. Esta es la única vez que espero discutir este asunto con usted, por lo que necesito saber antes de que desperdiciemos nuestro tiempo, si usted, o esta empresa, se siente incómodo o es homofóbico. Si la respuesta es sí, entonces le agradeceré a ambos la oportunidad, pero volveré a casa a tiempo para la cena.
Y con eso el jefe sonrió, se puso de pie y sacudió mi mano, mientras el hijo miraba como si estuviera viendo una mierda desde su gran altura. Comencé dos semanas más tarde y Oh Sehun había sido indiferente conmigo desde entonces. No diría hostil. Pero ciertamente no diría agradable, tampoco.
Un agudo golpe en mi puerta me sacó de mis memorias antes de abrir. Mi distinguido, vestido de Armani, jefe pasó a mi oficina.
―¿Chanyeol?
―¿Sí, Sr. Oh?
―Mi oficina. En diez.
―Por supuesto.― Le sonreí. Él cerró la puerta, y yo miré a Irene para algún tipo de explicación. Ella se encogió de hombros, y ambos nos giramos hacia la pared de cristal y observamos a Sr. Oh llamar a la puerta de su hijo.
―¿Sehun?― Él pasó dentro y nosotros no pudimos escuchar nada más, pero observamos la silenciosa conversación entre padre e hijo.
―Él no se ve feliz,― dijo Irene a mi lado.
―¿Cuál?― pregunté.
Ella soltó una risita.
―Sehun.
―¿Está feliz alguna vez? Ella me dio un codazo en el hombro y me dio una sonrisa torcida con una mueca, juguetonamente diciéndome que lo dejara en paz.
Sr. Oh salió de la oficina de Sehun, y nosotros vimos como Sehun se sentaba en su escritorio, corría sus manos por su pelo veinte veces y giró su silla de modo que ya no podíamos verlo.
Nosotros vimos a Sunhee rápidamente ordenar unos documentos y ofrecérselos a él, entonces Irene dijo.
―¡Sal rápido, Chanyeol! Es el momento. ¡Ve! No llegues tarde.― Ella casi me empujaba fuera de la puerta justo cuando la puerta de Sehun se abrió directamente enfrente de mí.
Ignorando a Sehun completamente, me quité mi sombrero imaginario y sonreí a Sunhee.
―Señorita Sunhee.
Ella sonrió, y Sehun rodó sus ojos y se alejó, pasando por delante de mí.
Pronto me di cuenta, también se dirigía a la oficina de su padre. Mierda. Lo seguí, entrando a través de las dobles puertas abiertas al final del pasillo. La oficina del Sr. Oh era enorme; abierta, luminosa y contemporánea a la vez que elegante. Había una gran flecha embelleciendo la pared detrás de su escritorio. El símbolo de la flecha del arquero, el ícono de Publicidad Oh, estaba en el blasón de la familia, aparentemente.
La flecha era simple, una firma que estaba en cada jodida cosa; puertas, ventanas, artículos de papelería, televisión, internet, revistas, periódicos. Esa misma flecha era sinónimo de publicidad en todo el país. Representaba la excelencia en esta industria.
Infiernos, estaba incluso al lado de mi nombre en mi tarjeta de visita.
Ellos no necesitaban una frase pegadiza o slogans cursis. El símbolo decía bastante por sí mismo. Cuando veías la flecha, pensabas en Publicidad Oh. Simple y efectivo.
Genial.
―Ah, Chanyeol,― el Sr. Oh, el hombre detrás del genio, dijo. ―Ven, toma asiento.
Sehun estaba allí, aunque no me miraba. Sinceramente, estaba un poco nervioso en cuanto al significado oculto de esta reunión, y por qué éramos solamente nosotros tres. Las reuniones imprevistas y exclusivas con el jefe siempre me ponían tenso, así que hice la primera cosa que vino naturalmente, me senté en mi asiento, crucé un tobillo sobre mi rodilla y sonreí como si fuéramos a discutir sobre el partido del fin de semana.
Engreído, sí. Prepotente, tal vez. Vendía publicidad, era mi trabajo parecer como si supiera el secreto de su éxito. Era una actuación. Sabía eso, pero el cliente, el tipo en la mesa sujetando el talonario de cheques, no lo sabía.
―Supongo que ambos se estarán preguntando por qué los he llamado aquí,― el Sr. Oh comenzó, aunque él no nos dio tiempo para hablar. ―Me ha contado un pajarito de que cierta compañía de productos de estilo de vida necesita nuevas estrategias de marketing. He hecho algunas llamadas y me he asegurado un encuentro casual para convencerlos de que nos necesitan.
―Lurex,― Sehun dijo con seguridad. ―He leído un artículo sobre el nuevo CEO. Él decía que le gustaría ampliar horizontes.
El Sr. Oh asintió a su hijo, y sonrió con un poco de orgullo.
―Sí, Lurex.
Mierda. La más grande compañía de productos de estilo de vida, como tan delicadamente lo expuso el Sr. Oh, era el mayor fabricante de condones, lubricantes y accesorios sexuales del país.
Esa cuenta debería ser...enorme. Con una trayectoria bastante grande.
Pude sentir mi sonrisa haciéndose más amplia, y el Sr. Oh sonrió cuando me miró. Pero fue Sehun quien habló.
―¿Por qué nos lo estás diciendo a ambos?
Ese era un buen punto. Miré a Sehun entonces, aunque él todavía seguía sin mirarme. Sus ojos estaban clavados en su padre.
―La reunión es a las 10 AM. El lunes.
Parpadeé. Estoy seguro de que Sehun parpadeó. Luego parpadeé otra vez.
―¿Como en tres días?― mi boca lo dijo antes de que mi cerebro pudiera detenerla. Eran las cuatro de la tarde de un viernes por amor de Dios.
―Sí,― El Sr. Oh dijo lentamente, como si yo estuviera mentalmente disminuido. ―En sesenta y cinco horas quiero que Publicidad Oh entre en esa reunión con un nuevo diseño de producto, nuevos objetivos de mercado y nueva campaña.
Me detuve en seco de preguntarle si se había vuelto completamente loco y me conformé con moverme en mi asiento en su lugar.
El Sr. Oh me miró, luego a Sehun, y dijo, ―Es un contrato de veinte millones de dólares y lo quiero. Ambos son excepcionalmente talentosos y, teniendo un plazo abierto no cabe duda de que uno de ustedes podría asegurar el trato.
Oh, mierda... yo estaba bastante seguro de que sabía a donde quería llegar con esto...
―Pero nosotros no tenemos un plazo abierto,― dijo el Sr. Oh. ―Nosotros tenemos sesenta y cinco horas. Eso es por lo que ambos trabajarán juntos durante el fin de semana para asegurarse de que entramos en esa reunión y los dejamos boquiabiertos.
Trabajar juntos.
Trabajar todo el fin de semana.
Sí. Eso era lo que pensaba. Joder.
Sehun trató de objetar, pero su padre se puso de pie. Esta reunión, al parecer, estaba acabada.
El Sr. Oh caminó hacia las puertas dobles que conducían a la sala de conferencias y miré hacia Sehun. Él estaba mirando a la ahora vacía silla de su padre, y me imaginé que la mirada en mi cara no era mucho mejor.
―¡Chicos!― El Sr. Oh llamó. Fui rápido en seguirlo, y Sehun no estaba lejos detrás de mí. Había dos bolsas de papel marrón en la mesa de conferencias, a las que el Sr. Oh señaló.
―Conozcan su producto tal y como es ahora, lo que le falta. Conviértanlo en algo que alguien no pueda vivir sin él. Estaré en contacto.
Y entonces fuimos solo Sehun y yo. Y dos bolsas de papel marrón.
Suspirando, volqué una de las bolsas, y el contenido se desparramó sobre la mesa. Condones. Cajas de ellos. Estriados, decorados, delgados, largos, para darle placer a ella, para dárselo a él, lo que sea, estaba allí. Lubricantes de todos los sabores, con brillantina, destellantes, efecto calor, efecto hormigueo...
Sonreí cuando se me vino a la cabeza que había probado la mayoría de ellos.
Eché una ojeada en la otra bolsa y, por el rabillo del ojo, pude ver que Sehun se movió. Me encogí de hombros.
―No estoy feliz con esto tampoco,― le dije, dándole lo que fuera que estaba en mis manos, para poder vaciar la segunda bolsa.
Cuando miró lo que le di, yo lo miré también, dándome cuenta de que solo le había dado una caja de lubricante sabor frambuesa. Él miró la caja, luego a mí y exhaló a través de sus mejillas hinchadas. Comencé a sacar cajas de la segunda bolsa cuando me di cuenta de que estaba reembolsando la primera bolsa.
―¿Qué estás haciendo?― pregunté.
―No voy a hacer esto aquí,― dijo, una simple cuestión de hecho.
―¿Qué?― Dije demasiado alto.
―Ya has oído lo que- Él me cortó. ―He dicho que no voy a hacer esto aquí,― repitió, claramente agitado. Sacó una tarjeta de negocios y su bolígrafo de su maletín, luego escribió algo antes de dármela. ―Es la dirección de mi casa,― explicó antes de que pudiera preguntar. ―Si voy a estar atascado trabajando todo el fin de semana, entonces al menos lo haré en un sitio cómodo. Haré que Sunhee deje todo lo que necesitamos.
Miró su reloj.
―Estaré en casa en una hora.
Y simplemente así, yo estaba siendo secuestrado por las siguientes sesenta y cinco horas con un hombre que no podía soportar verme.
2 notes · View notes