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Una bandada de cuervos mojan sus alas en la ciénaga.
Estos seres oscuros e inteligentes juguetean entre ellos
y con las gotitas que quedan adheridas a sus plumas.
Uno de ellos, de mayor tamaño,
observa a los demás y su graznido,
en un eco de ironía,
parece reírse de la escena.
Otro con semblante meditabundo,
camina errante,
quizá piense en el ayer,
tal vez en el mañana,
pero siempre,
su lamento
se escucha por doquier.
El tercero posee consciencia de sí mismo,
y se encuentra en un proceso de auto-conocimiento,
se siente diferente,
por eso sabe que el camino será pedregoso.
El pájaro enlutado es el primero;
el segundo, la eterna desolación,
y el tercero, es el reflejo en el agua.
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Siento, como siempre siento.
Como si todo mi cuerpo y mente
Fueran un receptor de sensaciones,
Un imán del ying y el yang.
Una brisa juguetona que te deja
Fría, pero también despierta.
El pasado que se enreda en tu pelo,
Y luego, lentamente,
Va adornándolo de florecillas
Multicolores, recuerdos que
Encienden una sonrisa en tu camino.
Siento tu hablar y pienso
En la sincronicidad, en por qué
Dos personas después de tantos años,
Se reencuentran y la magia
Se vuelve orgánica y se refleja
En puro placer y bienestar emocional.
Siento que casi puedo tocar
Lo que hemos creado juntos,
Y, a la vez, vive muy dentro de nosotros,
Se retroalimenta cada día.
Siento mi sufrimiento, eso es cierto,
Aunque mi curiosidad
Por conocer este mundo
Y mi ansia de disfrutarlo,
Son perennes.
Y soy consciente de que sentir,
Es al mismo tiempo entender,
Por lo que cuando lloro,
Comprendo la raz��n de mis emociones,
Que no es más que una maraña
De momentos amargos
A lo largo de mi historia,
Que deciden hacer acto de presencia,
Recordar que el humano
A menudo se quiebra.
Sin embargo, cuando río,
Veo que esta breve palabra tiene el poder
Inmenso de convertir cualquier
Situación o elemento
De la realidad,
En algo no tan importante,
Incluso divertido.
Y así, la vida debe sentir también que
Sería un chiste no querer vivirla,
Y me abraza cada amanecer,
Impulsándome a continuar.
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Nuevas músicas, ritmos de alegría,
Un horizonte a través de la neblina.
Solo sentir una brisa al lado del río,
Una sonrisa cálida y saber que no eres mío,
Ni yo tuya, ya que formamos parte
De nuestra propia creación,
Cada uno es un cosmos que ha modelado su imaginación.
Me pregunto si la cuestión debería ser,
Si algo puede llegar a ser eterno
O si realmente la eternidad, no es importante.
Tal vez, conceptos grandilocuentes,
Se conviertan en insignificantes,
Si nos enfocamos más en la calidad,
Que en la cantidad.
Entonces, la felicidad no sería un camino
Sin fin, hasta el paraíso,
Sino el cielo reflejado en tus ojos,
Ahora.
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Sentimientos que conforman un ser,
Retazos de pensamientos que se enlazan
En una madeja interminable,
Fantasmas que hacen resonar sus cadenas
Para recordar su presencia,
Destellos de lo que fue y lo que será,
Confusión y determinación,
Armonía y disonancia,
Navegar sin rumbo pero con la sonrisa
En el semblante.
Si tuviera que definir a esa persona
Con la que convivo día a día,
A esa imagen que devuelve el espejo,
Puede que estas fueran las palabras
Elegidas, entre un infinito de otras
Que ya se utilizaron o que serán usadas
Con posterioridad.
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En el borde del abismo a veces,
otras veces en la plenitud.
La vida nos enseña a dominarla
o nos doblega sin piedad.
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Pasan los segundos, minutos y horas.
Pasan los lamentos, se cierran las cicatrices.
¿Cuando miras atrás te ves a ti misma
o a otra versión de ti?
Pasan las miradas, pasan caminos
no recorridos.
¿Cuántas veces has renunciado?
¿Cuántas veces te has asido
a una roca que parecía que se iba a desmoronar
y has seguido fiel a ti misma?
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Tus besos son el despertar de mis sentidos,
el suave néctar de tu boca me hace
sentir viva.
Y cuando pienso en ti, en mis labios
se dibuja una sonrisa,
porque recuerdo la armonía que reina entre nosotros,
así como la armonía que representas en mi mundo.
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Es tiempo de olvidar y seguir adelante.
La lluvia borra el pasado y tras ello,
entre las nubes,
el sol fulgurante ilumina un recodo.
Paso a paso tomas esa dirección.
Sientes que tu cuerpo y tu mente
siempre han deseado esto.
Ahora solo queda dejar que los acontecimientos
se deslicen a través del tiempo,
que este fluya de la misma manera
que lo ha hecho siempre.
Ahora solo queda sonreír ante las adversidades
y recordar que "juntos" es la palabra
más importante.
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A veces siento que la vida no quiere dejarme ver su lado bello.
Otras veces bailo con ella a son de mi felicidad.
Realmente no importa que el sendero recorrido sea más pedregoso o en cambio, más estable,
lo que siento es que cada amanecer es valioso.
De todo se extrae un aprendizaje.
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Una vez más viajando con mis pensamientos... que forman una espiral que parece no terminar. Me gustaría despertarme un día y no encontrar fantasmas en el fondo de mi mente. Ese sentimiento de impotencia ante el paso del tiempo y esa incertidumbre ante lo que vendrá. Sin embargo, estoy preparada para lo inesperado. De tu mano recorreré los senderos que me esperan, lucharemos contra nuestros demonios y con cada beso entenderé que un simple gesto puede hacer de la vida un camino eterno e infinitamente feliz.
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La Dama Oscura
La Dama Oscura era una joven misteriosa, dueña del hotel de la Carretera Vieja. Muchos viajeros contaban extrañas historias sobre aquel lugar, de cómo se escuchaban pasos, sin que la joven caminara por sus pasillos, desconcertantes ruidos de incierta procedencia, escalofriantes y desgarradores gritos... Pese a todo, los viajeros salían sanos y salvos de aquella lóbrega zona.
Cierto día de verano, un hombre esbelto y muy alto, de pelo dorado y ojos de hielo, arribó al hotel. Unos guantes de intrincada red y las pulseras de pinchos de sus brazos, trataban de ocultar las heridas que a sí mismo se había infringido. El hombre golpeó la puerta un par de veces, a la tercera, la aldaba cumplió su cometido, y la puerta se abrió de par en par. Una misteriosa figura se recortaba sobre el fondo del hogar. Estaba cubierta con una larga túnica negra. La oscuridad de sus ropas se acentuaba aún más con el cinturón que llevaba atado, la cadena con el símbolo del pentáculo, y las dos pupilas brillantes y lascivas.
-¿Quién osa despertar la calma de la noche?
-Perdóneme, mi bella dama, pero soy un viajero extraviado en busca de un lugar donde pasar la noche.
-Si es así, perdóname tú a mi. Y puedes tutearme, veo en tus ojos reflejado un espíritu joven.
-Así es. Soy tan joven como tú.
-Está bien. Si deseas un hotel cómodo, esta es tu casa. Bienvenido seas.
Los dos jóvenes entraron en el tétrico monasterio:
Ruinas de antiguas columnas lo rodeaban, cubiertas por espesas madreselvas y rosas blancas. La entrada era un largo pasadizo, solamente iluminado por antorchas. Los murciélagos revoloteaban entre ellas, y un fuerte olor a quemado pronto se dejó apreciar en el pasadizo. Quizás un joven murciélago inexperto. Al final del pasadizo, una imponente entrada les hacía frente. Las puertas eran de madera, sencillas, pero rodeadas por unas arquivoltas juguetonas, y con un tímpano decorado con un esqueleto real. Estaba arropado por una túnica negra, y su mano izquierda sujetaba una guadaña afilada. En su filo, el joven creyó ver unas gotas de sangre. La puerta se abrió sola, cerrándose a su paso. El joven dejó escapar un grito de asombro: el interior del monasterio era tan especial... En el centro del techo, una lámpara de araña parecía querer atraparlos entre sus redes. Multitud de velas rojas y violetas se repartían por aquella estancia. Podían distinguirse una sala de recepción, con la mesa de escritorio de madera de castaño, los baños, y un pasillo iluminado también por antorchas, de paredes rojas. Algunos cuadros se esparcían entre aquellas paredes: El Grito de Edvard Munch, El Triunfo de la Muerte de Brueghel...
-¿Cuál es mi habitación?
-Puedes elegirla, hoy carezco de clientes.
-De acuerdo. Entonces, elegiré la primera.
-Muy bien. Aquí tienes la llave. Si tienes algún problema, no dudes en avisarme.
El esbelto joven giró la llave y entró silenciosamente en su habitación. La única iluminación que encontró fueron velas violetas. “Típico”, pensó, y se descubrió sonriéndose a sí mismo. Lo que más le llamó la atención de aquella habitación, fueron las sábanas de seda negra. Se derrumbó encima de la cama, suspiró aliviado, y dejó que el cansancio concluyera por adueñarse de él. En sus sueños, pudo escuchar una voz que le susurraba al oído. “Ashtad... despierta. Ashtad... mírame”
-¿Quién osa despertar la tranquilidad de la noche?
-Veo que sabes quién soy.
-Tus pasos son inconfundibles, milady. ¿Qué quieres de mí?
-Lo mismo que tú de mí.
Un grito escalofriante desgarró la serenidad de la noche. La sangre chorreaba por el cuello de la hermosa joven.
-Ahora estaremos juntos por toda la eternidad.
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