“Costa que se aleja, puedes darme el poder de vivir en otra parte”. Rafael Cadenas
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text

Bienmesabes es un libro lleno de sabores, humor negro, erotismo.
Y de mujeres vengativas, infieles, fiesteras, desatadas.
Mujeres que miran y piensan “te espero en la bajadita”, que saben aguardar y tirar de la cuerda, que lanzan guamazos al más sobrado, que devoran incautos.
Libro de roce, frote, risa interna, de historias en las que la mesa y la cama son plazas, fuertes a defender, claudicación calculada.
Esta es la edición de Bienmesabes publicada por El Taller Blanco Ediciones; editorial sita en Colombia y fundada por dos talentos venezolanos: Geraudí González y Néstor Mendoza.
Me hace feliz estar en su catálogo.
El libro está prologado por una amiga muy querida, Milagros Socorro.
El miércoles 16 de marzo se presenta en la librería café Oromo en Cali y también online.
Para mí es una alegría enorme contar con las palabras de Laura Linares desde México y Jonathan Valencia desde Colombia.
Las coordenadas para acompañarnos están en la primera foto.
El resto de fotos (ver en mi cuenta de Instagram @lenayau68) corresponden al libro con la bella ilustración de Juan Francisco Cárdenas e incluyen un relato de Bienmesabes: Ahí te quedas; la historia de una puñalada trapera en el centro mismo del estómago.
¡Los esperamos el miércoles 16 de marzo!
6 notes
·
View notes
Text
Talento perdido
EXT, DÍA. Un MÚSICO y su AMIGO sentandos en una mesa, conversando casualmente delante de un montón de botellas de cerveza vacías.
MÚSICO Siento que he perdido el talento.
AMIGO ¡Ay vale!
MÚSICO Es en serio, coño, no te burles. Lo perdí, perdí el talento. Así de repente.
AMIGO Coño.
MÚSICO He probado de todo para ver si la inspiración vuelve. Vacaciones, descanso, lecturas, psicólogos, drogas, salir de la zona de confort, volver a entrar en la zona de confort, ver otras cosas, probar otras cosas, cambiar la rutina. Y nada funciona. ¡Nada!
AMIGO ¿Has probado rezar?
MÚSICO ¡¿Rezar?!
AMIGO Sí, rezar. No pierdes nada intentándolo.
El MÚSICO se queda pensativo.
FADE OUT / FADE IN
INT, NOCHE. Cuarto del MÚSICO. Lo vemos arrodillado a un lado de la cama, con las manos cruzadas. Escuchamos un murmullo. De pronto, una luz intensa resplandece en el cuarto, aparece ÁNGELA.
ÁNGELA ¡Hola, hola!
MÚSICO Pe… pe… pero… qué… cómo coño… cómo… pero…
ÁNGELA (cordial) Tranquilo, caballero. Servicio al Cliente me asignó tu caso.
MÚSICO ¿Y quién eres tú? ¿Cómo entraste aquí?
ÁNGELA Soy Ángela Rondón, a tus órdenes. Soy un ángel licenciado, certificado y asegurado, inscrito en el Colegio de Ángeles bajo el número A-5183. Aquí tienes mi identificación y todos mis papeles.
MÚSICO (viendo el carnet) Hmmm. Muy bien. Qué raro, eso sí.
ÁNGELA ¿Raro qué?
MÚSICO Un ángel mujer.
ÁNGELA Te aseguro que somos tan comunes como un músico sin talento.
MÚSICO Ouch. Pero si eres un ángel, ¿dónde están tus alas?
ÁNGELA ¡Pfff! ¡Eso fue hace siglos! Ahora levitamos, nos movemos desplazando el éter que nos rodea. Aprendemos a ir de un sitio a otro moviendo a voluntad los átomos que nos rodean. Es más difícil de aprender, pero a la larga es más rápido, se ahorra combustible y se contamina menos. Pero bueno, vayamos al grano; que el tiempo apremia y tengo cita para atender a un impotente en media hora.
ÁNGELA abre un laptop, teclea y mira en la pantalla
ÁNGELA Ajá. Aquí tengo tu expediente. Augusto Fuentes. 40 años de edad. Profesión, músico. Asegura haber perdido su talento. ¿Algo más?
MÚSICO Básicamente eso.
ÁNGELA Cuéntame de tu historia. Para confirmar el background.
MÚSICO Desde pequeño quise ser músico. Todo el mundo decía que tenía ritmo, que tenía oído musical, y bueno, ahí me puse, me dediqué a eso con mucha práctica y mucho sacrificio, y modestia aparte algo he logrado. Tengo mi banda, compongo, mato tigres, grabo para publicidad, he escrito un par de canciones que sonaron en la radio. Me da para vivir, sin lujos pero bien, y —sobre todo— para callarle la boca al viejo, que nunca creyó en mí.
ÁNGELA Okey, ya veo. ¿Y de la noche a la mañana perdiste el talento? ¿Por eso fue que rezaste?
MÚSICO Sí. Estaba desesperado.
ÁNGELA (confidente) A lo mejor, —y ojo, esto te lo estoy diciendo aquí, grado 33, sin revisar mucho tu expediente— alguien rezó en tu contra. Alguien rezó para que perdieras el talento. Algún envidioso.
MÚSICO ¿Rezar para desearle mal a alguien? ¿Y cómo va a ser posible eso?
ÁNGELA Si le puso fe, allá arriba escuchamos. No juzgamos si es para bien o para mal, eso no es nuestro problema.
MÚSICO ¿O sea que a Dios lo que le importa es la fe, no la acción como tal?
ÁNGELA ¿Dios? ¿Quién es él para juzgar a nadie?
MÚSICO Bueno, coño, Dios, ¿no?
ÁNGELA No, no te creas; esa imagen del “Dios” todopoderoso y omnipotente fue en realidad una cagada de Mercadeo. Una campaña de branding que salió mal y que a la larga nos hizo mucho daño.
MÚSICO ¿En serio?
ÁNGELA Mira a tu alrededor. Todo lo malo que pasa. Rusia bombardeando Ucrania. Corea del Norte. Maduro. Niñitos enfermos. El telemarketing. ¿Tú crees que un Dios todopoderoso permitiría eso?
MÚSICO Ni idea. No creo.
ÁNGELA Dios es un empleado más del board. Es la cara de la operación. Tiene sus límites y su responsabilidad, su quince y último. Tiene poder, sí, mucho; pero también responde por sus acciones ante la Junta de Accionistas.
MÚSICO Coño, fíjate tú. Nunca lo hubiera imaginado.
ÁNGELA Así es.
MÚSICO Ajá, pero de regreso a mi caso. ¿Cómo resolvemos esto? ¿Cómo saber quién fue el que me perjudicó?
ÁNGELA No puedo decírtelo.
MÚSICO ¿Ni siquiera si te lo pido con fe? ¿Con mucha, mucha fe?
ÁNGELA se encoge de hombros.
MÚSICO ¡Ajá, te atrapé!
ÁNGELA La verdad no puedo. Ni siquiera si lo pides con toda la fe del mundo. Me pueden revocar la licencia. Aaaaaahora, si le pones encima a toda esa fe un par de billetes, yo podría pedirte el baño prestado, dejar “accidentalmente” el laptop con el sistema abierto y tú podrías echar un ojito.
MÚSICO ¿Eso es posible?
ÁNGELA Claro. La fe todo lo puede.
El MÚSICO busca en una gaveta su cartera, saca un par de billetes y los deja sobre la mesa. ÁNGELA se levanta, va a la ventana, enciende un cigarro y lo fuma con calma, viendo con aparente interés algo que ocurre en la casa de algún vecino, mientras el MÚSICO revisa con fruición el laptop.
MÚSICO Aquí está la lista con todas las personas que han rezado por mí. Mi mamá pidiendo salud para mí. El viejo pidiendo que yo consiga un trabajo de verdad. Mis amigos rezando porque consiga novia. Gisela rezando para que le pida el empate. ¡Fíjate! Gente rezando para que me lance de solista, para que escriba otra canción para J Balvin, otro para que grabe un disco con mi banda… ¡Ajá! ¡Aquí está el coño de madre! Mi amigo Fernando. ¿Cómo no lo sospeché? ¡Siempre tan mezquino y envidioso! Mira lo que pone: “Papá Dios, que Augusto pierda la inspiración, que pierda el talento, que no pueda escribir más nada más nunca”.
ÁNGELA lanza la colilla por la ventana y se acerca.
ÁNGELA ¿Y ese es tu amigo? ¡De verdad la Humanidad me sorprende cada día más!
MÚSICO Era mi amigo. Era. Ahora quiero joderlo. Quiero vengarme. Quiero algo malo para él. Una diarrea de tres semanas, un ataque de caspa, que pierda el trabajo, que se fracture el dedo pequeño del pie. Quiero que le pasen cosas terribles, cosas indescriptibles, cosas que lo maten y que reencarne para que siga sufriendo en su próxima vida. ¡Pero que reencarne en venezolano, para que sufra de verdad verdad!
ÁNGELA No va a ser posible.
MÚSICO ¿Ni siquiera si se lo pido con fe al mismo Dios?
ÁNGELA Antes se hubiera podido. Pero a Dios le han puesto unas cláusulas en su contrato que limitan el mal que le puede mandar a alguien. Sí, lo sé. ¡La corrección política! Y lo de venezolano es como mucho. Haz una lista con 2 o 3 de las cosas que dijiste y reza con fe. No olvides nuestro slogan: “la fe es lo que nos mueve”.
MÚSICO Okey, lo haré.
ÁNGELA cierra el laptop y se levanta para irse.
MÚSICO Una cosa más, Ángela, una duda más bien.
ÁNGELA Dímelo.
MÚSICO ¿Todo esto de la fe no es como raro? Pedir algo con devoción, suena a cosa arcaica. Es decir, ¿quién tiene tiempo para eso? Si se han modernizado tanto con esto de las alas y eso, bien podrían haber puesto una página web donde uno le pida a Dios con un menú drop-down o algo así. No sé, un zoom, una teleconferencia. ¡Eso nos haría la vida más fácil!
ÁNGELA Tienes razón. Se ha estudiado. ¿Pero sabes por qué no se implementa algo así? Porque la fe es nuestra criptomoneda. De eso es lo que vivimos.
MÚSICO ¿Criptoqué? ¿Cómo es la vaina?
ÁNGELA Ustedes usan su cerebro todo el día para pensar en sexo, en comer, en beber, en hacer cochinadas. ¡Hasta cuando trabajan están pensando todo el tiempo en lo mismo! Cuando ustedes rezan, dejan de pensar en todo lo mundano. Cuando ustedes piensan con fervor y fe, nosotros estamos usando sus cerebros para minar cripto. Así sacamos platica.
MÚSICO ¡Nooo!
ÁNGELA ¿Cómo crees que se ha sostenido la operación durante tantos siglos? ¿A punta de donaciones? ¿Tú no has visto lo pichirre y miserable que es la gente? Ojo, no debería haberte contado esto, pero me caíste bien. Si lo comentas por ahí no solo yo lo voy a negar, todo el mundo te va a tratar de loco. Esa sí fue una campaña que nos salió bien bien, la de sembrar la matriz de opinión de que el que habla de esas cosas perdió la cabeza. Así que mejor tú mueres callado, ¿okey?
MÚSICO Dale, tranquila.
ÁNGELA Tú concéntrate en rezar y en hacer la lista de los males que le vamos a mandar al maldito de Fernando.
MÚSICO ¿Maldito? No es una palabra que uno esperaría escuchar en la boca de un ángel.
ÁNGELA De una ángel. No lo olvides.
6 notes
·
View notes
Photo





Trae tu espalda para hacer mi mesa. Lena Yau. Editorial Gravitaciones Presentación: Viernes 9 de oct 19: 30 Paseo Fernán Núñez, 24. Biblioteca Eugenio Trías. El Retiro - Jardines del Buen Retiro de Madrid Metro Ibiza #poesia #poesiavenezolana #literaturavenezolana #lenayau #venezuelaenmadrid #literaturadelasdosorillas #elretiromadrid #vamonosdecañas
#poesía#poesíavenezolana#lenayau#efrénhernándezarias#venezuelaenmadrid#literaturadelasdosorillas#elretiromadrid#vamonosdecañas#literaturavenezolana#editorialgravitaciones#literatura#madrid#poesíaerótica#poesíagastronómica#comerlibros#literaturagastronómica
5 notes
·
View notes
Text
Pensar en tu ciudad a la sombra de Orhan Pamuk

«Todo el mundo se está yendo». Es verdad, pero también es falso. Están los que se quedan. Y están, sobre todo, los lugares indivisibles, portátiles, lugares donde aprendimos a hablar y que nos enseñan a devolvernos a mirar lo que poseemos. Cada cabeza es una casa embrujada, y una ciudad tiene espacio de sobra para albergar fantasmas, así como el Universo es demasiado grande como para creer que estamos solos en él (no tengo ni seis líneas y ya estoy hablando de migraciones violentas, fantasmas y extraterrestres: ja, ja).
No tengo forma de evitar que todos los días piense en esto. Mis amigos se fueron, algunos de mis enemigos también. Se fue mi amor imposible, algún conocido de la escuela, la amiga que gané hace poco, el único ex al que le hablo. Me despierto y Leonardo no está aquí, yo ni siquiera vivo ya en la ciudad donde nos reímos o leímos a los poetas que nos gustan. También se han ido varios chavistas. Y quizás, para mayor tristeza y confusión, lo que me asombra cada vez que lo pienso es que quienes seguimos de este lado de la frontera, de alguna forma también nos vamos, o nos extraviamos, cuando el miedo, la ira y la incertidumbre nos atenazan el lenguaje y el corazón: no sabemos qué hacer, no sabemos cómo encontrarnos. Nuestra casa embrujada no nos habla para conjurar el pasado y el futuro en un relato, sino para romper la posibilidad de dialogar con ellos.
Pamuk dice en Estambul. Ciudad y recuerdos (2006) que «al igual que ocurre con nuestras vidas, la mayor parte de las veces es por otros por quienes nos enteramos del significado de la ciudad en la que vivimos».
Yo recuerdo un parque al que iba de niña. Mi papá se lanzaba conmigo en el tobogán, que era bastante ancho y que para mí era la aventura más relevante del fin de semana, a pesar de que era un tobogán más bien corto y demasiado seguro. También recuerdo a mi papá, que lloraba como un niño, aquella vez que me dejó sola por primera vez en una ciudad que no era la nuestra, porque yo tenía ir a estudiar en la universidad. Recuerdo dónde estaba parada cuando supe que escribiría sobre abedules. Recuerdo dónde escuché a Mahler. Recuerdo dónde tuve miedo de que me violaran o me asesinaran. Recuerdo dónde te besé en 2009 y dónde supe que William Blake sería inevitable el resto de mi vida.
Y recuerdo, claro está, dónde leí a Pamuk: en el metro, en casa de Mario, en mi cuarto hace un minuto. No hay forma de abandonar los dominios de los lugares donde estuviste realmente con vida. En mi caso, estar vivo, es poder hablar. Y escribo porque sé que cuando hablo y me relaciono con las personas quiero más de lo que realmente pueden darme (incluso yo a mí misma), porque tengo una desesperación constante frente al mecanismo de la memoria: es como si siempre estuviera hambrienta y el alimento fuera una comprensión que mi anodina existencia no puede obtener. Es cierto: creo que soy irresponsable a la hora de recordar, y me da rabia que todos ustedes también lo sean, pero cuando escribo, es como si tuviera más tiempo y dedicación para limpiar, clasificar, y dialogar con todos los fósiles de lo que hemos vivido. Cuando escribo puedo amar mejor. Y cuando leo llego a sentir que incluso soy amada de vuelta.
Más adelante, en esa lectura biográfica de su ciudad, Pamuk añade que «llamémosle falsa conciencia, fantasía o incluso ideología al viejo estilo, lo cierto es que todos tenemos en la cabeza un texto, en parte oculto, en parte legible, que le da significado a todo lo que hacemos en la vida».
No es gratuito, que siendo Pamuk escritor, explique esta circunstancia concediéndole forma de texto a la fuerza inevitable que nos otorga un sentido. Sin esa forma, sin ese texto, yo no podría pensar, ni recordar (que es pensar dos veces). La idea de un texto sagrado nos ha perseguido y atormentado ya durante varios siglos, mostrándonos la belleza y el horror que somos capaces de esparcir en el mundo.
No soporto que algo no suceda, como cuando dejamos de tocar a las personas que amamos. Pero a veces la única forma de hacer que las cosas sucedan es a través de las palabras: con ellas nos comprometemos, nos odiamos, nos enamoramos y decimos cosas como «fe», «gravedad», «música» o «providencia». Por eso me gusta creer que decir «ciudad» o «país» no solo sirve para encerrar un pedazo de suelo dentro de unas fronteras sino para situar a la distancia justa los bienes inmateriales y las palabras que los nombran, como cuando te quedas o te marchas, sabiendo, como escribió Ida Gramcko, que «el cielo es un estado, no un sitio».
Mejor todavía: Pamuk declaró en una entrevista que Estambul «es lo que sé del mundo. Conocí la ley, la rabia, los celos, todos los sentimientos humanos ahí. Conocí miles de personas. La ciudad es casi como mi cuerpo. Y en realidad no es que mi tema sea Estambul, sino la humanidad que conocí en ella».
Cada cabeza es una casa embrujada y cada ciudad tiene infinito número de cuartos para albergar tantos fantasmas como sean posibles. Mi ciudad es esa que me asedia cuando duermo y tengo sueños sobre las cosas que me pertenecen. Y es para mí una dicha y una pena ser capaz de escribirlo.
–
(Para Lena Yau)
Foto: aquí
10 notes
·
View notes
Photo

"Trae tu espalda para hacer mi mesa" de LenaYau Disponible el 30 de junio. Venezuela en julio.
5 notes
·
View notes
Photo

“It’s impossible to be completely happy when you have no appetite.”
Illustration: Hieronymus Bosch, The Seven Deadly Sins (detail), ca. 1500.
230 notes
·
View notes
Photo

Francisco de Zurbarán
Saint Dorothea, c. 1648
via Sotheby’s
“Saint Dorothy, a Christian saint and virgin martyr of Caesarea in Asia Minor, was condemned to death by Fabricius, the Roman governor, in about 303 AD for refusing to recant her belief. According to Voragine’s Golden Legend she was mocked on the way to her execution by a scribe named Theophilus who challenged her to send him roses and apples from the garden of her heavenly bridegroom. After her execution a child appeared to Theophilus, presenting him with a basket of apples and roses and, because of this, he converted to Christianity.”
92 notes
·
View notes
Photo

Penthesilea as one of the Nine Female Worthies 1460s, by an unknown artist.
451 notes
·
View notes
Text
Y nuestros días son palabras pronunciadas por otros,
palabras que esconden palabras más grandes.
Jorge Teillier.
1 note
·
View note
Photo
De un territorio sin nombre.
19 notes
·
View notes
Photo

André Breton, Paul Éluard & Suzanne Muzard, Untitled ca. 1931
87 notes
·
View notes