DEMÓCRATA LIBERAL. ARTÍCULOS SOBRE POLÍTICA, GOBIERNO, PODER Y SOCIEDAD. CUENTOS BREVES E HISTORIAS.
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La ciudad y la perplejidad
Salieron de la ciudad, abandonaron sus amplias avenidas y sus luces estroboscópicas parecidas a un caleidoscopio que resplandecía en los cristales.
Ascendieron la colina y se ocultaron en el largo camino cercado de árboles y pinos. La camioneta de doble tracción rugía y se quejaba en las cuestas y patinaba en las pendientes. Dentro de la cabina iban cuatro personas: los técnicos de telecomunicaciones James Robinson y Mark Leonard; la experta en pruebas radioeléctricas Lisa-Marie O’Connor y el conductor Joseph Rodríguez. Había lloviznado la noche anterior. Robinson había descansado mal ese día y había renegado por tener que salir tan temprano a revisar las antenas, en un lugar tan apartado. Le molestaba que la empresa Electric System se tomara todavía la molestia de brindar el servicio en el campo, en la countryside. Y aún recordaba las palabras de su SUPERIOR, que le dijo al notar su inquietud:
—El gobierno nos ha confiado esta misión, Robinson. Creo profundamente que el gobierno sabe que, si DESEA mantener un cierto nivel de paz y orden, tiene que proveer y mantener un cierto número de servicios mínimos en el campo. De lo contrario perdería el control y podría hacer patente la desigualdad existente.
— Pero creo —dijo Robinson— que ellos son los únicos culpables.
— Eso no es tan cierto —replicó su empleador—. Muchos de ellos trabajaban en la City antes del derrumbe del sistema en el 2075. Después de eso, muchos perdieron sus trabajos. No es que lo hicieran mal, sino que el desastre financiero también los alcanzó. Y las corporaciones les despidieron para recortar sus costos. La política se encargó de convertirlos en villanos, y cuando los expulsó de la ciudad se convirtieron en el nuevo precariado.

Dentro de la cabina sonaba alguna música del siglo pasado. Y aunque el volumen era alto, nadie se inmutó. Afuera, la neblina caía y cubría toda la carretera y se desvanecía luego de varios metros. El vehículo desaparecía y volvía a aparecer entre la neblina, y volvía a ocultarse nuevamente.
—Aún nos quedan cuatro horas —dijo Leonard, mirando un pequeño panel translúcido que se reflejaba en la parte trasera del asiento del conductor.
Luego de dos horas, llegaron a una comunidad cuyas moradas rodeaban concéntricamente una amplia plaza.
— Aquí nos abasteceremos de combustible o baterías — dijo Rodríguez, mirando una caseta oscura de metal —. Uno nunca sabe.
Leonard bajó del vehículo y caminó en dirección a una caseta con forma de cubo.

Al llegar insertó, en una rendija lateral, una diminuta tarjeta. La caseta estaba en la parte baja de un montículo rocoso sobre cuya cima descansaba una iglesia antigua. Toda la estructura estaba en la parte superior derecha de la plaza. La iglesia parecía abandonada; relucían en ella su campanario y sus fuertes columnas blancas, quizá herencia de un pasado lejano. Leonard se preguntó “¿por qué razón la habían construido allí, esa especie de bastión sobre la roca? ¿Para que tuviese más resistencia, solidez o mayor firmeza? ¿O para que sirviera como una especie de faro en esas cumbres opacas y anegadas por las brumas?” Concluyó que ambas; la iglesia se veía sólida en esa posición y su sobresaliente blancura se podía observar a lo lejos. Se dieron cuenta de que esa podría haber sido la razón. De hecho, la habían podido observar a lo lejos, cuando aún estaban a diez kilómetros de distancia, por las colinas del frente.

Leonard volvió a pasar la tarjeta por la ranura lateral izquierda. El cubo no respondió.
— Activar protocolo de voz y reconocimiento facial — dijo.
La cabina emitió un sonido y se encendió una cámara minúscula.
«Es una suerte que este trasto aún funcione, sobre todo la fase de reconocimiento», pensó Leonard.
En la ciudad hacía mucho que habían prohibido el software de reconocimiento facial. Las personas de entonces, de la City, habían denunciado que el reconocimiento facial violaba su privacidad y que el gobierno usaba esa tecnología como un medio de control social. Luego de algunas protestas, el gobierno decidió limitarlas a casos de flagrante delito o únicamente para resguardar la seguridad de la propiedad privada y de otros mecanismos que sólo utilizaban las instituciones.
Luego del sonido, la cabina abrió una puerta. Leonard entró, y luego salió con dos baterías. Subió a la camioneta, encendieron el motor y avanzaron.
A diferencia de la ciudad o la City como la llamaban, en la countryside o el campo, las interacciones eran concéntricas, estrechas y primaban las relaciones familiares. Había un fuerte sentido de comunidad y de colectividad. La comunidad se organizaba en torno a un representante cuya función esencial era vigilar y fomentar el orden y la cohesión social de la comunidad. El nivel de desarrollo tecnológico era ínfimo. En la countryside había un fuerte sentimiento de suspicacia hacia la ciudad.
En cambio en la ciudad, las relaciones sociales eran más impersonales, y la cohesión social de la ciudad descansaba en una amplia diversidad, tanto cultural como étnica. La libertad era el bien más estimado. Pero el rápido cambio tecnológico había dejado un vacío en las personas, una falta de sentido. Las uniones no eran tan fuertes como en la countryside. El desarrollo social y tecnológico era grande, y el poder político de la ciudad estaba distribuido en amplias entidades. Una de ellas era la corporación Electric System. Para referirse a la ciudad, las personas de la countryside sólo se referían a ella como la City.

La furgoneta aparcó en la campiña 95 a las cinco de la tarde. Habían descendido por una montaña inmensa, colmada de curvas y llena de vegetación. El viaje de descenso les había tomado dos horas. Al descender del vehículo notaron que un grupo de personas les estaban esperando.
Leonard y Robinson desmontaron sus equipos. Lisa-Marie por su parte se dirigió a una construcción de madera que estaba en el centro de la countryside. Las casas estaban desordenadas y dispersas como si una granada hubiese estallado en diversos fragmentos y se hubiera desperdigado sobre toda la campiña.
—Al parecer, me informan, no se trata de una avería estándar, sino un daño premeditado —dijo Lisa O’connor—. Voy a pedirle al representante de esta campiña que llame a una reunión inmediata para clarificar los hechos y los motivos.
—Vale — dijo Robinson, haciendo una mueca de fingido fastidio —. Haremos nuestra parte lo más rápido posible. Ya está por oscurecer.
La red estaba a unos doscientos metros hacia arriba, así que Leonard y Robinson tuvieron que subir cargando sus equipos y dispositivos en esa dirección.

Lisa-Marie, con ayuda del representante, reunió en poco tiempo a más de cien personas. Una vez reunidas disertó y habló sobre la importancia de la red y de las antenas para su vida diaria. Que por muy lejos que se encontrara el campo, éste estaba guiado por la tecnología que venía de la City. Les habló de las máquinas sembradoras, todas controladas por la red. De las bombas que se encendían y apagaban automáticamente sin intervención humana, y que favorecían una distribución eficiente y equitativa del agua. Pero, por más que se empeñó en saber los motivos del sabotaje nunca encontró culpables. Y no estableció ninguna responsabilidad, sino tan sólo el compromiso a futuro del líder y de la junta para proteger la red y la antena.
Lisa O’connor estaba despidiéndose de la countryside, cuando Mark y James bajaron por la pendiente. Oscurecía. Rodríguez encendió el motor, que volvió a rugir, y encendió las potentes luces que proyectaron dos haces a casi setenta metros. Rodríguez presionó el acelerador; la máquina atronó, rompió el silencio y avanzó. Si los hubieran visto desde el espacio, hubiesen visto un punto blanco moviéndose a gran velocidad cerca de una inmensa montaña, cercados por la selva.

Subían y subían. La camioneta giraba y volvía a girar. Como hace algunas horas, la neblina aparecía y volvía a desaparecer. Al principio no le dieron importancia, pero pasadas dos horas Leonard empezó a impacientarse. Lo peor de ello era la neblina que nunca parecía irse o moverse por completo. Por momentos, la camioneta parecía sufrir en cada giro, más luego salía fuerte y renovada.
Todo parecía estar en su sitio, pero la camioneta estaba dando vueltas interminables. El ambiente se estaba volviendo cada vez más desesperante; la trocha era delgada y sólo admitía un vehículo a la vez. A ambos lados del vehículo, dependiendo de qué lado viajase uno, se extendía un profundo precipicio, que no era más que el flanco extenso de la montaña.
Impelido por aquellas extrañas circunstancias, Leonard sacó un artefacto esférico de su bolsillo que estaba situado en la parte superior de su traje. El artilugio flotó dentro de la cabina del vehículo.
—Iniciando comunicación vía satélite —chilló el artefacto.
—Establece comunicación con Electric System —dijo Leonard.
—Conectando… —volvió a chillar el artefacto—. Hola, aquí Electric System — dijo una voz humana.
— Quiero saber a qué distancia estamos de la City — preguntó Leonard, ansioso.
— Quinientos cincuenta kilómetros — replicó el artefacto y su pantalla mostró un mapa del recorrido.
— ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar desde aquí? Estamos subiendo una montaña desde ya hace buen tiempo y queremos saber cuándo terminará esto. Muéstrame el mapa de relieves.
— Según cálculos… cuatro horas aproximadamente — dijo el artefacto.
La esfera mostró el mapa de relieves, pero en el mapa no había ninguna montaña. Y ya habían transcurrido más tres horas desde que dejaron la campiña. El reloj marcaba las ocho con cuarenta minutos; sin embargo, afuera de la camioneta seguía anocheciendo. La camioneta giraba y volvía a girar. Subían interminablemente.

Todavía más ansioso, Leonard volvió a increpar a la voz al otro lado del aparato.
— Quinientos cincuenta kilóm… — volvió a decir la voz, mostrando el mapa que se desconfiguraba a cada momento —. Cuatro hor…
— Eso lo mencionaste hace treinta minutos — replicó Mark, enfadado.
— Quinientos cincuenta kilóm... Cuatro ho... Alguna o… — decía la voz antes de cortarse.
Entonces cayeron en cuenta de que la persona que estaba respondiendo, al otro lado del artefacto, no era una persona, sino un boot, un algoritmo que imitaba a una persona. Y que era capaz de tener una conversación alturada con cualquier persona real. También echaron en cuenta de que era sábado, y los sábados en la noche no había nadie en el receptor de la compañía. Las salas estaban vacías. Todos salían. Todos desaparecían.
La calma que había surgido, al escuchar la voz del boot, se desvaneció deprisa.
«¿Qué singularidad es ésta? ¿En qué estamos atrapados?» se preguntó Mark, mirando a su alrededor. Todo parecía oscurecerse. Los libros de física teórica volaron por su mente.
— Bajemos a echar un vistazo — dijo Robinson.
La desesperación empezó a apoderarse de ellos. Estacionaron la máquina; bajaron, debido a la neblina no pudieron ver más allá de un metro. Y la parte más visible del camino, facilitada por las luces del vehículo, no daba ninguna pista. No había mucho por hacer; hacía un intenso frío afuera. Nuevamente emprendieron la marcha.
Todo parecía un sueño o una ensoñación.
Leonard pensó en los seguidores de Pitágoras y Platón “las mismas cosas volverán a existir, y volverá nuestro maestro a enseñar y volveremos a escucharlo nuevamente”. Luego pensó en el eterno retorno de Nietzsche “no anheles dichas y favores, sino vivir de acuerdo a cómo quieres volver a vivir, y así por toda la eternidad”. De la refutación de San Agustín de esa teoría “de que es imposible que el Señor sea crucificado en infinitos actos por toda la eternidad”.
Se acordó también de una de las frases de Marco Aurelio: “Recuerda que las cosas giran y vuelven a girar por las mismas órbitas…”.
En fin, se acordó de la conjetura que de niño intuyó en lo alto de un edificio:
— ¿Y si toda la historia vuelve a repetirse? Es decir, ¿si todo acaba y volvemos a existir nuevamente, y así hasta el infinito?
El viento soplaba fuerte en lo alto, y desde allí podía verse la ciudad completa. Había visto en sus rostros la perplejidad y la confusión. Y parecían preguntarse: «¿Será cierto».
«Podría ser» había dicho alguien.
Y, sin embargo, ahora parecía que esa teoría, tantas veces enunciada desde el principio de los tiempos, lo perseguía. Ese círculo vicioso se repetía una y otra vez. Pero esta vez era más pesadillezca. Todo volvía a repetirse, y era como estar en un eterno presente. Y aunque parecía un juego, no había, como decían los estoicos, un pasado o un futuro, sino solamente un presente. Un delirante y angustioso eterno presente.
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Las dictaduras, los nacionalismos y los populismos
Hay tres tipos de males en el mundo: las dictaduras, los nacionalismos y los populismos. La dictadura fujimorista duró 10 años en Perú; se asesinaron a varios líderes sociales. Las dictaduras actuales llevan más años.
La dictadura de Bashar al Assad en Siria tiene 20 años. Antes de la intervención de Europa y Estados Unidos, Bashar al Assad tenía una riqueza que abarca 3/4 de la economía de su país (1,27 mil millones de euros). Sus ciudadanos no lo querían, pero él se aferró al poder. Siria ahora está en ruinas, pero él continúa.
Putin está 20 años en el poder. Ha asesinado a muchos de sus opositores políticos. No hay libertad de prensa. Si criticas al dictador eres encarcelado o incluso más que eso. A eso se aúna la protección que brinda Putin a otros dictadores en Medio Oriente.
Aleksandr Lukashenko de Bielorrusia está 24 años en el poder. Y ahora se aferra al poder y ha reprimido duramente las protestas de sus compatriotas.A veces es fácil ver desde afuera lo que sucede en estos países. Incluso muchos tienden a ver con simpatía a estos dictadores, pero no experimentan la realidad de esos países.
Un libro argumenta que los latinoamericanos somos propensos a ver con simpatía a los dictadores, debido a nuestro pasado poco democrático. Pero es hora de ver que un dictador es, sobre todo, el mal encarnado en una sola persona.
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En el Perú, no hace falta ni ver para obtener un brevete [VIDEO] | #NoTePases
Periodista con miopía severa se convirtió en candidato para licencia profesional y logró obtenerla de forma legítima y sin restricciones, sin haber usado lentes. Centros de salud evaden todos los exámenes y escuelas clonan huellas digitales para acreditar asistencia a cursos.

En el Perú, uno puede construir un edificio de 7 pisos y 1 metro de ancho sin que ninguna autoridad se lo impida, como El Comercio denunció en el 2017 al revelar la existencia de un peligroso inmueble en la avenida Abancay. En el Perú pueden circular vehículos con más de 25 órdenes de captura, como se informó en abril de este año con el ‘peor chofer de Lima’, quien acumulaba 147 papeletas.
En este país, lo imposible se vuelve real. Incluso, que una persona con graves problemas de visión o con severos trastornos psicológicos pueda ser capaz de obtener una licencia de conducir de forma legítima y sin restricciones, sin coimas ni pagos irregulares.
Cada año mueren 3.000 personas en siniestros viales, el equivalente a diez aviones Boeing 747 llenos de pasajeros. Hoy, este Diario intenta difundir las consecuencias de la falta de control en el sistema de emisión de brevetes en el país.
—Testimonio— Tener miopía severa representa un obstáculo para realizar cualquier actividad, como caminar de forma segura, montar bicicleta o hacer deporte. Se trata de un trastorno ocular que impide ver bien más allá de los 15 centímetros del rostro. Conducir un vehículo sin lentes sería mortal para quien lo padezca y para los peatones que se le crucen.
El periodista que escribe esta nota sufre de miopía de 6,5 en el ojo derecho y 7,5 en el ojo izquierdo, y debe usar lentes de contacto o anteojos de forma permanente. Con el objetivo de poner a prueba el sistema de emisión de licencias de conducir, se propuso, a manera de experimento, postular a un brevete de categoría AIIB, el que permite manejar buses de hasta 33 pasajeros, camiones de carga y hacer transporte público.
Todo el proceso fue realizado sin ayuda de anteojos ni lentes. El resultado es un documental de 20 minutos publicado hoy en YouTube y nuestras redes sociales.

El primer paso para obtener una licencia de AIIB de transporte público es tramitar un certificado médico. Este documento es emitido por centros médicos autorizados por el Ministerio de Transportes (MTC) que están obligados a evaluar física y psicológicamente a los postulantes. Se eligió aleatoriamente el centro médico El Corregidor, ubicado en la cuadra 2 de la avenida Trinidad Morán, en Lince, a pocas cuadras del Touring y Automóvil Club del Perú. Este centro médico, como muchos otros en Lima, ofreció abiertamente dos tipos de exámenes médicos: el regular y el ‘express’. Este último consistió en saltar todas las evaluaciones médicas, como muestras de sangre o exámenes de vista para ‘agilizar’ el proceso.
La exoneración de los exámenes médicos para obtener brevete está tan normalizado que incluso emiten boletas o facturas, como si fueran servicios regulares. También omitió la evaluación psicológica, la cual permitiría filtrar a choferes con trastornos psicológicos, como la ira o la psicopatía. “Los exámenes médicos son totalmente laxos y el MTC lo sabe. Nunca he visto un solo caso de un postulante a brevete que haya sido desaprobado en el examen médico o psicológico y que en una segunda oportunidad no lo haya aprobado. La responsabilidad mayor recae en el MTC. Es el ente rector. Es el responsable de las muertes que ocurren a diario. Ocho muertos diarios que llegan a 2.900 a 3.000 vidas perdidas al año”, dice el abogado Luis Quispe Candia, presidente de la ONG Luz Ámbar y experto en materia vial. El certificado médico fue emitido en menos de 15 minutos y consignaba que el postulante que firma este reportaje estaba apto y sin restricciones médicas para manejar. Como constató El Comercio, los principales ambientes de este centro médico, como el tópico y la sala de exámenes psicológicos, permanecen casi vacíos y con poco personal debido a que la mayoría de personas elige el examen ‘rápido’. Varias autoridades en materia vial alertan que en las calles hay choferes que no cumplen las condiciones físicas y motoras para manejar pero que están al volante sin que nadie se lo impida. El jefe de la División de Prevención e Investigación de Accidentes de Tránsito, coronel PNP Franklin Barreto, advierte que constantemente se detienen a conductores con evidentes problemas de motricidad, psicológicos o físicos, pero cuyo brevete consigna “sin restricciones”. “Hemos visto, incluso, amputaciones de miembros en los choferes y en su licencia aparecen como aptos”, dice Barreto. Gabriela Goñi, gerenta general del Touring y Automóvil Club del Perú, admite que hay postulantes que llegan al centro de exámenes de manejo (Conchán) sin brazos, sin piernas o tuertos de un ojo, pero que presentan un certificado de aptitud médica que indica “apto y sin restricciones” y no expresan sus problemas físicos. “Nosotros reportamos eso al MTC y a la Sutrán, pero no estamos en las posibilidades de sancionar al postulante ni evitar que dé el examan”, agrega. Una vez obtenido el certificado médico, tocó cumplir con el siguiente requisito para obtener brevete de transporte público AIIB: dar un curso de profesionalización, un paso obligatorio que exige el MTC. Este curso consiste en recibir 55 horas de clases prácticas y teóricas sobre mecánica, seguridad y tránsito en una escuela autorizada por el gobierno. La escuela elegida fue T-Apruebo, también ubicada en Lince. Esta escuela trabaja de la mano con el centro médico El Corregidor y también ofrece un servicio ‘express’ que exonera a los choferes a acudir los 8 días que contemplan los cursos obligatorios.
Para ello, funcionarios de esta escuela de manejo clonan las huellas digitales de los postulantes [ver infografía] para acreditar, burlando el control biométrico de asistencia, que los candidatos acuden todos los días a recibir las horas de clase.
El periodista que escribe esta nota tuvo que poner ambos dedos índices en una especie de silicona o gel balístico sobre una hoja. Posteriormente, esta muestra, una vez seca y endurecida, es mezclada con una masilla que, minutos después, se convertirían en ‘dedos’ clonados. Los mismos trabajadores del lugar lo admiten abiertamente. “Para evitar que los postulantes vengan todos los días les sacamos las huellitas, que luego las pasamos por el biométrico”, decía una mujer encargada de recibir a los futuros choferes en una oficina de esta escuela [extremo derecho]. “El 99% de personas que vienen lo hacen así, de forma rápida”, añade otra mujer de la escuela de manejo, quien es la encargada de fabricar los ‘dedos’ suplantados a partir de la silicona endurecida [segunda foto desde la derecha, sonriente]. Como constató El Comercio, los ambientes de esta escuela de manejo también están vacíos y no se suelen observar alumnos recibiendo las clases de forma regular. “Clonar huellas digitales es un delito contra la fe pública en una modalidad agravada, porque es la falsificación o alteración de una parte de un documento público. Es sancionado con una pena de entre 6 y 8 años de prisión. Son responsables tanto quien clona la identidad de postulante a brevete, como quien utiliza esa huella o documento”, dice el abogado Luis Lamas Puccio. El penalista añade que la persona a quien le clonan la huellas digitales podría ser víctima de estafa o apropiación de bienes, lo que agrava el delito. Ocho días después de la clonación de huellas digitales, cuando se realizó el registro para iniciar las ‘clases’ en la escuela de manejo, esta entidad emitió un certificado ‘aprobado’, que certifica que el futuro chofer es profesional con notas inventadas, según los cursos que deberían recibirse. El certificado dice que se obtuvo nota 16 en Teoría del Tránsito, 16 en Manejo Defensivo y 16 en Accidente de Tránsito. Los últimos requisitos para obtener el brevete fueron aprobar el examen de normas y el examen de manejo. Para esta última evaluación, realizada en el centro de exámenes de Conchán del Touring, los postulantes tienen infinitas oportunidades para realizarlo. En otros países, si el candidato no aprueba las tres primeras veces, está obligado a recibir un curso de manejo y no podrá dar el examen durante varios meses. El reportero que firma esta nota logró aprobar el examen de manejo a la quinta vez.
La licencia de conducir fue emitida sin restricciones a los pocos días. Desde ahora, está facultado para manejar coasters de transporte público de hasta 33 asientos y 7 toneladas de peso bruto; camiones o furgones de hasta 3,5 toneladas para el transporte de mercancías; ambulancias y hasta movilidades escolares tipo coaster.

El Comercio envió ocho correos electrónicos al ministro de Transportes, Edmer Trujillo, solicitando una entrevista por medio del área de prensa. La entrevista nunca se concretó.
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El siglo antiamericano
ARGUMENTO
El viejo orden liderado por Estados Unidos se ha derrumbado. Lo que lo reemplazará puede ser justo lo que el mundo —y Estados Unidos— necesita.
POR ZACHARY KARABELLEL | 13 DE JULIO DE 2020 12:45 PM FOREIGN POLICY
En 1941, Henry Luce, el fundador de la revista Time —y sus publicaciones hermanas Life and Fortune—, declaró que "el siglo XX es el siglo estadounidense". Con un poder incomparable y una resolución incuestionable, Estados Unidos haría que el mundo sea "seguro para la libertad, el crecimiento y la creciente satisfacción de todos". Y lo haría debido a una combinación de poder y prestigio estadounidenses que generaría una "fe casi universal en las buenas intenciones, así como la inteligencia y la fuerza suprema de todo el pueblo estadounidense".
El resto del siglo vio a los Estados Unidos conquistando al mundo como el poder dominante, a veces para bien y para mal. Pero Luce tenía razón en que era el siglo americano (o al menos medio siglo). Sin embargo, a partir de 2020, el siglo XXI se ha convertido en "el siglo antiamericano", una identidad que ya estaba muy avanzada antes de la pandemia, pero que sin duda se aceleró y consolidó.
El siglo antiamericano puede resultar agresivamente hostil a los Estados Unidos, pero por ahora es antiamericano principalmente en el sentido de ser antitético al siglo americano. Los tres pilares de la fuerza estadounidense —militar, económico y político— que definieron el siglo pasado han sido socavados, si no eliminados. En este momento, esas fallas pueden parecer profundamente negativas. En su libro más reciente, el escritor Robert Kagan lamenta que, sin el liderazgo estadounidense en todo el mundo, la jungla volverá a crecer. En ausencia de los Estados Unidos, Beijing podría definir un orden mundial menos liberal.
En términos de política interna, la izquierda y la derecha están extrañamente unidas en su desesperación por la erosión del siglo americano, ya que la izquierda lamenta el fracaso del experimento estadounidense en una era de divisiones raciales y la ineptitud del gobierno, y la derecha defiende el empuje de "Make America Great Again".
Sin embargo, el amanecer del siglo antiamericano puede ser precisamente lo que tanto el mundo como los Estados Unidos necesitan para enfrentar los desafíos particulares de hoy.
Un mundo de casi 7.800 millones de personas exige múltiples nodos de apoyo, no una o dos hegemonías que compiten por el poder. Y un Estados Unidos de gran riqueza y grandes deficiencias necesita aceptar que no está destinado para liderar y que sus resultados pasados no son ninguna garantía de éxito futuro. El primer paso para resolver un problema es reconocer que se tiene uno; no hacerlo —creer que sólo el país de uno es singularmente poderoso y está destinado a la grandeza por la historia y la cultura—, es una receta para una caída.
En los albores del nuevo milenio (hace 20 años; se siente como una eternidad), Estados Unidos pudo decirse a sí mismo y al mundo que había encontrado una fórmula excepcionalmente potente sobre cómo manejar la democracia. Señaló su papel como una superpotencia global con su economía resistente y floreciente. Afirmó que había sobresalido en investigación avanzada, educación e innovación y fue un ejemplo para los países de todo el mundo. Todo eso nunca fue tan cierto como los estadounidenses deseaban, pero esas fortalezas eran, en relación con gran parte del mundo, innegables.
La pandemia ha expuesto fisuras estructurales en los Estados Unidos. También ha subrayado que un país cuyo gobierno central está limitado no solo por la estructura de las tres ramas del gobierno federal, sino también por una considerable autonomía local y estatal no es particularmente adecuado para organizar un esfuerzo nacional contundente. Pero la atención en el extranjero sobre la anémica respuesta de Estados Unidos a la pandemia de COVID-19 —"El mundo se compadece de nosotros", fue la línea en una columna prominente y en muchas otras desde entonces— es simplemente la próxima reiteración de un proceso que se ha estado desarrollando durante dos décadas.
El primer pilar del siglo americano que se hizo a un lado fue el militar. La invasión estadounidense de Afganistán después del 11 de septiembre disfrutó de un considerable apoyo internacional como respuesta justificada al refugio de los talibanes de Al Qaeda y Osama bin Laden. Pero la posterior invasión de Irak en marzo de 2003 con escasez de apoyo internacional, seguido de una ocupación fraudulenta y años de guerra de guerrillas contra las tropas estadounidenses evocó la Guerra de Vietnam.
Los recelos iniciales se magnificaron exponencialmente por las revelaciones de tortura autorizada por los estadounidenses en Irak, en el centro de detención de la Bahía de Guantánamo y en varios sitios de todo el mundo, en clara violación de los Convenios de Ginebra que Estados Unidos había defendido durante mucho tiempo. Si a eso se suman las revelaciones de espiar a ciudadanos nacionales en nombre de la seguridad nacional y la guerra contra el terrorismo, muchas de los pilares de la fuerza estadounidense se derrumbaron. Los Estados Unidos emergieron en 2008 de su embrollo en Irak, con sus fuerzas armadas aún insuperables en tamaño y capacidad, pero con su imagen gravemente socavada.
El segundo pilar que se derrumbó fue el económico. Uno de los conceptos centrales del siglo americano fue que las virtudes únicas del sistema económico estadounidense actuarían como una poderosa reprimenda al comunismo. E incluso después de la caída de la Unión Soviética, la floreciente economía estadounidense fue un imán para el talento y la innovación, y las empresas tecnológicas estadounidenses definieron el primer auge de Internet de la década de 1990 y luego la próxima ola en la década de 2000.
Mientras tanto, el Consenso de Washington que se fusionó en la década de 1980 sobre cómo estructurar los mercados libres fue el modelo para la reconstrucción posterior a 1989 de Europa del Este y Rusia. También fue utilizado como un marco flexible tanto por el Fondo Monetario Internacional como por el Banco Mundial en sus esfuerzos por impulsar a los países de todo el mundo a que eliminen las barreras comerciales, pongan fin a las empresas estatales y abran sus cuentas de capital a los flujos globales. Mientras que algunos países, especialmente Rusia, sufrieron mucho con estas recetas, el poder económico de los Estados Unidos dejó pocas alternativas a la mayoría de las naciones. China fue la excepción, y su tamaño y la percepción generalizada de que eventualmente se movería hacia el modelo estadounidense después de unirse a la Organización Mundial de Comercio le permitieron evolucionar por su propio camino.
El éxito económico de China erosionó el dominio estadounidense, pero fue la crisis financiera de 2008-2009 lo que realmente destruyó el pilar económico. Durante años, la pregunta en la mente de los inversores había sido: "¿Cuándo los préstamos incobrables en los libros de los bancos estatales de China conducirían a un colapso en China?" Resultó que no eran los bancos de China los que eran el problema; fueron bancos en los Estados Unidos. Y fueron un contagio que se hizo global. El sistema financiero liderado por Estados Unidos sobrevivió, pero la reputación económica de Estados Unidos, el prestigio, elemento clave de su poder, fue devastada.
El pilar final fue la democracia. Durante décadas, Estados Unidos podría jactarse de que era la democracia más antigua y establecida del mundo, con un sistema singular para preservar las libertades individuales y aprovechar las energías colectivas. Rutinariamente empujaba y a veces obligaba a los aliados y adversarios a abrirse y democratizarse. Eso de ninguna manera impidió tratar con dictadores, pero la presunción era que la democracia era el mejor baluarte contra la autocracia y el mejor camino hacia la prosperidad. En Estados Unidos, cualesquiera que sean sus fallas, la democracia era tan acertada como en cualquier país. Nunca fue la " democracia más fuerte”: los países escandinavos lideraron allí. Pero fue sin duda la más fuerte de las grandes y dinámicas democracias, que combinadas con sus otros dos pilares crearon el siglo americano. Entonces, Donald Trump fue elegido presidente.
Ya para 2016, la democracia estadounidense mostraba signos de tensión. La fe pública y la participación en el gobierno habían disminuido tanto como para avisar al sistema. Pero la elección de Trump erosionó severamente la capacidad de los estadounidenses de decirse a sí mismos o al mundo que su proceso era excepcionalmente capaz de resistir las presiones del populismo y el autoritarismo naciente contra el que los estadounidenses habían predicado durante décadas. Podría decirse que Trump ha hecho mucho menos daño que sus críticos, y eso se puede reflejar en su sistema interno de controles y equilibrios que hace endiabladamente difícil para cualquier presidente cometer grandes abusos de poder.
Pero la fuerza de la democracia estadounidense en el mundo también fue como un símbolo y un faro, uno que atrajo a inmigrantes y talento debido a las oportunidades que Estados Unidos ofreció y alimentó. En ese sentido, la administración Trump erosionó drásticamente la posición global de los Estados Unidos. Sí, la imagen de los Estados Unidos también sufrió mucho en la década de 1970, con la humillación de Vietnam y las revelaciones de las políticas antidemocráticas estadounidenses en gran parte de lo que entonces se conocía como el Tercer Mundo. Es posible que si el renacimiento económico de la década de 1980 no hubiera sucedido, el siglo estadounidense hubiera terminado entonces. No fue así, pero luego vino la pandemia.
Al igual que el primer ministro chino Zhou Enlai dijo una vez sobre el legado de la Revolución Francesa de que era demasiado pronto para emitir juicios finales, hoy también es demasiado prematuro comenzar a clasificar a las naciones por lo bien que se enfrentaron a una pandemia que todavía está en su apogeo. Sin embargo, está claro que lo que podían ser las fortalezas estadounidenses en otros contextos, son en este momento una panoplia de debilidades: gobierno interno descentralizado, políticas muy controvertidas e inmensas variaciones culturales entre estados y regiones. Todos los estadounidenses están vacunados contra la autocracia y la extralimitación del gobierno, pero dejan al país vulnerable ante las crisis nacionales que requieren una respuesta unificada.
En medio de la administración Trump, la respuesta pandémica estadounidense ha aplastado por completo la imagen de Estados Unidos como embajador del buen gobierno y la democracia, y con él, el último pilar del siglo estadounidense.
Muchos en los Estados Unidos y en todo el mundo pueden creer que el final del siglo americano es trágico, pero el comienzo del siglo antiamericano promete mejores tiempos para el mundo y la oportunidad para que los estadounidenses finalmente confronten a su país y sus problemas estructurales. Después de todo, a menos que uno crea que Estados Unidos tiene el monopolio del deseo de paz, de los derechos individuales y la prosperidad, 7.8 mil millones de personas y casi 200 naciones, grandes y pequeñas, son tan capaces como los estadounidenses de actuar en pro de esos intereses colectivos. Creer lo contrario es sostener que la única fórmula para la estabilidad y la prosperidad internacional es una continuación interminable del siglo americano.
Eso inevitablemente lleva a la cuestión de China y su condición de potencia global emergente, especialmente cuando Estados Unidos se retira o se ve obligado a hacerlo. Es cierto que China define los derechos de manera diferente que los Estados Unidos, y muchos fuera de China pueden no encontrar ese modelo atractivo. Pero el modelo chino sigue siendo chino, propagada por un gobierno que parece bastante interesado en mantener la paz mundial incluso mientras afirma su poder. Y sea lo que sea, lo que uno piense sobre el futuro de China, sigue siendo cierto que tendrías que pensar que Estados Unidos es de alguna manera una nación excepcional, comprometida solo con la paz y la prosperidad, para creer firmemente que el fin del siglo americano supone un paso atrás para humanidad.
En cuanto a los Estados Unidos, a nivel interno nacional, décadas de preeminencia global no han hecho bien a los estadounidenses en casa en los últimos años. El nivel de vida se ha estancado y no ha seguido el ritmo de los de muchos otros países. El racismo persiste. Ninguno de los países en todo el mundo que han sobresalido en educación, atención médica y nivel de vida son tan grandes o complicados como Estados Unidos, pero incluso según sus propios estándares, el país no ha alcanzado lo que alguna vez logró. Gasta masivamente en educación, infraestructura, alivio de la pobreza, atención médica y defensa, pero no logra gastar de manera inteligente. Sí, la vida material es mejor ahora para casi todos que hace 50 años; las personas viven más, tienen más atención médica, comen mejor, tienen más educación, viven en ciudades y pueblos más seguros, pero eso es cierto en todo el mundo.
Y la simple verdad es que el éxito y la fuerza —militar, política, económica y, además, cultural— no son derechos de nacimiento. Los Estados Unidos no llegaron a ser grandes o poderosos solo porque solían serlo, aunque ciertamente pudieron tener una ventaja. Sí, el país fue realmente excepcional, fue excepcional porque las generaciones sucesivas trabajaron y lucharon, y lucharon para que así fuera, no porque esas generaciones se dieran palmadas en la espalda. Ha habido momentos agudos de arrogancia y extralimitación durante las décadas del siglo estadounidense, pero nunca ha sido tan profunda la desconexión como hoy entre lo que es Estados Unidos y lo que dicen los estadounidenses.
Fuera de esto, la promesa debe ser, no del excepcionalismo estadounidense, sino de la humildad estadounidense, un momento de reconocimiento de que, para avanzar, Estados Unidos debe abandonar el Siglo Americano, decir adiós al excepcionalismo y aceptar que es un país normal como cualquier otro, simplemente más rico y con un arsenal militar masivo, con múltiples huecos en la fuerza y múltiples áreas de autoengaño. El final del siglo americano ofrece la oportunidad de ver dónde y en que partes se queda corto el país y poder comenzar a arreglar lo que está roto. Si los estadounidenses aprovecharán esta oportunidad, quién sabe. Pero esto no es una tragedia; Es el comienzo de algo nuevo.
Zachary Karabell es el autor del próximo Inside Money: Brown Brothers Harriman y American Way of Power
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Bielorrusia, el amortiguador entre Rusia y Occidente
Aleksandr Lukashenko, que ha sabido explotar durante décadas la posición geoestratégica del país, afronta su mayor desafió electoral en precario equilibrio
MARÍA R. SAHUQUILLO
Moscú - 07 AGO 2020 - 17:30 COT
Aleksandr Lukashenko ha explotado durante años el papel de Bielorrusia como amortiguador entre Rusia y Occidente. Entre la OTAN y Moscú. Pero hoy, cuando el presidente bielorruso enfrenta su mayor desafío en décadas en las elecciones presidenciales de este domingo, está perdiendo el equilibrio. Mientras en las calles y las plazas, las movilizaciones de la oposición han ido ganando terreno, Lukasheko, de 65 años, que lleva más de un cuarto de siglo en el poder, ha convertido en parte central de su discurso las acusaciones a “fuerzas externas” de preparar un complot para desalojarle del poder. Ha apuntado a Rusia, con la detención de 33 supuestos mercenarios de la oscura compañía Wagner, con vínculos con el Kremlin, pero también a Occidente. Lukashenko, que con una economía anquilosada se ha dado cuenta de que no tiene grandes cosas que ofrecer, maniobra para retener la presidencia en un sexto mandato, y a los expertos y observadores, que llevan años denunciando elecciones fraudulentas, no les cabe duda de que hará todo lo posible para lograrlo.
Lo afronta en un escenario geopolítico complejo, turbulento e insólito. Las relaciones con Moscú, han pasado de “hermanos a socios” se dolía Lukashenko el martes, en su discurso anual sobre el estado de la nación. Ambos países están vinculados desde 1999 con un acuerdo de unión, un modelo sindicado que consiste en la eliminación de controles migratorios, tratados energéticos y acuerdos comerciales y que también incluía otros elementos, como una moneda única o cámaras legislativas comunes, que nunca se materializaron.
“Esa unión suponía, en la práctica, que Bielorrusia cambiaba su lealtad geopolítica por diferentes beneficios económicos”, explica Yauheni Preiherman, fundador y director del Consejo de Diálogo de Minsk para las Relaciones Internacionales. Pero después de 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea, el escenario cambió. Los equilibrios de Minsk empezaron a ser aún mayores. Moscú también empezó a presionar para ampliar esa unión y, según el líder bielorruso, lograr “una fusión” de los dos Estados. El Kremlin siempre ha negado que la fusión sea su objetivo. Pero cuando Lukashenko rechazó ampliar los términos de la unión, Moscú congeló los ventajosos acuerdos que, entre otras cosas garantizaban a Bielorrusia un buen flujo de petróleo barato que vendía después a Occidente con un margen de beneficios. Solo por el cambio en el régimen de impuestos, Bielorrusia ha sufrido un agujero de 400 millones de dólares (unos 339 millones de euros).
El líder bielorruso coqueteó entonces con Estados Unidos. En febrero, Mike Pompeo visitó Minsk en la primera de un secretario de Estado de EEUU a Bielorrusia en más de 25 años. Poco antes, ambos países habían intercambiado embajadores por primera vez en 12 años. Y en mayo, el país norteamericano empezó a suministrar petróleo a Bielorrusia.
Entonces llegó la pandemia de coronavirus, que Lukashenko y las autoridades bielorrusas han tratado de minimizar e invisibilizar. Pero para la ciudadanía, ya muy cansada de años de represión, vulneración constante de los derechos humanos y escasas perspectivas de mejora económica, la pésima gestión de la covid-19 ha sido la gota que colmó el vaso. Bielorrusia ha sido uno de los pocos países que no ha cerrado fronteras o ha decretado medidas de confinamiento. Ha sido el tejido social y solidario bielorruso el que ha puesto en marcha una red voluntaria de apoyo y promovido, por ejemplo, el uso de mascarilla. Un elemento que, según distintas fuentes, Lukashenko ha prohibido usar en su presencia.
El enojo de la ciudadanía ha alimentado a la oposición hasta tal punto que Bielorrusia está viviendo un momento histórico. Los actos de campaña de la candidata Svetlana Tijanóvskaya, una exprofesora que decidió presentarse a las elecciones cuando las autoridades vetaron y encarcelaron a su marido, un conocido YouTuber, y que ha unido fuerzas con las representantes de los otros dos candidatos ‘fuertes’ vetados, son una fiesta a la que asisten miles de personas todos los días. En las ciudades grandes y las pequeñas. Y Lukashenko, acorralado, sigue con su política de represión sin pudor.
El presidente bielorruso prometió esta semana que en cinco años el salario medio mensual se duplicaría hasta los 1.000 dólares, y que la economía empezaría a crecer un 4% el año que viene. Pero los analistas señalan que el líder bielorruso no tiene de donde sacar esos fondos y que esas perspectivas de crecimiento son irreales. En lo que va de año, la economía bielorrusa se ha contraído un 1,7%, menos que en los países de su entorno, pero eso es porque la mayor parte es estatal y reacciona muy mal a la caída de la demanda y sigue funcionando “para almacenar”, explica Vadim Iossub, analista senior de Alpari Eurasia.
Bielorrusa vive en un modelo económico semi-soviético. Mezcla un gigantesco aparato de empresas públicas -alrededor del 70% de la economía y dos tercios de la fuerza laboral han permanecido en manos del Estado- con empresas privadas; algunas, punteras.
Como en los tiempos de la URSS, Bielorrusia sigue siendo uno de los mayores productores de tractores y exportador a sus países aliados, por ejemplo, con vehículos de la conocida Minsk Tractor Works, con miles de trabajadores. Y en el lado opuesto, en la capital bielorrusa ha florecido un parque tecnológico en el que se ha desarrollado gran parte de la aplicación israelí de mensajería Viber y se ideó y lanzó, hace ya una década, el famoso videojuego Game of Tanks.
El Gobierno trata de promover este sector con exenciones fiscales y entrada sin visa para las personas occidentales. Y lo cierto es que se ha convertido en un buen refugio, explica por teléfono desde Minsk Anna, una consultora de publicidad que, como muchos bielorrusos estos días, elude dar su apellido por temor a represalias. “Hoy en día solo vives bien en este país si no te interesa la política, si cierras los ojos a todo lo que pasa y si trabajas en cosas de nuevas tecnologías. Si no cumples esos tres requisitos lo más probable es que, como he pensado yo y la mayoría de mi entorno, barajes marcharte”, dice.
Sin embargo, ese modelo híbrido que Lukashenko ha tratado de defender y blindar a toda cosa es insostenible, advierte por teléfono Iossub. El principal problema, apunta el analista, es la enorme mole de empresas estatales “ineficaces y poco rentables” que sobreviven de dotaciones públicas, préstamos preferentes del Estado o deudas anuladas. Eso ha aumentado la deuda estatal hasta el 50% del PIB, una cantidad menor que en otros países de Europa pero que Bielorrusia, con una economía estancada, se ve obligada constantemente a refinanciar, explica el analista.
Hoy, por mucho que Lukashenko asegure que los pretendientes de Bielorrusia son muchos, lo cierto es que Moscú, que sigue siendo además su principal acreedor, tiene a Minsk en un puño. En una época, esos ventajosos pactos comerciales con el país vecino y la maquinaria estatal permitieron a Bielorrusia crecer mucho más que los países de su entorno. Y pese a las críticas por su régimen autoritario, la antigua república soviética se convirtió en un modelo a estudiar también en Occidente.
Y mientras que en otros países una pujante oligarquía emergió de los escombros de la URSS, quedándose con lo más jugoso de sus Estados en aquella tumultuosa etapa de las privatizaciones, en Bielorrusia el sistema permaneció inalterable. Y eso ha dibujado a su sociedad de hoy, en la que la diferencia entre los más ricos y los más pobres no es tan pronunciada como en sus vecinos.
Sin embargo, poco queda ya de aquella etapa de prosperidad. El salario medio mensual de los bielorrusos lleva estancado en 500 dólares mensuales desde 2010. Y el poder adquisitivo de los ciudadanos se ha desplomado. El analista Iossub sostiene no obstante que la situación económica no está jugando el papel más determinante en las protestas y lo que Anna, la consultora en publicidad, describe como “el despertar de la sociedad bielorrusa”. “Sin embargo sí será clave en lo que suceda después: “Las autoridades actuales no quieren hacer las reformas y sin ellas la situación económica del país puede convertirse en muy crítica”.
Tras conflictiva negociación comercial con Moscú, Lukashenko se replegó y el Kremlin, astutamente, tampoco ha seguido maniobrando. Pero ahora, el líder bielorruso está mucho más débil. “Rusia ha aprovechado esa pausa entendiendo perfectamente que después de estos comicios Lukashenko saldrá más debilitado y manejable”, sostiene Yauheni Preiherman.
Berlín, París y Varsovia no le quitan ojo a Minsk. Las tres capitales europeas observan “con mucha preocupación” las elecciones del próximo domingo en Bielorrusia, manifestaron este viernes las capitales europeas. Ante el temor de posibles “irregularidades” por la falta de observadores internacionales —ni la OSCE ni el Consejo de Europa han sido invitados esta vez, destacan— han querido mandar un mensaje de advertencia al presidente Aleksandr Lukashenko, que opta por un enésimo mandato: Alemania, Francia y Polonia defenderán “firmemente el derecho de los bielorrusos a ejercer sus libertades fundamentales, incluidos sus derechos electorales”, dijeron los tres países en un comunicado conjunto, en el que también aseguran apoyar “la independencia y soberanía” de la antigua república soviética.
“Exhortamos a las autoridades bielorrusas a celebrar las elecciones presidenciales de forma libre e imparcial, especialmente garantizando una observación independiente local del escrutinio por medio de observadores locales”, instan los europeos, que dicen haber “tomado nota de las informaciones inquietantes sobre irregularidades en el voto anticipado”. En su mensaje, en el que manifiestan también su preocupación por que se puedan “frustrar” los logros en el acercamiento bilateral conseguidos la última década mediante un “diálogo difícil pero prometedor y una cooperación práctica”, los tres europeos instan asimismo al Gobierno de Lukashenko a “liberar a todos los prisioneros detenidos por motivos políticos, a abstenerse de cualquier violencia o cualquier actividad que vaya en contra de los derechos humanos, incluidas las libertades cívicas y políticas” y, también, a “respetar la voluntad del pueblo” bielorruso. “No hay otra vía para reforzar la independencia de Bielorrusia que la de un diálogo social auténtico e incluyente”, subrayan. / Silvia Ayuso.
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Near the Center of the Lagoon Nebula : Stars are battling gas and dust in the Lagoon Nebula but the photographers are winning. Also known as M8, this photogenic nebula is visible even without binoculars towards the constellation of the Archer (Sagittarius). The energetic processes of star formation create not only the colors but the chaos. The glowing gas results from high-energy starlight striking interstellar hydrogen gas and trace amounts of sulfur, and oxygen gases. The dark dust filaments that lace M8 were created in the atmospheres of cool giant stars and in the debris from supernovae explosions. The light from M8 we see today left about 5,000 years ago. Light takes about 50 years to cross this section of M8. via NASA
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Las mandarinas
Ryūnosuke Akutagawa
Las mandarinas
Anochecía un día de invierno cubierto de nubes cuando abordé un tren con destino a Tōkyō que partía de Yokosuka. Encontré un asiento en la esquina de un vagón de segunda clase, me senté y esperé distraídamente el silbato. Por extraño que parezca, yo era el único pasajero en el vagón, que incluso a esa hora ya estaba iluminado. Mirando por la ventana hacia la plataforma oscura, pude ver que también estaba extrañamente desierta, sin que quedaran ni siquiera los buenos simpatizantes. Solo había un cachorro enjaulado, emitiendo cada pocos momentos un sollozo solitario.
Era una escena que misteriosamente coincidía con mi propio estado de ánimo. Al igual que las nubes de nieve que se avecinan, una fatiga y un tedio indescriptibles yacían en mi mente. Me senté con las manos en los bolsillos de mi abrigo, demasiado cansado incluso para sacar el periódico de la tarde.
Por fin sonó el silbato. Muy levemente, mi sensación de tristeza se levantó, y apoyé mi cabeza hacia atrás contra el marco de la ventana, mirando conscientemente que la estación retrocediera lentamente en la distancia. Pero entonces escuché el ruido de zuecos de clima seco provenientes de la puerta de embarque, seguido inmediatamente por la maldición del conductor. La puerta del vagón de segunda clase se abrió de golpe y entró una joven adolescente.
En ese momento, con un estremecimiento, el tren comenzó a avanzar lentamente. Los pilares de la plataforma, pasaron uno por uno, como carros de agua, como si se hubieran dejado descuidadamente. Un portero con gorra roja, gritando su agradecimiento a alguien a bordo, todo esto, como con vacilante vacilación. Ahora cayó el hollín que presionó contra las ventanas y se fue.
Finalmente, sintiéndome a gusto, encendí un cigarrillo y alcé los ojos lánguidos para mirar por primera vez a la chica sentada en el lado opuesto. Llevaba el pelo sin brillo al estilo japonés. Aparentemente por el constante roce de su nariz y boca con el dorso de su mano, sus mejillas estaban agrietadas y desagradablemente rojas. Ella era el epítome de una chica de campo. Una sucia bufanda de lana de color verde amarillento colgaba suelta hasta las rodillas, sobre la cual sostenía un gran paquete envuelto en tela. En esas mismas manos heladas, se aferró a su vida un boleto rojo de tercera clase.
Encontré sus rasgos vulgares bastante desagradables y su ropa sucia me repugnaba aún más. A mi irritación se sumó la idea de que la niña era demasiado tonta para saber la diferencia entre los boletos de segunda y tercera clase. Aunque solo fuera para borrar su existencia de mi mente, saqué mi periódico, lo desdoblé sobre mi regazo y comencé a leer, todavía fumando mi cigarrillo.
De repente, la luz del exterior fue eclipsada por la iluminación eléctrica del interior; ahora las letras mal impresas en una columna u otra destacaban con una extraña claridad. Habíamos entrado en uno de los muchos túneles de la línea Yokosuka.
Sin embargo, la mejor iluminación para mi lectura de las páginas no fue de ninguna ayuda para distraerme de mi melancolía; en cambio, sólo me agobiaban aún más la miríada de asuntos comunes del mundo: asuntos de tratados de paz, bodas, algún tipo de escándalo de soborno, avisos de muerte. Por un momento después de que el tren entró en el túnel, tuve la ilusión de que de alguna manera habíamos invertido la dirección, ya que mis ojos se movieron casi mecánicamente de un artículo cansado a otro. Al mismo tiempo, era, a pesar de mí mismo, bastante consciente de la niña sentada frente a mí, como si fuera la personificación de la realidad burda.
El tren en el túnel, esta chica del campo, este periódico cargado de curiosidades: si no fueran los símbolos de nuestra vida insondable, ignorable y tediosa, ¿qué eran? Disgustado, dejé a un lado el papel que apenas había leído y volví a apoyar la cabeza contra el marco de la ventana. Con los ojos cerrados, como si estuviera muerto, comencé a dormir.
Minutos después, me sorprendí en mi medio sueño e instintivamente miré a mi alrededor con una sensación de alarma. En algún momento, la chica se había acercado a mi lado del tren y ahora estaba a mi lado, intentando febrilmente abrir la ventana, el vidrio aparentemente resultó ser demasiado pesado para ella. A intervalos, podía escucharla sollozar y jadear, sus mejillas agrietadas más rojas que nunca.
Todo esto debería haber sido suficiente para provocar cierta simpatía, incluso en personas como yo. Sin embargo, ella seguramente podría haber visto de las laderas, sólo su hierba seca iluminada en el crepúsculo, que se acercaban inexorablemente hacia los cristales, y sabía que en cualquier momento estaríamos nuevamente en la oscuridad. Aun así, de manera bastante incomprensible para mí, continuó su intento de bajar la ventana cerrada. Solo podía imaginarlo como un puro capricho y, por dentro, nutría mi malicia original. Mirando fríamente su lucha desesperada mientras luchaba con manos heladas, esperaba que estuviera condenada al fracaso para siempre.
Luego, con un enorme gemido, el tren se hundió en un túnel, y en ese mismo momento la ventana finalmente cayó con un ruido sordo. Una corriente de aire cargado de hollín entró por la abertura cuadrada. Al instante, el vagón se llenó de una nube de humo sofocante. Ya sufriendo de problemas en la garganta, ni siquiera tuve tiempo de ponerme un pañuelo en la cara y ahora tosía tan violentamente que apenas podía recuperar el aliento. Sin embargo, la niña, sin el menor pretexto de preocupación por mi situación, había asomado la cabeza por la ventana y miraba implacablemente hacia delante, con las cerraduras laterales abiertas por la brisa que barría la oscuridad. Cuando por fin mi tos se alivió, miré la figura a través de la luz tenue de humo y seguramente habría gritado a esta extraña criatura para cerrar la ventana, si no hubiera sido por la vista exterior, que ahora se estaba volviendo cada vez más brillante, y por el olor, transmitido por el aire frío, la tierra, el pasto seco y el agua.
El tren ya se deslizaba suavemente por el túnel y se acercaba a un cruce en una zona empobrecida, rodeada de colinas marchitas. Cerca del camino había grupos de casas con techo de paja y tejas, cada una más destartalada que la otra. Ondeando a la luz moribunda del día había una bandera blanca, tal vez agitada por un abanderado. ¡Finalmente! Pensé para mí mismo, y justo entonces vi parados detrás de la barrera de ese desolado cruce a tres chicos de mejillas rojas presionados uno contra el otro, tan pequeños de estatura que parecían haber sido aplastados bajo el peso del cielo opresivo, y el color de su ropa tan monótona como estas afueras urbanas.
Levantando la vista para ver el tren al pasar, levantaron las manos como si fueran una sola y dejaron salir con toda la fuerza de sus jóvenes voces un grito agudo, su significado se me escapó por completo. Y en ese instante la niña, la mitad superior de su cuerpo asomándose por la ventana, extendió abruptamente sus manos ulceradas y comenzó a balancearlas rápidamente de un lado a otro. Cinco o seis mandarinas, irradiando el color del cálido sol y llenando mi corazón de repentina alegría, descendieron sobre los niños que estaban allí para saludar al tren que pasaba.
Involuntariamente, contuve el aliento y supe de inmediato el significado de todo. Esta niña, que tal vez se fue de casa ahora para entrar en servicio como empleada doméstica o aprendiz, había estado cargando en su seno estas naranjas y las arrojó a sus hermanos menores como muestra de agradecimiento por haber venido al cruce para despedirla.
Todo lo que había visto más allá de la ventana (el cruce del ferrocarril bañado por la luz del atardecer, las voces chirriantes de los niños y el deslumbrante color de las naranjas que caían sobre ellos) había pasado en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, la escena se había quemado vívida y conmovedora en mi mente, y de esto, brotando dentro de mí, surgió un sentimiento extrañamente brillante y boyante.
Eufórico, levanté la cabeza y miré a la chica con ojos muy diferentes. Sin que me diera cuenta de cuándo, ella había retomado su lugar frente a mí, sus mejillas agrietadas enterradas como antes en su bufanda de lana de color verde amarillento. Una vez más sostuvo un gran bulto en su regazo, su mano todavía agarrando un boleto de tercera clase. . . Y ahora, por primera vez, pude olvidar, al menos por un momento, mi fatiga indescriptible, mi hastío y, con eso, esta vida insondable, ignorable y tediosa.
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Lealtad
1. Maejima Rin’emon[1]
Tan pronto como comenzó a recuperarse de su fatiga después de un período de enfermedad, el joven Itakura Shuri sufrió un terrible ataque de agotamiento nervioso. Sus hombros se sentían dolorosamente rígidos. Le dolía la cabeza. Ni siquiera podía dedicarse a su lectura, normalmente una de sus actividades favoritas. El simple sonido de pasos en el corredor o de voces en la casa era suficiente para romper su concentración. A medida que los síntomas se volvieron más severos, los estímulos más pequeños siguieron provocando sus nervios.
Si, por ejemplo, una bandeja de tabaco de laca negra tuviera una decoración de enredaderas en oro, los delicados tallos y hojas lo alterarían. Ver objetos afilados y puntiagudos, como palillos de marfil o tenazas de bronce, lo pondrían ansioso. Su condición finalmente se deterioró hasta el punto en que los bordes de las esteras de tatami o las cuatro esquinas de un techo que se cruzaban, le producían la misma tensión nerviosa que podría experimentar al mirar una cuchilla afilada.
Shuri no pudo hacer nada más que esconderse en su habitación todo el día, frunciendo el ceño. Todo lo que hizo fue doloroso. A menudo deseaba poder poner fin a la conciencia de su propia existencia, pero sus nervios astillados no lo permitieron. Se sentía como una hormiga en un pozo, luchando por salir de la arena que fluye infernalmente sobre él.
Mientras tanto, estaba rodeado por los "criados hereditarios" de la familia, hombres que no comprendían lo que estaba sucediendo dentro de él, y que malgastaban su tiempo y energía temiendo lo peor.
«Ninguno de ellos puede entender mi sufrimiento».
Tales pensamientos parecían intensificar la condición nerviosa de Shuri. Cada pequeña cosa lo empujaba al delirio. Sus gritos se podían escuchar con frecuencia en la finca de al lado. A menudo buscaba una espada en los estantes. Para todos los que presenciaron estos arrebatos, parecía haberse convertido en una persona casi diferente. Los espasmos corrían por sus mejillas amarillas hundidas, y sus ojos adquirían un brillo extraño y asesino. Durante sus peores ataques, sus manos temblorosas rasgaban el pelo de sus sienes. Sus asistentes veían que estaba teniendo uno de sus ataques, y se advertían mutuamente para mantenerse alejados de él.
Shuri temía que se estuviera volviendo loco, como por supuesto también los que lo rodeaban. Igual de natural resentía sus miedos, pero no podía sofocar el suyo. Cuando un ataque disminuía y una mayor melancolía pesaba sobre él, a veces sentía que el miedo lo atravesaba como un rayo, junto con una sospecha ominosa de que el miedo era en sí mismo un signo de locura inminente. ¿Y si me vuelvo loco? Todo se oscureció al pensar.
Finalmente, la irritación causada por la corriente interminable de estímulos del mundo exterior eliminaría el miedo a la locura. La irritación también podría, por el contrario, despertarlo a su miedo. Su mente corría en círculos interminables de una ansiedad a la siguiente, como un gato persiguiendo su propia cola.
Los ataques de Shuri se convirtieron en una fuente de temor para toda su comitiva. El más gravemente preocupado por ellos fue el Anciano de la Casa, Maejima Rin’emon.
Aunque oficialmente se le llamó "Anciano de la casa", como si fuera el jefe de criados hereditario en la rama de la familia Itakura de Shuri, en realidad, Rin'emon había sido enviado por Itakura Shikibu, señor de la casa principal, para ser "atado" a la casa de Shuri. . Era, en efecto, un espía de la casa principal vigilando la sucursal. Así, incluso Shuri, el maestro de aquí, siempre lo trataba con deferencia. Rin’emon era un hombre grande y rojizo que casi no tenía experiencia con la enfermedad, y entre los muchos samuráis de la casa, había pocos con logros superiores tanto en las artes civiles como en las artes marciales. Por lo que Rin’emon actuó como asesor de Shuri en todos los asuntos. Su costumbre de ofrecer libremente "lealtad leal" a su maestro le valió el apodo de “Ōkubo Hikoza[2] de la familia Itakura”.
Una vez que le resultó obvio que los ataques de Shuri empeoraban, Rin’emon comenzó a angustiarse por el destino de la casa, hasta el punto de no poder dormir por la noche. Shuri pronto visitaría el castillo de Edo, donde anunciaría formalmente al Shōgun que se había recuperado de su enfermedad. Si sufría un ataque mientras estaba en el Castillo, no se sabía cómo podría ofender a uno de los Grandes Señores que asistieran o a uno de los otros invitados con los que se sentaría. Si un insulto provocara un derramamiento de sangre en el Castillo, toda la propiedad de 7,000 koku de Shuri bien podría ser confiscada. Tampoco fueron difíciles de encontrar los precedentes preventivos: ¿no había que considerar el choque de Hotta e Inaba[3]?
Tales pensamientos mantenían a Rin’emon en un continuo estado de agitación. Por lo que a él respectaba, además, los ataques de Shuri no se debieron a una enfermedad del cuerpo sino a una enfermedad del espíritu. Y así, así como solía protestar con Shuri contra la obstinación y la extravagancia, ahora buscaba audazmente protestar con él sobre su agotamiento nervioso.
Rin’emon le ofrecería a Shuri su consejo desagradable cada vez que se presentara la ocasión, pero no había señales de que esto hiciera algo para moderar los ataques. Todo lo contrario: cuanto más Rin'emon encontró fallas y se inquietaba sobre el comportamiento de Shuri, peor se volvía la condición. Una vez, el joven señor se acercó peligrosamente a cortar a Rin’emon con su espada. "¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera?" gritó. ¡Olvidas que soy tu señor! Te cortaría si no tuviera que pensar en la Casa Principal”. Lo que Rin’emon vio en los ojos de Shuri ya no era simple enojo. Se había convertido en un odio insaciable.
Mientras Rin’emon continuaba demostrando su lealtad al darle a Shuri una amarga píldora tras otra, los sentimientos enrevesados entre el maestro y el criado se volvieron cada vez más turbulentos. Ya no era solo una cuestión de que Shuri llegara a odiar a Rin’emon: un sentimiento de odio había comenzado a germinar también en el corazón de Rin’emon. Rin’emon no estaba al tanto de esto, por supuesto. Creía que su lealtad hacia Shuri permanecería para siempre sin cambios, excepto en una eventualidad.
“Si el maestro no se comporta como un maestro, el criado no necesita comportarse como un criado”: este no era solo el Camino enseñado por el filósofo Mencio[4], sino el Camino natural de la humanidad que estaba detrás de Mencio. No es que Rin’emon estuviera de acuerdo con esa opinión; Estaba decidido a darlo todo como un fiel criado. Pero la amarga experiencia le había demostrado que su consejo desagradable no tuvo ningún efecto. Por lo tanto, se resignó a recurrir a la medida final que tenía, hasta ahora, encerrado en su pecho: tendría que obligar a Shuri a retirarse y organizar la adopción de un heredero de otra rama del linaje Itakura.
La casa llegó antes que nada, creía Rin’emon. El titular debe ser sacrificado antes de que la Casa fuera sacrificada. Esto fue especialmente cierto para la eminente Casa de Itakura, que había mantenido una reputación intachable desde la época de su progenitor fundador, Itakura Shirōzaemon Katsushige.
Su hijo Matazaemon Shigemune ganó fama como el gobernador[5] militar de Shōgun en Kyoto, una publicación que heredó de su padre. El hermano menor de Matazaemon, Mondo Shigemasa, fue honrado por el gran fundador de Tokugawa, Ieyasu, quien le asignó el papel crucial de supervisar la firma del tratado de paz después del asedio invernal del castillo de Osaka en el año diecinueve de Keichō[6].
Este fue el comienzo de una carrera ilustre para Mondo: como comandante del ejército occidental cuando las fuerzas Tokugawa reprimieron la rebelión de Shimabara en el decimocuarto año de Kan’ei, tuvo el honor de enarbolar el estandarte de la familia Shōgun en el asedio de Amakusa[7]. Rin’emon sabía que nunca podría enfrentarse a los ancestros de Itakura en el otro mundo si permitía una mancha sobre el honor de un linaje tan distinguido.
Con tales pensamientos en mente, Rin'emon realizó una búsqueda privada de otros miembros probables de la familia Itakura, y se alegró de encontrar que Itakura Sado-no-kami Katsukiyo, que estaba sirviendo al Shōgun como Consejero Junior[8] en ese momento, Todavía tenía tres hijos viviendo en casa. Si Rin’emon solicitara permiso al Shōgun para adoptar a uno de esos hijos como heredero de la casa en lugar de Shuri, el plan seguramente sería aprobado.
Tales negociaciones tendrían, por supuesto, que mantenerse en secreto tanto de Shuri como de su consorte. Solo cuando sus reflexiones desesperadas llegaron a este punto, Rin’emon sintió que había salido a la luz. Sin embargo, el sentimiento estaba nublado por un innegable tinte de tristeza como nunca antes había conocido. "Todo esto es por el bien de la Casa", se dijo a sí mismo, pero detrás de su resolución sintió, indistintamente, un cierto esfuerzo de auto-reivindicación, y la conciencia se cernía allí como un halo apenas perceptible alrededor de la luna.
Lo que Shuri, con su delicada salud, más odiaba de Rin’emon era su robusta constitución. Luego odiaba el poder silencioso que Rin’emon poseía sobre él como un anciano “adjunto” de la casa. Y finalmente odiaba la forma en que la lealtad de Rin’emon se centraba por completo en la Casa. "¡Olvidas que soy tu señor!" le había gritado a Rin’emon, sus palabras ardiendo con las oscuras llamas de su complejo odio.
¡Y ahora, de repente, de la boca de su propia dama, llegó la noticia de este complot contra él! Rin’emon planeaba obligarlo a retirarse y adoptar al hijo de Itakura Sado-no-kami para tomar su lugar. Había oído hablar de él por casualidad, y cuando Shuri lo escuchó de él, él estaba, comprensiblemente, con los ojos muy abiertos de rabia.
Sí, bien podría ser que Rin’emon estuviera profundamente preocupado por la Casa de Itakura. ¿Pero "lealtad" significaba servir a la Casa hasta el punto de dejar a un lado al maestro actual? Además, los temores de Rin’emon por la Casa podrían ser infundados. Y por estos temores infundados, está dispuesto a obligarme a la jubilación, pensó Shuri. Quizás detrás de la gran muestra de "lealtad" de Rin’emon haya una ambición de tomar el control de la Casa por sí mismo. Para un acto tan absoluto de deslealtad, ningún castigo podría ser demasiado cruel.
Tan pronto como escuchó sobre el complot de Rin’emon de su consorte, Shuri convocó al viejo Tanaka Usaemon, quien había sido su principal mentor y guardián en la infancia.
—¡Quiero que estrangules a ese bastardo de Rin’emon!
Usaemon ladeó su cabeza gris hacia un lado. Envejecido más allá de sus años, su rostro había agregado aún más arrugas debido a las recientes ansiedades. Usaemon tampoco estaba contento con el plan de Rin’emon, pero después de todo, Rin’emon había sido "adjunto" aquí por la Casa Principal.
"El estrangulamiento sería un castigo demasiado duro", dijo. "Sin embargo, ordenarle que se abra el vientre como un verdadero samurai sería otro asunto". Shuri miró a Usaemon con ojos burlones. Luego dio dos o tres fuertes sacudidas de cabeza.
"No, ese animal no merece seppuku. ¡Estrangúlelo! ¡Estrangúlelo! Sin embargo, inexplicablemente, incluso mientras pronunciaba estas palabras crueles, las lágrimas brotaron de sus pálidas mejillas, y una vez más comenzó a rasgar el pelo de sus sienes.
Casi de inmediato, la noticia de la orden de su estrangulamiento llegó a Rin’emon de un buen amigo que era uno de los criados cercanos de Shuri.
—Bien— declaró. —Lo hizo. Tengo mi propio orgullo No tengo intención de dejar que me estrangulen así—.
En el momento en que escuchó la noticia, sintió que la ansiedad indefinible que lo había estado persiguiendo se desvanecía sin dejar rastro. Ahora su corazón estaba lleno de odio absoluto hacia Shuri. Shuri ya no era un señor para él. Podía odiar al hombre sin reservas. Tal fue el razonamiento instantáneo, aunque inconsciente, detrás del repentino brillo en el corazón de Rin’emon.
Entonces Rin'emon se llevó a su esposa e hijos y criados con él y abandonó el complejo de Shuri a plena luz del día. Siguiendo el procedimiento adecuado, dejó su nueva dirección publicada en una pared interior. Rin’emon mismo abrió el camino, llevando su lanza bajo el brazo. Toda la comitiva, incluidos los jóvenes samuráis y sirvientes que ayudaban a los enfermos y llevaban equipo y calzado militar, no ascendía a más de diez personas. Con total compostura, salieron juntos por la puerta principal.
Esto ocurrió el último día del tercer mes del cuarto año de Enkyō. Fuera de la puerta, un viento tibio arrojó nubes de arena mezclada y flores de cerezo contra las ventanas enrejadas fortificadas del complejo. Rin’emon estaba parado en el viento, inspeccionando la vía que se extendía a ambos lados. Y luego, con su lanza, señaló al grupo: "Vamos a la izquierda".
2. Tanaka Usaemon
Después de la partida de Rin’emon, Tanaka Usaemon sirvió como Anciano de la Casa en su lugar. Después de haber ayudado a criar al joven Shuri, Usaemon lo vio naturalmente con ojos diferentes a los de otros criados. Cuidó a Shuri a través de sus ataques con las emociones de un padre. Shuri, por su parte, parecía más flexible con Usaemon. Y así, la relación entre maestro y criado funcionó mucho mejor que en la época de Rin’emon.
Usaemon estaba encantado de descubrir que los ataques de Shuri comenzaron a disminuir un poco con la llegada del verano. Le preocupaba que Shuri pudiera ofender a alguien en el Castillo del Shōgun, pero donde Rin’emon había temido tal evento por el peligro que podría representar para la Casa de Itakura, Usaemon temía por el peligro que podría representar para su maestro.
Sin duda, la Casa también era motivo de preocupación para Usaemon. Pero si ocurriera un evento desafortunado, sería un desastre no solo porque destruiría la Casa sino porque, al hacer que su señor destruyera la Casa, causaría que su señor fuera calificado como no filial. ¿Qué, entonces, debería hacer para prevenir tal desastre? En este punto, Usaemon no parecía tener la claridad de Rin’emon. Tal vez no podía hacer nada más que confiar en la protección de los dioses y en su propia pureza de espíritu, y rezar para que los ataques de Shuri disminuyan.
El primer día del octavo mes de ese año, cuando el gobierno de Tokugawa celebró la llamada Ceremonia de las Primeras Frutas, Shuri asistió a un evento en el Castillo por primera vez desde su enfermedad. Al igual que los otros señores, tanto mayores como menores, se vistió completamente de blanco y se unió a la solemne procesión que marcaba la entrada inicial, ciento cincuenta y siete años antes, del gran fundador de Tokugawa, Ieyasu, en el Castillo Edo en este día celebrando la cosecha del año. De camino a casa, Shuri también visitó al concejal menor Itakura Sado-no-kami, que vivía en el recinto occidental del castillo en ese momento. Cuando Shuri llegó a casa, aparentemente sin ofender a nadie en el Castillo, Usaemon sintió que podía respirar libremente una vez más.
Pero su alegría no sobrevivió al día. Poco después de que cayera la noche, como un presagio terrible, un mensajero llegó de Itakura Sado-no-kami exigiendo que Usaemon viniera al Castillo de inmediato. Usaemon nunca había oído hablar de tal ocurrencia en todos los años que Rin’emon había sido Anciano de la Casa antes que él: sobre una convocatoria repentina al Castillo después del anochecer. Se apresuró a la mansión de Sado-nokami con un profundo presentimiento.
Y, tal como había temido, Sado-no-kami le dijo a Usaemon que Shuri había cometido una ofensa. Después de asistir a la ceremonia, y todavía vestido de blanco de pies a cabeza, Shuri vino a visitar a Sado-no-kami en el Recinto Occidental. Al darse cuenta de que el color de Shuri era malo, Sado-no-kami había supuesto que todavía no estaba completamente recuperado de su enfermedad, pero una vez que comenzaron a conversar, Shuri no mostró signos de enfermedad. Aliviado, Sado-no-kami había seguido charlando con Shuri sobre una cosa u otra hasta que preguntó por Maejima Rin’emon como siempre hacía. La ceja de Shuri se oscureció de repente y dijo: "Ese bastardo de Rin se escapó de mi casa".
Sadono-kami sabía muy bien qué tipo de persona era Rin’emon: ciertamente no era un hombre que abandonaría la casa de su amo sin una buena razón. Sado-no-kami le pidió a Shuri una explicación y, al mismo tiempo, lo amonestó: si un criado "adjunto" por la Casa Principal cometió un error de cualquier tipo, fue una violación grave para Shuri no haber informado a los familiares y buscó su consejo.
Los ojos de Shuri brillaron de rabia cuando escuchó esto y, agarrando la empuñadura de su espada, declaró:
—Rin'emon puede ser uno de tus favoritos especiales, Sado-no-kami, pero déjame decirte esto: cualquiera que sea mi deficiencia, lo haré castigar a mis propios criados como mejor me parezca. Puede ser el "Consejero Junior" del momento, pero le agradeceré que se mantenga su consejo para usted.
Incluso Sado-no-kami, con toda su experiencia, se sorprendió por esta explosión, y, usando la presión de sus deberes oficiales como una excusa conveniente, salió rápidamente de la habitación.
Habiendo contado los eventos del día hasta el momento, Sado-no-kami frunció el ceño a Usaemon y dijo: "Ahora escucha esto". En primer lugar, Usaemon tuvo la grave culpa de no haber notificado a los familiares de la partida de Rin’emon. En segundo lugar, Usaemon también se equivocó al permitir que Shuri entrara al Castillo mientras aún era apto para tener ataques. Afortunadamente, la ofensa de hoy solo había sido contra Sado-no-kami, él mismo otro Itakura; pero si Shuri hubiera pronunciado comentarios tan abusivos en presencia de los Grandes Señores reunidos, su patrimonio de 7,000 koku habría sido confiscado en ese momento.
—De ahora en adelante, Usaemon, debes adoptar una política estricta de mantener a Shuri en casa. Es especialmente importante que nunca le permitas asistir a ninguna función en el castillo.
Sado-no-kami miró a Usaemon mientras hablaba.
—Me preocupa que puedas comenzar a perseguir a tu maestro y tener ataques tuyos. Recuerda, ahora, te he dado órdenes estrictas.
Usaemon frunció el ceño y declaró: “
—Entiendo completamente, su señoría. De ahora en adelante, ejerceré la mayor precaución.
—Bueno. Asegúrate de que nada como esto vuelva a suceder —dijo Sado-no-kami, casi escupiendo sus palabras.
—Apostaré mi vida en ello, su señoría.
Usaemon miró a Sado-no-kami con ojos suplicantes llenos de lágrimas. Eran ojos que pedían lástima y, al mismo tiempo, mostraban la determinación inquebrantable de Usaemon, no porque lograría evitar que Shuri saliera de la casa, sino que, si no lograba evitarlo, su camino estaba despejado.
Sado-no-kami vio esto, frunció el ceño de nuevo y miró hacia otro lado como si estuviera completamente cansado de todo el asunto.
«Si sigo la voluntad de mi amo, la casa estará en peligro. Si actúo para apoyar a la Cámara, tendré que contravenir la voluntad de mi amo. Rin’emon también quedó atrapado en este dilema. Pero Rin’emon tuvo el coraje de dejar a un lado a su maestro por el bien de la casa. O más bien, para empezar, le dio mucha menos importancia a su maestro. Y así fue fácil para él sacrificar a su amo por la casa.
»Para mí, sin embargo, eso es imposible. Estoy demasiado cerca de mi maestro para pensar solo en lo que es mejor para la casa. ¿Cómo podría forzar a este amo mío a retirarse por el bien de la "Casa", un simple nombre? Es posible que Shuri ya no tenga el juguete "arco para calmar al diablo" que le regalé hace mucho tiempo en Año Nuevo, pero a mis ojos sigue siendo el mismo niño. Todavía tengo recuerdos vívidos de explicarle libros ilustrados, de tomar su mano en la práctica de la escritura, de poner la cola en su cometa...
»Y, sin embargo, si simplemente dejo que mi amo se salga con la suya, la Casa no es lo único que perecerá. A mi maestro también le pueden pasar cosas terribles. Al calcular lo que es mejor para todos, la política adoptada por Rin’emon fue sin duda la más sabia, de hecho, el único curso a seguir. Lo veo perfectamente bien. Y sin embargo, para mí es imposible».
Con la mente corriendo por el mismo terreno una y otra vez, Usaemon regresó a la residencia de Shuri, con los brazos cruzados por el desánimo, mientras un relámpago centelleaba en el cielo distante.
Al día siguiente, Shuri escuchó en detalle a Usaemon sobre todo lo que Sado-no-kami había ordenado. Su rostro se nubló, pero eso fue todo. No dio señales de volar en una de sus furias. Usaemon, aunque todavía preocupado, sintió cierto alivio cuando se retiró ese día de la presencia de su maestro.
Durante unos diez días a partir de entonces, Shuri permaneció encerrado en su habitación, mirando al espacio, perdido en sus pensamientos. Ni siquiera la aparición de Usaemon lo incitaría a hablar. Hubo una excepción, sin embargo. En un día en que caía una lluvia ligera, escuchó un grito de cuco y murmuró: "Dicen que los cucos roban los nidos de los ruiseñores".
Usaemon aprovechó la oportunidad para conversar con él, pero Shuri volvió a callarse y miró al cielo turbio. En otras ocasiones mantuvo la boca cerrada como un mudo, mirando las pinturas en las puertas correderas de la habitación o el shoji de papel blanco en la ventana. Su rostro no revelaba emoción alguna.
Sin embargo, una noche, dos o tres días antes de la asamblea del 15, en la que todos los señores mayores y menores que residen en Edo debían participar en una audiencia conjunta ante el Shōgun, sin previo aviso, Shuri convocó a Usaemon. Ordenó a sus asistentes que salieran de la habitación y, solos, los dos hombres tomaron posiciones formales en el piso enmarañado, sentados uno frente al otro en sus talones y mirándose a los ojos. Con una expresión sombría, Shuri comenzó a hablar:
—Sado-no-kami tenía razón: mi condición física me imposibilita realizar mis deberes adecuadamente. Yo también creo que debería retirarme como jefe de este hogar.
Usaemon dudó en responder. Solo podía esperar que Shuri estuviera expresando sus verdaderos sentimientos. Pero, ¿cómo pudo haber aceptado tan fácilmente la idea de ceder su herencia a otro?
—Estoy totalmente de acuerdo con usted, mi señor. Lamento decir esto, pero si Su Señoría Sado no-kami lo dice, realmente no hay nada más que podamos hacer. Pero primero... podría ser una buena idea... informar a los parientes cercanos...
—No, en absoluto. Mi retiro es otro asunto de mi castigo por Rin’emon. Mis parientes no necesitan ser consultados. Asentirán con bastante facilidad. —dijo Shuri esto con una sonrisa amarga.
—Oh no, seguramente no, mi señor.
La expresión de Usaemon dejó en claro que su corazón se estaba rompiendo por Shuri, pero Shuri no respondió a su comentario.
—Entonces, en cualquier caso, una vez que me jubile, no podré presentarme en el Castillo aunque quiera. Por lo tanto...
Shuri miró a Usaemon y continuó como si sopesara cada palabra.
—Antes de retirarme, deseo presentarme en el Castillo una vez más y recibir una audiencia con Su Señoría Retirado del Recinto Occidental.
Dime ahora:
—¿Me dejarás ir al castillo el día 15?
Usaemon se calló y frunció el ceño.
—Solo por esta vez —dijo Shuri.
—Perdóneme, señoría, pero ir al castillo es lo único...
—No me dejarás hacerlo, ¿eh?...
Se sentaron mirándose, sin decir nada. En la habitación silenciosa, el único sonido era el de la mecha de la lámpara absorbiendo aceite. Para Usaemon, este breve intervalo se sintió como un año. Habiendo jurado como lo hizo con Sado-no-kami, no podía darle permiso a Shuri sin perder su honor como samurai.
—Te pregunto esto sabiendo muy bien lo que Sado-no-kami te dijo —dijo Shuri—. También sé que te ganarás el disgusto de la familia si me permites entrar al Castillo. Pero piénselo desde mi punto de vista: estoy trastornado, un loco que ha sido abandonado no solo por toda su familia sino por sus propios criados.
Mientras Shuri hablaba, su voz comenzó a temblar de emoción. Usaemon vio sus ojos llenos de lágrimas.
—El mundo entero se burla de mí. Debo ceder mi herencia a manos de un extraño. Puede que el sol nunca vuelva a brillar sobre mí. ¡Esto es lo que ha sido de mí! No puedo creer que tú, Usaemon, que tú, entre todas las personas, me niegues el único deseo que me queda en esta vida: simplemente presentarme en el Castillo por última vez. Podrías tener lástima de mí, Usaemon, pero sé que no me odias. Pienso en ti como un padre, Usaemon. Como un hermano. No, me siento aún más cerca de ti que de un padre o un hermano. Eres la única persona en todo el mundo en la que puedo confiar. Y es precisamente porque me siento tan cerca de ti que me atrevo a pedirte este favor imposible. Pero es algo que nunca volveré a pedirte en esta vida. Esta vez es todo lo que pido. Por favor, Usaemon, intenta entender lo que siento en mi corazón. Por favor, concédeme este deseo imposible. Te lo ruego, así...
Shuri se inclinó hacia delante y dejó caer las manos al suelo ante su anciano de la casa. Con lágrimas en los ojos, comenzó a bajar la frente hacia la colchoneta. Esto era más de lo que Usaemon podía soportar.
—Por favor, su señoría, levante las manos del tapete, levante las manos. Por favor, no te humilles de esta manera. No merezco...
Agarró las manos de Shuri, obligándolas a levantarse de la colchoneta. Y luego lloró. Y cuanto más lloraba, más parecía que su corazón se llenaba, y luego se inundaba, con una tranquila confianza. En medio de sus lágrimas, recordó vívidamente la declaración que había hecho en presencia de Sado-no-kami.
—Muy bien, entonces, mi señor —le dijo a Shuri—. Sea lo que sea que Sado-no-kami pueda decir, puedo resolver cualquier eventualidad abriendo este viejo vientre arrugado. Te dejaré subir al castillo, y la culpa será mía sola.
La cara de Shuri brilló de alegría cuando escuchó esto: parecía una persona diferente. El cambio repentino reflejó la habilidad de un actor, pero tenía una naturalidad que ningún actor podía convocar. Soltó una carcajada salvaje.
—¿Entonces me dejarás ir? ¡Oh, gracias, Usaemon! ¡Muchas gracias!
Radiante, Shuri miró a izquierda y derecha.
—¿Escucharon eso, todos? ¡Usaemon me va a dejar ir al castillo!
¿Todo el mundo? Shuri había sacado a sus asistentes de la habitación de antemano; no había nadie presente excepto él y Usaemon. Todavía de rodillas, Usaemon se acercó ansiosamente a Shuri y, a la luz que se filtraba a través de la pantalla de papel de la linterna, miró con miedo los ojos del joven.
3. Derramamiento de sangre
Poco después de la quinta hora de la mañana del decimoquinto día del octavo mes del cuarto año de Enkyō, en el Castillo de Tokugawa Shōgun, Shuri asesinó a Hosokawa Etchū-no-kami Munenori[9], Señor del Castillo de Kumamoto en la provincia de Higo, un hombre que no amaba ni odiaba. Los detalles del evento son los siguientes:
Entre los Grandes Señores del reino, los de la familia Hosokawa se destacaron por sus atributos militares. Incluso su señoría, la consorte de Munenori, conocida como "la princesa", tenía talento en las artes marciales. Era inconcebible, por lo tanto, que pudiera faltar algo en las habilidades marciales del propio Munenori. El hecho de que un hombre de tan distinguido linaje hubiera tenido un final tan miserable a manos de un pariente aficionado solo pudo deberse a la pura mala suerte.
En retrospectiva, sin embargo, quedó claro que había habido muchos presagios en la casa Hosokawa que predecían la aparición de esta calamidad. Primero, la villa de Hosokawas en los suburbios de Shinagawa-Isarago se había incendiado a principios de ese año.
Lo que hizo que esto fuera aún más siniestro fue que la casa contenía un santuario para el dios de la Estrella del Norte con una piedra milagrosa que chorreaba agua antes de que se extendiera cualquier incendio, por lo que la villa nunca se había incendiado antes. Luego, a principios del quinto mes, alguien notó que un amuleto protector del Templo de Aizen había sido mal escrito.
Colgando en la puerta principal, donde debería haber dicho "QUE ESTA CASA SABE CONTINUAR LA SUERTE EN LA BATALLA Y LA LIBERTAD DE LAS CALAMIDADES", se había omitido la palabra "CALAMIDADES".
Consultaron con un sacerdote de un templo familiar y decidieron reescribir la placa de inmediato en Aizen’in. El tercer presagio llegó a principios del octavo mes, cuando unas luces grandes y misteriosas aparecieron noche tras noche desde el área del gran salón de la mansión y volaron hacia el vecindario de Shiba.
Además de estos signos, al mediodía del día 14, un criado muy versado en astrología, un hombre llamado Saiki Moemon, vino a ver al censor Tokugawa estacionado en la residencia de Munenori en Tokio y dijo:
«Algo terrible podría sucederle a Su Señoría mañana, el día quince. Cuando yo estaba estudiando los cielos anoche, la Estrella del General[10] parecía que estaba lista para caer. Es mejor errar por el lado de la precaución. Por favor, asegúrese de que su señoría no salga de la casa».
El censor mismo tenía poca fe en la astrología, pero sabía que Lord Munenori tenía un gran respeto por los pronósticos de este hombre. Decidió al menos contarle a uno de los asistentes cercanos de Munenori, y de él llegó al oído del propio Etchū-no-kami. Como resultado, decidieron que el día 15 renunciaría tanto a una actuación de Nōand y Kyōgen como a una llamada de cortesía que había planeado hacer en su camino a casa desde el Castillo. La asistencia al Castillo en sí, sin embargo, no la aplazaría.
Luego, el mismo día, el 15, hubo un mal presagio más además de todos los demás. Era costumbre de Etchū-no-kami el 15 de cada mes vestirse con túnicas ceremoniales de lino y, con su propia mano, ofrecer saké sagrado ante el dios de la guerra, Hachiman Daibosatsu. Sin embargo, en esa mañana en particular, después de haber recibido la bandeja que sostenía dos botellas redondas de barro de sake sagrado de las manos de una empleada, se volvió para ofrecerla ante el dios, pero ambas botellas se volcaron inexplicablemente, derramando su contenido sagrado. Como era de esperar, todos en la sala se pusieron pálidos.
Cuando Etchū-no-kami se dirigió al Castillo más tarde ese día, acompañado por el asistente budista Tashiro Yūetsu, entró por primera vez en el Gran Comedor. Poco después, sin embargo, sintió la necesidad de mover sus intestinos y, acompañado esta vez por otro asistente budista, Kuroki Kansai, entró en el retrete al lado de la antesala y se alivió. Luego salió del retrete y se estaba lavando las manos en el baño oscuro cuando, de repente, desde atrás, una persona desconocida gritó y lo golpeó con una espada. Tomado por sorpresa, se dio la vuelta y en ese instante la espada volvió a brillar, cortándole la frente. Cegado por su propia sangre, Etchūnokami no podía ver la cara de su atacante, quien utilizó esta ventaja para llover golpe tras golpe sobre él. Etchū-no-kami salió a trompicones del baño y se derrumbó en la terraza de la Cámara Cuatro, justo al lado del pasillo. El atacante arrojó su arma, una espada corta, y desapareció.
Mientras tanto, el asistente que había acompañado a Etchū-nokami al retrete, Kuroki Kansai, reaccionó ante esta catástrofe inesperada con pánico. Huyó de regreso al Gran Comedor, y luego se escondió, como resultado de lo cual nadie sabía que la sangre de Etchū-no-kami había sido derramada. La víctima finalmente fue encontrada un tiempo después por un oficial de la guardia Shōgunal llamada Homma Sadagorō, que se dirigía desde la sala de guardia a las habitaciones de los sirvientes. Homma informó inmediatamente a la patrulla de a pie del castillo, y desde esa oficina alcanzaron al jefe de patrullaje, Kuge Zenbē, con otros patrulleros a pie como Tsuchida Han’emon y Komoda Niemon. Entonces todo el castillo estalló como si alguien hubiera roto un nido de avispones.
Levantaron al hombre herido de donde yacía, pero su rostro y cuerpo estaban tan cubiertos de sangre que nadie lo reconoció. Alguien se inclinó hacia él y le habló al oído hasta que, por fin, respondió con voz débil: "Hosokawa Etchū".
"¿Quién te hizo esto?"
Su única respuesta fue: "Un hombre con traje formal", que podría haber sido cualquier hombre permitido en el Castillo. Ninguna otra pregunta pareció llegar a él. Sus heridas se registraron como: “Nuca del cuello, 7 pulgadas; hombro izquierdo, 6–7 pulgadas; hombro derecho, 5 pulgadas; 4–5 cortes en cada mano; 2–3 cortes alrededor de la cabeza: encima de la nariz, al lado de la oreja, parte alta de la cabeza; corte diagonal de la espalda hacia el flanco derecho, 1 pie 6 pulgadas ".
Asistido no sólo por los inspectores de servicio, Tsuchiya Chōtarō y Hashimoto Awa-nokami, sino también por el inspector jefe, Kōno Buzen-nokami, el hombre herido fue llevado a la Sala del Hogar. Pusieron biombos bajos a su alrededor y asignaron cinco asistentes budistas para vigilarlo, después de lo cual un Gran Señor tras otro vino del Gran Salón para atender sus necesidades. Matsudaira Hyōbushōyū lo trató con la mayor ternura de todos, ya que todavía lo llevaban, de modo que todos los que presenciaron esto, se decía, podían ver la profundidad de su devoción.
Mientras los Consejeros Senior y Junior habían sido notificados de la emergencia, se dieron órdenes de cerrar todas las puertas del Castillo para prevenir cualquier eventualidad. La multitud de criados que habían acompañado a sus amos hasta la Gran Puerta Principal vieron que se cerraba la enorme puerta e inmediatamente asumieron que había una crisis en el Castillo. Esto provocó una gran conmoción, y aunque varios inspectores salieron para tratar de calmar a los hombres, una y otra vez la multitud se precipitaba hacia la puerta como un tsunami. La confusión dentro del castillo también continuó creciendo. El inspector Tsuchiya Chōtarō llevó a varios hombres con él de entre la patrulla a pie y la guardia de incendios. Buscaron en todas partes, incluidas todas las estaciones de guardia e incluso la cocina, en un esfuerzo decidido por encontrar al atacante. Sin embargo, no pudieron descubrir al "hombre en traje formal".
En lugar de estos hombres, el culpable fue encontrado por un asistente budista llamado Takarai Sōga, para sorpresa de todos. Sōga era un joven audaz y andaba buscando lugares que el grupo había ignorado. Cuando se asomó al retrete cerca de la Sala del Hogar, encontró allí, agachado como una sombra, un hombre cuyo cabello se había soltado en las sienes. Como estaba oscuro por dentro, no podía estar seguro de lo que estaba viendo, pero parecía que el hombre había sacado unas tijeras de su bolsa de cuero y estaba cortando las desordenadas cerraduras. Sōga se inclinó hacia el retrete y llamó al hombre: "Señor... ¿puedo preguntar quién es usted?"
El hombre respondió con voz ronca: "Soy un hombre que se está cortando el pelo porque acaba de matar a alguien". Esto no dejó lugar a dudas. Sōga inmediatamente pidió ayuda y sacaron al hombre del retrete, confiándolo por el momento a la patrulla a pie.
La patrulla a pie, a su vez, lo llevó al Sago Palm Room, donde el inspector jefe y los demás inspectores se reunieron y le interrogaron sobre el sangriento ataque. Sin embargo, todo lo que hizo fue mirar fijamente la gran conmoción del Castillo, sin ofrecer una respuesta coherente. Y cuando abrió la boca, fue para decir algo sobre un cuco. De vez en cuando sus manos manchadas de sangre rasgaban el pelo de sus sienes. Shuri había perdido la cabeza.
Hosokawa Etchū-no-kami respiró por última vez en la Sala del Hogar. Por orden secreta de su señorío retirado Yoshimune, fue sacado del castillo por haber sido "herido", su palanquín lo llevó a través de la puerta del medio a la puerta de Hirakawa. El anuncio formal de su muerte no llegó hasta el 21 del mes.
En el día real del asesinato, Shuri fue puesto bajo la custodia de Lord Mizuno Kenmotsu de Okazaki y retirado del Castillo, también a través de la Puerta del Medio hasta la Puerta de Hirakawa, pero en un palanquín cubierto con una red verde y rodeado por cincuenta soldados de a pies de Mizuno. Los hombres iban vestidos de manera uniforme con chaquetas nuevas de color naranja oscuro y pantalones nuevos blancos, y llevaban postes nuevos, cuyos extremos se posaban en el suelo con cada paso. Se decía que la exhibición había ganado elogios de Kenmotsu como evidencia de que siempre estaban bien preparados para cualquier eventualidad.
Siete días después, el 22 del mes, actuando como enviado del Shōgun, el censor jefe Ishikawa Tosa-no-kami le leyó el veredicto oficial a Shuri: "Aunque se juzga que te has trastornado mentalmente, mientras que Hosokawa Etchū-no -kami murió por las heridas intratables que le infligiste, por la presente se te ordena cometer seppuku en la residencia de Mizuno Kenmotsu ".
Shuri se sentó formalmente sobre sus talones en presencia del enviado, pero aunque le presentaron una espada corta de la manera habitual, sus manos flácidas permanecieron sobre sus rodillas. Cuando no hizo ningún movimiento para levantar la espada de su bandeja y cortarse el vientre, el criado de Mizuno asignado a su segundo, Yoshida Yasōzaemon, hizo lo que tenía que hacer, cortando la cabeza de Shuri desde atrás. El corte no podría haber sido más perfecto, dejando un colgajo de piel en la garganta para que la cabeza no cayera al suelo.
Yasōzaemon levantó la cabeza y se la mostró al testigo oficial de Shōgun. Con sus pómulos altos y piel amarillenta, la cabeza era casi dolorosa de ver. Los ojos, por supuesto, no estaban cerrados. El testigo examinó la cabeza y, oliendo la sangre, expresó su satisfacción al espadachín: "Un corte excelente".
Ese mismo día, en la residencia de Itakura Shikibu, Tanaka Usaemon fue castigada con estrangulamiento. El acta de acusación en su contra decía lo siguiente: “Aunque Itakura Sado-nokami le había ordenado expresamente a Usaemon que hiciera cumplir el confinamiento domiciliario de Shuri debido a la enfermedad de este último, Usaemon, a su propia discreción, permitió que Shuri ingresara al Castillo, provocando así la actual calamidad, que lleva a la confiscación de la propiedad de 7,000 koku de Shuri. Este es un delito inexcusable”. No hace falta decir que otros familiares de Itakura como Itakura Suō-no-kami, Itakura Shikibu, Itakura Sado-no-kami, Sakai Saemon-no-jō y Matsudaira Ukon Shōgen recibieron la orden de someterse a un período de arresto domiciliario. Además, Kuroki Kansai, el asistente budista que había abandonado Etchū-no-kami en el momento del ataque, fue privado de su estipendio y desterrado de la capital.
Itakura Shuri podría haber matado a Hosokawa Etchū-no-kami por error. La cresta de nueve círculos en la ropa formal de la familia Hosokawa se parecía tanto a la cresta de nueve círculos usada por los miembros de la familia Itakura. Shuri pudo haber querido matar a Itakura Sado-no-kami. Precisamente este tipo de identidad equivocada había ocurrido en el corte de Mōri Mondo-no-shō por Mizuno Hayato-no-shō[11]. Tal error habría sido particularmente fácil de cometer en un baño oscuro, o esa fue la opinión más extendida en ese momento.
Solo Itakura Sado-no-kami se opuso a esta opinión. Cada vez que surgía el tema, él echaba humo: “Shuri no tenía absolutamente ninguna razón para matarme. El era un loco. Mató a Etchū-no-kami por nada en absoluto. Esta salvaje especulación sobre una identidad equivocada me parece profundamente ofensiva. ¿Cuántas pruebas más necesitas de que estaba loco? ¿De qué habló cuando apareció ante el inspector jefe? ¡Cucos! ¡Tal vez pensó que estaba matando a un cuco!
(February 1917)
[1] Maejima Rin’emon ... Itakura Shikibu: No hay fechas disponibles para el personaje identificado como Maejima Rin’emon en la fuente inmediata de Akutagawa, pero como Noguchi Bun’emon en el material fuente anterior. Ver Takahashi Keiichi, "Itakura Shuri no ninjō", en Kokugo to kokubungaku 73: 5 (mayo de 1996), págs. 73-84. A la edad de nueve años, Itakura Shikibu Katsutsugu (1735–65) se convirtió en el jefe de la sexta generación de la familia Itakura y el señor de la cuarta generación del Castillo de Fukushima. Las decisiones en su nombre como menor de edad en el momento de la historia fueron tomadas por un criado senior.
[2] Ubkubo Hikoza: (O Tadataka, o Hikozaemon) (1560–1639) sirvió a los primeros tres Tokugawa Shōguns con legendaria dedicación.
[3] Choque entre Hotta e Inaba: incluso sacar una espada dentro del recinto del castillo podría ser castigado con la muerte. La muerte de Hotta por Inaba en el Castillo había ocurrido en 1684. Aún más cerca de la mano y aún más sensacional habían sido los acontecimientos detrás de la famosa historia de The 47 Loyal Retainers, que comenzó en 1701 cuando un señor descuidado sacó su espada en el Castillo. e hirió a su oponente. Se vio obligado a cometer seppuku (hara-kiri) y su dominio fue confiscado. Ver Donald Keene, Chūshingura (Nueva York: Columbia University Press, 1971)
[4] Mencio: el filósofo chino Mencio (372–289 a. C.) no creía en la lealtad inquebrantable, sino que enseñó que un gobernante debería ser reemplazado si no prestaba atención a los consejos adecuados.
[5] Gobernador militar: Los Shoshidai vigilaron las actividades de la Casa Imperial y las familias aristocráticas de Kyoto para que los Shōgun ayudaran a garantizar que permanecieran inofensivos políticamente. También ejercía poderes policiales y judiciales más generales. Matazaemon (1586-1656) ocupó el cargo durante más de treinta años. Mondo Shigemasa (1588-1638).
[6] el año diecinueve de Keichō: 1614–15. Las fuerzas de Tokugawa no pudieron tomar el Castillo y concluir un tratado de paz, pero atacaron nuevamente, con éxito, el verano siguiente.
[7] Asedio de Amakusa: 1637–8. Amakusa era una fortaleza cristiana aplastada como parte de la Rebelión de Shimabara (ver la nota principal de "O-Gin").
[8] Consejero Junior: De tres a cinco Consejeros Junior (wakadoshiyori) se desempeñaban mensualmente por debajo de los Consejeros Mayores (rōjū) y supervisaban a "bannermen" como Shuri. Itakura Katsukiyo (1706–80).
[9] La quinta hora de la mañana... Munenori: 8 a.m. Una de las fuentes de Akutagawa tenía mal el nombre personal de la víctima de Shuri: debería ser Munetaka (1716-1747), que tenía un enorme dominio de 540,000 koku.
[10] La estrella del general: en la astrología china, una estrella rojiza en la galaxia de Andrómeda tenía la forma de un general en equipo de batalla.
[11] Mizuno Hayato-no-shō: Este incidente ocurrió en 1725. La víctima se recuperó de sus heridas graves. El atacante y su familia fueron castigados con la confiscación de sus considerables posesiones (70,000 koku), pero a la familia se le permitió mantener su nombre. En total, hubo siete ataques armados de este tipo en el castillo de Edo durante los dos siglos y medio de gobierno de los Tokugawas.
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Disturbios en Estados Unidos
Aristóteles en su Política decía que la desigualdad de la sociedad es una de las causas que generan la protesta y los disturbios. Podríamos citarlo como una de las razones de los disturbios en EE.UU. aparte del racismo inherente de los Estados del sur, antes esclavistas. Estas protestas se comparan con las sucedidas después del asesinato del líder por los derechos humanos y de los derechos de los afroestadounidenses Martin Luther King. Una de las razones también por las que asesinaron a Kennedy y a sus familiares. La banda irlandesa U2 le escribe y dedica a King la canción Pride (in the name of love).



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Hong Kong
La ciudad Hong Kong está bajo ataque chino... Hong Kong se juega su libertad y su autonomía. Xi Xinping está tratando de socavar la democracia y la independencia de poderes que tiene la ciudad. Está apunto de aprobar una ley que les facultad acusar y juzgar en la china continental a estudiantes, profesores y ciudadanos en general por protestar contra el dominio del régimen. Hong Kong goza de libertades que en China no existen: tienen libertad de expresión, libertad de elección, a su vez tienen Twitter, Facebook. Cosas impensables en China. La dictadura china quiere tomar control total de ciudad. El exgobernador de la ciudad Chris Patten ha hecho un llamado a defender la democracia en Hong Kong.

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Quote
5G es la siguiente fase el internet... La gente, fácil de manipular, piensa que es una enfermedad. Si te dan a elegir, para ir de Cajamarca a Cusco, una bicicleta o una camioneta, ¿Cuál eliges? Lo mismo sucede con el 5G.
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Medicinas sobrevaloradas
Hace varios años recibí un correo de Herbert Morote (autor de Bolívar: LIBERTADOR Y ENEMIGO Nº 1 DEL PERÚ) en el cual denunciaba los PRECIOS ASTRONÓMICOS DE LAS MEDICINAS EN PERÚ. Realizaba una comparación de los precios de las medicinas en Perú y de España... evidenciando la enorme brecha que había entre los dos países. Perú vendía las medicinas comunes a precios exorbitantes; en contraste, en España eran más baratas.
Si eso pasaba hace mucho, ahora con la crisis de la COVID19 no me sorprende que los precios manejados por un monopolio sean sobrevalorados o carísimos.
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Dicen las calles, que los vacíos, somos nosotros.
Adycta
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He llegado a dos conclusiones, que seguramente otros lo han hecho hace muchísimo tiempo (los griegos, por ejemplo): -El infierno no es más que la acción o hecho circular que se repite infinitamente... - Las máquinas, computadoras, etc. No alcanzarán la perfección o lo perfectible de la inteligencia artificial sin imitar lo orgánico o utilizarlo. Es decir, imitando o reproduciendo el cerebro o las neuronas y demás células y conexiones.
Leo Arouet
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“Soy desagradablemente sentimental, soy un hombre muy sensible…”
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“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.”
Deuteronomio 12:28 Reina Valera 1960
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