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el blog de Lore Beltramo
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lorebeltramo · 28 days ago
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lorebeltramo · 5 months ago
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La paciencia, esa virtud que todos queremos, expresada en una canción que por lo menos a mí, me emociona. Que la disfruten
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lorebeltramo · 1 year ago
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lorebeltramo · 1 year ago
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Eso
Eso que veo en tus ojos cuando me mirás
Y eso que me pasa cuando te acercás
Lo que me hace reír sola
Mirar el mar y agradecer
Esa chispa que viene sola
Y me alegra el momento
Y da sentido a todo,
hasta lo que no lo tiene
Esa profundidad
que detiene el momento
Y en lo más simple,
lo inmenso
La nada cerca del vacío
La infinitud que lo completa todo
Y vos y tu voz
Tu generosidad
Tu ausencia y aún así ocupás todos los espacios
Eso que a veces me olvido de recordar
Pero no hace falta porque viene solo
Como sin llamarte ahí estás
Siempre estás
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lorebeltramo · 1 year ago
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Cuando termina bien
Este solcito de invierno que entra por la ventanilla me hace dormitar. De repente escucho en mi ipod a Sui Generis. Cuánto hacía que no escuchaba esta canción… la que inmeditamente me remite a vos. Así sin esperarla, sin esperarte.
Quizás por qué no soy un buen poeta puedo pedirte que te quedes quieta hasta que yo termine estas palabras.
Quizás por qué no soy un gran artista puedo decir tu pintura está lista y darte orgulloso este mamarracho.
Quizás porque no soy de la nobleza puedo nombrarte mi reina y princesa, y darte coronas de papel de cigarrillos.
Quizás porque soy un mal negociante no pido nada a cambio de darte, lo poco que tengo mi vida y mis sueños.
Quizás por qué no soy un buen soldado dejo que ataques de frente y costado, cuando discutimos de nuestros proyectos.
Quizás por qué… no soy nada de eso, es que hoy estás aquí en mi lecho.
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Escucho esta canción y te veo. Tu figura alargada, con esos pantalones oxford, la bufanda gruesa que te caía hasta las rodillas y tu pelo castaño rubio, largo y lacio y ese flequillo que te tapaba los ojos, pero aun así te las ingeniabas para mirarme y para que supiera que me mirabas. Te veo parada de frente a mí gritándome barbaridades. Te veo acostada entre las sábanas llamándome en sueños. Te veo en esa plaza a la que íbamos a fumar, a charlar y nos reíamos hasta cualquier hora, tirados en el pasto mirando las estrellas. Te veo. Y qué lindo que era.
Uy, me pasé de la parada. Bajo lo más rápido que puedo y quiero ubicarme a dónde estoy. Camino por esta plaza que me resulta tan familiar. ¡Es la misma adonde veníamos! Qué casualidad. Elijo un banco al sol, me tomo un ratito para recordarte. Pongo, ahora deliberadamente, de nuevo la canción, mientras me siento perdido en un mundo conocido.  
Veo unos nenes jugando en las hamacas, otros a la pelota. Una nena me hace acordar a vos, el pelo rubio y largo, y la risa, no se, algo. Una pelota pasa cerca de mí y un nene viene a buscarla.
-Vamos Franco, agarrá la pelota y vamos- escucho. El nene se da vuelta para mirar a la mamá. La mamá a unos pocos metros me mira.
-¿Sos vos?- me dice
-¿Y vos?- le respondo boquiabierto.
Viene corriendo la nena hermosa que me hacía acordar a vos, te agarra de los pantalones anchos -¡mamá, mamá!
Los dos nos miramos a los ojos, fijos y sorprendidos. Por un momento el tiempo se detuvo. No escuchábamos los ruidos, ni los gritos, ni los autos, sólo la canción que puse en tu oído. Sonreíste, casi con emoción creo.
-Esta canción es como verte- me dijiste.
Sólo asentí.
Miraste a tus hijos y me miraste a mí. Te diste vuelta y te fuiste caminando con cada uno de los chicos de la mano. Caminabas lento, tranquila. Te veo irte y te sigo con la mirada. Te volviste para mirarme mientras yo ya cambiaba de canción. Ahora te veo, pero ya no sos la misma. Ni yo.
Cierro los ojos e inhalo este solcito de invierno que me encanta, como esta canción Princesa de Sabina. Retomo el camino de vuelta para llegar a tiempo adonde me esperan.
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lorebeltramo · 2 years ago
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Pan con manteca y dulce
Era una tarde más, pero no para mí porque mi mamá me iba a enseñar a preparar pan con manteca y dulce de leche.
Estaba sentada al frente de la mesa de la cocina con todos los elementos dispuestos. Miraba por la ventana que daba al patio. Se levantó viento y no me olvido de la cara de mi mamá recogiendo la ropa de la soga, el viento le daba de frente y con un gesto, parecía defenderse mientras cumplía con el objetivo. Yo la llamaba, impaciente. Y ella me decía que ya iba.
La ansiedad me ganó y comencé con la tarea: pan, dulce y manteca. En ese orden.
Cuando mi mamá apareció, yo ya había terminado. –Es al revés- me dijo. Primero parece que iba la manteca y luego el dulce. Entonces aprendí el orden. Pero el sabor creo que debía ser igual, pensé.
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lorebeltramo · 2 years ago
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Del campo al pueblo y a la ciudad
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Ayer revisando fotos me encontré con ésta. Estoy con la Tuni, prima de mi mamá, en el sulqui. ¡Qué chiquita era! Tenía una de las riendas en las manos; creía que podía manejarlo. Paseábamos por el pueblo, de acá para allá en nuestro carruaje.
En esos años los fines de semana tenían varios paisajes. Los domingos entrábamos al campo con mi abuelo en el Peugeot 504 color cremita, por ese largo y arbolado camino que llevaba a la casa. El Nono detenía el auto, se bajaba y les gritaba a las vacas que pastaban en la verde extensión: -Muuuuuuu- Las vacas con parsimonia se daban vuelta y lo miraban todas iguales, con cara de nada, que era su expresión de curiosidad. La casita rústica estaba cercada por alambre, que comprendía un pequeño patio con huerta en la parte de adelante. La puertita de metal que hacía ruido al abrir y cerrar. La casa con olor a rancio, el piso húmedo. Era fría, en invierno y en verano. Los caseros que nos recibían con emoción, con esa humildad que hay en el campo, con esa dependencia de no tener otro lugar adonde vivir.
Afuera esas extensiones que yo no podía medir en mi cabeza… para mí todo el campo eran esos metros a los que llegaba mi mirada. A veces me iba sola, me sentaba en el pasto y observaba. El pasto verde, amarillo, con árboles inmensos que se movían en el silencio y al viento. Los perros, vacas, caballos, cerdos, gallinas, algunos sueltos y otros en sus corrales. Me imaginaba cómo serían los días de semana, lo mismo una y otra vez. No podía darme cuenta de cómo los caseros llevarían viviendo años y años ahí.
Me gustaba andar a caballo. Les tenía un cierto temor pero cuando le agarraba la mano lo disfrutaba mucho. Como todo, creo. Un día, no me olvido más, el caballo se desbocó… ay qué miedo. Fue una sensación de impotencia, velocidad y adrenalina. Mi mamá sí que andaba lindo. Se la veía tan armoniosa, con su pelo negro y largo al galope. Era una verdadera jinete. Y también ayudaba a mi abuelo a marcar las vacas con hierros encendidos sobre los cueros, ese olor a quemado… pobrecitas. Yo sólo podía ver un ratito.
Esos domingos tenían tantos paisajes. Del campo íbamos a la casa de mi abuela en el pueblo.
En una esquina, de piedra por fuera, con varios dormitorios y un solo baño. La casa que tenía aire acondicionado, toda una novedad en aquel entonces. Cuando hacía mucho calor, mi abuela cerraba las puertas, prendía el aire que hacía muchísimo ruido y mi hermano y yo mirábamos fascinados. Al rato estaba helado y el sonido era implacable. Y en invierno, estaba siempre calentita: mi abuela ponía bien fuerte el calefactor y tenía una estufa a querosene y otra eléctrica. Prendía todo.
Después de estar en la casa de mi abuela, con mi familia volvíamos a la nuestra en la ciudad: de ladrillo visto, una habitación para mi hermano, otra para mí, tres baños en total. La casa circular, se podía recorrer completa como un cuadrado, ideal para jugar a las escondidas o correr a los nenes que venían de visita. En esta casa donde fui al cole, a la facultad. Donde viví casi toda mi vida y por esas vueltas, ahora estoy acá, transitoriamente, de nuevo.
Esos fines de semana tenían tantos paisajes. Del sulqui al auto. Del silencio del campo a un poco más de ruido en el pueblo y mucho más ruido en la ciudad. Del verde infinito, a las calles de tierra, a las de asfalto. De la casa con olor a rancio, a la casa con olor a abuela, a mi casa con olor a rutina.
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lorebeltramo · 3 years ago
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Bienvenido Arte
Ayer fue la muestra de Arte de nuestro taller con la profe Mariana Gabor que es una genia.
Estoy conmovida, porque descubrí en el Arte un mundo: de aprendizaje, de disfrute, de expresión.
Después de mudarme a Icho Cruz, hace dos años, empecé a buscar para hacer cerámica. Y llegué a Mariana. No me olvido esa primera charla, las dos solas en el taller. Ella me preguntó:-Y ¿cómo llegaste acá?- Cuando volví a mi casa, un día frío de mayo, no veía las horas de que llegara el jueves para ir al taller.
El proceso de aprendizaje es tan vasto, si uno puede observar un poquito saltan tantas cosas a la vista: en mi caso el orden, el control, la frustración cuando no me sale, mis limitaciones.
Al principio hice bowls, el primero para mi papá como regalo para el día del padre. Después matecitos y otras cosas. Y en un momento empecé con las Kimis: mis muñequitas mágicas que son parte de un proyecto de cuentos, pero vinieron con más fuerza desde el Arte.
Una y otra, así ya hice 5. Todavía me faltan un par porque en el camino les cambié el origen así que tienen otra fisonomía.
Ayer fue el cierre del año: cada alumna y alumno mostramos algunas obras. Todo fue muy fluido, cálido y amoroso. Comimos rico y al final disfrutamos linda música en vivo.
A la muestra fue toda mi familia: yo no puedo explicar lo que significan para mí, compartir esos espacios diferentes, donde ellos ven también otras cosas que hago. Mi papá se sorprendió porque pensó que se encontraría con bowls y tacitas, pero eran verdaderas obras de arte.
También estuvo mi hermano, la Caro, el Coto, la Lauri, el Salvi y un amiguito (por suerte fue el amigo así se mantuvieron entretenidos), me emocionaba verlos sentados en el piso, en primera fila cuando las chicas cantaban. Los dos escuchando, conectados.
En fin, fue algo hermoso.
Para mí el Arte es una puerta que se abrió y me mostró un mundo, algo que empecé y que ya no tiene punto final.
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lorebeltramo · 5 years ago
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Hasta pronto Buenos Aires
Hace 16 años, justo para esta época, me iba de Córdoba. Me acuerdo que la noche antes de viajar, en mi cuarto de la casa de mi papá, tenía mis cosas juntas, ordenadas y el celular con tapita cargando. La mudanza fue por partes, sólo llevaba algunas cosas porque iba primero a La Plata donde vive la familia de mi tío Mario. Entonces la Vero, una amiga de Córdoba, me llevó en su auto a James Craik, a la casa de mi abuela donde me encontré con mi tío que justo iba por la zona porque es veterinario y siempre viajó mucho.
Llegué a La Plata y viví ahí hasta febrero, que fue cuando me mudé a Buenos Aires, donde aterricé en la casa de Lula, en un departamento que tenía un cuarto separado, pasando el pequeño patio subiendo una escalera. Justo me había dejado con un novio o algo así y la llegada no fue tan ideal como me la imaginaba.
Lo que recuerdo de esa primera noche, era domingo, en Buenos Aires son dos cosas: una que casualmente había un par de amigos, unos de Córdoba y otros de no sé dónde, y tenía dos programas diferentes en un lugar donde no conocía a nadie. Y la otra es que veía los colectivos llenos de gente pasar por la calle Santa Fe y me parecía increíble que tanta gente se movilizara un domingo a esa hora.
Así empezó mi estadía en esta ciudad que no duerme, que te invita a hacer lo que quieras cuando quieras. Que está llena de luces por infinidad de avenidas y programas a cualquier hora. En donde la gente se apropia de los espacios públicos y come, duerme, toma sol y mates en las plazas y en los lugares verdes. Donde los dueños de perros los sacan a pasear y levantan la caca como tarea ineludible. Que los conductores de autos, aunque sea a regañadientes, frenan en las esquinas para dar paso a los peatones, mientras las motos pasan sin cuidado por cualquier mínimo espacio.
Esta ciudad que siempre sentí tan generosa y tan propia. Cuando la gente me preguntaba asombrada: -¿Te gusta Buenos Aires?- yo respondía que sí, porque sino no viviría acá.
En esta ciudad en la que trabajé en una empresa por dos años, viví en muchos lugares diferentes: con amigos, sola, en comunidad. Donde conocí el amor más grande por una ocupación, que es hoy a lo que me dedico: a dar cursos del Arte de Vivir.
Esta ciudad que te devora o te hace bailar, que te invita a disfrutar, a gastar más de lo que se tiene y a distraerse con tantas calles, negocios, bares y restaurantes.
Te puedo decir mi Buenos Aires querido porque eso sos. Y no es una despedida definitiva, sólo es un ratito que me voy a estar más cerca de mi familia y a disfrutar de la naturaleza mientras esta pandemia nos permite trabajar desde cualquier lado.
Una etapa de 16 años que se cierra o queda en puntos suspensivos.
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lorebeltramo · 5 years ago
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Juana
A esto lo escribí hace unos años, Juana tenía 3 y hoy, tiene 6, pero no quería dejar de publicarlo. Acá va
Juana
Te vi bailar en un video, cuando fuiste a la clase de yoga y danza con tu mamá. Estabas adelante con la profe. Y en otro momento, todas bailaban con sus hijitas en círculo, la profe en el centro ¿vos dónde estabas? En el centro también, bailando y saltando.
Con tus 3 años, mi amor, tenés esa capacidad para decirle a la mamá que necesitas estar con ella, jugar con tu amiga Bruna casi como adolescentes, cantar en inglés como tu hermanito, hacerte escuchar con gritos si hace falta y escuchar también atentamente cuando te hablan.
Decir que te extraño no sería la realidad porque de alguna manera estás tan presente que no siento distancia. Pero sí, te extraño.
Cuando eras chiquita y yo vivía en tu casa, disfrutaba al levantarme y estar con vos. Te veía en el piso gateando o arrastrándote por el piso y me sentía tan agradecida de compartir las mañanas.
Y la mamá, tan generosa. Me esperó de un viaje para que te diera la primera comida. ¡Ella ni estaba! Qué suerte que tenemos, mi amor, que la mamá nos deje estar tan cerca con ese cariño y generosidad que le salen natural.
Juana. Para mí todo en vos es divino. Un amor ¿un poco ciego? Bienvenido, porque te amo Juana.
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lorebeltramo · 5 years ago
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Esta es una foto que saqué en la casa de mi abuela. Ella tenía máscaras y distintas cosas colgadas en la pared, de adorno.
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lorebeltramo · 5 years ago
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lorebeltramo · 5 years ago
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lorebeltramo · 5 years ago
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lorebeltramo · 6 years ago
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Chinita
Hace algunos años atravesé unos meses difíciles, lloraba todos los días, a la mañana y a la noche. Y a la vez tenía una sensibilidad diferente, esa que es exclusiva de ciertos estados de ánimo que nos llevan sin permiso –y sin peaje- hacia adentro.
Un día mi amiga Pili –muy creativa- hablando por teléfono me dijo: -Lore, por qué no venís a mis clases de pintura. Tengo este espacio abierto para vos- Y allá fui.
En la primera clase tomé unas fotos y dibujé un poco, no me acuerdo mucho más, pero sí que cualquier consigna me despertaba un olvidado entusiasmo.
Ese día llegué a mi casa, tomé una hoja, un lápiz negro y copié la chinita protagonista de la tapa del cuaderno que usaba. Simplemente dejé que los trazos salieran, seguros, cómodos.
Y allí apareció mi Chinita: tenía expresión en sus ojos cerrados y en esa boca pequeña. Tenía vida. Y yo, emoción. Emoción de saber que mi creatividad era un tesoro por descubrir, un mundo por explorar.
Fue un día que no voy a olvidar porque a los treinta y pico de años dibujar y disfrutar, darme cuenta de que mis manos también podían dar vida a formas, no es poco. Pensaba en que no lo había descubierto antes. Mi mamá pintaba hermoso, y mi hermano también. Pero hasta ese día no sabía que yo también lo podía hacer.
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lorebeltramo · 6 years ago
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Las flores del jardín
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Había sido un día difícil, de esos que desde la mañana hasta la noche no se esboza una sonrisa ni de casualidad, que no se llama a nadie porque a quién le podés contar lo que no sabés qué es.
A la mañana, María salió para la escuela, ya cansada de sólo pensar en los gritos de los chicos, la mala onda de sus compañeras y el infaltable reproche de algún papá que llega alterado por problemas propios. Iba caminando por la vereda, pisó una baldosa suelta y casi se cae. Pensó varios insultos, aunque no se animó a decir ninguno, estaba entrenada para no decir cosas de más por su profesión.
Ya en el aula, mientras los chicos hacían ejercicios, ella miraba hacia afuera por la ventana, dando rienda suelta a algún pensamiento que se le cruzaba, como si fuera una licencia interna. Pero de repente se dio cuenta de que lo único que pensaba era sobre cosas del pasado, que ya no quería recordar y que le generaban una incomodidad que no terminaba de descifrar. ¿Pero por qué estoy así hoy? se preguntaba María mientras miraba a sus alumnos.
El timbre que indicaba el fin del día escolar, fue lo mejor que le pasó en la mañana. Recogió rápido sus cosas y salió dando pasos largos perdiéndose de los chicos, de los grandes, de todo lo que la perseguía, aunque, como sospechaba, lo que más quería dejar atrás, seguía con ella.
El whats app estaba casi sin moverse. En el subte, lo miraba para ver si le entraba algún mensaje, pero nada. Tenía pocos grupos y los que tenía no le importaban para nada. Los dejaba sólo para que el celular sonara un poco. Cuando sus compañeras le decían que ellas ponían en silencio los grupos para que no molestaran, María afirmaba que también, pero en verdad no lo hacía. Era la manera de sentirse solicitada y de escuchar cada tanto el sonido de la notificación.
En un momento el celular sonó, y no era de un grupo. Era su papá, que le preguntaba cómo estaba y le mandaba algunas fotos. Mirá María, qué lindas están las flores de mi jardín, le comentó el padre, mandándole un par de fotos de muestra.
El papá vivía en una zona a las afueras de la ciudad, que era casi rural. Había enviudado hacía un par de años y María para evitarle más dolor, le insistió mucho a su papá que se mudara a otro lado, a un departamento o a algún barrio. Pero el padre no le hizo caso y se quedó en su casa, modesta, que lo más lindo que tenía era el inmenso jardín. Mientras vivía la mamá de María, ella lo cuidaba y mantenía, con su gran mano para las plantas. Al morir, muchas de las plantas se fueron con ella y por el descuido del papá que no podía ni cuidarse a él mismo. Con el tiempo, fue regando el pasto, poniendo nuevas plantas y haciendo que el jardín tuviera vida de nuevo. Estaba distinto y era muy hermoso igual.
María abrió el mensaje, leyó el saludo de su papá y un poco se alegró. Pero, cuando vio las fotos que mostraban esas flores de colores: fuxia, amarillas, blancas y lavanda, se largó a llorar.
Las flores del jardín… esas que pasan frío en invierno, e incluso soportan heladas. Las flores que se abren generosas cuando el tiempo las deja, que están dando vida a ese parque. Las flores del jardín.
Y las lágrimas le caían sin entender qué le pasaba. Miraba las flores y sentía emoción. Algo así como esperanza. Si las flores reviven una y otra vez… si el tiempo es tan generoso de dar oportunidades a toda la naturaleza, tal vez yo también tenga la mía.
El viaje cambió. Se bajó de subte con los ojos brillantes. Por las lágrimas y por la emoción.
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lorebeltramo · 6 years ago
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Acabo de descubrir esta versión de Rayando el sol, una vieja canción que no hubiera escuchado sino me saltaba sóla. Y lo mejor: canta Pablo Alborán que ¡me encantaaaa!
Espero que la disfrutes tanto como me sorprendió a mí.
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