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Jane Rose.
El viento chocaba en mi rostro mientras leía un libro en el patio de la iglesia. El crepúsculo de la noche empezaba a caer poco a poco, indicándome que pronto debía ir a casa.
Me gustaba tanto ir a leer cada tarde a la iglesia, me daba un aire algo extraño y melancólico, que misteriosamente me daba algo de paz.
Para las monjas era una completa abominación que alguien tuviera un aura tan gótica como yo. Ya me denominaban como algún tipo de “vampiresa tétrica”.
Y eso que no tenían ni idea de mis visitas nocturnas al cementerio, lugar que también me daba mucha paz.
Pensar en todas esas almas que alguna vez habitaron en esta tierra, y ya no estaban. Era tan simple como fascinante.
No era pecado sentir admiración por lo desconocido, pero esta admiración había causado terror a todos a mi alrededor.
M.a.f.
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La Dama roja;
En la cima una colina, se dice que vivió una joven vampiresa. Era hermosa como una rosa, con tez blanca y una melena oscura.
En un principio, se podía decir que ella era el ser más dulce que pudo existir. Sus ojos destellaban una inocencia inigualable.
Aunque, aveces la vida es más cruel con quienes no lo merecen.
Toda la crueldad de su alrededor la llevó a ser todo lo contrario a lo que era en un inicio.
Cambio sus vestidos floreados y alegres, por vestidos negros neutrales. Siempre teñía sus labios de rojo como muestra de poder. No se le veía ni una sonrisa. Jamás.
Todo lo que fue en un inicio, se lo había llevado el viento.
Ya no era una dulce niña.
Era la Dama roja.
Cruel y despiadada.
Porque ese fue el mismo trató que ella recibió cuando sólo era una jovencita inocente.
ahora era alguien capaz de traer el infierno a la tierra.
M.A.F. 💄
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Marilyn pictured on the evening of the JFK birthday event at Madison Square Garden, New York, 1962
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El fantasma de Marie;
En las bellas calles de Londres, desde hacía muchísimo tiempo, vagaba por las noches el fantasma de Marie.
Quien no se sabe mucho de ella en vida, y tampoco tuvo tanta importancia como después de muerta. La causa de su muerte no era muy precisa, pero lo que sí se sabía era que había sido encontrada cerca de un bar con grandes lesiones y el cuello roto.
Según los rumores, Marie salía cada noche después de la media noche (cuando sonaban las campanas de la Torre de Londres). Su fantasma rondaba sin rumbo alguno por las calles, parecía tan viva, tan real, y a cualquier que le cautivase su belleza, corría un gran peligro de muerte.
Porque poco se mencionaba que siempre que se intentaba interactuar con el vago fantasma, ella los mataba tal y como la asesinaron alguna vez en una de esas calles.
M.A.F.
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EL ESPEJO.
Marceline y Josh se habían casado hacía unos pocos meses, sin embargo pareciese que su amor era el mismo del primer día.
Habían tenido una boda hermosa a principios de abril, Marceline se había visto más hermosa que nunca aquel día.
No se podría describir con exactitud la hermosura de aquel día, pero fue una boda sin igual.
Apesar de todo, Marceline se veía feliz con su nueva vida, tenía hábitos nuevos, su vida había cambiado radicalmente.
Muy en el fondo, sin importar lo bello que era su alrededor y de lo feliz que era, ella permanecía con un ligero dolor en su alma. No podía ser feliz del todo.
En su mirada siempre estaba ese toque melancólico que Josh notaba con tristeza, aunque ella trataba de disimularlo lo más posible. El realmente la amaba, y hacía todo lo posible por ver a su amada feliz.
Una mañana, a finales de Septiembre, Marceline despertó con una terrible anemia, Josh tenía fé de que se mejoraría, aunque día a día sólo empeoraba.
A según pasaba el tiempo, Marceline se debilitaba más, aunque Josh siempre cuido de ella.
Al despertase una mañana, ella con sus últimas fuerzas, se levantó y tomó un labial para escribir un mensaje en el espejo.
Sosteniendose de la pared y débilmente ella fue arrastrándose hasta volver a su cama.
Pasando los minutos, la bella Marceline dio su último respiró, dando por finalizado todo su dolor.
Al entrar Josh a la habitación, había pasado una brisa fría, El había cortado rosas para ella, pero se llevó una decepción terrible al encontrar el cadáver frío de su amada.
No pasaron tantos minutos hasta ver su mensaje en el espejo;
"yo siempre te di el paraíso, todo
y ahora que me voy, no me olvides
Jamás."
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Jardín de rosas.
Lily y su madre acababan de mudarse al pequeño pueblo al que pertenecía la madre de Lily. Para Lily era algo extraño porque nunca antes había estado en el lugar ni de visitas, pero para la señora Libia era todo lo contrario, este ambiente le traía múltiples recuerdos, toda su infancia e adolescencia la había pasado en este pequeño y hermoso pueblo.
Volviendo a lo que para ella siempre fue su hogar.
Lily no estaba muy contenta por la recién mudanza, porque para ella su vida estaba bien anteriormente y no veía ninguna necesidad de mudarse.
La casa era muy hermosa y amigable, era pequeña pero acogedora, incluso tenía un hermoso jardín de rosas el cuál apesar de los años se había mantenido más que intacto.
Llegada la noche después de la cena, Lily ya había ordenado su habitación, estaba lista para dormir pero sin embargo decidió salir a tomar aire.
La Luna estaba llena, la brisa era serena, y el jardín se veía radiante. Sin duda ese lugar era mágico.
En el resplandor de la Luna Lily podía ver borrosamente una figura, al principio no podía enfocar bien pero al irse acercando pudo contemplar un ser maravilloso.
No sabía si estaba empezando a alucinar, pero frente a sus ojos ella se encontraba un joven muy atractivo, con una piel blanca y reluciente. Sus cabellos rubios bailaban por el aire mientras miraba con desveló la Luna.
Ella trató de tocarlo pero sólo logró que su mano traspasara su delgado cuerpo. Definitivamente un ser astral.
Después de una noche tan mágica Lily no sabía si contarle a su madre, sabía que si le contaba no le creería porque su madre no creía en cosas paranormales, así que decidió callar.
No dejo de pensar en todo el día en aquel extraño, en sus pensamientos rondaban cientos de ideas de que pudo haber sido eso.
Nuevamente en la noche, antes de irse nuevamente a dormir salió como la noche anterior a verificar si aquel extraño estaba allí, un poco asustada se dirigió al jardín y allí estaba el, justamente como la noche anterior.
Sólo que está vez tenía algo diferente, no estaba observando la Luna, estaba sentado caviz bajo en el césped.
El corazón de Lily se había acelerado al ver que no había sido producto de su imaginación, tomó algo de valor y trato de comunicarse con el.
-hey, ¿qué haces hay?-dijo ella con una voz temblorosa.
El había tardado un poco en responderle pero le dedico una sonrisa muy encantadora, tal vez eso la tranquilizo.
-¿Te conozco de algún lado?-pregunto el.
-¿si sabes que estas muerto?.
-claro, siempre lo he sabido.
-¿que haces aquí?.
-siempre solía venir a este jardín.
Lily no pregunto nada más ya que su mente estaba en blanco, pero tenía cientos de preguntas acerca sobre el.
Con el tiempo para ella se fue volviendo una costumbre visitar a su amigo fantasma cada noche antes de dormir, era una relación un tanto extraña, pero maravillosa, por alguna razón Lily adoraba su presencia.
Con el pasar del tiempo Lily había caído perdidamente enamorada de ese ser que ya ni estaba vivo, aquel ser que paseba por todo el pueblo como si siguiese vivo y que también era protagonista de miles historias en el pequeño pueblo.
Apesar de que su tan amado y adorado fantasma no ya no estuviera vivo no impidió jamás que ella lo amé menos.
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Noches tenebrosas.
El reloj ya marcaba la media noche, no había podido consiliar el sueño. Gotas de sudor iban bajando por todo mi cuerpo, cada minuto que pasaba me daba más angustia.
Ya le había dicho a mi madre que llevó días sin dormir y que tenía mucho miedo, ella sólo decía que eran dramas de adolecentes y que no era nada importante, pero cada noche sentía una extraña presencia, era espantoso.
Esperaba con ansias la llegada del amanecer, llevaba semanas pasando las peores noches de mi vida.
Rondaban las 1:00.am. Cuando al fin decidí levantarme, realmente no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero no podría seguir más tiempo aguantando esa paranoia tan horrenda.
Logré encender una vela para alumbrar mientras iba bajando los escalones. Mientras bajaba mi desesperación aumentaba a tal grado que sentía que si volteaba mi cuerpo se inmobilizaria.
Baje tan pronto como pude, pero esto no me calmó, tal vez fuese una mala idea.
Nose como ni en que momento logre quedarme dormida en el sillón de la sala, pero me dormí.
-Por favor Camille, deja de inventar tantas cosas, estoy cansada de ti y tus historias nocturnas, dichas cosas no pasan en esta casa.
-Sabía que no me entenderias, como siempre.-Respondí a mi mamá, que seguía sin creer lo terrible que la había pasado estas noches.
Otra noche más, otra noche de pesadillas.
Cada noche tenía más miedo que la noche anterior, no tenía idea de lo que podría pasar y la angustia me estaba terminando de volver loca.
Mi cordura empezaba a deteriorar, no estaba en mis cabales.
Por un momento pensé en tratar de dormir, pero me seguía sintiendo observada, me seguía sintiendo amenazada.
Cuando me voltee sentí un bajón inmenso en mi pecho, pero por suerte no había nada.
Creo que esto me hizo bajar guardia, y por un rato dejé de alucinar.
Cuando ya empezaba a relajarme y calmarme sentí un estirón en la pierna horrible, solté un gemido desgarrador, nisiquiera quería abrir los ojos.
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“You have witchcraft in your lips.” - William Shakespeare, Henry V
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Libros, lluvia y música es todo lo que está bien en el mundo.🎃
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Walter Crane (British, 1845-1915)
The Swan Maidens, 1894
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