Julián Medina (Caseros, 1995). Es Licenciado en Prácticas Artísticas Contemporáneas en UNSAM. Fue seleccionado para participar del Programa de Artistas de la UTDT Edición XI 2019/20. Entre 2014 y 2018 cursó materias de la Lic. en Artes Visuales en la UNA. Asistió al taller/seminario de arte contemporáneo, contexto y realización de obra con Gabriel Baggio y a la clínica de obra de Verónica Gómez. Realizó las siguientes exhibiciones individuales: "Costa Brava versus Santos Lugares" en Galería Atocha con curaduría de Gabriel Baggio y texto de Federico Juan Rubí (2023); “Circuito de Entrenamiento” en el Club Defensores de Santos Lugares con curaduría de Gabriel Baggio (2021). Participó en las siguientes exhibiciones colectivas: “Hemos conocido horas de triunfo”, en Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (2024); “Figuritas. Apariciones futboleras en el arte argentino”, Casa Nacional del Bicentenario (2022); XXVI Premio Klemm a las Artes Visuales (2022); entre otros. Fue distinguido con una mención honorífica en el Premio Artes Visuales Municipio de San Isidro Kenneth Kemble (2022), mención adquisición en el XIII Premio de Pintura Banco de Córdoba (2020). Recibió la Beca Formación del FNA (2018), Beca Sostener Cultura II y la Beca Fortalecer Cultura del FNA (2020). Participó de las siguientes residencias: “Local de Artes Recientes” en La Paternal, Ciudad de Buenos Aires (2022); “La Fuente” en Gral. Pico, La Pampa (2023).
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HEMOS CONOCIDO HORAS DE TRIUNFO, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, 2024
Hemos conocido horas de triunfo es una exposición colectiva que reúne la obra de Alejandra Lapacó, Edith Chiapetto, Emiliano Guerresi, Favio Gutierrez y Julian Medina.
Guerresi, Gutiérrrez y Medina exploran los clubes de barrio, los potreros, los espacios improvisados para el juego y el encuentro. Se detienen en estos entramados sociales que instalan la idea de comunidad.
Lxs tres jóvenes artistas trabajan con elementos que rozan lo fantástico. Las cosas y los personajes más comunes adquieren formas inusuales, espirituales, fantasmales. Los recorridos barriales iluminan vestigios de todo tipo de migraciones, que cruzan religión, costumbres, lenguas, colores, modismos y amores, produciendo un sincretismo propio de territorios con memorias blandas y atemporales.
Lapacó, artista desaparecida y Chiapetto, artista fallecida, nos conectan con sistemas sígnicos, metafísicos y surreales que apuntan a pensar desde la fantasía y la imaginación para interponerse ante la anomia dominante y abrir puertas a otros mundos posibles.
Hemos conocido horas de triunfo*
Por Gabriel Baggio
Los tiempos que vivimos, fragmentados e individualistas, nos pujan hacia refugios dentro de imaginarios que ofrecen las pantallas. Nuestros vínculos están cada vez más mediatizados por las aplicaciones. Detenerse en espacios de sociabilidad e intercambio, donde los cuerpos están presentes y se vinculan, se ha vuelto, sin duda, un acto de resistencia.
Los clubes de barrio, los potreros, los espacios improvisados para el juego y el encuentro, o incluso algunas formas de entender la tecnología como espacio de intercambio real entre personas, han despertado el interés de Emiliano Guerresi, Favio Gutiérrez y Julián Medina. Estxs jóvenes artistas expanden sus prácticas y las anclan en lxs habitantes que encuentran en esos lugares.
Aquellos espacios constituyen entramados sociales e instalan la idea de comunidad, especialmente en las infancias, que construyen en sus recorridos barriales un imaginario en el que la identidad se desarrolla, se acomoda y transforma buscando la sintonía colectiva. Son espacios que habilitan el intercambio generacional de saberes, la experimentación de los cuerpos en acción y nuevas sensibilidades para quienes están forjando su manera de habitar el mundo. Ese universo afectivo, compuesto por espacios, grupos, maestrxs, premiaciones, familias, amigxs, animales, banderas y escudos, códigos, vitrinas, dueños de las pelotas, el buffet, el quiosco, las bibliotecas populares, los talleres y todo el imaginario circundante, da forma a conductas y roles, forjando disciplinas blandas (en el mejor de los casos) como estrategias para la vida. También genera roces, peleas, bullying, y evidencia diferencias de posibilidades según los cuerpos, clases sociales, sensibilidades e ideologías. Esos lugares ríspidos pueden ir forjando personalidades socialmente involucradas en imaginar un mundo menos desigual y más político, en el que pequeñxs y jóvenes comienzan a vislumbrar la relación entre el bienestar personal y el buen vivir colectivo.
Los recorridos de estxs artistas nos detienen en tres formas de relación entre las infancias y juventudes con los espacios de sociabilidad que habilita el deporte. Por un lado, el netamente institucional que aparece en la obra de Julián Medina: los clubes de barrio, con sus instalaciones, su organización y trabajadores, la planificación formal de actividades, los espacios de intercambio e inclusión de familias, amigxs y redes de contención, en el mejor de los casos. De otro modo, el intercambio espontáneo y la supervivencia de los potreros y espacios de juego generados propiamente por lxs niñxs, se manifiesta en la obra de Emiliano Guerresi quien observa estos lugares del conurbano bonaerense donde a pesar de la escasez de recursos y de contención social surgen igual, vínculos relevantes. En el caso de Favio Gutiérrez, encontramos un espacio de intercambio signado por las pantallas. Las nuevas generaciones se ven desplazadas a tomar la virtualidad como espacio propiamente dicho para encontrar alguna posibilidad de vinculación.
En los tres casos encontramos elementos que, si bien surgen de los imaginarios personales de las infancias de cada artista, rozan lo fantástico. Las cosas y los personajes más comunes adquieren formas inusuales, espirituales, fantasmales. Los recorridos barriales iluminan vestigios de todo tipo de migraciones, que cruzan religión, costumbres, lenguas, colores, modismos y amores, produciendo un sincretismo propio de territorios con memorias blandas y atemporales. Mediante procedimientos pictóricos, como la imitación del pixelado, la planimetría sensible, colores extraños, soportes específicos y transparencias desalineadas, sentimos que en las imágenes algo nos descoloca y nos advierte que podemos mirar desde una perspectiva diferente. Se generan tensiones entre lo que conocemos del mundo, en el que la acción del capitalismo se extiende hasta los últimos recovecos de un pueblo pampeano o una localidad bonaerense, y una sensibilidad particular que rescata del olvido pistas que nos conducen a un mundo que puede ser de otra manera.
Los clubes y espacios deportivos espontáneos pueden ser refugio, lugares de pensamiento alternativo, donde las prácticas artísticas en territorio y expandidas, adoptan otras lógicas. La pintura acompaña los procesos y lxs tres artistas la utilizan para refugio de aquellos refugios. Los recuerdos acerca de cómo nos sentimos en aquellos lugares se construyen y se adaptan a nuestra manera de ver el mundo, y se contraponen al encuentro cercano con las realidades contemporáneas. El juego, los vínculos y el intercambio, logran interponerse ante la anomia dominante y abren puertas a otros mundos posibles. La fantasía y la imaginación son la materia vibrante. Se manifiestan tanto en las distorsiones de la pintura de lxs tres jóvenes artistas como en las obras de Alejandra Lapaco, artista desaparecida y Edith Chiapeto, artista fallecida, que también participan de este evento.
Julián Medina conoció a Edith Chiapetto gracias a circunstancias geográficas. Encontró cinco cuadros colgados en un pasillo de la municipalidad de Tres de Febrero, territorio cercano al club Defensores de Santos Lugares. Los cuadros le llamaron la atención y fue el puntapié inicial para hacer una investigación profunda acerca de la autora, artista ignorada por el sistema del arte por su condición femenina y periférica. La geografía que une a Julián Medina con Edith Chapetto (la ubicación barrial) es la misma condición que mantuvo a Chapetto lejos de los circuitos hegemónicos; y que tal vez, al mismo tiempo, la resguardó de modas y estilos dominantes, permitiendo que surja libremente su imaginario de índole surreal y metafísico, que nos conduce a sus otros mundos posibles. Sin duda, son mundos que construirán las nuevas generaciones, en las que confiamos e imaginamos que la sociabilidad y los nuevos vínculos fortalecerán y estimularán creativamente.
El contexto de exhibición del Centro Cultural Haroldo Conti, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos, hace inevitable repensar todo este sistema de ideas y entrecruzarlo con el peso que los procesos históricos y las circunstancias políticas y sociales han tenido en la imaginación y visualización para un real desarrollo de mejores mundos. La dictadura cívico-militar cortó repentinamente con la vida de la joven artista Alejandra Lapaco e impidió el desarrollo de su sistema sígnico, metafísico y surreal, que junto a su militancia, sin lugar a dudas, hubiese sido un gran aporte al mundo que habitamos.
Es nuestra tarea conectar con esos deseos, con esos imaginarios y a través del juego, el encuentro, las risas y reflexiones motivar a las nuevas generaciones para que se abran camino y nos conduzcan a un mundo más equitativo, creativo y verdaderamente libre.
Marzo de 2024
*El título alude a la obra inconclusa de la artista desaparecida Alejandra Lapacó incluida en esta exposición.
Porque no podríamos vivir sin hacerlo...
Por Mag. Lucía Laumann
En los últimos años, cada vez más investigaciones y proyectos curatoriales se avocan al estudio de las producciones culturales de mujeres y disidencias, recuperando recorridos, indagando en sus contribuciones, y revisando e interrogando el relato patriarcal de la historia del arte. Estos nuevos relatos se construyen en buena medida en las posibilidades de “hacer archivo”: la memoria se sostiene por la preservación de objetos tangibles asociados a ellas. Es decir, sabemos que en el oficio de historiar las fuentes documentales son materiales indispensables, y que, en particular en el estudio de lxs artistas, muchas veces el trabajo de investigación se ve afectado por la falta de conservación de sus obras y preservación de sus papeles.[1]
Tal es el caso de Edith Chiapetto, pintora formada en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano, y cuya obra está siendo recuperada especialmente gracias a la labor de un artista. Julián Medina cuenta que encontró de manera accidental a Chiapetto en el Centro Cultural Leopoldo Marechal de Santos Lugares. Sus obras estaban siendo exhibidas: no se trataba de una artista olvidada, pero sí desconocida. “Pinto, porque no podría vivir sin hacerlo...”[2] dijo alguna vez Chiapetto, y es justamente su prolífera producción (ella ha señalado que pintó más de 1030 obras, pero si observamos los dorsos de sus lienzos sabemos que fueron muchas más) y su constante exhibición en salones, muestras colectivas e individuales a partir de la década del setenta, los gestos que nos hablan de una pintora comprometida con su práctica artística. Pero también de una conciencia profesional sobre la propia obra: mientras con un trapo con solvente retira carga matérica para lograr el efecto de figuras evanescentes en su pintura, detrás de cada bastidor pintado aparecen rigurosamente su firma, título, fecha y numeración correspondiente.
Como ha señalado Maria Antonieta Trasforini, los archivos y su preservación en muchos casos dependen de las configuraciones familiares que las sobreviven y que deciden resguardar su memoria o no.[3] Ese es el caso de Alejandra Lapacó: su madre, Carmen, ha resguardado amorosamente su obra pictórica y literaria. Alejandra fue desaparecida cuando tenía 19 años, era estudiante de Antropología en la Universidad de Buenos Aires y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. Como sus pinturas sin acabar, su vida se detuvo. Y aquello que había sido esbozado en el lienzo, se suspendió también en su trayectoria. La historia de Lapacó quedó enlazada para siempre a la historia de nuestro país, pero Claudia, quien luego fue Madre de la línea fundadora, se encargó de que no sea olvidada.
Ellas viven en sus obras. En la memoria de quienes las conocieron, en las imágenes que dejaron y en las nuevas generaciones de ciudadanos, ciudadanas y artistas que eligen no olvidarlas, exhibir sus obras, hablar sobre sus trayectorias y así concederles sus merecidos días de triunfo.
[1] Germain Greer, The Obstacle Race. The Fortunes of Women Painters and Their Work. New York, Farrar Satraus Giroux, 1979.
[2] Laura Fonseca, “Nuestros artistas. Edith Chiapetto: ‘Pinto, porque no podría vivir sin hacerlo...’”, Caseros y su gente, n°9, julio de 1986, p. 24.
[3] Maria Antonietta Trasforini, Bajo el signo de las artistas. Mujeres, profesiones de arte y modernidad. València, Universitat de València, 2009 [2007].
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COSTA BRAVA VERSUS SANTOS LUGARES, Galería Atocha, 2023
Se llevó a cabo en Galería Atocha en Ciudad Autónoma de Buenos Aires del 13 de septiembre al 21 de octubre. En la planta baja de la galería se expusieron cuadros realizados a partir de de la residencia "La Fuente" en donde trabajé con el Club Atlético Costa Brava. Mientras que en el sótano se presentó una reedición de "Circuito de Entrenamiento, una exposición de un día realizada en el Club Defensores de Santos Lugares en 2021. Además de las pinturas, se exhibió un video documental de ese día junto a objetos (como una mesa de ping-pong, trofeos y un tablero de ajedrez) cedidos por el club para la ocasión. Participó como artista invitada Edith Chiapetto (1928 - 1991).
Durante la exhibición se realizó un torneo de mini ping-pong y la presentación del libro "Circuito de Entrenamiento" sobre la muestra homónima.
Curaduría: Gabriel Baggio. Textos: Gabriel Baggio y Federico Juan Rubí. Crédito fotográfico: Benjamín Vizcaíno. Bastidores: Guillermo Ramis. Iluminación: Alfio Demestre. Galería Atocha: Francisco Aquino y Federico Mattioli.
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Iris (Club Atlético Costa Brava), 2023. Óleo y acrílico sobre tela, 116 x 92,5 cm.
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Ventana (Club Atlético Costa Brava), 2023
Óleo sobre tela, 94,5 x 136 cm.
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Medianera (Club Atlético Costa Brava), 2023
Óleo y acrílico sobre tela, 120x180 cm
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Residencia La Fuente en Gral. Pico, La Pampa, 2023
Durante mi estadía en Gral. Pico me dediqué a presenciar entrenamientos de fútbol en el predio deportivo del Club Atlético Costa Brava. También realicé visitas a la sede social durante la hora de la siesta en días de extremo calor.
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FIGURITAS. Apariciones futboleras en el arte argentino en la Casa Nacional del Bicentenario con curaduría de Jesu Antuña, Joaquín Barrera y Marcos Kramer
En un arco de tiempo que va desde los años noventa hasta el presente, la exposición bucea en la conexión entre el arte argentino y el fútbol, atravesada por la atracción de sus objetos y colores, por la fuerza de sus historias y por su manera de condensar la trama social de una época. Figuritas aborda el arte y el fútbol como prácticas que comparten un interés por lo visual y como ámbitos en los que las imágenes operan en disputa.
El recorrido de la exhibición propone distintos núcleos. El primer eje ofrece un conjunto de obras en las que el fútbol se vincula con lo popular desde la tragedia, lo sagrado y la exacerbación de las pasiones. El segundo se dedica al cruce entre la imagen del ídolo futbolístico y la construcción de la celebridad, la fama y el estrellato. El último se concentra en los aspectos más físicos del deporte y en la potencia expresiva de sus cuerpos –reales o espectrales– ante la mirada pública.
Figuritas pone de manifiesto las contradicciones de un deporte en cuyo centro luchan los sentimientos populares, los capitales económicos y las identificaciones culturales. En esa complejidad se detiene esta exhibición, asumiendo los distintos matices que acompañan al fútbol y al arte desde hace más de treinta años.
Futsal (Club Atlético La Paternal), 2022 Acrílico y óleo sobre tela, 92 x 174 cm
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Jugador (Club Atlético La Paternal), 2022 Acrílico y óleo sobre tela, 29 x 27 cm
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Jugador (Club Atlético La Paternal vs. Club Portugués), 2022
Óleo y acrílico sobre tela, 20x20 cm
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Futsal (Club Atlético La Paternal), 2022
Acrílico y óleo sobre tela, 80 x 100 cm
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Barrera (Club Atlético La Paternal), 2023
Óleo sobre tela, 45x50 cm
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Choque (Club Atlético La Paternal), 2023.
Óleo sobre tela, 30 x 31 cm.
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Entretiempo (Club Atlético La Paternal), 2022 Acrílico y óleo sobre tela, 80 x 70 cm
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Residencia en Local de Artes Recientes (LAR) en La Paternal, Ciudad de Buenos Aires, 2022
Visité los clubes que se encuentran próximos a LAR y llegué al Club Atlético La Paternal. Durante este tiempo de residencia, frecuento los partidos de futsal de los domingos y saco fotos que utilizo para mis pinturas. Los clubes son instituciones que representan e identifican a los barrios, enriquecen el sentido de pertenencia y traman una historia común con quienes los conforman. Su aporte a la comunidad barrial se da mediante actividades deportivas, culturales, de gestión y organización y, por supuesto, a través de los colores, los escudos y las banderas. Hay algo en los deportistas en sí que me interesa más que el deporte. Algo en sus cuerpos puestos a disposición de movimientos, gesticulaciones y exigencias poco habituales, en función de un objetivo individual y colectivo. El club de barrio como tal y el amateurismo al que da lugar, proponen un espacio de entrenamiento y competición por fuera de las grandes ligas. Se realizan torneos en donde los competidores son parte de un equipo y representantes de su club en otros barrios. A la hora de competir, los jugadores anulan las preocupaciones cotidianas para protagonizar un momento determinante para sí y su club. Ese momento especial es casi una abstracción en donde todo lo que rodea a quien práctica el deporte desaparece por unos instantes y lo único que importa es el rebote de la pelota o si se está bien parado para pegar el salto.
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Guerreros Boxing Team (Club Defensores de Santos Lugares), 2021. Acrílico sobre tela, 142 x 95 cm.
Crédito fotográfico: Nicolás Levín.
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Escaleras (Club Defensores de Santos Lugares), 2021.
Acrílico sobre tela, 73 x 120 cm c/u.
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Círculos de bucle, 2021. Acrílico sobre tela, 130 x 94 cm.
Crédito fotográfico: Nicolás Levín.
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