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Te espero
Los días grises siempre han tenido algo misterioso, es como el preludio de algo mágico.
Octubre se llenaba de nostalgia, viejas amistades y buena comida en el sitio de siempre, la hora; una con cuarenta. Aquel restaurante lleno de risas y perfumes de repente enmudeció, la puerta hizo el sonido que solo una puerta de más de 70 años haría, el instinto me sedujo y gire mi rostro, y, ahora estaba ella, sonriendo y acomodándose el cabello del lado derecho, su mirada apenada trataba de encontrar cómplices en sus zapatos, al verla supe que no era de las que se peinaba, que no era de las que iba por la vida con Chanel y Prada.
A dos metros de mí ella sonreía incómoda, su cita no era lo que ella esperaba, sin querer notó mi mirada escudriñando su presencia. ¿Hola? -me dijo, sonreí pues sabía que entre todas las excusas probables para salir de lo soso de su cita, esa me favorecía, ¿Marta, cierto? Le dije sin titubear, seguro de mí y con ínfulas de un Don Juan. Creo que te has equivocado -remató mientras sostenía firmemente la mirada. Lo siento, creí que eras el amor de mi vida, - le dije sonriendo…
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El amor más hermoso es un cálculo equivocado Un salto al vacío sin red Aquello para lo que jamás utilizarías la palabra nunca Y entonces descubres que el amor verdadero es una variable enloquecida de la vida Una variable que va fabricando recuerdos que quedarán guardados para siempre en tu memoria
Yo no era lo que vos querías, ni vos querías ser lo que yo buscaba.
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Although I am happy, although some years have passed, even when I know that God has given me complete happiness and for which I will always be grateful, I can't stop thinking about you, I can't stop missing that person who was everything to me. Don't get angry.
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Tantas lunas, tantas promesas sin cumplir, tantas cosas bonitas sin pasar. 120 meses y, te dejo marchar de la pared de mi memoria.
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No quiero que nos una una hoja firmada que con el tiempo se vuelva amarilla y se olvide en algún cajón.
Quisiera que los amores durasen más allá de las líneas del tiempo, que se aferraran al bienestar del compañero.
No quiero ver el reloj y rogar para que no llegues, ni sentir miedo al cocinar, no quiero sentirme inútil, ni fea.
Quiero que veas en mi a quien te dio la vida, o mejor aún, a esa persona que salió de ti.
No hay peor persona que la que lastima, a quien le entrego todo, hasta desfallecer.
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Tarde tristes.
Tardes tristes.
Las tardes siempre fueron tristes, incluso en los días de verano.
Todos ven la luz como reposa en el horizonte, sonríen, viven.
He aprendido a pasar desapercibido, a no hablar con nadie, acostado solo, en silencio, los recuerdos se acuestan en estas paredes blancas, esta cama, estas manos.
No soy nadie. No tengo pruebas de mi existencia ni la mas escuálida sonrisa poseo.
Les di mi nombre y mis datos al señor de blanco que me miraba con tranquilidad y mi historia parecía ser un relato muy común para él. Quizás.
Apoyó mi cabeza sosteniendo mis miedos y balanceando mi angustia, respiré, como un siglo entre dioses pasaron aquellos minutos fríos.
Mente estúpida, tiene que absorberlo todo, escucharlo todo, pensar lo peor incluso en el mejor momento.
Las horas pasan, pero no se dejan ver a la manera de las águilas que vuelan libres sin miedo, haciendo cosas sin dudas, una igual a la otra, así que es imposible saber cuántas son.
Para ellas mi cuerpo es una piedrita, no lo entienden, no les importa.
Por favor, cuida a las piedritas que veas por ahí, alisándolas con suavidad.
Frascos de todos colores, píldoras de todas las formas, alejan el miedo, me traen el sueño. Ahora me he perdido, estoy harto de mi equipaje: mi valijita de cierre, como un pastillero negro.
Mi madre y mi hija que sonríen en la foto familiar; su felicidad se cuela en mi piel, pequeños anzuelos sonrientes.
He malgastado mi juventud, permití que se me escapen las cosas, como un televisor de treinta años, tercamente aferrado a mi nombre y dirección. Me han mostrado lo frágil de de la amistad cuando no ves como los demás.
Simples palabras cada madrugada queriendo gritar ¡ayuda! Utilizando metáforas quiero aferrarme a un Ángel.
Nadie me escucha, nadie entiende lo que digo, ríen quizás por falta de palabras.
Aquí todas las tardes son tristes, incluso las de verano.
Ya he dejado de contarlas, ya no sé si solo soy un reflejo, la historia escrita en el papel de un buen amigo; ojalá me hubieses escuchado, ojalá las tarde hubiesen sido menos tristes. Ojalá.
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¿Hace cuanto no vemos el atardecer juntos?
No soy más que complejos, una vanidad descompuesta y una amalgama de orgullo y ego.
Soy la carta que no escribes, la caricia que no regalas, la razón que no me das.
Soy el que se aferra mientras tú pareces sonreír en la tormenta, soy el dolor olvidado, soy el número para resolver problemas.
No te rindas, no me dejes aquí, viendo este atardecer solo y pensando que no fue real nada de lo que prometiste.
Háblame, ¡soy yo! Alguna vez te gusté, alguna vez fuimos un cuento bonito, vuelve a escribirlo, sé que puedes, tú oficina, tu rutina ni tus gastos son razón para que te falte la tinta.
Soy yo, el mismo tonto que sigue creyendo, mientras tomo fuerza, acurrúcate a mi lado y veamos este ocaso, así sin más, sin preguntas.
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Temprano más que tarde.
Ochenta y cuatro meses y, los otoños brillan en tus ojos, como aquella tarde.
Ochenta y cuatro meses y aún no logro desarbolar los nudos de tus rencores o apaciguar tus fobias.
Poco sería desearte jubilosa alegría y una lista de promesas sin cumplir.
Espero siempre en mi corazón que en estos días, tu mano sujete al amor, que tus ojos siempre pisen sobre la sonrisa adecuada, que tus sueños siempre estén despiertos en estos días.
Sería justo decirte que son ochenta y cuatro meses que cuento los días para volver a decirte feliz cumpleaños, como alguien distinto con el mismo cariño.
Qué la vida te sonría.
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Mi Primer Amor.
Dicen que los pensamientos de aquellos que alguna vez se amaron, sin querer terminan encontrándose.
Cuando niños, un día suele ser una eternidad. Recuerdo mi primer día de clases en el colegio, si acaso era un muchacho impetuoso que creía conocer de todo, uno de tantos que termina aprendiendo con sangre las mas simples lecciones de la vida.
Entre tanto sueños, había uno muy recurrente; el de besar a aquella muchacha de tercero, a la que todos tarareaban al pasar, la que me sonreía mientras yo la miraba. “Cuando se le presta atención, la vida nos ofrece señales asombrosas”.
Recuerdo escribirle poemas; palabras rebuscadas, tratando de acertar en lo que me hacías sentir, recuerdo cuando la lluvia era mi cómplice para permitirte abrazarte, recuerdo las rosas que te dibujaba, porque nunca pude regalarte las estrellas que merecías, ni siquiera un adorno.
Estuviste siempre cuando ni yo sabia donde estaba, cuando la luna no salia, salías vos, cuando no habían abrazos estabas vos, siempre fuiste la favorita de mi madre, mucha razón tenía.
Con este relato, tan solo quiero honrarte, pues cuando niño, nunca pude encontrar valor para decirte estas cosas, me gusta verte feliz, como cuando te conocí, lamento haber sido un niño, toda mi vida a tu lado. Alguien que simplemente dejó volar al ángel mas bello de su vida.
La memoria es un artista extraño, redibuja los colores de la vida, borra lo mediocre y sólo conserva los trazos más hermosos, las curvas más conmovedoras y, los abrazos mas sinceros.
Gracias, Mi primer amor.
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El tiempo no cura todo.
Recuerdo escribirte cada jueves, recuerdo leer cada cosa que escribías, como buscando una sonrisa en un cadáver.
Supongo todos crecemos, nos damos cuenta de lo invaluable que son los recuerdos cuando estos dejan de tocar nuestra puerta. Cuando por las noches la nostalgia nos deja plantados y nuestro café ya no es tan amargo.
Supondré entonces, que he crecido, que los labios que hoy beso son mas adecuados y sin tantos problemas, que ya no llueve en marzo y los colores son mas brillantes.
Quizá, sin intentarlo hemos cumplido nuestras promesas, tú por tu lado, creciendo cada día, yo por mi lado, queriendo ser un niño.
Al final de cuenta nos hemos olvidado, ya ni siquiera somos un nombre frecuente en las conversaciones de amigos en común. Supongo somos felices en los extremos de nuestras vidas, en lo placentero del olvido, supongo ya no existen cartas, ni versos, supongo.
La verdad, el tiempo no cura todo, no cura lo que no pudo ser y termino siendo lo mejor, no cura los versos que se quedaron en la garganta o en lo frió de una hoja de papel, no cura el no verte o no saber de ti, no cura nada si me lo preguntas, pero, diré que todo esta bien, por ti, por mi.
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A quien se llevó el amor y me dejó un pañuelo.
Hace muchas tardes no estás aquí, hace muchas tardes no riegas las flores del jardín.
El recuerdo no apacigua las ganas que tengo de abrazarte, de decirte que la vida sin vos no va bien, que extraño tus manos curando mis heridas, que me hacen falta tus regaños.
Te extraño mucho. No. No mucho. Te extraño. Así, sin medida, porque no se puede medir el amor que te tengo.
Tu fotografía sigue estando en el mismo lugar, tus vestidos aún tienen tu fragancia, tus amigas aún te recuerdan y ahora tienes un nuevo nieto, me aseguraré de que te conozca.
Te fuiste pronto si me lo preguntas, porque a tu lado es la eternidad o nada, me quedan tus consejos, tu sonrisa y, ese pañuelo para secar mis lagrimas, ese que tiene tus iniciales, ese donde guardo mi amor por vos.
Te amo, mamá, hoy mañana y siempre.
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No me lleve al vértigo de sus ojos, para dejarme ciego en su silencio.
Podría pasear eternamente en sus ojos, brillar cuando ellos brillan, soñar cuando ellos sueñan.
Son sus ojos los que me cuentas sus tristezas, sus alegrias.
Son sus ojos los que dicen mi nombre, como nunca nadie lo hizo.
Déjame entrar en sus ojos, aunque me cueste la vida, aunque me deje algún día.
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Nos veíamos tan bonitos juntos, que las estrellas nos pedían deseos a nosotros.
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A quien se llevó el amor, y me dejo un pañuelo.
A quien se llevó el amor, y me dejo un pañuelo.
Ceñidos están los recuerdos, aquellas tardes de Mayo donde tu tristeza, reflejaba la partida de un ser querido. Mientras la lluvia parecía lavar tus lágrimas, tú sujetabas mis manos, en el llanto sonreías mientras dejabas palpar algún consejo.
Mis rodillas llenas de infancia, mi camisa aún con lo tibio de tus manos, los zapatos que escogías con cuidado pensando en mi futuro.
Días como estos no te hacen honor, hoy estarías condimentando la carne; esa que se hacía una vez al año, para ocasiones especiales.
Hoy tendrías a tu nuevo nieto, abrazado a tu nostalgia, escuchando las tonterías que hizo su padre a su edad.
Hoy me dirías que perdone a quien me hizo daño, y tan tonto no soy, porque a pesar de las heridas, tu retazo sujeta fuerte mi carácter.
Dios sabe que en la maleta que preparaste antes de partir, se te fueron dos o tres momentos que no debiste llevar.
Tus ojos tristes siempre estarán reflejados en mi futuro, y esa última vez que te vi sonreír, serán imágenes que siempre estarán colgadas en la pared de mi memoria.
<<te amo>> hace mucho se quedó corto y vacío, blanco y sin cuerpo. Te marchaste y me dejaste el pañuelo, ese que envuelve tu tibio abrazo, tu suave consejo, y tus melódicos regaños.
La amo doña Gloria, y feliz cumpleaños. Espero el tiempo no sea mucho para volverla a ver.
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