missmadge-undersee - Tumblr blog

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Siguió al chico, caminando con bastante cuidado. De vez en cuando escuchaba algún ruido que lograba hacerla sobresaltarse un poco, pero en seguida recordaba que Gale estaba ahí, y no le pasaría nada malo. Era sólo un bosque después de todo, ¿no? —Uhm, sí. —asintió, sonriendo levemente. En realidad, no quería cazar. No le gustaría matar a un animal, y mucho menos ver sangre. Pero tenía que hacerlo, ya no había vuelta atrás. Y el chico parecía entusiasmado ante la idea de enseñarle, y eso le daba un poco de ánimo. Observó con algo de curiosidad al castaño. Siempre le había llamado la atención lo que Katniss hacía en el bosque, pero nunca se había atrevido a preguntar. Y tampoco entraría sola al bosque, pues podría haber algún animal o alguna trampa y podría morir. O podrían descubrirla e incluso despedir a su padre, y moriría nuevamente. Sin embargo ahí estaba, observando como Gale guardaba un conejo muerto en su bolsa. —Eso espero. —comentó, con optimismo, esperando que el chico retomara el rumbo, porque ella no tenía idea de qué sería la próxima actividad. —¿Cómo cuántas trampas tienes? —inquirió, con algo de curiosidad. —¿Nunca te has equivocado y te has quedado atrapado? 

Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

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Se relajó un poco ante el gesto del chico, al menos no se había molestado.  Y es que no quería que se volviera a alejar, y mucho menos por alguna cosa que había dicho la rubia, pues a veces ella hablaba sin pensar. Asintió levemente, encogiéndose de hombros en respuesta. —Sí, vamos.— murmuró, levantándose y preocupándose de que su vestido siguiera en perfectas condiciones, pues de no ser así, su padre lo notaría. A decir verdad no estaba emocionada por aprender a cazar, no le interesaba en absoluto, pero era lo primero que le había venido a la mente cuando el chico sacó un tema claramente incómodo para ella, además, era demasiado señorita como para decirle que no le interesaba cazar. —Y, ¿luego de ver las trampas vamos a cazar?— inquirió, comenzando a caminar junto al chico. Probablemente, si hubiera estado sola en el bosque, habría entrado en pánico porque estaba prohibido y tendría consecuencias para ella y su padre, pero de alguna manera el chico a su lado le inspiraba confianza, y sabía que nada malo podría pasar, o al menos eso le gustaba creer. 

Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

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Sonrió inconscientemente al ver al chico a su lado. No había podido quitar esa sonrisa tonta desde la última vez que habían hablado, a decir verdad. Y es que estaba feliz de tenerlo a su lado nuevamente. —Ah...— Respondió, sin saber muy bien qué decir. Al escuchar al castaño mencionar a Katniss no pudo evitar sentirse algo incómoda. Era normal, suponía Madge, que Gale preguntará por ella. Es decir, eran mejor amigos, y eso no tenía nada de malo. —Está bien, disfrutando de los privilegios del Capitolio, supongo... Como todos.— Respondió, aunque en seguida se arrepintió. ¿Cómo iba a estar bien? Estaba a pocos días de ir a los Juegos, debería haber dicho: disfrutando de sus últimos días. —Quiero decir... Normalmente les dan privilegios, ya sabes... Comida, servicios, ropa, todo eso, según mi padre.— explicó, mordiéndose el labio inferior, normalmente no hablaba con nadie acerca de la poca información que sabía, y mucho menos con Gale, que probablemente tomaría todo lo que ella decía como una estupidez más del Capitolio.  

Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

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No pudo evitar sonrojarse levemente cuando el castaño la llamó tigresa. —Sí.— Sonrió levemente, y le entregó una caja con algunas fresas. Le encantaban las fresas, era su fruta preferida. Con mucho cuidado, se sentó a su lado. Llevaba vestido, y había que admitir que era muy incómodo intentar sentarse, pero lo logró, después de todo, siempre usaba vestido. —Pero... La cerca eléctrica, ¿no la prenden?— Inquirió la chica, mirando con curiosidad a Gale. 

Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

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Se quedó ahí por unos pocos minutos, contemplando el hermoso paisaje que le era otorgado. Vio a Gale unos metros lejos de él y se acercó al chico, sonriente. Le encantaba verlo, era como tener un verdadero amigo, incluso mejor que Katniss. Quizás es porque sentía que era algo más que sólo un amigo, aunque el castaño no sintiera lo mismo por ella. 

—No, todo controlado.— Aseguró la rubia, asintiendo. —Y... ¿Qué hay que hacer? Digo, para cazar.— Aclaró, mirando interesada a su acompañante. No le encontraba la gracia a cazar, sin embargo a Gale le gustaba, y quién sabe, quizás incluso ella lograba ser buena en eso. —¡Ah, por cierto! Traje algunas fresas, si quieres.— Invitó, algo insegura. No sabía aún si a Gale le gustaban. O bueno, no tanto como a ella.

Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

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Aprendiendo a cazar || Gale & Madge.

Esa mañana se levantó temprano, tenía planes con Gale. En realidad, no tenía muchas ganas de aprender a cazar, eso no era lo suyo, pero lo haría por Gale. Su padre no estaba, como era de esperarse. Pronto serían los Juegos del Hambre, y estaba bastante ocupado. No es que a ella le molestará, al contrario, era mejor. Su madre sabía todo acerca de sus salidas, sin embargo no decía nada. Al menos en ella podía confiar. Llevo unas cuantas fresas para ofrecerle al chico, ella amaba las fresas. 

Salió de su casa en dirección al bosque, tendría que pasar por las vallas eléctricas, aunque al parecer no estaban todo el día encendidas. Mejor para ella. Una vez dentro del bosque se adentro al lugar donde se suponía que se encontraría con Gale. Era realmente difícil ubicarse en tan gran lugar, pero no lo hacía tan mal. 

Una vez en el lugar, se quedo parada a esperar. Nunca había visto nada más hermoso en su vida. Todo lleno de vegetación, cosas con vida. El lugar estaba más lleno de vida que todo el distrito doce, ¡qué va! que todo Panem. Era hermoso, lo más hermoso que había visto en su vida. 

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—Supongo... ¿Cómo están tus hermanos?— Preguntó, intentando cambiar de tema.

Bueno, tiene una chica encantadora que la cuida todo el tiempo, ¿verdad? —sonrió, dándole ánimos.

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—Claro, mañana por la mañana será.— Asintió levemente. — Eh, está bien. Ya sabes, enferma... Pero ella siempre está enferma.— Se encogió de hombros, mientras intentaba sonreír.

Tendrá que ser temprano por la mañana, para no ser descubiertos —asintió, soltando las manos de la rubia luego de darle un leve apretón—. Por cierto, ¿cómo está tu madre?

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Dio gracias a al cielo al ver que Gale lo dejaba pasar. Sentía que sacaría el tema nuevamente más tarde, mas no le importaba. Ya tendría tiempo para pensar como evadirlo nuevamente. —Eh... sí.—  Eso era mentira, nunca le había preguntado por ir a casar. Al menos el chico la ayudaba a evitar el tema. Le devolvió la sonrisa. —Pues, cuando quieras puedes enseñarme.— Confirmó, asintiendo levemente. 

La decepción cruzó fugazmente su rostro al oírla, ya que la conocía demasiado como para saber que estaba intentado evitar el tema. Ya lo hablarían más adelante, se dijo, no podían escapar de sus sentimientos por siempre. Enseguida se recompuso, y le mostró una sonrisa amistosa—. Que querías aprender a cazar, ¿lo recuerdas? —mintió, intentando sonar despreocupado.

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Observó algo confundida al chico, cuando la tomó de las manos. Palideció al escucharlo. Sí, recordaba todo perfectamente. —No.— Mintió, cortantemente. —Digo, te dije muchas cosas... ¿Cuál de todas?— Preguntó inocentemente, aunque pensaba saber qué le iba a preguntar. Y rogaba al cielo por estar equivocada. Todo lo que dijo fue verdad, pero no pensaba revelar ese secreto nunca en su vida. Lo había dicho en un momento de desesperación, y ahora se arrepentía. 

Lo sé, no te preocupes, nos veremos a escondidas, eso no será problema —dijo, quitándole importancia con un gesto de la mano. De repente, su rostro tomó un matiz serio al recordar lo que Madge le había dicho la última vez que habían hablado: “Te quiero como un amigo… o tal vez como algo más”. Se acercó unos pasos a ella, y la tomó de las manos—. Madge… ¿recuerdas lo que me dijiste? —preguntó, algo inseguro. No quería quedar como un imbécil.

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Le devolvió la sonrisa, radiante de alegría. —Claro, pero... Uhm, no nos pueden ver juntos, Gale.— Se encogió de hombros. De seguro si los vieran, a la mayoría le encantaría correr y contárselo al Alcalde, y así ganar algún tipo de recompensa o algo. —Pero sí, tenemos que estar juntos.— Concordó, asintiendo levemente. Katniss era su mejor amiga, por no decir única. Y ni siquiera estaba segura de si eran amigas, al menos la rubia creía que sí. Tener a Gale como un amigo era una gran ayuda.

Al escucharla, no pudo hacer más que sonreír. Se venían tiempos difíciles en su vida, y saber que contaba con tener a la rubia a su lado era mucho más de lo que podía pedir. Resistió el impulso de abrazarla, ya que no lo consideraba apropiado—. No tiene sentido echar culpas, Madge, lo importante es estar juntos. Es todo lo que necesitamos, ahora que Katniss está en los Juegos —dijo, con un tono esperanzador en la voz. No solo le tenía fe a su amiga, sino que, con la hija del Alcalde a su lado, todo sería más llevadero.

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La golpeó una oleada de felicidad. Esa era lo único que necesitaba oír, para perdonarlo. Ya no había tiempo para el orgullo, sólo quería volver a tener a Gale, ir al bosque con él, tener a alguien con quien hablar, sentirse acompañada nuevamente. — No, perdóname tú. No tenía que molestarme contigo, fue culpa de mi padre... Perdón. — Dijo, negando levemente con la cabeza, aunque sin molestarse de reprimir una sonrisa. Estaba feliz, al fin podía arreglar las cosas con él.

Espió por el rabillo del ojo para ver a la chica entrar. Luego se acomodó el otro zapato y emprendió una marcha algo lenta a la entrada del callejón. Cuando se aseguró de que no había nadie más que él mismo a la vista, desvió su rumbo para entrar a aquel espacio estrecho donde lo esperaba la rubia—. Perdóname —fue lo primero que le salió, deshaciendo la máscara de control y compostura de su rostro para dejar ver lo que verdaderamente sentía: desesperación, soledad, tristeza…

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No supo como reaccionar ante la respuesta de Gale, por lo que continuó caminando, sin hablar. Su rostro era inexpresivo. Por un momento, se imaginó una escena donde ambos volvían a hablarse, aunque fuera a escondidas de su padre. Eso era todo lo que había querido últimamente, y decidió que enojarse con él era tonto, quizás también se sentía solo como ella. Cuando el chico volvió a hablar, hizo enseguida lo que le pidió. Al fin podría volver a hablar con él, y arreglar todo. 

A veces vale la pena arriesgarse por algunas cosas —fue la monótona respuesta. Su voz no expresaba ningún sentimiento, pero confiaba en que Madge supiera la soledad y desesperación que sentía. Tenía que refugiarse en alguien y, al haber cortado su lazo con la rubia, se sentía horriblemente solo. Sabía que esto era culpa suya y de nadie más, por eso mismo estaba tratando de arreglarlo. Pero hablar como un autómata no le serviría de nada—. Entra al próximo callejón y hablemos como personas —pidió, para luego frenar de golpe y fingir que se arreglaba los cordones de su calzado. Eso le daría tiempo a la chica, y nadie los vería entrar al mismo tiempo.

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Últimamente se había sentido más sola que nunca en su vida. Incluso cuando estaba acompañada. La única persona que podía hacerla sentir diferente, menos sola, ni siquiera le hablaba. Luego de las clases, mientras caminaba de vuelta a su casa, no pudo evitar notar que Gale cada vez estaba más cerca de ella, pensó en salir corriendo, pero enseguida se arrepintió, era una idea estúpida. No le quedo más remedio que esperar a ver qué hacía el chico, y para sorpresa de ella, le habló por primera vez en días.— Pensé que ya no querías problemas en tu vida. —Sonó como si no hubiera sido ella la que había respondido. Nunca le hablaba tan fríamente a nadie, pero una parte de ella se convenció de que él se lo merecía. 

Necesitaba desesperadamente hablar con Madge. Gale había creído ser lo suficientemente fuerte como para soportar la vida sin la rubia, pero ahora que Katniss se había ido no tenía a nadie más. Y se sentía solo, muy solo. No podía ir a su casa porque su padre se lo había prohibido, así que espero a que terminaran las clases para alcanzarla por una de las calles del Distrito. Comenzó a caminar a una distancia prudencial de ella, y luego se fue acercando cada vez más hasta caminando a la par de la rubia—. ¿Podemos hablar? —preguntó, sin siquiera mirarla, para no levantar sospechas.