Tumgik
mochila-al-hombro · 3 years
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Por qué emigramos?
Siempre pensé en lo duro que habrá sido para mis abuelos paternos y maternos haber abandonado su tierra natal, en las circunstancias históricas y económicas que los obligó a mirar hacia otras fronteras, respirar hondo y tomar el impulso de cruzar un océano apostando a una vida mejor y más digna. A creer en un futuro de trabajo y bienestar. Debieron abandonar  pueblo, terruño, familia y amigos. Tuvieron que dejar la vida que conocían y aventurarse a un nuevo mundo. Siempre los consideré héroes, con una voluntad de hierro que los mantuvo en pié mientras afrontaban miles de adversidades. Un ejemplo de tenacidad y esperanza.
Jamás me había planteado migrar a otro país. No se me cruzaba por la cabeza dejar a mi familia, abandonar mis proyectos profesionales, mis amistades, mi vida tal como la conocía. Confieso que hasta me daba un poco de miedo enfrentarme a lo desconocido. Y sin embargo, este hermoso país siempre gobernado por inútiles y corruptos, terminó por matar mis sueños y mis ganas de luchar haciendo que no dude ni por un segundo abandonar mi tierra para buscar un futuro más estable y ordenado.
Con mi esposo compartimos esta amargura e insatisfacción desde hace tiempo, ese sabor amargo que te deja la impotencia de proyectar e invertir en tu país, pero que nunca sea suficiente. Vimos a nuestros padres y abuelos romperse el lomo trabajando toda su vida para darles una buena educación a sus hijos, para tener una casa propia, para tener un respaldo el día que se jubilen y disfrutar de un poco de paz sin demasiadas preocupaciones. Pero todo el tiempo, constantemente, Argentina  amenaza la seguridad económica del ciudadano y hace que uno viva en constante incertidumbre.  
Uno estudia, trabaja, apuesta al país y nunca alcanza… o peor, siempre se termina sintiendo que los gobernantes se ríen en tu cara. Te agobian a impuestos pero no se devuelve el esfuerzo ni en obras ni en servicios. La economía nunca mejora y todo el tiempo existe el miedo de que confisquen lo poco que uno tiene y que consiguió con el sudor de su frente.
Argentina es un país hermoso, de Norte a Sur, de Este a Oeste, y sin embargo es un país donde no se premia nunca al buen ciudadano ni a los jóvenes que estudian. Un país que no invierte en salud ni en educación. Un país donde la inseguridad aumenta día a día. Un país donde sus gobernantes avasallan derechos y libertades. Un país que agobia. Un país que atrasa en vez de avanzar. Un país inviable a nuestro modo de ver.
Son muchas cosas que lo llevan a uno a poner la vista a varios kilómetros… saber que en otros lados se vive diferente, que se puede planificar, que el ciudadano útil y productivo tiene derechos y estos son medianamente respetados, que los servicios funcionan como es de esperar. Estabilidad. Certeza. Confianza en las instituciones.
No somos ingenuos. No creemos que irse a otro país sea un cuento de hadas, donde todo es de color rosa. ¡Para nada! Sabemos muy bien que hay que trabajar duro, achicarse, a veces vivir apretado, compartir lugar con otras personas quizá… situaciones diferentes a las que uno se acostumbra, pero que con los progresos que uno va logrando, se pueden cambiar o mejorar.
Así que llegamos al punto en que decidimos emigrar a Europa. Después de apostar varias veces a nuestro país; con estudio, trabajo, inversión de ahorros, cambios de provincia y emprendimientos fallidos. Después de agotar ideas, llorar de impotencia por los sueños truncados y gruñir de rabia ante las incoherencias gubernamentales. Nos encontramos, entonces, determinados a apostar nuestro futuro en otro país. Prestos a emprender vuelo con las valijas llenas de esperanza y entusiasmo.
Tuvimos muchas inseguridades y dudas. Somos dos personas maduras, ya no nos amparan los años de juventud y quizá fuera más duro en nuestro caso. Pero teníamos, y seguimos teniendo, ilusión y entusiasmo. Nos fuimos con muchas expectativas que esperamos ver cumplidas, aunque sea lentamente –y hasta ahora, afortunadamente, todo se va dando de modo favorable-. ¡Teníamos que intentarlo! ¡No podíamos rendirnos!
Quien sabe… quizá nuestros antepasados pioneros nos dieron el empujoncito para perseguir nuestros sueños de una vida mejor. Probablemente nos guiaron y nos dieron la mano para atravesar el océano inmenso. Como un faro que ilumina el camino para llegar a salvo a la otra orilla… porque ellos ya estuvieron en nuestros zapatos una vez y saben del anhelo de un futuro mejor.
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