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â El Camino del Cuervo â Fragmento II: El Mago Verdadero.
TodavĂa recuerdo el momento en que formĂ© el pacto con Morrigan.
Temblaba. No por miedo... por reconocimiento. SabĂa que no habrĂa vuelta atrĂĄs.
Nunca habĂa usado sangre. Mucho menos en cruz invertida. Era una ruptura definitiva.
Yo venĂa de una familia cristiana. Religiosa en palabras, podrida en actos.
Usaban a los santos como excusa. Como un trapo sucio con el que se limpiaban las manos después de pecar.
Robaban, mentĂan, se metĂan entre las piernas de otros...
Y luego rezaban. Se arrodillaban y fingĂan lĂĄgrimas.
El ciclo era siempre el mismo: âDios lo perdona todo.â
Y volvĂan a ensuciarlo todo.
EmpecĂ© a ver lo que nadie querĂa ver.
Estaba rodeado de traidores, pedĂłfilos santificados, estafadores con estampitas en el bolsillo.
Mi fe no muriĂł. La asesinaron a golpes de hipocresĂa.
Un dĂa, rebuscando en mi neceser âesa pequeña maleta donde escondĂa lo poco que sentĂa mĂoâ encontrĂ© una medallita.
Tres curvas entrelazadas. No sabĂa quĂ© era. Pero recordĂ© al hombre que me la dio.
Un médico, masón grado 22. Amigo de mi abuelo.
Me dijo: âEste mundo fue diseñado para obedecer sin alma. Si quieres vivir de verdad, tendrĂĄs que romperlo todo.â
Y me regalĂł esa medallita. Años despuĂ©s entendĂ: era una triqueta.
No era un adorno. Era una advertencia.
Ese dĂa decidĂ: **no nacĂ para arrodillarme**.
No fue fĂĄcil tirar todo lo que me impusieron.
Me dijeron que si buscaba poder perderĂa el alma.
Que el diablo vendrĂa por mĂ si me atrevĂa.
Pero al final vi lo obvio: **el verdadero mal ya vivĂa entre ellos**.
Y lo aplaudĂan en misa.
Entonces conocĂ a Morrigan.
No fue suave.
No fue dulce.
Pero **fue real**.
Ella no mima. No perdona. No acaricia.
Ella vigila. Prueba. Sentencia.
Al poco tiempo de estar consagrado, se me apareciĂł un demonio.
Hablaba mucho. Me ofrecĂa todo.
Pero su voz temblaba.
MentĂa como un perro herido.
Era esclavo de dos brujas. Lo tenĂan lleno de comida rica, dormido, adicto a sus halagos.
Era obeso. No solo de cuerpo: de alma.
No querĂa libertad. Solo mĂĄs sobras.
Morrigan me lo dijo sin palabras:
**âAl que toque a mi consagrado sin honra... le cae el juicio.â**
Y asĂ ha sido. Se detienen. Me miran, pero no se atreven.
Ella no me cubre con un manto. Me deja el filo y dice: *usa esto si hace falta.*
Con Morrigan no hay consuelo.
Hay despertar.
El camino del mago es brutal.
Quien diga que es puro amor... miente.
AquĂ no hay canciones ni incienso suave.
Hay espejos, pactos, sangre, y verdad.
Pero cuando es realâŠ
Cuando pasas las pruebasâŠ
Obtienes algo que ningĂșn dios de iglesia puede dar:
**Una paz cruel.
Una soledad invencible.
Y el alma despierta, con la mirada fija en la guerra que nunca duerme.**
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â El Camino del Cuervo â Fragmento I: El Mago Verdadero
⊠El Camino del Mago Verdadero
La magia no es luz.
Es un cuchillo que sangra a quien no lo sabe sostener.
No perdona torpezas, no espera a los dĂ©biles, no guĂa a los inocentes.
Un mago verdadero no habla. Se impone.
No discute. Se vuelve ley.
El que necesita gritar, ya perdiĂł.
El que se mueve en silencio, gobierna.
No es un camino para heridos que buscan consuelo.
Es para los que ya murieron y aĂșn caminan.
Los que no piden nada, pero si hablan, el mundo se ordena o se quiebra.
⊠La Semilla y la EnergĂa
La semilla es alma.
Quien la entrega sin juicio, entrega su destino.
Cada palabra dada sin peso es un contrato con la pérdida.
El mago no da por amor. Da por diseño.
No se abre por emociĂłn. Se abre por estrategia.
Quien guarda su semilla no es egoĂsta, es soberano.
Quien sabe cuĂĄndo entregarla, deja marcas en los siglos.
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