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Calambres en el alma
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naditabetsabe · 6 years ago
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naditabetsabe · 6 years ago
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“No he conocido a otra persona que pueda hacerme mierda el corazón más rápido que tú.”
— Blue. (Felicidades.)
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naditabetsabe · 6 years ago
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naditabetsabe · 6 years ago
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A seguir participando
Ella venía de transitar largos años de encontronazos con vende humos, prometedores del sol y de la luna. Quizás pecando por ilusa, quizás por hartazgo de estar sola, quizás por intentar que algo cambie, quién sabe por qué… Ella entornó levemente la puerta y los invitó uno a uno, a jugar. Al poco tiempo se percató de sus tendencias quijotescas. Se rodeaba de sujetos que no la elegían. Un poco autodestructiva resultó, ¿no?
Sin buscarlo apareció desde las sombras un artista especialista en las magias del teatro. Ella decidió lanzarse nuevamente pero su nivel de desconfianza rondaba niveles preocupantes. En esos momentos Ella cabalgaba su unicornio, y desde allí contemplaba a todos aquellos vende humos, costó, pero había aprendido, los golpes te llevan a eso. Con suerte.
Pero el artista lentamente iba demostrando que no encajaba dentro del universo de los vende humo. Ella se sentía confundida, atraída y aterrada. Dicho sujeto le provocaba sensaciones que JAMÁS había experimentado. Y eso, aterra a cualquiera.
El tiempo pasaba y Ella llegaba a la conclusión más evidente, – pero no menos aterradora; – se había enamorado de Él. Ese instante donde se percató fue eterno. No compartió el descubrimiento… en parte porque temía que a Él no le hubiera ocurrido lo mismo. Y como tantas otras veces, la negación tomó control de la situación.
Los días transcurrieron hasta que un día mirándola a los ojos le dijo: “te amo”. Ella se puso muy seria, muy. Le pidió que no hiciera chistes, hay temas con los que no se debe jugar. Ese era uno, al menos para Ella. Él tomó el rostro de Ella entre sus manos y sin dejar de mirarla a los ojos, le dijo: “no estoy jugando, te amo. Y sé que te aterra, pero vos también me amas”
Así con tanta impunidad la despojaba de su velo, su escondite preferido. Él no insistió más, tan solo se mantuvo mirándola fijamente. Ella lo miró y sentenció: “yo no juego con ese tema. Nunca se lo dije a nadie y, viceversa”. Él tan solo sonrió y la besó profundamente. Ella ya se había acostumbrado a sus provocaciones. Hacía un largo tiempo que no se cruzaba con alguien que la dejara en jaque tantísimas veces. Y eso… eso, la enloquecía, la enloquecía de amor.
No duró mucho tiempo su terquedad sentimental. Ella no se animó al “face to face”, así que la pantalla whatsappera siempre viene a tirarle la soga a quien la precisa. El tema no se volvió a tocar, sin embargo, los gestos y las acciones de amor surgían de ambos lados. Todo fluía, hasta que dejó de hacerlo.
Y, una vez más, Ella miró a su alrededor y estaba sola. Nuevamente.
Pero, ya lo decía el zorro al Principito, estar solo es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo de tristeza, es un motivo de reflexión. El “problema” no es la soledad, es no querer estar acompañado.
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