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El cambio

Hoy quiero hablar sobre el concepto de cierre y evolución en mi vida. A menudo, pasamos por situaciones difíciles que parecen insuperables. Sin embargo, es en estos momentos de desafío donde realmente crecemos y nos transformamos. La vida nos presenta lecciones a través de las pruebas que enfrentamos, y cada experiencia, buena o mala, nos acerca un poco más a la persona que estamos destinadas a ser.

Recientemente, tomé la decisión de limpiar mi cuarto y donar mucha ropa y cosas que ya no encajaban conmigo. Este acto no fue solo físico; fue una forma de liberar mi espacio y, en consecuencia, mi mente. También me corté el cabello, un cambio que simboliza el deseo de renovarme y dejar atrás lo que ya no me sirve. Sin embargo, he comprendido que la evolución y la madurez van más allá del cambio de look o del acto de soltar cosas materiales. Se trata de un proceso interno más profundo.

He llegado a entender que el cierre no significa olvidar o dejar atrás todo lo que hemos vivido. Más bien, es una forma de integrar esas experiencias en nuestra historia y aprender de ellas. He enfrentado momentos de dolor, soledad e injusticia, pero cada uno de esos momentos ha sido una oportunidad para reflexionar sobre mi verdadero valor y lo que quiero para mi futuro.

En mi camino hacia la madurez, he aprendido que no debo permitir que las opiniones de los demás definan mi valía. El cierre también implica liberarme de las expectativas ajenas y abrazar mis propias metas y deseos. Estoy en un viaje hacia la autoaceptación, reconociendo que mis luchas no me hacen menos, sino que me hacen más fuerte.

Cada día es una nueva oportunidad para evolucionar. Estoy aprendiendo a dejar atrás los patrones que ya no me sirven y a construir un futuro que refleje mis verdaderos deseos. La vida es un proceso constante de transformación, y estoy lista para abrazarlo con los brazos abiertos.

Hoy, me comprometo a cerrar ciclos que ya no aportan a mi vida y a dar la bienvenida a nuevas oportunidades. Estoy en un camino de evolución personal, y aunque el proceso puede ser difícil, sé que cada paso que doy me acerca más a la mujer que estoy destinada a ser.

Soy fuerte, soy capaz y estoy lista para enfrentar cualquier desafío que se presente en mi camino. Este es solo el comienzo de una nueva etapa en mi vida, y estoy emocionada por lo que vendrá.

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El Síndrome del Impostor: Mi Lucha Interna en la Residencia de Anestesiología

A lo largo de mi formación médica, he enfrentado múltiples desafíos, pero ninguno ha sido tan persistente y silencioso como el síndrome del impostor. Como muchos de ustedes saben, estoy en una etapa crucial de mi carrera, la residencia de Anestesiología, un momento en el que las expectativas y la presión son abrumadoras. Y sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo, las horas interminables de estudio, y los logros alcanzados, hay una voz interior que constantemente me hace dudar de mis capacidades. ¿Soy realmente buena en lo que hago? ¿O simplemente he tenido suerte hasta ahora?

¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es ese sentimiento insidioso de que no merecemos nuestros logros, de que en cualquier momento seremos "descubiertos" como un fraude. Es una lucha interna que nos lleva a cuestionar cada paso que damos, cada decisión que tomamos, y a pensar que, de alguna manera, estamos engañando a los demás para que crean que somos competentes.

El impacto en mi vida profesional

En la residencia, este síndrome ha sido un compañero constante. Hay días en los que me siento segura de mis habilidades, pero otros en los que me pregunto si realmente tengo lo que se necesita para ser anestesióloga. Esta duda no solo me afecta a mí, sino que también puede influir en la manera en que interactúo con mis colegas, en la forma en que enfrento nuevos desafíos, e incluso en cómo manejo la presión en situaciones críticas.

¿Por qué sentimos esto?

El síndrome del impostor puede tener muchas causas. Para mí, creo que proviene en parte de las altas expectativas que siempre me he impuesto. Como muchos en el campo de la medicina, soy perfeccionista. La necesidad de ser perfecta, de no cometer errores, es una presión constante. Además, en un entorno tan competitivo como el nuestro, es fácil caer en la trampa de compararse con los demás, lo que alimenta aún más estas inseguridades.

Cómo lo estoy enfrentando

Superar el síndrome del impostor no es fácil, pero estoy aprendiendo a manejarlo. Estoy comenzando a reconocer mis logros, por pequeños que sean, y a aceptar que no tengo que ser perfecta para ser una buena profesional. He encontrado apoyo en colegas que comparten estas mismas luchas, y hablar abiertamente sobre mis sentimientos ha sido liberador. También estoy trabajando en ser más compasiva conmigo misma, recordando que todos estamos en un proceso de aprendizaje constante.

Si estás leyendo esto y te identificas con lo que digo, quiero que sepas que no estás solo. El síndrome del impostor es más común de lo que creemos, y aunque es una lucha difícil, no es invencible. Eres más capaz de lo que crees, y tus logros son el resultado de tu esfuerzo, no de la suerte. Sigamos adelante, apoyándonos mutuamente, y recordando que merecemos estar aquí.

Con amor, Sel🤍