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nicollebc · 4 years
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“Famélicas Crías”
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Estamos viviendo una crisis que nos ha puesto en una relativa igualdad a nivel mundial. Controles y medidas de prevención para salvaguardarnos de una enfermedad que nos trata como semejantes. Las condiciones son las diferentes, las grandes desigualdades construidas por la humanidad a lo largo de la historia, se hacen hoy más visibles, están más expuestas y sobre todo cobra más a unos que a otros.
La carencia, la escasez, la falta de oportunidades, el acceso jamás permitido, mutilado por la avaricia y mezquindad de unos cuántos a quienes hemos confiado nuestro presente y nuestro futuro, con la esperanza de que por fin llegue la primavera a un país en un eterno inverno de miseria.
Hoy, la ausencia del estado es más notoria. Estamos como crías famélicas, padeciendo las calamidades del hambre, la falta de educación, trabajo, salud, la violencia. Nos ha exprimido todo, este estado fracasado que sigue igual de parasito y vividor, succionando hasta la última gota de la poca y mal nutrida sangre que nos queda, aprovechándose y encimándose en esta crisis que de ser por él y sus tretas no sería tal.
No somos pobres haraganes, desposeídos de sueños y metas. No, nos han despojado de tanto, que hasta nos han matado las ilusiones y las ganas de soñar. Cada vez que los mal llamados políticos de este país del tercer mundo se alinean a la corrupción, cada vez que hurtan la oportunidad a un padre de trabajar dignamente, de mejorar capacidades y habilidades a una madre. Cada vez que nos quitan el lápiz, el cuaderno, el libro, cada vez que cercenan la vocación de un maestro, cada vez que no hay trato digno, cada vez que un funcionario no cumple con su función pública, cada vez que privatiza para sí mismo y el de unos cuantos los recursos, entonces florecemos los pobres, nos hacemos, nos construimos, bloque a bloque, desde que estamos en el vientre de nuestra madre y nos impiden el acceso y el disfrute del “Bien Estar”, que tanto promulgan las letras muertas de las leyes, entonces nacemos sus famélicas crías y nos reproducimos por la misma ignorancia, impotencia y falta de amor propio. Cuando cortan de raíz los cimientos de nuestra estructura de vida, de nuestro desarrollo físico, mental y emocional, nos convertimos en un monstruo que estorba, que solo pide, que es conformista, al que hay que asistir, porque nos negaron la oportunidad de aprender a existir. ¿Qué se puede pedir y esperar de un país, en el que 70 de cada 100 personas, no viven, sobreviven?.
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nicollebc · 4 years
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“Maestra Cecilia”
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Despierto, veo mi celular y justo un mensaje de mi madre, ha muerto la maestra Cecilia, la que me dio clases en 4° primaria; el año que murió mi abuelo. No era tan mayor, debería tener setenta y pico de años, pero... últimamente andaba regular de salud. De aquel año, yo la recuerdo como una mujer en sus cuarenta y pico, delgada, estirada, muy seria, muy exigente. Supongo que era una maestra de otra época porque hoy en día, los maestros que dan clases a niñ@s ¡bahhh! . Sin embargo, el recuerdo que yo tengo de ella no tiene nada que ver con eso porque, en el peor momento de mi vida, tuvo conmigo un comportamiento extraordinario.
Después de morir mi abuelo, yo estuve como un mes sin ir al colegio. No recuerdo bien en qué términos se decidió proceder así, para mí aquellos días son como una nebulosa en mi mente. Recuerdo la tristeza de mi madre, un ir y venir continuo de gente que venía a casa de visita, una terrible vorágine de acontecimientos, pero yo no era más que una niña y me quedan muy pocos recuerdos claros. Pero... uno de ellos tiene que ver con la maestra Cecilia, porque aquella mujer venía todas las tardes a mi casa, se sentaba conmigo, me contaba lo que habían enseñado en el colegio, me mandaba algunos deberes y repasaba a mi lado los del día anterior. Y la imagen de “señorita Rottenmeier” que tenía de ella varió por completo, porque conmigo, aquellos días, fue todo cariño y dulzura.
Hay que tener en cuenta que yo era la niña “nerd” la de los cienes, la niña “rara”, distante, silenciosa, de pocos amig@s y notas fantásticas. Supongo que me tenía por alguien especial, no lo sé, pero lo cierto fue que se comportó conmigo de tal manera que siempre la he llevado en mi corazón. Y con el paso de los años, a medida que he ido madurando y comprendiendo la trascendencia de lo que me ocurrió aquel año (a mí y a mi familia) ese sentimiento no hizo más que multiplicarse. La gratitud que siempre he tenido hacía ella es inmensa.
Como ella se mudó a la misma colonia donde yo vivo, me la fui encontrando por ahí con frecuencia. Yo iba creciendo y ella siempre se paraba un momento a preguntarme qué tal me iba. El básico es más difícil que la primaria, maestra, pero yo sigo sacando buenas notas.
Este año acabo el básico, pero... aún no sé qué carrera voy a estudiar. Ya veré.
Eso sí, yo en la universidad seguiré Arte Dramático y lo quiero estudiar en el extranjero.
La última vez que la vi, ya la noté mucho más viejita. Ya no era tan estirada y su espalda estaba algo encorvada. Pero esa sonrisa de inmenso cariño que siempre me dedicaba no había desaparecido.
“La vida son dos días” — Me decía cada vez que me veía— “Parece que fue ayer cuando iba a tu casa a ayudarte, y mírate la mujer que eres ahora”.
Y ha tenido que venir este virus de mierda que nos tiene a tod@s loc@s para llevársela. Es cierto que a la pobre sólo le faltaba un empujoncito para irse definitivamente, pero ha tenido que ser este puto virus quien se lo dé. Y a mí me ha dado muchísima tristeza porque me hubiera encantado poder verla de nuevo para decirle adiós. Ya sé que es una tontería, que todos los días muere gente y que nunca sabemos cuándo es la última vez que vamos a ver a alguien. Pero a mí me queda la sensación de no haberle expresado del todo cuánto le agradezco lo que hizo por mí en su momento.
En momentos como este es cuando envidio a las personas que tienen fe, porque me encantaría creer que algún día la volveré a ver en algún lugar no sé dónde. Ojalá sea verdad, por mucho que yo no lo crea. O que sea cierto lo que predice la teoría de las cuerdas y que haya otros muchos universos, de manera que nuestra energía e información salte de uno a otro, ya que la energía no se destruye y la información no puede desaparecer (lo dice la ciencia, no yo). A veces he pensado en algo que sé que es una tontería, pero tod@s tenemos derecho a divagar: ¿nunca se han preguntado alguna vez por qué, a veces, te encuentras con un desconocido y conectas de inmediato? En el amor, en la amistad, incluso al cruzar la mirada con cualquiera en la calle y sentir un cosquilleo. A mí me pasa a veces y me gusta pensar que igual es alguien a quien he conocido en otra vida, en otro universo, y que, sin conocernos, de alguna manera nos reconocemos. Una tontería, ya lo dije, pero... yo qué sé. La mente y la imaginación a veces esta en su rollo.
Sea como sea, Cecilia, muchas gracias por lo que hicizo por mí. Ojalá sea verdad alguna de las tonterías que acabo de decir y nos volvamos a ver algún día. O a reconocer, lo que sea. Y si no, aquí tiene a alguien que la recordará siempre, de manera que no morirá del todo hasta que yo lo haga. Cuídese mucho a donde quiera que vaya. ¡Buen viaje, maestra!
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nicollebc · 4 years
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“La verdadera tragedia no es el virus”
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¿Qué será de nosotras/os después de la crisis, después del aislamiento, de haber pasado tanto tiempo a solas/os con nuestro ego, con los familiares con los que no nos llevamos o con los que después de años coincidimos más de dos horas en las mismas cuatro paredes?.
¿Qué pasará después de escuchar con atención a nuestros demonios internos, con el pasado revivido en medio del ocio y el horario de dormir totalmente alterado? . Pienso que esta crisis no es, por completo, sanitaria. La falta de solidaridad se ha vuelto un cáncer y el virus parece demostrarlo. Incertidumbre. Somos las/os mismos añorando haber sido distintas/os para evitar el desastre, lo inminente, lo que veíamos a la distancia e ignoramos, como se ignora la pobreza, la desigualdad y las niñas y los niños que trabajan diariamente en el semáforo y que deberían estar estudiando en vez de estar recogiendo unas cuantas monedas para comprar el desayuno, una bolsita llena de aire y grasa saturada. Tal vez no somos distintas/os por la costumbre de intentar sobrevivir a este mundo frío, tan lleno de gente y pantallas, pero solitario, desierto de abrazos (cuando aún podíamos), deshabitado de auténtica humanidad.
La peor crisis vendrá más temprano que tarde con el rezago de la economía. La poca humanidad que existe se desvanecerá. La desigualdad siempre presente apelará a nuestro sentir más primitivo y la empatía se marchitará. La familia va primero y predominará el sálvese quien pueda.
A falta de interés vimos sin protestar que unos cuántos decidían. La indiferencia añejada es ahora aliada del jodido virus. La falta de un buen gobierno, datos reales y estrategias es nuestro peor enemigo, pero no olvidemos, la inequidad ya era asesina y las/os que tienen mucho siempre querrán más, entonces... la verdadera tragedia después de la crisis será regresar a ser las/os mismas/os (o peor). Solidaridad únicamente en casos de emergencia, como esa puerta que jamás habíamos usado en el edificio hasta que un vecino incendió su cocina por accidente. La desgracia será volver al lugar donde empezamos, regresar a lo que conocemos como “normalidad” porque entonces se confirmará que la verdadera catástrofe no es el virus sino nosotros. No habrá oración que valga ni religión que interceda que pueda enmendar las omisiones de nuestras conciencias despreocupadas, hipnotizadas por un mundo digital, obsesionadas/os con el dinero y el qué dirán, borrachas/os de egoísmo y sedientas/os de falsa libertad después del confinamiento colectivo, otra vez seremos la misma mierda de siempre.
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nicollebc · 4 years
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Vámonos
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Todo se está yendo al carajo sin paradas.
Lo que conocemos como mundo seguirá, aunque vos y yo nos hayamos disipado; los besos se congelan al terminarse el calor.
Todo se está yendo al carajo, lo sabíamos mi mente trata de amarrar principios y finales los eventos con sus causas
vos-conmigo.
Puede ser que no necesite preguntar tanto que mi cabeza se complique sola (como dijiste) o que las preguntas sean ilusas, desesperadas, inocentes.
Tal vez la instantaneidad nos consumió mucho antes de que intentáramos comprender cómo culparla, es su trabajo.
Te prometo algo, cuando sepa dónde queda el carajo, te llamo. Me buscas y nos vamos juntos de la mano.
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nicollebc · 4 years
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“Tú”
Yo era joven, demasiado joven, apenas tenía dieciocho años. Él, se acercaba a los 30. Yo estaba en plena ebullición. Él, un poco de vuelta ya.
Era un chico que me fascinaba (y aún me fascina); y no por belleza, ya que es una persona normal, ni feo ni arrebatador. Tenía lo suyo, pero como cualquier otro.
Me ganó por completo. Me divertía con él, tenía muchísima conversación, gracia, ingenio, cultura (uyyy, vaya sino tiene cultura), carácter, sensibilidad…
Y seguridad en si mismo. No arrogancia, sino seguridad. Hasta un punto que me impactó.
Yo le gustaba. Lo sé porque esas cosas se saben. A veces se duda, y otras se saben, con certeza. Así que imagínense la ilusión que tenía.
¿Saben ese momento en el que sabes que te vas a enamorar como una tonta, pero aún estás a tiempo de dar marcha atrás sin romper nada ahí adentro?
Pues justo en ese momento, él paró lo que parecía ya imparable. Habló conmigo, se sinceró, reconoció lo que sentía y que yo sabía, pero…
Habían muchas complicaciones, y esa no era la idea, claro qué hay que saber con quién sí y con quién no complicarse la vida, no me hubiese importado complicármela con él, pero... no podía pensar solo en mí, no podía olvidar quién era él y cuáles eran sus sueños.
Tuvo que elegir y eligió. Sin más. Podría haber hecho conmigo lo que le hubiera dado la gana, pero supo parar a tiempo. Me respetó.
Lo que pudo haberme destrozado se quedó sólo en decepción. Me entristeció y mucho.
Durante un tiempo, no supe nada de él, pero hace poco me escribió. Ya esta saliendo con una chica va ser padre y en unos meses se casarán.
Recuperamos el contacto, pero antes de eso, él quiso saber qué me quedaba de aquello. Y yo, yo que no soy de medias tintas. Me gusta saber a lo que juego.
Me dijo que aquello fue para él una encrucijada en su vida. Tuvo que elegir, no se arrepiente y es feliz. Lo mismo me pasa a mí.
Pero por eso mismo, a veces se pregunta qué habría pasado si hubiera elegido el otro camino. Y lo mismo me pasa a mí.
Hoy en día es un magnífico amigo, hablamos a menudo, aunque no nos vemos porque vivimos en paises distintos. Le tengo muchísimo cariño.
Hay gente que dice que todos los hombres son iguales. Yo sé que no. Algunos son verdaderos señores. Yo conozco a uno.
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nicollebc · 4 years
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“El sentido de la vida”
Supongo que todo el mundo se ha preguntado alguna vez ¿qué sentido tiene la vida?. ¿Qué hacemos aquí y para qué?. ¿Qué tenemos que hacer para considerar que nuestro tiempo en el universo ha merecido la pena?. Una vez leí en algún sitio que al universo no le afecta nada lo que hagamos y que nuestras vidas no tienen por qué tener un sentido. Es una idea difícil de asumir. Llegar a la conclusión de que el hecho de que existamos o no carece de la más mínima importancia no casa nada bien con lo que sentimos en nuestro día a día. Pero, por decepcionante que parezca, es exactamente así.
Si quieren, podemos pensar, por ejemplo, en el planeta Mercurio. Mercurio no es más que una roca yerma que flota en el espacio-tiempo desde hace unos 4.500 millones de años terrestres (18.000 años de Mercurio). Una roca enorme, de 5.000 kilómetros de circunferencia en su ecuador, pero roca a fin de cuentas. Desde que fue creada, a partir de parte del material del disco de acreción que una estrella llamada Sol tuvo en sus primeros tiempos, lleva dando vueltas a la misma. Si hacen click en este enlace https://youtu.be/SUPJlRI2dXE, pueden ver su tránsito, que fue observable desde la Tierra el pasado 11 de Noviembre. Ese puntito negro que se ve es Mercurio pasando por delante del Sol. Ha hecho eso 18.000 millones de veces, y le pueden quedar otras tantas antes de que el Sol comience su fase de gigante roja (uno de los pasos previos a su muerte), lo engulla, destrozándolo, y se acabó.
Es decir, Mercurio es una roca yerma cuyo destino es darle unas 36.000 millones de vueltas a una bola de hidrógeno incandescente, y luego desaparecer engullido por esta. Ya está. ¿Qué sentido tiene la existencia de Mercurio? ¿Para qué sirve Mercurio? ¿Qué aporta Mercurio al Universo? ¿Hace falta que lo diga yo? Nada. Nada en absoluto. Que Mercurio exista o deje de existir es algo absolutamente irrelevante.
¿Y qué diferencia hay entre Mercurio y nosotros, cualquier ser humano? Metafísicamente, sólo una: la consciencia de sí mismo. Mercurio es un objeto sin vida que, obviamente, no sabe que existe. Nosotros, sí. Se acabó. Ya está. Metafísicamente, no hay ninguna otra diferencia. Naturalmente, eso tiene implicaciones en la existencia de cada uno. Mercurio no hace nada, mientras que nosotros sí que hacemos cosas. Pero son cosas que, por mucho que para nosotros puedan tener muchísimo significado, para el universo no suponen nada en absoluto.
Piensen en los dinosaurios. Los dinosaurios vivieron en la Tierra durante 160 millones de años. El Homo Sapiens lleva 350.000 años. ¿Se imaginan cuántas cosas podemos llegar a hacer en 160 millones de años? Pues bien, si nos ocurre como a los dinosaurios, un día llegará un asteroide, impactará contra la Tierra, moriremos tod@s y todo lo que hayamos hecho durante 160 millones años quedará borrado para siempre. En un solo día. ¿Y cómo creen que afectará eso al universo? ¿Hace falta que yo lo diga? En nada. No le afectará absolutamente en nada. Es así de decepcionante, como decía al principio, pero es exactamente así. Y alguien podrá decir que para entonces estaremos separad@s por otros muchos planetas que hayamos colonizado. Sí, puede ser, pero da igual. El propio universo morirá algún día. Total, que al final, ¿para qué? Toda la historia, las guerras, las banderas, las ideologías, las construcciones que se hayan levantado, los libros, las películas, la música, tu equipo de fútbol, las personas que algún día fueron importantes, héroes o villanos… Todo desaparecerá. Todo. No quedará ni el recuerdo, y al universo le dará absolutamente igual. Es que no hay mejor ejemplo práctico del dicho “nadar para morir en la orilla”.
Evidentemente, hay un para qué. Lo que pasa es que es diferente para cada un@. Lo que quiero decir es que la vida no tiene un sentido oficial para tod@s y al que tod@s debemos aspirar, sino que dicho sentido nos lo tenemos que dar cada un@ a nosotr@s mism@s. Lo que quiero recalcar es lo absurdo de las convenciones sociales, de que alguien decida por ti qué te tiene que gustar, qué te tiene que hacer feliz y qué tienes que llevar a cabo para alcanzar ese estado. No importa lo que hagas, vas a morir igual. No importa el legado que dejes, va a desaparecer tarde o temprano. Nada tiene una importancia capital. Nada en absoluto. Al universo se la pelas tú y todo lo que hagas. Así que, si me dejas darte el consejo que yo me doy a mí misma, limítate a vivir. A disfrutar del regalo que es la vida. No hagas daño a l@s demás y vive como a ti te guste. No como te digan por ahí que te tiene que gustar, sino como a ti realmente te guste, dentro de tus posibilidades. Recuerda, nada tiene una importancia capital porque sí. La importancia de las cosas se la das tú y tú decides lo que es importante para ti y lo que no.
En definitiva, que el sentido de tu vida lo decides tú. No dejes que otro lo haga por ti. No merece la pena.
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nicollebc · 4 years
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“Una salida, una carta y un adiós”
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Fue un viernes de invierno, lo recuerdo como si hubiese sido ayer. El viento helado nos daba los buenos días acompañado de un cielo despejado y un sol que ya se había cansado de calentar, pero que estaba allí por compromiso. Allí iba yo, caminando hacia el bus como lo hacía cada mañana, solo que esta vez sabía que era diferente. Era mi último viernes con el equipo completo del voluntariado. Aunque no era mi última clase, pues aún faltaban dos semanas adicionales, algun@s amig@s de mi equipo tenían pensado viajar indefinidamente y no les iba a ser posible acompañarme en el último día de clase del voluntariado.
En fin, nos reunimos de nuevo en el mismo lugar, a la misma hora para tomar el mismo bus y así poder vernos. La nostalgia era palpable en el ambiente. Las miradas fijas al suelo y las sonrisas forzadas me recordaban que el final estaba cerca. Fue la clase más larga que jamás he dado. Lo único que quería era salir y poder compartir una vez más con aquellas personas que facilitaron mi vida en aquel mundo extraño, aquellos que se volvieron mi familia, y sobretodo, quería volver a ver aquella sonrisa del chico con labios sabor a miel.
A eso de las 6, el sol terminaba de bañar con sus rayos la famosa plaza de la constitución, inconfundible desde la lejanía de mi ventana del quinto piso de aquel salón que fue mi hogar por un tiempo. La peculiar canción “¡Sí! Canción y no timbre”, retumbo por los salones a las 6:00p.m indicando la hora de salida. La cena indicada para la noche, que consistía en pescado zarandeado, es un platillo típico de las costas de Sinaloa y Nayarit, básicamente es un pescado preparado a las brasas con una interesante mezcla de especias, acompañado de otros platillos mexicanos tradicionales. Caminamos hacia el restaurante, dejando la melancolía atrás, pues esa noche no estaba invitado a cenar. Era la primera vez que lo probaba y ¡lo disfrute mucho! Acompañamos la noche con un poco de Mezcal, opiniones e ideas de cómo mejorar el programa. Ya pasadas las nueve, sabiendo que iba a ser la última noche juntos, decidimos ir a un bar a seguir platicando. Encontramos uno en internet y nos dirigimos con determinación a cerrar con broche de oro la noche del viernes.
Después de acabar con el plato de cortesía y de la primera botella de Ron Zacapa Centenario, no me pregunten cómo pero lo conseguí jaja, una mesera se acercó a nuestra mesa y… ¡Empezó a hablar en español! Llevaba un mes sin utilizar mi querido y adorado idioma. Cuando la escuche fue tan sorprendente que me llenó de regocijo. Era estudiante de español y llevaba 2 años estudiándolo en la universidad. Después de intercambiar contactos para quedar otro día y así ayudarla a practicar, mi equipo decidió ir por la segunda botella. Podrán empezar a imaginar esa mezcolanza de ron, pulque y tequila. Todo esto siempre acompañado de un par de piezas de pollo para picar. El reloj ya anunciaba la media noche y las historias seguían, de aquellas secretas que solo se cuentan a ciertas personas y se guardan para una misma. El último bus de la noche ya había pasado así que no teníamos prisa de irnos, por lo que mi equipo decidió comprar una de Jack Daniels para finalizar. A este punto el mundo ya se movía como si estuviese sobre un trompo que se encuentra a punto de caer. Cuando la razón decidió se esfumo en ciertos amig@s, supe que era suficiente. Tomamos nuestras cosas y salimos a buscar los taxis de regreso. La amiga con la que tome el taxi se bajó al cabo de diez minutos, mientras que yo tuve que esperar un poco más para llegar a mi casa.
Me baje con el mundo girando a toda velocidad y me dirigí al súper veinticuatro más cercano en búsqueda de café, pensando que me iba a ayudar con los síntomas del buen festejar. Con café en mano, supe que no podía llegar a mi casa en ese estado. Busque la banca más cercana envuelta entre los -10ºC que hacia esa noche, me senté a beber mi café mientras me perdía en mis pensamientos, pues con el solo hecho de abrir los ojos mi mundo se derrumbaba en tambaleos y terremotos. Allí estaba, acostada en una banca con frío, en una calle que se encontraba a muchos kilómetros de mi país y lo único que tenía en mente era a él, el chico con labios sabor a miel. Sabía que ese día él se iba y que jamás lo volvería a ver. Desanimada y con un par de lágrimas en los ojos, me puse de pie y tome el camino final para ir a casa.
– Qué pedo wey!?
– (me reí) Buenas noches…
– Wow! dónde estabas? Son las 3 de la mañana… Imagine que te fuiste de fiesta.
-Pues algo así…
– Haha ¡¿estás borracha?!
– Nah, ¡para nada!
– Ja, a mí no me engañas. Vamos por un café mejor!
– De tomar uno vengo y no creo que me haya hecho algún bien.
– Venga, igual salgamos un rato así se te pasa.
– Está bien.
Esa noche mi hermano mexicano había salido de fiesta así que cuando regresé, él estaba entrando también. Al ver mi aspecto creo que pudo suponer parte de lo que había pasado, pues después de tantas semanas de vivir allí, lo consideraba mi hermano, de aquellos de verdad que casi nunca, o nunca, se pueden encontrar. Salimos por otro café y le conté todo. En la misma banca donde me quebré esa noche, me dijo que le enviara un mensaje a él, que tenía que hacer hasta lo imposible con tal de verlo una vez más. Desesperanzada, le envié medio testamento por mensaje “que por cierto, no me gusta escribir mucho por Whatsapp o Line”, y nos sentamos a beber café y a esperar. A eso de las 4:30am decidimos volver y en el camino, mi celular brillo con la notificación que esperaba ver. Fue como si toda la energía regresase a mí en un instante y la tristeza se borrara en un abrir y cerrar de ojos. Su avión salía pasado el mediodía así que tenía unas horas para descansar e irlo a ver a la estación del bus, por última vez. Regresamos a la casa y lo primero que hice fue tomar una hoja de papel y mis manos y mi corazón hicieron el resto. Escribía y escribía y el tiempo se detenía pues tenía que ser perfecta porque era la única y la última carta, la que esperaba que pudiera recordar siempre.
Tres horas después ya me encontraba de pie, tomando un baño con el mundo aun girando pero a menor velocidad. Tome el bus con dirección al aeropuerto y con el corazón palpitando a mil por hora, pase los próximos 50 minutos pensando y reflexionando en lo que iba a decir. Pues esto es lo malo de viajar. Conoces gente con la que te encariñas y te identificas pero sabes que de la noche a la mañana te tienes que ir y probablemente jamás l@s volverás a ver. Ese sentimiento de alegría, nostalgia y tristeza es de las cosas que me hacen sentir humana. Llegue a la estación y lo vi. Sus tibias manos y su sonrisa me transportaron de nuevo hacia aquel lugar en el que quería estar. Toda esa tristeza que se había apoderado de cada rincón de mí ser había desaparecido. Solo éramos él, yo en el andén, escondiendo lágrimas tras sonrisas pues ambos sabíamos que iba a ser la última vez que nos íbamos a ver. Después de los 30 minutos dilatados por la poesía del momento, sonó la voz que no queríamos que sonase. La notificación que su bus estaba próximo a llegar. Con los ojos empañados nos despedimos, le di su carta y prometimos volvernos a ver, sabiendo los dos que jamás iba suceder pero lo queríamos creer, al menos en ese momento.
Y así fue como regrese de nuevo a casa para incorporarme a las últimas semanas de trabajo. Esta vez fue distinto, pues en lugar de sentirme triste y destruida, iba feliz… Pues logre ver esos ojos y esa sonrisa sincera una vez más, un recuerdo que guardare siempre, por toda la eternidad.
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nicollebc · 4 years
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“Los días no vuelven”
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Hay momentos que le quitan a una el aliento. El tiempo se detiene y lo único que deseamos es que ese momento dure para siempre, una eternidad guardada en minutos. Creo que por eso escribimos, tomamos fotos, componemos canciones, pintamos, creamos películas..etc, porque es la única forma de inmortalizar el momento y el sentimiento, y luego en un futuro poder volver a recordar y sentir una parte de esa felicidad que murió en el recuerdo, pero que aún guardamos en trocitos, porque el corazón nunca olvida los momentos que le quitaron el aliento.
Lo conocí unos días después de haber llegado a Panajachel, mientras esperaba a que un carro sostenido por un cable me llevara a la cima de una pequeña montaña. Aquella víspera de navidad, mientras tod@s pasaban la navidad en parejas, allí estábamos nosotros, pasando frío con un pincho de pescado frito esperando a que el pueblito sustituyese al sol con sus luces de neón. Aunque la nostalgia me atacara, recordándome lo lejos que estaba de mi familia y amig@s, él siempre me alumbraba de nuevo. Creo que en la vida hay ciertas personas especiales, aquellas que con una sonrisa o un gesto nos transfieren felicidad y energía, aquellas personas que creemos que nunca lloran o se entristecen, o si lo hacen, lo guardan para sí mismas.
Después de pasar la navidad en multitud, pero solos los 2, pensé que jamás lo volvería a ver. Aunque este sea su país, sabía que tenía que partir lejos por un tiempo y cuando él regresase, yo ya no estaría aquí para verlo, pero los mejores momentos son aquellos espontáneos, los que no se planean y hoy, el destino, la vida o como quieras llamarle nos quizo volver a ver juntos, y así fue. Fue un día de esos únicos, que no suceden muy a menudo, digno de un poema o una canción. Todo esto me hace pensar que el amor y la melancolía son parientes cercanos, de esos que no se separan nunca. Por eso en esos momentos de felicidad también nos sentimos tristes de cierta forma, porqué sabemos que el momento acabará. Esa mezcla de felicidad y melancolía es lo que al final hace que el amor sea tan trágico.
Siempre lo recordaré, pues su sonrisa alumbró mi alma como el sol bañando praderas con rayos de luz al amanecer. Sé que lo volveré a ver, y mientras ese día llegue, siempre guardaré sus besos sabor a miel.
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nicollebc · 4 years
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Es el mismo cielo, estoy segura. Recuerdo haberle visto por mucho tiempo pero hasta el momento sigo sin reconocerlo…Pero Estoy segura que es el mismo. Todo es distinto, absolutamente todo. El viento, la lluvia, el paisaje, la gente, la comida, el vivir… Nada es igual que allá, solo el cielo, estoy segura que es el mismo, aunque a veces no tanto pero es cuando alguna u otra melodía me recuerda aquella que un día fui. No me mira de la misma forma, no, para nada, y menos esa noche, porque traicioné a la luna por él. Su sonrisa llenaba la oscuridad y aunque ninguno de los dos podía expresarse bien, las palabras no fueron necesarias, porque el lazo existía, todo existía, menos el cielo, que esa noche no le reconocía, y la luna, celosa, vigilaba siempre de lejos. Sabía que no lo volvería a ver, pero no importaba, esa noche solo quería estar con él. El resto es secreto, como todas las noches después de las 11:00. Siempre la recordaré. Un beso, un adiós y hasta que nos volvamos a encontrar. Si me quieres recordar, solo mira al cielo, porque será el mismo donde sea que tú y yo estemos. Y si no lo reconoces, como yo ahora, muy dentro de ti sabrás que es el mismo de aquella noche, aquel que nos vigiló y nos guardo bajo las estrellas.
Sí, ya lo recuerdo... es el mismo cielo.
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