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[no-importa-cuando]

A ti que mereces un amor que no duela ✨

No sé todo lo que llevas por dentro.

No he estado ahí desde el principio, pero desde que te tengo cerca, te miro con el respeto que se le tiene a las heridas que aún duelen.

Y aunque no conozca cada detalle,

sí sé cómo se siente que alguien te rompa

y luego te diga que fue tu culpa.

Sé lo que es dudar de tu valor porque alguien lo puso en tela de juicio.

Sé lo que es sentir que no eres suficiente para que te quieran bien.

Pero déjame decirte algo: tú no eres lo que esa persona dice de ti.

Tú no eres tus cicatrices.

Ni tus inseguridades.

Eres mucho más que eso!

Eres alguien con una ternura que se nota incluso en el silencio, con una fuerza que sigue ahí, aunque a veces no te la creas.

Alguien que sigue apostando por la vida,

a pesar de todo lo que ha tenido que aprender a soltar.

Y aunque no llevemos toda una vida juntas,

te voy teniendo aprecio, del bueno.

Del que no exige, ni juzga, ni duele.

Del que abraza incluso en la distancia.

Solo quiero que sepas que estoy aquí.

Sin prometerte soluciones, pero sí presencia.

Para escucharte cuando ya no puedas más, para recordarte que no estás sola, para hacerte sentir, aunque sea un poquito, que la vida todavía guarda algo bonito para ti. O si no me pondré a dar saltos como cual loca a ver si intento alzar el vuelo cual pájaro.

Ojalá no tengas que volver a pasar por más tormentas ❤️‍🩹

Y si llegan, ojalá pueda ser un rincón de refugio mientras escampan.

Porque mereces calma.

Y amor sin condiciones.

Y alguien que no te haga dudar de ti,

sino que te celebre, tal como eres, sin peros.

No dejes que las palabras de quien no supo quererte se conviertan en tu forma de hablarte a ti misma.

Tú vales incluso en los días en los que te cuesta recordarlo.

Incluso cuando lloras, cuando dudas, cuando caes..

Estoy aquí.

No de paso.

Sino con ganas de quedarme.

Y de recordarte, cuantas veces haga falta,

que el amor no debería doler.

Y que tú no naciste para sobrevivir a migajas,

sino para brillar sin miedo ❤️

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Mostrarme sin miedo❤️‍🩹

A veces no es que no queramos pedir ayuda. Es solo que el orgullo se sienta justo al borde de la herida, como si al tocarla alguien más, doliera el doble.

Y no es soberbia. Es miedo a caernos delante de quien no sabe recogernos. Es esa absurda necesidad de demostrar que podemos con todo, cuando por dentro estamos recogiendo pedazos con las manos temblando.

El orgullo a veces parece fuerza, pero en realidad es solo una forma elegante de no llorar en público. Una coraza que pesa más de lo que protege.

Y hoy, lo admito: he tenido que respirar hondo para no derrumbarme en medio del día. He tenido que abrazar a esa versión de mí, que quiere hacerlo todo sola, que no quiere molestar a nadie, pero que también se cansa de sostenerse.

No sé en qué momento aprendí que mostrarme fuerte era lo único válido.

Hoy no me he caído bien. Me hablé mal. Me juzgué.. Me castigué por no llegar donde quería, por no ser todo lo que esperaban. Y me di cuenta de algo: que si el enemigo vive dentro, ¿cómo vamos a ganar?

Entonces pensé… quizás sea hora de empezar por casa. Por tratarme como trataría a quien amo. Por rendirme… pero al amor propio. Por pedir tregua, aunque sea solo por hoy.

El orgullo nos aísla, pero la compasión nos acerca. Y tal vez no haya gesto más valiente que mirarse al espejo con ternura y decirse: “no estás rota, estás cansada. y eso también se cura con amor.”

No tenemos que estar siempre bien. No tenemos que demostrar nada. Ser humana es fallar, caer, sentir, dudar, y aún así seguir amando.

Y si algún día no sabes cómo hablar de lo que duele, yo te presto mis palabras. Porque a veces, solo a veces, leer lo que sentimos es el primer paso para empezar a curarlo.

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He aprendido a aceptar mis espinas para poder protegerme.

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Hoy no soy luz 🌑

Hoy no me aplaudo. Y no porque no lo merezca, sino porque estoy exhausta de exigirme tanto.

Hoy no quiero palmaditas en la espalda, ni discursos de superación, ni lecciones. Ni fuerza.. Hoy solo tengo este nudo en el pecho y un montón de intentos que no llegaron a ninguna parte.

Hoy me fallé un poco. O así me siento.

No porque no lo haya intentado, sino porque lo intenté con tanto que me olvidé de mí en el camino.

Y lo que más duele no es el resultado, es el desgaste. Es ver que todo ese esfuerzo, todo ese tiempo, no encontraron su reflejo. Como si hubiese gritado bajo el agua.

Y estoy cansada. De exigirme. De no llegar. De esperar de mí más de lo que puedo dar.

Hoy no soy luz. Y está bien. También hay días así. Días que pesan como piedras en los bolsillos. Días donde todo parece ir más lento, menos tú, que no paras de exigirte.

No me digas que esto también pasará. Hoy solo necesito sentarme con este dolor y dejar que me diga lo que tenga que decirme. Sin corregirlo. Sin apagarlo.

Mañana será otro intento. Hoy… simplemente, no pude. Y no pasa nada ❤️‍🩹

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Lo que no planeé… y aún así llegó

Hay cosas que nunca pedí, pero que llegaron igual. Silenciosas. Sin hacer ruido. Sin avisar.

Como si la vida, de vez en cuando, eligiera por ti. Como si supiera lo que necesitabas, incluso cuando tú no lo sabías.

Y entonces pasa… Te cruzas con alguien que no buscabas. O recibes una señal que no esperabas. Y sin entender cómo, algo dentro de ti cambia de sitio.

Ya no eres la misma. Algo se abrió. Algo se alivió.

A veces no se trata de tener respuestas, sino de aprender a recibir sin preguntar. De dejar de exigirle sentido a todo, y simplemente… sentir.

Porque lo más importante, casi nunca lo planeamos. Y lo más verdadero, casi nunca llega con aviso.

A veces, lo que más necesitabas, no tenía forma, ni nombre, ni explicación. Solo tenía tiempo perfecto.

Y llegó. Como llegan las cosas que de verdad importan: suavemente, sin prometer nada, pero quedándose igual.

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👩🏻‍⚕️Feliz Día de los Enfermeros y Enfermeras🧑🏻‍⚕️

Hoy no celebramos solo una profesión. Hoy celebramos una forma de estar en el mundo. Una entrega silenciosa que no sale en titulares, pero que sostiene vidas todos los días.

Celebramos a quienes curan sin capa, a quienes saben que la compasión es tan urgente como cualquier medicina. A quienes aprenden a leer el dolor en una mirada, y se quedan, incluso cuando nadie más sabe qué hacer.

Ser enfermer@ no es solo cuidar cuerpos. Es aprender a sostener almas rotas sin que se note el temblor en las manos. Es entrar cada día en el caos de lo humano y seguir apostando por la esperanza.

Son quienes se van a casa cargando historias que no siempre pueden contar. Quienes saben que a veces no hay nada que decir, pero que su presencia… ya es suficiente.

Gracias por ser calma en medio del miedo. Por regalar humanidad en un mundo que corre demasiado. Por recordarnos que hay profesiones que se hacen con el alma, aunque los pies duelan y los turnos no perdonen.

Y ahora… déjenme dedicarle unas palabras a la primera enfermera que conocí:

Gracias, mamá❤️ por enseñarme que el amor también se escribe con turnos dobles, con ojeras que no pesan más que tu vocación, con silencios que consuelan y palabras que sanan sin receta.

Gracias por volver cada día con la misma entrega, aunque nadie te la devuelva igual. Por enseñarme que cuidar no siempre se ve, pero siempre transforma.

Gracias por ser luz, incluso en tus días más nublados. Por sanar con tus manos… y también con tu forma de mirar.

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La Trampa de Compararse ❤️‍🩹

A veces, sin darnos cuenta, nos dejamos arrastrar por un mundo que parece tener las respuestas, las fórmulas, los destinos. Vivimos rodeados de vidas ajenas, de momentos que no son nuestros, pero que de alguna forma, sentimos que debemos seguir. Todo está editado, filtrado, empaquetado para mostrarnos lo mejor, lo que brilla. Y, sin querer, empezamos a mirar hacia afuera, olvidando que lo que realmente importa está adentro.

¿Te has detenido hoy a pensar cuánto te has comparado sin querer? ¿Cuántas veces, mirando a los demás, has sentido que tu camino es más lento, que te falta algo, o que lo que tienes no es suficiente?

La comparación es un veneno disfrazado de impulso. Nos dice que debemos ser más, hacer más, tener más, pero nunca nos cuenta lo que realmente necesitamos: ser nosotros mismos. Nos hace creer que estamos en una carrera que no elegimos, corriendo sin saber por qué, sin entender que la verdadera meta no es llegar a algún lugar, sino vivir el proceso.

¿Y sabes qué? No hay prisa. Nadie te ha dado un cronómetro. Nadie te ha dicho que tengas que cumplir las expectativas de otro. La verdad es que tu camino no tiene que parecerse a ninguno. No importa que no sigas las normas que el mundo dicta. Porque cada paso que das, por pequeño que sea, es tuyo. Y eso, en su totalidad, es suficiente.

Hoy, quiero recordarte algo que a veces olvidamos: no hay nada malo en no ser como los demás. No tienes que tener las mismas metas, ni el mismo ritmo. Lo único que importa es el tuyo. Y la comparación no sirve más que para robarnos la paz. Para hacernos pensar que debemos seguir una fórmula que no es nuestra.

Así que hoy, elijo mirar menos afuera y más adentro. Decido dejar de medir mi vida con los logros de otros, porque mi vida, mi ser, mi proceso, son únicos. Y no necesito ni quiero vivir como otra persona. Cada vez que miro mi camino, me doy cuenta de que lo que realmente importa no es el destino, sino los pasos que voy dando. Porque esos pasos son míos, y no hay nada más valioso que eso.

¿Te has detenido a pensar hoy si la vida que estás viviendo es la que realmente quieres? ¿Te has permitido ser tú mismo sin la carga de compararte con el mundo? La única persona con la que deberías compararte es con la versión de ti mismo que fuiste ayer. Y si esa versión de ayer dio un paso hacia adelante, entonces, ya has ganado.

No es el ritmo de los demás el que importa. No es lo que otros tienen o logran lo que define tu valor. Es tu proceso, tu tiempo, tu caminar. Así que olvida las comparaciones, porque no hay nadie como tú. Y esa es tu verdadera grandeza.

Hoy, elijo dejar de competir con los demás. Solo quiero ser fiel a mí misma, caminar a mi propio ritmo, ser quien realmente soy, sin miedo al qué dirán, sin prisas por llegar. Porque el mejor viaje que puedo hacer es el mío, y es el que importa.

Y tú, ¿cómo te ves hoy? ¿Te dejas llevar por las expectativas ajenas o eres capaz de abrazar tu propio ritmo y ser feliz con quien eres? La respuesta está en ti. No dejes que nadie te la arrebate! ❤️

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La belleza del caos

A veces, la vida no tiene que tener sentido. No todo necesita un plan, un porqué o un destino claro.. A veces, simplemente sucede. Y está bien.

Hoy entendí que no todo tiene que ser perfecto para ser bello. Que incluso lo que se rompe tiene su forma de brillar. Que el caos no es sinónimo de fracaso, sino una etapa donde lo nuevo empieza a formarse sin que nos demos cuenta.

El caos también es movimiento. Es cambio, es transformación. Es el punto donde dejamos de forzar y empezamos a fluir.

En el caos también hay magia. En los momentos desordenados también puede haber revelaciones. Como cuando lloras sin saber por qué, y al secarte las lágrimas, te descubres más fuerte.

A veces, el desorden revela lo que el orden nunca se atrevió a mostrar. Y quizá, justo ahí… en medio de lo incierto, empezamos a encontrarnos de verdad.

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Hoy hace 7 años que llegué a Tumblr. 🥳

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Hoy sentí el peso

No solo el del gimnasio, sino ese otro. El que no se ve. El que cargamos sin darnos cuenta.

Mientras intentaba levantar la barra, me di cuenta de algo: El cuerpo avisa cuando algo pesa demasiado. Pero con las emociones… no siempre escuchamos.

¿Cuántas veces llevamos cargas que no son nuestras? ¿Cuántas veces fingimos que todo está bien mientras por dentro se nos rompen los huesos del alma?

Nos enseñaron a aguantar. A apretar los dientes. A no soltar.

Pero nadie nos enseñó a descansar. A pedir ayuda. A dejar ir lo que ya no podemos sostener.

El problema no es el peso. Es cuánto tiempo lo cargas sin darte permiso para bajarlo.

Así que hoy, aunque sea por un momento, suelta. Suelta expectativas. Suelta la culpa. Suelta lo que ya no te deja respirar.

No todo lo que llevas es tuyo. Y no todo lo que pesa… te pertenece.

¿Y tú? ¿Hace cuánto no revisas cuánto estás cargando?

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Estamos perdiendo la capacidad de estar 🫂

Nos conectamos todo el día, pero cada vez estamos menos presentes.

Saltamos de una notificación a otra, como si detenernos un segundo fuera perder el tiempo.

Vivimos corriendo.

Consumiendo más de lo que sentimos.

Respondiendo rápido, sin escuchar.

Mirando pantallas, pero no a los ojos.

Y nos acostumbramos.

A vivir a medias..

A llenar el silencio con ruido.

A estar cerca, pero no realmente.

Tal vez por eso hoy cuesta tanto mirar al cielo sin sacar el móvil.

Comer sin compartirlo.

Aburrirse sin angustia.

Pensar sin distracciones.

Volver a estar… no es tan fácil.

Estar de verdad: con lo que sentimos, con lo que pasa, con lo que somos.

Estar presente es el acto más rebelde en una época que quiere tenernos distraídos.

¿Cuánto amor propio nos estamos negando al no darnos tiempo para sentirnos?

¿Cuándo fue la última vez que te abrazaste en silencio, sin necesidad de que el mundo te viera?

Así que, si hoy puedes, apaga un momento el mundo, respira, y simplemente… quédate.

Porque a veces, lo más revolucionario, lo más humano, lo más sagrado… es simplemente estar.

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Lo que no contamos también habla de nosotros

Hoy me hice una pregunta que me dolió más de lo que esperaba:

¿Por qué ocultamos partes de nuestra historia?

Entendí que no siempre se trata de vergüenza,

a veces es protección.

Hay recuerdos que siguen siendo demasiado frágiles.

Palabras que todavía tiemblan.

Verdades que, al decirlas, nos rompen un poco más..

Nos han enseñado a callar lo que duele, como si al silenciarlo, desapareciera.

Pero el dolor no se esfuma por no ser nombrado.

El dolor se acomoda en un rincón del alma y nos habla bajito, cada noche, aunque finjamos no escucharlo.

Ocultamos lo que creemos que nadie entendería.

Lo que sentimos que no es digno de ser contado.

Pero, ¿quién decide eso?

A veces, lo único que necesitamos es que alguien nos escuche sin interrumpir, sin juzgar, sin correr.

Escribir es eso para mí:

la forma más honesta de abrazarme.

La forma más valiente de mostrar mis grietas y no tener miedo de que las vean.

No escribo para todos.

Escribo para quienes alguna vez se tragaron las lágrimas, para quienes dijeron “estoy bien” mientras se rompían por dentro.

Escribo para ti, si estás leyendo esto y algo dentro de ti se sintió menos solo.

Aquí no hay que explicar nada.

Aquí no hace falta estar bien.

Aquí solo tienes que ser tú, con todo lo que cargas.

Y si eso te duele…

entonces quédate.

Aquí también escribimos con el alma rota.

Porque a veces, lo único que nos salva…

es permitirnos contar lo que callamos.

Porque cuando te atreves a escribir tu herida,

no solo sanas tú: también le abres camino a quien aún no se atrevió.

Y quizás eso sea lo más valiente que podamos hacer con nuestro dolor: transformarlo en un lugar donde otros también puedan descansar ❤️‍🩹

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Mi rincón🫀

No es un blog. Es una herida abierta que aprendió a decir la verdad con palabras. Aquí no se maquilla el dolor ni se exagera la alegría. Aquí todo lo que lees nació de un temblor, de una ausencia, de un silencio que ya no cabía dentro.

Este es un refugio para los que sienten sin filtros. Para los que esperan más de la vida. Para los que todavía creen que escribir puede salvarnos un poco.

Aquí cabes si alguna vez te rompieron sin explicación. Si esperaste mensajes que nunca llegaron. Si soñaste con finales distintos. Si te volviste a levantar, aunque nadie lo notara. Aquí cabes si te has sentido mucho, demasiado, sola.

Lo que vas a leer no está escrito para todos. Está escrito para quien lo necesite. Para quien se detenga en una frase y piense: “Eso... también lo he vivido yo.”

Y si ese eres tú, entonces esta casa ya es tuya.

Quédate. Respira. Lee cuando te duela, vuelve cuando te falte el aire, y recuerda: no estás sol@.

Aquí, lo que sientes no molesta. Aquí, lo que callas tiene voz.

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Feliz día de la madre

Hoy pensé en ti, mamá.

En todo lo que has sido sin decirlo.

En la forma en que has aprendido a darlo todo,

incluso cuando tú también estabas rota.

Y en cómo tu amor ha sido mi punto de partida,

incluso cuando no sabía hacia dónde iba..

Eres de esas mujeres que no hacen ruido, pero que sostienen mundos enteros.

De las que no piden, pero dan.

De las que aman con las manos, con los ojos, con el alma entera.

Gracias por las veces que me abrazaste sin entender mis heridas, por respetar mis silencios, por quedarte incluso cuando no era fácil estar.

Tu amor me enseñó a quedarme conmigo misma,

a no soltarme en los días oscuros.

Hoy te celebro, pero sobre todo te honro.

Porque ser madre no es un rol, es una forma valiente de amar.

Y tú, mamá, me enseñaste a amar con el corazón lleno, aunque a veces duela.

Aunque a veces cueste.

Gracias por todo. Siempre ❤️

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La importancia de decir que no

Decir que no también es un acto de amor.

Uno que rara vez se aplaude, pero que siempre te salva. Porque hay promesas disfrazadas de favores, expectativas que se cuelan entre silencios, y personas que solo te abrazan cuando les conviene.

Decir que no no es cerrarse.

Es abrir un espacio para lo que sí importa.

Es aprender que no estás obligada a sostenerlo todo, a complacer siempre, a ceder por miedo a que se vayan.

Cada vez que dices que no con el corazón tranquilo,

te eliges.

Te escuchas.

Te priorizas.

Y aunque a algunos no les guste, aunque duela romper esa imagen de “la que siempre está”, hay una paz muy íntima en saber que no te estás traicionando.

Porque decir que no, a tiempo, es la forma más honesta de cuidarte.

[no-importa-cuando]

La calle está vacía, pero todavía huele a ti.. El eco de tus pasos sigue ahí, como si el asfalto supiera que prometiste volver.

Fue justo en esa esquina donde me dijiste que volverías pronto, y donde me quedé, mirando pasar los inviernos.

Con el tiempo entendí que no todos los regresos se anuncian.

Algunos llegan en forma de ausencia, otros se hacen desde dentro, como quien se busca y por fin se encuentra.

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¿Qué pasa cuando decides dejar de esperar?

Hay un momento en el que te cansas. No de sentir, ni de recordar. Tampoco de amar, porque amar nunca ha sido el problema. Te cansas de esperar.

Esperar respuestas, señales, vueltas que no llegan. Te cansas de mirar el teléfono como si pudiera salvarte. De hacer planes invisibles para alguien que ni siquiera sabe que los estás haciendo. De imaginar un final que nunca se escribió.

Y entonces pasa algo extraño. No duele menos, pero respiras mejor. No es que el peso haya desaparecido, es que ya no lo estás cargando tú sola.

Porque esperar era una forma de creer. Una fe silenciosa y agotadora. Y soltar… Soltar es una manera de volver a ti, de recoger los pedazos y decir: "me elijo".

No con rabia. No con rencor. Con calma. Con la calma de quien entendió que a veces hay que dejar de esperar para empezar a vivir.