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¿Eres de disociar con frecuencia?

Es una pregunta que a menudo escuchamos o incluso nos hacemos a nosotros mismos. A veces, cuando nos desconectamos un poco del presente, solemos decir que estamos "disociando". Pero, ¿realmente lo estamos haciendo?

Últimamente, la palabra "disociar" se ha vuelto común en nuestras conversaciones, usándose de manera ligera, casi como un sinónimo de "desconectar" o "perderse en los pensamientos". Sin embargo, hay una gran diferencia entre lo que es divagar y lo que es disociar, y es importante reflexionar sobre ello.

Divagar es algo que todos hacemos de vez en cuando. Es ese momento en el que nuestras mentes se alejan, pensando en mil cosas a la vez, en recuerdos o planes, pero seguimos siendo nosotros mismos en todo momento. Es como un pequeño "viaje mental", algo pasajero y natural.

Disociar, sin embargo, es algo mucho más profundo. No es solo una distracción, es una desconexión de la realidad y, lo más importante, de nuestra propia identidad. Cuando disociamos, es como si nos alejáramos de nosotros mismos, como si no fuéramos del todo nosotros en ese momento. Aunque estemos presentes físicamente, mentalmente puede parecer que estamos en otra parte o que no nos reconocemos del todo.

Y aquí es donde la confusión diaria entra en juego. Al usar "disociar" para describir algo tan cotidiano como divagar, trivializamos lo que realmente significa disociar: una experiencia intensa de desconexión con uno mismo. Es mucho más que una distracción momentánea.

Así que, la próxima vez que te preguntes si estás disociando, piensa: ¿estás simplemente divagando, o hay algo más profundo ocurriendo? Quizás no es disociación lo que sientes, sino una desconexión temporal de la rutina.

Divagar es normal y pasajero. Disociar es una experiencia distinta, una desconexión de lo que sentimos que somos en ese momento. Y ambos, aunque a veces puedan parecer similares, son muy diferentes.

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"Respira, las redes te esperan (o tal vez no)"

Llevo días pensando en cómo las redes sociales nos tienen corriendo detrás de algo que no siempre sabemos qué es. La vida moderna, parece, está hecha de likes, de retweets y de notificaciones que suenan como si fueran pequeñas explosiones de relevancia… hasta que de repente, no suenan más.

Cada plataforma tiene su propia exigencia: ser siempre el primero en comentar, tener la selfie perfecta, estar al tanto de las tendencias antes de que se conviertan en "mainstream". Todo, ahora, porque mañana ya será tarde. Pero, ¿a qué estamos jugando? Y, ¿para quién lo estamos haciendo?

Estamos sobresaturados. Expuestos a una cantidad absurda de contenido que ni siquiera tenemos tiempo de digerir, y ni hablar de disfrutar. Se nos olvida que no tenemos que estar en todas partes, todo el tiempo. Que está bien desaparecer por un rato y volver solo cuando lo sientas.

Hoy decidí probar Tumblr. Aquí todo es más lento, menos calculado. No hay esa presión de las métricas a la vista o la ansiedad de las "mejores horas para postear". Es como un rincón que no compite con la vorágine de las otras redes. Un lugar donde puedes desconectar y compartir solo lo que te hace sentir algo, sin pensar tanto en quién lo verá.

Así que sí, a veces es mejor dar un paso atrás. Desintoxicarse del bombardeo constante y reconectar con lo que realmente te mueve. Las redes seguirán ahí. ¿Y si en lugar de consumirlas, empezamos a preguntarnos qué nos consume a nosotros? PD: Si te gusta perderte en reflexiones y explorar creaciones hechas con corazón, bienvenido a este rincón de píxeles y palabras. Aquí no hay un rumbo fijo, solo ideas en movimiento. Puedes seguirme y ser parte de este viaje. Nos vemos en el camino.