Tumgik
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El mejor verano de mi vida
Sí, empecé el verano teniendo carnet y habiendo dejado atrás una época de mi vida un tanto turbia.
Había aprendido muchas lecciones de vida en mi última relación y decidí que iba disfrutar un poco de mi sexualidad, a sabiendas de que yo no era así pero forzado por una promesa que le había hecho a la que era mi pareja.
Volví a hablar con amigas de hacía tiempo y conocí a otras chicas, realmente tampoco llegué a nada con muchas, simplemente si surgía y a ambos nos parecía bien simplemente dejábamos que las cosas fluyeran y ya, no había más, simplemente pasarlo bien y disfrutar.
Aún así yo no me sentía del todo a gusto y entre tanta batalla moral apareció una persona, Erika.
Nos seguíamos desde hacía un tiempo en Instagram y la verdad que habíamos hablado lo justito hasta este verano, ni siquiera habíamos quedado nunca y realmente las únicas veces que habíamos hablado era para decirnos que nos habíamos cruzado por la calle. 
Un día decidimos quedar, recuerdo que era para enseñarle a patinar y más que patinar, acabamos dando vueltas por Triana hablando y demás.
Poco a poco ella fue cobrando importancia en mi vida hasta el punto de ser la persona con la que hablaba todos los días por Whatsapp, solíamos vernos para patinar, ella, yo había dejado el patín durante la relación anterior y realmente me arrepentía muchísimo de haber hecho semejante cosa.
A medida que quedábamos para enseñarle trucos con el patín y demás a mí me entraba el gusanillo de patinar y sí, además de ir rompiendo la coraza de egocentrismo que había generado a principios de verano estaba haciendo que volviera a hacer aquello a lo que amaba tanto cómo era el patín.
Pasaron tres o cuatro semanas, no recuerdo bien, desde que le dije que me quería montar una tabla nueva hasta que ya la tuve por fin en mis manos, también conocí a su pareja y bueno, poco a poco fuimos cogiendo confianza hasta el punto en el que nos empezamos a considerar cómo hermanos, ella estaba ahí para mí al igual que yo lo estaba para ella y era algo precioso.
Uno de esos días en los que hablábamos ella estaba en una playa con una amiga, Zule, estaba mandando un audio y ella de fondo se tiró un eructo, sí, a mi lado infantil le pareció gracioso de alguna manera y le seguí las bromas diciendo que quería que me firmara el pecho, realmente suena absurdo pero es que es el principio de algo precioso.
Pasa el tiempo hasta que un día decidimos quedar todos, Erika, Néstor (su pareja) y Zule, habíamos hablado de ir por ahí a patinar y a pasar la tarde. Fui a Las Palmas a buscarles y de ahí nos fuimos al skateplaza de Las Remudas, pasamos allí un rato y la verdad que no podía quitarle los ojos de encima, aprovechaba la mínima excusa para mirarle o para intentar decirle algo. Lo creas o no soy jodidamente tímido y me cuesta interactuar con gente que no conozco de nada. Después de la patinada fuimos a la playa, fui el único que se bañó, la tarde estaba preciosa y quería aprovecharla, dimos una vuelta y después alcancé a Erika y Néstor a los fuegos de Melenara. Nos habíamos quedado nosotros dos solos en el coche y realmente tenía miedo de no saber de que íbamos a hablar o que iba a pasar en el trayecto de vuelta a su casa. No se cómo salieron temas de conversación cómo por ejemplo la película del Señor De Los Anillos versión extendida y otras cosas sobre nuestros gustos. Llegamos al sitio dónde iba a dejarla y me tuve que bajar del coche para limpiar el cristal y así de paso despedirme de ella, fue muy gracioso, intenté darle un abrazo, ella me la fue a chocar, luego nos cruzamos y le acabé dando un beso súper incómodo en la mejilla, real que en ese momento deseé que me tragara la tierra y me marché de vuelta a casa riéndome en el coche por la situación que acabábamos de tener.
Volvimos a quedar todos juntos al día siguiente creo y así fuimos quedando bastante seguido. 
El roce hace el cariño y entre eso y que Erika nos cruzaba mensajes tanto al uno cómo al otro pues no pudo ser de otra forma, empezamos algo juntos, algo que realmente es lo jodidamente más bonito que he tenido en mi vida y eso que no han pasado ni dos meses de la relación. 
Cuándo empezamos a quedar solos solía estar muy nervioso, joder, ella es jodidamente increíble y real que el simple hecho de estar con ella me hacía y hace la persona más feliz del mundo, me demostraba tanto que real que no sentía que la acaba de conocer, me transmite tanta confianza, tanto cariño... Realmente me rompió todos los esquemas, me cambió la forma de ver las relaciones que tenía antes y me hace entender todo muchísimo mejor. En el poco tiempo que la conozco me ha demostrado mucho más que muchas otras personas que hayan pasado por mi vida y mira que eso de compara personas está feo ¿Eh?
Realmente no sé cómo seguir esto, no quiero ponerlo cómo final de mi historia porque verdaderamente está empezando ahora, ahora es cuándo empieza todo, desde cero y con la felicidad siempre tocando en la puerta, ahora es cuándo se acaba todo lo gris y pongo un punto y final a mis enfermedades, a mis ralladas, a mis preocupaciones innecesarias y a mis miedos, toca empezar todo de nuevo y no podía empezar una historia con dos personas mejores que ustedes.
Les quiero muchísimo.
Sí, va por ustedes.
Erika.
Zule.
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La luna
Se dice mucho de que las personas o vienen para quedarse o vienen de paso, lo que no se dice es que hay algunas que vienen para darte lecciones de vida y luego marcharse cómo mismo vinieron, sí, fuiste una persona importante, quizás igual de importante para bien cómo para mal, siempre te estaré agradecido por todas las cosas que hiciste por mí en su día y quizás no lo esté tanto por otras, pero bueno, comencemos tu historia.
Navidades.
Recuerdo que trabajaba en Vencindario en una empresa temporal de venta de juguetes electrónicos, era un simple encargado de turno y que de vez en cuándo era relevado por mi compañero Roberto, también habían otros dos chicos al principio pero duraron muy poco en el puesto y nos quedamos nosotros dos solos, de vez en cuándo también nos ayudaba nuestro jefe, Kiko.
Los días eran bastante aburridos, me lo pasaba volando drones, doce horas seguidas haciendo lo mismo te puedo asegurar que cansa, por muy divertido que sea te acaba agotando.
Hasta que de pronto un día me llega un mensaje al Instagram.
Eras tú, quizás sea el principio más típico de una relación en nuestros tiempos pero así fue. Empezó todo por una pregunta sobre mi perra, Mika, poco a poco comenzamos a hablar y conocernos y demás y bueno, una vez pasado los tres meses de trabajo recuerdo que hablamos de quedar un día en San Telmo, ya que tu vivías bastante lejos y bueno, yo tampoco es que viviera muy cerca tuya que digamos. Estaba muy nervioso, iba a conocer a la chica con la que llevaba hablando tres meses y nunca le había puesto cara.
Todo pasó súper rápido, llovía, el día estaba muy gris y bueno, tú lo llegaste a alegrar.
A la segunda vez que quedamos te di aquél beso antes de que subieras a la guagua.
Después de eso todo es historia, comenzamos una relación y la verdad que estaba demasiado bien, demasiado bien cómo para que durara siempre.
Tú estudiabas en la universidad y yo me pasaba los días patinando, haciendo que mi enfermedad me diera una tregua y poder calmarme. 
Soportaste mucho, me aguantaste en los ataques de ansiedad y me calmabas, me cuidabas cuándo no estaba bien y por mucho que nos costara el tema de vernos una vez en semana debido a a distancia hacíamos lo que podíamos y fantaseábamos con el verano que nos esperaba juntos.
Dichoso verano aquél.
¿Recuerdas todo lo que dijimos de ir por ahí de aventuras, ir al sur a un apartamento y vernos varios días a la semana?
Porque la verdad que yo lo recuerdo y también recuerdo cómo decidías irte de fiesta y marcharte con tus amigos dejándome a mí con nuestros planes.
No te cupo tampoco, era una mierda de persona y realmente tú hacías lo que se te apetecía que era cómo tenía que ser, pero el hecho de que los planes que teníamos no salieran me angustiaba de sobremanera.
Ya a finales de verano empezamos a reaccionar y fue cuándo ambos pusimos de nuestra parte para sacar todo el tema adelante.
Yo empecé en mecánica muy ilusionado y tú seguiste a segundo año de carrera.
Ahí fue cuándo todo se torció para ti y por consecuente, para mí.
El estrés al que te veías sometida y tu forma de afrontar las clases te destruyeron.
Me acuerdo de aquella mañana de un sábado que te di los buenos días y no recibí respuesta, pasaron las horas y seguía sin saber nada de ti hasta que me llamó tu padre, te habían ingresado la noche anterior por un ataque de ansiedad.
También me acuerdo de aquella noche que te quedaste en mi casa, te dije de irme a duchar contigo y me dijiste que no, que te ibas a duchar sola, que luego me fui a duchar yo y al volver a la habitación me dijiste sentados en la cama que cerrara los ojos, me cogiste de la mano y me dejé llevar, me la pasaste por tu muslo, una, dos tres, cuatro... Perdí la cuenta del número de cicatrices que te habías hecho, te miré a los ojos y te prometí que estaría contigo hasta que salieras de ahí, de ese agujero en el que te habías metido. Esa misma noche tuve la peor crisis de ansiedad de mi vida, me acompañaste en la ambulancia y volvimos a casa juntos pasadas unas horas.
Entonces fue cuándo todo tu mundo se cayó y cuándo yo reaccioné dando lo mejor de mí, haciendo lo imposible por ir a tu casa a llevarte el desayuno, a darte sorpresas, a salir a pasear para hacer cosas diferentes y todo eso aguantando por dentro las ganas de reventar por verte mal y saber que no podía hacer nada por sacarte de ahí salvo acompañarte, estar a tu lado y esperar contigo haciéndote todo más llevadero, sacrificaba tiempo de estudio, había días que incluso dejaba de ir a clase o fines de semana y festivos que me despertaba a las cinco de la mañana para coger las guaguas para llegar a tu casa a alas nueve/diez de la mañana, tú seguías cortándote y eso me mataba, me destruía por completo porque veía que todo el esfuerzo que hacía era en vano pero aún así seguí, te había prometido que seguiría contigo y así fue, seguí contigo, seguí a tu lado hasta incluso perdiéndome a mí mismo por el camino, yo también me destruí, había dejado de ser “feliz” para que tú lo fueras y a cambio me dabas broncas y culpas que no me merecía porque te desahogabas conmigo, tragué, tragué mucha mierda y aguanté a tu lado.
Entonces, empezando el siguiente verano se acabó todo, yo había llegado a mi límite y tú de una forma u otra lo forzaste más de la cuenta, quizás yo fui poco flexible pero sea culpa de uno o del otro se acabó. Yo me fui por mi camino, decidí que iba a ser feliz, que me lo merecía, había cumplido la promesa que te hice de estar contigo hasta que estuvieras bien, ya habías mejorado y no había ni amor ni promesas que me ataran para quedarme, tu volviste a ser la persona que eras antes y realmente te perdí la pista por completo. 
Sólo sabía que iba a cumplir otra promesa que te había hecho, si alguna vez acababa la relación contigo te dije que iba a ser un golfo. Era el principio de verano, así fue, empezó el que iba a ser el mejor verano de mi vida.
Me acababa de sacar el carnet de conducir y empecé a exprimirlo al máximo, no paraba de un lado a otro, conocí a Erika, una persona que poco a poco comenzó a cobrar importancia en mi vida y no, no quería tener nada con ella, simplemente me gustaba ir por ahí y pasar días hablando, poco a poco se fue convirtiendo en una hermana para mí, estaba sacando lo mejor de mi persona y eso repercutía luego de forma muy positiva en mi ambiente y en la gente que me rodeaba.
Empecé a cuidarme mentalmente, a respetarme, a quererme. Eso hice que le gustara a otras chicas y cómo realmente no quería nada serio, algunas decidieron irse y otras bueno, otras decidieron quedarse un tiempo pero yo sabía que eso no iba a durar mucho, yo no era así, no era un golfo, a mí me gusta estar con alguien, compartir todo con esa persona y saber que tengo a alguien a quién contarle mis cosas y a quién escuchar y apoyar, lo de ir de flor en flor realmente lo había hecho para cumplir una promesa un tanto estúpida.
Y bueno, uno de esos días en los que hablaba con Erika por teléfono apareció ella, la persona que me iba a volver a dar esperanza y que iba a cambiar mi mundo de forma tan drástica en tan poco tiempo que realmente es surrealista y precioso a la vez.
Zule, me rompiste los esquemas.
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Consecuencias
Eres un enfermo.
Un enfermo mental.
Esas palabras resonaban en mi cabeza día tras día, culpándome de todo lo que había pasado, por confiar en la gente, por abrirme a otras personas, por encariñarme y por querer a alguien, me había fallado a mí y ahora estaba totalmente solo.
Y no, no tenía a nadie en quién apoyarme que no fueran mis padres y por gilipolleces de la adolescencia nunca les contaba nada por muy mal que me fuera.
Tenía que tomar pastillas para controlar todos los impulsos que me generaba la ansiedad y no sé si era peor el remedio o la enfermedad.
Con la ansiedad ya me sentía jodidamente mal, vivía con unas náuseas constantes, odiaba que la gente me mirara porque pensaba que se estarían riendo de mí o que estarían comentando cualquier cosa sobre mi forma de vestir, de pensar o simplemente, de estar. Había cogido miedo a patinar porque lo asociaba a la gente que me había dejado de lado. Estaba solo y no tenía a nadie.
Todo eso se repetía, una y otra vez, día tras día y cansado de tener que soportar todo eso una mañana me desperté y me dije a mi mismo que tenía la solución, que todo se iba a acabar de raíz y que no me iba a sentir así nunca más.
Cogí una foto impresa del grupo de amigos que tenía.
Me subí en una guagua rumbo a Santa Catalina.
Subí planta por planta, por las escaleras, a lo alto del centro comercial que había allí cerca y una vez llegué a la punta de arriba, busqué el grupo de gente con la vista, apreté la fotografía contra mi pecho y me puse por el otro lado de la valla, con mitad de los pies apoyados en el cemento y la otra mitad sobre el vacío.
Allí estuve, no sé si fueron cinco minutos pero yo lo sentía cómo una eternidad, hasta que de pronto decidí volver adentro, a la seguridad del suelo firme, fui corriendo al baño del intercambiador y rompí a llorar.
Volví a coger otra guagua de vuelta a mi casa y me aislé por completo, seguía en la escuela de artes y cuándo estaba en clases intentaba aparentar estar bien, hasta me empecé a liar con una chica, realmente me gustaba pero tampoco era algo más allá, quizás la utilizaba para calmarme y si así era, he de decir que fui la persona más gilipollas que pueda existir.
Iba al psicólogo y hacía todo lo que se me había dicho que tenía que hacer, dejé de tomar la medicación por los efectos que me notaba y decidí superar todo por mis propios medios.
Mala decisión entonces estando todo tan fresco.
Un día, estaba en clases de dibujo artístico, realmente no me gustaba y el estar en un ambiente incómodo hacía 
A lo que vamos, era temprano y comencé a sentirme mareado, le pregunté si podía salir de clase un rato al pasillo para coger un poco el aire y ver si me recuperaba.
Cinco minutos.
Diez.
Quince.
Entonces decido entrar, justo cuándo voy a cruzar la puerta sale la chica de la que les hablé y me desplomo encima de ella.
Empecé a convulsionar y a dejar de respirar, lloraba a mares y se me salía la saliva por la comisura de la boca.
Me llevaron al suelo, seguía temblando, fui consciente de todo, de cómo mis músculos se iban engarrotando poco a poco, de cómo no podía controlar la respiración y de cómo el corazón se me disparaba a unas velocidades de vértigo.
De casualidad, habían conocidos en míos en el pasillo que vinieron corriendo a ayudarme, la profesora salió y llamó a la ambulancia.
Noté cómo el corazón dejaba de latir y de cómo todo se volvía negro por segundos.
Volvió a funcionar.
Sentí una paz abrumadora, dolorosa incluso.
Tenía a cuatro personas a mi alrededor, dos atendiéndome, la chica de la que hablé estaba llorando al lado mía y la profesora corría de un lado para otro esperando a que llegara la ambulancia.
Sí, había vuelto a sufrir otra crisis de ansiedad.
Otra puta crisis más.
Cuándo se suponía que poco a poco estaba mejorando algo todo.
Los pocos avances que había hecho desaparecieron, dejé de ir a la escuela y cuándo llegaron las navidades empecé a trabajar en una empresa de juguetes.
Me despertaba todos los días a las 7:30, cogía la guagua y salía de trabajar a las 23:00, de lunes a lunes, sin días de descanso, ahí adquirí un nivel de responsabilidad que no imaginaba tener con esa edad, mejoré, mejoré mucho y empecé a conocer a otra chica, vamos a llamarle Luna.
Hablaba todos los días con ella, todos, desde por la mañana hasta por la noche, en cada hueco que tenía en el trabajo, sentía que era mi salvavidas.
Y bueno, realmente por aquél entonces lo fue.
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El principio de todo
Me llamo Javi y esta es mi historia.
Comencemos hace unos años, exactamente dos años y medio. Aquí empezó todo lo que ha marcado mi vida y lo que me ha definido cómo persona.
Por aquél entonces estaba saliendo con una chica (Vamos a llamarla Ana aunque no sea su nombre real).
Recuerdo que le quería muchísimo, compartimos muchísimo tiempo juntos al igual que compartíamos amistades. La conocí una tarde en Santa Catalina, estaba patinando con los amigos de siempre, íbamos religiosamente todos los sábados al skatepark para pasar el día juntos.
Bueno, a lo que íbamos, Ana. Vino con un grupo de amigas y bueno, no recuerdo bien cómo siguió todo pero acabamos hablando todos con todos y fue entonces cuando se empezaron a crear lazos entre ambos grupos, poco a poco empezaron a bajar con nosotros todos los sábados y más tarde empezamos a quedar más días, el roce hace el cariño se dice y así fue, comencé a hablar con Ana y bueno, acabamos teniendo una relación.
Todo iba sobre ruedas hasta que un día Ana, mientras lloraba de los nervios me dijo que tenía un amigo desde hace tiempo en otra isla y que iba a venir a visitarla, todo estaba ya preparado desde hacía tiempo pero por aquél entonces ella no me conocía.
Recuerdo que esto sucedió así varias veces y que siempre le decía que se calmara, que todo estaría bien y que si pasaba algo entre ellos dos era normal ya que se conocían desde hace mucho tiempo y se habían visto una sola vez antes.
Poco después Ana se orló, cómo no, fui a la gala y por la noche fuimos a la fiesta, fue entonces cuando la conocí por primera vez, sí, aquí entró en escena la ansiedad, notaba cómo los nervios subían cómo un puño por mi garganta junto con unas náuseas horribles me empujaban de forma salvaje al baño, nunca llegué a vomitar pero dicha situación hizo que odiara las fiestas por el resto de mi vida.
Su madre me vino a buscar a la fiesta y me llevo a su casa, intenté dormir cómo pude y dejar que pasara todo mientras tenía mil pensamientos arremolinados en mi cabeza ¿Qué me había pasado? ¿Qué eran esas sensaciones tan extrañas que había tenido? ¿Por qué había sucedido? Me culpé, cómo no pensé que era porque era débil y que me había pasado por la sensación de agobio por la gente. Primer error.
Al día siguiente me marché a mi casa, no sé si el día después de ese llegaba el chico en cuestión o si era para el otro, el caso era que le habían organizado una fiesta de bienvenida y realmente yo no quería ir, sólo quería que esa semana pasara tan rápido cómo pudiera. La prima y la hermana de Ana me insistieron en que fuese y a regañadientes dije que sí y que además no le dijeran nada a ella porque quería darle una sorpresa ya que ella se pensaba que no iría.
Llega la tarde y entro por la puerta del local, ella me miró con una cara extraña y le sentí más fría que de costumbre y cómo no, allí estaba él, de pie, mirando cómo bajaba por las escaleras y sin rencores por los insultos que me había dirigido esta persona por Twitter, le tendí mi mano en señal de respeto y de confianza. Segundo error.
En el transcurso de la fiesta notaba cómo cada vez que yo estaba con Ana, él se alejaba cabizbajo a algún lugar del local evitando vernos, todos le prestaban atención ya que se suponía que debería de estar feliz y realmente, todos son todos, incluyendo a Ana. Más tarde esa misma noche me enteré de que todos se iban a quedar a dormir allí mismo y a mí no se me había avisado ni dicho nada, cómo si eso no fuera conmigo.
Me fui.
Al día siguiente los padres de Ana me invitaron a comer. Imagínate la escena, Ana, su hermana, el chico y yo, todos juntos, yo realmente quería salir corriendo de allí, no quería saber nada más de él. De pronto, Ana se levanta llorando y se va a la habitación de los padres. Le sigo. Me dice que esa misma noche, por un juego, se había besado con él y que se sentía cómo una mierda, yo le dije eso, que era sólo un juego, que no se preocupara y que realmente me lo esperaba y que lo entendía.
Esa semana fue horrible, nunca me voy a olvidar cómo cada vez que quedábamos todos el se apartaba a llorar para llamar la atención de Ana y que así se fuera con él, nunca me voy a olvidar de las noches que se quedó a dormir en su casa ni de las veces que se fueron solos por ahí días enteros, en aquél entonces no tengo la visión que tengo ahora de todo y por ello me sentía muy mal, los putos celos me devoraban día tras día y cada vez más me veía cómo una mierda de persona por tener celos y por desconfiar de ella.
Domingo, el volvió a su isla y ella la siguiente semana se iba a Madrid, decidí entonces pedirle un tiempo para pensar ya que me encontraba muy mal y no sabía nada de lo que sentía ni por ella, ni por nadie. Me limité a patinar y a salir con los que entonces eran mis amigos.
Estando ella en Madrid cambié de opinión, no creí que el darnos un tiempo fuera lo mejor, claro, eso nunca le funciona a nadie ¿Por qué a mí sí?. Entonces volvió, el primer día se fue con sus amigas y el segundo vino a mi casa. Nos fuimos a mi habitación, nos acostamos y de pronto la escucho llorar, pensando si había hecho algo mal le pregunto y me responde que no era eso, que era que no podía más y que no sabía si me quería, que había pasado algo con aquél chico y no sabía lo que sentir. Entonces es cuándo mi mundo se viene abajo, primer ataque de ansiedad. Se va de mi casa y yo aprovecho para salir a caminar y despejarme. Vuelvo a casa y nada más cruzar la puerta mi madre me cuenta que esa misma tarde mi tía abuela había fallecido. No pronuncié una sola palabra hasta el día siguiente, que fui al velatorio a verla. Justo después de salir del velatorio decidí ir al skatepark con los colegas, les notaba fríos, distantes, por aquél entonces no sabía lo que pasaba.
Llega el sábado y vuelvo al parque, sigo notando a todos distantes, les pido favores y me dan largas, al volver a mi casa decido crear un grupo de Whatsapp con todos los que frecuentábamos por allí y les pregunto si pasa algo conmigo y les digo de quedar un día todos para hablarlo en persona. Me dan largas y decido que me lo digan por ese mismo grupo.
Personaje, victimista, mal amigo, hijo de puta, gilipollas.
Se me dijo todo lo que me tenían que decir y tras decir una expresión sin ánimo de ofensa, se me amenaza con pegarme una paliza.
Primera crisis de ansiedad, de noche, en mi casa, sólo recuerdo desplomarme en el suelo y despertarme dentro de la ambulancia con una mascarilla de oxígeno puesta. Recuerdo cómo me dijeron que lo que había sufrido tenía nombre y apellidos “Crisis de ansiedad” y “trastorno depresivo”. Sentí cómo mi mundo desaparecía por completo y cómo se me destrozaba el pecho.
Me recetaron antidepresivos y calmantes.
Se me obligó a ir a un psicólogo y a un psiquiatra.
Era un enfermo, un enfermo mental.
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