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#novelagrafica#comics#srflavio#pilotodetormenta#surfercalavera#lamaquinadematarpajaros#elleondelritmo
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El paso de la inocencia a la locura. El bicho del rocanrol que se mete en las venas a través de los oídos, que te transforma en cualquier cosa, si la asumes como un estilo de vida.
Desde el inicio Mariano Ludueña nos narra las situaciones límite que toda banda de rock (Supercampeones) encuentra en esa carretera que, a mil, los conduce un bus de gira. Con toda esa carga de emociones con la que están viviendo su sueño, la velocidad los acerca a la frontera de la muerte. Drogas, licor, porno, mujeres, aceleradores y, de pronto, la tierna imagen del colegio primario en donde Santi le pide a Tommy ser su primer mejor amigo. Amistad que sólo esa muerte, que coqueteaba cada día con ellos, los habría de separar, pasando por todo lo que conlleva una amistad verdadera: traiciones, peleas, y perdones.
No sé si exista una literatura del Rock por estas tierras latinoamericanas, es decir libros de ficción, novelas y cuentos. Lo que sí tengo claro es que dentro de los libros que he leído sobre el tema, Rockeros de Mariano Ludueña, apunta a ser un clásico, un libro de culto. Más aún, que esta publicación es una primera entrega, de tres que están en proceso de creación. Lo que nos mantendrá expectantes sobre lo que venga para Supercampeones en esta guerra del Rocanrol.
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Quienes son los nuevos escritores Malditos sudamericanos? El argentino #MarianoHachaxLudueña
Luego de tres libros de cuentos #Detodoloquevirecuerdolamitad y #Lamitadquenorecuerdo, Ludueña presenta la primera parte de la trilogía #Rockeros todas editadas por #pilotodetormenta (www.pilotodetormenta.com.ar)
Aquí el prologo escrito por el peruano #MartínRoldanRuiz (de quien hablaremos más adelante)
La mejor de todas las guerras es la del Rocanrol.
Dicen que en la guerra de Vietnam los soldados estaodinenses eran demasiados jóvenes para tomarse una cerveza en un bar de Nueva York o Los Ángeles, pero no para masacrar inocentes en matanzas como la de Mai Lai o morir en una aldea vietnamita olvidada. En ese sentido, sueltos en las selvas de ese país, los veteranos declararían que en sus pelotones se sentían dentro de una banda de Rocanrol. Podían hacer lo que querían, se drogaban, se emborrachaban, violaban, y las camorras la encontraban cada vez que salían de patrulla. La adrenalina era total. “Las M-16 eran nuestras guitarras, y nosotros sabíamos tocar muy bien”, declaraban. Y de tanto desbande bélico y patriota, si no los mataba un balazo comunista, terminaban muertos en vida, deambulando por las calles de sus ciudades que nunca pudieron hacerles olvidar esa selva intrincada, como sus traumas.
De hecho la historia del Rocanrol está llena de desbandes juveniles dentro de sociedades conservadoras, más allá de las aventuras de bandas que ahora son clásicas y del agrado de nuestros viejos, pero que en su tiempo adjetivos como Rocanrolero, o nombres como The Rolling Stones, fueron sinónimos de vándalos, pandilleros, delincuentes, drogadictos. Aunque sé que la comparación es exagerada, no pude evitar sentir esa sensación de que todo estaba permitido, como en una guerra, mientras leía las páginas de Rockeros, de Mariano Ludueña, con la salvedad de que esa guerra estaba siendo librada en el interior de cada uno de sus personajes, y en vez de matar gente se estaban matando a sí mismos. De verdad es preferible una banda de locos que van de barrio en barrio destruyéndose musicalmente con sus distorsiones acidas y sus ritmos anfetamínicos, que un contingente de reclutas desquiciados que van de pueblo en pueblo, matando a balas y granadas en nombre de la patria o la libertad. Por eso pienso que la mejor de las guerras es la del Rocanrol.
Es que de un inicio Mariano nos narra las situaciones límite que toda banda de rock encuentra en esa carretera que, a mil, los conduce un bus de gira. Con toda esa carga de emociones con la que están viviendo su sueño, la velocidad los acerca a la frontera de la muerte. Drogas, licor, porno, mujeres, aceleradores, y de pronto la tierna imagen del colegio primario en donde Santi le pide a Tommy ser su primer mejor amigo. Amistad que solo esa muerte, que coqueteaba cada día con ellos, los habría de separar, pasando por todo lo que conlleva una amistad verdadera: traiciones, peleas, y perdones.
El paso de la inocencia a la locura. El bicho del rocanrol que se mete en las venas a través de los oídos, que te transforma en cualquier cosa, si la asumes como un estilo de vida, es el precio por vivir de manera autentica, sin caretas.
Es común a todos los que nos gusta el rock, ese sublime primer encuentro con sus distorsiones. Un concierto casual que el papá de Santi le haría ver y escuchar, para que ese niño nunca más sea el mismo, porque sentiría que eso era lo que deseaba para su vida: Las guitarras y los escenarios. O como Tommy, que escuchaba en una pequeña radio a pilas, un programa de rock, donde encontraría esas canciones que se vuelven el soundtrack de una vida. Hechos tan cercanos, como dije, para los que nos gusta el rock, que me hicieron volver a vivir, cuando era un niño en el barrio de Breña, en Lima, Perú, a finales de los setenta. Yo jugaba a la pelota entre las pistas y las esquinas, y los muchachos mayores bebían sus tragos, mientras que de una vieja grabadora salían a todo volumen las canciones de Led Zepellin, Deep Purple, AC/DC, April Wine, Uriah heep, entre otros. Así crecí, y ya de adolescente, como Tommy, prefería quedarme los sábados en las noches para escuchar el programa Rock Clásico, en la desparecida emisora Stereo Lima 100; mientras, mis amigos, se divertían en las fiestas escolares de un local cercano a mi casa. No me importaba, esas noches fueron más productivas para mí, porque poco tiempo después formaría mi banda de Hardcore Punk.
Pero hay algo en este libro que no se limita al gran desbande que es el ascenso y caída de la banda de rock Supercampeones. Es el descontento que encontramos en cada uno de sus integrantes: Santi, Tommy, Pinche Culero y Doble V. Amén de Verrugas, desaparecido de la banda y de sus vidas, en un acceso de hastío. Más allá de las “aventuras” que presenta este libro, y que podía ser considerado dentro de las innumerables narraciones sobre Sexo, Drogas y Rocanrol, asistimos a la decadencia existencial de sus protagonistas. Uno podría contentarse con ese malditismo de todo rockero; con el salvajismo de un guitarrista que consigue drogas, mujeres y situaciones límite; con esa libertad ficticia del que no tiene barreras. Pero no, lo que hace distinta a esta narración, es la dimensión humana de estos personajes que han conseguido alcanzar sus sueños, tener una banda de rock y tener el éxito que pocos alcanzan, pero que no les ayuda a librarse de esa carga pesada que es encontrar una verdadera razón de existir.
Sobre Tommy dice el narrador: “Comparada con la de otra gente, su vida no era tan dura de llevar. Era el cantante de una banda de Rock. Un trabajo soñado, que a él parecía no alcanzarle”. Y sobre el acelerado recorrido de Supercampeones hacia su extinción: “Eran pibes de barrio que hacían lindas canciones y se hicieron mounstruos horribles e insaciables. Devoraban todo lo que puede hacer olvidar a una persona, en lo que se ha convertido”.
No sé si exista una Literatura del Rock por estas tierras latinoamericanas, es decir libros de ficción, novelas y cuentos. Lo que sí tengo claro es que dentro de los libros que he leído sobre el tema, Rockeros de Mariano Ludueña, apunta a ser un clásico, un libro de culto. Más aún que esta publicación es una primera entrega, de tres que están en proceso de creación. Lo que nos mantendrá expectantes sobre lo que venga para Supercampeones en esta guerra del Rocanrol.
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6/9 sensacional presentación en CAÑA. #pilotodetormenta #Marianohachaxludueña #rockeros
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Ilustrados por el artista uruguayo #Pedrodalton.
Cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Horacio Silvestre Quiroga Forteza nació en la localidad de Salto el 31 de diciembre de 1878. Maestro de los relatos breves ambientados en escenarios salvajes y adversos a los humanos, fue comparado con Edgar Allan Poe. Vivió en Uruguay hasta que a los veintitrés años, y luego de matar accidentalmente a su mejor amigo, decidió emigrar a la Argentina donde residió más de tres décadas en lo profundo de la selva en la provincia de Misiones. A los cincuenta y ocho años se suicidó bebiendo un vaso de cianuro en el Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
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¿Maldito? ¿Simbolista? ¿Bohemio? Charles Baudelaire (París, 1821—1867) fue eso y a su vez no. No lo fue porque estas categorías con las que se lo nombró surgieron a posteriori de su gran y lúcida obra y, sobre todo, gracias a su obra. Sin embargo, ahora sí lo afirmamos, Baudelaire fue un gran poeta maldito que, con su bohemia, dio paso a esa gran corriente artística llamada simbolismo. No obstante, lo cierto es que Baudelaire fue el primer poeta en convertir al arte en una reacción furiosa contra la vida moderna y contra los disciplinamientos sociales que nos avasallan con su fastuosa necesidad de abarcarlo todo. Y eso lo convirtió en un clásico.
Así como su arte, su vida también fue audaz: dilapidó una herencia paterna entre prostitutas, hachís, opio y absenta; escribió artículos en revistas (recopilados, en parte, en Curiosidades estéticas y El arte romántico); tradujo autores tan singulares como Theodor Amadeus Hoffmann, Edgar Allan Poe (otros dos grandes “malditos” de la literatura) y publicó una extrañísima novela: La Fanfarlo (1847). Participó activamente en la revolución de 1848 y navegó las noches parisinas como un auténtico explorador. En 1857, salió a la luz Las flores del mal, obra que generó una explosión en la poesía mundial que todavía, hoy, mantiene sus resonancias.
En esta edición de Clásicos Ilustrados, magníficamente traducida por Pablo Krantz y dibujada por Pedro Dalton, retomamos El Spleen de París (también llamada Pequeños poemas en prosa), un asombroso poemario en prosa que, junto con Las flores del mal, llevó a Baudelaire a ser considerado el padre, o, mejor dicho, el gran profeta de la poesía moderna.
#elspleendeparis#charles baudelaire#pablokrantz#pedrodalton#ilustraciones#poesiamaldita#pilotodetormenta
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El León del ritmo, girando con LFC, péndula entre un diario de viaje y una crónica que relata la historia del rencuentro de los Fabulosos Cadillacs. Sin embargo es más, mucho más, porque lo podemos leer como la experiencia de vida de un hombre entrando en la madurez, cuyas sueños, metas y aspiraciones no fueron la media del adolescente latinoamericano en la década de los ochenta. Por eso, entre las líneas de este libro recupera personajes y anécdotas inéditas del influyente rock argentino de las últimas dos décadas del siglo XX en primera persona, simplemente porque el Flavio Cianciarulo estuvo allí.
En este nuevo libro, la personalísima pluma del Sr. Flavio - que con los años se perfila como un prolífero escritor que se permite pasar de una historia de misterio con aroma local en la ciudad de Mar del Plata, como lo demuestran sus dos anteriores libros; a transmitir la sensación de estar en back stage del Madison Square Garden de NY repleto y a punto de salir al escenario - nos permite llegar a la medula de una de las bandas argentinas más influyentes en el sonido latinoamericano de las últimas décadas. Más actuales que nunca, LFC siguen rodando y reinventándose.
Escrito en hoteles, aeropuertos y detrás de los escenarios, Flavio Cianciarulo describe imágenes, situaciones y sensaciones del regreso de LFC a la escena en 2010 y culmina en 2017 en la ciudad de Nueva York.
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Rockeros es la primera entrega de una trilogía que narra el ascenso, consagración y caída de SUPERCAMPEONES, una banda ficticia que tras alcanzar la cima, cae como un Boeing sin nafta. En su primera novela, Ludueña continúa explorando ese subgénero tan particular que el mismo denomina como “realismo tóxico”, donde “ficción” y “realidad” se entrelazan y potencian para ofrecer historias perturbadas, malditas e insolentes.
Ludueña escribe sin anestesia, provocando con brutalidad y gesto pero a su vez con ternura y humor. Sus libros son un viaje por un territorio desalmado, oculto para el grueso de las personas, pero en definitiva conocido: músicos marginales, traficantes de poca monta, jóvenes millonarias, tipos conflictuados, policías corruptos, travestis cuchilleras, matones de barrio, estafadores…
DE TODO LO QUE VI, RECUERDO LA MITAD, (2012) y LA MITAD QUE NO RECUERDO son sus dos libros de cuentos que a esta altura ya tendrías que haber leído.
Acá un adelanto/ biopic de SUPERCAMPEONES, la banda estrella de Rockeros:
Tommy es el cantante, guitarrista, la cara y líder natural de la banda pero sufre ataques de pánico nucleares que lo sacan de pista. Santi es el guitarrista de aspecto vikingo, “El Dios del Rock”, pincheto y problemático. Junto a Tommy - su mejor amigo- son los miembros fundadores de SUPERCAMPEONES. Ramón Ruiz, se hace llamar Doble V (en honor al licor más barato del mercado). Es el mejor baterista de la ciudad pero es un ser humano detestable y odia a Santi, su enemigo dentro de la banda Está de novio con Lito, su mejor amigo y su técnico de batería) León Cienfuegos (Pinche Culero) es el bajista. Entró en reemplazo de Verruga, el primero que fue devorado por el rock y es el único que no pertenece a la clase media local. Es hijo de un narco mexicano al que el cartel lo dio de baja y una famosa modelo argentina. Le dicen Pinche porque en México significa malo, ruin. Culero porque traficaba coca metida en el culo. Un músico muerto. Décadas de carrera musical. Cuatro discos multiplatino. Un millón de copias vendidas. 1322 shows en vivo. Esta es la historia de como egos, mentiras, drogas, deslealtad y la ambición desmedida hicieron estrellar la nave que los llevaba a conquistar el universo.
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