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a ojo cerrado.
En el reloj digital con correa de nubes y arco iris va pasando las dos y media de la tarde, Angelita y yo vamos descendiendo por la avenida principal sobre una bicicleta roja que nos dobla en tama帽o. Todos los d铆as despu茅s de llegar del colegio, ella me deja ir en el tubo superior para comandar nuestra misi贸n cuando no tiene ganas de guiar o proteger nuestro camino, o al menos es lo que ella me dice para que crea que ya estoy grande y puedo tomar las direcciones de mi vida. Pero yo no le creo nada, ni estoy grande ni tengo idea de que es una direcci贸n de la vida, s贸lo le hago caso porque me gusta sentir el viento en contrav铆a y los crespos alborotados que se enredan en mi cara para no dejarme ver. Lo que s铆 creo es que esa decisi贸n,聽es su esfuerzo m铆nimo para evitar hablar de c贸mo se siente, que la tristeza y soledad la recorren de pies a cabeza al recordar la distancia que la separa de lo que m谩s quiere. S茅 cuando est谩 preocupada porque empieza a pedalear m谩s r谩pido, cierra sus enormes ojos para presumir las peque帽as venas violetas que se asoman entre sus pesta帽as superiores, yo pienso que le lucen聽con su piel virgen y p谩lida y se complementan con los c铆rculos oscuros que son parte del聽regalo gen茅tico que le ha heredado su padre. Me pierdo en los rayos del sol que atraviesan por las ramas de las ceibas que hacen parte del paisaje y se estacionan sobre el piso con peque帽os pelos de color magenta que ha dejado la temporada de pomarosa. Me concentro de nuevo en lo que est谩 en frente, 驴qu茅 hay en frente tuyo all谩 arriba?, apuesto a que Angelita s贸lo puede notar c贸mo la oscuridad se va desvaneciendo y su visi贸n se torna roja al tener contacto directo con el cielo, cielo que cela por estar arriba de lo que m谩s anhela ver. Los rayos le reflejan el sudor, los pelitos claros y las cicatrices que聽se hizo en sus delgadas piernas mientras aprend铆a a usar los patines de l铆nea con ruedas rosadas que le dieron para navidad cuando ten铆a 7 a帽os de edad. Aunque tiembla por soportar los treinta y cinco kilogramos adicionales de mi peso y el recorrido bajo el sol del medio d铆a, no se detiene, creo que ella s铆 ha marcado la direcci贸n de la que me habla, as铆 como un pirata que conoce sus aguas y todo lo que se puede encontrar en la profundidad. Angelita sabe que si se detiene, se quiebra, y se sumerge en un mar profundo de pensamientos, oscuro y con criaturas desconocidas a las que no les puedes hallar forma, pero te aprisionan聽para no dejarte respirar, similar a esos pensamientos que aparecen cuando idealizas聽lo que podr铆a ser, o m谩s a煤n, lo que pudo haber sido si el poder de un sentimiento hubiese sido m谩s grande que las ganas de destruirlo; o puede ser tambi茅n, similar a las criaturas聽que encuentras debajo de tu cama cuando eres ni帽o, o te esp铆an en la noche a trav茅s del peque帽o espacio entre la puerta y la pared. Me pregunto qu茅 habr谩 pensado en realidad durante esos minutos en que cerr贸 los ojos y los volvi贸 a abrir para dejar de pedalear.聽
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