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De Banquero a Locutor: Capítulo 6
Eran las cinco de la tarde cuando Javier terminó su jornada. Había estado trabajando intensamente en los informes financieros que debía entregar a la directora; pero aún no había conseguido terminarlos: faltaban unos datos estadísticos que solo podría conseguirlos al día siguiente cuando estuvieran abiertas las oficinas del Poder Popular Municipal.
Guardó los documentos en una carpeta, los puso en el archivo, cerró la puerta de su despacho y bajó las escaleras.
Afuera, había una pequeña fila de clientes esperando para entrar al banco que cerraba al público a las 8:30 pm. Recordó que no comía nada desde la mañana; pero más urgente que el hambre era su necesidad de hablar con alguien que lo comprendiera. Se le ocurrió que la Emisora de radio sería un buen lugar para encontrar un interlocutor comprensivo con ideas y consejos que lo ayudara a salir de aquel bache de confusión y angustia que lo abrumaba.
Radio Caribe quedaba muy cerca, así que se puso en marcha. Era la hora en que la mayoría de la gente salía del trabajo, los autobuses pasaban abarrotados, el tráfico era denso. Caminó en pocos minutos las cuatro manzanas que lo separaban de la emisora y al llegar se sentó en uno de los bancos del jardín a esperar que apareciera alguna cara conocida. Tan concentrado estaba Javier mirando hacia la puerta que no vio llegar a Ramsy desde la calle.
- Hola!
- Eh? Ah, eres tú, perdona, no te vi - dijo Javier y le estrechó la mano
- Esperas a alguien?
- A nadie en especial. Solo pasaba por aquí y se me ocurrió entrar a la cabina de transmisiones
- Ya! Pero no puedes hacer locución todavía, tiene que aprobarlo antes el "consejo de sabios"- dijo Ramsy con una media sonrisa.
- Te refieres a Doris, Piedra y compañia?
- Anja!
- Pero puedo sentarme a mirar cómo se hacen las cosas, verdad?
- Eso si es posible.
- Lo que no tengo es un pase.
- Ya lo tendrás; pero hoy puedes pasar conmigo: tengo el turno de noche.
- No te buscaras algun problema si me dejas entrar?
- Tranquilo: a esta hora sólo estamos el locutor, un periodista de guardia y yo. Vamos!
La recepción de la emisora estaba desierta. Javier siguió los pasos de Ramsy y pronto estuvieron en la sala de transmisiones compuesta por dos piezas: un cubículo pequeño que contenía una consola de 12 canales, un tocadiscos, dos bocinas grandes y el asiento del operador de sonido. El otro, más amplio, podía verse a través de un cristal doble: era un salon a prueba de ruidos habilitado para dos locutores.
En ese momento, se veía un anunciador que, al parecer, estaba repasando un impreso con el boletín de noticias que saldría en unos minutos, a las seis y diez.
- Ahora, silencio absoluto, Javier. Transmitiremos en vivo - indicó Ramsy - Siéntate a mi lado, relajado. Cuando empiece la programación grabada, en quince minutos, podremos conversar.
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De Banquero a Locutor: Capítulo 5

La caminata hasta el centro de la ciudad le abrió el apetito. En la esquina, frente al banco, había una cafetería abierta las 24 horas, así que Javier pidió una limonada y un pan con croqueta. Se sentó a comer en una de las mesas del portal y observó la ciudad que empezaba a despertar. Una bandada de gorriones aterrizó en la acera: los pajarillos buscaban desesperadamente algo de comer. Javier hizo migajas la mitad de su pan y se las lanzó al suelo. Observó cómo las pequeñas aves se disputaban cada pedazo: "Si, amiguitos: luchen duro por la supervivencia" - murmuró.
Terminó el desayuno, miró el reloj y cruzó la calle.
Solangel llegó a las 6: 50 am, aparcó su Lada color crema en el espacio reservado y al ver a Javier preguntó burlona:
- Te botaron de la casa,"artista"?
- Tal vez, "compañera directora".
- Tu mujer está de acuerdo?
- Mejor ni preguntes. Vamos, abre de una vez: quiero terminar hoy mismo los informes.
- Tan apurado estás por dejarnos?
- Sol, por favor!
- Javi: me tienes preocupada. Se te ha metido esa fantasía en la cabeza!
- Es un trabajo novedoso...
- Todo es novedoso hasta que se convierte en rutina. Qué no se te olvide.
Abrieron la puerta en silencio: Solangel entró a su despacho que era el primero a la izquierda y Javier se escabulló escaleras arriba, donde había instalado su buhardilla tres años atrás. Encendió la luz, sacó unos papeles del archivo y se acomodó tras el buró.
Echó una mirada en derredor y recordó como, al llegar nuevo, no tenía oficina individual y descubrió este cubículo que era un almacén de tarecos: máquinas de escribir destartaladas, sumadoras del año de la bomba, pantallas de las primeras computadoras que se inventaron, entre otros hierros y artefactos oxidados.
Se ofreció a limpiarlo todo con trabajo voluntario: trabajó toda una semana sacando trastos y trasladándolos en una camioneta prestada hacia el rastro del Municipio donde le pasaron inventario y transfirieron el escaso valor de aquello a una cuenta del Banco Popular. Todo el mundo había quedado contento y él se ganó su espacio de trabajo.
Pero ahora, de pronto, iba a renunciar a su zona de confort por la aventura. Sería ésto de verdad una ilusión?
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De Banquero a Locutor: Capítulo 4.

Entonces es en serio? - Le preguntó a Javier la directora del banco.
- Sí, Solangel, debo empezar a principios del mes próximo. Aquí tienes mi solicitud de baja.
- Ante todo, quiero los informes financieros al día.
- Lo tengo claro.
- Así que te vas con la farándula, eh?
No fue la última vez que escuchó la palabrita "farándula" dicha en tono suspicaz. Todos estaban en su contra; pero la peor fue Aida, su mujer:
- Ahora sí te volviste loco! Cómo vas a mantener esta familia con ese salario de mierda!
- Es poco al principio, pero me esforzaré en ganar más. Todo dependerá de mi en el futuro...
- Ja! El futuro de la farándula: mucho ron, muchas mujerzuelas, vida de vacilón, vacaciones eternas...La fama!
- Yo intento hablar seriamente contigo y tú me sales con eso...
- Piensas que todo será fácil.
- Es mi vocación!
- Vocación, eh?
- Yo no pienso retirarme siendo un viejo jorobado anónimo y con espejuelos de fondo de botella!
- Eres un pobre soñador, Javier!
Así terminó el primer round del combate. Esa noche durmió en el sofá. Se despertó a las cinco de la mañana; por suerte, el niño estaba tranquilo y no se había despertado en la madrugada. El apartamento estaba en silencio, pero internamente se sentía agitado, pero debía sobreponerse y seguir con su proyecto. Se preparó un café negro, bien cargado, se dió una ducha y se vistió. Saldría a caminar y organizar sus próximos pasos.
"Hay que pensar mientras los enemigos duermen" - murmuró la frase predilecta del difunto abuelo Ramón.
Entró al cuarto del niño, lo besó suave en la cabecita, dió media vuelta y salió de la casa. La mañana estaba fresca y olía a hierba recién cortada. Lo más seguro era que la tarde anterior habían pasado a podar el jardín.
" Será verdad que lo que quiero es la fama?" - pensó, mientras recordaba la reprimenda de su mujer. "Bueno, que la gente lo recuerde a uno, que lo quieran por su trabajo, que te pidan un autógrafo, qué tiene de malo?"
Dió la vuelta a la manzana y se encaminó al banco. Aunque el servicio al público comenzaba a las nueve, Solangel siempre llegaba antes de las 7 de la mañana. Javier la esperaría para entrar a la oficina y ponerse a trabajar en los informes del mes. Era un papeleo inmenso; pero nada mejor que estar ocupado para combatir el estrés.
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De Banquero a Locutor: Capítulo 3

" Son los nervios, me tengo que controlar" - se dijo Javier, apretó la entrepierna y comenzó a leer en voz alta, proyectando hacia el micrófono. A pesar de las enormes ganas de orinar que tenía, su lectura trasmitía seguridad y dinamismo. Terminó en tres minutos, luego alzó el brazo derecho con el puño cerrado. Al notar que la luz roja de "Grabando" se apagó, se levantó y echó a correr hacia la salida. Los tres que estaban observándolo desde el otro lado del cristal, salieron a su encuentro.
- Qué te pasó? - le preguntó Doris.
- Necesito un baño: me hago pis!
- En la recepción, la primera puerta de la izquierda!
Javier fue objeto de burlas por parte del colectivo de la emisora durante todo un mes. Lo apodaron puño en alto, el meón, el corredor de fondo, el pichichi, entre otros. Pero, a pesar de todo, fue aprobado como locutor y empezaría en la cabina dando la hora y las noticias en vivo cada 30 minutos hasta que se le hiciera otra prueba que lo habilitara para trabajar en los programas de mayor complejidad.
- No tienes una voz grande; pero suena fresca y segura. Servirá para la programación juvenil. -
Le dijeron Doris Cairo y el gordo grande que la acompañaba en las audiciones, de nombre Orlando Piedra, que era el presidente de la comisión de evaluaciones.
Al quedarse a solas, el joven negro, alto y delgado que estaba en la cabina de audio, se le acercó:
- Ramsy - y le tendió la mano.
- Un placer. - le dijo Javier.
- Lo que te pasó es normal: son los nervios.
- Uf, que mal rato!
- Bienvenido, Javier. Aunque te aviso que éste jardín tiene buenas espinas.
De sesenta aspirantes sólo 5 aprobaron. Una señora llamada Andrea Palomo, que vivía en la ciudad de Santa Fé, de aproximadamente cincuenta años pero que tenía una voz de niña increíble; Mariela Pérez, con 28 años, de Nueva Gerona, dueña de una voz profunda, parecida a la de Doris Cairo. Alfonso Calderas, de 40 años, residente en la ciudad Victoria, con voz de bajo clásico perfecto para declamar poemas y Daysi Valbuena, de 23 años, una enchufada que era mujer de un camarógrafo de Isla-Visión, la TV local, que hablaba sin parar con voz de corneta mambisa.
Se reunieron todos con el director de la emisora, Pedro Cerviño, que los felicitó y les dio la bienvenida al colectivo artístico explicando además los nuevos planes de programación de ese año y las oportunidades que tendrían de desarrollarse.
Javier estaba muy feliz; pero a partir de ese momento tendría una tarea dura: convencer a su mujer de que dejar el Banco Popular de Ahorro para irse a trabajar en Radio Caribe no era una locura.
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De banquero a Locutor: Capítulo 2

Mientras esperaba su turno, Javier se devanaba los sesos pensando en una manera de explicarle a su mujer, con la que tenía un niño de 2 años, el cambio que planeaba dar. El banco era un trabajo serio, respetable y bastante bien pagado; sin embargo, su proyecto de ser locutor de radio sonaba aventurero y para colmo con una pobre remuneración, al menos, al principio. Ya lo había investigado: un locutor C podía ganar 198 pesos al mes y uno de categoría B, 211. Sin evaluación eran 171 pelados que comparándolos con los 280 pesos que ganaba como Asesor Financiero, se trataba de una buena diferencia monetaria. Pero la vocación, el amor por lo artístico, tironeaba fuerte. Le gustara a ella o no, él daría un giro diferente a su vida. Todo dependería del resultado de ésta audición.
Pasó una hora y todavía quedaban cuatro personas afuera. Javier leyó una vez más la hoja impresa que le habían entregado. Se trataba de unos titulares del día anterior y un artículo breve sobre el cuidado del medio ambiente.
"El tiempo avanza hacia el socialismo: En Radio Caribe son las nueve en punto" - se oyó la transmisión en vivo a través de una pareja de altavoces instalados en la entrada.
Un momento después salió la recepcionista:
- Javier Fernández Caballero!
- Aquí! - respondió Javier y sintió un salto en el estómago.
- Llegó su turno: Suerte!
La emisora era de mediano tamaño. Se trataba de un edificio de una sola planta, con una fonoteca, dos estudios de edición, un estudio de grabación y una sala de transmisiones en vivo.
Javier abrió una puerta que daba a un pasillo y se encontró con Doris Cairo. La locutora lo acompañó unos pasos sonriente y le indicó otra puerta a la derecha.
- Éste es el estudio de grabación. Adentro hay una mesa con una silla y un micrófono al frente. Proyecta tu voz a una cuarta del aparato. - explicó Doris
- Quien me dirá cuándo empezar? - preguntó Javier.
- Nosotros te escucharemos y te veremos a través de un cristal. Tú audición será grabada y valorada más tarde. Te daremos instrucciones a través de un intercomunicador. Es sencillo, te darás cuenta de todo con facilidad.- Doris abrió la puerta del estudio y lo invitó a pasar.
- De acuerdo. - dijo él.
- Respira profundo y concéntrate. - le indicó ella.
Javier entró y la puerta se cerró silenciosa a sus espaldas. Ante él había un salón forrado de terciopelo verde claro, a prueba de ruidos. Se sentó en la silla y desde allí vio a la locutora, junto a otro hombre grande y gordo y a un muchacho negro muy delgado que al parecer era el operador de audio. Puso el impreso sobre la mesa, acercó un poco el micrófono e inmediatamente sintió una voz metálica a través del intercomunicador instalado en la mesa.
" Cuando se encienda el cartel Grabando, puedes empezar"
Javier no descubrió el cartel a la primera y ya iba a preguntar cuando lo vio encendido a su derecha, bajo el cristal de la cabina de grabaciones, con letras grandes y rojas.
De pronto, le entraron unas fuertes ganas de orinar.
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De Banquero a Locutor: Capítulo 1.
Fue en los 90 del siglo pasado cuando Javier decidió cambiar su vida. Había estudiado finanzas por conveniencia y no por vocación. Para eludir el preuniversitario internado, eligió la escuela de economía de nivel medio que era la única opción externa que había en la Isla y al finalizar dos años de servicio militar obligatorio, optó por la carrera de licenciatura en contabilidad.
Le aburrían los números aunque se le daban bien. Consiguió una plaza cómo asesor financiero del Banco Popular de Ahorro ubicado en el centro de Nueva Gerona, la Ciudad Capital. Pero, al cabo de dos años, escuchó un anuncio en la radio: había una convocatoria abierta para locutores. Él sabía que no tenía una voz clásica de locutor; pero se sentía muy seguro leyendo en voz alta los versos que escribía cuando alguna chica le rompía el corazón. También era un ávido lector de todo tipo de novelas, poesías y artículos. Dumas, Poe, Shakespeare, Martí, Zolá y Cervantes eran sus autores preferidos. La literatura y el arte cada vez le interesaban más.
De modo que decidió presentarse e intentar pasar las pruebas en la emisora local: Radio Caribe. Necesitaba un nuevo proyecto de vida para sentirse realizado.
Compró varias revistas y el periódico del día para practicar la lectura en voz alta. El martes de esa semana, pidió tres días de vacaciones en el trabajo para dedicarse por completo a su preparación. Hizo gárgaras de agua son sal para aclararse la garganta y ejercicios vocales que lo ayudaron a mejorar los tonos de bajo. Leyó artículos de todo tipo repetidas veces durante 48 horas, hasta que, cuando se sintió listo, llamó a la emisora para anotarse en la lista de concursantes para el día siguiente, jueves, a las 8 de la mañana.
Corría el mes de abril, hacía fresco en el jardín de Radio Caribe. A esa hora ya habían llegado varios candidatos que se movían inquietos de un lado a otro. Pasados diez minutos, una de las más populares locutoras de la región, Doris Cairo, salió con varias hojas impresas en una carpeta y las repartió entre los presentes.
- Este es el texto que van a leer en la audición. Repasenlo despacio, sientanlo suyo, comuniquen un mensaje - explicó - En breve, los llamaremos por su orden de inscripción. Gracias por venir.
Luego, dió media vuelta y entró a la recepción. La suerte estaba echada, pensó Javier y se sentó a esperar.
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De Banquero a Locutor: Capítulo 5

La caminata hasta el centro de la ciudad le abrió el apetito. En la esquina, frente al banco, había una cafetería abierta las 24 horas, así que Javier pidió una limonada y un pan con croqueta. Se sentó a comer en una de las mesas del portal y observó la ciudad que empezaba a despertar. Una bandada de gorriones aterrizó en la acera: los pajarillos buscaban desesperadamente algo de comer. Javier hizo migajas la mitad de su pan y se las lanzó al suelo. Observó cómo las pequeñas aves se disputaban cada pedazo: "Si, amiguitos: luchen duro por la supervivencia" - murmuró.
Terminó el desayuno, miró el reloj y cruzó la calle.
Solangel llegó a las 6: 50 am, aparcó su Lada color crema en el espacio reservado y al ver a Javier preguntó burlona:
- Te botaron de la casa,"artista"?
- Tal vez, "compañera directora".
- Tu mujer está de acuerdo?
- Mejor ni preguntes. Vamos, abre de una vez: quiero terminar hoy mismo los informes.
- Tan apurado estás por dejarnos?
- Sol, por favor!
- Javi: me tienes preocupada. Se te ha metido esa fantasía en la cabeza!
- Es un trabajo novedoso...
- Todo es novedoso hasta que se convierte en rutina. Qué no se te olvide.
Abrieron la puerta en silencio: Solangel entró a su despacho que era el primero a la izquierda y Javier se escabulló escaleras arriba, donde había instalado su buhardilla tres años atrás. Encendió la luz, sacó unos papeles del archivo y se acomodó tras el buró.
Echó una mirada en derredor y recordó como, al llegar nuevo, no tenía oficina individual y descubrió este cubículo que era un almacén de tarecos: máquinas de escribir destartaladas, sumadoras del año de la bomba, pantallas de las primeras computadoras que se inventaron, entre otros hierros y artefactos oxidados.
Se ofreció a limpiarlo todo con trabajo voluntario: trabajó toda una semana sacando trastos y trasladándolos en una camioneta prestada hacia el rastro del Municipio donde le pasaron inventario y transfirieron el escaso valor de aquello a una cuenta del Banco Popular. Todo el mundo había quedado contento y él se ganó su espacio de trabajo.
Pero ahora, de pronto, iba a renunciar a su zona de confort por la aventura. Sería ésto de verdad una ilusión?
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De Banquero a Locutor: Capítulo 4.

Entonces es en serio? - Le preguntó a Javier la directora del banco.
- Sí, Solangel, debo empezar a principios del mes próximo. Aquí tienes mi solicitud de baja.
- Ante todo, quiero los informes financieros al día.
- Lo tengo claro.
- Así que te vas con la farándula, eh?
No fue la última vez que escuchó la palabrita "farándula" dicha en tono suspicaz. Todos estaban en su contra; pero la peor fue Aida, su mujer:
- Ahora sí te volviste loco! Cómo vas a mantener esta familia con ese salario de mierda!
- Es poco al principio, pero me esforzaré en ganar más. Todo dependerá de mi en el futuro...
- Ja! El futuro de la farándula: mucho ron, muchas mujerzuelas, vida de vacilón, vacaciones eternas...La fama!
- Yo intento hablar seriamente contigo y tú me sales con eso...
- Piensas que todo será fácil.
- Es mi vocación!
- Vocación, eh?
- Yo no pienso retirarme siendo un viejo jorobado anónimo y con espejuelos de fondo de botella!
- Eres un pobre soñador, Javier!
Así terminó el primer round del combate. Esa noche durmió en el sofá. Se despertó a las cinco de la mañana; por suerte, el niño estaba tranquilo y no se había despertado en la madrugada. El apartamento estaba en silencio, pero internamente se sentía agitado, pero debía sobreponerse y seguir con su proyecto. Se preparó un café negro, bien cargado, se dió una ducha y se vistió. Saldría a caminar y organizar sus próximos pasos.
"Hay que pensar mientras los enemigos duermen" - murmuró la frase predilecta del difunto abuelo Ramón.
Entró al cuarto del niño, lo besó suave en la cabecita, dió media vuelta y salió de la casa. La mañana estaba fresca y olía a hierba recién cortada. Lo más seguro era que la tarde anterior habían pasado a podar el jardín.
" Será verdad que lo que quiero es la fama?" - pensó, mientras recordaba la reprimenda de su mujer. "Bueno, que la gente lo recuerde a uno, que lo quieran por su trabajo, que te pidan un autógrafo, qué tiene de malo?"
Dió la vuelta a la manzana y se encaminó al banco. Aunque el servicio al público comenzaba a las nueve, Solangel siempre llegaba antes de las 7 de la mañana. Javier la esperaría para entrar a la oficina y ponerse a trabajar en los informes del mes. Era un papeleo inmenso; pero nada mejor que estar ocupado para combatir el estrés.
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De Banquero a Locutor: Capítulo 3

" Son los nervios, me tengo que controlar" - se dijo Javier, apretó la entrepierna y comenzó a leer en voz alta, proyectando hacia el micrófono. A pesar de las enormes ganas de orinar que tenía, su lectura trasmitía seguridad y dinamismo. Terminó en tres minutos, luego alzó el brazo derecho con el puño cerrado. Al notar que la luz roja de "Grabando" se apagó, se levantó y echó a correr hacia la salida. Los tres que estaban observándolo desde el otro lado del cristal, salieron a su encuentro.
- Qué te pasó? - le preguntó Doris.
- Necesito un baño: me hago pis!
- En la recepción, la primera puerta de la izquierda!
Javier fue objeto de burlas por parte del colectivo de la emisora durante todo un mes. Lo apodaron puño en alto, el meón, el corredor de fondo, el pichichi, entre otros. Pero, a pesar de todo, fue aprobado como locutor y empezaría en la cabina dando la hora y las noticias en vivo cada 30 minutos hasta que se le hiciera otra prueba que lo habilitara para trabajar en los programas de mayor complejidad.
- No tienes una voz grande; pero suena fresca y segura. Servirá para la programación juvenil. -
Le dijeron Doris Cairo y el gordo grande que la acompañaba en las audiciones, de nombre Orlando Piedra, que era el presidente de la comisión de evaluaciones.
Al quedarse a solas, el joven negro, alto y delgado que estaba en la cabina de audio, se le acercó:
- Ramsy - y le tendió la mano.
- Un placer. - le dijo Javier.
- Lo que te pasó es normal: son los nervios.
- Uf, que mal rato!
- Bienvenido, Javier. Aunque te aviso que éste jardín tiene buenas espinas.
De sesenta aspirantes sólo 5 aprobaron. Una señora llamada Andrea Palomo, que vivía en la ciudad de Santa Fé, de aproximadamente cincuenta años pero que tenía una voz de niña increíble; Mariela Pérez, con 28 años, de Nueva Gerona, dueña de una voz profunda, parecida a la de Doris Cairo. Alfonso Calderas, de 40 años, residente en la ciudad Victoria, con voz de bajo clásico perfecto para declamar poemas y Daysi Valbuena, de 23 años, una enchufada que era mujer de un camarógrafo de Isla-Visión, la TV local, que hablaba sin parar con voz de corneta mambisa.
Se reunieron todos con el director de la emisora, Pedro Cerviño, que los felicitó y les dio la bienvenida al colectivo artístico explicando además los nuevos planes de programación de ese año y las oportunidades que tendrían de desarrollarse.
Javier estaba muy feliz; pero a partir de ese momento tendría una tarea dura: convencer a su mujer de que dejar el Banco Popular de Ahorro para irse a trabajar en Radio Caribe no era una locura.
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De banquero a Locutor: Capítulo 2

Mientras esperaba su turno, Javier se devanaba los sesos pensando en una manera de explicarle a su mujer, con la que tenía un niño de 2 años, el cambio que planeaba dar. El banco era un trabajo serio, respetable y bastante bien pagado; sin embargo, su proyecto de ser locutor de radio sonaba aventurero y para colmo con una pobre remuneración, al menos, al principio. Ya lo había investigado: un locutor C podía ganar 198 pesos al mes y uno de categoría B, 211. Sin evaluación eran 171 pelados que comparándolos con los 280 pesos que ganaba como Asesor Financiero, se trataba de una buena diferencia monetaria. Pero la vocación, el amor por lo artístico, tironeaba fuerte. Le gustara a ella o no, él daría un giro diferente a su vida. Todo dependería del resultado de ésta audición.
Pasó una hora y todavía quedaban cuatro personas afuera. Javier leyó una vez más la hoja impresa que le habían entregado. Se trataba de unos titulares del día anterior y un artículo breve sobre el cuidado del medio ambiente.
"El tiempo avanza hacia el socialismo: En Radio Caribe son las nueve en punto" - se oyó la transmisión en vivo a través de una pareja de altavoces instalados en la entrada.
Un momento después salió la recepcionista:
- Javier Fernández Caballero!
- Aquí! - respondió Javier y sintió un salto en el estómago.
- Llegó su turno: Suerte!
La emisora era de mediano tamaño. Se trataba de un edificio de una sola planta, con una fonoteca, dos estudios de edición, un estudio de grabación y una sala de transmisiones en vivo.
Javier abrió una puerta que daba a un pasillo y se encontró con Doris Cairo. La locutora lo acompañó unos pasos sonriente y le indicó otra puerta a la derecha.
- Éste es el estudio de grabación. Adentro hay una mesa con una silla y un micrófono al frente. Proyecta tu voz a una cuarta del aparato. - explicó Doris
- Quien me dirá cuándo empezar? - preguntó Javier.
- Nosotros te escucharemos y te veremos a través de un cristal. Tú audición será grabada y valorada más tarde. Te daremos instrucciones a través de un intercomunicador. Es sencillo, te darás cuenta de todo con facilidad.- Doris abrió la puerta del estudio y lo invitó a pasar.
- De acuerdo. - dijo él.
- Respira profundo y concéntrate. - le indicó ella.
Javier entró y la puerta se cerró silenciosa a sus espaldas. Ante él había un salón forrado de terciopelo verde claro, a prueba de ruidos. Se sentó en la silla y desde allí vio a la locutora, junto a otro hombre grande y gordo y a un muchacho negro muy delgado que al parecer era el operador de audio. Puso el impreso sobre la mesa, acercó un poco el micrófono e inmediatamente sintió una voz metálica a través del intercomunicador instalado en la mesa.
" Cuando se encienda el cartel Grabando, puedes empezar"
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De pronto, le entraron unas fuertes ganas de orinar.
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Fue en los 90 del siglo pasado cuando Javier decidió cambiar su vida. Había estudiado finanzas por conveniencia y no por vocación. Para eludir el preuniversitario internado, eligió la escuela de economía de nivel medio que era la única opción externa que había en la Isla y al finalizar dos años de servicio militar obligatorio, optó por la carrera de licenciatura en contabilidad.
Le aburrían los números aunque se le daban bien. Consiguió una plaza cómo asesor financiero del Banco Popular de Ahorro ubicado en el centro de Nueva Gerona, la Ciudad Capital. Pero, al cabo de dos años, escuchó un anuncio en la radio: había una convocatoria abierta para locutores. Él sabía que no tenía una voz clásica de locutor; pero se sentía muy seguro leyendo en voz alta los versos que escribía cuando alguna chica le rompía el corazón. También era un ávido lector de todo tipo de novelas, poesías y artículos. Dumas, Poe, Shakespeare, Martí, Zolá y Cervantes eran sus autores preferidos. La literatura y el arte cada vez le interesaban más.
De modo que decidió presentarse e intentar pasar las pruebas en la emisora local: Radio Caribe. Necesitaba un nuevo proyecto de vida para sentirse realizado.
Compró varias revistas y el periódico del día para practicar la lectura en voz alta. El martes de esa semana, pidió tres días de vacaciones en el trabajo para dedicarse por completo a su preparación. Hizo gárgaras de agua son sal para aclararse la garganta y ejercicios vocales que lo ayudaron a mejorar los tonos de bajo. Leyó artículos de todo tipo repetidas veces durante 48 horas, hasta que, cuando se sintió listo, llamó a la emisora para anotarse en la lista de concursantes para el día siguiente, jueves, a las 8 de la mañana.
Corría el mes de abril, hacía fresco en el jardín de Radio Caribe. A esa hora ya habían llegado varios candidatos que se movían inquietos de un lado a otro. Pasados diez minutos, una de las más populares locutoras de la región, Doris Cairo, salió con varias hojas impresas en una carpeta y las repartió entre los presentes.
- Este es el texto que van a leer en la audición. Repasenlo despacio, sientanlo suyo, comuniquen un mensaje - explicó - En breve, los llamaremos por su orden de inscripción. Gracias por venir.
Luego, dió media vuelta y entró a la recepción. La suerte estaba echada, pensó Javier y se sentó a esperar.
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