Publicación semestral de la Universidad de los Andes (Bogotá, Colombia)
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Astronaut Scott Kelly has spent more time in space than any other American. He has also played solo ping pong with a ball of water and two hydrophobic paddles. Scott Kelly is an American hero.
Image Credit: NASA
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Michigan Engineers celebrated Halloween by metal casting a pumpkin at the Eda U. Gerstacker Grove. Casting is a technique that dates back thousands of years and is still used today to create new and innovative technologies. To learn more about casting and Materials Science & Engineering, visit www.mse.engin.umich.edu
Video by Joseph Xu/Michigan Engineering Multimedia Content Producer, University of Michigan
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Don’t try this at home!
I talked about the interesting structure of graphite (aka pencil lead) in our latest video:
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But I didn’t have time to touch on one of the fascinating side effects of this structure - graphite’s conductivity. A single, two-dimensional sheet of graphite (known as graphene) is the most conductive material we know about. Diamond is among the least conductive materials we know about.
Impure graphite - like the stuff we find in pencils - is somewhere in between. It’s more conductive than sea water and less conductive than steel. As free electrons flow through it, it lights up like a filament and puts out a lot of heat.
Some risk-taking YouTubers (MausolfB Education and ElectroBoom) demonstrated this property so you don’t have to.
Diamond photo credit: Macroscopic Solutions, Graphite photo credit: DerHexer
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Pencils pencils pencils! Watch the full video:
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And ask us more questions!
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Playing with a vortex cannon is a ton of fun, and they are remarkably easy to make. You can knock over cups or card houses, create art, or just try your best Big Bad Wolf impression. Or you can supersize things like one group in the Czech Republic did and build a 3m vortex cannon capable of firing 100m! (Seriously, watch it in action here.) And if you’d like to learn more about how vortex rings form and why they’re useful in nature and engineering, check out my vortex ring video. (Image credit: Laborky Cz, source; via Gizmodo)
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El ex-decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes, Eduardo Behrentz, reflexiona sobre lo que le espera a la ingeniería colombiana en el posconflicto.
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¡5 publicaciones! Y vamos por muchas más...
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La protección de los ecosistemas, las estrategias de recuperación de un medio ambiente destruido por la minería (legal e ilegal), y la mediación para licencias ambientales, entre otros, serán algunos de los desafíos de la Ingeniería Ambiental en el posconflicto.
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Las escuelas de ingeniería deben contribuir al cambio de pensamiento de sus estudiantes. Así se logrará un mejor país. Entrevista con el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Javeriana.
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A project by Timothy Dole. Mantua, NJ, USA.
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El proceso de paz con las Farc: una oportunidad para el desarrollo colombiano
Por Ana María Ibáñez*
La agenda de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aún en proceso de negociación, incluye un acuerdo denominado “Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural Integral”. El propósito general del acuerdo agrario es mejorar las condiciones económicas y sociales de las áreas rurales, fortalecer la presencia del Estado en este territorio y dinamizar la producción agropecuaria.
Concentrar la atención en las áreas rurales del país, tras la firma del acuerdo de paz, es importante por dos razones: en primer lugar, porque el sector rural se ha beneficiado menos que el sector urbano del crecimiento económico y la reducción de la pobreza, lo que ha generado una ampliación de la brecha urbano-rural (algunas regiones exhiben niveles de desarrollo de países de ingreso medio alto, y otras de países de ingreso bajo).
En segundo lugar, el conflicto armado colombiano tuvo como escenario principal el campo, con efectos sociales como el desplazamiento forzado, la destrucción de capital como herramienta de incertidumbre, y la constante victimización de la población rural. Esto ha generado unos altísimos costos económicos que retrasan el desarrollo rural y ponen una talanquera a la producción agropecuaria.
La población desplazada, que hoy bordea los seis millones de personas, proviene mayoritariamente de las áreas rurales del país. Más de la mitad de las familias desplazadas poseían tierras como su principal activo de producción. El lucro cesante anual por abandonar la tierra y la producción agropecuaria equivalía, en 2008, al 4.3 % del Producto Interno Bruto Agropecuario – PIB (Ibáñez 2008).
Además de estos efectos, el conflicto y la violencia reducen la producción agropecuaria de quienes continúan produciendo pese al conflicto armado. Pinilla (2013) estima que la violencia del conflicto armado reduce el PIB Agropecuario en un 5.8% anual. En un estudio de pequeños productores agropecuarios, Arias e Ibáñez et al. (2013) encuentran que el conflicto no sólo produce pérdidas por la destrucción, sino por la incertidumbre que conlleva residir en regiones con un conflicto armado activo. Dicha incertidumbre lleva a los productores a concentrarse en cultivos de baja rentabilidad pero bajo riesgo, a reducir el porcentaje de tierra explotada y a elevar la producción ganadera.
El diseño de políticas y su puesta en marcha en las regiones rurales, en especial aquellas que han estado bajo el dominio de los grupos armados ilegales es, por tanto, impostergable. Estos esfuerzos no deben depender de la firma del acuerdo de paz con las FARC. Se deben iniciar pronto.
[...]
Las condiciones de vida de la población rural y la precariedad de los servicios a los que pueden acceder los productores agropecuarios impiden que el país aproveche su capacidad productiva. El acceso a la tierra, principal activo productivo de los pobladores rurales, es bajo. La propiedad está altamente concentrada; la cobertura de bienes públicos productivos es escasa, y muy pocos productores agropecuarios cuentan con insumos esenciales para aumentar su productividad.
Además, muchas regiones rurales están aisladas de los centros productivos y de los mercados debido a la precariedad vial del país. Por último, el conflicto armado y la violencia han estado presentes en el país rural durante muchas décadas, dificultando mucho más la presencia real del Estado y la provisión de servicios públicos eficientes.
No es una sorpresa, por tanto, la alta pobreza rural y el pobre desempeño de la producción agropecuaria. Si bien la pobreza rural ha disminuido, la caída ha sido más lenta que los índices nacionales: en 1997 el índice de pobreza rural era de 87 % y el urbano 50 %; en 2014 estas cifras eran 44 % y 15 % respectivamente. El crecimiento del PIB agropecuario ha estado consistentemente por debajo del PIB nacional. Según la Misión de Transformación del Campo, entre 2003 y 2007 el PIB Nacional creció a un 5.9 % y el agropecuario un 3 %, y estas cifras para 2007 y 2013 eran del 4 % y el 1.5 % respectivamente.
El acuerdo agrario es una buena excusa para consolidar la presencia del Estado en las áreas rurales del país, expandir la oferta de servicios sociales y bienes públicos productivos y llevar los mercados a las regiones. El acuerdo agrario consigna propuestas para lograr parte de este objetivo. Aunque no se avalara el acuerdo entre el Gobierno y las FARC, muchas de las propuestas consignadas en ese documento se deben poner en marcha con vigor y altas inversiones.
Otorgar más oportunidades económicas a la población rural y romper el ciclo de violencia no sólo beneficiará a estas regiones sino a todo el país.
Lea aquí el artículo completo
*Ex Decana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes
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Porque la #Ingeniería no es solo cálculo y laboratorio. También es trabajo con los ciudadanos para construir una #Colombia mejor.
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