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La Walsh
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  Notícias sobre el ARTE matancero. "Habremos de ser lo que hagamos, con aquello que hicieron de nosotros", J.P Sartre  
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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Hay un fusilado que vive
[...] él tampoco es un héroe de la película,
sino simplemente un hombre que se anima,
y eso es más que un héroe de película.
Rodolfo Walsh
Hoy conocimos  a Roberto Álvarez militante del Partido Obrero, quien vive junto a su compañera Liliana en Ciudad Evita, La Matanza. Él junto a Leo Chmielarczyk —también de Ciudad Evita— perdieron un ojo el pasado 18 de diciembre de 2017 en Congreso, mientras se manifestaba en contra de la Reforma Previsional. Una vez más,  la policía reprimió a más no poder al pueblo argentino. La crisis se acentúa y el gobierno macrista sabe como defender sus políticas neoliberales, su receta es la violencia. Es en esta hora, en donde se ven los militantes comprometidos, aquellos que saben asumir su rol. Tal es el caso de Álvarez, hombre sensato, humilde, de esos que se ven poco en la política.
Aquí abajo, parte de su trayectoria y militancia política que nos sirve para seguir creciendo moralmente, también para tener un panorama inicial de la militancia argentina.
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¿Dónde comienza tu formación?
Yo vengo del peronismo. Empecé a militar en los años setenta, tengo 64 años. Hice todo el Proceso, la cuestión del Perón Vuelve, Ezeiza, la Plaza de Mayo cuando nos echó el General, siempre militando en Montoneros de Entre Ríos. En los años ochenta viví el Operativo Regreso, cuando empezamos a hacer las reuniones, nos detienen en Concordia, eramos 14 compañeros, algunos del PRT-ERP. Estuvimos 15 días detenidos bajo el ejercito. Ahí se empezó a mover gente del Partido Intransigente que estaba en formación y nos liberaron.
¿Cómo era la relación con los dirigentes?
Quedamos entremedio. Más de uno nos dejó en banda. No hubo una retirada ordenada, de decir “bueno, estratégicamente…”. No paso eso. Yo anduve por Brasil, Misiones, Corrientes, así cantidad de compañeros que quedaron en esa actitud. No hubo una estrategia general de Montoneros de decir “bueno, hagamos esto”, como han tenido algunos partidos de izquierda. Si vos no tenes un análisis correcto de una situación real, tu intervención va a ser totalmente errada. El Partido Populista planteaba que era una “dictadura blanda”, decía que Videla era un militar progresista, entonces tenían una apreciación diferente. Desde el peronismo nunca tuvimos esa lectura. Acá se decía “viva Perón”,  pero no había una estrategia ni del poder.
Nosotros laburamos en los barrios, en uno que se llamaba “Pancho Ramírez” y  después pasábamos casa por casa dándoles formación a los compañeros. Esa experiencia de los años setenta, estaba en un auge de la clase obrera. Todos los de mi generación veíamos la revolución a la vuelta de la esquina. Después a la distancia, ves que el método de la lucha armada no fue el correcto, pero a distancia...  ¿se entiende? Eso me parece que hay que tener en cuenta para todo este tipo de cosas.
Y bueno, en los ochenta caímos en cana y el único partido que saltó por nosotros fue el Partido Intransigente. Por eso a veces, se me da por las bolas que gente del peronismo diga que estuvieron… estuvieron debajo de las camas. En los ochenta, los derechos humanos los defendían los sectores de izquierda y el Partido Intransigente en su momento. El peronismo no movió el orto. Entonces te da por las pelotas las actitudes de ciertos dirigentes.
La mayor cantidad de muertos en los setenta los tuvo el peronismo. Solamente estuvieron algunos compañeros que se organizaron a partir de los presos políticos, pero ¿los demás?, digamos como estructura, que era el partido que más militantes había perdido…  no hubo una estructura. Está bien, estaban divididos en los sectores de izquierda y derecha, pero… Si vos no tenés una política más generalizada de cómo intervenir pasa esto.
Del Partido Intransigente viajó Caballero a Concordia, hizo una conferencia internacional y nos liberaron. A partir de ahí empecé a militar con ellos en Avellaneda.
Pasa eso a veces, que tus referentes políticos te dan la espalda.
En principio, la juventud ofrece su militancia por un ideal: quiero cambiar el mundo. Algunos partidos te dan la perspectiva dentro de tu barrio y vos te metes ahí. Lo importante ahí, es hacer una experiencia y empezar a elaborar, a investigar… ¿qué es el movimiento obrero en la Argentina? y ver en dónde estás parado.
Me parece piola que muchos jóvenes hayan empezado a militar a partir de… pero muchos jóvenes de esos ya no están, han hecho sus crisis y sus contradicciones con los dirigentes patéticos que dialogan con Macri. En los setenta la Juventud Peronista y Montoneros tenía una estructura enorme, vino la derecha, formó la Triple A y nos cagó a tiros ¿se entiende? Cuando yo tengo discusiones con los peronistas les digo “mira loco, yo hice mi experiencia”.  Nosotros laburamos en los barrios y a veces por no estar afiliado al partido —peronista — te pegan un boleo en el orto y cuando lo veías desde lo legal te cagaban a tiros.
Lo importante es que cualquier joven tiene que militar, no me importa donde sea, pero tiene que hacer algo, hacer su experiencia.
Muchos jóvenes hacen algún tipo de voluntariado en las organizaciones políticas.
Esta bueno eso, porque uno desarrolla el conocimiento de la gente, ves la necesidad mano a mano… pero desde mi punto de vista estamos dando una mano a un sistema podrido, porque vos estás haciendo lo que el Estado tiene que hacer. Me acuerdo que en el año 2000 íbamos a manguear comida de todos lados, para solucionar el problema al Estado. El Estado tendría que ser el que te garantice esos comedores, vos lo armas porque hay una necesidad de conjunto. Pero el Estado como mínimo tiene que garantizar la comida. Yo creo que ahí está la cuestión,  en canalizar... pero no ves que el problema político es más amplio, más de fondo.
Su compañera nos abandona y la charla continúa...
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Y bueno pasó eso… Después estuve en el Partido Intransigente, siempre trabajando en las villas de la zona sur de Buenos Aires. Luego entre al gremio de los gráficos y cuando estalla el “Conflicto de Atlantida” que era una comisión combativa, y yo pedía “che hagamos una asamblea, hagamos una colecta” me sacaron cagando —una estructura muy burócrata tenían— . Rompí con ellos, siendo Congresal Nacional por el sindicato de la lista Verde; y empecé a militar con la Naranja Gráfica para fines de 1995, ahí conocí a Néstor Pitrola. Al poco tiempo me sume al Partido Obrero, ya van 25 años.
¿Estuviste dentro de alguna lista?
No es mi caso salvarme desde lo personal. Es una cuestión de principios. Mi viejo fue delegado de fábrica. Yo viví cerca de un frigorífico que empleaba a dos mil personas. Recuerdo las grandes huelgas de la carne del  1958 y 1959, piquete en puerta, mi viejo con el fierro y todo el mundo cuidando que no entre nadie. Eso te va calando en algunas cuestiones.
Mi viejo fue obrero, eso también te va marcando. Algunos te plantean que la política es sucia, la política es sucia dependiendo qué objetivos tiene. Nunca fue mi intención esa. El “Chino” Navarro milito conmigo en el Partido Intransigente y la cantidad de diputados que han militado conmigo en algún momento. Ellos han priorizado las cuestiones personales ante las colectivas. Yo trato de ser coherente con mis principios.
La izquierda tiene una característica diferente. Generamos un Programa, vamos con ese Programa y no nos importa quién carajo este en la cabeza de eso. Nuestros diputados cobran lo mínimo y lo demás va depositado a una caja que es para mantener las luchas obreras. Romina del Plá es una compañera de La Matanza, es Diputada Nacional y sigue dando clases en las escuelas. Eso te da ciertas pautas de cómo son tus compañeros. Es una manera de no romper el vínculo entre las bases y los dirigentes.
Eso es lo que a muchos pibes les llama la atención. O en algunos conflictos solamente están ustedes defendiendo los derechos de lxs trabajadorxs.
Lo más claro fue el conflicto de AGR-Clarín en Pompeya. Los compañeros estuvieron 89 días en la puerta. Vos escuchabas antes a los kirchneristas diciendo “el enemigo del pueblo es Héctor Magnetto”  y no hubo nadie de ellos en la puerta. Sostuvimos la toma los sectores de izquierda. Aunque sea tirale un pan… un queso. No, no aparecían. Es notable que hay un problema, que comparten responsabilidades. Macri, era minoría en todo… y le votaron todos los proyectos de ley el peronismo. Eso hay que ver de ¿cómo es la política?  Por el tema del aborto, 12 años sin tratar un solo proyecto.
¿Cómo ves la militancia de estos tiempos en relación a tu pasado?
Son situaciones y contextos internacionales diferentes. En los años setenta acordate que veníamos de la reciente Revolución Cubana, en donde había un auge de organizaciones que planteaban la lucha armada como un método. En su momento cuando decíamos “la vida por Perón”,  “por el Che” o por  “la Revolución” era realmente así.
La forma de lucha era diferente, pero después de los golpes de estado, los sectores del poder lo tienen en cuenta y dicen “antes todos los pibes y pibas militaban, ahora no...” desde el secundario todos y todas militaban, era entrar a un café y discutir de política. El imperialismo toma nota de todo esto, entonces nos encontramos que a partir de la democracia hay un gobierno que no tiene un Programa. Entonces pasa lo que pasa, intentos de golpes… esto también lleva a que tengan miedo, el “no te metas porque te van a cagar a tiros” o “me meto en la falopa”, hay toda una generación que no participó. Hay una recuperación en la actualidad, en donde la juventud empieza a participar. Por una lado estaba el miedo real, en donde aparecías anotado en una lista y te hacían pelota y por otro lado, porque invadieron los sectores populares. Antes la cocaína era de los sectores de poder, acá no se tenía para gastar en eso, a veces nosotros cometemos los errores y no ponemos en balanza los errores repetidos. Después los medios de comunicación no son los mismos que ahora, tenés las redes sociales, son métodos diferentes de militancia.
Antes en todos los sectores se debatía más políticamente, en el peronismo leíamos a John William Cooke, intelectuales importantes de la revolución latinoamericana, no era nada improvisado. Si alguien quiere militar en política se tiene que preparar, mínimamente para un debate, para defender una posición, sino no tiene sentido. Nosotros tenemos un periódico semanal que es la línea del Partido. A veces nos cuestionan porque es difícil de leer, porque hay palabras que no son usadas habitualmente. Nosotros creemos que hay que elevar la conciencia colectiva, no hay que bajarla, si no es demagogia. Tenés que tener una línea.
También hacemos un congreso todos los años dentro del Partido, en donde debatimos todas las problemáticas nacionales, cuando se vota eso salimos con un programa armado. Entonces vos escuchas un tema acá y en La Quiaca y tenemos el mismo sentido porque lo debatimos. Eso es un elemento de unidad.
Muchos compañeros peronistas cuando perdió Cristina dejaron de militar, compañeros muy valiosos del campo popular se fueron a las casas. No tuvieron una estrategia de continuar, y si no te enteras que solamente estaban por la caja. A esos compañeros durantes esos años tenías que llenarlos de información, para formar un cuadro en un futuro. Nosotros mal que mal, en los años setenta hacíamos eso, porque teníamos la intención de tomar el poder. Siendo minoría logramos meter en cana a Pedraza, los kirchneristas con la fuerza que tuvieron durante los doce años, una estructura enorme, no la sacan a Milagro Sala ¿se entiende? cual es la diferencia. No es un problema de… el problema es para donde apuntas. Cristina si quería seguir, convoca a toda la ciudadanía y saca a todo el mundo a la calle, y dijo “no, vamos a ganar en las urnas” y así le fue. No hay intención. Pasa lo mismo con Lula en Brasil. Ellos tienen el control de todas las centrales obreras, hace un paro general…. haber si no sale Lula de prisión. Pero no hay intencionalidad de llegar a fondo con el Programa. Son visiones diferente.
Lo importante es que todas las pibas y todos los pibes tienen que hacer algo. Desde el barrio, desde cualquier lugar, pero tienen que participar, sino son unos charlatanes, que miran la televisión, putean y se quedan sentaditos en el sillón.
¿Cómo lográs cambiar? Nosotros intervenimos en los sindicatos, en los barrios, en todos lados.
Durante el kirchnerismo hubo una moneda importante que se desperdicio.
Se les terminó la caja y muchos pibes y pibas se fueron a sus casas. Eso es porque no tuvieron formación. Vos tenías que haber aprovechado para formarlos políticamente, para que esos compañeros el día de mañana tengan una intervención mucho mayor.
Están despidiendo gente de todo el Estado y no hay una reacción de conjunto ¿y quiénes están en el Estado? todos compañeros de La Campora, del peronismo. Los gremios están copado por ellos y no reaccionan.
Yo milito en Morón, ahí tenemos el caso del Hospital Posadas. Echaron a mucha gente de la organización Nuevo Encuentro y nadie saltó a defenderlos.
Al peronista no le pido que deje de ser peronista, yo le pido que intervenga en la lucha.
La confianza que tenemos con nuestros compañeros es la charla cara a cara. El contacto piel a piel es el que te lleva a tomar posicionamiento. A nuestros compañeros le decimos que investiguen, que lean tales libros, le tiras puntas para que él vaya formándose, es la manera.
Algunxs teóricxs de izquierda son muy críticxs de su postura.
Lxs teóricxs son necesarixs, pero si vos no tenes una relación con las bases… yo puedo escribir lo más lindo posible, pero si no tengo esta relación directa, de ida y vuelta, y ves cómo palpita la vida de ellxs, del barrio, de la fábrica… Yo fui durante quince años delegado de fábrica, no es que me la contaron. La intervención es esa ¿cómo te vas ganando el respeto de un compañero? si no estás en la primera fila, si no estás interviniendo… sos un charlatán. Hay tipos que vos los conoces porque salieron en la televisión o porque los viste en un periódico. Con la mayoría no tenes esta relación humana que es importante en la militancia.
A su vez se fomenta mucho el amiguismo y no la formación política. Nosotros siempre tratamos de combatir eso, a través de asambleas, reuniones, congresos… y nos cagamos a puteadas porque no todo el mundo está de acuerdo. Pero una vez que debatimos y llegamos a un acuerdo, vamos con eso para adelante. Ese debate es continúo.
Rodolfo Walsh en los años setenta crea el Semanario Villero, algo que da lugar a las voces de los más humildes, metiéndose en las villas, escuchándolos. Trataremos de rescatar ese nombre y realizar algo desde nuestra revista y editorial independiente.                                                          Luego nos dimos cuenta, haciendo un estudio de campo, que en La Matanza, hay 115 villas o barrios emergencias y desde la democracia siempre fue gobernada por peronistas. Alguna autocrítica tenemos que hacer o tienen que hacer los punteros locales, que formaron una estructura de poder enorme en base a la corrupción, más allá del contexto histórico que se haya vivido y no pueden darle una solución digna a nuestrxs vecinxs.
El peronismo no ha perdido vigencia porque nadie superó el gobierno de Perón. Mira este barrio, modelo en el medio de la nada que tiene agua corriente, cada cuatro cuadras un supermercado, un colegio, espacios verdes, impresionante. ¿Quién superó estos complejos? Nadie. Por eso la conciencia colectiva sigue optando por ellos… después tenemos a Menem, Duhalde y todos esos sectores. Muchos de los compañeros peronistas me dicen “Menem se equivocó”, no, Menem no se equivocó, votaron por un sector de poder de determinada clase. En política no se equivocan.
Él mismo abrazo a Isaac Rojas cabecilla de la Libertadora.
Por eso te digo, es interesante que uno se ponga a investigar. ¿Qué es el movimiento peronista? Si vos lo leés a Rodolfo Walsh, como él en su segundo momento histórico está metido en la guerrilla hasta las bolas. Y eso se refleja en la composición de lo que escribe. Al principio plantea la “vuelta general” y después va a su máxima “la toma del poder a través de las armas”. También es el mismo caso de Oesterheld, ahí tenes palpado como van tomando conciencia los compañeros. Investiguen desde el peronismo…. el proyecto que tenían los compañeros en los años setenta… cumplime el 5% y capaz que vuelva el peronismo, hay un Programa. Ahora aparece cada flaco… quien lo conoce y sabe quienes son, cantan la marcha peronista, junta a un par de punteros y van para adelante.
Hay que elevar la conciencia de todxs compañerxs. Más de uno de estos tipos va a negociar con Macri.
Me sigue llamando la atención, esto del 83 a la actualidad todo PJ, y lo relaciono más allá del contexto histórico que se vivía en el país.
La villa cumple su función, el desocupado cumple una función en una sociedad capitalista. Si vos tenes una gran masa de desocupadxs, tenes el privilegio como patrón de decir “a vos te pago menos”, cuanto más desocupadxs tiene, su mano de obra va a ser más barata, es la necesidad del capitalismo. Lo que ahora se conoce como “el empleo en negro”, Macri lo quiere llevar al máximo. Entonces todas las peleas que se van a dar son por las bajas, para que las condiciones del obrerx sean menor.  A mi me costo un ojo ir a reclamar por lxs jubiladxs, y acordados con estos compañeros peronistas te aprueban la ley.
¿Qué se crítica?
A nosotros nos criticaron que votamos en blanco. Nosotros decíamos que el mismo Programa que tiene Macri iba a ser el mismo de Scioli, pero no tan brutal, pero era el mismo. Traer capital extranjero, endeudarse. Yo discuto con algunos compañeros peronistas, bueno... van a ganar en el 2019, lo que tiene que hacer Cristina es retrotraerse a las leyes de Macri y volver a tener todo lo que perdimos. No lo va a hacer, porque al peronismo como defensor del sistema, prefiere que Macri se queme y aplique todas las medidas en contra del obrero, y ellxs no van a hacer nada, porque ya está aprobada la ley. Pero si vos realmente queres cambiar, lleva la ley para atrás... no lo van a hacer, ese es el tema.
Macri viene a hacer el laburo sucio y el sistema capitalista nos va a seguir explotando de mil maneras. En los años setenta para implementar un plan económico trajeron a los milicos, hoy las condiciones no están dadas porque internacionalmente no es el método del imperialismo, tiene gobiernos pseudosdemocráticos que aplican la receta del FMI y lo van a hacer cagándonos a palos.
Me da bronca cuando dicen “los argentinos son pasivos”, la clase obrera argentina es una de la más combativas mundialmente, ahora también están los franceses. Lo que pasa es que son luchas aisladas, no hay una concentración masiva de ir para adelante con un solo objetivo. Después tenes a los medios en donde no existis. Vos te enteras por los compañerxs.
Culturalmente en La Matanza…
La cuestión política con lo cultural tiene mucho que ver.  A mi me parece, por haber crecido dentro del peronismo —mi cuna la donó Eva—, que si no elaboran un Programa y un acuerdo de cinco o diez puntos y hasta que lo cumplan a rajatabla va a ser personalista la cuestión. En particular el peronismo tiene eso. “Los Barones del Conurbano” son los que manejan la política acá y si tienen que arreglar con Macri para mantener su municipio con mejores condiciones lo van a mandar al muere.
Está Massa por ahí, están buscando una figura y el peronismo tiene un problema, que es la cuestión de liderazgo, a diferencia de los partidos revolucionarios, de izquierda, en donde se crea un Programa y no nos interesa quien esté a la cabeza. Nosotros defendemos cinco puntos y vamos a fondo con eso, no importa si va “Juanito o Juanita”. Sino hay un acuerdo dentro de los peronista va a pasar lo mismo de siempre. Se van ir corriendo a los codazos. En los setenta había sectores muy marcados de la derecha a través de la burocracia sindical y por el otro lado estaba todo el sector de la juventud… que cuando fuimos a la Plaza nos echó a la mierda… optó por un sector.
Yo creo que la historia Argentina en su conjunto es personalista. Acá nacimos a través del caudillismo, cada provincia lo tiene. Incluso el primer gobierno de Rosas tiene esas características. Somos jóvenes como Nación todavía, tenemos la imagen del caudillo y del personalismo. Romper con eso cuesta mucho. Yo estuve desde los ochenta dando vuelta, buscando un lugar dentro de la militancia. Trato de ser coherente con lo que pienso y por eso estoy acá. Pero muchos compañeros están en cualquiera. No sé si los compañeros que han caído en la lucha estarían todavía en el peronismo. Porque si esto es el peronismo y esta es la salida… me parece que muchos compañeros harían el mismo recorrido que hice yo. Incluso uno a veces interviene mal por desconocimiento. Porque empezar a tener conocimiento te va haciendo reveer cosas. A veces me dicen“traidor”, ¿traidor, de qué?, porque vos elevaste tu grado de conciencia y empezaste a ver otras visiones. Yo no agredo a ningún compañero , que cada uno haga su experiencia. Capaz que no coincidimos ideológicamente, pero hay una cuestión de respeto.
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El cambio de fondo crees que va a llegar a partir del Programa…
Yo creo en el Programa. En el gremio teníamos asambleas con quinientas personas, y damos el debate ahí, sin salir del Programa. Después, ese grado de coherencia te lleva a que los compañeros te respeten. Eso lo tenes que defender, sino tranzas. Es como ser actor, o entras en la cuestión cultural a través de los grandes medios masivos —porque entregaste el orto— o seguís siendo un chabon que quiere un cambio por abajo, creando conciencia cultural o política. En 1980 la resistencia que tuvieron los movimientos culturales de la zona de La Boca, Parque Patricios, fue tremenda, en donde salían con murgas, con espectáculos alternativos que iban formando conciencia. La cultura cumple una función importante, con el grado de conciencia que tiene que tener.  
Mi hijo es actor, está en condiciones de interpretar cualquier papel de un teleteatro, pero capaz tenés que hacer un papel que no te guste. El chabón si no le sale una obra está haciendo malabares en las calles y tiene esa entrada, se la bancara. Ha hecho de la cultura una forma de vida. Lo único que le pedí fue que estudie, ¿quiere ser actor? que se forme, que es válido para todo el mundo.
No hay cultura libre en un sistema capitalista. Porque si vos no entras en el sistema, sos un marginal. La lucha es romper el sistema. Porque si vos estás en la televisión, tenés que cumplir un rol de tener la cara linda, y no se valoriza mayormente su rol actoral sino sus condiciones o posicionamiento que está dependiendo del sistema.  Eso es así. Si vos no rompes con un sistema… Ayer estuvimos en el pañuelazo, esto es una salida política detrás del macrismo para que se distraigan… pero nosotros vamos a fondo con el planteo, pero ¿por qué?, para salvar la cantidad de vidas de las pibas. La mortalidad que tienen las compañeras de la clase obrera y en los lugares marginales es impresionante. Darles la posibilidad de elegir, y desde lo cultural tenes que verlo desde ahí también.
En Villa Tranquila —Avellaneda—  hicimos una jornada que me llamó mucho la atención, con unxs chiquitxs de doce a trece años blanqueando todo un paredón. Entonces le damos los elementos para que pinten lxs pibes y no tenías que ser gran intérprete para saber el grado del hogar… algunos muy violentxs, y ahí vas viendo, que si vos le das posibilidad hay una cabecita que puede desarrollarse. Me quedo claro un dibujo que hizo un chico, era viste el vino Resero, después te enteras que el padre era alcohólico, después te encontras con el pibe que pintó mal un rostro y su madre era violenta, y no era mucho… eso se puede hacer en el barrio, darle la posibilidad al flaco que salga de ahí, con cuestiones elementales, era pintar una pared.
Laburando para el Estado uno a veces no tiene materiales para trabajar con las pibas y pibes, capaz bajan la plata pero se la quedan lxs punterxs “compañerxs”. Generar posibilidades se torna autogestivo y cuesta más.
Desde el Estado los podrían contener… Nosotros desde el Polo Obrero tenemos en los barrios talleres de murga, panaderías colectivas, etc. Después tenemos diferencias con organizaciones piqueteras. El Polo Obrero está integrado por compañerxs ocupadxs y desocupadxs, consideramos que si vos perdes el vínculo con la clase obrera, después sos un desclasadx. Nos ha pasado que compañerxs han estado dos o tres años sin laburo y cuando consiguen trabajo, automáticamente son delegadxs o sino son lxs compañerxs que van adelante de las luchas.
¿Qué pasa en el Polo Obrero? Nosotros exigimos a las compañeras y compañeros que lean la prensa y que cada quince días tener charlas políticas. Vos le preguntas a cualquier persona del Polo Obrero y sabe a qué va a la marcha. En otras organizaciones te dicen que “me invitó Juanito”, “si yo no vengo no cobro”. El Partido Obrero creció a partir del Polo Obrero, esa inserción que tenemos en los barrios es producto de eso. Entonces cuando vos tenes eso, y una correa de transmisión entre las bases y tus dirigentes políticos, podés desarrollar un plan de trabajo, antes no. Antes sos un marciano que te sentas en un café a elaborar lo que te parece a vos y no tenes esta relación con la gente. Eso es lo que no hay que perder. Eso lo hacíamos desde los setenta en el peronismo. Esa mística la hacíamos.
Cuando voy para Concordia veo a mis compañeros en sus casas. Les digo “loco, salgan a militar, a portar sus experiencias, hagan algo”... en un momento de crisis milita, deja de romper las pelotas… “no, que estoy grande”, dejate de joder. Tienen que militar para lograr el cambio, involucrarse.
Vos tenes que formar compañeros para defender un Programa, no hay otra manera. Porque si vos no te involucras no lográs nada. Es fácil estar en un sillón, en un café y dirigir la batuta... el crítico. En los debates veo que algunos tienen una claridad muy buena y les digo “¿che, vos estás militando?”... y te dicen “no”... sos un chanta o usas conocimientos teóricos para explotar a un obrero, sos un chanta. Eso sí es ser un traidor a la clase. Hay muchxs que son así.
Nosotros quisimos presentar el libro en el Museo Municipal y no nos permitieron por problemas internos entres quienes administran la Secretaría.
Ahí te das cuenta la injerencia que tiene el favoritismo y el amiguismo. Te encontrás con estos elementos, que en vez de elevar la conciencia para cambiar las cosas… y bueno, estamos en el horno. Capaz lo leyeron o capaz no. Pero que a vos no te digan el porque no están de acuerdo, es una manera autoritaria que a veces  maneja en el peronismo.  Algunos solamente tienen cargos políticos y no entienden nada.
Fin.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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Anamorfosis Matancero
[...] solo el dolor es positivo [...] puesto que hace sentir....
Arthur Schopenhauer
Estamos en Villa Madero, junto al mate que trajo su hijo de Bariloche, en donde el agua caliente derrite al barniz de la madera y te pegotea la mano. Estamos junto al ruido del tren que pasa por la línea Belgrano Sur, aquel Belgrano que creó una escuela de dibujo por 1799. Estamos frente a un hombre que manifiesta su identidad mediante el ritmo y la pincelada. Daniel Taccone que ante los dolores del mundo crea arte y nos da una reflexión sobre la vida misma. 
Síntesis
Nací en 1969.  La niñez fue bastante agradable, tranquila. Siempre miraba como pintaba mi viejo, él era técnico mecánico, pero pintaba muy bien realismo. En su hobby era bueno, ya lo veías en los dibujos que hacía a los doce años a través de los cuadernos que le guardaba su madre… terrible. Esto pasó mientras vivíamos en Villa Insuperable.
Él pintaba, pero yo siempre lo miraba y no me decía nada, de grande me contó que no me quería influenciar. A los cinco años le pedí para pintar y me dio un cartoncito con óleos, él se fue para abajo de la casa y pinte al loro que teníamos. A los meses le pedí otro cartón y pinte a otro pájaro que tenía mi viejo —un Mirlo—, luego no pinte más.
La primaria la hice en la escuela de monjas “Madre del Buen Consejo”. Mi viejo estaba haciendo con papel de escenografía la cabeza sola de Cristo con carbonilla y en donde estabas te miraba el rostro de Cristo. Él tenía un atelier grande en mi casa —se lo había hecho para poder pintar—, nunca se formó profesionalmente —salvo cuando le insistí que vaya al Lola Mora—, era autodidacta.  A mi me llamó mucho la atención el blanco y negro de esa obra. Entonces yo pintaba en el cuaderno de la escuela blanco y negro los dibujos, luego lo llamaron a mi viejo para ver si tenía problemas psicológicos, y era que estaba tratando de hacer el sombreado como había hecho mi viejo.
A los 12 años me dijo que había un concurso de pintura en el Colegio Calasanz, me acompañó a anotarme solamente para divertirme. Y fuimos. El concurso era pintar la Iglesia, desde cualquier punto de vista. Yo recuerdo que me puse en Av. La Plata y lo que usaba yo eran colores muy estridentes, amarillo, rojo, naranja. Mi viejo me decía “vos usa los colores de siempre, tranquilo”, también recuerdo que aconsejaba “usa color o pone muchos” —como eran caros, él no quería que haga como él hacía—, de ahí salí segundo y me gane un plato de plata.
Luego de eso, con tan sólo doce años le dije que me anote en la Escuela de Bellas Artes “Manuel Belgrano”. Después me pase al  Yrurtia, hice hasta cuarto año. Pasando a quinto muere mi viejo —un accidente de tránsito— y ahí largue todo, me puse a laburar —en una tornería, en la Municipalidad, después empecé a fabricar cerámicas— para ayudar a mi vieja. Termine el secundario a los veintidós.   
A su vez tocaba la batería desde los 8 años. Cuando era chico le pegaba a las cajas y latas de galletitas. Me acuerdo que las ponía en el patio y una vez me llamó la vecina de al lado y me dijo si no quería una batería de su hermano.
Eso llevó a que me empiece a gustar más la batería que la pintura. A los veinte me empecé a decir “¡porque no estudie en el conservatorio!”, en vez de estudiar Bellas Artes.  Pero el Bellas Artes me llevó a dar clases a partir de 1995 en una escuela de González Catán. Después empecé a recorrer todo, Virrey del Pino, Laferrere. Ahí no pintaba, solamente los compromisos de la escuela.
En 1992 nació mi primer hijo —que ahora está en España— Mariano. De ese año al 2000 me la pase tocando con las bandas, también dando clases de batería en casa y dando clases en las escuelas. Luego me separo de la mamá de mi hijo y ella se va a España en el 2007 junto con él —hasta ahora no volvieron—. Yo hablo con él por Internet, pero no lo veo desde ese año. A través de esto yo caigo en un bajón por no estar junto a mi hijo, y no podía estar mal porque tenía a Santi —mi otro hijo— que era muy chiquito; es ahí en donde decido comenzar a pintar para estar bien, y cada pincelada es una caricia para Mariano. Me propuse eso. Ahora no paro de pintar, hago murales, cuadros. Un hijo es una parte tuya, y éramos muy pegados con Mariano. En algunos trabajos firmó M.D.T. —Mariano David Taccone—.
En el 2008 mi hermana me envía una mail con una obra de Julián Beever y yo lo mire y me voló la cabeza ¿qué es esto?... Fui a la terraza y quise hacer una pelota y no me salió. Me fui. Pasó un año y no me digas cómo, pero saqué la manera de hacerlo. Yo comencé a hacer surrealismo, soy fanático de Dalí.  Pero hice una vueltita más para que se pueda observar de todos lados la obra.
Pinte el techo, la pared y el piso del Shopping de San Justo —primer trabajo en el mundo que tiene anamorfosis sobre techo plano—. Ahora ya no está más, la sacaron el año pasado… la situación del país hizo que vendan el anfiteatro y pongan un local de comida,  a pesar de que el mural sea declarado de inter��s cultural por ser la primera obra con anamorfosis en Argentina.
A partir de ahí empecé a transmitir. Me acuerdo de un profesor que tenía en el Yrurtia que me decía “ustedes pueden tener toda la técnica del mundo, pero al artista hasta que no le pasa algo fuerte y no pinta por necesidad…”, si vos queres pintar para mostrar tu técnica, no vas a llegarle a la gente, en cambio, llegas cuando te pasa algo y pintas por una necesidad. Tenía razón el profesor, sin buscarlo se empezaron a abrir muchos caminos, yo solamente buscaba no volverme loco extrañando a mi hijo. El dolor fue un disparador.  
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En cuanto a tu obra…
Yo pinto lo positivo de vida, no hago partidismo político. Tampoco me gusta mostrar la queja, lo malo. Tratar de mostrar la solución, darle una esperanza a la gente. La intención mía es que cuando uno vea la obra se olvide de todo por un rato y se quede disfrutando —que es lo que hago yo pintando—, que se aíslen de todo y se metan en ese mundo.
Mi viejo es mi mayor referente, es el que me motivó a pintar, y Salvador Dalí y Rembrandt son quienes  mientras estudiaba en el Bellas Artes eran mis pintores de cabecera.  Pero hoy en día no tengo a ninguno, no miro el trabajo de los demás. Cuando tocábamos con nuestra banda Baroja, nos juntábamos con  “Chizzo” de la Renga,  él me dijo “lo que yo hago es sencillo, es lo que me sale a mi de adentro. Y si yo escucho a otras bandas me contamino, inconscientemente me influencia”. Cuando comencé con la anamorfosis no mire nada, me concentré en lo mío para que sea autónomo.
¿Cómo te etiquetas?
Para mí es surrealismo. Lo que tiene la anamorfosis es que es otra dimensión. En mis trabajos siempre hay algo de irreal, está ese ambiente de fantasía siempre, dando vuelta, el simbolismo. No podes inventar nada porque está todo hecho, pero con la anamorfosis trate de darle una vuelta de rosca y pude llagar a los 180° a distintos puntos de altura.
Vos firmas tus obras con “Made in La Matanza”, ¿por qué?
Viví siempre en La Matanza, Villa Insuperable, La Tablada, Villegas y ahora Villa Madero. Tengo un sentido de pertenencia, yo pertenezco acá y represento a la gente de La Matanza, que muchas veces es ninguneada. Me ha pasado cuando cuando estudiaba en el Bellas Artes que me decían “a vos vivís en Provincia”, esas cosas te van quedando. Siempre se admira lo de afuera, yo le doy importancia a lo nuestro… mira todo lo que quieras de afuera, pero allá afuera no pintan anamorfosis con distintas vistas, acá en La Matanza hay un loco que lo hace.
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¿Cómo ves la cultura en La Matanza?
En la cultura popular la gente está muy estereotipada.  O sea, me ha pasado que cuando comencé a pintar los murales la gente ve mi trabajo y se queda sorprendida. También se observa que por ignorancia a nivel plástico, confunden el arte con la representación idéntica de la realidad, que el artista es el que copia tal cual es el objeto. Cuando empecé a pintar la Casa de la Cultura me acuerdo que algunos decían “parece un circo, cuánto colores”, después de pintar veinte días me decían “qué bueno cómo está quedando, yo pensé que era una cagada”. Hubo una sorpresa y luego una alegría.
Lo que se ve es un respeto al arte callejero, a mi nunca me taparon un mural. Jamás me tacharon un mural y la misma gente te cuida mientras trabajas. Hay una aceptación, pero se necesita más educación. Por eso me gusta la anamorfosis, porque vos lo llevas y la gente interactúa con la obra. Vos colgas un cuadro y ellos lo miran, en mis trabajos vos formas parte de ellos y esto hace que te adueñes de la obra. Le llevas el arte a ellos y les das protagonismo, y es una forma de ir educando.
¿Qué proyectos a futuros tenes?
Estoy preparando una serie de cuadros sobre los billetes nuevos, que comienza con una crítica y termina con un mensaje positivo. Luego otra obra para los Juegos Preolímpicos y seguramente pintar un polideportivo en Carlos Casares.
¿Cómo estás viviendo con el nuevo gobierno?
Macri me parece un tipo nefasto. Me molesta como estamos viviendo, nos están sacando todo. Yo por un movimiento de horarios, perdí horas en la escuela, estoy al límite con la guita, me sale un laburo en particular y voy tapando agujeros. No me sobra, más bien me falta. Te viene el alquiler, la luz… mal para atrás, estando hace unos años atrás tranquilo. Ahora ya no voy más al cine con los chicos. Se disparó todo. Muchos se quedaron sin laburo, es patético.
Me surgió el cuadro de los billetes por la impotencia que estoy viviendo. Nos están sacando todo, hasta la formación de los profesores. Es cualquiera, indignante.
¿Qué deseo tenes para el futuro?
Que podamos tener un país como nos merecemos, porque tenemos todo. En el medio político vemos siempre las mismas caras, que se borren todos los que están y que venga gente nueva, laburante y que saque al país adelante.
En lo personal, me gustaría seguir disfrutando de mi trabajo, poder hacer lo que me gusta. También salir a trabajar a otros países, cruzar las fronteras. En la Legislatura me querían llevar a España, no fui porque acá tenía mucho laburo.
¿A qué le tenes miedo?
Miedo a tener que irme antes de cumplir todas las cosas que tengo en la cabeza. Yo me propuse vivir 160 años, una piba en Laferrere me dijo que tiene una abuela tucumana que tienen 117 y anda en bicicleta, así que tan lejos no estás me dice… Yo tengo eso en la cabeza, como una cosa de decir “bueno, quiero vivir mucho”. Tengo que recuperar mucho tiempo perdido con mi hijo, muchas obras por terminar… tengo miedo a no llegar. Eso me asusta.
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¿Qué mensaje le darías a la juventud?
Que estudien y que laburen de algo que les guste. Que se preparen para ser adultos y laburar de lo que les gusta. A mi me ha tocado laburar en talleres, levantando caños y es amargante laburar de algo que no te gusta. En la escuela me dicen “usted está siempre contento profe”, y porque hago lo que me gusta, pinto, toco la bateria, estoy con mi familia. Que busquen eso, encontrar la forma de ganar plata con lo que a uno le gusta y que traten de estudiar ya que eso te abre la cabeza, tenes otro panorama.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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La historia pintada
<<El éxito no le sale al paso por suerte ni por casualidad. Esto se concibe, se prepara, se ejercita, y después recién se realiza. Es decir el éxito depende de toda esa acción, de toda esa preparación, y de toda esa organización, el éxito a nadie le sale al paso, no es obra de la casualidad, el éxito es obra de la previsión, de la organización y la realización>>.
Juan Domingo Perón
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Luego de unos idas y vueltas acordamos que el viernes al mediodía nos encontraríamos en su casa de San Justo, La Matanza. Eran las 11 am. y estaba dentro de la línea de colectivo 406 yendo para la casa de Giusti. Aquel colectivo viejo y roñozo estaba completamente vacío y todos los que subíamos en Camino de Cintura marcábamos el mismo boleto: 9,25$. El viaje es corto, uno cruza en unos 15 minutos la rotonda de Tablada, la Villa Palito, y luego llega a San Justo, en donde el paisaje cambia completamente: algunos colores se empiezan a saturar levemente. Bajé en el discutido Metrobus y fui caminando unas 3 cuadras hasta llegar a la calle Mendoza, allí mismo me estaba esperando Giusti.
Giuti es un flaco alto, un gran artista comprometido con su tiempo, como los que necesitamos más que nunca ahora. Un flaco humilde, tranquilo, bohemio y autodidacta.
Carlos Giusti, nació el 18 de diciembre de 1953 en la ciudad de Bahía Blanca, allí pasó toda su juventud hasta la dictadura de 1976. Creció junto a su familia de clase obrera, en el medio de un país que iba pensando de qué manera el General Perón volvía a su tierra prometida. El niño Carlos cursó hasta el 6to año de la primaria, y luego se vio obligado abandonar sus estudios tras no sentirse cómodo. Aquel niño solamente le interesaba expresarse artísticamente a través del dibujo y comenzaba a sonar en su cabeza algo llamado peronismo. En en él encontró la justicia social que algunos reclamaban, para llegar a concretar a eso, se sumó en los años 70 a la Juventud Peronista. Participó activamente como militante de base en Bahía Blanca, ayudando activamente a los más necesitados de aquella ciudad. Además, su talento como artista hacía que quede designado como el muralista de la juventud, él era el encargado de escribir en la pared las iniciales “LUCHE Y VUELVE”, “P.V” o “PERÓN VUELVE” o realizar distintos afiches. A partir de ahí, con el avance de la Triple A y luego de la dictadura, sus compañeros comienzan a ser secuestrados y desaparecidos y Giusti deja de militar en su barrio. Comienza a viajar entre la Capital y Bahía Blanca escapando de la feroz dictadura, pero siempre trabajando como vendedor para poder desarrollar su actividad artística de manera autodidacta. Ser autodidacta nos explica: <<tenes que romperte mucho el culo, es como la política: tienes que embarrarte>>. Tal vez por esta razón que nos dice <<la escuela te enseña la técnica, pero no a pintar>>, escapa de los años como estudiante universitario y se larga a la vida bohemia.
En 1982 se instala en el barrio de Almagro y  comienza a formarse con el maestro Roberto Páez en su taller para perfeccionar la técnica. Ya teniendo el talento, sus amigos y conocidos comienzan a reclamarle que les enseñe pintura y dibujo, a partir de ahí comienza a dar talleres en su casa y en distintas universidades nacionales y sindicatos. Luego tras dar varios talleres en la Universidad Nacional de La Matanza, en el 2010 se instala definitivamente acá.
A lo largo de todo el país se puede ver la obra de Carlos Giusti, murales en distintas paredes de las provincias del interior quedan plasmadas por su realidad social, dejando allí la identidad de cada pueblo. Su obra principal Vivencias y Testimonios hacen un detallado análisis sociológico de la Argentina en los últimos 140 años. Desde el genocidio por parte del Presidente Roca en su mal llamada Conquista del Desierto, los desaparecidos, la violencia institucional, la pobreza, los abandonados, los excluidos —por nuestra sociedad, por nuestros vecinos, llamada en su obra Algunos sólo miraron— los amigos, la nostalgia de toda una vida, son el retrato de nuestros tiempos, de nuestro país, que habrá que volver a repensar para poder comenzar a vivir mejor a partir de la observación de sus obras.
Sus referentes principales son Antonio Berni y Ricardo Carpani, comentándonos: la muerte de Carpani dejo un vacio cultural de arte militante. ¿Cuándo renacerá ese vacío? En Testimonio nos aclara  <<Estas obras son un homenaje sincero y descarnado para aquellas víctimas que la violencia de estado se ha cobrado de diversas formas. Una muestra para recorrer los paisajes más oscuros de nuestra historia argentina>>, en Vivencias <<Estas obras intentan reflejar vivencias que me han acompañado dejando una profunda marca en mi vida y mi búsqueda artística>>. ¿Qué más pedirle a un artista? ¿Acaso no es suficiente ser comprometido con su tiempo? ¿De qué manera construimos una sociedad más culta y comprometida desde el arte? Su paso en esta vida es digno ante su obra, merece el TODO ante lo nuestro, a partir de ahí capaz crezcamos ¿queremos?
Es crítico de cómo se están llevando a cabo algunas gestiones estatales para nuestra cultura y arte. Él al igual que nosotros, piensa que el amiguismo y el acomodo están primero antes que la palabra del vecino que se acerca con una propuesta digna de representar. Pero esto es algo que culturalmente se acentuó con el menemismo en los años 90. Nuestra tarea como referentes de la cultura es hacerlo desaparecer. El neoliberalismo nos hizo mierda. A su vez celebra que los jóvenes se apropien del espacio público, como viene sucediendo en distintas plazas de La Matanza, sobre esto nos comenta <<es la gran revolución>>. Algunas de estas revoluciones comienzan con la llegada del kirchnerismo al poder. Allí los jóvenes tanto de izquierda como de centroizquierda vuelven a creer en la política como herramienta de construcción para una sociedad con justicia social. Surge un boom de movilizaciones y organizaciones impensadas. De este nuevo surgimiento y en contraposición al amiguismo y acomodo generado en los años 90, en donde el dinero podía comprar todo, los jóvenes que se manifiestan culturalmente no encuentran apoyo estatal y surgen como autogestores de sus propios movimientos o en algunos casos como nos comenta Carlos <<uno se cansa y abandona>>. ¡No generemos abandono! Es en entonces donde Carlos Giusti nos dice <<por ejemplo: tenemos que saber cuantas bandas de rock hay en Laferrere y apoyarlas, hagamos conciertos en los barrios, que toquen, que se expresen, y a las que se destacan seguir acompañándolas>>. Es así como tendría que funcionar ¿inoperancia?, ¡no! amiguismo no profesional.
En la actualidad de Carlos Giusti su único miedo es la decrepitud, el no poder dar con el paso del tiempo los talleres a sus alumnos y no poder continuar con su obra. Los mismos continúa dando en la Asociación del Personal Legislativo, mientras sigue viajando por el interior del país dejando su huella en murales y talleres colectivos. Celebremos a Giusti. El macrismo nos está envenenando, Carlos nos da esperanza y vida.
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contacto: https://www.facebook.com/carlos.giusti.94
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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UN PÁJARO POETA
Declaración  jurada
Si mi poesía no ayuda a cambiar la sociedad no sirve para nada
Roberto Santoro Las cosas claras, (1973)
A Víctor Cuello lo conocimos en el Teatro La Tapera en el barrio de Laferrere. Un lugar especial, humilde, una especie de usina del arte matancero, en donde el caos toma forma de poesía y el vínculo entre las personas crece a través del mate. Poeta comprometido con su tiempo y con sus nexos, hoy se encuentra disfrutando de los placeres que le quedan sin andar.
El caos es la partitura en la que está escrita la realidad, supo decir Henry Miller, y en esa realidad, nos encontramos con personajes muy dignos de publicar. Tal es el caso de Víctor Cuello, que nos viene a dar una bofetada con su lírica. Aquí abajo, dejamos redactado quien es y como piensa nuestro gran poeta y amigo Víctor Cuello.
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Víctor Cuello o "Pajarito" como lo suelen llamar sus amigos, nació en octubre del año 76 en Ciudadela; porque en La Matanza su familia no pudo conseguir cama para su madre embarazada. Pasó toda su infancia viviendo en San Justo, de donde es oriunda su madre, luego se mudan al barrio humilde de Villa Dorrego, en González Catán, en el año 89.
Estudió en los colegios del partido, pero como fue mal estudiante se la pasaba leyendo novelas en el aula, después se vió obligado a terminar el secundario en Cañuelas. La suerte conspiró a su favor y allí puedo conocer a la escritora María Lydia Torti, quien junto a escritores como Arturo Cuadrado y Juana Arancibia lo fueron empujando y alentando en su búsqueda artística como poeta y actor. A estás influencias, Cuello trata de mencionarlas siempre, para que de cierta manera los traiga de nuevo a su memoria. "Yo soy lo que soy ahora, gracias a esa gente", destaca.
"Tal vez, de inconsciente, uno escriba para que no se olviden de uno. Digo yo... también porque me gusta, es como respirar". Y de está manera podemos ver como su persona se va transformando en algo humilde, característica que se está perdiendo en las personas día a día.
Llegando los años 90 con el neoliberalismo a la cabeza, él encontró su profesión. Quería ser poeta y lo logró: hace 15 años que no laburo, estoy dedicado a la poesía, comenta. La sensibilidad que lo caracteriza como ser humano ante la vida y la realidad, produjo que conociera la obra del  poeta y militante Roberto Jorge Santoro (1939-1977), quien se transformaría en su gran referente.
Dice Cicerón que filosofar no es más que aprestarse a la muerte, y Cuello lo comprende muy bien. "Me puedo morir dentro de media hora, pero alguien va estar silbando o tarareando esa canción (se refiere a un poema suyo musicalizado por Jorge Figueroa, poeta y trovador de zona Oeste). "Yo siento en eso, una especie de inmortalidad", insiste. De ésta manera se vuelve  contingente si lo publican o no, la importancia no radica en la publicación, sino más bien en el hecho de poder expresarse libremente, poder vivir, respirar.
Mientras su poesía maduraba, se fue dando cuenta que todo podía ser poesía, que no hay un tema en especial, todo resulta poético en algún sentido,  hasta la vida misma. Su último deseo es seguir teniendo salud para continuar con su oficio de poeta y la transmitir la memoria de sus amigos.
Comprendemos que necesitamos más personas como Cuello, que nos bajen su grado de humildad día a día, que sigan teniendo esa visión poética de la vida.
Villa Dorrego
Mi barrio amanece en la esquina
lleva dos bolsas en sus manos
huele el culo de los perros
y el turco le convida mates
mi barrio/ conurbano profundo/
es una ramita mojada
lejos/ bien lejos/ de las corbatas
y las torres
mi barrio canta una cumbia interminable
y espera que llegue el vino
en la botella cortada
mi barrio se sube a los andamios
para terminar las paredes
gira en las zapatillas
que lloran los cables
y rompe las bolsas de basura
en plena madrugada
mi barrio/ pedacito de tierra/
es un pájaro
en el medio de las hormigas.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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LA SECTA DEL GATILLO ALEGRE por Rodolfo Walsh
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El enigma de la matanza
El comisario Miguel Etchecolatz es un hombre sensato, buen observador. Cuando se hizo cargo de la primera de Avellaneda, su mayor preocupación consistió en evaluar el personal con que contaba.
Del resultado final de esas cavilaciones dio cuenta La Nación del 23 de marzo de este año:"Un curso de alfabetización para su personal fue iniciado en la comisaría primera de esta ciudad. A la inauguración de las clases asistieron el intendente y el párroco de la Catedral".
Si el comisario de la primera de San Justo, Antonio Recaré, hubiera seguido el ejemplo de su colega, quizás habría evitado los episodios que ocurrieron en su jurisdicción el 1° de Mayo. Obviamente es difícil manejar un personal que necesita ser alfabetizado —por lo tanto analfabeto—, y él mismo tuvo una prueba cuando el jinete que tras derribar a una mujer perseguía fusta en alto al fotógrafo Zenteno Zegarra, le echó encima su caballo: qué comisario ni comisario.
Don Antonio Recaré podría alegar que ese jinete era del escuadrón Quemes —famoso desde que asesinó a los obreros Mussi, Retamar y Méndez—, que no está bajo su jurisdicción: grandes domadores reclutados en el interior, que más que un curso de alfabetización necesitan un reformatorio.
La palabra reformatorio no es bien vista en San Justo, desde que en agosto del año pasado se ahorcó allí un chico escapado del Agote. Se llamaba José Camilli y tenía 19 años. Como todo el mundo sabe, la melancolía que inspiran las altas paredes de una celda fomenta negras ideas en los jóvenes débiles de espíritu, los ebrios, los chilenos carteristas y, en general, la gente sin familia que pueda reclamar por ella. Otro factor deprimente que acaso contribuya a la ola de suicidios en lates calabozos son las inscripciones que dejan los torturados. San Justo, en ese sentido, es un lugar inconveniente cuya frondosa historia puede remontarse a 1957, con el picaneo de los gremialistas Mitjans, Ramos, Rodríguez y Amoroso. En los tres primeros meses de 1968, la Policía bonaerense mató en tiroteo a diez delincuentes, o presuntos delincuentes, sufriendo por su parte una sola baja. Este rendimiento de diez a uno es único en el mundo, y aun en el país: en el mismo período la Policía Federal registró un modesto dos a uno: cuatro pistoleros y dos policías abatidos. Ninguno de los expertos consultados puede dar una explicación satisfactoria a la eficiencia provinciana, pero se aventuran tres hipótesis: a) el uso de la metralleta en todos los procedimientos; b) la orden de fuego contra cualquier desconocido o sospechoso que huye; c) la simple ejecución de pistoleros capturados. Si esta eficacia desconcierta un poco, la de San Justo anonada. De los diez presuntos malhechores muertos en el trimestre, cuatro cayeron allí, sin bajas policiales. Ahora bien, San Justo es cabeza del partido de La Matanza, con quinientos mil habitantes. Si en el resto de h provincia se hubieran alcanzado los mismos índices, la cifra de delincuentes muertos en los tres primeros meses sería superior a la que se registra en todo un año en los Estados Unidos. Una policía que según vimos el 1° de Mayo trata a manifestantes como si fueran ladrones, es posible que trate a los ladrones como si fueran condenados a muerte. Quizá convendría que algún juez investigara las reales circunstancias en que han muerto este año en San Justo, Osvaldo Herrera, Juan Esteban Roldan, Roberto Pierce y Severo Alagastino. Aunque más no fuera para volver a felicitar o ascender a los agentes Domínguez, Fernández, Ontibero, Takch, Wernert, al sargento Suárez, y a otros que tanto trabajo tuvieron este 1° de Mayo en la plaza.
Gatillo alegre
Si el manejo de la ametralladora resulta muy preciso por parte de los hombres de San Justo, deja bastante que desear en otros lugares de la provincia.
El 13 de septiembre de 1967, por ejemplo, al agente Serafín Borda de la primera de Lomas de Zamora se le escapaba una ráfaga que dio muerte a María Luisa Rodríguez de Wingandt, cuya única culpa fue pasar a su lado.
Dos días más tarde el agente caminero Gernetti persiguiendo por la ruta 2 a un automóvil que marchaba a velocidad excesiva, hizo un disparo de "advertencia". La advertencia entró por la espalda del ingeniero Luis Augusto Galli, profesor universitario.
Por la misma fecha los cabos Páez y Blas, de Lomas del Mirador, metralleta en mano, obligaban a arrodillarse en la vereda a dos peatones. Cuando la madre de uno de ellos, Rosa Grande de Dante, quiso intervenir, se "escapó" una ráfaga que la hirió de gravedad. "Un episodio que no resiste al análisis desde ningún punto de vista", editorializó La Nación.
El 29 de enero de este año un forcejeo entre el agente Ayala, de Olivos, y un presunto delincuente juvenil motivó que se "escapara" otra ráfaga, que hirió al transeúnte Carlos Romero, de 16 años.
De "penoso" calificaron los diarios el hecho en que el oficial Gardelín, que al parecer buscaba un delincuente, ametralló de noche una casa de Lomas de Zamora. Detrás de la puerta recibió la ráfaga una mujer embarazada: María Elena Dama.
Otro disparo de "advertencia" efectuado por el vigilante Díaz Berastegui al intervenir en una riña familiar en González Chávez puso fin, el 25 de abril, a la vida de Felipe Belén.
Para entonces ya se había producido el hecho cumbre en esta cadena de episodios: el ametrallamiento en Florida de los menores Seijo y Rodríguez Fontán, por una patrulla que encabezaba el oficial Araujo, ya procesado por su intervención en el asesinato de Felipe Valiese.
A primera vista, un torpe accidente más. ¿Lo es realmente?
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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El pibe de la flor
“Aceptar la realidad del momento, que es sufrimiento”. “Yo grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y tengo que creer por lo menos en mi protesta. La primera y única evidencia que me es dada así, dentro de la experiencia absurda, es la rebelión”.  “Los grandes sufrimientos, como las grandes dichas, pueden estar al comienzo de un razonamiento”.
Albert Camus: El hombre rebelde
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Según Albert Camus, el hombre es rebelde cuando comienza a decir no. Y Leo lo hizo. Lo hace en su cotidianidad, su vida es el reflejo que se expresa en el arte, en la pintura, en la poesía y en sus grandes lecturas. Él decide por si mismo. Decide aventurarse en el mundo del arte, navegar como un bohemio en el medio de La Matanza; decir que no, a lo que el Estado te designa una vez ya siendo adolescente. Aquel 18 de diciembre, a la hora de la siesta, Leo decide nuevamente que no. Le decía no, al ajuste del gobierno neoliberal de Mauricio Macri, le dice que no, al ajuste contra nuestros abuelos, Leo dice que no, a la violencia ejercida por la policía, y también con una mirada crítica, dice no, a aquellos manifestantes que ejercían nuevamente la violencia. Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento, nos advierte Camus, y ese “sí” es para crecer. En su “no” contra todo lo que se está viviendo, Leo plantea una frontera, una frontera que desea frenar la pelota y reflexionar. Estar en el medio de las dos violencias lo hizo pensar y reflexionar nuevamente sobre el camino que tiene que llevar la Argentina para poder estar mejor, si es que lo quiere.
Para comprender la mirada de Leo, tratamos de ver su vida...
“Yo en mi casa tengo un jardín, entonces dije: a la mierda con todos los laburos que vengo haciendo, quiero tener algo independiente, manejando mis tiempos, entonces comencé una huerta. Me compre una moladora y agujereadora, laburando la madera del pallet”. A su vez suma: “no estoy militando en ninguna organización, nunca me cabió la movida de la militancia full. No tengo la vocación del laburo de  la militancia; si bancando proyectos, yendo a manifestaciones”.
La señora que trabaja en su casa le advierte sobre la marcha, le aconseja y lo invita a participar, a defender sus derechos: “estaba trabajando en la costa, y cuando vuelvo me engancho en la movida de la huerta. En esos días me encuentro con una señora que labura en mi casa y me cuenta que iba a estar está movilización, que tenga cuidado, que si iba, que deje anotado porque está heavy. No le di cabida, deje el celular en casa, no deje una nota, no avise nada y salí”.
Leo sigue viajando en busca de su verdad: “pasé por Tapiales a buscar a un amigo, no lo encontré y seguí solo. Allá estaba mi hermana, ella es re militante y también me imagine que me iba a cruzar con otra gente. A parte, a todas manifestaciones que fui nunca te sentís solo. Ultraconvocado, es el pueblo manifestándose bien, en democracia... si te sentís solo ahí, te sentís solo en cualquier parte del mundo”.
Leo se siente acompañado por todo el pueblo argentino, no siente miedo en lo que pueda pasar, con su SUBE cargada emprende el viaje que le cambiara la manera de ver la política argentina... Walsh lo recordaría en su prólogo de Operación Masacre: […] al fin cuando crucé la plaza, me vi solo […], él siempre está acompañado. Y nos sigue comentando: “me tomé el 56 en Tapiales, me bajo en Entre Ríos, y veía que están todas las murgas. No llegaba a ver el Congreso por la cantidad de gente que había, pero se veía un buen clima. Cuando empiezo a caminar por Yrigoyen, ya se veía medio raro. De Yrigoyen hasta el fondo estaba lleno de gente, y las que iban cortando para el lado de la Plaza Congreso se veía que la gente salía corriendo de ahí y gente que iba, todo medio confuso. Entro a caminar por una de esas calles para llegar al Congreso y el aire estaba medio pesado, me voy acercando más y veo un auto prendido fuego, digo: ¡uh, la concha de la lora! Me asomo un toque y ya veo a la yuta haciendo la barricada —yo estaba atrás de la barricada policial ahí —y a la gente que corría. Salgo —el olor ya se volvía re pesando— y vuelvo de nuevo por una de las calles. Ahí de nuevo tenía a toda la barricada policial, disparando y disparando. Gente corriendo re desesperada. Las organizaciones todas mezcladas. Me meto a la plaza, para ver mejor la movida de los polis, paso por al lado de Sebastián Romero que estaba tirando también, lo mire y fue realmente triste la secuencia. No me cabió para nada. Encima el “loco” se había postulado para diputado —cualquiera—. Las organizaciones atrás del Frente de Izquierda, adelante gente de calle tirando piedras, todo muy dividido, y después  un par de anarcos. Yo tengo muchos motivos para descargarme con la gorra y descargarme con ellos, pero veo que detrás de todo ese uniforme hay personas, no me saciaba ver un yuta muriendo en mis pies. Y a estos pibes por ahí sí. Veía a gente laburante de la calle, enfrentándose, poniendo el pecho a las organizaciones que tenían atrás. Eso fue una escena muy fuerte para mí. Parecía que los tenían de escudo, atrás los otros vagos festejando y arengando. Por el otro lado estaba toda la prensa; salgo de ahí y me voy con ellos. Ahí yo veía todo. Tenía a unos pares por acá —los más valientes— que tiraban piedras a la gorra de frente, otros picando piedras y pasándoselas. Más atrás estaba todo el cargamento de fuegos artificiales, tres tiros, cebollones, luego la lluvia de pierdas. Y a los “gorrudos” que no se les acababan las municiones. Yo miraba eso y decía: ¡sarpado, sarpado!. A los policías no se les acababan las municiones y a los pibes las piedras. Me quedo mirando desde en el Monumento de los dos Congresos. Algunos manifestantes con maderas de la construcción se empiezan a cubrir, pero  en el momento que las cambian de lugar, la madera les tapa la visión y la policía avanza, y todos empiezan a correr. Donde estoy yo, todos se empiezan a desesperar y a salir a correr. Ayudamos a un par de viejas, a un par de minitas, empiezan a despejar y ahí yo corto para el lugar de los prensas, para ver mejor. Me mando para atrás de donde están las chatas y me voy acercando de a poco a donde estaba la gorra, pero consciente que también me podía comer un morterazo. De hecho vi, a un fotógrafo que le explotó una bomba cerca de las patas, parecía una película de guerra. El chabón estaba sacando una foto y de repente le explota la bomba, el flaco salto y se lo llevaron para atrás. Cuando veo toda está secuencia empiezo a caminar por el rosedal y a acercarme. La yuta se empieza a acercar. Vi la rosa y la arranque. Me dije: yo estoy acá por otra cosa,  y hay una banda de gente que está acá por otra cosa, no por esto. Yo no tenía ni idea que la manifestación llegaba hasta la 9 de Julio. Me voy acercando y me siento como medio al costado y hago la que me pinto. Me pareció muy injusto ver a la gente que por ahí no tenía ni idea de lo que estaba pasando, tirándoles piedras a la gorra para sacarse la bronca, las organizaciones atrás de eso, arengándolos. Ese camino no llegaba a nada. Después me fui enterando que los que tiraban piedras fueron infiltrados. Yo puedo entender que una vez que se arma el quilombo uno se va defendiendo como puede. En cambio, la gente de ATE estaba muy bien organizada, dan el ejemplo, de como organizarse. Había gente en las casas llevando el control de los que se iban e ingresaban, informados para que no pase nada, y otras organizaciones que no, que estaban haciendo algo raro”.
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Continua: “al principio de mi llegada fue genial. Me bajo del bondi, las calles cortadas y empiezo a patear con el skate entre la gente, con alegría, con la alegría de que está todo mal pero estamos todos acá reunidos y vamos a manifestar lo que queremos, vamos a cuidar a los jubilados, estamos todo por esto”.
Leo espontáneamente va a la marcha, sin pensar, sin más, decide ir y punto, sin leer ninguna precaución sobre lo que pueda pasar. Tiene que vivir en carne propia a los infiltrados, a la policía con sus balas de goma y gases lacrimógenos. Prosigue: “la cuestión es que saco la flor, me siento en el medio, la levanto y tenía unos pares que luego de tirar piedras me decían “andate, andate”, yo les decía: yo no me voy de ningún lado, yo estoy acá por esto, vos queres hacer esa, hacela. Yo no te voy a decir nada. Yo quería transmitir otro mensaje ¿Sabes lo que pensé? Si salía un vago primero con piedras y no alcanza, luego con un mortero y no alcanza, después con un fierro y matan a un gorra y se pudre todo. Es así la escalera. Y es lo que están buscando, es lo que está buscando este gobierno. Ya se lo llevaron a Santiago.
Me quedo con la flor y vienen unos pares a sacarme, después entiendo que eran infiltrados que estaban haciendo el bardo que tenía que haber, y que me decían que me vaya porque la iba a ligar y ya sabían lo que estaba pasando ahí. Un vago me dice: “yo te entiendo a vos pero a mi no me alcanza, yo los tengo que cagar a palos a estos gorrudos”. Me da un beso en la cabeza y se va gritando y tirando la tacuara de la bandera. Totalmente al pedo, porque la tacuara no le iba a hacer daño a nadie. Me quedo ahí y otro vago en un momento se pone en frente mio tipo escudo, y le digo: no, tomatela, yo no necesito escudo, si te venís a sentar al lado mio, todo bien, vamos a manifestar diferentes, pero de escudo no te necesito.
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Iban y venían, tiran una bomba de gas lacrimógeno, y este pibe patea la bomba. Igualmente me llegó todo el olor. Yo veía que la gente tenía limones y no entendía que mierda hacían con los limones. Ojala lo hubiese sabido, y eso hay que difundir, llevar limones, agua, estar comunicado, meterte en una columna. Bueno, tiran el gas lacrimógeno y eso me partió la jeta. Yo estaba hasta en ese momento con unos anteojos negros, y de lo único que me rescate fue de en vez de inhalar fuerte, hacerlo al revés, para largar todo el gas que haya fumado. Y trataba de llevar esa respiración, igual la cara la sentía toda ardiendo, terrible. Al rato me habían pegado un balazo de goma, pero de lejos, dolió como una bala de paintball. Cuando me miro, se me caen los anteojos, y me tiran el balazo de goma en el ojo. Siento el balazo, voy para donde están los prensas, me miro la sangre, y me pinto esa, ponerme la “M” y decir: esto es Macri, esta es la gestión de Macri. Me quede mirando a los prensas, colgando en eso. Creo que me empieza a llevar una minita para atrás. Me termina sacando para el lado de Rivadavia. Ahí me empiezo a descomponer, el gas lacrimógeno me estaba recontra intoxicando, la sangre que me salía del ojo, la bomba de estar ahí, y la yuta no me dejaba pasar para el lado de Callao. En ese momento que no me dejaban pasar, yo agarro un bidón que tenía agua del aire acondicionado y empiezo a tirarme en la cabeza y tomar. Ahí me agarra una loca que es del Instituto Patria, ella habla y me dejan pasar con ella para llevarme allá. En el Instituto Patria me empiezan a atender y es ahí donde digo mi nombre y apellido. No le quería decir el nombre de mi familia ni nada, a parte mi viejo es re gorila. Ahí me encontré con una mina, también re piola, yo me quería dormir, y la mina me re hablaba. De ahí me lleva Leopoldo Moreau a un puesto médico que habían puesto para la policía y algunos detenidos. Cuando me meto ahí, lo primero que veo es a una policía cagada a palos, me sientan y me quedo mirando a la mina. La policía estaba llorando, me levanto, y le digo: vos te tenes que dedicar a otra cosa, mira como estás. Te hacen creer que nosotros somos tus enemigos y nada que ver, estamos todos protegiendo nuestros derechos. La mina medio que no me da cabida, pero lagrimeaba, ella me dice: “¿sabes qué? Ahora me van a reincorporar y voy a tener que ir para allá”. Ahí me partí al medio y me puse a llorar con la mina, la agarre de la mano y al toque me sacaron para mi camilla, eso me partió.
El testimonio de Leo se vuelve clave para entender que nos pasa como sociedad, quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos como argentinos. La identidad de Leo —quien es, que quiere hacer, cuáles son sus tesoros, cómo compartirlos con los demás, cuál es su lengua— es dignidad y fortalecimiento para todos aquellos que leen su testimonio.
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Esperamos que desde aquí, de esta breve lectura, se siembre algunos cambios para el futuro.
fotografía: Pi chon 
texto: La Walsh
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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Informalismo Argentino
                                    “El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo...”
                                                                    Trópico de Cáncer, Henry Miller
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Mientras viajaba en la línea de colectivo 56  —directo para Ciudad Evita, lugar en donde vivo hace ya más de 20 años— luego de un día como estudiante de fotografía, me encontré con el artista plástico y fotógrafo argentino Jorge Roiger. Yo sabía quien era él, meses atrás un viejo amigo me lo había hecho conocer mediante Internet —era su vecino del primer piso—.
Jorge sentado del lado derecho, supo observar mí lectura sobre Primavera Negra de Henry Miller, luego me lo recordaría dos años más tarde. Llegamos al barrio Isabel la Católica y los dos bajamos en la primera parada. El cogió el camino de la izquierda y yo el de la derecha, encarando ambos para nuestros hogares. No hubo dialogo, solamente cruces de miradas entre un joven que aspira a ser alguien en la vida y un viejo artista impresionado, al saber que alguien en el medio de la noche matancera seguía activamente la lectura de su máximo escritor, Henry Miller. Aquel escritor me decía: ¿Tengo que seguir caminando para siempre por esta interminable calle de cartón, este cartón que puedo agujerear, que puedo derrumbar de un soplo, que puedo quemar con una cerilla? El mundo se ha convertido en un laberinto místico erigido por una banda de carpinteros durante la noche. Todo es una mentira, una falsificación. Todo es cartón.
Pasaron los días de aquel encuentro sin voces. Le comenté a mi madre Ana sobre lo ocurrido. Me dijo que siempre se cruza a su esposa Corina comprando en el almacén de la esquina, tal vez, en una de esas conversaciones de barrio me podría facilitar su teléfono para llegar a conocerlo y entrevistarlo. Y así sucedió. Lo llamé y coordinamos una entrevista en su departamento.
En aquel lugar sentados junto a su esposa Corina nos comento toda su vida, mientras bebíamos una taza de té, un bien clásico de su época. Su biblioteca se completa con las obras Henry Miller, James Joyce, Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais,  Walt Whitman, Jorge Luis Borges, Antonin Artaud, de ellos, nos hace mención.
Durante los años 50 y 60, Roiger mantuvo una gran relación con el artista plástico Alberto Greco. Fue Alberto, quien tras una primera exposición en el MEEBA (Mutualidad de Estudiantes y Egresados de Bellas Artes, año 1959) lo llamó para convocarlo al Grupo Informalista. De aquellos años de amistad solamente quedan unos 9 retratos expuestos por Roiger, y una anécdota muy comentada por él, en donde Pérez Celis había llamado a Roiger para comunicarse con Alberto, ya que en ese entonces, ellos andaban haciendo retratos juntos. Roiger, le comunica a Pérez Celis que Alberto Greco lo habían matado, y Pérez conmocionado por esta triste noticia fue quien comunico a los demás colegas esta primicia. En el Bar Moderno, los artistas habían juntado plata para las coronas, y Marta Minujín llorando, ya estaba organizando la ceremonia. Cuando Roiger y Alberto aparecen en el Bar Moderno, los querían matar literalmente. Después de unas horas de tristeza, terminaron todos en la casa del arquitecto Balestrini, a pocas cuadras de Plaza de Mayo festejando “la no muerte de Alberto Greco”. Tristemente recuerda su amistad con Greco, persona a la cual quería mucho. Cuando les llega la noticia de que él se había suicidado en Barcelona, no lo podían creer, pensaban que era una nueva broma de Greco. Confirmada la noticia, se lo homenajea en la Galería Pizarro, siendo el último lugar en donde expone.
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“El cuadro tiene que conmover, sino no vale la pena”
Roiger expone a principios de 1959, en la Asociación de Artes de Lomas de Zamora, fotografías abstractas (texturas, chapas oxidadas, barro y algunas más figurativas también). A la muestra es invitado por una amiga, el pintor Juan Otero (Director de MEEBA), cuando vio a la muestra le comenta a Roiger “¿vos sabes de la pintura informalista?”. Desde el desconocimiento por parte de Roiger, Juan lo invita a exponer en MEEBA, ya que sus pinturas formaban parte del movimiento informalista. En la semana de la exposición, realiza una charla el crítico de arte Francisco García Martínez, en ella se encontraba los artistas Luis Alberto Wells y Alberto Greco, quienes al pasar por enfrente de las exposiciones de Roiger, se quedan asombrados, “¡esto es una maravilla!”... al rato vino Kenneth Kemble a ver la muestra. Luego de ese hecho, el grupo informalista lo invita a su taller en la calle Federico Lacroze, “La casa de los fantasmas”, para tratar unirlo a su grupo donde en diciembre expondrían en el Museo Sívori.
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Roiger nos hace saber: “Manuel Mujica Láinez era un crítico de cultura y arte en el diario La Nación, la exposición de Arte Destructivo se la dedicamos a él, para el año 1959. Se la pasaba hablando que, “el arte estaba perdiendo su real importancia, la belleza” y Kenneth Kemble que también era muy ácido nos dice “y si le hacemos una muestra en honor a Mujica Láinez”. El mentor de esa muestra fue Kemble. Entonces hacemos la muestra... encontramos un cajón de manzanas en la calle, yo lleve un montón de cabezas de peluquería que estaban destrozadas, había un respiradero de barcos con un cartel que decía “acérquese y escuche”, de allí salían los gritos de mujeres que simulaban que las estaban violando, poesías de Antonin Artaud leídas de atrás para adelante… todo eso fue fantástico. Enrique Barilari que era el tipo más solvente de todo ese grupo compro un tacho para lavar la ropa y le puso media barra de hielo y compramos todas las bebidas alcohólicas que conminen entre sí (gin, vodka), y la gente se servía, era lo único que había. A las nueve de la noche estaba todo el mundo borracho. Pablo Curatella Manes, uno de los escultores más importantes que se encontraba en Argentina, pidió la palabra y dijo “yo mañana parto para Europa, no creo que vuelva a regresar, jamás pensé que me iban hacer una despedida tan fantástica como es esta muestra”. Fue todo muy lindo. El domingo en una página entera de La Nación sale un artículo, “Muestra de Arte Destructivo, por Manucho Mujica Láinez”, y nos pegó duro, nos comparó con el grupo dada, los surrealistas… que habíamos robado un poco de cada cosa. Él se ofendió porque cortamos un cajón de manzanas, le sacamos una parte de la madera del fondo y lo colgamos contra la pared, junto con una antorcha quemada (parecía una cabeza deformada) que decía “Retrato Manuel Mujica Láines”. Él lo tomo con humor, pero en la crítica nos volvió a pegar. A raíz de eso, en la segunda muestra, había colas de gente para ver, se batió un récord impresionante. Cuatro años más tarde se hace en Londres una muestra de Arte Destructivo, la primera vez que le ganamos de mano a Europa”.
A fines de los años 50, se inscribe en el FotoClub de Avellaneda, y en plena discusión con el jurado integrado por Annemarie Heinrich, sus fotografías van directo al 3º Salón Internacional de Nantes (Francia) y el 1º Salón Internacional de La Coruña (España).
Luego sigo sus estudios con Antonio Segui, gracias a Mario Pucciarelli, interiorizándose más en la pintura. En agosto de 1962 expone pinturas en la Galería Antígona, con presentación en forma de carta, de Kenneth Kemble. En 1963 integra la selección del Premio Ver y Estimar, en el Museo Nacional de Bellas Artes. En 1968 organiza una muestra individual de pinturas en la galería Lirolay. También expone individualmente en Galería Bonanni, 1969; Galería Lirolay, muestra retrospectiva Quince años, 1975; Galería Signo, 1976 y 1977; Galería Oliver, 1979. Formó parte de la Asociación de Arte Nuevo y así continuo sus estudios y obras, hasta el año 82/83 que decide parar un poco y hacer fotografía publicitaria. Con las obras que vendió de los años 60 a unos coleccionistas, se compró una cámara digital, declarándose “yo era contrario a las cámaras digitales”. Su mayor obra esta trabajada desde cámaras analógicas. A partir de allí comienza a trabajar con colores. Sus fotografías abstractas, que se destacan en su juventud, fueron realizadas en el taller de Carlos Regazzoni. En ellas se pueden comprender todo el Arte Informalista de la época. Compartió el taller con Luis Felipe Noé y actualmente Roiger tiene su taller en el “Central Park”, donde trabaja diariamente.
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Jorge con sus 84 años sigue trabajando como la primera vez, siempre acompañado de un pincel o la cámara en mano. Sus obras están en los Museos: Reina Sofía de Madrid, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Museo Sívori, Malba y otros. En el 2016 lo acompañamos a su exposición en Buenos Aires Photo y hoy visitamos su taller. En el camino de vuelta a casa siempre recita poemas de Borges o algún tango, vuelven los análisis de las lecturas claves Henry Miller, Joyce, Orwell, cómo generar y optimizar la subjetividad en los jóvenes. El regreso al Conurbano se torna poético. Para fines del 2018, se espera una retrospectiva en el Museo de Arte Tigre.
Lineas que desarrollo libremente para comprender un puñado de un artista.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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Gino Bencibenga - La piedra de  Sísifo
Este bello libro, que está en pleno proceso de realización será el n° 2 de la colección de poetas de La Matanza.¡Pronto más información! 😍😎
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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📢Víctor Cuello - Selección Poética 📢
¡Adquirí el nuevo poemario!; solamente quedan 30 ejemplares de la colección de autores de La Matanza. 📚🤓😍🐦
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"A las cinco de la mañana"
Rigoberto López vomita: dos boletos de colectivo y uno de tren
de ocho a trece vomita recuerdos/chistes algunos comentarios al pasar y/ por supuesto/ cemento/ cal/ arena
descansa media hora
y/después/ vomita seguido hasta las diecisiete
se limpia ligero y/dura dos horas de viaje
Rigoberto López vomita bronca/ cansancio/ pisotones puteadas y codazos
cuando se siente mal (muy de vez en cuando) Rigoberto/ Vomita.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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Visitamos al poeta Omar Cao, oriundo de González Catán, La Matanza.
Esto es mío
mío
mío
lo llevo, lo acompaño
lo tengo sin aliento contra mí
lo manejo a mi antojo
le pongo unos anteojos madurados casi 
sobre los blandos ojos de papel
con los que miro
le ordeno
y es átomo viscoso
un día como loco
le pregunto
y un día impensado loco
me contesta ;
me ceden los cimientos
nazco entre mis escombros
solo solo
con un frío calor en la cabeza.
para estrenar mi voz,
hoy he resuelto
componer un poema original
sobre lo original de los poemas: 
no debe decir amor, 
ni revolución,
ni obrero,
ni explotación,
ni consumo,
graves pecados de vulgaridad...
Omar Cao, Emigrado de la luna y otros asuntos,1976.
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revistalawalsh-blog · 7 years ago
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La Juventud Peronista y La Matanza
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Luego de la proscripción del Peronismo en la Argentina, tras la llegada de la Revolución Libertadora encabezada por el Almiralte Isaac Rojas y el General Eugenio Aramburu, la llegada de la Resistencia Peronista no se hizo esperar. Los viejos muchachos que seguían creyendo en el líder carismático, aquel que con su voluntad de poder y estrategia, supo organizar al pueblo argentino y darles justicia social, no se iban a persuadir. A su vez, la juventud no se quedo atrás. Ellos observan en sus casas el retrato de Evita y de Perón, pregunta quienes fueron, qué hicieron y qué pasaba ahora. En sus mentes, corría el lema de una patria libre, justa y soberana. Al poco tiempo se empiezan a juntar en la Capital Federal, tratando de combatir en la calle, cuerpo a cuerpo, puño a puño a los aliados del Gobierno Nacional. 
Hoy nos encontramos con la lectura de La Voluntad. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina (1966-1973), un excelente libro sobre las historias de los militantes, escrito por Eduardo Anguita y Martín Chaparró, en la década de los noventa. En el capitulo tres, el los hace saber qué pasaba en nuestro territorio matancero, para 1960:
La cocina era chica y los siete se amontonaban ahí, callados, mirándose. Tenían hambre pero les habían explicado que no tenían que comer nada:
—Si te pegan un chumbazo en el estómago y lo tenes lleno, te morís. Sino comiste capaz que podes salvarte. 
La idea se le había ocurrido a Gustavo Rearte. Ahí enfrente, del otro lado de la autopista General Riccheri, estaban terminando unos monoblocks para el personal aeronáutico. Como tenían miedo de las ocupaciones ilegales, siempre había tres o cuatro soldados de custodia. Los muchachos, divididos en tres grupos y aprovechando la noche y la sorpresa, pensaban que podían reducirlos y sacarles las armas. Habían pensado un plan, lo habían discutido, lo habían revisado, y ese sábado se habían concentrado en la casa de un compañero, en un monoblock de Ciudad Evita, que entonces se llamaba General Belgrano, a esperar que llegara la hora. Ya era medianoche; al día siguiente habría elecciones para senador de la Capital: se decía que el candidato socialista, Alfredo Palacios, tenía muchas posibilidades. El peronismo, como de costumbre, estaba proscripto. Los muchachos de la Juventud habían decidido votar en blanco, y subrayar el voto con una acción de gran impacto. Nunca habían hecho algo así, pero se imaginaban que, si conseguían su objetivo, el lunes iban a ser tapa de los diarios. Tenían armas menores: Envar llevaba el 38 de su abuelo. Rulli cargaba un revólver que se habían comprado: como no les alcanzó la plata para más, tenían sólo seis balas, y no habían podido probarlo. Nunca habían hecho algo así: el silencio en la cocina era pesado.
—¿Y si vamos a comer unos churrascos y mandamos todo a la mierda?
Dijo uno que le decían Petitero, y enseguida se rió para que todos se dieran cuenta de que era un chiste. Después, otra vez silencio.
Bajaron a eso de la una; en la puerta de monoblock se divieron en tres grupos. Lloviznaba. Envar iba con Rulli, Rearte con el Petitero, Felipe Vallese iba con otros dos. Cada grupo, tenía que entrar por uno de los lados del monoblock, a medio terminar, reducir a los soldados de guardia y después avanzar hacia el lugar donde debía haber dos o tres más, durmiendo, y sacarles las armas. El monoblock en construcción era un laberinto de columnas a medio terminar, chorreado y sembrado de charcos. Envar pensó que si metía un pie en el agua el ruido iba a arruinar todo. Un par de lamparitas colgando iluminaban apenas. Rearte y el Petitero encontraron a un solado, lo encañonaron, le sacaron una pistola ametralladora. Envar y Rulli encontraron a otro. En un momento,Rulli, que tenía que avanzar, gritó ¡no, no!, y Envar se preparó para tirar. Justo antes, vio que el que llegaba era Rearte. Cuando fueron a buscar a los demás solados, no los encontraron: supieron que, a la noche, debían escaparse a dormir a algún lugar más hospitalario. Tenían dos armas y dos prisioneros: dos colimbas tiritando de miedo. Les dijiero la proclama que habían preparado:
—Somos guerrileros del Ejército de Liberación Nacional. No somos delincuentes, somos peronistas, luchamos por el retorno de Perón.
Los soldaditos miraban aterrados y les decían que sí. Rearte tiró en una esquina un par de brazaletes que decían ELN, para que pareciera que se les habían caído. Y otro compañero iba a mandar comunicados a los diarios. Para atar a los soldados, habían practicado unos nudos que se hacían muy rápido alrededor de las muñecas y al tirar se cerraban como esposas. Envar se lo hizo a uno y le dijo a ver, desatate. El soldado desató casi sin querer. Así que los ataron a la criolla, los dejaron tirados en el suelo y Rearte dio la orden de retirada:
— ¡A los camiones, a los camiones!
— Y no se olviden de decir que somos peronistas.
Les gritó Vallese. Los camiones nunca habían existido. Se separaron en dos grupos: Envar se fue con Rulli, el Petitero y Vallese, caminando por un descampado. Todavía lloviznaba. Envar había imaginado muchas veces el momento de entrar por fin en acción, una acción de verdad, pero ahora que sucedía resultaba más bien un barro de ansiedad, complicaciones y engorros: nada grandioso. Al cabo de unos minutos descubrieron que se habían perdido. Unos cientos de metros más allá se cruzaron con la vía de un tren y se les ocurrió un plan: llevaba un par de molotov; podían tirarlas cuando llegara el tren, que tendrían que pararse y ellos se subirían. Cuando apareció el tren ni siquiera tuvieron tiempo de prepararlas: iba a mil por hora. Entonces siguieron caminando a lo largo de la vía y encontraron a un guardabarreras. Estaban empapados. Le preguntaron para dónde quedaba la Capital; el hombre les señaló una dirección y empezaron a caminar preocupados:
— Hermano, por acá no podemos seguir. El tipo este nos bate, es fija. Imagínate, cuatro tipos caminando por la vía esta hora, sin saber dónde estan.
Envar, que era el único que tenía algún entrenamiento castrense, tomó la iniciativa:
— Mejor vamos y nos metemos en aquel bosquecito.
Entonces apareció, al final de un camino, un camión que parecía militar, con las luces prendidas.
— ¡Cuidado, nos encontraron! Dame la pistola que yo sé cómo se usa.
— No, no, déjame a mí.
— No, dámela.
El Petitero se la dio. La pistola ametralladora tenía un botón para eyectar el cargador. Alguien lo había apretado sin darse cuenta, así que no tenían ninguna bala. La situación era desesperada. El camión ya estaba llegando; al final siguió de largo. Unas cuadras más allá Gustavo Rearte, que ya se había despedido de los demás, caminaba solo hacia su casa, en Villa Celina. Cuando el camión lo alcanzó hizo lo primero que se le ocurrió: se metió en un jardín donde había una manguera y, con su mejor cara de nada, la agarró y simuló que lo regaba, a las tres de la mañana, bajo la lluvia. Los perros le ladraban sin fervor.
El grupo de Envar, por fin, consiguió llegar hasta una ruta donde pasaba el 86. En la planificación previa se había prohibido tomar colectivos, porque la policía los iba a parar seguro. Pero no había más remedio. Un rato después, Envar El Kadri y Felipe Vallese se bajaron en Flores.
— Felipe, a mí no me agarran nunca más para una de estas.
— A mí tampoco. Tenía un cagazo.
— Si, yo también, Esta es la última , primera y última.
— La verdad, yo no estoy hecho para eso, Envar.
— No, hermano, yo tampoco.
Envar se fue caminando hasta su casa. Llegó a las cinco de la mañana y su padre se despertó y le preguntó dónde había estado. Envar tenía diecinueve años.
— Nada, papá, una reunión.
El lunes, cuando se encontraron en el Jardín Botánico, los muchachos, vieron que su proeza salía así chiquita en una página perdida de los diarios. Pero se sentían Gardel, y querían preparar otra más grande.
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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González Catán y el paradigma
A Emilio Di Tata Roitberg lo conocimos cuando buscábamos información sobre los barrios de González Catán. Wikipedia lo dio a la luz. Ella nos hacia saber que hace unos años atrás, se había editado una novela que tenía los condimentos de La Matanza. Las pinceladas de Roitberg vuelven a reflejar algunas realidades de los barrios más humildes del Conurbano. La leímos y nos genero curiosidad algunos aspectos de su vida y de la novela. Aquí abajo algunas preguntas y respuestas.
por Emma Fresco
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Síntesis de tu vida, desde el nacimiento hasta la actualidad.
Bueno, nací en Capital, en el hospital de Sindicato de Vendedores de Diarios y Afines (SIVENDÍA),  porque en ese momento mi papá era diariero, tenía un puesto de diarios en Luro y Ruta, que está en el mismo lugar, ahora pegado a la parada del Metrobús. Crecí en esa esquina, hasta los 13 años. Viví un tiempo en Ramos Mejía y luego en González Catán, así que puedo decir que conozco el extenso territorio de La Matanza de punta a punta, porque además tenía amigos y parientes en La Tablada, Castillo, Virrey del Pino, Ciudad Evita, y fui a la escuela en Casanova y San Justo.
A los 16 me vine a vivir a la Patagonia, y donde vivo desde entonces, salvo por períodos en los que viví en España, Medio Oriente y en Capital. Escribo de manera regular más o menos desde hace 20 años, y publiqué mi primer libro hace 10.
¿Cómo nace el amor por la escritura?
A los diez años se me antojó que quería ser escritor. Uno de los tantos berretines que uno tiene de chico, sólo que este continuó a través de los años, la idea de que tenía que escribir. En mi casa no había muchos libros, mis padres no eran lectores, pero igual me apoyaron desde el primer momento. Mi mamá le encargaba al diariero todas las semanas la colección Mis Libros, de Hispamérica, donde yo trataba de aprender cómo se escribían un libro, y mi papá, al volver de la obra (trabajaba en la construcción, en ese tiempo) se apareció una tarde con una máquina de escribir Remington nueva flamante. Escribí un par de comienzos de novelas que no prosperaron, mi problema era que no tenía a quién preguntarle. Las clases de lengua en la escuela eran terriblemente aburridas para mí, y lo que me daban a leer no me motivaba para nada. Recién comencé a escribir regularmente cuando vine a vivir a Bariloche. En cuarto año tuve una profesora de Literatura, Mariana Neira, que me alentó a textos cortitos, que luego ella leía a mis compañeros. Ella y un pequeño grupo de amigos que tuve en ese momento fueron cruciales para mí, gracias a ellos comencé a escribir.
¿Cuáles son tus escritores favoritos y por qué lo son?
Van variando con el tiempo. En mis comienzos leí mucho a Julio Verne, a Poe, el Martín Fierro, Robinson Crusoe, y libros hoy muy poco conocidos, como Las Aventuras de Peter Schlemil, de Chamisso, y El rojo emblema del valor, de Stephen Crane, que me causaron una gran impresión. Entre los 12 y los 16 no leí casi nada, y luego arranqué con todo. Arlt, Dostoiévski, Dickens, Borges, etc etc. Luego me enganché con Milan Kundera, Isaac Bashevis Singer, W. Somerset Maugham… En la actualidad leo más que nada autores contemporáneos, por citar algunos me gustan mucho Paul Auster, Kenzaburo Oé, Gonzalo Torrente Ballester, Françoise Bourdin, Amin Maalouf, y de argentina Claudia Piñeiro, Selva Almada, Samantha Schweblin y Jorge Fernández Díaz, entre muchos otros. Entre los autores de no ficción algunos que no me canso de leer y releer son Juan José Sebreli, Ryszard Kapuściński y Sonia Cristoff.
¿Qué proyectos a futuro tenes?
Seguir escribiendo, por supuesto, terminar un par de relatos inconclusos que me reclaman, publicar la tercera parte de mi novela policial El Oso, y seguir escribiendo una novela tipo folletín que publico una vez por semana en mi página de Facebook, “El tío Berni y la Polaca”, una novela que tiene cientos de lectores en toda Latinoamérica, y que los invito a leer en mi página de autor: https://www.facebook.com/ditataroitberg, o en el link: http://berniypolaca.blogspot.com.ar  
 ¿Cómo ves la cultura y el arte en La Matanza? ¿Qué creés que hace falta? 
La verdad que no estoy muy al tanto porque vivo desde hace muchos años en el Sur. Pero me gusta cuando veo que aparece un libro o película ambientada en mi Patria Chica, como Mundo grúa, Villa Celina o Kriptonita, entre otros. Creo que La Matanza es un lugar excelente para seguir contando historias, para que sigan apareciendo nuevos creadores en todas sus formas. Somos pocos los diablos y mucha el agua bendita, hay mucha tela para cortar.
 ¿Qué opinión recibió tu novela González Catán, de aquellos vecinos de los barrios populares de Laferrere y González Catán?
El hecho de que mi novela González Catán llegara efectivamente a los lectores del lugar donde transcurre la historia (Catán, Laferrere y Ramos) fue una prueba de fuego para mí, porque se trataba de lectores que conocen el escenario igual o mejor que yo, y podían detectar enseguida donde la pifié. La verdad es que la recepción hasta ahora ha sido muy buena, con muchos mensajes positivos. Y eso que en un par de lugares alteré la geografía Matancera. Por ejemplo, hice un mix entre Villa Mosquito y La Palangana, o ubiqué la refinería de YPF más cerca del cruce del 29, donde tenía su esquina la travesti Raffaela y sus amigas, porque convenía más a los propósitos de mi obra. Pensé que me iban a matar por eso, hasta ahora vengo zafando. Los lectores matanceros no le dieron importancia a esos cambios, me dijeron que se habían enganchado tanto en la historia que ni se dieron cuenta.
¿Crees que la escritura de González Catán sirve para mejorar la situación de aquellos vecinos?
González Catán es una obra de ficción, no tiene intenciones didácticas, pero de todos modos muchas personas, sobre todo de la Capital y de otros lugares de Argentina que la leyeron me dijeron que conocieron una realidad distinta a través de esta novela. En definitiva, creo que sí, que una obra de ficción que muestra una realidad dura puede ayudar a cambiarla. Poco o mucho, no lo sé. Pero soy muy optimista en cuanto a que la situación en la que vive mucha gente de La Matanza y del Conurbano en general va ir poco a poco cambiando para mejor.
 En La Matanza, se distinguen dos libros sobre los barrios. Villa Celina de Juan Diego Incardona, y el tuyo con González Catán. Ambos plantean distintas miradas sobre los barrios. Incardona trata de cierta manera de enarbolar la idea mítica del barrio, los vecinos, la cumbia, el rock, sus costumbres, el peronismo, característicos de La Matanza. Con González Catán se descubre otra realidad de los barrios ¿A qué se debe tu mirada y la idea de narrar eso? ¿Cuánto influyo tu pensamiento político?
En lo personal, no soy para nada partidario de los mitos, creo que un mito es como el estribillo de una canción de moda, algo que se nos pega porque suena bien y porque lo escuchamos un millón de veces y se nos pega, y al final terminamos repitiendo una barbaridad. En González Catán yo me preocupé, ante todo, de contar historias universales, historias de amor, celos, cuernos, codicia, solidaridad o estupidez. Pero bueno, si en algún momento intenté algo no fue propagar o pontificar el mito sino desmitificar el Conurbano. Que la gente que tiene una idea preconcebida de La Matanza lo lea y diga: Ah, bueno, no es tan así. Los personajes de mi novela, además de cumbia, escuchan musica romántica, tecno, Virus, Julieta Venegas, música celta... En la villa, además de criminales y paqueros hay un pibe que sueña con ser director de cine, una travesti que quiere montar un salón de té inglés, hay gente a la que le interesa el arte, la historia, y sobre todo gente honesta que la pelea día a día, que son la gran mayoría. Gente que no responde al estereotipo que otros tienen del Conurbano.
En cuanto a mi pensamiento político, bueno, creo que sí influye en mis relatos, si bien yo trato de no expresar sólo mi punto de vista, o hacer un contrapunto entre dos visiones y que sea siempre la mía la que gane. Una porque no estoy escribiendo un panfleto, y otra porque aunque quisiera hacerlo no serviría, cada uno tiene sus convicciones y no creo que la vaya a cambiar por una obra de ficción. En mi primera novela, El Oso, escrita en pleno menemismo, se muestran los efectos devastadores de la crisis económica en un barrio periférico de Bariloche, aunque no se menciona a Menem ni al PJ en ningún momento. Las historias de González Catán están ambientadas en zonas de La Matanza azotadas por la marginalidad y la miseria, que yo atribuyo a décadas de gobiernos populistas, aunque los lectores peronistas y/o kirchneristas de mis libros, que son muchísimos, sacan una lectura completamente distinta de la mía. Creo que se sienten respetados porque ven que no trato de bajarles línea. De todos modos, en mis historias pongo más énfasis en el aspecto humano de cada relato, que es a fin de cuentas lo que más me interesa contar.
contacto: https://www.facebook.com/ditataroitberg/?fref=ts
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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Nicolás Menza, reivindicación de la pintura.
Aventurándonos en los barrios de La Matanza dimos con el taller de Nicolás Menza, uno  de los artistas más vehemente y sublime que tiene nuestro partido. Conocer su obra y su pensamiento en primera persona, nos contagia del quehacer artístico que hoy en día tanto hace falta.
Aquí abajo, un breve repaso de lo que fue la visita a su taller.
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Nicolás Menza nació en Buenos Aires un 18 de octubre de 1960. Desde entonces, siempre ha vivido en La Matanza y nunca ha dejado de respirar junto al arte.
El comienzo de su carrera plástica lo vive desde muy chico, ya en la escuela primaria se destacaba por encabezar los proyectos de los murales escolares y en el barrio, sus amigos sabían que él no salía a jugar antes de que termine de dibujar. Ésta es una a razones por la que Menza en 1984 (luego de terminar el secundario) estudia en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, con especialidad en pintura, y luego en 1988 egresa de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova.
En su taller, entre mate y mate, nos contó como fueron sus primeros pasos, sus exposiciones, sus obras, sus vivencias, sus pensamientos, y entre ellos, uno que data de noviembre de 1986, que hoy sigue muy vigente: 
El arte no calma el hambre de los pueblos... Pero ningún pueblo crece y es grande si no se respalda e identifica con su arte...  
Es a partir de este pensamiento, que la obra de Menza empieza a desarrollarse. Él toma el espíritu de su tiempo y lo realiza con letra propia, gracias al gran consejo que le da su profesor Teresio Fara. Y en ese tiempo, él desarrolla su obra gráfica, sus pinturas, técnicas mixtas, gofrados, arte público, sus objetos e instalaciones, que parecen extraídas del inconsciente o de un sueño; en una búsqueda metafórica, impulsada por un sentimiento metafísico, como describe el crítico de arte Fermín Fèvre.
 En su obra, se ve una obsesión por la figura de la mujer, el desnudo internalizado que responde a una visión interior predominante, admirativa y amorosa, que incita al respeto  reflexión (hoy perdido) por el sujeto femenino; también una mirada a la niñez, el mundo del guiñol, Borges, costumbrismos: el tango, el café... naturaleza muerta; y dentro de todo esta gran ola de obra, se encuentran La Inocencia Perdida (2002), una técnica mixta que muestra el compromiso social que el lleva dentro para generar de cierta forma una denuncia o conciencia.
En enero del 2003, Menza escribía: 
Quizá la verdadera pintura es la que se pinta sin pincel, sin paleta, sin tela, sin colores, y es la que se va descubriendo dentro de uno. La diferencia ante la injusticia el dolor, la hambruna, el despojo, en el que aparece sumergido y sometido el hombre, en estos tiempos postmodernos y globalizados, nos deja ausentes de lo humano que habita en nuestra humanidad. Nos transforma en seres errantes de nuestra propia condición humana.
 Menza aclara, que fue él mismo quien descubrió su interior: “trabajando humildemente, con decisión y riesgo, siendo profundamente veraz con sus sentimientos, como lo es un niño”; a través de su verdad interior, se forma su condición humana, y de ésta manera va descubriendo su rol en la vida, que la desarrolla a través de sus vivencias artísticas y familiares
De esta manera, él no busca a priori el reconocimiento en los demás, esto es exclusiva consecuencia del peso de la obra. Y comenta que el reconocimiento forman parte de las caricias que recibe cuando el público admira su obra. Tal vez, algún día el artista necesite más que caricias para poder.  
Todas sus obras en: http://www.nicolasmenza.com.ar/
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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Retratos del horror.
Los negativos de detenidos-desaparecidos fotografiados en la ESMA por los militares fueron recogidos por Víctor Basterra de la sala del laboratorio fotográfico. Los retratos servían para el registro burocrático policial. Dichos negativos fotográficos estaban destinados a la destrucción para no dejar huella alguna. Basterra tuvo la valentía, el coraje y la fuerza para sacar los negativos de la ESMA y luego ser utilizados en el Juicio a las Juntas.
Testimonio de Martín Gras en la Causa 1270 y acumuladas, 18 de agosto de 2010:
“Cuando uno entraba al sótano, era arrojado contra una pared, sacado los vendajes o capucha que tuviera y automáticamente se le sacaba una foto. Después descubrí, pasado el tiempo, que la persona que sacaba las fotos no era un oficial o un suboficial de inteligencia de Marina, sino que era personal del Batallón 601 de inteligencia de Ejército. Lo hacían a efectos de garantizar que la Marina no tuviera secuestrados a espaldas de la comunidad de inteligencia o la comunidad de informaciones que dirigía el Batallón 601. O sea, por lo menos durante todo el período que estuve yo, de secuestro avanzado hasta el año ‘78 [...] el control del Batallón 601 más concreto –en este caso, las fotos– o el menos formal de presentar informes era permanente. O sea, el Grupo de Tareas estaba dentro de la estructura de la grilla del sistema represivo que en ese momento centralizaba, en el área Capital, el Batallón de Inteligencia 601. Eso por un lado. Otra de las cosas que pasaba automáticamente en la ESMA, era que uno recibía un número”.
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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Leonor, por Pedro Chappa.
Leonor se fue deshilvanando con el viento. Uno a uno cayeron sus botones, se le destejieron las manos. Las manos con las que había acariciado las hojas sedosas del árbol solitario de su jardín, jardín del árbol, solitario que lloraba sus lágrimas dulces por la noche. Aquellas lágrimas convertidas en maná, recogidas por Leonor antes del amanecer. Aquél maná, único alimento que Leonor podía recibir sin deshilacharse. Aquel viento que castigó al árbol toda la noche, que barrió las lágrimas del árbol solitario como Leonor. Solitario aquel viento que había venido arrastrando todas las soledades desde el otro lado de la montaña, desde el otro lado de la montaña. Desde el otro lado del mar que estaba tras la montaña. Mar tras la montaña, aquella montaña que Leonor no había visto jamás y que por un descuido del Señor de la montaña había permitido el paso del viento que arrastraba las soledades de aquel mar de soledad. Mar alimentado por las lágrimas de todos los solitarios y las solitarias, que derramadas después de la caída del sol formaban aquellas tormentas, aquellas nocturnas tormentas, aquellas nocturnas tormentas silenciosas de nubes invisibles que se descargaban sobre los que se había ido a dormir sin un beso, sin un hasta mañana. Sin hasta mañana Leonor debilitada, Leonor sin maná, Leonor sin besos, Leonor perdiendo el estado de hilitos, de instantes tejidos, entramados, anudados y sostenidos por los dorados botones de las horas encantadas. Encantadas horas de sonido múltiple, silbos, roces, suspiros, risillas, arrullos, pájaros, trutrucas, gaitas, dulces flautas, berimbaos, quenas, galopes, relinchos, ronroneos, citaras, oboes, oboes, citaras, desmayados murmullos, murmullos de hojas cayendo del mudo árbol, árbol silencioso de las largas noches, que el viento de oboes, de chelos, hilos, hilillos de requintos, largos sedosos hilos de violines, violas, que de viento tubas, de fagotes, de roncos atabales, de tubos gigantes de gigantes órganos de templos de gigantes, cuerdas que no viento, cuerdas de cellos, de cellos, miles de cellos en celo desnudándose, hilo por hilo. Leonor sin besos, sin buenas noches, sin sonidos del viento murmurante de la noche deshilándose, desliándose. Leonor. sola Leonor
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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George Orwell 1984, un adelanto al gobierno siniestro (primera parte).
                                          LA GUERRA ES LA PAZ                                LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD                                 LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
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En el 2017 ¿Qué son para nosotros estos tres slogans del Partido, hoy en día? Acaso, afuera, incluso a través de los ventanas cerradas, ¿el mundo nos parece frío? EL GRAN HERMANO TE VIGILA. El Estado te vigila. La policía te vigila: “Era una patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento”. Ellos controlan el hilo privado. No puedo escribir mi presente en mi diario. Ellos quieren eliminar la historia, pues me condenarían a muerte. Sin pasado no hay memoria ¿Para quién estaba escribiendo él este diario? Para el futuro, para los que aún no habían nacido.                                                                                                   La vieja del cine nos dijo "a nadie le importa lo que dicen los proletarios". Tal vez así será. Las calles estaban muy vigiladas por guaridas, con caras de gorilas y uniformes negros, armados ¿Los gorilas de Orwell del ´49, son los mismos que del peronismo?
 "Las detenciones ocurrían invariablemente POR LA NOCHE. Se despertaba uno sobresaltado porque una mano le sacudía a uno el hombro, una linterna le enfocaba los ojos y un círculo de sombríos rostros aparecía en torno al lecho. En la mayoría de los casos NO HABÍA PROCESO alguno ni se daba cuenta oficialmente de la detención. LA GENTE DESAPARECÍA SENCILLAMENTE Y SIEMPRE DURANTE LA NOCHE". Tres décadas esperó la Junta Militar para activar este proceso totalitario, dictatorial, de lo peor que le paso a la Argentina.
Los femicidios seguían en pie: "Wiston conseguía trasladar su odio a la muchacha que se encontraba detrás de él. Por su mente pasaban, como ráfagas, bellas y deslumbrantes alucinaciones. Le daría latigazos con una porra de goma hasta matarla. La ataría desnuda en un piquete y la atravesaría con flechas como a San Sebastían. La violaría y en el momento de clímax le cortaría la garganta. Sin embargo se dio cuenta mejor que antes de por qué la odiaba. LA ODIABA PORQUE ERA JOVEN Y BONITA Y ASEXUADA; porque quería irse a la cama con ella y no lo haría nunca; porque al rededor de su dulce y cimbreante cintura, que parecía pedir que la rodearan con el brazo, no había más que la odiosa banda roja, agresivo símbolo de castidad". En nuestro país, en los 27 días de abril, se produjeron 21 femicidios ¿Cómo terminar con esta tragedia?
El gran hermano controla los verdaderos sentimientos y lograba que vos hicieras lo mismo que hacen los demás, como una reacción natural. El pueblo odiaba a O´Brien, empero, con sus "Dos Minutos de Odio" la grieta se unía al grito de "ABAJO EL GRAN HERMANO", pero dicha grieta se caracterizaba por ser persuadida fácilmente. Entonces su odio contra gran hermano se transformaba en adoración.
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revistalawalsh-blog · 8 years ago
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Soto, Delfor Santos (1935-1976)
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Delfor Santos Soto, fue un escritor, militante y periodista argentino. Nació un 29 de agosto de 1935 en San Justo, partido de La Matanza en donde ejerció todas sus profesiones. Militante de la Juventud Peronista desde los ´70, y luego electo concejal para el año 73, siempre ejerciendo y buscando activamente la patria justa, libre y soberana. Tras la muerte del General Perón, Soto renuncia a su cargo como concejal, estando disconforme con el gobierno de la viuda Isabel. Soto fue un hombre inteligente, comprometido con su literatura y su tiempo. “Leer es el único lujo que me doy”, y en tales casos las obras de sus colegas Rodolfo Walsh y Paco Urondo, de Dostoyevsky, Flaubert, Voltarie y Jean Doulourd, etc., de esa literatura realista y moral. Cuando hoy releemos su obra, principalmente en los cuentos ´El despojo y otros cuentos fantásticos y Chitos y otros silencios´, comprenderemos su rol dentro de la sociedad, en sus personajes de alguna manera Nonfiction, antes del fusilamiento nos relata: “Y no estaba arrepentido. Algo dejaba. Había luchado toda una vida contra la mediocridad. Y ahora iba a morir siendo un revolucionario incorrupto, tanto moral como ideológicamente. Profundamente antimperialista. Con un aborrecimiento cada día más acrecentado hacia el imperialismo. Y muy feliz con Perón en la patria y próximo a ser nuevamente presidente. Había luchado día a día contra la corrupción, la coima, la burocracia y los burgueses. Si, ahora moría; pero ¿qué importaba?, puse algunas semillas, había sembrado y los frutos aportarían algo al proceso de liberación. Otros mueren solo por razones biológicas simplemente y se van de la vida sin ton ni son. Yo algo había sembrado. No me sentía ni un héroe ni un mártir. Sólo un sembrador” (Soto, 1973, p.97).
Aquellas semillas, hoy tiene sus flores. Y son cientas, que como él, luchan cada día por justicia social.
Hoy decimos, ¡SOTO PRESENTE! ¡AHORA Y SIEMPRE!
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