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Isabel Flores Oliva

Existió hace muchos años una santa latina que marcó un hito en el antes y después en el catolicismo colonia, Isabel Flores Oliva, a quien posteriormente se le conocería como Santa Rosa de Lima. Nacida un 20 de abril de 1586, hija del español arcabucero Gaspar Flores y de María Oliva y Herrera, hilandera procedente de Huánuco. Desde muy pequeña, Rosa mostró vocación cristiana y una inclinación al catolicismo muy evidente. Fue monja dominica mas nunca participó del claustro comunal, envés de eso, construyo una ermita en su jardín en la que rezaba y hacia trabajos manuales. Rosa murió el 24 de agosto de 1617 y se cuenta que en su lecho de muerte miles de devotos acudieron a arrancar piezas de ropa y hasta partes de su cuerpo puesto a la idolatría y amor que sentían por ella. Santa Rosa se convirtió en la primera santa de Latino América en 1671 y hasta el día de hoy muchos devotos la conmemoran con plegarias y hasta se refieren como Reina del Perú.

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La construcción de Rosa para el público contemporáneo se ha dado mediante el boca a boca y también el uso de la imagen, teniendo a la Santa presente en el billete de 200 soles y sabiendo que es considerada la patrona de Latinoamérica, es muy difícil nunca haberse cruzado con una imagen de ella. Un atributo constante en su representación visual era retratarla con la mirada hacia arriba y el gesto triste. En general, el imaginario colectivo siempre hizo a Santa Rosa con una expresión sufrida, las cejas siempre elevadas en el inicio y curvas al final, cosa que genera una sensación de eterno anhelo que llega al espectador de forma tácita, mas inconsciente.

Una de sus representaciones más famosas es esta pintura hecha por Francisco Lazo en 1859, la cual se evidencia el gesto de aflicción, además de ser una Santa Rosa muy pálida, y los colores de su piel y su hábito casi y hasta se mezclan con los de un grisáceo y opaco fondo abstracto que la rodea. Lazo  la pinta muy delgada, esto se atribuye a los ayunos religiosos que Rosa practicaba de forma muy constante. Sus manos están unidas en su regazo, como si hubiese algo juntándolas, a pesar de que a simple vista no se distinga ninguna forma de atadura. Frente a ella hay una silla con un libro muy ancho sobre ella, asumimos por el contexto y ancho que es una biblia y que Rosa se encontraba arrodillada frente a esta silla orando.

Dentro de los atributos de Santa Rosa, se encuentra el famoso pozo de los deseos y la historia del mismo se remonta a tiempos de cuando ella estaba viva. El pozo original se encuentra situado en la casa de los Flores de Oliva, y como cualquier pozo su función era proveer a la familia de Rosa con agua proveniente del rio Rímac. Cuenta la historia que día, durante una de sus jornadas de oración y cilicio, Rosa tiró al pozo la llave del candado que cerraba el cinturón de acero que tenía puesto a todas horas para auto flagelarse. Ella dijo que si lanzaba la llave nunca más podría abrir el cinturón y tendría que mantenerse en cilicio de forma permanente. Partiendo de esto llegamos a otra concepción de Santa Rosa que se ha popularizado culturalmente es su personalidad sumisa y su casta, pero exuberante belleza. Se sabe que los clérigos y sacerdotes de las iglesias que frecuentaba desde una muy temprana edad eran muy apegados a ella, y que, a sus padres, especialmente a su madre, les preocupaba bastante, pues los inicios de sus flagelamientos y automutilaciones iniciaron en paralelo a estos sucesos, cuando ella tenía tan solo diez años. Si bien yo pienso que Santa Rosa probablemente no era una muchacha de muchas palabras, considero también que esta imagen de la santa pasiva y complaciente es fruto de una misoginia que viene enraizada con la representación femenina dentro de la religión. Si bien en esta época, el cilicio era una práctica bastante común, no puedo evitar, pero sentir dolor y culpa pensando en cuánto debe haber sufrido intentando entregarse a dios y complacer a las cabezas eclesiásticas a quienes respetaba y buscaba obedecer. Con el paso del tiempo Santa Rosa ha sido venerada e interpretada de diversas formas, se ha hablado mucho de su santidad y sus milagros, de lo buena y encantadora que era, sin embargo creo que es importante recordar también cuanto sufrió y como mediante el termino de cilicio y encomendamiento a dios se naturalizó y romantizó tan profundamente su sufrimiento y automutilación.