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Madame Bovary

Emma espera. Pasa el tiempo en silencio. Hace a un lado el cortinado y observa por la ventana el movimiento de los transeúntes con la intención ocupar la mente en algo. El aire dentro de la casa esta ligeramente viciado, cargado con el aroma a leña recién cortada y el polvo atrapado en las alfombras.

Observa la vida, algo de lo que es parte pero al mismo tiempo siente tan lejano. Apoya una mano en la base de su cuello y siente los lentos latidos de su corazón. Tiene, al parecer, todo lo necesario para transitar aquello llamado vida, pero se siente como una pluma prisionera en una corriente de aire malvada que se niega a dejarla flotar según sus propios deseos. Es movida de lado a lado, de arriba hacia abajo, en patrones demasiados complicados para su entendimiento y Emma, mareada, se rinde a su juego. Lleva rendida demasiado, tanto que esta entumecida de pies a cabeza. No siente su cuerpo, a pesar de que se levanta cada día y hace cientos de cosas que se suponen que le dan sentido a su existencia.

Esta cansada y quiere algo, pero no sabe que. Solo sabe que tiene apetito por mas, que la vida no puede tratarse sobre poner leños en la chimenea y golpear alfombras polvorientas durante la mañana.

¿De que sirve vivir si tu alma es prisionera de un letargo infinito y tu corazón, de latidos desganados?

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Carta de amor a los muertos

Las cartas no llegan a Peleliu o al resto de las inhóspitas Islas Palaos. Escribirles a aquellos muchachos que luchan con el agobiante clima tropical es como escribirle a un muerto. Nada sucede, todo es silencio y espera. Stella ha escrito al menos una decena de cartas para aquel soldado de piel bronceada y ojos azules que la cortejo en el tranvía de Melbourne, pero ninguna ha sido enviada.

Los días en que lo tuvo entre sus brazos resultaron maravillosos, y las noches aun mas. Verlo revolotear por la casa, compartiendo algo tan mundano como la ordinara vida de una familia de inmigrantes griegos despertó algo en sus entrañas; el deseo de que su presencia no fuera pasajera. Pero, en el remolino de emociones que Bob Leckie provocaba en ella, también se encontraba el miedo a perderlo. Lo quería, podía imaginar un futuro a su lado sin sentir que estaba aspirando a una fantasía descabellada y lo posible, lo cercano de aquello era lo que la torturaba. ¿Quién le entregaría su corazón a un hombre cuyo destino era tan devastador como la guerra?

La comunidad griega ya había perdido a muchos de sus jóvenes y sus padres habían sufrido aquellas perdidas con gran pesar; fue por eso que despidió al soldado americano en la escalinata de su casa. Le pidió que no regrese a Melbourne porque no habría nadie esperándolo.

Robert Leckie obedeció, pero la que quedo estancada entre cartas jamás enviadas y fantasías ahora si, inalcanzables, fue ella.

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THE ART OF WAR

—Déjalo ya, Sledger. Lo creas o no, hay maneras de regresar a casa limpio. Esto...—Romus Burgin señalo el cuerpo sin vida perteneciente a un soldado japonés. —Te cazara por siempre. No cruces esa línea.

El morterista Eugene Sledger llevaba varios minutos en cuclillas frente al cadáver, alternando su mirada entre el destello que desprendían los dientes de oro y el brillo de la espada plateada con la que había intentado matarlo hace un momento. Estaba decidiendo cuál sería su botín, el suvenir de aquella fiesta de sangre y muerte llamada guerra, en la que llevaba bailando ya ocho interminables meses.

El tiempo en el campo de batalla había logrado corromperlo y el odio brotaba por sus poros al igual que el sudor y la suciedad; con naturalidad, como si fuera lo que fluía por sus venas y hacia bombear su corazón. Ya no vivía para él o para su familia, para sobrevivir y poder sentarse en la mesa de su casa en Mobile, Alabama a disfrutar de la cena de bienvenida que su madre prepararía.

Estaba hundido en las entrañas de Pavuvu, aquella isla con paisajes paradisiacos que se había transformado en el infierno en la tierra. Y ahora, ahora vivía para matar japoneses.

 "No cruces esa línea"

“¿Qué sucede si ya es demasiado tarde para eso, R. V?”

Quizás había cruzado aquella línea imaginaria hacía tiempo y no podía evitar preguntarse cuando había sucedido. ¿Cuándo había dejado de juzgar los actos inmorales que sus compañeros ya perdidos entre el humo de las granadas y el polvo que levantaba el convoy realizaban para pasar a ser uno de ellos? ¿Cuándo su mano había dejado de temblar al ensamblar el mortero para pasar a desear fervientemente dar en el blanco, apagando docenas de vidas en un instante?

¿Sujetaría los cubiertos de plata de su madre con las mismas manos que profanaba a un muerto para quitarle oro de la boca? ¿Cortaría la comida con la espada nipona de mango gastado?

Respiro profundamente y una bocanada de aire putrefacto lleno sus pulmones. Su mente estaba envenenada, pero acabo por alejarse con las manos vacías, salvando así, aunque sea una porción de su alma; para que Dios le permitiera volver a sentarse en la mesa del comedor junto a sus padres.

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Problem & Solution

La habitación del hostal que Tatyana compartía con su padre aquella noche de clima inestable era demasiado fría. Padre e hija habían acabado en aquel lugar poco acogedor por culpa de las nubes que los habían escoltado durante todo el día, las cuales anticipaban la inminente llegada de una tormenta potencialmente peligrosa. Georgy se tomó su tiempo para decidir si continuar viaje era lo indicado y finalmente obligo a su niña a que entrara al hospedaje dándole un leve empujón en la espalda cuando esta titubeo en la entrada. En su primer viaje por el reino, Tatyana había aprendido que prefería dormir en el bosque que en lugares como aquel hostal.  

Al hombre le tomo unos pocos segundos el caer rendido por el cansancio, fue tan repentino que Tatyana no había terminado de sacudir las frazadas y la almohada cuando lo escuchar roncar. Los ronquidos de Georgy Metanov era rítmicos y suaves, a Tatyana jamás le habían molestado pero una pequeña risilla escapo de sus labios al recordar una noche en que aquellos sonidos si fueron molestos para su madre.

A pesar de vivir en un otoño eterno, las temperaturas no se mantenían inmóviles como el paisaje y tras varias noches de frio contundente, su padre pesco un resfriado. Sus ronquidos se alejaron lo que normalmente eran y pasaron a retumbar en el silencio de la noche, perturbando el sueño de todos. Pasha y Tanya reían, pues eran pequeños de tan solo siete años de edad y la energía sobraba en su cuerpo y alma; pero Irhyna era una mujer de rutina ajetreada que necesitaba dormir.

 —Le arrojara un cuenco lleno de agua si no se calla pronto.

 —Madre nunca haría eso—Tatyana negó, mientras se ceñía al costado del cuerpo de su hermano mellizo con la intención de tener una mejor visión de lo que sucedía en la parte inferior de la casa. La habitación que compartía con su hermano estaba en la parte superior y el suelo estaba tan próximo al techo que, si Pavhel continuaba creciendo a la velocidad en que lo hacía, el siguiente año no podría mantenerse erguido sin golpearse la cabeza. —No puedo ver nada desde aquí, Pasha...

 —Shh...—El niño refunfuño por un breve instante. —No hay que ver, hay que escuchar.

Ambos esperaron agazapados, con los cuerpos tensos por la concentración hasta que de pronto...

 —¡IRHYNA, POR TODOS LOS DIOSES!

Un empapado Georgy apareció en la cocina dando pasos tambaleantes, seguido de su mujer, quien sostenía una jarra de metal en las manos y se veía afligida por la decisión que había tomado, pero también peligrosamente cerca del abismo de la risa.

 —Lo siento querido, pero necesito dormir.  

 —¿Y no encontraste mejor forma para despertarme que arrojándome agua?

 —La jarra estaba a mi alcance...

 —Y tus nervios alterados...—El hombre negó, sacudiendo la cabeza de lado a lado y provocando que el piso de la cocina se llenara de pequeñas gotas. Acepto el trozo de tela que su esposa le ofreció y se secó el rostro y el cuello antes de observar hacia arriba. —¿Qué están haciendo ustedes dos despiertos? ¿También tienen una jarra para arrojar desde allí arriba?

De hecho, si había una jarra en la habitación de los gemelos porque Tatyana bebía mucho, incluso durante la noche, pero esta se encontraba vacía porque Pavhel le había dado una patada durante su sueño inquieto y la había mandado a volar hasta un rincón oscuro.

 —Georgy...—El hombre volvió la vista a su esposa, quien le quito el paño húmedo de las manos y lo metió en la jarra vacía antes de dejarla sobre la mesa de madera. —¿Por qué no duermes en la habitación de los niños esta noche?

 —¿Es esa la solución para mis ronquidos? ¿Desterrarme de la habitación?

Pavhel ya estaba a medio camino bajando la escalera mientras Tatyana esperaba su turno, ambos ansiosos por disfrutar una noche en la comodidad de la cama de sus padres, la cual era indudablemente más suave y grande.  

 —Solo por esta noche, querido. Mañana prepararé una infusión que los hará desaparecer.

 —¿A los niños?  Jamás te creí capaz de algo así, mujer.

 —¡Oye! —Pavhel protesto ante aquella broma.

 —¡Padre! —Y Tatyana también.

 —A los ronquidos, Georgy, a los ronquidos…—Murmuro con voz suave la mujer mientras escoltaba a los mellizos hacia la habitación, esta vez sucumbiendo ante el abismo y dejando salir su risa musical.

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The title of my soul

Deseando vivir románticamente, con la esperanza de darle encanto a las cosas cotidianas de la vida, me gustaría decir que El jinete de bronce me eligió a mi y no al revés; que algo invisible guio mi mano hasta su lomo grisáceo.

Pagina tras pagina, viaje por veranos llenos de risas infantiles y chapuzones en lagos de agua brillante, por Leningrado en su peor época, con sus calles agrietadas producto de las bombas y los cuerpos congelados. Viaje con inocencia pura, al igual que Tatiana en el autobús de regreso a casa aquella tarde de junio de 1941, sin saber la importancia que escondida aquella travesía.

Este libro, esta obra de arte literaria que ha atrapado mi corazón es intensa, por momentos agobiante, como el asedio de cierta cuidad rusa. Sus palabras drenan tu energía de una forma mágica y sus paginas, a pesar de ser muchas, se sienten insuficientes cuando alcanzas el punto final porque...nunca tienes suficiente de algo que eliges amar.

Paullina Simons, quien esta detrás de esta historia, cuenta con el talento de trasmitir cualquier tipo de emoción, tanto las positivas como negativas. Nos hace sentir en carne viva la desolación de la guerra pero también la pasión del amor, la fragilidad de los lazos familiares y lo desafiante que algo tan natural como vivir puede llegar a ser.

Han pasado varios años desde mi primer encuentro con El jinete de bronce y el cariño inicial que nació de la primera lectura solo ha aumentado. Sigo encontrando pequeñas joyas, pequeñas situaciones que en su momento no supe o no pude apreciar. Es la clase de libro que recomiendas con seguridad y orgullo y es por eso que lo he elegido para representarme. Me gustaría ser El jinete de bronce en la vida misma, vivir de forma intensa pero apreciando aquello que catalogamos como "ordinario".

Me gustaría ser gentil como Tatiana. Valiente como Alexander. Soñadora como Dasha. Sagaz como Pavel. Abnegada como Jane y por sobre todo, un puerto seguro e inolvidable como el jinete, que se levanta poderoso en la preciosa San Petersburgo y también en mi corazón.

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Who is your monarch?

En la punta de los mástiles flameaban banderas negras. El castillo estaba de luto por la muerte de su maestro joyero y aunque Tatyana sabía que ningún deceso debía ser festejado, su estómago dolía por la emoción. La triste partida de aquel hombre significaba una oportunidad para su padre y la jovencita estaba extasiada por el simple hecho de que la nobleza y la cabeza del reino fuera a posar sus ojos en el trabajo de su amado padre por al menos algunos segundos. Aquello era digno de festejar y aunque su visita al castillo pasara sin grandes acontecimientos, sabía que la cena que su madre prepararía para recibirlos, sedienta por escuchar la anécdota, sería suficiente.

Pasha debía estar revolcándose por la envidia sana, preguntándose que había hecho mal para que tantas cosas ocurrieran mientras él se veía forzado a permanecer quieto en casa, con el pie entablillado.    

El jardín que los recibió era gigantesco, tanto que los minutos pasaban y los ojos de Tatyana seguían recorriéndolo, incapaz de creer que aquello fuera lo cotidiano para unos pocos. Los árboles podados con esmero y precisión eran hipnotizantes y Tanya intentaba absorber cada detalle como lo hace un trozo de tela que metes en una cubeta con agua.

De pronto, la doncella Lissette volvió el día más luminoso con su presencia. Pulcra y elegante, se veía joven, mucho más de que lo Tatyana había esperado. Su rostro armonioso distraía, pero la joven se apegó a todos los protocolos que su padre le recito y le hizo repetir en voz alta mientras cabalgaban hacia el castillo.

—Sean bienvenidos. Estoy ansiosa por ser espectadora de sus talentos.

Ambos mostraron la magia que nacía de sus manos y una caricia en un mechón dorado que se había escapado de la trenza de Tatyana selló su destino.

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I live by and for the kings

Georgy e Irhyna Metanov recibieron a sus primogénitos durante la vigésima sexta luna del sexto mes. Un niño robusto y fuerte al que llamaron Pavhel y una niña menuda, pero de una belleza extraordinaria a la que le otorgaron el nombre de Tatyana.

Mientras Pavhel recorría el reino junto a su padre en busca de los tesoros naturales que luego convertirían en joyas y objetos preciosos, la vida de Tatyana en la cabaña perdida en la inmensidad del bosque era mucho más calma. Sus salidas consistían en caminar de la mano de su madre en el mercado; hasta que una tarde húmeda, mientras jugaba con su hermano gemelo a perseguir tontamente una ardilla, este se resbalo y acabo con el pie roto.

—Padre me matara. Tenemos que salir a buscar azabache cerca de la frontera arbolada en dos días...

—No preocupes, Pasha, yo iré en tu lugar. He crecido mucho este último tiempo ¿no crees? Le seré útil.

Así fue como los roles se intercambiaron y por primera vez, a los doce años de edad, Tatyana dejo la seguridad de su hogar para cabalgar por el reino. Fue en aquel viaje que un suceso inesperado cambio su vida para siempre. Descubrió que no era una niña ordinaria, que cargaba en sus manos una habilidad especial capaz de sanar.

Aquella habilidad trajo consigo responsabilidades que acabaron por llevarla al castillo, lugar que inesperadamente se convirtió en su nuevo hogar.

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El reino de las Estrellas

My story, my home.

Una fría madrugada en la que el insomnio es el protagonista, Tatyana pasea por el salón de mapas. El silbido del viento entrando por un ventanal que alguien ha olvidado cerrar fue lo que la guio. Tras trabar la perilla de seguridad se abraza a sí misma, buscando recuperar el calor que la brisa externa le robo.

En el piso, un trozo de papiro también ha sido víctima del viento. La joven lo recoge y al desplegarlo sobre la mesa de madera oscura, reconoce de que mapa se trata. Hay una copia en cada hogar del reino. A medida que recorre las líneas trazadas y los dibujos con la punta de los dedos, recuerdos en forma de imágenes vividas llenan su mente.

Pocos rincones del reino de las Estrellas quedan por descubrir para los ojos curiosos de Tatyana; la joven ha cavado en busca de tesoros naturales junto a su padre incluso en los lugares más inhóspitos y peligrosos, como la frontera arbolada que marca el comienzo del reino del vacío. Aquellos troncos únicos de madera negra son tan enormes que la leyenda cuenta que se necesitó de la fuerza de todos los hombres del reino para lograr talar uno. Sus copas se encuentran tan lejanas a la vista que, durante los días de niebla, desaparecen por completo. Al norte, se encuentran las playas de arena grisácea que resplandece bajo la luz nocturna. Rodeando el hogar que ya hace tiempo dejo, arboles con hojas en las que se mezcla un azul oscuro con verde, desafiando el otoño eterno. A lo lejos, una cadena montañosa que los separa del reino vecino de la Luna, y detrás del castillo erguido en soldad en tierra pálida, acantilados blancos.

De no haber cerrado el ventanal, aun estaría escuchando la marea romper contra ellos, acariciándolos.

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El mundo puede ser cruel y por esa razón es que debo aclarar explícitamente que todos los escritos que encuentres aquí son de mi autoría y no pueden ser replicados en ninguna otra plataforma. Si pueden ser compartidos, siempre y cuando se den los créditos correspondientes.

Recuerda que soy una simple amateur que escribe por gusto pero aún así, mis creaciones también merecen respeto♡ 

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¡Feliz lectura!

Historias en proceso:

Hija de las estrellas: parte 1 ; parte 2 ; parte 3 ; parte 4 ;

Historias terminadas:

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¡Bienvenido! 

Estas cordialmente invitado a pasear por mi pequeña biblioteca y elegir que leer. Espero disfrutes de mis historias tanto como yo lo hice al crearlas. 

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