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Duerme cisne
Duerme pequeño.
Las lunas rojas de tu cien necesitan recargar sus brillos.
Duerme tranquilo, que yo te cuido.
Las curvas de Cisneros son piadosas y hoy soy tu carril.
Dios está aprendiendo a pintar
Se le acabó el azul y no pudo pintar más.
Duerme que el cielo ahora es naranja.
Duerme tranquilo que hoy no saldrá de la bahía mi hombro.
Mientras vamos montaña abajo, las sombras coquetean con tu piel.
Duerme que las flores aún no caen de los árboles
La ciudad sigue ahí, no la han vaciado.
Duerme que la noche salió a mercar.
En casa el cilantro se quedó remojando.
Y en este bus, los dos, olemos a charco.
Duerme que saltaste de aquella piedra y saliste intacto.
Duerme que en tus labios no quedó ni el más mínimo rastro de morado.
Tu camisa mostaza parece que va perder el control para prenderse del atardecer, no despiertes.
Así podría seguir mirando el movimiento sintiendo tu cien.
Duerme que aquí voy a estar.
Duerme tranquilo que aún no nos separa el mar
La única agua que corre por nuestros cuerpos es la de la quebrada de Cisneros.
- Sebas
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Un puente.
No hay mirada que me inquiete más que la del puente Fundadores.
La angustia que inunda mi cuerpo sabe a naranja.
Y el aire que respiro tiene rastros de la tez del color a nostalgia.
Un punto más en el camino que no me da el placer de condenarme al olvido.
Me ha visto crecer gritando en el silencio.
Ha descubierto a las marcas de mis manos pintando constelaciones con las líneas de otros.
Mientras en mi mente canto una y otra vez aquella canción mala que aprendí.
Tiene fotografías de mi cuerpo desnudo y uniformado.
Me ha guardado los secretos y nisiquiera conozco su voz.
Cada noche en que lo he olvidado, las luces de su manto me han encontrado.
Ha visto caer mi sudor con fragancia de tristeza.
E inoportuno me pregunta por aquellas personas que son hoy son ausencias.
Nunca lo he caminado y aún así reconoce el sonido de mis pasos.
Miles de poetas lo encuentran, pero a mí, me hace sentir ahnleado.
Es privilegiado porque no le sueño
Estoy despierto, eso recuerdo con solo verlo ahí.
- Sebas
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Quisiera ser
Este es un poema con imágenes comunes y metáforas gastadas, no esperes mucho de mí
Quisiera ser primordial.
Quisiera ver mi nombre anotado, con una tinta especial, en el archivo de tu vida.
Quisiera ser tu ciudad favorita.
Quisiera ser aquel lugar al que quieres llegar.
Quisiera ser es objeto que cargas siempre aunque no lo uses.
Quisiera ser esa camisa que escoges siempre
Quisiera ser liviano para tener un espacio en tu maleta.
Quisiera que recordarás que te quiero.
Quisiera que recordarás que te amo.
Quisiera que recordarás los protocolos para darme un abrazo.
Quisiera que me llevaras en un melodía y un momento.
Quisiera ser una nube en la punta de tus besos.
Quisiera ser el nombre que dices sin querer.
Quisiera ser tu noche y el alba también.
Quisiera no tener que escribir quisiera antes de cada oración.
Los cambiaré entonces por condenas
Me condena la ciudad.
Me condena el lugar en donde vivo.
Me condena mi edad.
Me condena mis malestares nocturnos.
Me condena mi insignificancia.
Me condena mi ridiculez y cursilería.
Me condena mi impaciencia.
Me condena mi egoísmo.
Me condena está ganas de serlo todo cuando no soy nada.
Todos te quieren tener.
Por tu belleza.
Por tu inteligencia.
Por tu delicadeza.
Por tu sencillez.
Por tu gato.
Por tu moto.
Por ti.
Por tus besos.
Yo te tengo, y a la vez, es mi condena.
Porque tenerte hace que no tengas el mínimo interés en tenerme.
Me tienes y no me pierdes.
Quisiera ser entonces la anatomía de tus quisieras y la razón de tus condenas.
Estoy triste.
Perdón por las metáforas malas. Y por todo lo que no está del todo bien, porque si hay algo peor que lo malo es eso.
- Sebas, pero con el sonido que solo hacen tus labios.
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Es para(n) ti
Si no te hubiera conocido.
Tendría el placer de buscarte.
De ver tu sombra danzante entre las rosas.
De oler la ciudad a fruta.
Y del paisaje ser sandía con naranja.
Podría llorarte sin convertir las lágrimas en nube.
Pensarte sin nombrarte.
Para hacerte el amor con mi imaginación.
Tu voz sin sonido golpear mis labios.
Jugar a perderte sin sentir tu ausencia.
Si no te hubiera conocido no podría perderte.
Ni tenerte
Ni tomar té en vez de café.
Pero te conocí.
Y estoy condenado a perder.
A no volverte a ver.
Y no poderte hacer el amor con mi imaginación
Porque pagas una renta en mi mente.
Y prometí guardarte discreción.
-Sebas.
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Hola, que te extraño.
Supe que vas a volver.
Y el día que parecía que no iba a llegar se empieza a asomar.
Por mala suerte soy de esta ciudad.
Montañas desgraciadas que marcan una distancia a nuestras miradas.
Una capital en el sur lleva tu nombre.
Una estación antigua del ferrocarril, también.
A tu nombre, la ciudad no me responde.
Pero si lo grita cada que te pienso.
Correría al viejo Caldas.
Solo para poder amarte otra vez.
Volverme ceniza en su mirada para en el plata del nevado desaparecer
Pero mi fortuna es aún baldía.
La posiblidad no roza nisiquiera mis anhelos.
Dolía menos tenerte lejos y que nos separara un mar.
Ahora estaremos en la misma masa continental.
Separados quizás por una cordillera.
Ahí, dolerá más.
Que estés en mis tierras y no poderte amar.
Llenar el cielo de quizás.
Esperar que el plomo se incruste en mi piel.
Ahogarme en carmesí, y en una nube,
-No lo logré-
Esperar el inicio de un fin.
- Sebas
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María, tené clemencia.
Ella dice que no puede con mis rimas inconscientes.
Que le quitan el ritmo a los versos.
Que le arrebata la belleza a mis verbos.
Así como lloro sin ritmo en las noches.
Respirando a destiempos.
Quitando la belleza de los firmamentos.
Olas que se producen sin esfuerzos del viento.
A sí como mis labios son bruscos al besar.
Torpe es mi caminar.
Y mi parpadear no encuentra bahía para embarcar.
Nunca aprendí a extrañar.
Aún así, me atrevo a escribir versos.
Con mala música.
Rimas inconscientes.
Y amarga alma.
- Sebas.
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27
En la virtualidad
La voz es un proceso más.
Con fallas técnicas.
Interferencias.
Destiempos.
Vacios.
Incongruencias.
De no escucharte.
No eres nada.
La voz no llega a ninguna parte.
Podes desanimarte.
Condenarse al silencio de la sinfonía.
Tu llanto no será palpable.
- Sebas.
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Crucigrama
Todo en horizontal.
Sin pausas.
Ni espacios.
Ni cuadros negro, ni blancos.
Té, sin tílde.
Prefijo usado para nombrar ausencias.
Las tres primeras letras de lo que te da de comer.
365 veces el mismo día.
Te extraño.
Todo pegado.
- Sebas.
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Oda a Ana
¡Que mujer tan bella!
Sonrisa de dama griega.
Los jazmines rombicos los tiñe de sepia.
Solo se peina en luna llena.
Para poder acariciar con calma sus olas serenas.
¡Que desgracia no poder amarte!
Aunque eso me permita convertir mi deseo en arte.
Y mirar tus ojos sin sentirme culpable.
Faroles de antaño que iluminan hasta marte.
Eres la calma en un intenso oleaje.
Quizás en otra vida iré a encontrarte.
Te regalaré un anillo
Y te haré cada mañana chocolate.
Dormiré contigo, en eterna calma.
Y no permitiré que otro hombre vuelva a lastimarte.
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Escrito en servilleta.
Pensame siquiera esta noche.
Dame un cuarto en tu mente, que yo pago la renta.
Me siento impaciente.
Ahora que cierro mis ojos, nunca logro verte.
Pensame pues como yo te pienso.
En la tarde y en el silencio.
Hacelo antes de que mi cuerpo grasiento sea hueso.
No le tema. Yo soy el bueno.
No haré fiesta en su conciencia.
Ni refutare la ciencia que corre por sus venas.
Me refugiare en sus lunas rojas.
Ahí donde solo sobreviviré si me piensa.
- Sebas
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Bolero
Ojos bajos.
Piel canela.
Que me llegan a desesperar.
Este poema se convirtió en un bolero más.
Y se quedó el infinito sin estrellas.
Pero el mar no perdió su inmensidad.
- Sebas.
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Telaraña
Los verbos que tejes con indiferencia.
Mi cielo de ciclos inconstantes.
Estoy atrapado en las redes que tejes.
Amarrado desde los pies al ombligo.
Noches violentas en qué no estás conmigo.
Me inhalo los suspiros perdidos.
De las desgraciadas montañas que me rodean.
No encuentro algún espacio libre.
Tus colores siempre suenan.
Y el llanto descubre a la noche que hoy se desvela.
Se me marca en la piel los nudos de tus hilos.
Ya nada me curará del frío
Si aún me piensas estaré perdido.
Porque en tal encuentro efímero...
Termino encontrando una migaja de respiro.
Que por lo menos hoy me mantendrá vivo.
- Sebas.
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12
Me estoy quedando sin ganas
Dejando de sentir la vida.
La vista de los domingos me hace sangrar las heridas.
Y por más que lloro, no logro ahogarme.
Mi rostro desfragmetandose.
Y mi alma pidiendo piedad.
Porque de sentir es la vida.
Me he quedado aquí y no me puedo aventurar.
Mi mirada como una desconocida más.
No encuentra puerto para embarcar.
No estoy bello.
Me quedo sin aliento al hablar.
Mi sangre ya no es roja.
Se tiñe de gris.
Me muero entre piedras y no puedo gritar.
Obligándome a sentir.
Y la vida.
A la vida la hago reír.
- Sebas
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Hoy vinieron a mi casa a disparar.
Un desconocido con su arma en mano. Ningún otro hombre llega hasta aquí si no es para amar. Él llegó para disparar entre el silencio , el viento, y los truenos que sonaban a destiempo. Yo no era su centro de atención, tardaría bastante para ponerse violento. Se asombraba con los pequeños detalles, que por cotidianos, se escondían en el silencio. Le disparó a una rana, a unas matas, a varios cuadros y una que otra flor mala. Le gustaban los retratos y mi cambios en el tiempo. Los cruces de las luces y las sombras en las esquinas de marfil. Las plantas en movimientos suaves, y el horizonte de una ciudad intermitente.
Entró en mi cuarto sin ser indecente. Le perdí el contacto. Quería que fuera libre y disparara a su antojo. Que acabara con todo si era necesario. Se tomo su tiempo y solo se escuchaba, sutil, el sonido de las ráfagas. Luego su objetivo cambio, quiso apuntarme. Pero antes, tenía que darle de baja a aquellas cosas que eran importantes. Primero me tenía que matar de otra forma. Le disparó a mis más preciados recuerdos y a mis momentos. Me hizo mirar fijamente a la boquilla de su rifle, y no tuvo piedad. Hacia lo que me pidiera. Estaba a su antojo. Luego se retira en una dulce cautela.
Él tenía una arma casi mágica. Un arma que volvía eternos los recuerdos. Él, un completo desconocido, se volvió el director de mis profundos recuerdos. Él, con sus ojos claros y cámara en mano, hizo eterno este momento. Este cuerpo maltratado por el encierro. Esta cabeza que no deja de pensar en un nombre propio. Estos ojos que solo saben mirar para atrás. Esa vida que ya no está.
- Sebas.
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Lunario
Que hoy la luna cuando se arregló
Llenó la noche de plata, su color.
En mis manos magia colocó.
Las hizo bailar con mucho sabor
Para ser usted por quién escribo hoy.
Estaba soñando.
Soñando yo.
El ruido incandescente de mi corazón.
Por el anonimato, mis ausencias.
Solo porque usted no sabe quién soy.
En la mañana, con suerte.
Si la luna no me ha dado la espalda
Ante sus ojos me haré presente.
¿Podrá reconocerme?
Cómo una sombra que deja de ser indiferente.
Le puedo nombrar.
Y las estrellas contar.
En silencio he contemplado su rostro.
¿Será que esta vez nos podremos encontrar?
Me jode el ciclo lunar.
- Sebas.
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Érase una vez en Boston
La fiebre juvenil con el roble fresco.
La olla se queja y no hay reloj que mida el tiempo.
Me cuesta recordar lo que cada tarde llevas puesto.
Celo a una luz amarillenta que pinta líneas por todo tu cuerpo.
Los diamantes impregnados en el desnudo del cuerpo nuestro.
Los besos y el sonido del agua cayendo.
Tenemos la misma marca en el pecho.
Las marcas de tu mano me tocan, soy tu lienzo.
Tus afanes en la cocina y yo aún no despierto.
Noqueado del estupor del momento.
La olla grita, marca los tiempos.
Comemos con la frescura del viento.
Embellecido está el momento.
¿Le bastará eso para ser eterno?
Dejaste la ciudad y mi cielo.
Un retorno, impreciso supuesto.
- Sebas.
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Desastre.
Estoy pensando en escribir evocando la nostalgia en el olor de la guayaba.
Me siento viejo, y a la vez, torpe.
El cielo ya no es de colores.
Y vos, ya no me conoces.
Casi media noche allá en su ciudad.
Por acá el sol aún no se piensa acostar.
En sus sustantivos, sus labios ya no me han de nombrar.
Desaparezco, y en sueños, le vuelvo a encontrar.
Pasa la vida.
Sin sabor alguno.
Quema la guayaba caliente en la lengua.
Y no huele a nada la nostalgia presente.
- Sebas.
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