Tumgik
Hoy, es el último día que tendré tu marca. Cuando la permití, trate de engañarme pensando que no se debia a ti, que era una manifestación de mi fuerza interior, la fuerza que no me permitía entregarme por completo a ti.
Pero tu, tu, siempre supiste la verdad.
Yo fui tuya desde el momento en que te conocí, fui tuya desde que me miraste por primera vez y fui tuya con el primer beso que te regale.
A ti te atraía mi ignorante juventud, te gustaba jugar a ser Dios y moldear me a tu antojo. Y yo era una niña inocente, experimentando el amor. Lo que yo creía que era el amor.
Aprendí a derretirme en tus brazos, sentía fuego con cada caricia que me propiciabas, mi mente se perturbada con tus juegos lacivos. Sin darme cuenta te volví maestro y te di todo el poder que deseabas sentir. Ante ti, perdí toda voluntad. La perdí, por que amaba sentir tu cariño, amaba el el espejismo que eras. Yo solo quería dormir en la clave fa que te adornaba tu pecho.
Aveces, aun siento que estoy cerca de tu piel plateada, me inhundan los recuerdos de tus cabellos dorados, me parece que sigues por ahí, robandote mis deseos. Más bien, reclamando lo que sembraste, la lujuria pura y dura que me significabas.
Guardo todavía entre mi pecho una colección de tus miradas, algunas de ellas estan grabadas como un tatuaje del alma; la primera, la dulce y mentirosa; con la que cai en tu maldita voragine. Resalta tambien la triste y vacia con la que me mostrabas la habitacion de tu mente, el espacio donde nada te satisfacía y todo te decepcionaba; en especial yo, que parecía nunca llenar a tus expectativas y que quedaba corta para tu morada. Algunas noches rescato de forma especial la que delataba la verdad de tu carne. Tu instinto animal que no resistía la esquina de mi escote ni mis labios carmesí que clamaban por beber un poco de ti. Mis ojos tristes siempre supieron engañar tus pretensiones célibes, por que aunque nunca lo aceptaste, estabas enganchado a mi sexo y yo a tu alma.
Me parece propicia que esta sea mi última misiva, por que hoy me despido del signo que me acompañaba esperando que aun a traves del tiempo y el espacio, fuera yo visible a todas tus miradas. Y ya que esta es la despedida me dispongo a grabar y a perpetuar en palabras, todas las memorias que traigo atadas y que por fin puedo soltar.
De tantas tardes que compartimos me duelen aquellas en las que lastimaste mi espíritu e incitaste mi miseria. Parecía que te gustaba lanzar leños a la hoguera de mi inevitable tristeza, me lastimaste como un profesional del odio. Conocías todas mis aristas y eras preciso con las punzadas del cincel de la venganza que utilizadas en mi, el mármol en el que enmarcadas los fantasmas de tu vida. Para ti fue fácil castigarme por tus pecados, por los pecados de otras pobres mujeres te habían concedido. Encontraste carne joven en mi y decidiste utilizarme para cumplir tus fantasías para satisfacer tus instintos. No lo voy a negar, lo disfrute, la mezcla de odios y pasiones me resultó reveladoramente deliciosa. Eras experto en el arte de amar mi cuerpo y odiar mi esencia.
Me engaño con la necesidad de expulsarte de mi. No quiero olvidar la experiencia de hacer el amor contigo y sin ti. Aún me resultas tentador y misterioso, pero pesa más el infierno que me costó sobrellevarte.
Hoy, es el último día que me acompaña esta marca, la marca que yo misma decidí. Yo no solo era tuya, deseaba serlo. Deseaba ser tuya en cuerpo y espíritu. Deseaba ser una experiencia religiosa a la que volvieras para calmar tu ser. Nada de eso sucedió, ni tu quisiste volver, ni yo volví a ser de tu propiedad. Y hoy, por fin, me libro de tu karma, te suelto, te libero y me libero de tu cárcel. Nuestros caminos se cruzaron e inevitablemente dejaste tu firma en el mio. Pero yo ya no soy tuya, yo ya no soy de nadie. No necesito un dueño y ahora solo me queda florecer.
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