Sometimes I write and make pics of what is out there • Photography • Communication • Content • Berlin
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Y en el océano, entre olas, vuelvo a ser niña otra vez. Hace un par de días leí en alguna parte una anécdota que no conocía sobre Machado. Resulta que cuando Machado murió, encontraron en su bolsillo los que serían sus últimos versos en un papel arrugado "estos días azules, este sol de infancia". Recorrer descalza las playas kilométricas del Atlántico bajo un cielo azul intenso que te ciega la vista me devuelve, por un instante, esa calma que en estos días me ha costado tanto encontrar. Ojalá todos los días fueran días en el mar y ojalá todos los días el mayor peligro que nos espera ahí fuera solo fuera que se nos volara la sombrilla o se nos perdiera una chancla escondida entre las dunas. (at Santa Luzia, Portugall) https://www.instagram.com/p/CCjDCcYKuMl/?igshid=1s682grxq0zox
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Ojalá me acuerde siempre de este momento por la luz que había entre los árboles, entre las hojas. Ojalá el próximo día que me levante triste porque el cielo esté nublado y llueva y me de pereza salir de la cama o hacer todo lo que se espera que haga, me acuerde de que minutos antes estaba lloviendo, tratratratrá, y, de repente, las nubes se esfumaron como se esfuman las intenciones, las ganas de comerse las uñas y de fumarse un cigarro. Con nuestras costillas, al parpadear, apagamos los rayos y nos invadió de golpe la luz que nos faltó por la mañana. Ojalá nos acordemos al escuchar nuestros pasos hundirse entre los charcos. Y de ese olor. ¿Llover�� en esos lugares a los que no podemos ir? ¿Te picarán los ojos y sentirás la luz cegándote allí también? ¿Dejarás caer tus párpados allí también al sentir ese silencio que deja la lluvia tras una tormenta?

#cosas que escribo#escribir#escritos#escritura creativa#microrelato#minirelato#lecturas#minirelatos#pensamientos
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En estas cuatro paredes.
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De repente, un frío que casi no hemos sentido en todo el invierno nos hiela los huesos. Vemos la nieve, desde nuestra ventana, nuestra única visión en estos días. La primavera se retrasa y parece querer esperarnos. Espera por nosotros, a que pase este sofocón y, diferentes, renovados, más fuertes o más jodidos, salgamos de nuevo a apreciarlo todo. Como la primera vez. Mientras tanto, nosotros, seguimos con esa música para cerrar discotecas de fondo en nuestra cabeza, como esperando el momento de que esto acabe y la luz, al salir, nos ciegue de nuevo los ojos. . . . . . . . . . . . . #microrrelato #microrrelato #confinamiento #cuarentena #vida #pensamientos #escribireninstagram #escribirenespañol #escribir #primavera #invierno #lecturas (at Berlin, Germany) https://www.instagram.com/p/B-ZK1-zqOwn/?igshid=14j0k1c1kamar
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En estos días en los que estamos obligados a estar en casa sin poder casi disfrutar del aire fresco ni de la compañía y apoyo de nuestras personas cercanas. Días en los que nos enfrentamos a nuevos miedos. Miedos y situaciones que nos parecían imposibles, hay mujeres y niñas que viven este encierro con la que ya era su peor pesadilla. Pienso mucho en ellas, en lo que es no poder salir de casa, sentirte sola e insegura en tu propia hogar y en que te falte el cariño y cuidado de las demás. Con suerte, este encierro también pasará para ellas, para las que más lo están sufriendo una vez más.
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Confinamiento
Echo de menos el sonido de la llave al abrir la puerta del portal.
El olor horrible de la carnicería de al lado.
Echo de menos los dos besos para saludar.
Los abrazos para despedirme. Las caricias.
Echo de menos a mis amigas, sus risas.
Echo de menos pisar hojas secas,
el sonido de las puertas del S-Bahn cerrándose,
el miedo de escuchar al revisor del metro.
Echo de menos a mis padres, todo el rato.
Echo de menos pasear despacio,
chocarme con la gente. Pedirles perdón.
Echo de menos ir a Rewe con mis compis.
Echo de menos los viajes, descubrir las calles,
verlas llenarse de primavera.
Andar y que se me cansen las piernas.
Llegar tarde a los sitios. Tener que ir a sitios.
Ver la lluvia no solo por mi ventana.
Empaparme y enfadarme.
Me da miedo perderme la primavera
y no ver los árboles llenarse de flores.
Solo ver los de mi calle.
Echo de menos ver a la gente feliz, de nuevo.
Echo de menos hablar de otras cosas,
no tener miedo constantemente.
Echo de menos decirle a mis amigas “a ver si quedamos pronto”
y que pueda pasar.
Echo de menos la inconsciencia, no pensar.
Echo de menos bailar, sudar, no pensar.
No pensar.
Echo de menos sentirme siempre bien cuando veo a Bea,
reírme de la gente con Ceci,
reírnos de nosotras mismas con Micro.
Echo de menos tomar vino con todas sin una pantalla.
Hablar con ellas de banalidades.
Echo de menos no tener miedo de mañana.
No querer sentirme ocupada.
Levantarme con prisas porque llego tarde.
Echo de menos tocar la fruta con las manos.
Pasear por los mercados.
Compartir botellas y cigarros.
Abrazar a Bruno sin miedo.
Que Carlo se agobie con todos mis planes,
que haya planes que no necesiten internet.
Discutir por qué haremos.
Planear viajes.
Tocar más.
Saludarnos y que casi nos besemos en la boca.
Echo de menos que los alemanes me hablen mal,
ir en bici. Salir a correr. Echo de menos usar BVG.
Echo de menos el aire, el sol y todo lo que dábamos por sentado.
Y que pronto llegará.
#cuarenta#pensamientos#echar de menos#frases#minirelato#micropoetry#escritura creativa#Cosas que escribo
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Acabábamos de llegar y aún nos desequilibraba el sol, apretando fuerte por la mañana. Ese sol, de pueblo, de historias dibujadas a pinceladas, de pasiones y reflejos en el espejo, nos rodeaba y nos fundía la piel. Era el comienzo del viaje, la primera caricia que nos daba el sol. Y sólo queríamos exprimir todo eso, dejarnos secar el invierno. //La casa azul, Ciudad de México// México en analógico. Enero, 2020
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New York en analógico, Octubre 2018//
Quizás titular estas fotos otoño en New York sería irritante pero en realidad era otoño, estábamos en New York y paseábamos por las calles como si estuviéramos en una película, de esas comedias románticas estadounidenses que te tragas porque no tienes que pensar mucho o porque no hay otra cosa en la televisión pero que te acaban creando una idea de la vida y del amor que, sin saberlo, ya te está marcando para siempre en tu subconsciente. Pero en ese momento, a pesar de ser carnaza de Warner Bros, nos deleitábamos con lo irreal pero a la vez familiar que te parece New York cuando vas por primera vez. Sentados en el metro, me fijaba en esas caras que me parecía ya haber visto. Esa mirada de esa pareja latina hablando en español, esa persona disfrazada en Times Square, ese grupo de jóvenes jugando baloncesto que tú no conoces pero ya has visto. New York es un poco no parar de sorprenderte con todo pero a la vez sentirla cercana, como esa película que ves por segunda vez un domingo por la noche y de la que te sabes los diálogos ya, de manera que te dejas llevar por su caos, su tránsito, sus luces y su ruido. Ese ruido de fondo que no cesa, que te habla en mil idiomas a ritmo de salsa y de HipHop
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Pienso en todo esto porque te vas a descubrir sitios que espero que se te graben en la memoria para que me los describas cuando seas mayor como esa típica historia de cuando eras niño de la que no te acuerdas pero que cuentas como si te acordaras porque tus padres te la contaron mil millones de veces aunque científicamente sea imposible que tú recuerdes algo pero dices que sí la recuerdas porque así todos somos más felices y para eso están los recuerdos.
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El amor es líquido, azul, verde y salado. Se mueve cuando sopla el viento. Si te paras, quizás lo escuchas en el horizonte o chocando contra las rocas. Suplicando atención. El amor nos abre los poros, las piernas y nos arrastra en su marea. A veces arde y nos convierte en vapor que cíclicamente se condesa y nos acaba empapando. El amor en cualquiera de sus formas es la única manera que tenemos los humanos de no perder la curiosidad. En este viaje conté más de 10 tipos distintos de verde y de azul. Los repasé con mis dedos y los anoté todos en mi cabeza, por si algún día me atrevo a escribirte sobre ellos.
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"Necesito del mar porque me enseña:
no sé si aprendo música o conciencia:
no sé si es ola sola o ser profundo
o sólo ronca voz o deslumbrante
suposición de peces y navios."
P. Neruda invocando al mar o a esas personas que, como yo, duermen más tranquilas con el runrún de las olas, sabiendo que el mar, frío o cálido, está presente, como si todo el líquido del que estamos hechos formara parte del mismo engranaje y nuestros huesos como los del coral encontraran su paz fundiéndose en la arena.
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También en París debe haber personas que desayunen en un café pan con tomate, pero se deben esconder para que siga pareciendo todo una postal.
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Más notas de lunes
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El no tener hijos ni perros me acerca más a mis plantas. Las cuido, miro, riego, hablo y escucho. Hoy he hecho un último intento por salvar a una de mis plantas que veo que va muriéndose lentamente desde hace unas semanas. Ella lleva tiempo avisándome y yo no he querido escucharla o he esperado un milagro mágico que el tiempo ya me ha demostrado no existe para las plantas. Si se secó, se secó para siempre y lo que viene después es más para el dueño y su proceso de duelo que para la planta. Aún así, cabezona de mí, le corto las hojas que se volvieron amarillas, pruebo a no regarla tanto, a regarla más, a moverla, que si la luz aquí o allá, pero la planta entristece y pierde vida por segundos y me va dando tiempo para interiorizarlo o correr a comprarme otra, desgraciadamente solución más adecuada a nuestros tiempos. Ver a mi planta así, sin fuerza, me recuerda que no puedo salvarla y no puedo arreglar todo. No puedo arreglar que mi vecino no recicle y eso debe dejar de alterarme. No puedo arreglar que en el trabajo mis compañeros compren compulsivamente. Que te escriban y te pidan algo sin saludarte antes. Que la gente ponga Kétchup a todo y dejen el cartoncito del papel higiénico en el baño aunque lo hayan acabo. Quizás no es mi batalla. Pero ver a mi planta, sequita y mustia, con ese tono amarillo de día de resaca, me pre condiciona y me hace pensar en batallas en las que aún no he tenido que luchar. Si se me muere una planta, ¿cómo es que cuidaré de un mini ser vivo? Me imagino añadiendo vitaminas como último intento posible a un biberón o explicándole al veterinario que moví al perro por todas las esquinas de la casa buscando su ecosistema perfecto, pero que aún así el perro me salió rana y ni ladra, ni salta, ni juega ni llegó aún el día en el que me vino a recibir a la puerta. Desde mi sillón, sigo mirando a la planta y pensando en lo mala madre que debo ser, pero que menos mal que no lo soy y el papel de tía es infinitamente distinto, es como cuidarle las plantas a tu amiga que se fue de viaje y eso, quizás, sí se me da bien. De repente, me acuerdo del verano en que conocí a X. Su casa tenía lo mínimo para poder ser habitada y se notaba que ahí no debían coexistir más de dos entes pero en una esquina de la casa, suplicante, X tenía una planta. Recuerdo que me puse muy triste cuando la vi porque pensé que quizás esa planta no había conocido nunca a alguien que le dedicara algo de tiempo y que sólo había tenido la suerte de sobrevivir sin más, supervivencia a quemarropa. Poco a poco, fui cuidando de ella en mis visitas y ahora extraño esos días en los que medíamos cómo evolucionaba y me sentía orgullosa de ver cómo crecía y presenciar que no sólo pudo sobrevivir, si no que más bien lo hizo dignamente hasta llegarme hoy casi al hombro. Ahora X me trae hojas y partes de otras plantas que encuentra y las ponemos en agua para esperar a que le crezcan raíces y podamos plantar otras plantas nuevas. Quizás no es mi batalla salvar a esta última planta que me mira y no me dice nada. Quizás no debemos querer salvar a quien no quiere que le salven. Quizás no todas las batallas y plantas son las mías.
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