Tumgik
silencioyestruendo · 2 years
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Annapura y Big Brave
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silencioyestruendo · 2 years
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Demonize, de Las Nubes
Vocalize the patterns
It’s just a matter of time
Recognize the sentiments
We’re going over this again
And though it’s planned out
We’ll only fail if we don’t try
Repetition could get boring
We’ll only fail if we don’t try
Demonize intentions
Confusing hearsay with the truth
Analyze the triviality
It all begins and ends with you
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silencioyestruendo · 3 years
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Estoy Escuchando Master of Reality, de Black Sabbath
Por Abraham García
Publicado hace 50 años, es el tercer álbum de la primigenia agrupación de metal formada en Birmingham. A la fecha continua el debate acerca de si es o no aquel que terminó por definir al género entre su discografía.
Mi acercamiento a Black Sabbath fue en la adolescencia, cuando un viejo amigo me regaló las copias quemadas en cd de Paranoid y el álbum que hoy escuchamos, con el pretexto de aleccionarme sobre metal, pues desacreditaba los grupos que escuchaba por ese entonces.
Fue la banda perfecta, con la mística perfecta, en el tiempo perfecto para sumergirme en ella.
De ahí que me resulte complicado hablar acerca de uno de mis máximos grupos favoritos en la vida. Cuesta mantener el sentido de objetividad y no caer en las garras del fanatismo desbordado, pero antes que periodista musical, soy melómano. Así que haré lo posible por mantener una línea de equilibrio.
Era julio de 1971 y Black Sabbath ya lanzaba al mercado su tercer larga duración, apenas 16 meses después de haber publicado su debut homónimo. Nadie había asimilado del todo su música porque causaba extrañeza y hasta desprecio que alguien cantara sobre demonios poseyendo almas y hombres de hierro de fantasía destruyendo pueblos, pero el sencillo “Paranoid” les hizo ganar cierta publicidad en los medios de comunicación, debido en parte al pegajoso acorde de Anthony Iommi y la letra de Terence Butler, hasta cierto punto convencional para los charts de popularidad.
Eran los tiempos en que como novel grupo tenían que aprovechar la atención recibida por la controversia que despertaron al ser señalados como satanistas y rajarse el lomo como burros en tocar, componer, grabar y publicar antes de que se desvaneciera la notoriedad, por la que también competían grupos tal vez hasta más virtuosos, como Deep Purple o Led Zeppelin, que junto con los mismos Black Sabbath empujaron para abrir las puertas del éxito popular a los grupos de rock duro o pesado.
Pero lejos de grabar más éxitos radiales, Black Sabbath entregó Master of Reality, un álbum que de primera oída pareciera una calca, un Volumen II de su antecesor, o que incluso podría ser parte del mismo álbum, por la duración y cantidad de canciones de ambos. También era un álbum nada amigable para la radio.
En los menos de 35 minutos de duración y 6 canciones per se que contiene (por ahora obviemos “Embryo” y “Orchid”), Master of Reality parecería más un ep que un álbum (así como el Bad Witch de Nine Inch Nails), pero que en mi opinión supuso la chapita o una fina punta de lanza para terminar por definir una estética y un estilo musical auténtico y original como propuesta del grupo.
Si con el homónimo Black Sabbath el grupo quiso asustar a críticos y gente con su pantanoso blues electrificado, como otrora hiciera la película de Mario Bava de donde tomaron el nombre; si con Paranoid comenzaron a ganar dinero a causa de la polémica, el morbo y los “hits” radiales, Master of Reality presentó un sonido más consciente y pulido de parte del grupo y una identidad musical completamente cohesionada y sólida. Son mínimos los detalles, ¡pero están presentes!
Incluso dispusieron de más tiempo en el estudio y a diferencia de las sesiones de los álbumes anteriores, pudieron trabajar con mayor calma.
La portada del álbum, como si fuese una fotografía distorsionada con el objetivo conocido como ojo de pez, presenta la tipografía con los nombres del grupo y del álbum de manera que parecen ondear sobre una bandera con fondo negro. BLACK SABBATH en el púrpura de la realeza y MASTER OF REALITY en un gris casi negro, que se torna invisible al primer vistazo.
Todavía la entiendo como una declaración, no sé si de intenciones, de principios o de fundamentos, independiente a los aspectos musicales de su contenido.
Atronador y denso es el inicio del álbum con esa oda a la marihuana que es “Sweet Leaf”. Michael “Ozzy” Osbourne en su cantar suena como un niño emocionado y agradecido con Doña Macohna por haber ampliado su reflexividad y sus capacidades de contemplación para disfrutar de la vida, mientras Iommi hace gala de sus acordes más pegajosos y obesos para arrancar con fuerza. Sorprende que la frase “pruébala” en el cuerpo de la letra no haya sido censurada, si se considera que Black Sabbath ya registraban buenas ventas y eran sujetos de escrutinio público.
“¿Pierdes el aliento cuando piensas en la muerte o mantienes la calma?” es una de mis líneas favoritas de Black Sabbath, contenida en “After Forever”. A la fecha, todavía me emociona.
Es una canción que en lo personal me remite a mis 11 años, al tiempo en que de buena gana me preparaba para hacer mi confirmación en la Iglesia Católica. Por el proceso mismo me surgieron inocentes preguntas como “¿y de dónde salió Dios?”, mientras la señora que nos instruía contestó, no con una respuesta suya, tal vez basada en su fe y su lógica, sino que me leyó tal vez una parte del “Credo”. Percibí que su respuesta era para memorizar y no para discernir. Fue muy insatisfactorio, en términos tanto del reforzamiento de mi fe como en la situación misma, ya que quise comprender algo y se me trató como si fuese un autómata incapaz de razonar. De eso va “After Forever”, así como de la hipocresía entre feligreses y otros dardos a tan entrañable institución. Black Sabbath quiso lanzarla como como sencillo y curiosamente fue descartada en las estaciones de radio.
Iommi, que por aquellos días todavía no contaba con fabricantes de prótesis a la medida para sus yemas mutiladas y tenía que ingeniárselas para crearse las suyas, continuaba con dolencias a causa de la tensión al pisar las cuerdas. Para grabar parte del álbum tuvo que afinar su guitarra en un tono todavía más grave que en las sesiones de sus primeros dos álbumes con el grupo. Butler tuvo que hacer lo propio con las cuerdas de su bajo. Después de todo tenía que sonar más grave que la guitarra, ¿o no?
La parte del álbum que grabaron así es nada menos que “Children of The Grave”, “Lord of This World” e “Into The Void”, temas donde es innegable notar la gravidez y majestuosidad del sonido del grupo. Es Black Sabbath en su máxima expresión.
“Children of The Grave” es el himno y grito a tambor batiente de estos supuestos señores obscuros, que insta a levantarse con valentía y combatir la inercia opresora y los embates de la decepción que ofrece la realidad, “¡demuéstrale al mundo que el amor continúa vivo!”.
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En “Lord of This World” quien escucha cae sin previo aviso en un juicio y de manera directa recibe una condena por haber elegido en esta vida mundana la arrogancia sobre la humildad y los caminos del mal. Parecería fácil adivinar la identidad del juez, pero queda a la interpretación libre.
La melancólica “Solitude” es una delicia y una joya sui generis dentro del repertorio total del grupo. En el álbum, complementa esa sensación de que aun en la penumbra absoluta pueden aparecer de pronto finos destellos de luz con una fragilidad etérea e invernal, mismos que comenzaron a brillar desde la introducción de guitarra de “After Forever” y continuó en los interludios instrumentales “Embryo” y “Orchid” de Iommi. Con ellos, “Solitude” brinda equilibrio y contraste a los temas más espesos, lúgubres y zumbantes.
“¿Es realmente Ozzy quien canta?”, me pregunté muchas veces, porque suena tan solemne y vulnerable, pero es el efecto delay en su voz y Iommi en plan multi instrumentista, con guitarra, flauta y piano, lo que crea esa atmósfera acromática y sin embargo serena. Es una lástima que aún no encontré versiones en vivo. Ni siquiera sé si alguna vez “Solitude” haya sido interpretada fuera del estudio.
"Into The Void", el majestuoso corolario de Master of Reality, con Ozzy en un fraseo que parece trabalenguas y los vertiginosos cambios de ritmo de Bill Ward, quien se quejó muchas veces en la grabación de no poder llegar a tiempo en la batería, es la máxima distopía entre todas las letras de Black Sabbath firmadas por Geezer Butler.
Como salida de la pluma de Aldous Huxley, con un toque de ominosidad lovecraftiana, nos habla de una humanidad desesperada en un planeta Tierra caído en pedazos, producto de la desigualdad, así como de los vicios propios de sus sociedades, con gente por ahí ya resignada pero también persistiendo, mientras hay quienes ya buscan un lugar para habitar y repoblar de individuos en algún recoveco del vasto espacio exterior para que nuestra especie triunfe ante el fin del mundo.
Cualquier parecido con lo que en nuestro tiempo ya hacen o pretenden Elon Musk y Jeff Bezos, como buenos visionarios y exitosos capitalistas, es mera coincidencia.
Había dicho que si la portada de Master of Reality parece una declaratoria de Black Sabbath, pues el sonido y las letras parecen confirmarla. Algo como: “Quisimos ser hippies, pero quedamos desencantados. Conocimos el lado obscuro del camino y ahora seguimos su sórdida senda, ahí descubrimos la hipocresía y las falsas buenas intenciones de la gente y sus instituciones. No quisiéramos, pero de esa realidad hablamos, aunque pueda parecer irreverente y repudiable. Somos Black Sabbath y lo nuestro es tocar muy grave, muy obscuro, muy denso, muy pesado”, pero esto es más mi fan interno descarrilado que otra cosa.
Es que, en 16 meses de tocar, componer y producir, además de su repertorio Black Sabbath generó un sonido que sirvió como base para que generaciones y generaciones posteriores de grupos, incluido Black Sabbath con Ronnie James Dio al micrófono, lo hicieran evolucionar con sus diferencias y especificidades en ese hermoso y frondoso árbol genealógico que es el metal.
Quizá importe más el árbol y no quién puso la semilla, ni quién la regó, quién le vio crecer, ni quién disfruta ahora de su sombra y se come la fruta.
Octubre de 2021.
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silencioyestruendo · 3 years
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Estoy escuchando Deceit, de This Heat
Por Abraham García
 Se trata del segundo y último álbum de este obscuro grupo formado al sur de Londres, en Camberwell, para ser precisos. Al parecer, es de culto.
Este álbum, y el grupo mismo, llegaron a mí a través de una de esas recomendaciones azarosas, que alguien escuchó y en el chat te ha dicho “checa esto”. Habría preferido conocerlo a la antigüita, en un bazar o en una tienda de discos, que ante mí se hubiese aparecido con una buena oferta para llevármelo a casa, ya sea en lp, casete, o incluso en el ya muy despreciado formato de cd.
Tan sólo quisiera apreciar mejor el arte gráfico que tiene, ya que no me llena ver su portada en digital, integrada por un collage con imágenes alusivas a bombas atómicas y armamento nuclear, proyectadas sobre la cara de uno de los integrantes del grupo.
¿Pero quiénes son This Heat? Se supone que esto es un texto sobre Deceit, pero no tengo más que la escucha sin previo referente sobre el proyecto, ya sea por grupos que hayan acogido su influencia y lo pregonen, ni por revistas musicales, alguna canción que haya salido en una película, ni por nada en realidad.
Para mí en lo práctico, desde la curiosidad y la ignorancia, This Heat es una nueva banda vieja que conocí tal vez en este año o el anterior, pero en realidad fue un grupo formado a finales de los años 70’s, que por la época y el lugar pudieron emparentarse con la movida punk y post punk británica, y sin embargo, de manera tajante quisieron mantenerse al margen de eso, no sé si por pretensiones vanguardistas, por llevarle la contra a los aspectos cliché de esas corrientes, o por simple aislamiento, aunque las tres razones podrían explicar todo.
Integrado por los multi instrumentistas Charles Bullen, Charles Hayward y Gareth Williams, se nombraron This Heat (Este calorón) a causa de la fuerte ola de calor que hubo en el verano inglés de 1976 y decidieron armar su estudio en una bodega en Brixton. Ahí también grabaron su debut homónimo y el ep Health & Efficiency.
El proyecto terminó poco después del lanzamiento de Deceit, ya que Williams, quien murió en 2001, desertó para irse a estudiar en India. No vería el reencuentro de Bullen y Hayward entre 2016 y 2019, bajo el apelativo This Is Not This Heat, para dar selectos conciertos con el repertorio y recoger un poco del reconocimiento que no hubo en su momento.
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La escucha de Deceit se siente ágil y accesible, poco más de cuarenta minutos y ya terminó, pero aún así parece un concentrado desconcertante y audaz de sensaciones sonoras. Todo va tan rápido que no sabes si te gusta o no te gusta a la primera.
Por momentos me recuerda al Orgasm de Cromagnon. No es que This Heat traten de materializar música o recrear ruidos generados por antecesores del homo sapiens, sino que en todo el álbum hay un halo de crudeza, de creatividad fresca e inocente. Parece gente que ha descubierto cosas en sonido y no sabe del todo cómo trabajar con ellas porque no tiene mucha experiencia, pero genera algo interesante y lo mejor hecho posible dentro de las propias limitantes. Se siente como un álbum nuevo, aunque ya cumplió 40 años.
También me hace pensar en unos Einstürzende Neubauten novatos, poco desarrollados, más experimentales, y que el grupo se contagió de la actitud snob de la Velvet Underground y un poco del valemadrismo para abordar la música que tuvo Crass. Deceit me remite a todo eso.
Quizá lo único que tenga del post punk, género en el que han embolsado al grupo a su pesar, sea ese sonido un tanto seco y frío. Y ni así caben en el saco, ya que es rico en experimentación y parece ser la constante en el álbum. Ninguna canción tiene símil con otra.
Deceit es un álbum sumamente obscuro en el sentido de que el grupo estaba un tanto obsesionado con el armamento nuclear, no hay que olvidar que eran tiempos de la Guerra Fría y el mundo estaba dividido en forma latente entre dos bloques contrapuestos que se disputaban las ideas de progreso y avance humano. Me pregunto si This Heat habrán leído la crónica Nagasaki, la bomba olvidada, del periodista Frank W. Chinnock, que por entonces era de reciente publicación, y asombrados con la lectura se habrán puesto a componer lo más caótico posible.
“S.P.Q.R.” es en mi opinión el tema más pegajoso del álbum, el hit que sin problema pudo sonar en la radio y hacer alucinar a más de una persona. El trío canta a coro algo que pareciera un mantra hímnico, claman pertenecer al Senado y el Pueblo de Roma y su inconsciente colectivo. Hayward sostiene la febrilidad constante con su pie sobre el bombo mientras se luce en un interminable e hipnótico solo de platillos, presume con sus compañeros impartir y extender, mediante carreteras y caminos, la paz y la justicia romana (¿o será occidental?) luego de haber traicionado al hermano Remo. Sarcasmo fino.
“Paper Hats” tal vez sea el mejor tema para ejemplificar las impresiones que he comentado sobre el álbum y el grupo en párrafos anteriores. Con seis minutos, es el de mayor duración y parece estar seccionado en tres partes que no tendrían sentido más que en una canción convertida a suite de veinte minutos para grupo virtuoso de rock progresivo.
Los complicados acordes rítmicos de guitarra hacen giño a lo que ahora quizá se entiende como math rock. De pronto, Hayward se va a los gritos, cuestiona cuál es el sentido de la canción misma mientras Bullen y Williams lo secundan a coro y toda la estructura musical se va al demonio en una explosión dinámica y ruidosa, hasta que un ritmo repetitivo de guitarra detiene el colapso y concluye en un lento decrescendo.
“Triumph” parece más un reto para que quien escucha trate de discernir todos los instrumentos y objetos para hacer ruido que usó el grupo en este collage sonoro. La letra relata el momento en que una persona puede ver a otra sin ser vista. Dada puro.
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Otro experimento sonoro es “Radio Prague”. Básicamente añade un poco de tensión a la narrativa post apocalíptica del álbum, una estación de radio con una señal y recepción entrecortada, y desemboca en “Makeshift Swahili”, que a mi parecer es la pieza que genera cohesión con todas las demás.
“Sólo puedes ser tan bueno como las palabras que entiendes”, dice una chica alemana de la que habla la canción, “y tú no entiendes ninguna palabra”, te grita Hayward mientras Bullen hace gala de sus acordes más sombríos y siniestros en todo el álbum.
Más que cantar la letra, Hayward parece que gesticula, que exagera y altera la modulación de su voz para generar disonancia, como si hablase de bulto para ejemplificar lo ininteligible que se convierte la letra conforme avanza.
De la nada, como si interpolaran un una canción ajena, más en una onda rock progresivo, para interrumpir la tensión, Bullen y Williams cantan que ya es demasiado tarde para que te quejes. Y entonces ¡kaboom!
Llama mucho la atención cómo fue grabado el tema, da la impresión de que This Heat usó el estudio como laboratorio y pegaron una cutre grabación en vivo de la misma canción para generar una sensación destructiva y de paso dar atisbos a un sonido industrial. Creo que es una de esas canciones que, por muy buen ejecutante que pueda ser quien la ha creado, no podría interpretarla en directo con el mismo efecto que hay en álbum.
“Hi Baku Shyo” (algo así como Secuelas o daños de bombardeo en japonés) es el cierre de Deceit. Hace clara referencia a Hiroshima y Nagasaki. Es un corte por decir instrumental, debido a la ausencia de letra, pero parece más el audio para una escena con un panorama estéril y desolador. Una campana es tañida a la distancia y cada tanto una evanescente melódica sintetizada llora una triste melodía que hace recordar el silbido de “Historia de un minuto” de Interpuesto. Y luego, el desconcertante sonido ambiente de la realidad.
Deceit es un álbum ambiguo. Parece que protesta por algo que no está muy claro. ¿Será contra la posmodernidad, el capitalismo, la guerra, o sólo contra la frívola industria musical y sus maneras de engrandecer tendencias?
“Es como un regalo a la humanidad”, me dijeron cuando me compartieron este álbum en el chat. Sólo trato de hacer extensiva la idea.
Septiembre 2021.
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silencioyestruendo · 3 years
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Estoy escuchando Blue and Lonesome, de The Rolling Stones
Lanzado en diciembre de 2016, de momento es el último álbum de estudio del grupo londinense y la última grabación con su baterista, Charlie Watts, fallecido el pasado 24 de agosto.
Antes de comenzar, debo decir que me encantan los álbumes de covers. A veces las versiones hechas por el grupo o intérprete que lanza el álbum son hasta mejores que las originales. Y las versiones pueden suponer un vínculo a nuevos-viejos artistas que no conocías y de pronto ya te convertiste en fan absoluto tras el descubrimiento. Son puntos de conexión hacia otras cosas, de ida o de vuelta.
Así me ha pasado con Garage Inc. de Metallica, Undisputed Attitude de Slayer, Мама Анархия de Kalashnikov Collective, Renegades de Rage Against The Machine, Pin Ups de David Bowie, American IV: The Man Comes Around de Johnny Cash, Nothing Can Stop Us de Robert Wyatt y Avalancha de Éxitos de Café Tacuba. Incluso con The Spaghetti Incident? de Guns N’ Roses (un grupo que en lo personal me aburre).
Los álbumes de covers a veces son grabados con el puro propósito de entregar algo a la disquera y así cumplir con el contrato, otras porque son canciones que verdaderamente aman quienes las han grabado y existen esas ganas de rendirles un tributo; algunas otras son para que el artista o grupo pretenda darse un halo de humildad y lograr pasar de largo ante un bloqueo creativo. Y las menos de las ocasiones, son por el simple gusto de hacerlo, como podría ser el caso de Blue and Lonesome.
Es que los Stones desde hace mucho no tienen que demostrarle nada a nadie. Yo todavía ni nacía cuando ya ostentaban el mote de “La banda más grande del mundo”, y tal vez sea por el simple hecho de que llegaron desde abajo y se han podido mantener vigentes al acercarse tanto a talentos viejos como a los contemporáneos y emergentes ¡desde los malditos años 60’s!
Si bien es cierto que resulta fácil decirlo en un párrafo, como proyecto musical y como marca registrada, The Rolling Stones han tenido que sortear la muerte de su líder y compositor fundador Brian Jones, las salidas de integrantes musicalmente entrañables como Bill Wyman y Mick Taylor, las adicciones de todos en distintos puntos, conciertos convertidos en tragedias como Altamont ‘68 y una cantidad de descalabros discográficos (ni siquiera recuerdo el nombre de alguno de sus álbumes de los años 80’s), pero quienes hemos tenido oportunidad de escucharlos en vivo podemos dar testimonio de que todo lo bueno (y quizá también lo malo) se lo han trabajado sobre la tarima, y en el camino se han inventado los clichés del rockero rebelde, loco y hasta satánico.
Han sobrevivido a ellos mismos y se han generado un caché para continuar a expensas de su propio mito, sin ser tan impecables ni tan grandilocuentes como músicos.
Por todo eso es que ahora resulta tan agradable tener un Blue and Lonesome como posible despedida discográfica del grupo, lo veo un poco como un testamento para repartir algo de la misma herencia musical de la que ellos mamaron y les hizo crecer.
Pero volvamos a diciembre de 2015, tiempo en que fue grabado. Imagínate que tienes a cuatro septuagenarios curtidísimos, con la vida ya resuelta y toda su historia en las espaldas, que se han bajado de sus autos de lujo y reunido por tres días en el estudio para plantarse a tocar y divertirse como si fuesen quinceañeros, con el pretexto de grabar material nuevo.
De pronto, Keith afina su instrumento, se pone a rasguear algún acorde bluesero que ha intentado perfeccionar desde hace más de cincuenta años, la banda comienza a jamear, y de la nada se le ocurre sugerir algo como: “¿qué tal si mejor grabamos unos covers de Willie Dixon, Howlin’ Wolf y este de Little Walter?”.
A todos les encanta la idea, es como volver a la adolescencia y tratar de imitar a los héroes, como si fuesen una bola de novatos. Y por casualidad el amigo Eric Clapton también está en ese estudio de Mark Knopfler y trabaja material suyo. También toca la guitarra y además es otro clavadazo del blues. ¿Por qué no invitarlo a participar en un par de canciones?
No puedo decirme conocedor ni fanático del blues, pero de lo poco que sé y he oído decir, es que el blues es una música donde, más allá de las formas sonoras, prominentemente se expresa abatimiento y añoranza en un contexto de cotidianeidad social y/o personal, pero también puede expresar la alegría y el gozo efímero de la francachela.
Pues Blue and Lonesome parece cumplir con esas no sé si llamar directrices. Se decanta mucho por el aspecto personal, la sensación de descorazonamiento, quizá porque se trate del tópico más universal o reconocible del blues (que me hace pensar en Las penas del joven Werther, de Goethe). Ahí tienes “Just Your Fool” y “Commit a Crime”, que aunque candorosa la primera y movidita la segunda, van sobre fervientes apegos emocionales que han jugado malas pasadas.
“Blue and Lonesome”, la canción de Little Walter que da nombre al álbum es también la primera pieza que los Stones grabaron en aquellas sesiones de 2015 y que claramente les dio el ángulo y el pretexto de lo que debería ser su último trabajo discográfico a la fecha.
Más que una canción, es un aullido de lamento suicida, una súplica que nunca será escuchada. Tanto Walter como los Stones exudan intensidad en sus respectivas grabaciones. Nos damos cuenta que mientras Richards es un tanto sucio y desprolijo en la guitarra (como la canción de Pappo), Walter es un finísimo virtuoso con la harmónica. También es la verdadera primera muestra en el álbum donde se puede notar que aunque Jagger no vive de ser armonicista, en realidad es uno muy bueno, al grado de casi ser quien se roba la canción. Mi Charly, en paz descanse, marca ese ritmo lento y pastoso, monumental y atronador para atenuar la profundidad de las emociones que expresa su cantante, como le llegó a decir.
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Por lo general el álbum continúa por los senderos de la decepción, el desencuentro y cómo sobreponerse. Al menos resulta jocosa la letra de “Everybody Knows About My Good Thing”, sobre un tipo cornudo que tiene todos los indicios y pruebas de que le engañan, pero se hace el desentendido a causa de los indirectos beneficios que obtiene de eso.
“I Can’t Quit You Baby” es mi canción favorita y el cierre de este álbum. Willie Dixon escribió la canción en 1956 para que la grabara Otis Rush y se dice que fue inspirada en el intérprete, a causa de un romance adultero. Su sonido original es sumamente espeso y lento, tanto que si en ese entonces hubiesen existido los pedales para guitarra que hay ahora, tal vez aquí hablaríamos de una canción stoner y no bluesera. La letra, con su obvia alusión a que el protagonista se siente incapaz de renunciar al amor prohibido e ingrato, Jagger casi la balbucea en su fraseo, se arrastra en miseria y la dramatiza al punto de sonar en verdad lastimero. El solo de Clapton supone la guinda apoteósica para éste, el último tema que grabaron los Stones de Charlie Watts.
Así pues, para nada Blue and Lonesome podría ser considerado un álbum innovador o presentar un sonido verdaderamente refrescante, y sin embargo se siente como una joya. Es que tardó décadas y décadas en pulirse y quedar lista, porque aquellos septuagenarios artesanos del sonido que lo grabaron como una simple ocurrencia, tuvieron que aprender su oficio al fuego lento (también incendiario) que les marco el tiempo.
The Rolling Stones bien pudieron grabar Blue and Lonesome o algunas de sus canciones para su debut discográfico por el ya lejano 1964, nada más porque formaban parte de su repertorio en vivo y seguro les abrió la puerta para el inicio de su carreta.
La pregunta es si el sonido hubiese sido igual que ahora y desde 2016.
Septiembre 2021
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silencioyestruendo · 3 years
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Estoy escuchando Wild Mood Swings, de The Cure
Por Abraham García
Se supone que este es uno de los peores álbumes del grupo más importante que haya salido de Crawley, West Sussex, tanto para sus fans como para la crítica.
Mi primer acercamiento a Wild Mood Swings fue a través de “This Is a Lie”. “Es mi canción favorita de la banda”, me dijo un viejo conocido, por ahí de 2004.  No le di mucha importancia a esa valoración, ya que venía de una persona que se adentraba mucho en la música psycho y las raves realizadas en ranchos de Colima suponían sus salidas de fin de semana, además nunca me pareció que se implicase mucho en música similar a la de The Cure, pero la canción me agradó mucho y sencillamente se quedó.
Me parecía atípica para el grupo, y muy elegante, porque musicalmente depende mucho de las cuerdas de violín, viola y violoncelo. La escucho y aún me hace imaginar los pomposos bailes con máscaras de su majestad Luís XIV, con nobles y plebeyos pretendiendo lo que no pueden.
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Por aquél 2004, The Cure sonaba un tanto hosco y rasposo con el álbum homónimo, producido por Ross Robinson (Korn, Slipknot, WASP) y estaba bien, pero yo me tiré de lleno en su trilogía obscura (entiéndase Pornography, Disintegration y Bloodflowers, este último más o menos) que alguna vez tocaron íntegra en vivo en el Tempodrom del barrio berlinés de Kreuzberg. Yo no necesitaba más de The Cure, excepto tal vez el Greatest Hits con sus respectivas versiones en acústico.  
Hace no mucho adquirí Wild Mood Swings en casete. Nunca antes lo vi exhibido en físico en alguna parte, ni en otro formato. El payasito de juguete roto de la portada fue decisivo para comprarlo, aunado a las ganas de escuchar “This Is a Lie” a máximo volumen.  
Resulta interesante el hecho que este álbum fue grabado en uno de los puntos más bajos e inestables de la carrera del grupo. El bajista Simon Gallup estaba dubitativo de continuar o abandonar el barco por temas de salud (ahora que sí se ha ido, al parecer para siempre, será muy echado de menos porque su sonido con el instrumento hizo sumamente identificable a The Cure) y el álbum fue grabado por tres bateristas distintos, entre ellos Jason Cooper, quien se quedó luego de haber hecho audición; todo esto tras la salida de Boris Williams. Parecía que cohesión entre los integrantes era lo que menos había.
Al escuchar la grabación, parece haber surgido mucho de la creatividad bajo presión, por momentos algo básica y desprolija, aunque la mezcla de estilos musicales presentes en Wild Mood Swings hacen un retrato fiel de un grupo que en ese 1995 y parte de 1996,  iba a gran velocidad por las subidas y bajadas de la montaña rusa de saber si continuaba o no como entidad y le era imposible tener control de sí mismo por cuestiones ajenas a la música.  Y por casualidad estaban en el estudio para entregar el décimo álbum a su disquera. Después de todo, había un contrato que honrar.
Si Wild Mood Swings fuese una persona, seguro se pensaría que es alguien con padecimientos de bipolaridad o que vive algún trastorno similar de personalidad. Es que hay canciones que van de una felicidad tan pura y tierna, casi infantil y fantasiosa, como la preciosa y favorita “Mint Car”, pasa por una depresión swing, con la conciencia de que no hay ganas, pero hace falta levantarse y tomar las riendas de lo que viene, como ocurre en “Gone!”, y de la nada todo es lamento irreparable, todo es tristeza solemne, casi funeraria, como en los dos cortes finales, que parecen ser los únicos que siguen una misma línea, tanto en temática y estilo, como en orden del tracklist.  
“Treasure” es una despedida, que aunque triste, es cálida por ese estribillo mecedor y dulce, con ánimo conciliador. “Bare”, por otro lado, asume con frialdad el dolor y la fractura que significa un final absoluto.
“The 13th” seguro es la canción más atípica, ya no en el álbum, si no en todo el catálogo de The Cure. Música tropical, para conquistar y bailar cachondo, suave y pegadito, tal vez más propio de un concierto de Willie Colón. ¿Demasiado para la fanaticada más dark del grupo?
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“It Used to Be me” en realidad es un lado b. Apareció en el sencillo de “The 13th”, y me encuentro con que es la canción más celebrada de las sesiones de Wild Mood Swings.  Es posible que haya quedado fuera por la duración total del álbum (una hora), pero bien pudieron dejar fuera “Return” o  a  “Jupiter Crash”, que en mi opinión son los temas menos memorables.
En conclusión, me parece que Wild Mood Swings es un álbum difícil de The Cure. Se sale mucho de la tradicional línea dulce-amarga del sonido post punk que los hizo populares para explorar la versatilidad con sonidos y estilos musicales que poco y nada tendrían que ver con el resto de su catálogo.
Es que, el título del álbum parece decirlo todo. Las 14 canciones que integran Wild Mood Swings, como conjunto, parecieran estar todas inconexas, tanto por temáticas (obviamente emocionales) como por los estilos musicales que ahí se pueden encontrar. Dan para pensar que se pueden tomar por 14 cartas o notas escritas por la persona que, ya se dijo, pudiera ser este álbum de estudio de The Cure.
Tal vez era muy complicado que conectara con mucha gente fanática, ya que el lanzamiento registró una de las peores ventas de un álbum del grupo.  Es por demás singular el detalle de que en este 2021 cumplió 25 años y pasó casi desapercibido en muchísimas publicaciones musicales.
¿Wild Mood Swings es el álbum más incomprendido de The Cure?
Agosto, 2021.
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silencioyestruendo · 3 years
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Estoy escuchando Nevermind, de Nirvana
Por Abraham García
Este 24 de septiembre cumple 30 años el álbum que lanzó al estrellato la breve carrera del grupo oriundo de Aberdeen, Washington.
En retrospectiva se puede decir que  temas como “Smells Like Teen Spirit”,  “Come as You Are” o incluso “Lithium” ya son hasta triviales canciones de rock de bar porque no podrían sorprender a nadie, y tal vez se deba a que en alguna época se les escuchó hasta el hartazgo; que Nevermind supuso para el grupo la venta y prostitución de sus valores punk (del sello independiente Sub Pop brincaron a Geffen Records, actualmente propiedad de Universal Music Group), y también que con su lanzamiento al mercado el mismo líder del grupo, Kurt Cobain, se plantó en la punta del iceberg como influencer iconoclasta de una juventud acaparada por MTV, el indiscutible juez de lo que por entonces era la tan llamada “buena música”.
A mis infantiles seis años, recuerdo que “el del bebé” o “Nevermino” (si miras bien la tipografía, podría parecer que eso dice el título) fue junto con el Greatest Hits de Queen, o En vivo!!! En la cárcel de Santa Martha de El Tri, uno de los primeros álbumes de rock que escuché en la vida.
Llegaba a la tienda de discos de papá y en el reproductor de cd’s quitaba lo que sonara en ese momento para ponerme el Nevermind a máximo volumen. Aún no transcurría el primer minuto de “Smells Like Teen Spirit” cuando mi papá ya había corrido para bajarle, o a veces quitarlo, debido al estruendo que provocaba. Pero logré escucharlo de cabo a rabo en esa época.
Es que era el caos y la rudeza, eran las ganas de por fin apetecer bailar y brincar como loco sin que preocupara la apariencia ridícula de los movimientos, era ser libre con el cuerpo.
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Resultaba sumamente atractiva la estampa de Cobain en las fotos del interior del álbum. Por un lado, se le veía la rebeldía de dar el dedo medio, ataviado en su chamarra de cuero; en la foto azul mostraba su mirada presente/ausente y en la foto en blanco y negro su sonrisa parecía decir “aquí estoy, pero no es tan divertido como parece”. Era como un niño problemático con el que te dicen tus padres que no te juntes, pero a la vez uno que inspira mucha familiaridad y empatía.
En la secundaria, que ya tenía un gusto más desarrollado y consciente, Nevermind volvió a mi vida. Cuando niño no tenía idea de quién era el grupo  ni de qué iba, debido a que estaba en mi infancia con mis juegos y mis juguetes, pero a los 13 o 14 años fue que descubrí el mito de Cobain y todo lo demás. Nevermind era un deleite para escuchar mientras dibujaba.  
Se ha hablado que no es el mejor álbum del grupo, que ahí no están sus mejores canciones en cuanto a la totalidad de su repertorio (yo prefiero “About a Girl”, “Dive”, “All Apologies” o  el cover a “Where Did You Sleep Last Night”), ni que representa bien el estilo musical que practicaban (“está más chido Mudhoney, Hüsker Dü eran más atascados y Sonic Youth le pensaban más para sonar viajados”). Pero es que el sello de la casa en ese momento parecía ser la melodía, a la usanza pop; tienes un sonido limpio, fácil de digerir y melodías pegajosas, con letras impregnadas de identificación con gente forajida, en el tono “sí, qué bien que estoy acá triunfando, pero sé que no encajo, yo quiero ser auténtico y llegar tal como soy”.
Como producto, resultó perfecto para vender la inconformidad de la adolescencia a masas de adolescentes inconformes que usan desodorante Teen Spirit (que no caiga en el olvido que el título de la canción hace referencia a eso). Cuando leo que mucha de la gente involucrada en el álbum dice que no esperaba el bombazo que fue (desbancó al Dangerous del Michael Jackson en su momento cumbre de la posición top en la lista de ventas en Billboard), la verdad es que lo dudo.
Sin embargo, existe la leyenda, documentada por Charles R. Cross en Heavier Than Heaven,  de que originalmente Cobain quiso nombrar Sheep (Borrego) al álbum y hasta se inventó un lema publicitario en broma que decía “Porque tú no quieres serlo; porque todos lo son”.
Tal vez Nevermind no sea el mejor álbum de los años noventa. En estos tiempos se han revalorado tantos grupos de esa década que en su momento no lograron alcanzar a su público (me viene a la mente Slowdive, que se fueron porque ya casi nadie les daba bola), que no me extrañaría algún día aparezca alguna una gema enterrada con la que se diga “wow, ¿por qué no fueron ellos quienes pegaron?”, pero el álbum que grabaron Krist Novoselic, Dave Grohl y Kurt Cobain en 1991 continúa como un estandarte musical de su época, como en su momento tal vez lo fue Rubber Soul de The Beatles, porque ya se ha convertido en algo básico, pero no por ello menos fundamental, pues influyeron de manera directa o indirecta en la percepción generacional y posterior de cómo concebir la música, para crearla y para disfrutarla.
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Al día de hoy “Lounge Act” es mi tema favorito. Más que nada por el bajo de Novoselic, que en todo momento conduce a los demás, hasta lograr que Cobain imite los acordes con la guitarra. La letra, con la tensión del triángulo de amor bizarro como tópico, parece encriptada; por momentos le habla a la amistad con derechos (“no puedo dejar que me sofoques, quisiera pero no funcionará”) y  en otros a su rival (“prefiero ir por mi camino para probar que todavía puedo olerla en ti”), mostrando una decepción latente y consciente, incluso anticipada al desastre (“tengo esta amiga que me hace sentir que quiero más de lo que puedo robar; me arrestaré y usaré un escudo”), pero desgarrando las defensas sin mostrar arrepentimientos, cual Gran Gatsby de Scott Fitzgerald. Hay una versión muy recomendable, más lenta y dramática, con Touché Amore.
“In Bloom” continúa como otra de mis consentidas. Me encantan los tres videos que hay de la canción, en especial aquel donde el grupo aparece con vestidos, como si estuviesen en aquel mismo programa donde Elvis Presley masificó su baile de caderas, pero ellos destruyen todo el set de televisión y muestran gran naturalidad por el crossdressing, tal vez inusual para la época.
Es estupenda esa línea que dice algo como “y él es aquél a quien le gustan todas nuestras bonitas canciones, y le gusta cantarlas bien duro, pero no sabe de qué van”, porque hace pensar en todos los malentendidos que puede haber, ya no solo en la música de Nirvana, sino en básicamente todas las canciones que nos gustan. Nos sitúa como receptores de las canciones como un producto terminado, nos cierra el paso a penetrar la inspiración y el porqué de las canciones, pues se quedan inexorablemente resguardadas en la unicidad de quien la compuso, y es por eso que las ganas de interpretar de las letras y querer hilarlas con la vida de quien las escribió o con la propia, pareciera de pronto un auténtico despropósito.
“Come as You Are”, con todo y que tenga ese rancio acorde inicial que es lo primero que aprendieron millones y millones de guitarristas con su instrumento cuando empezaron, no podía faltar acá. Es que, de nuevo, la letra. Aceptación, a cómo son en realidad quienes te rodean, a cómo fueron quienes te rodearon, a cómo serán quienes te van rodear. Y pese a todo, ese acorde rancio del principio, continúa acuoso, sombrío y cautivante, cool.
Sí, como sea, qué importa.
Agosto, 2021.
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silencioyestruendo · 4 years
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El Osario de Sedlec: un lugar para conversar con los muertos
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Por Abraham García
El Osario de Sedlec es el sitio turístico más macabro de Kutná Hora, una ciudad checa devenida en pueblo que durante la Edad Media rivalizó mucho, tanto en lo económico como en lo cultural, con Praga, debido en parte las minas de plata que había en sus cerros.
Al día de hoy, Kutná Hora se sostiene básicamente del turismo, con el Osario de Sedlec como foco principal, y por el dinero que le inyecta el imperio global del tabaco Phillip Morris, ya que ahí tiene una de sus sedes. Es como si en Kutná Hora el negocio se basara en la muerte, ya sea porque se contempla o porque se provoca.
Poder visitar el Osario de Sedlec fue la mayor motivación turística para hacer el afortunadísimo* viaje que hice el año pasado. Diez años antes supe del lugar y dije: “tengo que verlo antes de morir” y dos años antes me comprometí a viajar en cuanto fuera posible.
Me sorprendió mucho lo pequeña que es la capilla. No alcanzaría el espacio ni para hacer una misa, pero desde luego, es imponente.
Un día antes la agencia turística me citó a las 11 de la mañana en la calle Celetná, en el Pueblo Viejo de Praga. Todavía deslumbrado por el encanto de la arquitectura medieval de la ciudad, apenas me bañé y me salí del hostal lo más temprano que pude para llegar por el camino más largo. Ni siquiera desayuné.
El guía, lamento no recordar su nombre, pero es posible que sea David, resultó ser un estadounidense mitad mexicano y mitad español. Se notaba que mascaba muy bien el castellano, aunque de primera yo pensaba que era argentino por su gorra de La Patagonia. Fue chévere que se acercara a hablarme en español, aunque con el grupo tenía que hacerlo en inglés, ya que también estaba la pareja de Birmingham, las señoras de Escocia, la mamá y el hijo de Nueva Zelanda o Australia, el hipster de Nueva York, así como la gente de Japón y Taipei con quien no tuve interacción alguna.
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Al llegar fue un tanto decepcionante ver las dimensiones de la capilla, en comparación con las iglesias y catedrales que hasta el momento había visto en Holanda, Alemania, o en la misma Praga. Incluso se veía una carpa en la entrada, como si estuviesen haciendo trabajos de restauración o ampliación en la fachada, y, rodeando la capilla, una pequeña extensión de terreno, que es el camposanto.
En la capilla superior de la iglesia, David nos contó la historia del lugar y antes de bajar a ver el osario, nos pidió respeto para el mismo. “Pueden tomar fotos, hacerse selfies, pero por favor no toquen nada. Ya se han robado piezas y una vez alguien quiso lamer un cráneo. Tengan buen gusto, nada más recuerden que allá abajo están los restos de personas que como ustedes y como yo, también tuvieron ideas, deseos y sueños”.
Cuenta la leyenda que en 1278 fue construída la iglesia y habilitada como cementerio. Se volvió popular en toda Europa Central porque a alguien se le ocurrió llevar y esparcir por el camposanto tierra de Gólgota, el monte donde ejecutaron a Jesucristo.  
En los 100 años venideros, el panteón de Sedlec creció dramáticamente debido en parte a la peste que azotó al Reino de Bohemia. Hay registros que estiman 30,000 cuerpos inhumados para ese entonces. Ya en el siglo XV, la extensión del cementerio creció todavía más a causa de las bajas en la guerra de rebelión liderada por el teólogo Jan Hus contra la iglesia católica; 10,000 cuerpos más fueron enterrados.
La falta de espacio en el cementerio hizo que a finales de ese siglo comenzara la exhumación de cuerpos. Un aproximado de huesos de 60,000 personas fueron depositados en la capilla inferior de la iglesia y un monje decidió que lo mejor que podía hacer era apilarlos en seis grandes pirámides.
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Durante el Siglo XVIII se consignó una total remodelación del recinto y el arquitecto Jan Santini comenzó a trabajar para impregnarle el estilo gótico que ahora tiene. Incluso le dio ornamentaciones con formas de cráneos y tibias. Sin embargo, los huesos continuaron apilados.
En algún momento la familia noble Schwarzenberg quedó como apoderada de la iglesia y decidieron por fin completar la remodelación.
Ahí fue que entró en escena František Rint, un carpintero y tallador de madera que quedó para la posteridad como el artista que volvió tan interesante y singular al Osario de Sedlec.
No hay gran información sobre Rint, qué intereses tenía o con qué finalidad trabajó de esa manera. El tríptico que me quedé sólo dice que desinfectó los huesos con hipoclorito de calcio y se puso a formar nuevas figuras.
Después de la decepción por las dimensiones de la capilla, al bajar al osario fue el pasmo. Es inefable la sensación de estar ahí. Esperaba que fuese más obscuro, pero la verdad es que al lugar le llega mucha luz natural.
Nada más comienzas a bajar por las escaleras y ves de frente la figura de una cruz de huesos, a la manera de esas cruces clericales que de manera figurativa emanan luz.  Al extremo izquierdo se aprecia algo parecido a una copa gigante; es muy posible que emulara esos recipientes de las iglesias donde la gente toma agua bendita.
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Terminas de bajar y no sabes dónde enfocar la mirada. Comienzas a sentir un olor similar a la humedad. Esperas que se vuelva más penetrante, pero no, permanece muy sutil.
De pronto encuentras lo que tanto anhelaste ver. Ahí está el candelabro con forma de araña, parece que está sujetado por cuatro columnas, o parece que sí está colgado. Se esparce por el techo y las paredes, se asemeja a un enorme listón conformado por insignias piratas.  Hay huesos de todo tipo, algunos ni sabías que existen, que parecen algo como un colador para pasta. Es hipnotizante.
Las columnas están coronadas por querubines tocando una trompeta a los cráneos que tienen más cerca.  Por avanzar con la mirada fija ya no viste los ventanales cubiertos que forman el pasillo. Están traslúcidos y pareciera que todavía están exhumando fosas. Da la sensación de estar en una mina, pero no.
Y detrás del candelabro, el Cristo crucificado. No tiene nada de particular, sólo que le pega la luz exterior por la espalda y está dispuesto en una capilla de huesos. En el extremo izquierdo está el escudo de los Schwarzenberg. Lo vez y te llega la idea de que el señor Rint hizo su trabajo con ganas de complacerles y que sí tienes que darle la distinción absoluta de artista, porque todo el escenario es único y muy bien logrado en los detalles. El escudo es muy similar al original, aunque también parece, con imaginación, claro, una mezcla entre los escudos del FC Barcelona y del Real Madrid.
Obvio que piensas en la muerte. En tu muerte. También te das cuenta que hay mucha paz en el ambiente, que no es tan agresivo como imaginabas.
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Piensas en Iván Illych, el personaje de León Tolstoy, cuando se pregunta si habrá vivido como ha debido; en William Shakespeare y en esa línea de Macbeth que dice: “La vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido”, o que “El secreto de la existencia humana no solo está en vivir, sino también en saber para qué se vive”, como dice Fedor Dostoievski en Hermanos Karamazov. También te cuestionas si al final, en el mundo material, sólo se puede aspirar a ser algún objeto anónimo.
Pero bueno, ¿quiénes habrán sido ellas y ellos?, ¿habrá caballeros, gente de la realeza, héroes, villanos?, ¿quién hizo el mal y quién hizo el bien?, ¿quién murió de peste y quién fue asesinado?, ¿quién habrá sido hombre y quién mujer?  Si fuera médico, esto último tal vez podría notarlo, pero todos son tan iguales que no se puede notar diferencia alguna, salvo cuando te das cuenta que acabas de ver los huesos de un infante.
¿Les molestará que mucha gente que venimos a verlos somos extraños de otras tierras y épocas, o por el contrario, les complace la visita y les dice que están trascendiendo en el tiempo?
La obra total en el interior del osario podrá parecer muy mórbida o macabra, pero Rint sólo pudo hacer su trabajo lo mejor que pudo, y eso era colocar los huesos de la manera más estética posible.  
Pienso que tiene un valor artístico porque, con todo y que la capilla es pequeña, el trabajo es monumental, el lugar tiene mucho qué decir, da la sensación, en el momento de la visita y en la posteridad, de que puedes o pudiste hablar con los difuntos, cuestionarlos.
Todo se ha logrado preservar hasta ahora, detalle que, de momento, parece evidente que no será posible hacerlo para siempre, debido a que la disposición en el espacio del decorado es muy frágil como para darle mantenimiento a los muros y al techo que se deterioran.
Coincido en que sí, Memento mori, hay que tener presente que moriremos, porque nada es eterno. Y Carpe diem, aprovechar los días sólo porque tenemos vida.
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*Afortunadísimo por haber contado con la hospitalidad y buena onda de Willi, Dirk, Wout, Nout, Ted, Agatha y Jack, sus hijos, Adán, Tina y Emiliano, Fabián y mi primo Christopher.
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silencioyestruendo · 5 years
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Amenra, por fin en México
Por Abraham García
El quinteto de Bélgica encabeza la primera edición del Doom City Fest, donde compartirán escenario con The Obsessed, Mantar y otros fieros exponentes del subterráneo mexicano.
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Amenra es la banda que encabeza el Doom City Fest, un naciente y modesto festival de la Ciudad de México centrado en los subgéneros más sombríos, graves y densos del metal, a efectuarse el 22 de febrero en las inmediaciones de Sangriento, un recinto que tiempo atrás funcionaba como fábrica, en la alcaldía Miguel Hidalgo.
Aunque en Europa ya son una banda con una reputación bastante consolidada con 20 años de trayectoria, y ya se han abierto camino en Estados Unidos, arropados por Scott Kelly de Neurosis y su sello Neurot, en términos mediáticos se habla poco de ellos en latitudes como nuestro país y Sudamérica.
Amenra es un quinteto integrado en 1999 por Colin H. van  Eeckhout (voz), Mathieu Vandekerckhove (guitarra), Bjorn Lebon (batería), Lennart Bossu (guitarra) y Levy Seynaeve (bajo) y su origen es Cortrique, Bélgica.
En su haber tienen seis larga duración, todos llamados Mass (Misa), con su respectivo número romano en orden cronológico, y por lo general las letras de cada placa giran en torno a un tema o una situación específica y personal del momento, con relación al dolor del ser.
Por ejemplo, Mass VI, su último álbum, editado en 2017, está muy enfocado al luto y a la reflexión que genera esta situación, debido en parte a la muerte de la madre del baterista durante el proceso creativo. “Todos somos las mismas máquinas orgánicas, tenemos la misma química ocurriendo en nuestros cerebros. Si te entiendes a ti mismo,  entonces probablemente tendrás más habilidad para entender a otros también. Así que analizamos bastante, no sólo las cosas que lastiman, sino también cómo éstas te llevan a ser más fuerte o sabio”, explicó en su momento van Eeckhout.
En cuanto a la cuestión puramente musical, Amenra es una vorágine de sensaciones. Pueden comenzar un tema con melodías suaves, de repente quiebran con estrepitosos acordes a toda pastilla y cuando menos reparas en el sonido, ya te han envuelto en atmósferas disonantes; todo esto acompañado por la voz de van Eeckhout, que, a veces limpia, y por lo general desgarradora, amalgama a la perfección la idea. “Yo no tengo un instrumento con qué trabajar; mi cuerpo y mis cuerdas vocales son mis instrumentos y trato de usarlos en la manera más completa”.
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Es conocido que los directos de Amenra son experiencias “muy intensas” o catárticas; se dice que tienen algo distintivo, que con su enfoque multidisciplinario generan una suerte ritual con el que entran en comunión con el público, más como si se tratara de un acto espiritual que como un entretenimiento. A finales de septiembre, Ámsterdam fue la ciudad donde el grupo celebró su 20 aniversario con un concierto especial, denominado The building of the free church, donde hicieron la quema de una escultura de 6 metros, creación de uno de sus colaboradores en Lingua Ignota.
Cabe decir que, con cierta frecuencia, al vocalista Colin H. van Eeckhout le clavan ganchos a la piel y lo suspenden, o le colocan piedras mientras ejecuta algún número del set. Esta clase de performance tan aparatosa, según declaró el propio van Eeckhout en una entrevista, tiene la intención de “darle a la gente, o al dolor que llevan consigo, una voz”.
Su debut en la Ciudad de México promete y promete mucho (también visitarán Monterrey), ya que para su creciente base de seguidores en el país supone la realización de un deseo que parecía lejano. De igual modo, compartirán escenario con The Obsessed, grupo del legendario Wino, los alemanes Mantar, 16 de Estados Unidos, Tekarra de Canadá  y potentes exponentes del subterráneo mexicano, como son Fumata, 33, Satánico Pandemonium y Malamadre.
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silencioyestruendo · 5 years
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¡Quiero un six pack como el de Alec Empire!
Por Abraham García
Ciudad de México.- Los alemanes Atari Teenage Riot (ATR) dieron una presentación incendiaria y vital en lo que fue el cierre de su gira por México y además el inicio de la Semana Indie Rocks! del foro y de la revista musical del mismo nombre.
Digo incendiaria porque el derroche de energía fue la impronta. Una hora y cuarto de concierto para un acto musical como ATR, que tiene más de 20 años de ser fundado, parecería corto, pero lo mantuvieron al tope de intensidad, sin dar concesiones al heavy rave, al grado que vimos a un Alec Empire, evolucionado de productor musical a figura de acción, preguntando a la audiencia si querían más mientras arengaba y confrontaba, posando cual escultura de Miguel Ángel, para que hiciera más y más ruido.
Ha pasado mucho de aquella presentación de 2011 en el Lunario y sin embargo pareciera que no tanto. En ese lapso el mundo se terminó de volver loco (el triunfo y dominio del mundo digital, Trump, Venezuela, en fin) y sin embargo Atari Teenage Riot sólo lanzó Reset (2015) desde su álbum de reencuentro Is This Hyperreal? de ese año.
Aquí cabría bien esa discusión respecto a que toda banda que se reúne y trae producciones nuevas bajo el brazo tal vez ya no sean tan buenas como lo fueron las viejas glorias de sus grandes éxitos; yo, básicamente, deseaba una seguidilla de temas de Delete Yourself!, The Future of War y 60 Seconds Wipe Out y nada de lo nuevo, o si acaso lo menos, porque admito, desconozco a detalle lo más reciente de ATR.
Para mí fue un redescubrimiento, porque aceptemos, ¿qué más atascada y abrasiva quieres que sea la música de estos berlineses después del 60 Seconds Wipe Out?, tal vez sólo sería el noise puro, el sonido estática. Y cierto, Hanin Elías ya no está y a Carl Crack no lo levanta ni el Night King de Game of Thrones, pero el beat duro con el sello Empire sigue ahí en lo último que han lanzado, y, al escucharlo en vivo, para nada desentona con lo ya conocido, no se siente una franca ruptura entre el sonido antiguo con el de 2019.
Aunque mucha gente se habrá quejado por mala acústica del lugar (por momentos se perdía la voz de Nic Endo entre la estridencia y saturación de los beats por segundo), no hubo nadie sin bailar, hacer pogo, gritonear o moverse; era una fiesta electrónica punk donde importa más la crudeza, la cercanía, la intención, las ganas y la viveza que la ejecución y la técnica. Era belleza brutal y salvaje.
Yo creo que a nadie dejó indiferente el torso Alec Empire. Este veterano straight edge de 47años seguro fue deseado o envidiado por cada una de las personas en la audiencia. Su energía es avasalladora en escena, y si consideras que en el hombre encuentras la conciencia y la crítica tomando acción, así como el éxito que es poder hacer lo tuyo y vivir con dignidad de ello, con la congruencia necesaria para no ser un discurso hueco, y además, mantener una gran forma atlética, ¿tendría sentido decir que Empire es un ejemplo a seguir para estos tiempos donde la incertidumbre convulsa es la gran constante?
El Foro Indie Rocks está saturado y las paredes impregnadas de sudor. Chavorrucos y jóvenes desean disturbios psíquicos, -mira a ese ruco canoso, trae una playera de Sisters of Mercy, está bien prendido y grita que quiere morir sin arrepentimientos, aquél otro chavo ya perdió un diente-, todo mundo baila. A mí ya me duelen los brazos de agitar, estoy exhausto y parezco una sopa, pero aquél loco de enfrente me sigue gritando, me sigue retando a que no me rinda, que me active. Revolution action, baby.
Quisiera recordar las palabras exactas que seguro cada noche repite cada la computadora Atari 1040ST de 2MB al final de cada presentación de ATR, al menos en esta última gira, y transcribirlas aquí, porque pese a que hablamos de una agrupación anarquista, muy crítica y capaz que hasta nihilista, es un mensaje positivo y vital. Tal vez después alguien cuelgue un video de eso a You Tube, pero la idea general de eso es que el mundo está muy jodido, y sin embargo la humanidad puede ganar, pero hay que cuestionar, hay que educar a los demás, hay que resistir, y, por qué no, de paso trabajarte un six pack.
Atari Teenage Riot en Foro Indie Rocks! es el mejor concierto al que he asistido en lo que va del año.
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Atari Teenage Riot en Foro Indie Rocks! 3/06/19
Acto telonero: Hong Kong Blood Opera
Setlist
30c3 (Intro)
Blood in My Eyes
J1M1
Adrenaline
Start the Riot!
Destroy 2000 Years of Culture
Modern Liars
Into the Death
Transducer
Death Machine
Is This Hyperreal
No Remorse (I Wanna Die)
Speed
Revolution Action
Encore:
Activate!
Reset
Collapse of History
Encore 
We Are from the Internet
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silencioyestruendo · 5 years
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Lo-li-ta
El otro día TERMINÉ de leer Lolita de Nabokov. Digo terminé en mayúsculas porque la primera vez que lo comencé, lo dejé porque me asqueó don Humbert y no me sentía cómodo leyendo el libro en PDF.
Es la primera vez que termino de leer una novela y digo “pero qué gente tan jodida es esta”, porque todos los personajes son seres nefastos. De verdad.
Para mí, don Humbert Humbert es la más despreciable sabandija que se haya inventado alguien. Además de la pederastia y que aprovechó todas las oportunidades para materializar el objetivo de “magrear a Lolita” (él mismo lo dice así), que ya es bastante para que merezca un desmembramiento público estilo medieval, no soporto lo amanerado y refinado que es, si tan exquisito eres, quédate en tu puto chateau y no te metas con gente yanqui, sencilla y básica, que no va a comprender tu cotorreo snob. En ningún momento se le ve empático como para al menos despertar en otros el interés por temas elevados y finolis. En una palabra, y aunque pudiese tener muchas cosas muy perras que aportar a otros, Humbert es un patético.
Pero por mucho que Humbert sea un monstruo y por mucho que en mi imaginario Lolita siempre será bellísima y adorable porque es la Dominique Swain que representó al personaje en la película de 1999 (ahí conocí por primera vez la historia), el personaje de Lolita que encontré en el libro es un ser decepcionante.
Cierto, es la víctima de Humbert y es por él que se le arruina la vida, pero Lolita es decepcionante porque a lo largo de la novela se ve que es una persona que, pese a ser muy precoz, con capacidades de discernimiento más allá del promedio respecto a su edad, nunca aprendió un valor humano más allá de la conveniencia inmediata. Vemos a una preadolescente que despierta al sexo y que descubre el poder que puede tener con él sobre los hombres (Humbert) mediante la manipulación y el engaño, que en este caso lo usa como legítima defensa.
Pero si en Lolita no existiera el tema del estupro, porque la relación entre Lolita y Humbert es consensuada, diría que Lolita es una mala mujer.
Aunque no puede ser culpa de Lolita ser como es culpa, finalmente monstruo cría monstruo.
Sin embargo, no todo fue horrible, las últimas palabras del libro creo que son lo más bonito que se podría decir sobre alguien a quien se ha amado, aunque haya sido un amor aberrante.
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silencioyestruendo · 6 years
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La visceralidad in crescendo de Loma Prieta
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Por Abraham García
Ciudad de México.- Fue con “Uniform”, su oda de dos minutos a la autonomía solipsista, que el grupo Loma Prieta concluyó su reciente presentación en el Foro Bizarro, y de paso, su breve gira por México.
Casi seis años han pasado desde aquella primera gira en el país, en que los de San Francisco comenzaron a forjarse, de vivo grito, una base de seguidores en la escena subterránea.
Por aquel entonces, con su álbum I.V. bajo el brazo, un tratado explosivo de nihilismo, sobrecargado de disonantes guitarras y frenéticos cambios de ritmo, el cuarteto conformado por Sean Leary, Brian Kanagaki, Valeriano Saucedo y Jake Spek (en ese tiempo), parecía estar cabreado con todo el mundo, pues mantuvo una actitud fría y distante, sin cruzar palabra con nadie de la audiencia. Al menos esa impresión me dieron cuando los vi en su presentación en Colima, aunque cabe decir que esa noche Loma Prieta había tenido dificultades en la carretera desde Guadalajara, que los hizo llegar al lugar hasta las 11 de la noche.
Pero, más allá de la actitud, de esa gira y de Loma Prieta seguro se recuerdan los explosivos y brevísimos sets, de entre 30 y 25 minutos de duración, lapso en que los de Frisco son capaces de exponer de qué van y dejar a su público extenuado y satisfecho, luego de hacer catarsis.
Salvo algunas presentaciones veraniegas en Europa en 2018, los integrantes actuales de Loma Prieta no habían estado de gira desde septiembre de 2017, cuando se lanzaron a las autopistas de Suecia y Dinamarca junto con No Omega. Pasa que en ese tiempo inactivo para el grupo, el guitarrista Sean Leary y James Siboni (bajista integrado a Loma Prieta desde 2015) lo invirtieron en sus proyectos paralelos Lord Snow y Bane, respectivamente. De modo que esta breve gira por México en compañía de los poblanos Joliette, bien pudo servirles para retomar ritmo y condición, de cara a la próxima gira que tendrán por su país en el verano.
Con Self Portrait, Loma Prieta se alejó un poco de ese sonido frenético que había plasmado a lo largo de su discografía, que acentuaron y dominaron en I.V., de manera que cuando interpretaron los temas “nuevos” en Foro Bizarro, como “Net Gain”, “Black Square”, o incluso “Merciless”, que resulta bastante movido, adhoc para hacer pogo, la experiencia fue más bien contemplativa.
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El duelo de disonancias entre las guitarras Leary y Kanagaki ahí estaban, sí, pero el público se mantenía, hasta cierto punto, en calma. ¿Será que el grupo estaba cansado?, hay que considerar que esta minigira constó de cuatro fechas seguidas, que los llevó además por San Luís Potosí, Guadalajara y Puebla, con el desgaste que implican las horas de carretera. O tal vez la reacción fue así porque, realmente, era la oportunidad de escuchar el nuevo material.
Llamó la atención que el grupo no haya tocado “Love”, que lanzaron como single y hasta video le hicieron.
Sin embargo, esto resultó ser la primera parte del breve set de esa noche de domingo, y fue hasta que sonaron bombazos conocidos, como “Trilogy 4 – Momentary” o “Torn Portrait”, que comenzó a subir la temperatura en el foso, como si la visceralidad de la presentación hubiese ido en un volátil crescendo.
Gente nadaba sobre gente y la intensidad se desbordaba en el escenario, al punto que Siboni se animó a lanzarse mientras la catarsis alcanzaba su punto más álgido con el hit “Fly by Night”, que suponía el final de la velada. Pero la audiencia quiso más, de hecho quería mucho más (a veces uno quisiera que tocadas como ésta fueran más extensas, pero no tocan máquinas), e insistió para conseguir el encore.
Se oyeron voces con el estribillo “No love, no hope, no fucking change” y Loma Prieta no pudo obviarlo, ni negarse. Incluso Brian Kanagaki, que le había dejado por completo las labores de gritón a Leary (¿acaso estaba afónico?), se animó a tomar el micrófono para la última descarga, en la que el público le acompañó gritando la letra, y hasta hizo la guitarra a un lado para tirarse sobre la gente, en un final apoteósico.
Loma Prieta en Foro Bizarro 03/03/2019
Actos teloneros: Joliette, AMBR y Annapura
Setlitst
Net Gain
Black Square
Roadside Cross
Spray Paint
Merciless
Trilogy 4 Momentary
Torn Portrait
Trilogy 5 Half Cross
Trilogy 6 Forgetting
Fly by Night
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Uniform
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silencioyestruendo · 7 years
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Penny Rimbaud: Quiero cambiar el mundo, no marginalizarme
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Por Abraham García
Aunque afable, Peny Rimbaud luce cansado. Es el mediodía de un soleado martes, pero el británico llegó a México apenas 12 horas antes, desde Inglaterra. Ha tomado asiento en el sillón que indica su nombre para el panel de la conferencia que se ha preparado con motivo de conmemorar 40 años de arte y transgresión del punk en el Museo del Chopo.
Con sus manos ha cubierto sus ojos, mientras Cristóbal López inicia la disertación leyendo un texto donde habla de cómo aquél hombre -todo blanco- de 71 años que está sentado del lado derecho y toma agua, se diferenció con su colectivo y grupo Crass de proyectos como Sex Pistols y The Clash en Gran Bretaña, durante una época que vio la germinación del movimiento y la música en cuestión.
En el panel también se encuentra el director del museo, José Luís Paredes, quien al transcurrir la conferencia preguntará en específico a Rimbaud su conexión con el movimiento artístico Fluxus y sobre la gestión de Dial House; asimismo está el curador artístico Guillermo Santamarina, quien establecerá un diálogo con el artista y panadero. Entre el grupo también aparece una chica, de quien no sabemos el nombre, pero que ayudará con la traducción simultánea de lo que diga el británico.
Cuando terminó la introducción, el autor de temas como “Punk is Dead” o “Do They Owe Us a Living?”, tomó la palabra:
-Primero que nada, no usaré micrófono. Siento que me separaría de ustedes usar un micrófono, ya que no tienen uno.
La verdad que no entendí una sola palabra de lo que acaban de decir, pero oí mucho las palabras “punk”, “anarcopunk”, y ocasionalmente “Crass”.
De alguna manera, hay algo que quiero tocar acerca de la marginalización. Desde mi perspectiva, la expresión anarcopunk fue creada deliberadamente por los medios para marginalizar y vocalizar un retiro de, básicamente, el punk de orientación pop que existía. ¿Cómo puedes separar a uno de lo otro?, ¿cómo puedes dejar que la gente con motivos políticos genuinos se muevan al mainstream e inventar el anarcopunk? Así que no tengo ningún respeto por la palabra anarcopunk, asi como por la etiqueta punk. Si quieren describir todo esto como bohemianismo, tal vez sea la manera más cercana de hacerlo.
Es una manera muy conveniente de no mirar con importancia a los eventos que ocurrieron para el desarrollo cultural. La verdad es que todo el movimiento “anarcopunk” creó un cambio cultural masivo en Gran Bretaña, así como en Estados Unidos, Europa y más allá, y que aún es ampliamente ignorado.
Es una narrativa muy similar a ignorar el hecho de que Tolstoy o Picasso fueron anarquistas. Pasa al revés, pero es la misma historia. ¿Cómo marginalizar voces verdaderas? Antes de que empecemos a glorificar lo que ocurre en un grupo marginalizado, tal vez tengamos primero que ver los efectos sociales y culturales genuinos que fueron contribuciones a la música, a las artes y a la literatura que tuvo el movimiento punk, porque no pudieron hacerse por sí mismas.
Por eso digo bohemianismo; es una manera más amigable de decirlo, así como los artistas beat en Estados Unidos, los jóvenes enojados en Bretaña, Jackson Pollock, John Coltrane o incluso Mozart.
En esencia, lo que Crass trajo al mundo pop fue el sencillo término “reconsidera”, reconsidera las opciones, y más notablemente, reconsidérate a ti, el consumidor.
Nosotros operamos fuera del marco del negocio de la música, y lo hicimos con mucho éxito de forma independiente, pero toda la línea fue “mírate a ti, reconsidera”. Tratamos de minar el consumismo vendiendo a precios muy muy baratos, negándonos a cooperar con los medios establecidos, etcétera, etcétera, que llevó entonces a la amplia creación de fanzines. VICE, por ejemplo, que es una de las revistas más vendidas en el mundo, fue inspirada totalmente por el movimiento de los fanzines, el cual fue inspirado por Crass.
Cuando escribí “Punk is Dead” en 1977 para el primer álbum, quise decir eso porque en primer lugar nunca creí que estuviese vivo. Desde esa época, lo que ahora ya es reconocido como un movimiento, en esos días solo era dejar de lado a la industria musical. Mencionaron la proclama de “No future” de Johnny Rotten, pero eso sólo fue pantomima pura y teatro, inteligentemente diseñada y controlada por Malcom McClaren. El hecho de que Johnny se apropiara de ello y fuese una voz más auténtica, no era más que la continuación de una narrativa pop.
Lo que “Punk is Dead” quería decir es: “no caigas en eso; no caigas en lo que la prensa popular dice que es el punk”, y por mucho que lo intentamos, era imposible detener esa narrativa del punk. Y ese es el abuso a los jóvenes y la explotación para que modificaran sus costumbres y fuesen consumidores. Y se convirtió en un estilo.
Nosotros vestíamos de negro en primer lugar porque era una anti-declaración hacia la tienda de modas de Malcom McClaren y Vivian Westwood, que vendían ropa de bondage y ganaban cantidades enormes de dinero. Vendían lo que pudieran por dinero.
El negro de nuestras ropas no era una declaración anarquista, era porque, si vistes de negro en el escenario, no puedes ser visto. No queríamos ser vistos, sólo queríamos decirle a la gente que se buscara una vida. No nuestra vida, sino la suya. Mientras tanto, batallábamos en contra de la narrativa pop, la cual simplemente está interesada en producir consumidores, y continúa así.
-Penny, quiero decir que aquí se ha hablado de que tus inicios fueron con Crass, pero no necesariamente es así. Tus inicios fueron otros y vienen de una perspectiva diferente.
-Contaré una historia. Vengo de una narrativa diferente, otro tipo de trayectoria, o de otro mundo. De hecho, vengo de otro mundo[1].
Cuando era niño, mi padre estuvo en la guerra. Así que no lo conocí hasta que tuve tres años. Y no me agradaba porque me alejó de mi madre. Mientras crecía, él siempre me dijo que tenía que acostumbrarme al mundo real.
A los siete años tomé un libro de la biblioteca de mi casa, lo abrí y era sobre los fosos de Auschwitz, con fotografías de cientos de cuerpos muertos, cuerpos famélicos en las fosas. Al ser un niño de siete, asumí de manera natural que ese era el mundo real del que me hablaba mi padre. Él no solía hablar sobre la guerra y yo era muy joven para comprender que la gente no habla de la guerra para no hablar sobre los horrores que presenciaron. Así que me dejé llevar por mi imaginación, y cuando veía las fotos, ésta me decía que eso es lo que mi padre hacía. Y me preguntaba por qué no me agradaba.
Desde esa edad hice un compromiso conmigo mismo que he mantenido, de no ser parte del mundo real. Para mí no ha sido difícil ser anticapitalista, antirracista, antisexista o lo que sea, porque no pertenezco a eso, porque he vivido una vida de gran alegría. No de grandes privilegios, con poco dinero, pero he tenido una vida de grandes alegrías. Toda mi arte, desde los siete, ha sido sobre no tragarse lo que dice el mundo real.
El Hazlo Tú Mismo no es algo para añadir a la narrativa materialista, es, genuinamente, hacer y crear tu propia vida, tus propias configuraciones, y para hacer eso uno debe deconstruir las ilusiones existentes (del mundo materialista).
Por eso para mí no fue un esfuerzo ser lo que soy. Fue natural. Yo no creo en esa idea de las fosas de Auschwitz y mi existencia es el resultado de eso. No quiero aleccionar a nadie, porque si se toma como eso, lo que digo se hunde. Estoy seguro que más adelante en la charla se discutirán cosas como amor y compasión, que es lo que me mueve como persona, en el ámbito público como en el privado.
Crass nunca fue más importante para mí que hacer pan o cualquier cosa que he hecho en mi vida. Crass no es una parte especial de mi vida. Mi vida ha sido especial en cada momento. Este preciso momento es más importante para mí que lo que fue Crass, porque esto está vivo y es real. No me gustan las memorias porque a nadie le hacen ningún bien. No obtienes marcas por algo que hiciste hace 40 años.
El compromiso está en buscar nuevas formas de hacerlo tú mismo. Es un trabajo duro, aunque no estoy interesado en el trabajo duro; estoy interesado en la liberación total… en la revolución, en la revolución total. No en estar jugueteando entre los extremos y tomar los pedacitos que me son convenientes.
No hay placer en hacerlo, solamente alegría. El placer es algo con lo que la industria del entretenimiento lucra, y la alegría es lo que el corazón siente, como ver crecer a una planta. De todo eso se trataba Crass, al menos desde la parte que me toca.
-Por lo que dices, parece que te has desarrollado como un verdadero artista de tiempo completo, que no te dedicas a un proyecto en especial al que le dedicas cierto tiempo, sino que lo ves como un todo.
-Sí. Esto de ver las cosas como un todo no es algo que entienda a nivel intelectual. Digo, sencillamente es un todo. El fondo creativo es ese espacio ante nosotros…
-Pero sí aceptas ser un artista…
-Tanto como acepto que soy un panadero.
-Antes usaste una palabra, bohemio. ¿Te ves a ti mismo como un bohemio de tiempo completo?
-Yo no… quiero decir: no veo a alguien como artista a menos que sea un artista. Nadie puede ser un bohemio a menos que sea un bohemio. Yo no hago el compromiso, el compromiso me hace a mí. El compromiso es como una forma materialista de compasión, que es también algo espiritual que actúa en el mundo material que dice: “No, no te eches atrás, haragán. Esto es trabajo. Tópale”. Y todo es trabajo. No hay nada en mi vida que no sea trabajo. Aún dormir es trabajo.
Y este sería un elemento zen del budismo; tanto como el sufrimiento en el mundo, el trabajo no para. Al menos nunca va a parar en mi vida.
-En México estamos luchando contra una fuerza, esta idea de una “buena vida” del tipo burgués, con comodidades, que es muy fuerte debido a la cercanía con Estados Unidos y a que México ha vivido en el colonialismo desde siempre. ¿Tú cómo has lidiado con estas “tentaciones” de la buena vida burguesa y a las cosas?
-No soy tentado por las cosas. Por ejemplo, tengo una laptop porque necesito una laptop, pero más allá de eso no es más que una necesidad para hacer mi trabajo. No es una tentación. Es una ilusión, y el placer que obtienes de esa ilusión, también es ilusorio. Veo mi trabajo ahora y es como en aquellos días de Crass, y es deconstruir la ilusión. Crass dijo “No hay autoridad más que tú”, en otras palabras, “mírate a ti, no mires a los demás que te dirán qué comprar, qué pensar” y todo lo demás. Deja de ser una persona de segunda mano, piensa en tu propia vida: ¿cuánto en tu vida has elegido?, ¿elegiste tu nombre?, ¿elegiste tu religión?, ¿elegiste tu contexto político?, ¿elegiste tu contexto de clase?, ¿elegiste algo de eso?, y eso es una persona ahí sentada imaginándose siendo alguien. Yo no lo creo.
De pronto, Santamarina saca una playera de su mochila y la extiende, develando el símbolo de Crass. La gente ríe mientras ocurre la escena, y el interlocutor dice a todos:
-¿Saben lo que quiere decir Crass? Crass es ignorante, vaciado de todo. Craso. Nada. Eso es.
Luego se dirige a Penny en inglés:
-Vestir esta playera en México es meterse en algo muy fuerte. Ha sido ampliamente usada por gente de clase baja que seguramente no saben de qué se trata, y generan un orgullo siendo absolutamente ignorantes[2].
-Debo decir que nosotros como grupo, y ciertamente yo, nunca jamás manufacturamos o permitimos que se manufacturaran playeras. No creíamos en la mercancía. Cuando la gente se nos acercaba para que les vendiéramos playeras, simplemente les decíamos cómo hacer la suya, cortando stenciles. Banksy, por ejemplo, es alguien que aprendió de la idea de los stenciles. El arte callejero también tuvo raíces en ese momento en particular. Yo, personalmente, habría preferido que esto no hubiese ocurrido, habría preferido que la gente vistiera sus propios colores con orgullo, porque eso es lo que Crass intentaba decir, o al menos yo dentro de Crass: “viste tus colores con orgullo”, pero lamentablemente y lejos de eso, creó un uniforme y la uniformidad. Y una uniformidad de pensamiento, de acción y de fe.
Solíamos tener a jóvenes en la casa que habían llegado de Londres o de cualquier ciudad o provincia, de manera muy expuesta, vistiendo una playera de Crass, como si fuese muy complaciente, mientras tanto padecían abusos en las calles; la gente les gritaba y la policía se detenía a dos kilómetros de la casa para advertir a los punks que no salieran, etcétera, etcétera, y era jodidamente estúpido. Quiero decir, la relación estaba de antemano predeterminada, la relación entre punks y conflicto, y eso creció al punto de que el punk usando uniforme, es conflictivo.
Y eso es todo lo opuesto a lo que quería Crass, al menos de mi parte, por destruir el conflicto, pugnando por ver las similitudes y no las diferencias entre unos y otros, por no usar uniformes, excepto el propio.
El uniforme más profundo es la naturaleza del corazón de cada uno, y si ese corazón está lleno de “desmádralo”, “mata a los cerdos” y todas las cosas que se supone debes hacer si llevas el disfraz…
No quiero ser demasiado crítico o condenar a esa gente. En realidad respeto y admiro a los jóvenes dispuestos a arriesgar su vida en las calles vistiendo un tipo de ropa en particular. Bien por ti, pero no es algo que yo haría. Creo que la vida es un poco más preciosa que eso. Y tu propia vida es lo más precioso de todo.
Y no hablo en el sentido material, pero todos tenemos algo muy precioso y muy único para ofrecer, y debemos cuidar de eso, no dejar que la gente en las calles padezca abusos, o que la policía te meta a la cárcel por andar en calzones. Es uso tonto de algo hermoso. No tomas una hermosa flor, la pones en el piso y la pisoteas, ¿por qué hacértelo a ti? Es de locos.
Podemos hacer contacto. Hay un dicho daoista: “ama a tu enemigo primero, luego ama a quienes amas”, porque es muy fácil amar a tus amigos. Aprende a querer a tus enemigos. No los hagas.
-Eso es muy difícil. Yo no amo a mis políticos.
-Debes aprender…
-Tal vez sí deba.
-Si la resistencia francesa hubiese tenido uniformes, no habrían durado mucho. Si creemos en el trabajo que hacemos no es muy diferente. Todo eso de los uniformes, las actitudes y lo de ser una persona de segunda mano, realmente son significativos si de verdad queremos hacer un cambio. No pretendamos que eso es fácil. Si es así, ni molestarse.
Pero el verdadero cambio primero requiere enormes cambios en uno mismo, y uno de ellos es amar a tu enemigo. Aprender a estar en las sombras y en la luz. Si queremos un cambio, y estoy seguro que cada persona en esta sala lo quiere, no podemos pensar más que se trata de un juego.
Es increíblemente serio y eso debe estar en cada pequeño aspecto de nuestras vidas, cómo preparamos el desayuno, cómo nos vestimos, como pensamos, cómo amamos, cómo no amamos… eres el primer momento del cambio, y si no estás preparado para hacer eso, no puedes quejarte más del mundo material, porque no tienes derecho a ello. Solo tienes el derecho a quejarte si de verdad tienes la voluntad de cambiarte a ti mismo por completo, y entonces, extrañamente, no tendrás razones para quejarte.
-Penny, quiero preguntarte algo. ¿Cómo se gestiona la comuna Dial House en la que estás?
-La gestión de Dial House… lo maravilloso de Dial House es que no es gestionada. Comenzó hace como 50 años. Estuve enseñando como profesor en una escuela de arte por cinco años y quedé muy decepcionado de eso. Eventualmente renuncié. Vivía en este amplio y hermoso cottage de campo donde tenía estudios en los que pintaba y lo compartía con otros profesores del colegio. Luego de dejar el colegio pensé que no quería seguir ese camino. Se parecía mucho al camino del mundo real de mi padre, con un pago regulado y estaba entrando en una comodidad. Fue el único periodo de mi vida en el que fui ligeramente profesional, y fui muy dichoso de no poder mantener esa narrativa.
En fin. Un día les dije que quería quitarle las cerraduras a las puertas sin saber muy bien por qué. Estaba cansado de vivir de esa manera, cansado de tener tres manteles para tomar el desayuno y tener listas en la pared que decían a quién le tocaba lavar tal día o cosas así. Era muy organizado y todavía teníamos que pagar. Yo no quería vivir así, en una forma estructurada. Así que le dije a los otros chicos: “Quitemos las cerraduras de las puertas y veamos qué pasa”, me dijeron que “lo primero que pasará es que nos vamos” y se fueron. Yo quedé por mi cuenta.
En realidad es una historia muy larga, y creo que daré una versión abreviada. Quité los cerrojos de las puertas y quedaron abiertas. En realidad no supe qué haría y sólo esperé… y sigo esperando. Porque en realidad nunca hubo ninguna condición. No fue algo filosófico o algo así, sólo quité los cerrojos porque me pareció una acción sensible. La gente comenzó a llegar de cualquier lado y en ese tiempo yo comenzaba a trabajar en la granja que es parte de la casa. Un día llegó un joven llamado Jerry preguntando si tenía un lugar donde pudiera vivir y le dije sí. Había salido de la nada, y eso fue el comienzo.
Ahora, miles de personas han pasado por la casa y en realidad eso es solo lo que es. Nunca ha habido reglas ni instrucciones. Es una casa abierta. Inicialmente, no me había dado cuenta de que no solo abrí puertas; también abrí mi corazón. Si abres la puerta y tu corazón, cualquiera puede pasar, y la gente que puede pasar también puede ser gente que no quieres que pase, como pensadores derechistas o algún idiota sexista, o lo que sea. Pero es grandioso aprender de ellos. Me siento privilegiado de haber sido expuesto a cientos de personas que en realidad no me agradan. Muchos de nosotros no lo hacemos porque estamos cerrados en nuestras puertas y corazones y nunca salimos de nuestro pequeño círculo.
Yo no sé con quién tomaré el desayuno en cualquier día de la semana, y es una educación increíble en realidad aprender de cualquier ser humano. Aún el peor derechista nazi fascista o lo que sea tiene un corazón y te puedes identificar con él en algo. El solo hecho de estar juntos puede ser el inicio de su sanación o mi sanación. Todos estamos en un mutuo y simbiótico proceso de sanación.
Podemos ser la víctima o el victimario, o ambos, pero debemos reconocerlo, todos somos absolutamente, mutuamente, interdependientes. Somos un organismo viviente. Cuando podamos vernos los unos a los otros sin decir “yo soy yo, tú eres tú”, sino simplemente decir “nosotros”, reconociendo la naturaleza simbiótica del ser, entonces todas esas jodidas tonterías sobre derechistas, izquierdistas, chico, chica, negro, blanco, amarillo, desaparecen de la ventana. Es la única manera.
Quita de nosotros las presas que retienen el océano del amor. Eso suena muy romántico, disculpen.
Podría hablar del lugar y de cómo hemos sido agresivos, pero el simple hecho es que no somos así. Sólo permitimos que entren y ya. No presumimos nada. No tenemos leyes ni reglas, nunca las tuvimos. Actuamos con propiedad y eso ya depende de cada persona, si es responsable de hacerlo, lo hace, y si no es responsable de hacerlo, no lo hace, tan simple como eso. Si alguien no lavó su plato, solo habrá más platos por lavar y alguien lo hace. Permitimos que ocurra la vida y somos parte de esa vida, dejando que la gente suceda y sea y se sienta feliz de ser, aun cuando tal vez yo no esté de acuerdo con esa forma de ser.
Lo irónico de esto es que los únicos dos residentes a largo plazo de la casa, Gee Vaucher y yo, nos hemos dado cuenta que no vamos a vivir por siempre y estamos en proceso de ceder la casa al estado porque es la única manera de asegurar su perpetuidad. Será cedida al estado como un centro para las artes radicales. Eso si es aceptada por el estado, pero yo creo que sí, porque tenemos buenos abogados. Eso significa que en 50 años la gente aún podrá sentarse en el jardín y esperar y aprender y amar y vivir.
-Me parece muy importante esta preocupación por el futuro de un proyecto de comunidad, porque sabemos que es muy complicado. Por ejemplo la comuna de Cristiania en Dinamarca, que está teniendo problemas para sobrevivir a los embates del estado. Me gustaría saber si tienes una opinión de Cristiania. Independiente a eso, también quería preguntarte de tu experiencia como parte del movimiento Fluxus.
-Creo que las dificultades del juego en Dinamarca tienen que ver con el estilo de vida y las drogas. Ha sido un problema constante en esa comunidad en particular. Conocí a alguien hace unos años en Noruega, a un personaje principal de esa comunidad y me habló de los problemas que tienen y cómo lidian con este problema de las drogas en el lugar. Parecía una conversación muy seria, pero por la tarde el grupo salió y se drogaron en el jardín del lugar donde estábamos. Se volvió todo muy ruidoso. Fue absurdo. Yo dije que había perdido la fe y que no estaba interesado. Ha sido un gran experimento humano, pero cuando muchas experiencias humanas han sido completamente destruidas por las drogas, es posible que fracase. En cuanto a drogas, también me refiero al alcohol.
Recuerdo que cuando me involucré por primera vez en el pensamiento Fluxus llegué como pintor figurativo y luego pasé a la pintura abstracta. Eventualmente quedé insatisfecho con lo abstracto, por el hecho de que debía quedar contenido en el lienzo, así que me moví para hacer móviles y luego de los móviles me pasé al sonido y con el sonido comenzamos a producir partituras radicales con líneas y marcas. Usamos imaginería visual para hacer partituras musicales.
Incluso enseñé como hacerlo mientras fui profesor. Fui a una escuela para niños con problemas de aprendizaje y fue asombroso porque gente que trabajaba con ellos con narrativas convencionales no encontraba el sentido de estas partituras, pero en la escuela, los chicos lo captaron de inmediato. Usamos las partituras con colores y marcas y ellos tomaron un silbato y enseguida lo entendieron. Aparentemente tenían problemas de aprendizaje. Yo tenía problemas de aprendizaje, ¿quién quiere aprender porquerías cuando puedes hacerlas de otra manera? No tuve que ir a una escuela de música por diez años para aprender a ser un pianista de segunda, sólo tuve que soplar un silbato mientras miraba una imagen bonita. Eso es genial. Eso es vivir, ¿no?
Inicialmente comenzamos como una banda con cuatro intérpretes; tocaban ruedas de bicicletas, pianos rotos y cosas para generar ruidos que fueran apropiados para las partituras. Eso se expandió a happenings con treinta o cuarenta personas tocando y haciendo lo que se les antojara en el espacio disponible, porque no teníamos suficiente espacio para hacerlo, así que comenzamos a hacer las tocadas guerrilla[3], que consistía en llegar a las universidades, porque en esos tiempos las universidades no tenían mucha seguridad, sólo llegabas y te instalabas con el equipo y armabas una tocada. También dimos presentaciones formales, aunque en ese tiempo no teníamos ningún modelo en ese ambiente, sólo contábamos con el sonido que se parecía mucho a una mezcla freejazz estadounidense con avant garde europeo, cosas como Stockhausen y Coltrane mezclados.
Ciertamente, esto de las tocadas guerrilla con su elemento de happening… no pudimos aprenderlo bien hasta después. De ahí viene la conexión con Fluxus. Ayudamos a organizar, y creo que fue la más grande reunión en Europa de avant garde en 1972 en Londres, en el Carnaval Internacional de Sonido Experimental (ICES por sus siglas en inglés) en el que estuvieron todos los grandes exponentes de avant garde de Estados Unidos, exceptuando tristemente a Yoko y John, pero gente de todo el mundo se reunió por dos semanas en una extrema experimentación, porque no hubo dinero de por medio y hubo pocos lugares para quedarse y comida. Fue un ejercicio extraordinario de estoicismo avant garde. Y ahí conocimos a mucha gente del movimiento Fluxus y nos hicimos cercanos de algunos, notablemente el cineasta Anthony McCall, con quien todavía trabajamos. Y sólo fue algo que sucedió sin mucho planear. En realidad la vida es lo que pasa mientras haces otros planes, como decía John.
Debo señalar que mucho de lo que fue Crass, la forma de presentarse, la forma de componer y la puesta en escena teatral de la banda, vino de ese grupo en particular, que se llamaba Exit, ya que, fuésemos cuarenta o tres personas, éramos Exit y ese era el enfoque de guerrilla. Cualquiera que supiese de música avant garde en esos tiempos, podía notar que había miles de referencias en nuestro trabajo con Crass, particularmente en cómo se sumaban los integrantes, que aún en día, me parece, hace única a la música de Crass en su género. Porque no veníamos del rock n’ roll ni del punk; veníamos del avant garde.
-¿Un poco como The Soft Machine y la psicodelia?
-Sí. Exit, como tal, sí. Probablemente Soft Machine eran de los más parecidos. Digo, nosotros estábamos más fracturados que ellos, pero básicamente era la misma actitud.
-¿Nunca grabaron?
-Sí. El set que tocamos en ICES fue grabado. Es una larga historia, todas las cintas desaparecieron y las encontraron hace como diez años. Lo remastericé y fue lanzado hace cuatro años, así que sí existe.
Me gustaría comentar que cualquiera de las cosas que hicimos brevemente, ya sea con Dial House, ICES, Exit o Crass, fueron cubiertas propiamente en su tiempo. Cuando la gente me pide entrevistas en casa, me dicen que les tomará una hora y yo les contesto que no les tomará una hora, les garantizo que estarán por ocho horas, porque en realidad, aun cuando se trate de ICES, se generan muchos intereses políticos o intrigas. El tipo que armó el carnaval era Harvey Mattusow. Él tuvo en su expediente en Estados Unidos que asistió a (Joseph) McCarthy cuando se reunía con gente de intereses comunistas. Fue acusado de hacer que encarcelaran a innumerables intelectuales estadounidenses de izquierda durante el programa de McCarthy.
Entonces Harvey expuso el proceso y los métodos usados por McCarthy y esa fue la caída de McCarthy. Harvey quedó asqueado por todo lo que pasó y tuvo que dejar Estados Unidos, y es por eso que estaba en Bretaña y armó ICES.
Esas pequeñas historias son otra trayectoria que nos pudo tomar mucho, debido a la involucración del gobierno y en particular del servicio secreto en todos los niveles. Fue muy notable en Dial House, durante la época de Crass, que estábamos en constante vigilancia, porque en ese tiempo era una época pre digital y todo era hecho a mano. Podías notar que el teléfono había sido intervenido porque se escuchaba un cliqueo. Podías notar la vigilancia porque el correo había sido abierto y nunca queda igual después de abrirlo, etcétera, etcétera. Ahora es más difícil notarlo, pero ocurre. Siempre, en cualquier narrativa, particularmente en la de la cultura poderosa, es una garantía que también hay una versión del servicio secreto. Hay otra fuente de información que nada tiene qué ver con el arte pop sino con actos de violencia o actos de legalidad, y así es como se balancea la escala.
Eso pudo tomarnos otro día entero. Hablar de justicia y eventos de furia dentro de la cultura. Hay una historia notable que ha quedado de lado aquí por completo, que es la creación del True Free Festival a principios de los 60’s en Bretaña, que fundé con Wally Hope. Fue una fuerza cultural masiva y Wally fue asesinado por el estado. Margaret Tatcher ordenó la más grande brutalidad policiaca, centrada en el movimiento hippie y punk. Así que hay muchas historias y todas se entrelazan.
Toda mi vida es esta intervención, porque no trato de detener nada. Sólo espero y me siento, y ocurre, porque la vida… la simbiosis permite que ocurra. Y toda esta gente que entra a mi casa, buena o mala, no la juzgo, simplemente sucede.
Luego de la conferencia, hubo un breve tiempo para que Penny Rimbaud contestara preguntas de la audiencia:
-Gracias por tomarte el tiempo en venir a México. Creo que compartir tus experiencias es algo muy valioso ahora mismo que hay una ola de intolerancia en todo el mundo. Quiero hacerte dos preguntas. Primero que nada, queda claro que tu declaración de que el punk está muerto fue porque nació muerto, como un producto de consumo, como una declaración de moda, pero creo que hay espacios existentes que encarnan el espíritu revolucionario del punk. Quisiera que nos dijeras en qué parte ves estos espacios que encarnan este espíritu. Y la otra pregunta es: pareciera que tu discurso fue muy antagonista al discurso mainstream del punk, respecto a que es destructivo y tú abrazas un discurso de amor para aceptar las diferencias sin reparar en ellas, sino para ver lo que nos hace iguales, que me parece paradójico respecto a cómo la mayoría piensa que es el punk, el anarcopunk o como quieran llamarle. ¿Cómo abrazar estos dos lados?
-La narrativa ciertamente aparece opuesta a gente como Johnny Rotten, que dice “Destruye el sistema”, que aparece como un llamado de batalla del anarcopunk, “destruye el sistema o deconstruye el sistema”, que en efecto, no se puede hacer. No puedes destruir el sistema, es una ilusión en cualquier caso. Puedes deconstruir los elementos que le das y hacerlos a tu manera. En el mundo real y material eso es una demostración de democracia absoluta, en el sentido de que es el resultado neto de nuestro pensamiento. Y de la manera en como pensamos es de la manera en que todo andará.
Yo lo veo desde el corazón, desde el tuyo, el de los demás y desde el mío. Ahí lo veo. No lo veo en otra parte y no busco verlo en otra parte. No tengo interés en lo que alguien diga. Ocurre aquí, en este encuentro.
Pareciera ser algo así como una negación, un rechazo o ignorar. Pero en primer lugar yo nunca creí en eso, como lo dije al inicio. Es un esfuerzo para mí para salirme de eso. “Hacer esto”, es un esfuerzo, yo no quiero hacerlo, yo quiero dejar de “hacer aquello”, que alguien más lo haga. Y quiero creer que lo hacemos, sólo que hay mucha gente que no cree que lo está haciendo, pero lo hace.
Es como un juego. Volveré al daoismo, pero es que el daoismo ha sido una gran influencia en mi vida. Nos dice que estamos conscientes, todos y cada uno estamos en esa posición iluminada. La iluminación no es algo que logras, ya estás iluminado y ya eres luz. Es la naturaleza de estar vivo. Lo único que previene una fusión es el condicionamiento, lo que nos dicen que somos, la persona de segunda mano que nos obligan a creer que somos, y eso no quiere ceder su poder. El ego no quiere ceder su poder, teme. Y el ego es miedo; quiero hablar del miedo. No hay otro miedo más que el ego. El ego es el fabricante del miedo y del mundo material, así que mírate a ti. Jean Paul Sartre decía que el ego es una construcción como todo lo demás en el mundo material, y es absolutamente correcto, es una construcción, y yo diría que es la primera construcción. No trates de trabajar con el mundo, trabaja con el Planeta Corazón, porque ahí está la verdad, si es que hay una. No hay tal cosa como la verdad personal.
-Esta pregunta no es sólo para Penny. Tal vez también para Cristóbal y para todos los que estamos aquí. Se siente bien bonito ver tantas caras conocidas y compartir un momento importante, pero qué pensamos de la ironía de que como punks o anarquistas o revolucionarios o bohemios, lo que sea, tratando de salir de los marcos institucionales, de pronto estamos en un museo con los expertos del arte contemporáneo moderando la mesa. Esa es mi pregunta.
-No me parece una contradicción. Es una contradicción hablarle a un soldado sobre cómo es estar en la guerra. No es una contradicción estar abierto a todas las ideas. De eso se trata todo, ¿no es cierto? Creo que comenzamos el encuentro con esto. A mí no me gusta estar marginalizado en un gueto anarcopunk. Yo quiero cambiar al mundo. Aún quiero cambiar al mundo, y no lo haces marginalizándote en un gueto anarcopunk. Tomas todas las oportunidades.
En cierta época era de mal gusto hacer algo como esto, pero ¿y qué?, ¿qué tiene qué ver el gusto con esto? Estás tratando de cambiar al mundo, pues entra en el mundo, en el mundo real, en el mundo de mi papá, y míralo cara a cara. Cuando la gente quiere ayudar y muestra su generosidad, la aceptas. No se pueden marcar líneas así. ¿Eso responde tu pregunta?
Todo esto me recuerda a un graffitti que vi en Nueva York. Era de un grupo feminista y decía: “Todos los hombres son un violador en potencia”, y sí, todos los hombres tienen el potencial de violar, pero no todos los hombres son violadores en potencia. Pienso es que eso es tomar una línea muy negativa, hacer presunción de una línea negativa, y me parece un absurdo. Todos los hombres son un amante en potencia también, de hombres o mujeres, de perros o gatos, o de lo que sea que quieran amar. Esto es generar una división y yo no quiero entrar en divisiones. Me gusta hablar con expertos en arte porque tal vez aprenda algo. Me gusta hablar con gente que viene de tradiciones completamente ajenas a las mías, porque tal vez aprenda algo. Sé que por ahora me la he pasado hablando, porque a eso vine, pero les aseguro que me gusta también escuchar y mirar, tratando de aprender de cada movimiento.
De algún modo, a mí también me molestan este tipo de relaciones. Me ha ocurrido antes, que vuelvo al lugar donde me quedo y lloro por la tarde porque no soporto hacerlo, porque me parece irreal. Pero, si puede ayudar aunque sea un poquito para acabar con estas estúpidas divisiones que creamos entre nosotros, entonces lo hago. Y es que nosotros creamos nuestra propia decadencia con nuestros prejuicios. Debo decir que, en lo particular, en lo que a mí respecta, lo que queda del movimiento anarcopunk es una increíble cantidad de dogmatismos y prejuicios hacia otras personas. Todo eso de que “los policías son unos cerdos y unos bastardos”, pues no. Seguramente son buena gente, pero eligieron el trabajo equivocado. Es muy fácil hacer juicios sobre la gente y desestimarla de tu consideración. Es un error. Autodestrucción, creo.
-Quería preguntarle, con base en sus años y en su experiencia, cuál es su opinión de Dios.
-Mi respuesta rápida, porque si hablamos de Dios vamos a estar haciéndolo por el resto de nuestras vidas, es que Dios es una metáfora, y lo es para cualquier cosa que quieras en realidad. Creo que no tengo más que decir al respecto. Es una forma de poesía. Creo que esto es lo más preciso que puedo ser.
-Quiero preguntarte. Realmente no importa la respuesta, ni siquiera la pregunta, pero tengo que hacerlo para calmar al loco de mi cabeza. La humanidad ha sido atrapada por el ego y el pensamiento, pero ha sido parte de la evolución. Lo que el punk está buscando es seguir con esa evolución y en esta siguiente evolución las vanguardias intelectuales están fuera porque son parte del encarcelamiento y del ego. Es momento de abrir nuestra mente, pero sobre todo de abrir nuestro corazón y cambiar el mundo con amor. Mi pregunta es: ¿cómo le toco el corazón a Donald Trump, a los altos mandos de la milicia?, ¿ellos tienen corazón?, ¿son humanos?, ¿qué piensas?
-Te responderé rápido. El arte, por supuesto, es de la gente. Así ha sido y así será, y lo apoyo. Y el arte verdadero viene del corazón y es para compartir substancia entre nosotros. El gran arte habla a través de nosotros, como si fuésemos eso, y somos eso. No hay separación. Puedo pararme frente a un cuadro de Jackson Pollock y estoy consumido, me convierto en eso, y el cuadro se convierte en mí, y la simbiosis queda completa. Las sinfonías de Brahms consiguen lo mismo.
En lo que respecta a Trump, es también como estar frente a un cuadro de Jackson Pollock. Yo soy él y él soy yo. Todo es nosotros, y toma un amor muy grande. ¿Por qué la gente es así? Porque no conoce el amor. ¿Por qué fue como fue la vida de Adolf Hitler? Porque no conoció el amor. Así que tenemos que instruir dándolo, quizá no directamente, quizá plantando una flor, tocando las mejillas de un niño. Somos eso. Somos la masa simbiótica y tenemos elección dentro de ella, podemos sumarnos o pretender que no existe, y si nos sumamos podemos comenzar a tomar parte respecto a lo que pasa, para tocarle el corazón a Donald Trump.
Nada en el mundo material es más que una construcción. Piensa en la física moderna. No hay tiempo ni espacio. Estamos ocurriendo ahora, en este preciso momento, y sólo puede ser así. Así son las cosas. No podemos cambiar este momento tal como es. Y cuando nos demos cuenta de la naturaleza devastadora de esa sentencia… es la única forma en que puede ser. ¿Cómo estoy? ¡Jesús, fallé de nuevo!, ¿Por qué no estoy ahí? Ya estás ahí, y así es el amor. El amor no es condicional, no es algo que puedas poseer, de hecho, si tratas de poseer el amor, lo destruyes. Es algo que es. Es lo que es. Sólo es sí mismo, somos nosotros. Y es una completa y diferente forma de que te acerques al mundo. Mucha gente, ciertamente en las democracias del oeste existe esa premisa de que “pienso, luego existo”, que es una de las más profundas mentiras sobre la iluminación que aún persiste. Einstein categóricamente probó que eso no es posible. No existimos como un momento en el tiempo y el espacio, somos relativos. Internet es una manifestación física de eso, y está creciendo. No hay que preocuparse mucho por Donald Trump. Sí, claro que habrá sufrimiento horrible, pero está acabado. Podemos ayudar en ese proceso. Se están empoderando, oponiéndose en muchos lugares.
Es como cuando tratas con un niño. No importa si le dices “lárgate”, o lo abrazas, porque está condicionado a esperar una reacción. Mientras la gente genere una reacción, entonces cree que existe, ya sea con amor o con odio. En realidad no importa mucho obtener una reacción. Dejen de esperar reacciones. Esta es una manera increíblemente infantil de vivir una vida. Revisen en sus contorciones psicológicas, y encontrarán muchos vínculos a Sigmund Freud y sus ridículas teorías.
El mundo material es en realidad muy transparente. Es un sistema muy fácil para deconstruir. Y una vez deconstruido, serás libre para ser tú mismo y quien en realidad eres y lo que debes ser y no esa persona de segunda mano. De ahí viene la libertad. No viene de la milicia estadounidense. Está en tu corazón y en tu alma.
Ciudad de México, 16/05/2017
[1] Entiéndase contexto.
[2] En el comentario, Santamarina usó específicamente la palabra Crass.
[3] Guerrilla gigs fue el término que utilizó Penny.
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silencioyestruendo · 7 years
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El show más extenso de Annapura
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Por Abraham García
Mientras King Diamond ofrece una misa negra para sus fieles mexicanos en el Palacio de los Deportes, interpretando el álbum Abigaíl en su totalidad, en el Centro Cultural de España está ocurriendo algo quizá menos mediático, pero igual de especial y potente. También se trata de un concierto y juro que hay un punto de conexión entre ambos sucesos.
El otro concierto al que me refiero es de la banda capitalina Annapura. Con apenas 40 minutos de duración, esta quizá sea la tocada más extensa que han ofrecido en su historia, desde su formación en 2013. Y es que presentan III, su último álbum de estudio, el cual tocarán íntegro, así como sus dos predecesores.
La verdad es que todo esto parece muy raro. Las inmediaciones del CCE y el Espacio X, donde se encuentra el escenario, lucen prístinas y bien iluminadas en comparación con la estrechez y lo ominoso de los foros y bares subterráneos donde generalmente se presenta Annapura. Nada más una semana atrás iniciaron la gira de presentación del álbum en ciudades del bajío, como Guadalajara, Morelia y Colima, que fue el punto de partida.
–En Colima tocamos en la casa de alguien. No sé sí era de un narco, porque había un auto muy lujoso estacionado, y la casa se veía medio desocupada, pero a la vez no. Fue un poco extraño, pero estuvo chido porque sí hubo gente, como unas 50 personas, – explica el bajista, Daniel– la neta yo sentía mucho miedo de que, por ejemplo en Guadalajara, no fuera nadie, porque era la primera vez que íbamos solos. Pero recibimos mucho amor.
El público del CCE luce variopinto esta noche. En total son como 200 personas y parece que hay familias, pues es posible divisar señoras que quizá nada tienen que ver con la estridencia de la música hardcore, y la presencia de infantes. Tal vez sea por las características del lugar – hay varios postes unidos por una valla de tela, como en las líneas de los bancos, dispuestos frente al escenario– que la gente aún no se anima a soltarse y hacer slam. Han pasado ya como cinco minutos desde que Daniel, Azael y Gabriel tomaron sus instrumentos para tocar los primeros tres temas.
–Muchas gracias por estar aquí. También a los Descartes a Kant, que se rifaron. Hoy vamos a tocar todos los discos, incluido el nuevo, que nos costó canas verdes para que estuviera listo–, exclama de pronto Gabriel ante el micrófono, segundos ante de rasguear en la guitarra los acordes de “Falló”.
Esas canas verdes no fueron por otra cosa que los procesos de mezcla. Al parecer hubo retrasos porque el grupo no quedaba del todo satisfecho y todo se rezagaba debido a que la comunicación era por correo electrónico. –Además la maquila de los vinilos es algo tardada y los mandamos a hacer en el gabacho– me explica Daniel.
Al escucharlo, da la impresión de que III de Annapura no es un álbum que varíe mucho con el estilo estridente, volátil y directo de su antecesor. Hasta pareciera que ambas producciones fueron trabajadas en el mismo periodo de tiempo, con la diferencia de que el nuevo álbum tiene un sonido más pulido. Sin embargo, con once minutos, es su álbum más largo hasta ahora.
–La idea siempre ha sido no forzarnos, o tener que hacer obligatoriamente una canción que ni siquiera queremos hacer, o tener la obligación de tener diez o veinte canciones, o que el disco dure media hora o algo así, sino más bien que esas canciones que hicimos –que nos gustan porque les pusimos el corazón– son suficiente como para sacar un disco. No necesitamos forzar una canción. Creo que por eso son cortos nuestros discos. Podríamos hacer canciones de once minutos tocando los mismos riffs una y otra vez, pero no tiene sentido.
–El chiste es que sea divertido y dinámico. Que te mueva– señala Gabriel.
Respecto al arte del álbum, Daniel señala que la portada es un óleo en el que se retrata a un alpinista, y tiene relación con el nombre de la banda en el sentido de que es una alteración de Annapurna, un monte ubicado en Nepal. “Yo siempre he pensado y sentido un respeto por personas que arriesgan su vida por cosas como irse al espacio, o subir un monte, que dicen: “bueno, tengo un 10% de probabilidades de regresar vivo”. Por dentro viene la foto de un alpinista mexicano que a espaldas tiene al Annapurna. El día que murió, su hija puso esa foto en internet. La foto me gustó mucho y decidí pedírsela para ponerla en el disco. Fue un lindo detalle”.
Poco a poco, los ánimos se han calentado en el Centro Cultural de España. Suenan gritos de la gente pidiendo “Insulto”, “Campeón” o “Miente”, triplete de canciones que serán el cierre de la noche, en compañía de Josué Guijosa de Kill Aniston en la guitarra.
El slam se vuelve cada vez más intenso, al punto de que los elementos de seguridad, vestidos con traje y corbata se toman de las manos para formar una cadena humana frente al escenario y resistir los embates del público en primera fila, que quisieran no hubiese nada que los dividiera del grupo y así acercarse y cantar junto con ellos al micrófono. La escena fue curiosísima.
–Sí fue raro ver a los guardias y a la pandilla luchando contra ellos– comentó Gabriel más tarde entre risas–pero estuvo chido porque el lugar reunía las características de un centro cultural en el que no se va a tomar y escuchar música de fondo, sino que realmente se va escuchar a las bandas, y es además un espacio donde se oye bien. Un amigo que trabaja ahí nos dio el espacio. Estábamos buscando un lugar para presentar el disco y pues siempre hemos tocado en bares o lugares para mayores de 18 años. Estuvo padre porque fue gratuito y pudieron ir menores.
Pero aunque en esta noche Annapura esté tocando en un lugar hasta cierto punto “elegante” para los estándares del punk rock y comparta por primera vez el escenario con un grupo que ya se ha generado un público más amplio como es Descartes a Kant (quienes también tienen un nuevo álbum bajo el brazo llamado Victims of Love Propaganda), este trío de música estruendosa seguirá movilizándose con la ética del Hazlo tú mismo aunque, como tal, la banda no sea su fuente de ingresos.
En el futuro cercano, hablamos de los próximos dos meses, Annapura planea tocar en el sur, en lugares como Campeche o Mérida. Así también proyectan una gira que los lleve a Guatemala y Colombia, organizándose con la gente.
–Siempre ha sido así– apunta Gabriel.
–En cuestión de dinero, gracias a nuestros trabajos y a nuestra manera de hacer las cosas, creo que no hemos necesitado invertir. Nunca hemos ganado ni un centavo con la banda, pero el dinero que nos ha dejado, nos ha dado para tomar aviones, pagar las carreteras y la comida. Por ejemplo, el dinero de estos últimos shows, lo estamos usando para pagar boletos de Colombia y para hacer lo de Mérida. Pero es muy bonito que sí nos ha dado para comer en los viajes. Para lo único que nos ha dado es para un museo en Seattle –remata Daniel, quien al finalizar la entrevista revisa su teléfono y le da la buena nueva a Gabriel de que se vendió toda la merca de King Diamond.
–Sí. Hacemos merca de conciertos – explica sonriendo el aludido.
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silencioyestruendo · 7 years
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La experiencia Sigur Rós en su retorno a México
Crónica de los dos conciertos en el Auditorio Nacional
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Por Abraham García
¿Cómo es que tuve oportunidad de ver las dos recientes presentaciones de Sigur Rós en la Ciudad de México? Sólo me lo explico porque soy un buen amigo.
Para ser sincero, no soy un conocedor, ni un fan, ni conozco los títulos de las canciones del grupo. Pero desde poco antes del lanzamiento de su álbum Valtari, en 2012, y tras ver el proyecto The Valtari Mistery Film Experiment que vino anexo, soy consciente del sonido particular de su música, de la calidad con que la elaboran y del inconfundible timbre de voz del cantante y guitarrista Jónsi Birgisson.
Cuando en diciembre fue anunciado que harían el arranque de su gira norteamericana de este año en el Auditorio Nacional, corrí hasta la taquilla para hacerme de mi boleto, aunque por disponibilidad ya sólo alcancé hasta la penúltima fila de todo el Coloso de Reforma. No quería perderme la experiencia de escucharlos, aunque fuese a la enorme distancia.
La expectativa era simple: ver en qué momento ocurriría un suicidio, o que me sintiera tentado a cometerlo. Esto porque, por lo general, la música del ahora trío de Reykjavik me produce un estado de sopor y entumecimiento cuando llego a escucharla. Puede ser tan fina y dulce como densa y opresiva que, me parece, uno debería tener cuidado y escucharla con moderación.
-Hasta ahora han tocado puros hits-, me explica mi camarada Mauricio, quien al parecer es fan, pero no lo suficiente como para saber el nombre de cada canción, o hablar islandés y decirte la manera correcta de pronunciarlas.
Era el intermedio, y a mi otro costado estaba el fan más insufrible de Sigur Rós. Aullaba entre canciones como si se tratase del concierto de una banda mexicana de pop, de esas que quieren traer de vuelta los años 90’s, y gritaba improperios porque el grupo había dejado el escenario tras cincuenta minutos de actuación y fue de los pocos que no supo interpretar que el grupo regresaría dentro de un rato.
-O tal vez sí terminó ya- musitó Mauricio, burlándose.
Hasta ahora todo iba bien con la presentación. El grupo inició su repertorio entre penumbras, con “Á” y “Ekki Múk”, que definitivamente es el tema que más ubico del grupo.
La producción escenográfica era sencilla, aunque no austera. Había una suerte de estructuras con luces LED que por momentos hacía pensar que el grupo estaba encerrado en alguna clase de jaula, pero al encenderse de luces magnificaban la expresión de las subidas y bajones del correr de esta singular música que Sigur Rós presentó por primera vez al público mexicano el 5 de junio de 2008, en la ciudad de Guadalajara.
Con temas como “Dauðalagið”, “Smáskifa” o “Glósóli”, pareció un primer set bastante relajado, salvo “E-Bow”, que hizo lucir a Sigur Rós en todo su esplendor sobre la tarima, con un Jónsi serruchado las cuerdas de su guitarra entre franjas de luces color verde, mientras el baterista Orri Páll Dýrason asestaba durísimos golpes a sus tambores, al punto que se coordinaban con flashazos de luces LED dispuestas en puntos específicos de las estructuras. La audiencia se mantenía atenta, absorta en la experiencia; hasta diría que hipnotizada por el bajo de Góggi Hólm, el principal elemento rítmico en el grupo.
Fue comentado entre la gente que hubo un tema que nunca habían escuchado. Y tal vez era verdad. De acuerdo con el sitio setlist.fm, durante la primera noche en el auditorio, el grupo estrenó un tema inédito, de nombre “Niður”.
Hasta este punto, en ambas fechas Sigur Rós presentó exactamente el mismo repertorio para su público mexicano, y pude verlo tanto desde la penúltima hilera, en las alturas del recinto, como de frente al escenario, a menos de 15 hileras de asientos de distancia de los músicos. En ambos casos, la acústica fue perfecta. En la segunda fecha hasta me fue posible notar con el oído un momento en el que Dýrason tuvo que acomodar la tarola de su batería, a mitad de uno de los temas; y en la primera Jónsi se dio oportunidad de dirigir unas palabras en su lengua materna.
-¡Tal vez le hablaba al ingeniero de sonido para decirle que no se oye!, exclamó Mauricio, mientras el resto de la audiencia, enardecida, ovacionaba al músico.
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El segundo set, de la segunda noche, contó con la adición en el repertorio de “Ný Battery”, tema en el que Jónsi quedó a solas con su guitarra y arco para la introducción del tema. Si te gusta la música, seguro sabrás que hay guitarristas que antes también usaron el arco para tocar su instrumento y conseguir algún tipo de efecto, como Jimmy Page, pero es de remarcar que Birgisson prácticamente no rasguea las cuerdas de su guitarra si no es con el arco. Incluso, los únicos acordes de guitarra en que sonaron en las dos noches, durante las interpretación, no recuerdo si de “Vaka” o “Festival” (“el único título decente que tienen”, según Mauricio), lo hicieron, pero en las cuerdas del bajo de Goggi.
Fue durante “Fljótavík” que Jónsi deslumbró al público con sus dotes de contratenor, ya que permaneció estático ante el micrófono mientras sus compañeros silenciaron sus instrumentos, y sostuvo con su voz una nota larguísima. Este momento del show que el trío tiene preparado para su gira, resultó más sobresaliente en la primera noche.
Otros temas que sonaron fueron “Óveður”, “Starálfur”, “Sæglópur” y “Kveikur”, ya en una tesitura más “ruda”, o menos apacible. Pero el gran final en ambas noches fue “Popplagið”. Al momento que escribo estas líneas, escucho la grabación del tema, aparecido en el álbum (), y siento que no le hace justicia a la versión en vivo que sonó en el Auditorio Nacional. Tienes a Jónsi, con el entrecejo fruncido, como si estuviese molesto (¿será posible que se enoje haciendo música tan bella?), totalmente entregado a la intensidad contenida del tema, alargándolo y alargándolo un poco más.
Poco a poco la gente se levanta de sus asientos y en eso vez cómo se extienden hacia arriba los brazos de un sujeto que en sus manos porta una bandera de Islandia; Jónsi continúa alargándolo, hasta que de pronto el escenario estalla en luces de mil colores, mientras Goggi ya está vuelto loco, aporrea tan fuerte sus tambores, que de pronto derriba su batería, asegurando que ya no será posible hacer un encore. Toda la audiencia está de pie, unida en un gran aplauso, tan prolongado, que la banda ya agradeció y se retiró del escenario, y regresó para seguir agradeciendo y regalar platillos, púas y baquetas usadas.
Lejos de salir deprimida, al borde del suicidio, la gente salió contenta. Feliz. Hay quien incluso no cree todavía lo que acaba de atestiguar.
-Nunca me imaginé que esto sería así- me dice una muchacha al final de la segunda presentación- me siento como en la primaria, cuando el niño que te gusta te dice que sí quiere andar contigo.
Una sensación inefable y definitivamente especial.  
Pero respondamos por qué presencié el segundo concierto, por qué es que soy tan buen amigo. Resulta que un camarada estuvo emocionado por los conciertos de Sigur Rós, pero no alcanzó boleto para la primera fecha, y debido a sus gastos, no pudo darse el lujo de comprar para el segundo.
Esa noche de martes, por azares del destino, llegó a mi departamento con la chica de su interés amoroso. De pronto, recibió un mensaje que le confirmaba un boleto gratis para el concierto, a una hora de comenzar. Su reacción fue de un regocijo agridulce, debido a que sólo le garantizaban su lugar.
Lo siguiente en ocurrir no hace falta comentarlo, y aunque mi camarada no me haya dicho gracias de viva voz, el “Takk”(gracias en islandés) que apareció en la pantalla al final del concierto, lo tomé como suyo.
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silencioyestruendo · 8 years
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Una canción que diga: Macho Core Fuck Off
Por Abraham García
En años anteriores, durante esta fecha, he oído y leído frases como “nada qué celebrar”, y con justa razón. La violencia contra la mujer persiste en nuestra sociedad.
Nada más en este 2017, año en el que todo mundo es abierto y tolerante en cualquier sentido y tema relacionado a preferencias sexuales, es un bajón saber que en San Valentín aparezca una nota diciendo que en Argentina cada 18 horas en promedio una mujer es asesinada en lo que va del año.
Cierto. Nada qué celebrar. En ese aspecto seguimos muy jodidos como seres humanos, pero también me gusta pensar que cada 8 de marzo es una oportunidad para fomentar en cualquier manera y difundir en todos los lugares posibles, tal vez a modo simbólico, la equidad entre las personas, sin importar su género ni sus preferencias sexuales.
Entre músicos hay infinidad de gente que fue abiertamente diferente a la normatividad heterosexual, que compuso y compone álbumes, canciones y piezas con las que cualquiera se identifica o que a cualquiera le gusta. Ahí tenemos el “We Are The Champions” del grupo liderado por Freddy Mercury con su mensaje universal de victoria, o, en México, están todas esas canciones de amor no correspondido de Juan Gabriel, que, nos gusten o no, nos las sabemos por el simple hecho de que trascendieron entre la gente y todavía se cantan.
El público metalero, que a veces pudiera parecer tan conservador, machista y prejuicioso, tiene en el cantante homosexual Rob Halford a su Dios del Metal, a quien adoran con verdadero fervor, tanto por imponer el distintivo sello de identidad de los pantalones de cuero y los estoperoles sadomasoquistas, como por los tremendos agudos que cantó durante sus mejores días, porque aceptémoslo, la edad ha afectado su voz y el “Victim of Changes” en 2017 ya no suena como cuando lo grabó en 1976. 41 años no pasan en balde.
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Si el metal es demasiado para los oídos, entonces hay que darse una vuelta por el lado salvaje, como decía el Rey de Nueva York, Lou Reed. Si te gusta The Velvet Underground por sentido común no andas por ahí diciendo palabras como marica, puto o joto en un sentido ofensivo (en mi opinión no existen las malas palabras), porque sabes que el tío Lou fue lo bastante chingón y lo bastante él como para escribir en algunas de tus canciones favoritas las historias de travestis superestrellas que habitaron la Factory de Andy Warhol. ¿O creías que Holly de “Take a Walk On The Wild Side” era una mujer?
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Y hablando de mujeres, ellas no tocan mejor ni peor ni nada diferente a un hombre sólo porque sean mujeres. Es cierto, muchas de las veces han quedado relegadas por la industria a no ser más que una cara bonita, y algunas han brillado más por su aspecto, diseñado expresamente para eso, que por su música. 
Pero los buenos músicos mujeres son tan imprescindibles e inolvidables como cualquier buen músico hombre (o extraterrestre, como David Bowie). ¿Apoco no te conmueve la voz de Beth Gibbons (le pediría matrimonio con el único propósito de que me cante al oído, si así ella deseara) cuando te habla de las estrellas errantes para quienes está reservada la negrura de la obscuridad; o la de Nina Simone cuando te pide que no la malinterpretes? A mí que no me pongan “Albur de Amor” con Chavela Vargas porque me descompongo. Quien hace buena música, hace buena música y ya.
En el campo de la música académica actual, la croata Ana Vidovic es una superestrella. Desde los 7 años toca su guitarra en todo el mundo, y lo hace de huevos. Digo esto porque pude verla en directo en el Teatro Hidalgo de Colima. No es muy conocida porque la música académica actual no es muy conocida, pero debieran ver cómo toca el Concierto de Aranjuez.
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Ahora mismo escucho a Molly Nilsson, que hace música de esa que llaman “moderna”. Me encanta. A un mismo tiempo es densa y ligera, y, aunque de algún modo su sonido remite a cosas del pasado, todo lo que produce lo hace sola; hasta las portadas de sus álbumes son DIY. Suena “Ugly Girl”, y Molly dice que si fuera la reina del mundo, haría que los chicos fueran chicas, al menos un par de días.
Sigo lamentándome el hecho no verla en su presentación del viernes pasado, pero es que fui a ver a la Orquesta Sinfónica Nacional, que tocó un programa entero con música de las películas de Stanley Kubrick. ¿Sabían que en Naranja Mecánica quien puso sintetizadores a Beethoven y a Rossini fue un artista transgénero de nombre Walter Carlos? Después de su cambio de sexo, se hizo llamar Wendy, aunque en realidad eso ni a ustedes ni a mí nos importa, porque los arreglos que hizo de esa música vieja, aunque muy buena, en su momento nos dijo y nos dice más de ella que cualquier otra cosa. Hizo algo nuevo de algo viejo, y así debería ocurrir con las conductas machistas, según creo. En este caso, diluirlas, aunque sea de manera gradual.
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Ahora que vienen las chicas brasileñas de Rakta -se presentarán en el Festival Nrmal en un horario para gente madrugadora, pero darán una fecha esperemos que con set completo el próximo 18 de marzo en el Arte Taller Estudio Arquitectónico del Centro Histórico- me puse a escuchar y ver en YouTube una sesión que grabaron para KEPX. Su sonido es claramente raro y moderno. No tienen aspecto dark, pero su música está cerca del género coldwave, y por sus teclados psicodélicos, quiero pensar que han escuchado a Os Mutantes.
Me sorprendió un comentario en el video. Expresaba que la baterista Nathalia tiene unos grandes bongos, refiriéndose a sus pechos. Seguro sí, son grandes. ¿Y qué? De cualquier manera, si tuviera en frente, dudo que con un comentario como ese, con una manera de pensar como esa, la chica en cuestión le dejaría tocarlos. En primera, porque la cosifica, y en segunda porque es un comentario muy estúpido. El chiste sólo tendría sentido para alguien como quien hizo el comentario, y es bastante patético.
Decía Jacques Atalli en Ruidos. Ensayo sobre la economía política de la música que ésta es un espejo de la realidad y dice más que cualquier teoría para escudriñarla. Coincido. Y tal vez sea porque con la música no hace falta ninguna racionalización para que te transmita algo de manera anticipada y sin rebuscamientos. Ya sea una idea, un mensaje o un sentimiento.
Y lo hace o no lo hace. Quizá ahí resida la diferencia entre buena y mala música, y quien la hace bien trasciende a su época, a su vida, con sus preferencias, virtudes, vicios y, claro, también trasciende a su género.
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silencioyestruendo · 8 years
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mARCEL dUCHAMP VeNdRá a MÉxICo... pOr pRimerA vEZ
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Por Abraham García
Por primera vez en su trayectoria, Marcel Duchamp vendrá a México el próximo febrero. 
Pero está muerto. Y ya ha venido; fue en 1965. 
Sí. Y sí, también está muerto desde hace casi 48 años. Pero igual vendrá a tocar. 
Pero él no tocaba. Él pintaba y hacía ready-mates, y dada y todo eso.
Ok. Tienen razón. Pero también es cierto que Marcel Duchamp viene a tocar en México en febrero. 
¡No tiene sentido lo que dices!
Sin embargo, la noticia no es falsa  …además viene a punkear.
¡O sea que saldrá de su tumba, como un zombie de 50 años, y tocará punk!, ¡Siempre transgresor ese Duchamp!
Pensar eso sería, de alguna manera retorcida, lo lógico y lo surreal, pero también lo absurdo, porque los zombies no existen, y porque en este texto, cuando hablamos de Marcel Duchamp, no hablamos del artista y ajedrecista francés, sino del grupo chileno que lo alude con su nombre. 
 ¡Ahhh! 
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De acuerdo con Yimi, uno de los gestores que recibirá a Marcel Duchamp en su próxima gira de febrero, el grupo formado en Santiago de Chile es relativamente famoso:
Hace unos ocho o diez años tuvieron un boom en la escena punk, anarco y hardcore de México, porque su música sí era innovadora de alguna manera, y sus letras eran diferentes a lo que normalmente se hablaba en esas escenas. Eran nihilistas, muy críticas hacia la misma escena, y desde luego hacia la política. Son de corte anarquista, aunque ellos no se identifiquen como tal.
Los conocimos obviamente por Internet, con el disco Buscando Luz de Topos (2002), que sí es muy bueno, porque hay ritmos que no parecían muy asociados al punk y por las letras súper nihilistas, pero también políticas. Y luego sacan Contra Nosotros Mismos (2006), que fue, para mí, el mejor disco que han sacado, porque sus letras ya no eran tan nihilistas y más entendibles. 
La visita del grupo se torna relevante porque, como ya hemos dicho, es su primera visita al país y el nombre que tienen no es gratuito, pues así como el francés lo fue en las artes plásticas, los chilenos son transgresores, aún dentro de los ámbitos donde se mueven.
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En alguna entrevista donde se mencionaba aquella sentencia de Crass, “El punk está muerto”, Joaquín Contreras, bajista y cantante de Marcel Duchamp, comentaba que a su parecer ya sólo quedaba la práctica: 
“(Musicalmente) El punk da una alternativa para manejar las cosas y cumple una labor como de jingle, que ya está en la cultura; es un medio de propaganda, para difundir ideas. Es la mezcla perfecta entre propaganda y espectáculo”,
Sin embargo, ahí mismo explica que cuando apareció el grupo, hasta cierto punto le parecía ridículo el movimiento: 
“Era moda, porque se movía según la lógica del rock”. 
Además de Contretas, el cuarteto está integrado por Francisco Morales, Jaime Valderrama y Eduardo Rivera. En su visita por México presentarán su última grabación, llamada La Vida de Las Personas (2015).  
No hay una expectativa clara de si habrá llenos en las ciudades mexicanas donde se presenten, pero Yimi explica en un mensaje grabado que cuando estuvo en Chile, la gente le dejó claro que eran La Banda de la ciudad. 
Iban a tocar en un taller de bicicletas que se llama Euskadi, pero no me tocó ir. El evento era para apoyar su tour a México. No sé qué tal estuvo, pero al parecer ellos siempre llenan. Son una banda de mucho boom allá en Chile.
Las fechas y ciudades donde se presentará Marcel Duchamp, aparecen en el cartel de abajo.
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