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Rule no 1: don't you dare underestimate us.
El sueño de todo amante de los coches, la cerveza y un rato con amigos se concentraba en aquel taller. Los Brass Knuckles habían hecho de aquella nave un lugar de uso y disfrute en el que los integrantes de la banda de crimen organizado pudiera sentirse como en casa en vistas a que muchos de ellos no eran más que pobres exiliados de sus países de origen por problemas con la ley.
Entre ellos estaba Simone, la última en llegar y, a pesar de ello, la que podía presumir con razones suficientes y hechos fehacientes que se había ganado el respeto de todos los integrantes: botes que habían sobrepasado la ostentosa cifra de medio millón de dólares en cuestión de meses además de haber conseguido hacer a alguien pagar una fianza para sacarla de la cárcel donde acabó después de haber sido sorprendidos en El gran golpe (*).
Y es que, a pesar de que no se llevasen más que bajas en el grupo, aquel plan no había dejado de ser un noqueo para los allí presentes: varios de sus hombres, muchos con antecedentes, habían sido capturados. Algunos de ellos no volverían a ver la luz del sol fuera de un centro penitenciario de máxima seguridad, entre ellos Seven... o eso era lo que todos creían. O casi todos, y es que la chica de largas pestañas postizas guardaba un secreto que prometió llevarse a la tumba a menos que el propio informante destapase el pastel.
Mientras tanto, disimulaba con risas y sonrisas burlonas, bromas ácidas y tragos a su botellín de Coronita. La música sonaba lo suficiente como para no perder contacto con el exterior a pesar de tener las paredes del lugar insonorizadas, aunque nadie se atrevía a poner un pie en aquel lugar sin haber sido invitado con un Brass Knuckle. Por esa misma razón, que aquella joven inconsciente apareciese por la puerta con la ayuda de una estúpida horquilla le pareció incluso ridículo. No se movió del sillón en el que estaba desparramada en la planta de arriba, simplemente se acomodó para poder observar la situación, divertida, con la boquilla del botellín sobre los labios. Media docena de tipos corpulentos estaban encañonando con sus diferentes armas a la intrusa, que parecía un corderito indefenso.
— Hostias... ¿Podéis bajar eso? Solamente estoy buscando a Simone, ¡joder!
La sonrisa bobalicona debido a las bromas de otros de sus acompañantes en la zona de arriba se le borró del rostro al escuchar su nombre. Frunció el ceño y miró a los allí presentes, igual de extrañada que el resto. Se levantó con cautela de su asiento y tiró de la cinturilla de sus pantalones para ajustárselos antes de bajar las escaleras.
— ¿Y tú quién eres? — preguntó, haciéndose paso entre los cañones de las pistolas que aún apuntaban a la joven.
— Mi hermano me habló de ti. Es Seven. Hace dos meses que no sé nada de él y supuse que tú tendrías respuestas.
Tenía que disimular, era una fantástica actriz y por eso frunció el ceño, mirándola con extrañeza. Después, alargó la mano hasta el antebrazo de Tito, uno de los chicos, y le pidió sin mediar palabra que bajase el arma. Todos le siguieron. — Leah. — murmuró, tendiéndole la mano con una sonrisa en los labios que achinaban sus ojos rasgados. — Hola, honey. ¿Cómo estás? Norma número uno: no te creas más lista que todos estos orangutanes.
— No entraré en el juego de medir nuestra inteligencia como lo harían ellos con su rabo. — Habló después de devolverle el saludo, aunque a diferencia de ella, Leah se mantuvo seria.— ¿Dónde está? ¿Le habéis visto?
— Tesoro... larga historia. Sube, ¿te apetece una cerveza?
Los más desconfiados fulminaron a la pecosa con la mirada, pero ella hizo caso omiso. Subió dando pequeños brincos las escaleras de metal y caracol y le lanzó un botellín de cerveza.
— ¿Está muerto? La única noticia que tengo de él es que su coche apareció siniestro total. Hasta me echaron de la casa que él tenía.
Otro de los chicos, de tez negra y con apenas espacio libre de tinta, subió con ellas y se sentó en el brazo del sillón que Simone había ocupado, mostrándose un tanto despreocupado a pesar de que no terminase de fiarse tampoco él de la recién llegada. —¿Muerto? —se entrometió en la conversación, negando con la cabeza y riendo sigilosamente a la par. — Macko. —y la mujer le colocó la mano sobre la pierna con la intención de que guardase silencio. — Seven no está muerto, honey. Tu hermano acabó entre rejas en una cárcel de máxima seguridad cuando nos pillaron atracando una nave en el puerto de Miami repleto de coches de exportación. No hemos vuelto a saber de él, como comprenderás, ir a visitarle sería meternos en la boca del lobo. ¿Estás sola?
Su boca se abrió un par de veces boqueando como un pez, sintiendo como esas palabras le caían como un caldero de agua helada. ¿Seven, detenido y en una prisión de máxima seguridad? Estaba intentando asimilar esa información mientras sus ojos se aguaban cuando Simone le preguntó aquello. Y no tuvo reparo en asentir. Tenía una mezcla de sentimientos y emociones en aquel momento, así que dejó el botellín con fuerza sobre la mesa y se puso en pie. No sabía qué hacer con su vida pero, aún sabiendo que no tenía ningún sitio al que ir y tampoco en el qué quedarse, lo único que quería hacer era correr. Y escapar bien lejos.
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LEROY DAVIS: FICHA.
▲ Nombre: Leroy Davis es su nombre completo a pesar de que todo el mundo se dirija a el por su alias, Macko. ▲ Edad: 28 años, su fecha de nacimiento data del 3 de Julio. ▲ Nacionalidad: americana. Nacido y criado en Miami por una familia bastante desestructurada. ▲ Historia personal: nació en el seno de una familia monoparental, y es que su progenitor abandonó a su madre, Shanit, en el tercer trimestre del embarazo de su segundo hijo. A día de hoy, no sabe nada de su padre por decisión propia y le guarda un profundo rencor por haber dejado desamparada a su madre con un niño de cinco años y otro a punto de llegar al mundo. Su madre trabajaba de sol a sol para alimentar las bocas de sus retoños y asegurar que tenían un techo donde vivir. Prácticamente se criaron con sus abuelos, ya que tuvieron que mudarse con ellos a Riviera Beach, una de las ciudades de Miami con mayor índice de criminalidad del estado. Su infancia fue bastante humilde, teniendo carencias en lo que a caprichos o lujos se refería, conformándose con poder jugar en la calle con cualquier balón raído que conseguían. A muy corta edad, Leroy y su hermano Roman comenzaron en el mundo del engaño y los robos: al principio eran pequeños hurtos de chucherías, algún juguete pequeño u objetos sin demasiado valor, pero conforme fueron sucediéndose los años, incrementando el valor por el que "tomaban prestadas" pertenencias ajenas. Se convirtieron en unos ases del hurto y la estafa, revendiendo lo que sustraían. ▲ El origen de los Brass Knuckles: su hermano Roman es quien está al mando de la organización, y es que fue él quien decidió invertir su dinero del trapicheo y de trabajos con contratos temporales en la compra del garaje donde actualmente se reúnen todos. Junto con unos cuantos amigos (a los que su madre y su abuela siempre consideraron "malas compañías") hicieron de la suma de todas sus habilidades de pasearse al margen de la ley un negocio con vistas a algo más grande. Macko no tardó demasiado en incluirse entre sus filas, y a día de hoy, es quien se encarga por su rapidez mental y su habilidad con las cuentas en manejar todo el dinero y los ingresos que reciben los Brass Knuckles. ▲ Otros datos y curiosidades: — Haber tenido tantas carencias a lo largo de su vida le ha hecho cambiar la mentalidad desde el primer momento en el que comenzó a poseer dinero suficiente como para poder costearse todo lo que se le antojaba. Sabe que puede vivir con mucho menos de lo que actualmente posee, pero le gusta rodearse de ostentosidad: ropa, coches, joyas y viajes caros. En el dinero ha encontrado la seguridad que a veces le flaquea interiormente. — Es el hermano menos responsable y, es que a pesar de que tiene una mente audaz, su impulsividad y ambición consigue en numerosas ocasiones eclipsar su inteligencia. — Vive en casa de su hermano, su cuñada y su pequeña sobrina Farah. Creó un importante vínculo con la niña desde que nació, quizá por el hecho de sentir la necesidad de proporcionarle una segunda figura paterna al haber sentido la falta de una en su vida (su abuelo, con el que había crecido, fue diagnosticado de Alzheimer cuando Leroy era aún un niño, deteriorándose a un ritmo bastante acelerado, cosa que impidió que pudiese disfrutar de su abuelo plenamente).

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DIEGO VALENZUELA: FICHA.
▲ Nombre: Diego Valenzuela, aunque todos lo conocen por el pseudónimo de Tito. ▲ Edad: 30 años, su cumpleaños es el 20 de Diciembre. ▲ Nacionalidad: De orígenes mexicanos, Tito nació en Zacatecas. Sin embargo, a la corta edad de cinco años, su familia emigró hacia los Estados Unidos, asentándose en Miami. A los pocos años, su madre falleció por un cáncer de ovario; teniendo que encargarse su padre del cuidado de sus cuatro hijos. A pesar de dar lo mejor de él, la carencia de una figura materna siempre fue bastante notoria en la casa de los Valenzuela. ▲ Profesión: Actualmente se dedica al 100% a la banda, pero se alistó años atrás al ejército de tierra (U.S. Army). En 2010, partió de misión a Afganistán, regresando en el 2015 a Estados Unidos y retirándose del servicio militar tras haber sufrido un ataque. En esa emboscada, el joven quedó en silla de ruedas durante casi 10 meses, necesitando rehabilitación y fisioterapia durante ese período de tiempo. ▲ Sus inicios en la banda: Tito nunca fue un estudiante destacado, sino todo lo contrario. Sus compañeros del instituto eran unos “bala perdida” y, a su vuelta del ejército, se refugió en ellos para superar la situación tan traumática por la que estaba pasando. Uno de ellos, Macko, fue quien le presentó a los Brass Knuckles; donde se ganó un puesto debido a su manejo y espectacular conocimiento acerca de las armas de fuego así como destreza en la lucha cuerpo a cuerpo. ▲ Otros datos y curiosidades: — Siempre le ha gustado cuidar su cuerpo, desde que era joven frecuentaba los gimnasios y, actualmente, está bastante involucrado en el entrenamiento y el acondicionamiento físico para participar en las más duras y conocidas carreras de obstáculos que se celebran en el estado. — Es el segundo de sus hermanos, siendo todos varones a excepción de la más pequeña, Esperanza, de dieciocho años. Ella es la única que vive aún con su padre, ya que Raúl y Ángel han formado sus propias familias y han hecho su vida aparte. Siguen reuniéndose a menudo, el vínculo que crearon entre ellos con la muerte de su madre se fortaleció, creando un ambiente de protección de los unos sobre los otros bastante férreo. — Probó las drogas siendo joven, pero las dio de lado en una etapa bastante incipiente y, desde entonces, no ha vuelto a consumir. Bebe mayoritariamente cerveza, pero no de forma asidua. El único vicio que tiene es el de los tatuajes, llevando su cuerpo decorado con decenas de ellos.

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Women's detention center. Miami, Florida.
— Razvann, tienes visita.
No esperaba visitas de nadie en aquel lugar, si de algo había huido subiendo al avión para cruzar el charco era de cualquier vínculo. Estaba sola, sabía que el resto de sus aliados estarían de regreso a Europa o de exilio hacia el sur del continente americano.
Le abrieron la puerta de su celda y la esposaron con las manos delante de su cuerpo. Anduvo guiada por uno de los guardias hasta la sala de visitas y cuando llegó, siguió dejando que fuese aquel enorme tipo uniformado el que le indicase dónde sentarse.
— Me esperaba menos. — fue lo primero que salió de la sonrisa socarrona de aquel joven.
— Pues ya ves lo que hay, Ken. ¿Quién coño eres?
— Joel Vulkan, encantado. — ella abrió la boca para responder con alguno de sus comentarios soeces, pero no le dio tiempo a hacerlo; el muchacho se le adelantó. — He oído cosas buenas y malas de ti, no sé cuáles me gustan más. ¿Tan famosa eres por Europa por esas manos de ingeniera y tan pronto te han cogido? Poca potencia le sabes dar tú a los motores, pecas.
Su respuesta fue un gruñido huraño mientras removía las manos, se reflejaba en el tintineo de las esposas debajo de la mesa.
— Quieta, leona. Que si vengo es para proponerte algo... te saco de aquí si trabajas para mi.

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Miami, Florida. Viernes, 24 de Noviembre de 2017.
— A ver, chicos, un poco de atención... vamos a hacer un brindis. Eh, eh... ¿hola? ¡¡CERRAD LAS BOCAZAS O ME LÍO A HOSTIAS!!
— No sé cómo se te ha ocurrido traer a estos animales a un restaurante formal para cenar.
— Nena, no todos los días conseguimos un botín de cincuenta de los grandes... había que aprovecharlo. Podemos limpiarnos el culo con billetes de cien.
— Deja de dar voces, nos están mirando con una cara...
— Venga ya, 'Freckly', no me vengas con modales... Bueno, hermanos, vamos a brindar. Por lo que acabamos de conseguir, porque cada día conseguimos que los Brass Knuckles vayan un paso por delante del resto y porque podamos seguir alimentando a nuestras familias. Y por Simone, la última tía mona en entrar al grupo pero conseguir ser la número uno en apenas unos meses.

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El gran golpe.
Así llamó el líder de los Brass Knuckles al plan que llevaban preparando durante semanas, sin cesar. Un contenedor marítimo cargado de coches americanos de exportación iba a hacer noche en el puerto de Miami antes de cruzar el Atlántico rumbo a Europa.
Sabían todos y cada uno de los movimientos que los operarios del puerto iban a llevar a cabo, y es que la información había sido filtrada por el topo de la banda. Habían previsto hasta el más mínimo detalle para poder acceder al puerto en mitad de la madrugada, sortear la vigilancia de la zona y abrir con el equipo de oxicorte el contenedor. Una vez allí, Simone se encargaría de eliminar los rastreadores de debajo del capó y conseguiría arrancarlos para que al menos media docena pudiesen ser conducidos por el resto de sus compañeros. Cogerían la Interestatal 95 hasta Jacksonville y guardarían allí los coches, en un garaje bastante apartado y para nada a la vista.
En caso de que las cosas se torciesen, estaba el plan B. Separarse de dos en dos hacia las carreteras secundarias: la policía no podría dividirse para capturarlos a todos, y si algo había aprendido en esa banda es que el sacrificio era una opción que nunca debía apartarse de la mente de ninguno de los integrantes.
La noche se cierne en Miami y entonces las sombras se activan. Cada uno, desde un punto diferente de la ciudad, ataviados con ropa oscura, se encaminaron hacia el puerto. Simone lo hizo a pie y sola, por completo. Allí, habría una furgoneta donde subirían uno a uno. Otro de los cerebritos de aquella banda había conseguido hackear el sistema de cámaras de seguridad del puerto. Las inutilizaría en el momento en el que todos estuviesen listos y, tal y como lo habían planeado, así ocurrió. Hicieron saltar las alarmas de la punta contraria a donde estaba el contenedor que les interesaba y entonces salieron. Sigilosos, tanto como pudieron. Accedieron por detrás de la garita del vigilante, vacía al acudir a la señal de alarma, y fueron buscando los números pintados en el lateral de cada una de las gigantescas cajas metálicas hasta dar con la suya.
一 Bingo.
Sacaron de una mochila el equipo de oxicorte y, en el momento en el que consiguieron deshacerse de los múltiples candados y sistemas metálicos de seguridad, un sonido bastante característico inundó el ambiente: un helicóptero. Un cegador haz de luz los iluminó desde el cielo y, para cuando recuperaron la visión, lo único que los ojos de la muchacha pudieron divisar fueron luces azules y rojas. Coches de policía.
一 No se muevan, ¡alto! 一 la morena había echado a correr entre los contenedores con la esperanza de poder darles esquinazo a pesar de ser consciente de que varios pares de ojos la localizaban desde el cielo.
No miraba atrás, no quería hacerlo por el vértigo que sentiría si realmente viese que, efectivamente, un policía le pisaba los talones. Era escurridiza, trató de esconderse y meterse por los sitios más estrechos que encontraba y, cuando vio de lejos la verja del puerto que solo tendría que escalar y saltar, la aplacaron. El cuerpo del policía había caído sobre sus piernas tras haber sentido los brazos del mismo agarrarla por la cintura.
No tenía escapatoria: el juego había acabado.
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SIMONE: Ficha.
▲ Nombre completo: Simone Razvann. ▲ Edad: 26 años. ▲ Raza: humana. ▲ Lugar de residencia: Detroit, MI, USA por trabajo, aunque suele pasar su tiempo (no tan) libre en Miami, FL, USA. ▲ Lugar de nacimiento: Transilvania, Rumanía. ▲ Ocupación: graduada en Ingeniería Mecánica con unas notas brillantes, trabajaba para una prestigiosa industria automovilística, diseñando y construyendo la maquinaria de los coches más lujosos europeos así como para los coches de competición en Fórmula 1. ▲ Aspectos a tener en cuenta:
— Hija única de una familia humilde, con una inteligencia asombrosa y un expediente brillante durante todos sus años académicos. Logró sacarse la carrera universitaria compaginando los estudios con trabajos a media jornada ya que sus posibilidades económicas eran limitadas.
— Tiene una gran habilidad con las máquinas y una mente muy imaginativa que hace que muchos de sus diseños sean exclusivos. Con tan sólo 24 años consiguió abrirse paso en una importante empresa de automóviles.
— Simone dispone de un amplio y completo garaje particular (ajeno a su trabajo) en el que guarda su mayor tesoro: su coche. El automóvil fue, es, y seguirá siendo su conejillo de indias; debido a que modifica de mil y una maneras diferentes la maquinaria para probar e innovar. Lo interesante llegados a este punto, es saber cómo la joven comprueba la eficacia de sus ingeniosas mejoras: carreras clandestinas. Es una figura bastante conocida en el mundo ilegal. Todos hablan de sus increíbles diseños e inimaginables trucos, ases que se guarda bajo la manga y dejan boquiabiertos a todo aquel que piensa que se está tirando un farol. Tiene prestigio, fama y un dinero extra, ya que suele estar entre los tres primeros en la clasificación. Se hace llamar 'Rompecarros’ debido a su primera carrera clandestina: chocó contra la fachada de un edificio y su coche quedó hecho trizas. A pesar de que en un primer momento detestase aquel apodo, a día de hoy le hace recordar que para tener éxito también hace falta fracasar.
— Comenzó a tener compañías bastante peligrosas sacadas del mundo del motor, comenzó a verse involucrada en diferentes y escabrosos temas de contrabando y terminó huyendo de Europa porque estaba siendo buscada por la policía, motivo por el que la despidieron del trabajo. Se montó en un avión y cruzó el Atlántico, aterrizando en Miami junto con varios de sus compañeros de escuadrón, y fue en su nuevo lugar de residencia donde comenzó a dedicarse al contrabando de armas y coches robados, sabiendo cómo manipularlos para poder sacarlos de donde los guardan a buen recaudo sin ser localizados. Además, los mejora con sus conocimientos de ingeniería y hace así que se dispare su valor.
— Esta banda clandestina de la que a día de hoy es una integrante más a la que tienen en alta estima se denomina Brass Knuckles. Es un grupo de crimen organizado compuesto en su mayoría por varones, además de predominar el perfil afroamericano entre sus filas (además de haber exiliados de todas las puntas del mundo, muchos de ellos, de forma forzosa por su situación de busca y captura). En su código, la lealtad y la ambición son los dos valores tomados por bandera.
— En uno de los robos de coches de exportación en el puerto de Miami (El gran golpe), el FBI consiguió desmantelar aquellos crímenes organizados y, tras una persecución, atraparon a Simone y la detuvieron por tráfico de drogas, automóviles y armas de fuego.

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