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El arte del escaneo.
El escaneo de un libro es su propio objeto cuando no es digitalizado. Al margen de que la imagen que porte sea la de un texto escrito (tipeado) por alguien. La materialidad del texto queda a un lado, puesto que la imagen es más plana todavía que el papel/libro, de algún modo, hay una evanescencia de la materialidad.
Como un relato novelístico no puede escribirse como se escribe una película, o mejor, no puede verse como se ve una película, puesto que el cine, materialmente, es una consecución de fotogramas que el ojo humano no logra disgregar, así igual funciona el escaneo con el libro real. Uno no podría escribir fotograma por fotograma, sería un experimento de escritura en el que, de todas formas, siempre “el ojo lector” detectaría en qué momento hay un pasaje de un fotograma al otro; al contrario de lo que le sucede al ojo con la película. El escaneo es un objeto que se vuelve sobre sí mismo, es su propio objeto artístico, aunque necesite de un objeto previo al que escanear para lograr una identidad; el proceso por el cual el texto original llega a ser ese texto, es totalmente diferente al proceso por el cual el escáner llega a hacer ese mismo texto, y es ese proceso, lo que disgrega al pdf del texto impreso en un libro. El versus aquí no es escáner vs imprenta/impresora, puesto que son de la misma naturaleza, aquí el versus es escáner vs escritor o imprenta/impresora vs escritor. Tanto el escáner como la imprenta/impresora, son multiplicadores de objetos, que cumplen con la paradoja de multiplicar algo ya creado al mismo tiempo que crean un objeto nuevo (el libro físico pasa a ser un .pdf o un .jpg).
Supongamos ahora lo siguiente: en caso de que dijéramos que el escaneo (el .pdf) no es un objeto artístico, entonces, el libro/objeto previo al escaneo ¿dejaría de ser arte en el momento en que es escaneado? Y en ese caso, si no es arte ese objeto previo (aparentemente banalizado por el escáner) ¿por qué un autor podría reclamar sus derechos sobre eso que no es un objeto artístico? El escáner viene a negar objetos multiplicándolos. Una suerte de paradoja de lo material/inmaterial, como dije. Lo digital se vuelve entonces un no-objeto, puesto que en el momento en que se consuma su naturaleza digital, deja de remitirse a algo externo a sí o a algo material fuera de sí: se remite a sí mismo todo el tiempo. Niega a su objeto previo multiplicándolo.
En la digitalización de un texto, hay dos opciones: a) lo tipea mecánicamente una persona (no autora del texto original, o sí, también podría hacerlo el autor original), o b) se utiliza un software de escaneo de textos. La diferencia que planteo entre texto digitalizado y texto escaneado es simplemente la posibilidad de introducir cambios en el texto mismo pudiendo borrar las letras, palabras, cambiarlas de lugar, solamente con un procesador de textos (no con un software de edición de imágenes). Quiero decir, el texto en .docx no es igual a un escaneo de un libro que nos llega en .jpg o en .pdf (no podemos seleccionar partes del texto y editarlo simplemente con un procesador de textos). Es decir, cuando ese “libro” nos llega en .pdf, escaneado, es menos propenso a ser transformado en ese archivo mismo. Hay una desaparición del valor expositivo (físico/material), en contrapartida de un realce de sus características formales, es decir, el texto mismo (pero ya banalizado/estropeado, despojado de su valor artístico puesto que está fuera del mercado del arte). Hay una especie de desaparición del objeto, y también de los sujetos del arte.
El escáner genera una imagen de algo. Se apropia ese algo y lo hace invisible, esconde la parte fundamental: su soporte físico. El soporte físico no está “representado” en la imagen generada por el escáner, la imagen generada por el escáner es una imagen mimética de un objeto 3D. El escáner no solo es el elemento que capta, sino además el que reproduce, y además yuxtapone y puede crear algo nuevo sobre aquello escaneado. Lo escaneado no tiene más que soporte informático, no es más que unos y ceros, aunque a la vista nuestra sea efectivamente una imagen de un texto anterior.
Un escaneo, en este caso de un libro, es la reducción sensorial del libro a su aspecto visible, aspecto que además sufre otra reducción: se torna más plana todavía (porque su señal analógica es transformada a valores discretos representados por números binarios). Y además hace propenso al texto anterior y su valor cultural, a sufrir una reducción en su valor cultural por ser modificado su aspecto físico.
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//Dronización de una clase.
(esta sucesión de errores discursivos, quejas y lógicas extrañas, no es una opinión a la que el autor adscriba particularmente. Ante todo, el primer artículo sobre algo debe portar errores para mantener la discusión abierta {el único objetivo de una discusión es mantenerse abierta a sí misma y aceptar o favorecer el cambio de opinión de las partes. Si no, no hay discusión}).
Ya hay compañeros que dejaron materias. Compañeros de los que desconozco las caras, salvo por aquellos que tienen mínimas fotos de perfil (yo soy un fondo gris con un sin cara en blanco). No obstante eso, estamos obligados a trabajar en grupo. Los compañeros no tienen por qué acceder a darme sus teléfonos ni sus cuentas de facebooks. Bueno, en este caso sí (algunos lo hicieron y está bien en pos de aprobar el trabajo práctico). La naturaleza de lo remoto/virtual deforma la relación entre pares y modifica las formas del flujo de información: información personal (me refiero, lisa y llanamente, a la relación con el compañero) e información/material de trabajo que nos llega desde la universidad.
La materialidad de la clase remota es muy diferente a la clase presencial. Este año estuve leyendo Teoría del dron, de Grégoire Chamayou. Todo se está dronizando. El año arrancó con un ataque dron en Irán: uno de los tantos que suceden en muchos países de ese lado del mundo. Según el autor francés, hay drones yanquis vigilando, por ejemplo lugares recónditos de Afganistán, las 24 horas, algoritmizando/patronizando los movimientos de los ciudadanos para determinar, posteriormente, movimientos fuera del patrón/algortimo, que vendrían a significar una posibilidad de actitud terrorista. Retomo: la clase remota es muy diferente a la clase presencial. La clase remota presupone la existencia (preexistente entre comillas por presupuesta) de un espacio físico apto para videollamadas con extraños, y que no invada la privacidad de cada uno, por parte de profesores y de alumnos. Al margen de la digitalización del material, hay una digitalización del espacio físico: una preparación del lugar físico que se adecue a la imagen que escupe la pantalla. Una especie de puesta en escena en las habitaciones de 200 personas al mismo tiempo. A pesar de esa puesta en escena, el momento de clase no es de radical importancia. Es más importante leer el material subido a la plataforma de la facultad que participar de los encuentros que están catalogados, por las mismas cátedras, de no obligatorios.
El momento de la clase presencial/física (que implica sensaciones visuales, auditivas, etcétera), es reemplazado por un continuo de información que de/transforma al momento educativo en/por secuencias de tiempo-espacio idénticas las unas a las otras: leer el material, comentar en el foro esperando una respuesta en algún momento del día/semana y reportar un trabajo práctico. En ese continuo de información, casi no hay tiempo de detenerse, todo parece poco porque no hay un momento físico que ancle dudas, conocimientos e ideas nuevas sobre el material .pdf utilizado para la cursada. La importancia del momento de clase está disminuida. La digitalización del momento de clase, su puesta en escena no solo viene a tomar el momento/espacio educativo, sino además la relación de eso con el resto de las actividades de las vidas físicas: todo se hace desde una pantalla, mirando un .pdf, video, whatever.
Hay compañerxs no habituados a utilizar la computadora que no pueden manejar, por ejemplo, photoshop o filmora, ni tampoco se les hace práctico el hecho de recibir tutoriales separados en carpetas en la plataforma de la universidad y luego subir en un drive los trabajos separados también en carpetas que deben ser nombradas de una forma específica (y solo se una forma específica). Aquello de que lo público es irrestricto/gratuito y no sé qué más, está en jaque hace tiempo (nos hackearon la cabeza con eso. Ilusos.), y la virtualización de tantas esferas de la actividad humana, parece obligarnos a repensar qué es lo público y qué es lo privado (hace tiempo). El foro, digamos, lo público dentro de la plataforma de la universidad, dificulta la relación entre pares, no es nada natural dejar un comentario y esperar días a que alguien responda, cuando quizás nadie responda (hasta ahora vengo viendo lo más normal es que nadie responda, o que de tantas ventanas para consultar que hay, se termine consultando en cualquiera. Las plataformas virtuales nos obligan a ser precisos o no ser entendido/visto). La relación con los compañeros, en algunos casos (quizás no particularmente en el mío, oh, confinado desde la época precuarentenal) es fundamental para generar comunidad que colabore con los procesos educativos.
Este problema de la virtualización de todo es fabuloso. Viene a plantear quizás que la educación solo sea posible (por lo menos la educación pública, y digamos, en grupo) de manera presencial. O será el momento de desambiguar al individuo de los grupos y favorecer la educación individual, sin restricción de horarios ni fechas de clases fijas, y quizás ni siquiera de contenidos fijos. Una educación en donde los trabajos prácticos sean realizados con libertad en la búsqueda de contenidos, y que los contenidos estén liberados para aquel que quiera ser parte de este tipo de universidad. Cuando hablo de contenidos, me refiero a todo: que para ser una editorial industrial en este país sea obligatorio liberar tus novedades y todo tu catálogo en pos de la educación de la población nacional (que deba inscribirse en la universidad para acceder a aquello… aunque sabemos que con que se inscriba uno, ese uno podría compartir todo el material al resto). No deberíamos permitir que suceda la dronización de la universidad, esto es: la algoritmización (todos escribimos más o menos lo mismo, el profesor es un robot que ve .docx todos más o menos iguales -de alumnos robots que quieren aprobar cumpliendo las consignas-) de trabajos prácticos en base a unos contenidos restringidos (pedazos de textos mayores para “aprender” la cosa específica y no el total de la cuestión {cosa que también está regulada/reglamentada por los tiempos cortos para entrega de trabajos}).
La clase es un dron que nos ve desde una plataforma oníriconline y regula más para aquí o más para allá, unos comportamientos de los alumnos-datos/robots y la educación y el conocimiento se vuelven parecen fondos blancos y letras negras, libros mal escaneados. Nombre del documento loquesea.pdf.
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