Text
Nikita Gill, from Your Heart is the Sea: Poems; "The Anguish," originally published in 2018
16K notes
·
View notes
Text
Hieu Minh Nguyen, from “Staying Quiet"
15K notes
·
View notes
Text
“if you cannot forgive, then don’t. you do not owe pain anything, you only owe yourself peace.”
— shelby leigh
345 notes
·
View notes
Text
El daño
It's been a lot of time since I wrote here and I don't know why I'm doing it in English, it must be because I'm feeling in English, I'm loving him and suffering in English, I lost my heart again in a new language.
Duele, duele y la vida me sigue doliendo. He aprendido a ser más comprensiva conmigo, he aprendido a amar a mi mamá, a hacer las cosas por y para mí, pero no para de doler, el silencio no para de doler. El silencio ahí donde antes me allanaban los gritos ensordecedores de no ser suficiente, de no ser nadie.
Duelen cada una de las capas que me separan de mi realidad, de mis sueños, de la misma vida. Duele el rechazo, el otra vez, el ¿Cuándo será para siempre? Duele que no sepa cómo deshacerme de este dolor.
El amor no es suficiente y no sé qué más lo sea.
Duele y me apretuja la garganta el grito que nunca grité, con la multitud que quiere huir al galope de lo que me sucede por dentro. Duele incluso ahí donde no siento nada.
Duele el piso maloliente donde se posa el trono de aquello que me grita que no soy capaz, pero no, ya no grita, ya se acomoda en su sitio y reina desde donde todo lo ve y lo controla, todo lo hunde, lo desarma, donde se sienta a ver el mundo arder.
Mi mundo arde y duele, mi mundo está inundado tras un tsunami de mucho y poco y yo ya no sé si tengo fuerzas para reconstruir.
Y quiero, maldita sea, quiero, quiero pero no encuentro voluntad, y me niego y me revuelco de la rabia ancestral que me produce estar viva y muerta dentro del mismo cuerpo, porque en mis adentros siempre hay algo que no termina de morir, porque ya ni tengo idea de qué suerte deba hallar.
And it hurts again and again and again, It hurts, of course, in the hole he left in my memories, my feeling and my life, it hurts in the mountain of his inconsistency, it hurts where I want to dream and laugh and love and I can't, it hurts so badly that I forget how to feel.
It hurts since his arrival, when I was so sure it was going to hurt, but never thinking it was going to hurt this bad. It hurts in my doubts of letting him in and now it hurts with my whole heart and bones with the weak impulse of letting him go.
It hurts so badly around his "Nothings is going to change" just after telling me he wants me and misses me and loves me. That motherfucking moron.
I don't know how to be and that hurts too, I don't fucking know how to let go, I just want peace and rest and quiet, the quiet sound of where it doesn't hurt.
0 notes
Text
Se me iban juntando los meses sin escribir y antes de todo me detengo a pensar si esto significa que estuve bien, pero creo que la respuesta correcta es que no estuve. No estuve.
No estoy y sigo sin estar.
Y ahora es un episodio de ansiedad el que me sienta frente a la pantalla.
En Brasil hace 63 grados y el cataclismo mundial bien se asemeja a los pensamientos que me grita la ansiedad a mis espaldas. Me voy a morir del calor en alguna parte, me voy a morir del calor aquí. ¿Y si no me voy? ¿y si me quedo? ¿y si me toca quedarme a la fuerza? ¿y si me voy y no sobrevivo? ¿y si soy infeliz en cualquier lado?
Pues soy infeliz en cualquier lado porque no me tengo a mí.
El miércoles dicto una charla y no estoy lista. No sé con qué sea capaz. A veces olvido lo que me gusta de él. "Ah, pero es que es mejor olvidar eso que arriesgarme a perder" - responde mi mente ante ese pensamiento.
Enfrentarme al love bombing justo cuando estaba empezando a sentirme segura. Odiarle sin pruebas y sin argumentos. Odiarme a mí porque no he conseguido darme tregua en este proceso.
Un narcisista más, esto tan bello tiene que significar que él es un narcisista más, que es otro personaje que nació para llevarme por delante porque quizá ya no me ataja nada.
Se me soltó la línea de vida que no me dejaba respirar, se me soltó la ayuda y el piso a tierra, se me soltó, marica, ¡se me soltó! Suelta y el pánico me corre por las venas.
Esta no es quien quiero ser, esto no es lo que quiero sentir y aún lo siento.
El cansancio no se me va, es como si tuviera el alma en los huesos por la inanición de ya no sé qué, porque teniendo el anheladísimo amor entre las manos el aura se siente rota y a la vida le falta un pie. Se me acabaron las ideas para intentar sentir, para estar presente y para deshacerme de la distancia, se me acabó la energía y el ánimo para intentarlo averiguar.
Solo sé que la distancia no se va cuando más quiero volver. Pero vuelvo a irme, una y otra vez, porque en enero me fui para no sé dónde, más allá de donde ya estaba y me quedé, me quedé donde no era y más me alejé.
Es curioso que hasta la ansiedad se sienta adormecida, pero como siempre intensa. Obvio, porque me habitan los polos.
Regresa a mí el pensamiento de estar rota mientras escribo esto. Un año exacto de no sentir y me pregunto si el trauma sí fue tan grande, si es que la vida no merece ser sentida, si es que al final sí merezco todo esto.
Y ¿la verdad? ya no sé si creo o no creo, si hice o no tanto mal.
0 notes
Text
Las ganas
Hoy todo me está doliendo. Adentro y afuera.
Me duelen las articulaciones, me duele el hombro, la cadera no me ha dejado descansar en todo el fin de semana, siento los músculos rígidos y la cabeza pesada y distante. Distante, siempre distante. Duele también adentro, duele el corazón y el pecho, pesante, duele el miedo y las ilusiones y duelen tantísimo las ganas, ahí donde no están.
No puede ser que todo este cataclismo sea ansiedad y miedo por irme.
Hoy pensé en no irme.
En un momento de colapso mientras leía sobre traición en la novela que me ha obsesionado por tres días me dije que podía detenerlo todo en este momento, vi mi casa y la vi hermosa, puedo detenerlo todo, puedo no hacer la carta, puedo dar por perdida la plata y el esfuerzo y arrojar mis ilusiones a la basura. No sería la primera vez.
Es el estar sola lo que me devasta como una tormenta de arena llevándose un pueblo en medio del desierto. Estoy sola ahora cuando el deseo ha empezado a recuperar su cancha y no tengo donde más depositarlo que en mí y ese “mí” está dejando de ser suficiente. Estoy ahí sola donde quiero derrumbar de amor la vida de alguien, donde quiero jugar y hacer bullying y sonreír nada más porque alguien más exista en mi camino y solo en mi camino. Estoy sola ahí donde quiero irme nada más por encontrar a alguien más, porque aquí todo siempre se ha sentido muy solo. Estoy sola ahí, en mis visualizaciones de lo que supuestamente quiero, en el pánico en el supermercado, en el terror de ir a mercar. Estoy sola aquí, escribiendo esto mientras mi gata me maúlla con ansias porque sabe que algo no está bien.
Estoy sola y he estado sola durante años ya. Porque solo con él bajé todas las barreras de mi cuerpo, mi mente y mi corazón y a veces pareciera que no va a volver a ocurrir jamás. A veces anhelo que sea él el que vuelva porque ya ser sucedió una vez, pero sé que el desprecio y el dolor nos median y que no sería suficiente, solo acarreraía más soledad. He estado sola por un tiempo en que mi alma se desvive ahí donde no toca nada, donde no hay ganas de nada.
¿Cómo puede ser que cuando la vida y el alma estaban hechas pedazos todavía tenía ganas de cuidarme y ahora a duras penas puedo comer? Hace mucho tiempo que dejé de tener antojos y hace más que dejé de saborear nada. Hoy también me duele la anestesia que no me deja sentir nada. Y aún así el dolor vuelve a mí él único permiso que me doy frente a todo lo que siento, o bueno, lo que podría sentir.
Me estoy obligando a escribir esto a ver si mi mente retoma algo de sanidad. Incluso ahora, cuando mi psiquiatra me escribió confirmando algo, pensé en decirle que me brindara ayuda, que no estaba precisamente bien, ¿lo ridículo? Que no siento nada intenso, ni siquiera el dolor. La anestesia se está llevando por delante todo como un tsunami donde nadie grita, nadie busca ayuda, solo el agua lo rebosa todo y lo deja todo el mismo tiempo. Y todo queda ahí donde no está.
Sé cuidarme, sé estar sola y valoro con ansias la soledad después de haber estado con mucha gente, pero ahora no tengo ganas de nada, ni de mi ni de la gente. Ganas de sexo sí, parece ser lo único que me habita últimamente y eso es lo único que se siente natural en mí.
0 notes
Text
¿Anemia?
Sé que debo escribir pero no tengo palabras. Hace unos días que no se siente mucho aquí, ni siquiera el vacío. No siento a ningún tipo de habitante, ni la rabia ni la furia, la tristeza o la melancolía que solía correrme por las venas. No me siento particularmente alegre, motivada, o esperanzada, es como que aquí no pasara nada.
Como si no hubiera nadie.
Pasé de decir que sentía demasiado a sentir que no siento poco, bueno, eso dice el lapsus, pero aquí, en la piel y adentro de la carne no se siente mucho. Pasé de decir que lo sentía todo, que no sentía nada, que sentía una nada abismal para enterarme ahora que alguien tapó ese abismo y se fue, como si no pasara nada. Como si no hubiera pasado nada. Como si aquí no habitara nadie, solo tierra neófita que no ha sido explorada aún.
¿Y el vacío? ¿y el dolor? ¿y el sufrimiento?
¿Y la madre de todo sufrimiento? ¿y la última desgracia de Pandora?
Siento físicamente, eso sí siento. Me duelen las costillas y me cuesta mover el pecho, me duele la ingle y las articulaciones me crujen sin parar. Me duele la cabeza en la noche y desaparece como un fantasma, como todo el mundo. Me duele la ausencia de lo que no hay. Hay momentos en el día en que la vida misma me puede y me echo a dormir, pero no porque la vida me pese, porque algo ande mal, sino porque el sueño se apodera de mis entrañas -donde ya no se extraña nada- y no me quedan sino los gramos de energía para poner la alarma y acostarme.
Estoy convencida de que no es anemia, porque siempre pasa algo más.
Este fin de semana me ha acompañado el anhelo, el mismo anhelo del sueño de siempre, quizá porque me lo propuse solitaria y terminé viendo series violentas que me recuerdan que quizá mi vida no ha sido lo peor.
Sigo estando llena de amor que se me desborda y que no tiene a donde ir. He aprendido a amarme, a cuidarme y ahora la vida y la moral no me alcanza para eso. Como si anduviera con tres centavos y un resorte en los bolsillos de la motivación.
Y luego pienso si es Roma la que me paraliza, si soy yo la que se paraliza ante Roma. Me siento como Mahoma y la montaña. El corazón se me rompió un poco esta tarde cuando reconocí que él siguió con su vida y yo seguí con la mía pero con él aquí. Sin embargo, él no significa Roma y Roma no significa él. Y me alegra; mirá, un poquito de alegría.
Y entonces me repito que no puede haber nadie porque me voy a ir y mis adentros me ruegan que encuentre a alguien porque soy así. “Qué lindo fuera un romance de 2 o 3 meses”, le digo a la gente. Qué lindo fuera.
No, aunque me lo he preguntado, esto no tiene cara de depresión. En las últimas semanas me ha sorprendido el creciente desinterés en morirme. Esto no se parece en nada a una depresión, quizás en el sueño, quizá en la falta de motivo. Y yo solo tengo tres centavos. Y la moneda devaluada y el dólar caro.
No me siento víctima, no me siento miserable, no me siento colateralidad de mí. Sorprendente.
Solo siento una falta de energía que no me explico, una falta de ganas por hacerlo todo y me pregunto por qué la fuerza está inerte. Duele más ver la ausencia de amor y ganas cuando ya se estuvo más alto, cuando la subida parece más inclemente.
0 notes
Text
Día 2 del regreso de la sensación.
Es curioso, porque cuando empecé a redactar este documento en mi cabeza pensé en "mi" sensación, como si esta sensación hiciera parte de mí, me hiciera a mí.
Lo reconozco como una presión aglutinante en el pecho, que pesa y pesa, que a veces arde, pero no tan seguido. Normalmente asociado a extrañar a alguien, hoy, bueno, ayer apareció de la nada, como cuando en esas películas americanas el esposo llega a casa diciendo "honey, I'm home". I yo kinda me siento en home también con él aquí.
Pero el hogar es incómodo, como cuando no cabes ahí, no perteneces, como cuando mi mamá discutía con su ex esposo, como cuando alguien hablaba de un tema intentando que yo no entendiera, como cuando yo quería salir pero no tenía a dónde porque no conocía a nadie.
Lo vi a él con alguien más y me asusté, porque siempre me asusta pensar en verle, susto-susto del corazón no, susto susto del grito, aunque estaba a un Barrientos de distancia.
Pienso en si de pronto es él, a un mundo de distancia y siempre me recuerdo que ahí no hay nada, que su propuesta es vacía y que vacío es dejarse ilusionar.
Pienso en el narciso y lo que las luces de la ciudad me lo recuerdan estos días y en cómo me da muy igual su vida.
Pienso en mí, qué extraño de mí y extraño sentirme completa.
Uf, qué diera por sentirme completa una vez más. Saber que existo, que siento y que pienso, qué no diera, caray.
Hace un rato la sensación tenía cara de grito, como si un grito quisiera pegar, pero anoche pensé que esa sensación la he tenido un par de veces al estar muy emocionada.
¿Qué coño con todo? Qué mierda nada.
Mientras más de mí encuentro, más quiero explicar.
0 notes
Text
Something hurts inside.
Something I cannot find.
Something old, really, really old. Something so familiar it is almost warm.
But it hurts.
Why the hell am I wrinting in English?
0 notes
Text
Hace días que siento que quiero escribir, pero no tengo palabras. En esta ocasión no es como que me desborde lo que siento y me quedo corta, sino que de verdad, no tengo palabras, no sé qué decir, qué sucede y con este texto lo intento. Con el episodio de la arepa desarmada lo voy a intentar, porque hace mucho que no me desbordo con nada, que mucho se siente como nada.
Un centenar de veces, cuando niña, rayaba las hojas. Sí, cuando tenía que hacer algo, escribir o dibujar y no salía bien, muchas veces a la primera, me desbordaba y rayaba las hojas, llevándome por delante las que estaban debajo en muchas ocasiones. Una vez me rayé el brazo y cuando se entraron los apartamenteros a la casa me rayé la cara a pesar de haber recibido sol esa mañana.
Muchas veces sentí ganas de cortarme, pero nunca de sentir el filo de una aguja, así que nunca lo hice, no más allá de pasarme una uña con fuerza por el brazo. ¿Por qué estoy asociando esto? No sé. Era muy común pensar en el daño que "quería" hacerme. Como cuando la ansiedad era tan fuerte hace un par de años que quería desarmarme la cabeza con la pared.
Hoy volví a sentir eso.
Pasé un día tranquilo, de descanso, porque "me lo merezco", aunque estudié poco. Durante la tarde me sentí agradecida e inquieta por la tranquilidad, porque se parece a lo que experimenté en junio antes de conocer al ítalo y que parecía no querer volver más. Lo experimento ahora, conmigo y es maravilloso y suficiente. Lo celebré hace poco pensando que es mi primer diciembre sola en 10 años.
Me siento tranquila.
Me siento tranquila intranquila, o así me sentía.
Me siento intranquila tranquila y así no debe ser.
Pensé que todo estaba tranquilo y luego la arepa se desarmó.
No solo se desarmó, se desarmó y se cayó y, muy a mi modo de rayar el papel con fuerza, la tomé del suelo y la apreté, sentí la masa suave y tibia en mis manos y antes de tirarla con furia al basurero respiré y la arrojé en calma. No entendí y no entiendo. Si yo estaba tranquila, bueno, intranquila tranquila.
Siento que aún pasa mucho dentro de mí y no me entero, mucho que no entiendo, aunque he empezado a descubrir mucho que me mueve, mucho que siempre quise ser y "sentir" y que ahora está empezando a salir a la superficie.
El mundo es muy hostil y a mí no me gusta la violencia.
Já, esa fue una conversación en terapia en enero de hace un año.
¿Será el recuerdo de él el que más me intranquiliza ahora?
Pero es que no quiero estar intranquila tranquila. Quiero volver a la motivación, ¿a dónde se fue?
No quiero dejar mi vida en stand by esperando a ver qué pasa y no quiero sentirme cómoda en la incomodidad... otra vez.
No quiero seguir sintiendo nada, aunque no sé si la siento cada vez menos o la vivo cada vez más.
0 notes
Text
“Don’t touch me if you don’t mean it.”
— The War Boys (2009)
529 notes
·
View notes
Text
Aquí.
No sé si la presión que ejerzo en mí es normal o es superior a la que debería. Pero por alguna vez, por alguna extraña razón vivo decepcionada de mí, al mismo tiempo de que espero demasiado porque se supone que es lo que sé hacer.
Y luego me encarto.
Digo que el amor es la razón de mi vida y luego entran personas que no sé manejar o se van personas que creí saber manejar.
Y luego me encarto.
Conozco proyectos y personas que pueden valer la pena, que pueden al fin darme razones para levantarme del hueco que cada vez es menos profundo, me empeliculo por 5 minutos y creo que va a ser posible y por alguna razón desde lo más adentro de mí misma sale un "no quiero", "no sé si quiero", "quiero pero no sé".
Y luego me encarto.
Me armo planes y sueños en mi cabeza, porque conozco muy bien mis capacidades y luego la duda entra a pasos agigantados por la puerta principal de la casa y lo devora todo desde adentro, ¡ni siquiera sabía que la casa fuera comestible!
Y luego me encarto.
Soy la única maestra ama de sostenerme y aunque se supone que sé cómo, que tengo cómo, la doña a la que debo sostener está allá lejos, sola, alienada, lejos, apartada, lejos desviviéndose los huesos por seguir viviendo porque no haya razones, porque cada vez que lo intenta se encarta y la mente le grita que salga corriendo, que quizá ahora sí es momento de irse.
"Ven, criatura divina, ven que no estás sola", quiero decirme, "ven que aquí estamos, que aquí somos, que aquí soy".
No me escucha. Mientras escribo que no me escucha mi mente me dice que no quiero que me escuche. No sé cómo hacer que me escuche y me duele la garganta y una maldita nueva e insana vez se me arma un taco ardiente en la garganta y me vuelvo un dragón que escupe fuego pero no escupe, sino que se llena a llamaradas por dentro, la brasa ardiente en palabras no dichas en lo que no alcanzo a ser y me muero por- se hace fuerte y quema, quema y quema y el apartamento huele a quemado en las mañanas y en las noches y aún así no sé de dónde viene.
"Ven aquí, corazón", pero ella no sabe que estoy ahí.
"Ven aquí, vida de mi vida", pero ella se imagina, pero no cree.
"Ven aquí" y miro a mi lado un baldado de felicidad, de tranquilidad y perdón, de libertad y desculpa, de respiros, de salud, de aire fresco y bebidas dulces a lo que sabe la vida y me empiezo a desesperar yo también, desespero de su desesperanza, de no estar, de no ser, de no sentir.
Sentir, sentir es tan ajeno y tan innato que no tiene sentido que sean opuestos, sentir me ha traído hasta aquí y me entregan la carta del ermitaño y yo solo me siento más sola, sola no porque yo no me inunde las venas, sino porque yo no quiero ser.
Y me encarto.
0 notes
Text
Abstinencia
A pesar del jet lag, es la abstinencia la que todo lo empaña en esta madrugada de domingo.
Me postulé a becas, edité la carta.
Vuelvo al ruedo en el que me da alergia la incertidumbre.
Vuelvo a la vida en la que no sé cómo soltar.
0 notes
Text
Algo me habita
Cuando piensas que algo te habita probablemente te vayas a una película de terror donde algún ser serpentino -creeps through your veins- te recorre las venas y se hace de tu cuerpo los canales más plácidos para la existencia. A veces te habitan fantasmas que tienen cara de miedos y ahí va otra película de terror.
Creo que algo se ha mudado en mí y no sé bien qué es, aunque a veces tiene esa forma inuniforme que tiene una plastilina que se ha dejado más que usar. Ha organizado su bien ordenado habitáculo en la base de mi cuello, aahhh! pero se expande, algunos días se alimenta de pensamientos míos que no conozco y se agranda, agranda, agranda, y se expande, expande, expande y allana desde el centro de mi pecho, se apodera de mi garganta y casi ni me deja por donde respirar. Pesa, ufff!, sí qué pesa. Si su peso son mis pensamientos, ¿qué de tanto me puedo callar?
A veces me grita que me calle y a veces me prohíbe pensar. Me grita y me aturde, pero no me dice nada, como las umbras en ese libro que leí. Me aturde tanto que paso todo el tiempo aturdida, como estupefacta, porque no es la mente la que me posee, es ese peso apretado y oscuro en la garganta, que tiene forma de sueños rotos, desesperanza y compasión, demasiada compasión acumulada, porque hay que guardar de más cuando las heridas se vienen acumulando con los años.
Cómo duele cuando decide dar un paseo por mi nariz y acomodarse entre mis sesos. Cómo duele que me habite, y cómo duele reclamarme por reír, cómo me duele que me posea y yo no me posea, cómo duele que crezca y no salga, que no me deje morir. Tiene la forma del grito herido que nunca he sabido pegar, del degarre pulmonar de todo el viento que no entra y del agua que me inunda el alma.
Viene de toda la ira que llevo por dentro, de cuando chiquita quería gritar una injusticia, de cuando siempre había alguien que me recordaba que no valía más, de cuando no quería por nada en el mundo hacer ese trabajo en educación física, por allá en cuarto de primaria y Laura se quería burlar. Recuerdo mucho la impotencia, la rabia y el silencio, el silencio del motor que me quemaba los adentros y el residente incluso entonces empezaba a mudar sus libros a mi cuello, a impedir que el aire pudiera entrar.
Algo me habita y me niego a ver qué es, porque temo respirar y que queme, temo ser y no sentir, temo sentir demasiado, temo siempre el qué dirán, el qué diré, yo, jueza universal de mi existencia, quien se acusa culpable de todo lo que no ha sido y lo que fue, la que se señala los cargos más abruptos, el maldito no saber.
Estoy harta de la nada y no sé si esta historia narra la nada, nada la nada, narra la impasibilidad de mis pasos y mi incapacidad de pronunciar. Ah, pero este monstruo que me habita y se hace conmigo cambia, sí que cambia, cuando no se expande usar corbatín y chaqueta y se hace con el habitáculo de mi cuello el más humilde hogar. No me grita, no me calla, no me avisa que sigue ahí, leyendo a un paso de la chimenea que está por explotar.
Sé que su casa, su peso lo habitan palabras, tantas palabras que no habito y que no he podido expresar, que no he podido dejar, sé que las palabras se acumulan con los años, en un rincón, en cajas, y quizá, quizá por eso me gusta tanto escribir. Tengo palabras ilimitadas, palabras sin rumbo, tantos sinónimos que tanta gente no, palabras que quizá nacieron sin saber a dónde ir a parar, quizá no las dejé salir, quizá siempre no las dejé salir, ¿por el qué dirán? ¿Por qué siempre me dijeron lo hermosa y callada que era, pero siempre me reclamé la timidez en la intimidad?
La calma se la vendieron a otros, quizá la calma me la bebí en la enésima copa. Creo que he entendido que siento la vida como dolor, pues ni en la calma más grande consigo rozar la paz. Dejo que otros decidan porque decidir me ha traído arrepentimiento y culpa, y ahí van dos hamburguesas agrandadas y con papitas para mi habitante, un pedacito de culpa puede alimentarle todo el mes. Ah, cómo me gustaría a mí también comer así, vivir así, sin esfuerzo, sin que salir de la cama todos los días se sintiera el mayor esfuerzo.
Ansiedad, rabia, frustración y palabras. Todas tan distintas, todas tan sinónimas y de nombre propio del fantasma, del monstruo, de mi caballero habitante. Todas que no logro dejar ir, todas que no me enseñan a gritar, porque ya me grito en mi cabeza, porque ya todo me grita en mi cabeza y yo que vivo en la lucha incesable de nunca más odiar, me he declarado la guerra, me sigo declarando culpable, de no sé qué, de cuándo qué, de quién qué, nada parece pesar tanto para tanto castigo, pero el látigo lleva mi nombre completo y nunca lo dejo enfriar.
0 notes
Text
Temer
Estoy muy centrada en el miedo y no en las posibilidades.
Creo que el miedo siempre me ha acompañado y he querido tratarlo de cualquier manera, a cualquier costo. Olvido que el miedo me hace humana, que es normal temer.
Temo, pero el temor siempre me había detenido, me paralizaba a tal punto que una migaja de su presencia en cualquier parte de mi hábitat mental hacía que me detuviera y que retrocediera tan lejos como pudiera. Já. Evitativa. Miedosa evitativa.
Con los años me he esforzado, forzado y animado a alejarme del no, a quizá decir que sí, a atreverme a no huir, a enfrentar, aunque a veces no me responsabilizo. Pero aún guardo tanto miedo que me la pienso toda una y otra vez y ni siquiera me espero a qué me muestra la realidad.
¿Cuáles son mis certezas?
Estoy paralizada. Estoy paralizada y con la cabeza inundada de preguntas, de visualizaciones, de escenarios, pensamientos y catástrofes. Puede que nada salga mal o puede que todo se arruine. Sí, las cosas fallan, las cosas salen bien, ¿pero por qué mi mente tendría que gritarme, como escribiendo en mayúsculas QUE PUEDE SER QUE LA VIDA ME TORTURE DE UNA VEZ Y PARA SIEMPRE?!
¿De verdad hay gente que vive sin la mente en llamas?
0 notes
Text
Anx
La ansiedad nació de su ausencia. Quizá me aceleré, seguramente me aceleré.
La ansiedad surgió porque me involucré.
¿Por qué? porque la química fue 10 mayor de lo que pude imaginarme en mi mejor expectativa.
¿Por qué? Porque la intimidad, la comodidad, la seguridad, todo eso que me gusta en una pareja, podía verlo ahí.
Y me involucré.
El origen de toda esta ansiedad es que me involucré, demasiado, demasiado rápido, aunque eso no era lo que yo quería, aunque eso no era en lo que estaba en mis planes.
Me aferré tanto en no involucrarme que me disocié, porque, claro, sentir.
Y de sentir, siento mucho miedo.
0 notes