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baram.

     le parecen curiosas sus palabras, siendo que acaba de acercarse al primer rostro familiar que reconoce entre los voluntarios, mas no le sorprende; asume, por su actitud, que ha sido más de uno el que le ha pedido unirse al grupo menos popular. “ puedo cazar por ti. ” propone, a pesar de que la forma en que se esconde bajo el mullido chal que recubre sus hombros dice más sobre su preparación para la tarea que cualquiera de sus palabras. “ aunque no me vendría mal la compañía. podrías recolectar alimentos mientras yo intento poner en práctica los consejos de ateera. no sé qué tan hábil sea en hacerme una con la maleza, pero nada que no pueda intentar. ” está dispuesta a ser de ayuda, sea como sea.

Alza la cabeza para encontrarse con el familiar rostro de Baram, a la que automáticamente le dedica una sonrisa. “Perdón,” es lo primero que dice, mirándose las manos por un segundo, con la sonrisa a medias. “No tienes que hacer eso.” Vuelve su mirada a ella pronto, apreciando la preparación que la llevaba a ofrecerse así como así a la tarea que él tanto rehuía. “Pareces bien preparada,” admite, con cierto humor. “¿Qué planeas cazar?” cuestiona entonces dando algunos pasitos, mas sin dejar de encarar a la contraria, esperando que lo siga. Aquello ---espera que así lo tome--- es una aceptación a ser su compañía. “Hay muchos arbustos por aquí, seguro te ayudarán en tu misión...” aclara, antes de que la duda sea el lugar a dónde se dirige, si es que es algo que se podría cuestionar en aquel entorno. No podían ir demasiado lejos, de todos modos, y todo parecía relativamente el mismo lugar. Pero no es el punto. “... Y la mía.” 

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nakyum.

“  ¿oh? ¿y donde está tu primo, el experto agricultor? ”  cuestiona con curiosidad, avanzando hasta el contrario un poco más lento debido a la movilidad vaga de su pierna. aun le costaba pisar apropiadamente, pero no era tan terrible como los primeros días.  “  ¿preferiste recolectar frutos que ir de caza? había un grupo grande encargado de eso.  ”

“No sé, no nos hablamos,” responde con simpleza, encogiéndose de hombros. “Pero mi tío, su papá, me dijo que es vampiro y le gusta cazar.” Y además, sabía que andaba por ahí. Sólo que sus caminos jamás se cruzaban. Seguro su hermana ha hablado con él, piensa. “¿Encargado de qué? ¿De cazar o recolectar frutos?” cuestiona, ladeando un poco la cabeza. “Se me dan... mucho mejor las plantas--- ¿Te duele?” pregunta, preocupándose casi por automático por el andar de su compañero. 

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sehun.

qué frustrante, es lo que pensamiento principal ronda por su cabeza. escenario vuelve completa tragedia, un destino tan trémulo que es claro sólo tienen dos alternativas, luchar o esperar por el fin. y segunda opción no es viable para el hangil, por ello apenas escucha negativa mirada tiñe de marfil. “ ajá y tu primo no está aquí. y necesitamos cenar, así que muévete. ”

Una parte de él quiere someterse, sólo para evitar problemas. Pero al final resulta peor lo aborrecible que se le hace la tarea de cazar. Con los años de restringir su dieta a alimentos de origen vegetal, le era imposible. “Soojin anda cerca,” menciona, agachando por un momento la mirada. No era su primo, pero al menos podría realizar la labor. “Dile a ella,” finaliza, vista puesta en otro lugar, con la intención de irse. 

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yein.

desconoce las razones por las que el contrario decide explicarle en qué resulta mejor, pero acaba frunciendo los labios y encogiéndose de hombros. ‘ de acuerdo, te creo ’ decide. ‘ ya que eres tan bueno con los frutos, ¿sabes qué es esto? ’ le enseña una fruta de aspecto extraño que acaba de recoger. ‘ hay un árbol enorme de esto por allá, pero no sé si sea comestible ’

Toma el fruto entre sus dedos, y presiona un poco. Al verlo ya tenía una idea, pero nunca estaba demás hacer otras pruebas. “Parece un jujube,” o a él le parece un jujube, más bien. “Aunque sus árboles no son muy altos, tal vez...” no sabe cómo completar esa oración. Mientras más mira la fruta, más jujube le parece. Casi se la jugaría por una mordida. “¿Me llevarías donde lo encontraste?” 

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nabi.

uno, dos, tres… suelta un suspiro bajito cuando serie numérica se ve interrumpida, culpando al sueño por la parsimonia que cae sobre párpados. con lentitud alza la mirada apenas un par de milímetros, girando el cuello hacia la fuente de sonido. ‘ oh, ¿tienes mucho tiempo aquí? ’ pregunta, frotando sus ojos con una mano. antes de comenzar a bostezar, le dice: ‘ yo tampoco elegiría el grupo de caza. recolectar frutos es definitivamente mejor. ’

“Nabi,” sale por inercia el nombre al tomarla por dueña de la presencia, una vez las palabras abandonan los labios de la muchacha. Parecía cansada, y se pregunta qué tan malas serían sus noches. En su opinión, las noches buenas ---las de verdad buenas--- ya no existían. “No, para nada. Sólo estaba---” matando el tiempo, quiere decir. Sintiéndose atormentado por tareas que le disgustaban y que le estaban poniendo encima. “¿En qué andas?” pregunta súbitamente. “No pareces haber dormido muy bien...”

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dan.

          ❛ ¿tienes un primo? ❜ la cuestión se dio en el alzar de cejas, recuperando curiosidad en el punto menos relevante de la conversación. en realidad, a dan poco le importaba el desenlace, pues buscaba despejarse mínimamente de todo lo vivido en los últimos días. ❛ si quieres, podemos ir a buscar frutos mejor. escuché que no estaba habiendo demasiados por el frío, ¿es cierto? ❜

Cuando alza la mirada y ve de quién se trata, pide disculpas. Tal vez sí debió mirar antes de comenzar a hablar. Le dedica una pequeña sonrisita. “Tengo varios, de hecho, pero... no los conozco. Del que hablo... a él le gusta cazar,” explica, dándole sentido a sus palabras anteriores. “Tal vez no haya mucha variedad... pero en realidad depende del tipo de árbol que se dé por estos lados. Hay una variedad de fruta que podría sobrevivir la nieve... manzanas, ciruelas, bayas. Si encontramos alguno, puede ser que esté cargado; me mantengo positivo. De vegetales...” era otra historia. Y lo lamentaba, porque comenzaban a hacerle falta. Tal vez tuviera que recurrir a la carne antes de una baja de hierro. “Buscar en los árboles puede ser más simple,” mirando las copas de los que lograba divisar, le comenta. “¿Quieres?” 

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jongsuk.

“da igual mientras puedas hacerlo por mí.” respuesta simple, concreta, directa. “mi padre me enseñó a cazar desde que era pequeño, pero nunca me gustó. además, necesitaría un rifle. así que… —¿por qué no empiezas a recolectar plantas? mientras yo puedo supervisar.” la naturalidad parecía descarada, y se vio acentuada por una sonrisa ligeramente perceptible entre sus labios. 

Cuando alza la mirada y se encuentra con el inesperado sujeto pidiéndole hacer trabajo por él, Soo simplemente no sabe cómo reaccionar. ¿Qué decirle? No se siente cómodo dando una positiva, pero tampoco tiene sentido darle una negativa, porque bien lo recibía como una petición las palabras realmente no lo hacen ver como una. “Y...” mira hacia otro lado, buscando qué decir. Achica la mirada, entonces, en su dirección. “¿Qué harás tú, mientras?” Inseguro, pregunta.

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soojin.

necesidad de estar junto a su hermano en todo momento había empeorado desde que el mayor la vio en el peor de sus estados. como la niña que alguna vez fue, se la pasa pegada al más alto como una garrapata ─ se pregunta si está siendo demasiado molesta y si debería darle su espacio. “ ── ¿estás vendiendo a sungmo? ” frunce un poquito el ceño, confundida. “ ¿a quién le hablabas? ”

Alza la mirada cuando ve que sólo se trata de su hermana. Automáticamente se le relaja el cuerpo, y suelta la tensión en un suspiro. “A Sungmo le gusta eso de cazar... me han dicho,” no es que él supiera mucho de su primo, no de parte de él, al menos. Todo lo sabido era a través de su tío. “A un compañero... Insiste en llevarme a cazar. No sé si piensa que soy Sungmo o...” se encoge de hombros. Pero desea que pare. Él está bien buscando manzanas amarillas, bayas y ciruelas de arbusto. “¿En qué andas?” 

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bing.

“No tienes que ser el mejor en eso, ya eres bueno en otras cosas geniales” quizá le hubiera gustado que Soo fuese más genial, porque habría podido curarle mejor desde antes, pero no se quejaba; le había visto con otros estudiantes y parecía todo un profesional. Esperaba verse así mismo pronto. “No te compares con tu primo, ¿de acuerdo? Tú ya eres muy lindo e inteligente. ¿Qué buscamos? ¿Algo para comer?”

Ante tales palabras no sabe qué contestar más que una risita. Se lleva una mano a la nuca, sin atreverse a mirarla por un segundo. Definitivamente no era bueno recibiendo cumplidos, y lo que le atormenta es que la otra se dé cuenta, pero finge lo contrario. “Sí, algunos fueron a cazar...” informa, recuperándose para tomar el papel que ha cumplido durante esos días. Calmado, contenido, útil. “Pero yo estaba buscando frutos comestibles. ¿Qué tan bien te va en herbología?” 

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dan.

            cuestión ajena fue respondida con un leve asentir, deslizando momentáneamente el mirar al suelo, localizando una rama que destacaba por inutilidad. al final, volvió a ojos del más mayor. ❛ pero no está yendo muy bien, estaba demasiado acostumbrada a la varita ❜ eso y, por supuesto, la falta de un mentor estable. los profesores no eran a tomar en cuenta, tampoco otros alumnos mayores, todos estaban ocupados con la supervivencia mutua que, obviamente, era de mayor relevancia que la personal. ❛ van bien ❜ pero dolían, eso era evidente. se dejó apoyar en la roca tras de sí. ❛ es un poco incómodo, aunque estoy intentando acostumbrarme ❜ sobre todo a la pérdida permanente de uno de sus ojos, aunque prefería no entablar quejas al respecto. ❛ tú pareces encontrarte bien ❜

“Por algo se empieza,” la anima, y aunque no se lo dice, que pudiera atraer aquella rama con tan sólo la magia de sus manos resultaba bastante admirable. O al menos, así era en sus ojos. “Yo... soy muy dependiente de mi varita,” admite, perdiendo su mirada en las huellas que ellos mismos habían dejado sobre la nieve. “Pero una vez leí que los encantamientos son los más difíciles sin ella.” Vuelve, entonces, su mirada a ella. Aquella última observación lo hace lamentarse. Como si no haber sufrido mucho daño fuera algo malo, se siente un poco culpable. Muchos perdieron tanto ¿Y él? “Estoy bien,” la verdad. Cuando ni siquiera era demasiado útil, según él. “Lamento tus heridas, Dan. Espero que sanen bien,” sus buenos deseos son genuinos. Cruza un brazo sobre su torso, cerrando los dedos en su codo del brazo contiguo. “Podríamos estudiar esto de la magia sin varita juntos... si quieres.” 

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baram.

     se atora en su pecho una respiración cuando da cuenta de lo que ha preguntado. si existe algo peor que identificar aquello que pueda acechar debajo de los escombros, debe ser la tarea de guiar a los difuntos hacia un reposo incierto. “ oh, ya… ya veo. ” y aunque contrario bien podría brindarle la información que desea tanto como alguien de recuperación, de repente se ve incapaz de indagar. es por lo que se enfoca en el pequeño animal que ahora nota que trae en brazos, como si fuese suficiente para darle las fuerzas de hablar del tema o ignorarlo por completo. “ está bien. ” responde al escucharle, negando con la cabeza. “ yo fui la que puso el tema. ” y aun así no sabe si quiere molestarlo, hacerle pensar en aquello que probablemente él prefiere ignorar mientras está libre. “ estoy buscando a alguien, pero — ” ¿puede esperar? no le sienta bien decirlo, así que se limita a extender una mano hacia el pelaje del felino cuando la distancia entre ambos no es tanta. “ ¿quién es este pequeño? ¿es tuyo? ” cuestiona, en un intento por retardar al menos un poco más el tema, darse la oportunidad de definir prioridades o su filosofía en un momento donde nada es tema sagrado. 

Espera el resto de una oración que no llega, mas no insiste. No sabe qué la detiene, de todos modos, y no desea que sienta presión por decirle algo que probablemente ni le incumba. Era algo de ella, y si él podía ayudar, y ella deseaba su ayuda, podría él entonces brindarla. “Nooo, no es mío,” responde entonces. “Lo encontré en mi camino aquí, no sé si anda perdido o si...” asume que la contraria sabría como terminar aquella oración. Se encoge suavemente de un hombro, y con un dedo le rasca la cabecita al minino, que maúlla una vez más.  Hasta los más pequeños sufrieron pérdidas en aquella desastrosa noche, la diferencia es que a ellos se les haría más difícil intentar sobrevivir. “Los gatos asustados tienden a extraviarse, y luego no saben a dónde ir,” explica, mirando nuevamente al felino, aunque probablemente a la otra no le interesase. Hablar de gatos era mucho mejor que hablar de muertos. “¿Te encuentras bien?” Cuestiona cuando su mirada vuelve a encontrarse con ella una vez más, y una suave sonrisa le dedica. Muchos parecían perdidos, en shock, y se pregunta si ella sería uno de aquellos. 

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soojin.

abrazos compartidos con su hermano nunca faltaron, es por eso que logra identificar casi de inmediato de quién se trata a pesar de estar concentrada en intentar controlarse. por cuestiones propias, nunca se había atrevido a buscar consuelo entre los brazos del mayor ( o de ninguno de los miembros de su familia ) por mucho que hubiese deseado hacerlo en los momentos donde no creía poder soportar las cosas por su cuenta. culpa a su terquedad, entonces, por no haber recurrido antes a soo cada vez que sentía su mundo derrumbarse a su alrededor. manos empuña, aferrándose fuertemente al más alto, y esconde el rostro contra su pecho, buscando ocultar el desastre en el que se ha convertido en los últimos minutos. la calma que el otro irradia es suficiente para contagiarla y lograr que opresión en su pecho desaparezca de a poco, lentamente, mientras imita inhalaciones y exhalaciones del jaram. a pesar de todo, a pesar de la tranquilidad que siente al no tener que encargarse de sus malestares por cuenta propia, sabe que no puede dejar que vuelvan a verla de esa forma. papel de protectora que asumió a temprana edad, ¿cómo puede dejarse ver tan rota? ¿ahora cómo lograría que su hermano confíe en que puede ayudarlo cuando lo necesite? vuelve a ser dura consigo misma, se repite que tiene que ser más fuerte ── por los demás. siempre por los demás. “ p - perdón ” murmura en el mismo momento que cree haber logrado dominar propias emociones. se disculpa con él por tener que verla así, por generar preocupación sin quererlo. 

Siente la calma llegar al cuerpo de su hermana, y entonces sus dedos van a parar al rosado de su cabello, peinándolo con calma y delicadeza. “No tienes que disculparte,” le asegura, sintiendo cómo se le cierra la garganta de a poco en un nudo que se estanca en la garganta. Se la aclara. No es bueno lidiando con las lágrimas ajenas, de nadie, pero viniendo de la menor de su familia el corazón se le rompe aún más, es inevitable. No quiere verla llorar, pero si lo va a hacer, quiere que sepa que tiene su hombro para enjugar las lágrimas. Siempre tendría un abrazo de consuelo de su parte, sin importar la hora del día, el momento del año, si habían o no otras cosas que hacer. Quisiera ser portador de las palabras exactas para comunicarle todo aquello sin que se le quiebre la voz, pero no se cree capaz de hilar nada en aquel momento y lugar exactos. Cierra los ojos, y acaricia su mejilla contra sus hebras rosadas, esperando que pueda darse cuenta de cuánto la quiere. “Sabes... ¿Sabes que puedes hablar conmigo cuando quieras?” cuestiona, en voz baja. La cercanía permite que le pueda oír a cualquier volumen, las palabras no se perderían en las extensas capas blancas que cubren el lugar que los rodea, o entre los escombros. Habían tenido la bendición de encontrarse los dos de pie, todavía, con nada más que algunos rasguños. Con todo lo que sucede, detestaría que alguno se dejara algo en el tintero. “No sé--- no sé qué es lo que pasa,” admite. Cuando abre los ojos, le escuecen levemente. “Y si no me quieres decir...---”, no importa, termina en su cabeza, no te lo reprocharé. Se relame los labios e inhala. Entonces se aparta un poco, lo suficiente para ver su cara y sostenerla entre sus manos. Con los pulgares le seca las lágrimas, lo que queda de ellas. “Pero... si quieres hacerlo...” deja que el silencio los envuelva. De todas formas, no resulta incómodo. 

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yun.

vibra entre la ansiedad y la agresión. es como si la furia, naturaleza de violencia, que tanto se esmera en disimular día a día, bullera desastrosamente pronosticando una hecatombe nuclear. desde luego, soo es perspicaz o quizá sólo intuitivo. tal vez ambas, como sea, no está dándole excusas para descargar su cólera a puños, así que permanece en su sitio, taciturno — pregonando la calma antes de la tormenta. su peor defecto es sentir demasiado, suponiendo que eso exista, y si parece desesperado al escarbar entre los escombros como un perro salvaje es porque lo está, mientras se atribuye una responsabilidad que tampoco le corresponde. ‘sí, pero antes… dame un momento’ por primera vez durante el día no se niega a sus necesidades, y resulta casi satisfactorio, terapéutico, mientras se aleja para asir con sus palmas un palo liso de metal de entre las ruinas y comienza a embestir contra un inerme y estropeado mueble. fragmentos de cristal y viga repiqueteando, saltando con brusquedad después de cada golpe seco.

Dame un momento--- él no iba a negárselo, así que sólo lo sigue con la mirada. Lo repentino de sus acciones lo deja desconcertado por algunos segundos, sin la seguridad como para hacer nada en su dirección. Era mejor dejarlo descartarse. Cada quien, piensa, tiene sus formas de lidiar con ciertos sentimientos, y él no iba a ser quien lo juzgase por recurrir a la violencia. Es entonces que se vuelve hacia la víctima. No era su trabajo recuperarlo, pero ya que estaba ahí, no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a su compañero. Sin su varita, sin embargo, recurre a las manos desnudas, cuidadosamente apartando los escombros del cuerpo. 

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minhee.

asiente con energía al escuchar su pregunta, ya había tenido suficiente con desmayarse y despertarse con el colegio en las montañas, ¿acaso era lógico? los magos sanadores intentaron explicarle en pocas palabras lo sucedido mas su corta capacidad de prestar atención y el dolor que invadía su cuerpo impidieron que entendiera lo sucedido. sólo sabía que tenía que levantarse y ayudar a los demás, acostumbrado a sobrellevar algo de dolor.  “  sí  ”  miente descaradamente, viendo aquella como la única posibilidad de ayudar.  “  no, no me dan miedo  ”  replica sonriente, sintiendo que podía hacer algo útil.  “  pero sólo puedo alzar un brazo y no puedo agacharme  ”

Se queda pensativo, aquello último dicho resultando como un problema para la tarea que tenía en mente. “Qué hay de...” no, mala idea. Hacía mucho frío para algo así. “Bueno, tal vez podamos sacar algunos insectos de los troncos,” vocaliza el pensamiento, y cuando lo mira se da cuenta de que ni siquiera ha explicado lo que se le había ocurrido. “Ah, uh, ¿Tienes alguna mascota?” cuestiona. “Algunos aquí tienen geckos, y ellos comen... pues insectos.” La explicación es simple, directa. “Sé que es aburrido pero...”  

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“No los he visto ¿Sabes donde están?” La pregunta escapa de sus labios como una positiva a la incógnita, aprovechando de estudiar el estado de la contraria, ahora que la tiene en frente. Parece agitada, y no sabe si es que anda para allá y acá ayudando a quien se le cruce, mas la idea no se le hace tan loca. “Te sigo,” le asegura. Se alegra de verla aún con vida. No es que necesitara del incentivo de ver tanta muerte para agradecer la vida, pero bien que lo hace apreciarla más. Presiona sus labios, mordiéndose la lengua. Tiene más cosas que decir, pero contiene las palabras para que no escapen de a golpe. “¿Cómo te sientes?” Es bajita su voz, casi tímida, por impulso regalándole una fugaz mas delicada caricia en la mejilla. 

su cuerpecillo se mueve a toda velocidad, dando saltos sobre la nieve sin importar el ardor que recorre sus piernas al golpear restos de ladrillos y rocas. entre sus manos guarda un par de mantas conseguidas de los escombros, variedad de colores realzando grisácea escena. ‘ ¿podrías ayudarme? ’ pregunta a silueta cercana, con apenas un hilito de voz. ‘ quiero… quiero cubrir a los elfos con ellas. no pueden enfermar, sería terrible que les pase algo. ’ *    @startersgs​ 

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La voz ajena lo devuelve a la realidad, su mirada vuelve a enfocarse en los escombros, en la destrucción que los envuelve. El felino en su pecho, de pelo largo, blanco y sucio, maulla. Su mirada viaja a él y luego a la muchacha, atendiendo a sus palabras sólo en aquel segundo, en que la segunda ola de realidad lo despierta. Se lleva una mano a la nuca, antes de volver al suave pelaje. “¿Huh? No, no,” contesta. “De... eliminación...” agacha la mirada. Ahí, lo espera la del gatito, que parece querer reconocer en él a su verdadero dueño, con grandes ojos amarillos. Era un trabajo horrible, para una situación horrible, piensa, pero uno que se tenía que hacer. Vuelve la mirada a la contraria, acercándose con paso tranquilo, derrotado. “Estás... ¿Estás buscando a alguien?” Pregunta, venciéndolo su curiosidad. “No tienes que responder si no quieres,” avisa, por las dudas. 

   asignación le hace sentir agradecida, no solo por la oportunidad de sentirse útil en medio del desastre y mantener su cordura intacta al brindar una distracción, sino también por poner a su disposición la excusa perfecta para emprender en su propia investigación. remueve los escombros en busca de ropa y utensilios, sí; pero a veces se adentra a las zonas aun por revisar por el otro grupo encargado de la zona y se aferra a una esperanza muda en su garganta; un anhelo quieto, aterrado, de que entre las rocas y estropicios pueda encontrar el rostro que aun no visualiza entre bajas o heridos. un sonido la interrumpe, obligándola a alzar el rostro sucio por tierra y el cuerpo que sostiene un par de artículos rescatados de las orillas de lo que hace solo días fue una pared exterior. “ disculpa— ” llama, a quien ve no muy lejos, y exhala. supone que preguntar por una pista no lastimaría. “ ¿eres parte del grupo de recuperación de… cuerpos? ” aun no puede hacerse pronunciar cadáveres.