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Esto es Cele….
Agarrar un mechón de pelo rosado y ponérselo de bigote 🤦🏻♀️😂
Nunca olvidare todas las tardes en La Quiracha; cuando me daba clases de todo: Historia del Arte, Historia de Venezuela, Geografia,Matemáticas, Castellano, Literatura, Biología, Fisica, Química 🙈🙈🙈 Como en esa cabeza podía caber tanto?! Como podía entender tanto?! 😵💫 Realmente Cele fue un hombre increíblemente inteligente!!! Gracias a él pude graduarme, gracias a él pasaba todo en reparación con 18 y 19’s. Gracias a él me enamore del arte y el diseño de modas ❤️ Era muchas veces muy regañón 😑 y en ese momento no entendí TODO el peso de su trabajo, TODO lo que hacía diariamente en la fábrica del abuelo; TODO lo que hacía por TODO EL MUNDO!
Creo que mi Tío nunca supo decir que NO; a TODOS ayudaba, y no recuerdo haberlo escuchado quejarse nunca… de vez en cuando se le salía un “ Macheteeee” y el particular coquito! Era amable, sencillo y bondadoso.. El me llevo, en el monza al Centro Comercial Plaza Las Américas a los 14 años a tatuarme por primera vez 🥳 por supuesto, jodiendome todo el camino para allá 😂😂😂 Me llevo también a sacar el pasaporte, pero el con su pueblo por dentro quiso darme una experiencia que nunca hubiese tenido de no ser por el… Me llevo al centro en metro y en carrito…. 😳🤯 yo iba desmayada de miedo… pero el iba mostrándome estatuas y lugares históricos y explicándome el porqué de todo… mostrándome lo afortunados que somos y éramos al ver gente pobre, con escasos recursos y necesidades! Cuando me gradué en IFAC aparte de mis padres el fue la única persona más que yo le quise dar una entrada al desfile de graduación 👩🏻🎓 los tickets eran costosos, pero si alguien aparte de mis padres merecia estar ahí ERA ÉL ❤️
Tío, te extraño tanto! Se me hace aún difícil entender que no estas aquí, con nosotros en los cumpleaños, en las navidades y celebraciones 😞 Es triste aceptarlo, solo me queda desear que estés en un lugar increíble que te mereces, con seres humanos excepcionales como tu, y que estés pleno, que sonrías siempre y sepas que te amamos❤️
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Mia recuerda a su Abuelo Cele
Cuando pienso en mi abuelo Cele, pienso en todas las veces que viajamos a Miami para visitarlo y él siempre estaría allí para recogernos en el aeropuerto. Me saludaría, me abrazaría y me llamaría su reina. Luego mi mamá, mi hermana y yo nos sentamos en la parte trasera de su carro. El olor siempre me reconfortó, siempre me hizo sentir como en casa.
El viaje de regreso a su casa siempre me emocionó, pensaba en todas las cosas que haríamos en el viaje, a dónde iríamos y a quién veríamos. Siempre estaba tan feliz de estar en su presencia, me sentía segura. Cuando llegábamos a la casa, él nos ayudaba a llevar nuestro equipaje a la casa. Luego a abrazar a mi abuela Susana y a esperar a que Sebastian llegara a casa de la escuela o de la práctica de fútbol. Me encantaba sentarme en el sofá junto a él porque siempre levantaba mis piernas para masajear mis pies y me hablaba sobre mi escuela y todas las otras cosas que tenía en mi vida en Austin. Me arrepiento de no haber pasado más tiempo con él como debería. Ojalá hubiéramos podido hablar más y ojalá hubiéramos tenido más momentos especiales juntos.
Recuerdo que la última vez que lo visitamos fuimos todos a comer a un restaurante chino. Nos sentamos uno al lado del otro y compartimos nuestra comida, y él me hizo probar el wasabi, se rió de las caras que hice cuando me di cuenta de lo picante que era. Después, Sebas, Ema y yo tuvimos la idea de comprar algunas películas y dulces para que pudiéramos tener una noche de cine. Mis padres dijeron que no, pero una vez que pagamos la cena fuimos a su carro y nos llevó a los tres a la tienda más cercana para alquilar películas y comprar chucherías. De regreso escuchamos reggaeton y bailamos todo el camino a casa. Oh abuelo, no tienes idea de lo mucho que te extraño.
Todos los días desde que te fuiste desearía haber pasado más tiempo contigo. Me hubiera gustado haberte llamado más a menudo para contarte las cosas que estaban pasando en mi vida. Te hablo todos los días abuelo, espero que puedas oírme, me gusta pensar que lo haces. Siempre seré tu reina, te amaré por siempre.
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Sergio remembers his beloved brother Cele
Even though I think about Cele all the time and the fact that I’m still struggling with the reality of his departure, writing my memories of him is not easy. Not only because I’m a lousy writer but because it is hard for me to focus. My thoughts are all over the place. I start thinking about when we were kids but my mind starts wondering to other places in time, always with him in mind. Well, I decided to start writing and see what comes out. I love you bro.
The first memory I have of Cele is him reading a book. I see him lying down on the couch or in bed, always with a book on his hands. Cele is (was) 5 years older than me and I can’t remember much that far.
Cele went to live and study in Italy when he was 14 and I was 9. I clearly remember the day of my first communion (don’t know how old I was but maybe 10?). My mother, Fernando and I took the elevator in the building we lived in to go down to the lobby. When we got off and start walking through the lobby, we met face to face, this guy with his hair down to the shoulders (in those years, long hair people in Caracas were the handful of hippies in Los Caobos), a sport jacket (nobody had those) and most impressive, a kind of male purse (maricometro). We didn’t recognize him at first but then everybody started jumping and crying. It was Cele that had just arrived and surprised everybody. Love you bro.
Another time that he came back for vacations, my father asked him and Fernando to paint his office. Of course they took me with them to make me do all the work. I remember the bus ride to El Centro, listening to Elton John music (ever since then, every time I hear an Elton John song I remember Cele) and then the 10 block or so walk to my father’s office. I remember one time Cele was painting the top half of a wall and I was painting the lower half. I heard him calling me and turned my head up when….. plush plush, my face was painted all white!
Acabo de darme cuenta que estaba escribiendo en inglés (muchacho pajúo! me diría Cele).
En uno de esos viajes de vacaciones, Cele tuvo el accidente. Tiempos difíciles y de los cuales no recuerdo mucho pero se que el jugaba ping pong en Italia y al regresar, después del accidente, empezó a jugar con el brazo izquierdo y se ganó una medalla. Arrecho brother!
Cuando Cele regresó definitivamente de Italia, se fue a trabajar a San Cristóbal. Recuerdo que tuvo una novia (Nieves?) y que en una oportunidad, estando yo todavía chamito, el y ella estaban fumando y Cele le dijo que aspirara el cigarrillo y me pasara el humo a mi. Por supuesto, ella tenía que besarme para pasarme el humo y yo (chamito), estaba más emocionado que el carajo!
Recuerdo que pasé unas semanas visitándolo en San Cristóbal. Mi tía Ramona nos llevaba con sus hijos a la piscina del hotel Tama. El agua siempre fría pero como nos gustaba ir. A Cele siempre le gustó nadar.
Ya viviendo en Caracas nuevamente, nos íbamos al club táchira a jugar ping pong y bañarnos en la piscina. Como no teníamos carro, nos íbamos en autobús hasta Bello Monte y después subíamos pidiendo cola. Muchas veces nos tocó caminar la mayoría del tramo y llegábamos super mamados, lo que hacía meterse en el agua algo super agradable.
Recuerdo que jugábamos ping pong y la gente nos veía, impresionados con Cele y su habilidad, pero los carajitos chiquitos siempre se quedaban viéndolo y preguntando pendejadas. Yo me molestaba muchísimo pero Cele siempre muy calmado, les explicaba que había pasado.
Un día estaba yo durmiendo todavía como a las 12 del mediodía (ya tenia como unos 13 años), cuando llegó Cele con una mesa de ping pong de regalo para mi. Que sorpresa!! Inmediatamente la armamos y se prendió la parranda. Todos en la familia pasamos buenos ratos jugando hasta tarde. ¡Gracias Cele!
Tiempo después, estando Cele casado con Tita, fui a visitarlo un Viernes por la tarde al apartamento que tenía en el centro. Yo tendría como unos 18 años. Cuando Tita me abrió la puerta me dijo, gracias a dios que viniste y al pasar veo a Cele metido en la ducha con tremenda pea! Lo único que decía era, no me regañes mi amor. Ayude a Tita a sacarlo del baño, ponerle un short y acostarlo.
Después me fui yo de Venezuela a estudiar. Cada año que regresaba a pasar las vacaciones de diciembre, mi papá y Cele me ponían a hacer algo en la fábrica. Tender la tela, cortarla, amarrarla y llevarla a que la cosieran o si ya estaba listo el producto, a distribuirlo entre los clientes (hacer el despacho). Recuerdo que para ir a donde la comadre a llevarle la cobija para coser, había que pasar por unos barrios bien jodidos y feos en un cerro de Antímano. Ella, por supuesto, vivía en la última casita del cerro. Cele les decía que yo era el obrero más caro del mundo y que me traía de los EEUU especialmente para hacer los despachos. Es importante decir que a Cele lo querían muchísimo ahí en ese cerro. Era fascinante ver como desde abajo en la avenida (no recuerdo el nombre) ya lo reconocían y lo saludaban con cariño. Luego subiendo el cerro siempre había gente que lo saludaba y en casa de la comadre, al verlo llegar, mandaban a comprar cerveza para invitarlo. En ese entonces, Cele trabajaba en Rosetón, una fábrica de textiles que quedaba en Antímano. Él era el supervisor del tercer turno. Yo me sentía super orgulloso de él al ver tanto cariño que le tenían.
Cele hermano querido, me haces mucha falta. Te recuerdo mucho pero escribir estos recuerdos es muy jodido …. a la vez hermoso.
Recuerdo cuando íbamos a los juegos de béisbol en el universitario. Tu de la Guaira, yo del Caracas. El estadio siempre full y tú decías que era el bar más grande de la ciudad. Recuerdo ir a Puerto Cruz al apartamento de Fer y una vez que nos acompañaste a casa de una prima de Anyumir. Fuimos a playa colorada y nos caímos a palos como los buenos. Recuerdo los viajes a Acarígua a pescar con los tíos. Como gozabamos. Una vez estábamos caminando en el río y te tiraste un clavado, cuando saliste tenías la ceja rota de un coñazo que te diste con una rama.
Te recuerdo siempre que escucho a Rubén Blades cantando “Creo en ti”. Te veo claramente cantando esa cancion a todo voz en mi apartamento de Barúta. Te recuerdo cantando Tim Marin de Alí Primera “muchacho tráigame los fósforos que esta madera va a arder”, recuerdo tu cara, recuerdo tus miradas, recuerdo tu voz.
Y como olvidar los desayunos con arepa, chicharrón, aguacate y queso blanco fresco en tu casa de Miramar!
–Sergio
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Fernando recuerda a su Hermano
Cuando recuerdo mi vida con Cele, hay muchas anécdotas y cuentos que es imposible escribirlos todos. Algunas historias remontan a lo que considero una de nuestras épocas más felices de mi vida, y creo que esos también fueron tiempos muy felices para él.
De niños de 10-12 años, en la Caracas de los 60 's, Cele y yo tuvimos mucha libertad. Si bien es cierto que el Abuelo Cele era muy rígido en muchas cosas, para nosotros hubo muchos momentos para disfrutar de largas caminatas, aventuras y juegos. También tuvimos la suerte de vivir por muchos años en una zona muy cercana a un parque muy grande y bello que era nuestro refugio, nuestro escape. Salíamos de la casa y caminábamos unos 15 minutos y ya estábamos ahí, en el Parque de los Caobos.
Recuerdo que allí nos divertíamos en los columpios a ver quien llegaba mas alto, brincando desde lo alto para caer de pie. Jugábamos a las “metras” con cualquiera que estuviera en lo mismo. Esa era la Caracas en la que todos los muchachos éramos iguales y teníamos “amigos” a montón. A la entrada de este parque, están los museos de Ciencias y de Bellas Artes. Cele y yo íbamos mucho porque nos fascinaba ver los animales disecados, las culebras y cuanto bicho tenían allí y en Bellas Artes, que era su favorito, comenzamos a aprender sobre los grandes pintores Venezolanos y muchos otros pintores importantes.
Aunque tenía fama de bravo y “malgeniado”, Cele siempre fue un tipo bueno, bonachón como diríamos por ahí. Pendiente de todos, siempre estaba ahí para ayudar al que lo necesitaba. Hombre de pocas palabras, se crecía en acciones para ayudar a los suyos y a cualquiera.
Recuerdo que una vez lo acompañé a llevar mercancía a donde su comadre Dora en “el cerro”. Confieso que yo estaba asustado, subimos un buen rato en su carrito hasta que llegamos. No hubo quien no lo saludara con mucho cariño. Nos invitaron a tomar café y “espérese un ratito para que almuercen”. Era como si mi hermano formaba parte de esa familia. Que orgullo siento al recordar esos episodios.
Otro recuerdo no tan bueno, pero si gracioso (al menos hoy) fue durante el breve período que estudiamos juntos en el Liceo Andrés Bello. Durante un receso, Cele me buscó asustado. Lo estaban buscando para darle una paliza. Resulta que la tarde anterior, durante un juego de voleibol, no se le ocurrió otra cosa que esconder los zapatos de un jugador y lo descubrieron. Bueno, al final, como en otro par de ocasiones, yo tuve que salir a defenderlo y pelear por el….. Pa’ matarlo…
Cuando teníamos 16-17 años, Cele, un amigo de él y yo hicimos un fantástico viaje a Colombia. Viajamos en autobús, en tren, pedimos cola. Comíamos cuando podíamos y muchas veces nos contentamos con muy poco, un litro de leche y unas acemitas bastaban (bueno, era lo que podíamos comprar para subsistir). Pero pasamos un par de semanas maravillosas, estuvimos en Cúcuta, Bucaramanga, Bogotá, Santa Marta, Barranquilla y Cartagena. En nuestro viaje de regreso, la guardia nacional nos bajó del “autoferro” porque teníamos unos morrales de camuflaje como los que usan en el ejército. Nos arrestaron e hicieron pasar la noche, gracias a Dios no en un calabozo, sino bajo unas escaleras. De allí nos pasaron a una celda del ejército en la que escasamente podíamos acostarnos. Pero ahí pasamos solo un rato porque llamaron al cónsul de Venezuela en Cúcuta que era amigo de mi papá o del primo Alfonso y nos montaron en el siguiente autoferro con unas raciones de comida tipo militar. A pesar de eso, gozamos nuestro viaje como nadie.
Cele y yo nunca peleamos. Sin embargo, en una oportunidad, viviendo en el Edificio Morelos, lo encontré formándose un zaperoco a Sergio que en ese momento tendría unos 8-9 años?? Porque estaba encaramado en una silla. En ese momento, Cele empujó la silla y Sergio se cayó. Y de la rabia, por la injusticia, me le fui encima y peleamos. No fue nuestro mejor momento, pero la vida está llena de cosas buenas y malas, y esta fue una de esas muy pocas cosas malas que viví con él.
Cele, llevo y llevaré por siempre conmigo tu amor, tu amistad y camaradería.
Te amo “hermanito”, como me llamas. Te amo y te extraño mucho. Pero tus recuerdos están sellados en mi corazón. Así que, Hasta que nos veamos de nuevo!!!!!
–Fernando
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Tu sonrisa,
tus palabras,
tu apoyo,
tu confianza en mi,
tu siempre listo,
tu sencillez,
tu inteligencia,
tu sabiduría,
tu humildad,
la ayuda que me diste con mis hijos,
tu humor,
tus chistes malos,
tu lucha,
tu fortaleza,
tus preocupaciones como mi papá,
y que aunque te decía Calimero por ser tan negativo a veces,
Me encantaba ver esa cara de satisfacción cuando todo salía bien.
Mi compañero a subir el cerro el Ávila en Venezuela.
Las idas y venidas de la casa al trabajo y viceversa,
tú si para todo lo que te pedía,
ese amor tan grande del uno por el otro,
no importaba lo que los demás pensaran,
tú y yo estábamos juntos para todo.
Tu ayuda a todos, sobretodo a los más necesitados,
tu amor,
tus canciones,
tus poemas,
tu conocimiento de todo,
tu enseñanza técnica,
tu valor,
las lágrimas cuando mi papá partió,
tu arreglarme el vestido o el cabello,
tu sinceridad cuando me decías que algo no me quedaba bien,
también cuando me veías bonita.
Nuestras conversaciones,
nuestros mensajes diarios,
nuestros buenos y malos momentos,
nuestras mutuas preocupaciones,
la comida compartida,
las mollejas que gustándome tanto sin embargo compartías conmigo,
que estabas pendiente de mi,
tu ayuda en todo,
tu incondicionalidad.
Gracias Celito por formar parte importante en mi vida.
No quiero olvidarte.....por que se que estas vivo,
que tu presencia espiritual esté siempre conmigo,
quiero ser como tú,
aprender de lo vivido contigo,
hasta que nos reencontremos,
Celito.
–Nima
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La Abuela Hilda le cuenta a Mia sobre su Abuelo Cele.
Mis memorias favoritas de Cele son tantas. Primero te diré que nació y fue un niño muy especial. Fernando nació en una clínica, pero cuando yo iba tener a Cele nosotros estábamos construyendo una casa y yo no quería que Celedonio gastara plata en la clínica y le dije que quería tener a mi hijo en la casa, entonces tuve a Cele con una partera. Fue un mal rato pero nació el niño. Desde que nació fue un niño muy lindo. Una señora una vez me dijo “ay, ese niño no se te va a criar” y yo le pregunté “¿cómo me dice eso? Porque?” dice “es un niño Dios”. Era tan bonito, una cara linda, linda, con muchos pelitos asi negritos asi sueltos. Y él siempre fue un muchacho muy especial, muy, muy especial. Sufrió mucho, sufrió mucho de pequeño, se quemó. Luego, él sufría de unas ampollas. De chiquitico le salieron unas ampollas en los deditos de las manos y en sus pies. Lo vieron muchos médicos y un médico deijo que cuando él creciera se iban quitando. Si cuando cuando se fue creciendo se le fueron quitando efectivamente.
El fue muy buen estudiante, mientras que su hermano estaba fastidiando el la calle con las muchachas y con los amigos y todo eso, Cele siempre estaba leyendo un libro. Acostado en la cama leyendo un libro.
El fue siempre muy especial, estudiaba mucho, siempre fue buen alumno hasta que cuando cumplio catorce años el jefe de Celedonio se puso viejo, le dijo que porque no mandamos uno de los hijos para Italia a prepararse en los textiles para que trabajara en telares. Entonces le hablamos con Cele y a el le entusiasmó la idea. El tenía catorce años cuando se fue a Italia. A mi me pego mucho porque nunca me habia separado de mis hijos pero bueno, era por su bien y sus estudios. El se fue entre los meses Julio y Agosto, ya en Diciembre él ya perfectamente podía hablar, escribir y leer en italiano. Él siempre fue muy muy inteligente. Se acostumbró allá, hizo amigos, estudio y todos los años regresaba a Venezuela de vacaciones. En su penúltimo año fue cuando tuvo el accidente del brazo. Le dijeron que fuera como una pasantía y una imprudencia de él, porque dio la mano a quitar una pelusa y eso fue cuando la maquiina le agarró el brazo. El sufrio muchisimo.
Cumplio sus deicisiete años en el hospital en Venezuela. Eso para mi fue un golpe muy duro. Que perdiera su brazo.
Los médicos; le veían muchos psicólogos porque solo tenía diecisiete años y habia perdió el brazo. Después de aconsejar decidieron que sería mejor que él regresara a Italia, yo no quería, llore y llore y le dije a Cele que “No, no, no, yo no lo dejo ir! Gracias a Dios que fue así, porque él allí aprendió a sobrevivir solo, con solamente un brazo. Si se hubiera quedado en Venezuela conmigo yo le hubiera hecho todas las cosas, eso sería muy malo para él.
Luego cuando se graduó se regresó a Venezuela y fue a trabajar un tiempo en telares y allá pues, se enamoró. Fue cuando se casó con Tita; Laura Leal. Se enamoraron y se casaron. Estuvieron chévere, porque Laura fue una persona muy bella y buena mujer para él, lo quiso mucho y se quisieron mucho. Nacio Juan Carlo y fueron felices.
A los diez años del niño, paso lo que pasó con Laura. Ella murio de cancer. Eso fue muy duro para él y Juancito, muy, muy duro. Entonces bueno yo pensaba que él no se iba volver a casar. Entonces se fue con Juan a vivir conmigo y yo lo termine de criar. Hicimos la convivencia, todos muy unidos porque estaba en la casa y trabajaba con el papa.
Paso casi diez años de viudo, él empezó a salir con Susana. Yo me acuerdo que yo me preocupaba por la diferencia de edad. Hable con Susana porque, Susana era la hija de una cuñada mía, entonces yo le dije “Susana, tú estás segura? Estás segura, porque Cele te lleva muchos años. Tu estas segura que quieres casar con él de verdad?” “Si, claro que si” “Bueno, mi hijo ha sufrido mucho, él sufrió mucho con la pérdida de su esposa. Yo no quiero que pase un dolor otra vez. ¿Estás completamente segura? Por favor, piensalo, piensalo.” “No, no, no. Yo estoy segura, yo si lo quiero, yo si me quiero casar.” Era mi deber decírselo, pensando en Cele porque no quería que sufriera un desengaño. Pero mira, gracias a dios también fue una mujer magnífica para él y también fue feliz y lo quiso mucho y tuvo su otro hijo. Gracias a dios que las dos mujeres que le dio dios a mi hijo, lo hicieron feliz y él fue feliz. Si el fue feliz y sus mujeres lo quisieron muchísimo, porque tanto Laura como Susana, estuvieron un matrimonio bien bonito. El no era como Fernando que era tan mujeriego y sinvergüenza, siempre fue muy tranquilo, muy, muy tranquilo siempre. Le gustaba mucho leer, le gustaba mucho aprender, nunca se cansaba de aprender.”
Claro quizás esto no vale porque soy su mamá y claro pero sinceramente, no porque sea mi hijo, él fue magnífico; hijo magnífico, padre magnífico, hermano magnífico y amigo. Él volvía mucho por la gente humilde, por los trabajadores, porque los querían tanto allá, las mujeres que planchan, lo adoraban, porque, porque él estaba siempre pendiente, echando broma, dando palabras de aliento, estaba con ellos. Eso era Cele. Eso era Celito. Siempre, siempre. Yo recuerdo trabajando allá en la casa, en la casa donde hacen pañales, cuando negociamos, cuando fuimos a hacer una entrega en el centro, el siempre me decía “Mamá, chocala, chocala con el rosario para que encontráramos puesto!” Siempre. Y mira, me ponía a rezar el rosario de la casa, cuando llegábamos, eso era fijo, había un carro, siempre encontrábamos puesto. Siempre. Y él siempre dijo cuando íbamos diré eso. Y si, siempre encontramos puesto.
Dice Nilma que claro, él fue quizás con quien mas compartió de sus hermanos porque todos los fines de semanas en la mañana subian al Avila los dos. Luego aqui, mas de diesiocho años, trabajando aqui con el (Nilma). A Nilma le pega muchísimo, al principio, el primer dia que fue a la oficina no pudo trabajar se tuvo que regresar, no podía, porque dice yo lo veía y todos diciendo “Cele, Cele, Cele, Cele esto, Cele aquello”. Entonces era muy duro, muy duro para ella. El restaurante, cuando tenían el restaurante, recuerdas el restaurante? El llegaba y si estaba muy ocupado, él la ayudaba con lo que fuera.
Si tenía que poner mesas, ayudar con la comida, o si era de lavar platos, o si era de ayudar con “compre esto o compre aquello” si, lo hacía. Por eso lo pusimos “siempre listo.”
Estaba listo a ayudar a lo que fuera. Bueno, ellos, los tres (Sergio, Cele, Fernando). Si Fernando venía y venía Sergio, eran los tres mosqueteros, porque si hay algo bonito de esta familia Fernandez, es la unión que habido siempre, muchísimo unión, es mucho amor. El problema de uno es problema de todos, la alegría de uno es alegría de todos. Celedonio estuvo muy en eso, siempre me decía “Hilda tenemos que los muchachos sean así, que sean unidos, sean muy unidos.” Si había algo que a Celedonio lamento, es la distancia entre los otros muchachos.
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