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aunque tu feed no lo crea, sigue ganando trump

Hace meses que no consumo drogas de casi ningún tipo. Solo alcohol y café. El porro me huele lejano como un plato con curry y el ácido y las anfetaminas me suenan a capítulos viejos de series viejas. Nunca fui un fumador regular de cigarrillos: no compro atados ni bolsas de tabaco. Prendo algunos, que me regalan, cada tanto. Me gustan más los armados pero sólo fumo cuando lo que busco es algo más parecido al sonido de brasas en el bosque, un abrigo de lana que te da picazón.
Me fui cansando de la Coca Cola. Lo que más me gusta de ella, ahora, es el rojo brillante de la lata: es verla resplandecer en las heladeras de una estación de servicio, un cilindro transpirando y una tipografía ondulante y eterna. La lata de Coca Cola me produce una sensación parecida a una foto analógica: la calidez de un hogar emocional, un producto que se puede tocar y agarrar y transportar y deformar y romper y cuya rotura tendrá un sonido hiriente y chillón. El aluminio desgarrado. La Coca Cola me gusta por nostalgia, como la mayoría de las cosas que me gustan. El resto es dolor de panza, reflujo y miedo a lo que no conozco.
Mi papá desayuna todos los días té con leche y dos tostadas de pan salvado, pide siempre los mismos gustos de helado (chocolate amargo y limón) y la ensalada es de lechuga y tomate y los domingos de sol son siempre asados y los de lluvia siempre pastas. Todo eso lo hace por elección: está convencido de que ésa es la mejor forma de vivir posible para su organismo y lo que sea que le dé vida a su organismo.
De a poco me fui dando cuenta de que hago cosas exactamente igual a él. Yo desayuno siempre café con leche. Sólo algunas veces le escapo con cereales y yogur. Pido siempre helado de menta granizada. Me gusta la palta, la cebolla y la remolacha, pero nunca los pongo en la ensalada: nunca se me presentan como posibilidades en mi cabeza. Los domingos me despierto al mediodía y pierdo tiempo valioso para hacer cosas sanas. Pero a diferencia de mi papá, lo vivo con culpa.
Como toda mi generación, estoy en contra de los dualismos sistematizantes del sentido común. Como toda mi generación, estoy envuelto en la contradicción de buscar algo que no sé qué es y que sé que no voy a encontrar. Por eso uso ejes lineales de pensamiento cuando sé que no conducen a nada bueno y ordeno las trayectorias familiares como repetición o revolución. Por instinto, pienso que la revolución es un mejor camino. Entonces, ¿qué pasa cuando mi cuerpo tiende a la repetición?
Me gusta dormir y me canso rápido y tardo mucho en bañarme porque me gusta que cada porción de mi piel se moje mucho y muchas veces; me gusta ponerme mucho shampoo y hacer espuma y envolverme en la espuma y además pasarme jabón y seguir desperdiciando agua. Uso el auto de mis padres para hacer diez cuadras porque la bicicleta está desinflada y no encuentro el inflador y me olvido de pedir turnos para el endocrinólogo que me regula la dosis de levotiroxina necesaria para estabilizar la tiroides.
En un año entero salí a correr veinticinco minutos.
El mindfulness me parece siniestro pero me parece aún más siniestro que haya aprendido a tolerarlo.
Lo que me enoja del mindfulness es que hayan mercantilizado algo que estaba bien como discurso oral. Todo ese conocimiento es verdadero y legítimo y bueno y útil, solo que nadie había sido tan malvado como para lucrar con eso. Todos dijimos y a todos nos dijeron querete y perdonate, concentrate en tus emociones, cuidá tu cuerpo. No hace falta verlo en gigantografías de Green Eat, ni en tazas de cerámica ni en tapas de yogur.
La explotación es emocional. Occidente está empecinado en hacernos creer que si sonreímos, seremos felices. Todas las marcas edifican discursos en torno a la pasión: hasta los carroñeros de la recuperación crediticia lo dicen. Todas las empresas mienten y todos los gobiernos mienten. Esa es una verdad ineludible.
Si sos feliz vas a sonreír, pero no por sonreír vas a ser feliz. Esa también es una verdad ineludible y me parece absurdamente necesario aclararla. El 4G nos hizo olvidar que ser una mejor persona lleva mucho trabajo y mucho llanto.
Si alguien me pregunta por qué escribo no podría contestar algo que no sea “no sé”.
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mi buen amigo fran
parecido a un sueño de moto
soñé que julien barbagallo me recibía en su mansión en el interior de francia. entre las montañas y cerca del mar. itu estaba conmigo. pasando unas colinas de pasto alto, donde él tenía viñedos en verano y con eso mantenía los costos de la casona. era de piedra por afuera y de piedra y madera por adentro. hermosa. en la entrada tenía una batería desparramada y un set de ensayo para tame impala en el sector que él reservaba para ‘adultos’ (tenía por lo menos un hijo). en otro ambiente tenía una televisión gigante donde jugamos un rato a una especie de nintendo. a itu no le divertía mucho. desde esa habitación se podía ver la colina que desembocaba en el mar, lleno de casitas hermosas y gente hermosa paseando. después en un momento fui con alguien al supermercado en bondi, julien no vino. pasaron el tema “laguna”, justo hasta antes que se ponga, y filmé un video con el celular. volvimos a lo de julien. fuimos a otro cuarto de la casa, un poquito más oscuro. ahí le pregunté cómo fue que entró a tame impala, y me dijo que kevin parker le había pedido que se aprenda elephant, y me mostró una especie de partitura del tema. me dijo que le daba miedo, sobre todo porque tenía un solo muy complicado, pero que la aprendió y entró a la banda. me dijo que kevin parker era un genio, pero que podía ser muy pajero a veces. después apareció kevin parker, y cam avery estaba por ahí dando vueltas. hablamos un rato los 3 muy amistosamente, tomando algo. julien sabía que la próxima parada de la gira era hungría o algún lugar así pero kevin no tenía ni idea. de hecho julien un rato antes me había mostrado un mapa en su compu con todos los trayectos en avión que habían hecho en el año (o harían en un futuro cercano) marcados en gris. él llevaba las cosas más prolijamente porque tenía un hijo. le pregunté si lo extrañaba cuando se iba de gira y me dijo que “obvio que sí, y mucho”. no me acuerdo mucho de qué hablamos cuando llegó parker, pero en ningún momento les traté de vender mi banda ni nada por el estilo. me sentía muy capo no-haciéndolo. después por alguna razón estuve backstage en el show de hungría. pude ver la multitud de cara al escenario. era un show de día, y por alguna razón estuvo medio choto, kevin estaba en una y tuvo que terminar antes de lo previsto. y después me desperté.
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Hay una tristeza a la que ya no podés acceder. Está encriptada en las variaciones de azul Que se distinguen en la luz. Y en la lisergia aleatoria De cuando aplastás tus ojos cerrados Con las manos.
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hace tiempo que no escribo pero una tarde de hace poco grabé esto en mi casa
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sobrios y en silencio
qué antiguo suena que me digas todo va a estar bien qué antigua tu palmada en el hombro y tu cajita con dos porros qué pasado, qué antiguo volver a las seis de la mañana el teléfono sin batería y los ojos cayendo en la panamericana ya no hay inocencia de los ricos ya no hay paciencia en los que esperan la licenciatura y un ingreso de cinco cifras la ventana propia para mirar los edificios qué antiguas que quedaron las drogas de diseño las explosiones inducidas en fiestas de algunos extraños qué antigua la dinastía scorpio los días en que queríamos ser salvados los días en que queriamos ser guiados por armonías y párrafos de otros cómo será la nueva alegría el estribillo que nos haga felices qué archivo de la memoria emotiva piensa despertar ahora que no somos tan amigos del tiempo ahora que nos cuesta perdonar qué antigua que lavada la estética de la nostalgia los monitores y las plantas las negras sampleadas y sus voces reverberadas qué antiguo que repetido el hype de las revistas el hype de los amigos la consagración como una medida la consagración lineal la expresión competitiva la inútil frustración de los que no aprovechan el día qué antiguo qué en vano todo el llanto derramado en los teclados todavía no tenemos ni veinticinco años y a los sensibles se nos terminó el verano qué antigua la birra del pico qué antiguos los cajones de envases las heladeras de los chinos ya no brillan bailamos sobrios y en silencio por las tardes
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padre me pregunta qué voy a hacer, le digo que a las 11 salgo, me dice qué pensás comer, le digo unas milanesas o una sibarita, vos? me dice pensaba ir a rex, querés que vayamos? le digo no, yo me arreglo, no quiero salir más tarde de las 11, le cuenta a madre la situación, madre dice mateo vos te arreglas? digo si, madre le dice a padre bueno, vamos, padre dice querés ir ahora o más tarde? madre vuelve a preguntar si yo me arreglo, digo que sí por tercera vez, madre dice a padre vamos ya, padre duda, madre le dice acá hay comida, padre dice acá milanesas, sibarita o pastas y ya comí las tres, madre dice bueno vamos, padre da media vuelta, madre dice pero qué querés hacer no te entiendo, acá hay comida, padre dice sí pero ya comí las tres cosas que hay, madre dice bueno vamos ya, agarro la cartera, padre dice sabés qué no vamos nada, me como un pedazo de queso, me viene bien porque me estoy cuidando, madre dice pero decís que querés que no querés, qué queres hacer? padre dice ya no tengo ganas de ir a comer, madre dice yo sí tengo ganas de ir a comer, vamos, padre dice si vamos ahora va a estar todo el mundo vamos a tener una hora de cola, vamos a las 11 cuando salga mateo
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