Tumgik
sunnymxry · 7 months
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𝑭𝒊𝒄𝒉𝒂
☼ Mary Eliza Joe Darkweather.
☼ 22.05.1984.
☼ Ex-Gryffindor; Hogwarts.
☼ Su patronus es el Elephas maximus hembra (más conocido como elefante asiático. Hembras y machos se diferencian gracias a que éstas no cuentan con colmillos).
☼ Posee una varita de 27 centímetros, madera de olmo y núcleo de fibra de corazón de dragón.
☼ 𝑯𝒊𝒔𝒕𝒐𝒓𝒊𝒂;
Los Darkweather proceden de una larga dinastía de magos normandos que llegaron a la isla inglesa en el siglo XI. Dicha familia se instaló en el condado de Surrey, donde aún mantiene varias propiedades, incluyendo la mansión familiar perteneciente a la madre de Mary, Alcíone Hope Darkweather.
La misma conoció al padre de Mary en el colegio Hogwarts, aunque no empezaron a salir hasta después de que ambos acabaran sus estudios.
Tras reencontrarse fuera de la escuela, no tardaron en enamorarse y comprometerse, emocionados por comenzar una nueva vida juntos. Algunas semanas antes de la boda, Alcíone se enteró de que estaba embarazada, pero prefirió guardar aquel secreto; sería su regalo de bodas.
No obstante, un horrible incidente se interpuso en los planes de la pareja, ya que el novio murió antes de poder casarse y de saber que iba a ser padre.
Por aquellos tiempos, unos pocos mortífagos sin rostro habían reunido a un pequeño grupo con el que intentaban recuperar algo de su poder pasado, aunque sin éxito. La amenaza fue neutralizada rápidamente, pero no antes de que se cobraran algunas vidas, entre ellas la del joven hijo de muggles.
Alcíone se cerró en banda ante el mundo, refugiándose en la casa familiar, y a los pocos meses dio luz a dos pelirrojas niñas. Al principio le resultaba demasiado doloroso hablar sobre el padre de las criaturas con ellas pero, con el paso de los años y ante la insistencia de las mellizas, fue abriéndose y relatándoles algunas historias sobre sus aventuras, tanto en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería como una vez acabado el mismo.
Mary se pasó la infancia soñando junto a su hermana, Yuno, que iban a aquella mágica escuela y revolucionaban la misma entre grandes aventuras.
A pesar de la ausencia de un padre en sus vidas y la obvia, aunque leve, tristeza que siempre acompañaba a su madre, los años de su niñez fueron felices. Durante los mismos, su madre les había ido enseñando ya algunas cosas sobre la magia y su historia, desde que las gemelas dieron indicios de haber heredado el poderoso don de manipularla.
Y, por fin, el ansiado momento llegó: la carta de Hogwarts fue el principio de un nuevo capítulo en la vida de las mellizas, uno que recibieron con gran emoción.
Sus años en la escuela de magia fueron de los mejores de su vida, allí hizo numerosos amigos (aunque también enemigos, incluyendo a algunos profesores). Fue una de las pesadillas de Argus Filch, debido a su actitud revoltosa y bromista, pero se ganó el corazón de la mayoría.
Sin embargo, también hubieron tiempos oscuros, ya que se vio envuelta en una guerra mágica, que estalló a su alrededor sin tener ella mucha consciencia de lo que ocurría. Tan sólo un año después de que las mellizas entraran en la mágica escuela, el Ministerio confirmó la vuelta del Señor Tenebroso y tras la muerte de Albus Dumbledore su madre las sacó del colegio. Se pasaron aquel año yendo de base de la Orden del Fénix (de la que Alcíone formaba parte) en base, por lo que las mellizas no estaban presentes cuando la batalla de Hogwarts tuvo lugar, aunque su madre sí acudió a la misma tras dejarlas a buen recaudo.
Tras horas de incertidumbre y temor y para alivio de las niñas, su madre volvió a recogerlas y llevarlas de nuevo a su hogar, no tardando todas ellas en retomar su vida.
Una vez las hermanas volvieron a Hogwarts para cursar su tercer año, Mary descubrió sus aptitudes para el duelo y los hechizos curativos, para los que ya había demostrado facilidad, aunque sin darle más importancia. Comenzó a destacar en Encantamientos, Transformaciones, DCAO y Medimagia, pero siempre se decantó por la última. Fue un completo desastre en Pociones, explotaba más calderos que bromas hacía, pero poco a poco y, debido a su obstinación y la ayuda de sus seres queridos, consiguió una nota decente en los TIMOS y EXTASIS, lo que le permitió estudiar Medimagia.
Tras hacer un curso en el hospital San Mungo, de Londres, decidió que aquello no era para ella, pues buscaba algo distinto, más natural.
Vivió un tiempo en Nueva York, planteándose qué quería hacer con su vida. Fue ahí cuando, tras una temporada investigando, decidió comenzar a viajar por todo el mundo en busca de maestros que la enseñaran otros métodos de curación. Allí se encontró a sí misma al ser aprendiz de chamanes y brujos de distintas partes del mundo.
Entre sus viajes, compartió vivienda con su mejor amigo desde Hogwarts, Alec Parker, hasta la boda de éste.
Actualmente tiene una pequeña consulta privada en Londres, en lo que era el piso que heredó de su padre y al que se mudó nada más cumplir la mayoría de edad.
Tras un par de años yendo y viniendo del pequeño piso entre sus viajes, compró una casa de campo en medio de Surrey, Inglaterra, no muy lejos de la mansión en la que se había criado, y comenzó a convertirla en el hogar de sus sueños (lo que significa muchos animales). Empezó por un par de gallinas, una cabra y su compañero desde la adolescencia, su perro Devil.
Actualmente, vive ahí junto al amor de su vida.
☼ 𝑷𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅;
La joven posee un carácter fuerte, que se complementa con su personalidad bondadosa y su deseo de ayudar a los demás para formar de ella una gran hechicera, obstinada en lograr sus objetivos. También tiene grandes habilidades para el duelo, aunque no siente especial predilección. Además, adora los deportes en general y el quidditch en lo particular, fue cazadora y capitana del equipo de su casa en la escuela.
Es divertida o lo intenta, y trata siempre de que la gente que se encuentra a su alrededor esté feliz, o al menos no esté triste. No suele enfadarse porque considera que no vale la pena, pero cuando eso ocurre su fuerte personalidad sale a la luz, y no siempre para bien.
☼ 𝑷𝒐𝒔𝒕𝒅𝒂𝒕𝒂;
También es monja, satanista, madre de mandarinas, pirómana a ratos, fundadora y propietaria de #VentolínRadio y, de vez en cuando, una cabra. Ah, y tiene un álter ego llamado Antonio Aurelio.
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sunnymxry · 6 years
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Pottercharms; trama 4.
❝Iꜱ ᴛʜɪꜱ ᴛʜᴇ ʀᴇᴀʟ ʟɪғᴇ?
Oʀ ɪꜱ ᴛʜɪꜱ ᴊᴜꜱᴛ ғᴀɴᴛᴀꜱʏ?❞
Miró confusa a su alrededor, pues el mismo asemejaba un sueño y ella acababa de despertar de aquel.
Sin embargo, no había posibilidad de que aquello fuera real. Después de los días que habían pasado... ¿Acababa todo así, sin más? La pelirroja aún no había encontrado una explicación a los sucesos, pero la necesitaba.
A todo ello se sumaba que el sentir el mullido colchón bajo su cuerpo parecía demasiado bueno para estar sucediendo.
Se desperezó con cuidado, sintiendo en su cuerpo el dolor que el adormecimiento y la sorpresa habían conseguido maquillar.
Pero entonces, sentía el mismo dolor que hacía horas, o el tiempo que hubiera pasado. Entonces... ¿Aquello era verídico?
Confusa, decidió incorporarse para observar con mayor precisión el lugar en el que se encontraba. Todo estaba tal cual lo recordaba, antes de los momentos de oscuridad tan profunda en su memoria.
Se acercó cuidadosamente a la pequeña mesa que su cubículo tenía, y entonces el corazón le dio un vuelco. Su preciada varita estaba sobre aquella, la misma que había perdido en uno de los sucesos ocurridos. Pero en ese caso... tenía que ser un sueño.
Se acercó a la ventana del tren con esa convicción oprimiendo su pecho, mientras la tristeza se hacía presente en el mismo. De repente, su cuerpo comenzó a pesar más del cansancio acumulado, y sus heridas y magulladuras a doler más.
Quería volver a casa, ver a su chico de nuevo, a su perro, a su familia y amigos. Un sollozo luchó por salir de su cuerpo ante el recuerdo de los mismo, pero se obligó a no llorar. Si aquella aventura continuaba, ella batallaría hasta el final. Sus ojos se maravillaron con el paisaje, absorbiendo el mismo a través de ellos. Quería quedarse con todo lo bello y lo bueno antes de que la alucinación o el sueño, o lo que fuera eso, acabara.
Su estómago comenzó a rugir a mitad de aquel pensamiento, provocando que una pequeña sonrisa se formara en sus labios. Parecía que ni en sueños podía huir de su voraz apetito.
Una vez aceptado lo que ella creía inevitable, decidió disfrutarlo al máximo. Preparó una muda limpia de ropa, colocándola sobre la cama, para cambiar su atuendo una vez se hubiera aseado en el pequeño lavabo.
Aún sin vestirse, comenzó a curarse todas las heridas que pudo con los materiales que llevaba en su maleta. En ella se encontraban algunas pociones, pomadas y diversos productos que, desgraciadamente, no se le había ocurrido llevar en su bolsa de mano y, por tanto, no había tenido con ella durante las pruebas a las que había sido sometida.
Se dirigió al vagón comedor una vez vestida, sintiéndose mucho mejor. Por desgracia, en su maleta no había incluido ningún tratamiento para quemaduras, por lo que aquellas seguían molestándole.
Se cruzó con varios conocidos en el camino, algunos igual o más confundidos que ella. Poco a poco, la duda de si aquello era real comenzó a instalarse de nuevo en su cabeza. La gente, los olores, los tactos, todo se sentía tan verídico que la confusión se apoderó de ella de nuevo. Además, sentía hambre, y cansancio, y dolor. Nunca antes sus sensaciones habían sido tan reales en sueños.
Un nudo comenzó a oprimir su pecho, impidiéndole respirar correctamente. Se apoyó contra la pared justo delante de la entrada del que era su destino. El olor de comida llegaba hasta ella, /tenía/ que ser real.
En ese momento, un par de voces conocidas llegaron hasta ella. Alzó la cabeza, con las lágrimas surcando sus mejillas. La realidad había caído sobre ella de golpe, y no podía dejar de llorar. De alegría, de dolor, pero sobre todo, de alivio. El horror había acabado.
Corrió hacia donde el rubio estaba, abrazándolo con fuerza.
—Casi ni puedo creer que estés aquí, Alec —susurró entre risas y lloros, sin soltar su abrazo. Permanecieron así por unos instantes, hasta que la joven cayó en la cuenta de una cosa.
/Necesitaba/ contactar con Isaac, saber de él, que él supiera de ella. Entonces, intercambió algunas palabras más con el rubio, antes de ir corriendo al comedor para coger lo primero que pillara y, después, enviar una lechuza a su chico.
Aprovechó el viaje para preguntar a uno de los elfos domésticos que trabajaban allí el destino al que se dirigían, y cuánto tardarían en llegar. Escuchó atentamente aquella información, mientras sus carrillos se mantenían llenos con el dulce que sus dientes masticaba. Agradeció los datos facilitados por la menuda criatura antes de salir de nuevo en dirección a su compartimento.
Atravesó el vagón de primera clase hasta llegar al mismo, donde comenzó a escribir sobre un blanco y nuevo trozo de pertamino.
En cuanto acabó su manuscrito, fue hasta la lechucería del tren, para enviar el mismo. Una inevitable sonrisa se había instalado en su rostro, aún le costaba creer que el capítulo final de aquella oscura aventura ya había sido escrito.
Su mirada se perdió en la vista que se veía desde la ventana del pasillo, ensimismada.
Por ello, fue testigo del momento exacto en el que, en la lejanía del paisaje, la imponente figura de Ilvermorny comenzó a dibujarse.
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sunnymxry · 6 years
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Pottercharms; trama 4.
Aᴡᴀᴋᴇ.
❝ Esbocé una sonrisa al notarlo tan cerca de mí misma, rodeando mi cuerpo con su calidez. Uno de mis brazos rodeó su torso por la parte baja de su espalda, instalando mi mano en su cadera.
Acerqué mi rostro a su pecho mientras cerraba los ojos, aspirando delicada y disimuladamente su aroma, que ya era mi hogar.
El sol quemaba mis párpados cerrados, mientras sentía la brisa acariciar nuestros cuerpos, unidos por el abrazo. Mi sonrisa se ensanchó, al sentir cómo la calidez de sus labios se posaba sobre mi sien, en un dulce beso.
Entonces, una bola de pelo se interpuso entre nuestros pies, exigiendo ser el centro de atención. Alcé mi mirada hacia la suya azul, buscando compartir mi risa con la suya. Mi zurda fue a encontrarse con la suave piel de su rostro, acariciándola como en un suspiro.
Tras ello rompí nuestra unión, doblando mis rodillas para acabar sobre el césped que dominaba la extensión. Tomé al perro entre mis brazos, mientras aquel se movía nervioso entre ellos.
Una nueva risa escapó de mi cuerpo, antes de que soltara a la criatura para que continuara su juego por el jardín. Sentía la clara mirada fija en mí, por lo que alcé la mía en aquella dirección.
La suave sonrisa que llevaba un tiempo en mi rostro se esfumó de golpe, mientras mi cuerpo experimentaba un sobresalto, y el miedo se repartía por mi cuerpo como si hielo se hubiera instalado en mis venas. Un jadeo escapó de mis labios, mientras quedaba paralizada.
El rostro amado se había convertido en la imagen misma de la muerte, la palidez de la piel facilitaba el que las oscuras venas resaltaran sobre la misma. Incluso la nariz se encontraba ausente, dejando ver un desagradable agujero allí donde debería estar.
Intenté deslizarme hacia atrás, o levantarme y correr, pero el claro césped se había convertido en espeso fango que retenía mis movimientos, y la soleada llanura en un cargado ambiente lleno de niebla.
Un grito de pánico fue la única respuesta que pude encontrar, mientras observaba con terror cómo aquel ser se iba acercando, hasta quedar a apenas centímetros de mi rostro.
Mis ojos se cerraron automáticamente ante aquella cercanía, mientras mi cuerpo seguía luchando contra el fango, buscando liberación. Ya sentía cercana mi muerte, llegando en forma del hedor desprendido por una macabra representación del ser amado, cuando me habló.
—¿Mary? —escuché con sorpresa, pues su voz se asemejaba curiosamente a la de mi amiga Cho. Sentí el impulso de abrir los ojos en su dirección, pero el miedo aún era predominante en mí.
Fue entonces cuando sentí sus brazos sobre mi cuerpo, queriendo moverlo...❞
La pelirroja abrió los ojos mientras sus labios, adelantados a su despertar, gritaban del dolor que su cuerpo sufría. Se encontró entonces con la preocupada mirada de su amiga, mientras las lágrimas inundaban sus ojos.
No sólo del físico dolor, sino también por la pesadilla de la que había sido presa, y la nostalgia que había caído como un peso sobre ella.
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sunnymxry · 6 years
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Pottercharms; trama 4.
❝Oʜ, ꜱʜɪᴛ.❞
Mary apenas pudo recordar lo que era un inferius, y cómo combatir aquel terror. Sin embargo, un susurro llegó hasta ella desde lo más recóndito de su mente. “Fuego”, pensó, antes de reaccionar a los pocos segundos. El encantamiento incendio salió de su varita en dirección a la criatura, prácticamente de forma inconsciente.
Sí pudo razonar, no obstante, que el hechizo podría afectarle a ella misma, por lo que se lanzó contra la sucia agua que cubría toda la superficie del oscuro lugar.
Sus rodillas se golpearon duramente contra la fría piedra, que se hallaba bajo el agua estancada. El dolor de aquel golpe la desconcertó por un instante, lo suficientemente largo para que su cabeza diera también contra el granito. Un ahogado jadeo escapó de sus labios ante aquello, por lo que el agua maloliente penetró en su garganta.
Alzó la cabeza por puro instinto, buscando aire fresco aunque no pudiera encontrarlo en aquella estancia. Las toses inundaron su cuerpo, mientras luchaba contra todas sus fuerzas por no vomitar en aquel mismo instante. Por desgracia para ella, el sabor del líquido permaneció en su cavidad bucal, siendo imposible que controlara las arcadas, que acabaron por hacerse con el control de su pálido cuerpo. Llevaba horas sin poder probar bocado, por lo que apenas sí expulsó algo, pero su cuerpo se sentía enfermo.
Y fue en ese momento, cuando creía que ya no podría ir a peor, cuando un fuerte dolor opacó todos sus sentidos. El alarido que salió de sus labios cruzó la estancia, mientras inconscientes lágrimas corrían por sus mejillas en una carrera sin fin.
Podía sentir cómo la consciencia escapaba de ella, pero no antes de darse cuenta de que toda aquella situación había sido un engaño. En los instantes que mediaron entre el ataque y su desmayo, fue consciente de cómo aquellos a los que creía sus enemigos no eran otros que sus compañeros en aquella aventura.
La pena y el remordimiento fueron emociones dominantes mientras caía de nuevo sobre la suciedad del agua. Quería gritar, pedir ayuda para la sirena a la que había quemado en su ignorancia.
Quería poder advertir a todos ellos, aunque no sabía si podrían escucharla.
Realmente quería hacer muchas cosas, como volver a su casa, junto a su chico, su perro, su familia y amigos.
Pero no podía. Cayó en la inconsciencia mucho antes de lo deseado, con el dolor como única compañía en aquel paralelo mundo.
Por eso mismo no pudo ver el brillante y verde rayo que cruzó la sala delante de donde ella se encontraba, ni a la veloz vampiresa que acudió en su rescate.
Ya no fue capaz de ver ni sentir nada.
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sunnymxry · 6 years
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Pᴏᴛᴛᴇʀᴄʜᴀʀᴍꜱ ᴛʀᴀᴍᴀ; ʟᴀ ᴄᴀ́ᴍᴀʀᴀ ᴅᴇ ʟᴏꜱ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏꜱ.
❝ cυlpαвle ❞
— Viernes 9 de febrero, 2018.
La velada se había sucedido de forma vertiginosa, aunque placentera. Mary había bailado, reído, bebido, y todas esas cosas que se hacen en una fiesta; además, había podido encontrarse con gente a la que no veía desde hacía meses.
En resumen, había sido una noche casi perfecta. La única mancha en toda ella resultaba ser un permanente y molesto dolor de cabeza que acosaba a la joven desde el mismo instante en el que había pisado Hogwarts. Al principio, consiguió apartar el mismo de su mente, distrayéndose con las acciones ya mencionadas, pero hubo un momento en el que no pudo soportarlo más. Por ello, y con la excusa de ir al baño, se alejó de la celebración, tratando de aplacar el sórdido dolor de su cabeza.
De cierta forma, se sentía atraída hacia los lavabos del segundo piso aunque, a cada paso que daba en esa dirección, el dolor aumentaba.
—Esto es peor que un maldito grano en el culo —susurró entre dientes. Se había tenido que apoyar contra la pared, una vez el mareo y las náuseas, que se habían sumado al dolor de cabeza, la habían invadido por completo.
Se encontraba a sólo unos metros de la entrada a los lavabos, por lo que reunió las fuerzas necesarias para seguir avanzando. Sus dientes chocaron entre sí cuando la pelirroja apretó las mandíbulas por el esfuerzo que tal acción le suponía, mientras trataba de justificar la irracional atracción que sentía en aquella dirección. “Refrescarme un poco me sentará bien”, repetía en su mente entre tantas excusas, pues en su interior sentía que algo no iba bien. Sin embargo, no podía negarse a avanzar, aquel sentimiento era superior a sus fuerzas.
Tardó lo que se le hizo una eternidad en arribar a los lavabos de la estancia, cuando, cuando parecía que su dolor no podía aumentar, sintió cómo la cabeza le estallaba. Realmente, fue consciente de cómo la piel le era arrancada del cráneo, y luego el mismo era brutalmente separado del resto de su ser; tal era el dolor que sentía en esos momentos.
Lo cierto es que su cuerpo no aguantó el llegar a tales extremos, por lo que entró en trance. A la mañana siguiente, ella pensaría que se había desmayado, pero no fue así. Una aterrada fantasma fue testigo con horror de los hechos ocurridos aquella noche.
A la mañana siguiente, la joven Potter fue encontrada en medio de uno de los pasillos del castillo, pero la propia Mary no sospechaba siquiera ser la culpable.
Aquel mismo día lo pasó en los invernaderos, mimando a las mandrágoras hasta que estuvieran listas para la poción. El dolor en su cabeza continuaba constante, aunque se mantenía leve, al menos hasta que comenzó a caer la noche, justo tras ser Lottie enviada a Azkaban, como causante de todo aquel daño.
Los susurros en su mente aumentaban a la par que la oscuridad lo hacía, empujándola a dirigirse, de nuevo, hacia el segundo piso. Cuanto más trataba de resistirse, o ignorar aquellas voces, el dolor en su cabeza era mayor; hasta que no pudo más. Comenzó a correr por los pasillos, ignorando a todo aquel con el que se cruzaba. Lo cierto es que varias de aquellas personas la observaron con preocupación, su rostro estaba más pálido de lo normal y poseía una mirada febril, enloquecida.
Los sucesos de la noche anterior se repitieron casi exactamente, solamente exceptuando el hecho de que la joven podía recordarlo todo, cuando salió del trance. Despertó en medio de la madrugada, tirada en medio del pasillo que daba a los lavabos del segundo piso, creyendo que todo había sido una pesadilla, una terrible. Por ello, se levantó con dificultad y sintiendo su cuerpo invadido por la fiebre, y se dirigió al Gran Comedor, a dormir. Llevaban durmiendo en aquel lugar desde que el primer cuerpo fue encontrado, para así mantenerlos seguros y controlados.
Mary durmió plácidamente las pocas horas que quedaban hasta el amanecer, cuando un grito inundó sus oídos; otra joven había sido encontrada petrificada. La pelirroja aún no sospechaba ser la causante de todo aquello, aunque una incómoda y dolorosa sensación se instaló en su pecho: el miedo. Le aterrorizaba ser quien controlaba al basilisco, aunque la razón aún le decía que no era posible. No obstante, su razón (y su cara de póker) se vieron desafiadas en cuanto se enteró de quién, cómo y dónde se había encontrado a la joven... Justamente quien, como y donde ella había soñado.
Salió corriendo tan pronto como creyó que no levantaría sospechas, yendo a lo alto de la torre de Astronomía. Estaba aterrada, su mirada volvía a poseer aquel brillo febril, y las dolorosas palpitaciones aumentaban de ritmo en su cabeza.
—No puede ser, no puedo ser yo —se repetía a sí misma en susurros, una y otra vez—. Es una coincidencia.
Las horas pasaban con la joven de esa manera, hasta que incluso se saltó la comida. Sólo le hizo reaccionar el hambre, pues tampoco había tenido ocasión de desayunar. Decidió, pues, apartar la situación de su mente, autoconvencerse de que era una coincidencia, y de que encontrarían pronto al verdadero culpable.
Más calmada, aunque no con mejor aspecto, fue a las Cocinas a por algo de comida, para luego ir a visitar a Lily a la enfermería. Había prometido recitarte poesía. Tras visitar a su joven amiga se dirigió de nuevo a los invernaderos, en donde muchos alumnos y ex-alumnos se encontraban, ajetreados. Ella no fue menos, hasta que las voces regresaron a su cabeza.
Aquella tarde apenas pudo resistirse, el dolor era mayor que los otros días, a la par que lo precario de su estado; apenas había dormido, ni comido, y el constante dolor de cabeza había hecho palidecer su piel y oscurecer el área de alrededor de sus ojos.
Los terribles sucesos ocurrieron de nuevo, Mary volvió a despertar tirada en el suelo, aunque esta vez dentro de los propios lavabos. El día ya había asomado para entonces, y la joven se encontraba peor que ningún día. De hecho, lo primero que hizo, en cuanto se pudo levantar del suelo, fue ir corriendo a vomitar en uno de los retretes. La angustia estaba presente en toda ella, también el miedo, las náuseas... y el dolor. Tenía todos y cada uno de los huesos doloridos, y parecía que su cabeza se había convertido en el escenario de un concierto punk, tan ensordecedor era su dolor.
La mañana pasó entre borrones que eran personas, estancias y palabras, siquiera podía observar bien su alrededor. Otra joven había sido petrificada, pero ella parecía estar a dos mundos de distancia, quizá tomando el sol en Júpiter.
La fiebre había comenzado a carcomerla por dentro, siendo patente en su aspecto exterior, iba empeorando. Apenas resistió aquella noche, cuando las voces llegaron. Dolía mucho, dolía tanto... Sólo se dejó llevar, por lo que ni siquiera entró en trance, pudo ser testigo de todo. Cómo atacaban al menor de los Flamel, cómo lo dejaron tirado cuando el sol comenzó a asomar. Cada vez que intentaba discutir con las venenosas voces en su mente, el dolor aumentaba de tal manera que no podía sostenerse en pie, así que tenía que seguir adelante, tenía que obedecer. Tan siquiera querían ofrecerle el respiro de la muerte, alargaban la tortura hasta que la voluntad de la pelirroja flaqueaba de nuevo.
En cuanto fue libre de tan crueles ataduras fue a cambiarse de ropa, sintiéndose ausente como el día anterior. Volvió corriendo a donde ya sabía que el nuevo petrificado se encontraría, dando en seguida la alarma. Por lo menos, que lo atendieran lo más pronto posible.
Ese día notó un gran cambio en la actitud de muchos alumnos, que susurraban a sus espaldas. Ya sospechaban que ella era la "heredera", quizás por el lamentable aspecto que presentaba, quizás porque las crueles voces lo querían así. La joven se mantuvo ausente de nuevo, ajena a todo debido a la batalla y la angustia que habitaban en su interior.
Apenas sí fue consciente de cuando se la llevaron a Azkaban, se había convertido en una sombra de sí misma.
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sunnymxry · 7 years
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Mιηι мя.
Los días pasaban con horrible lentitud, los sanadores aparecían impersonales, iguales. Mary comenzaba a desesperarse. La pelirroja soltó un bufido en cuanto la enfermera que le habían asignado entró de nuevo en la habitación, para revisar sus tubos y aparatos. Rodó los ojos a la vez que levantaba los brazos, debido al examen rutinario. —¿Ya puedo pedir el alta? —preguntó hacia la joven que la examinaba, como cada día desde que pudo levantarse de la cama. La contraria la miró con una pequeña sonrisa comprensiva, antes de asentir. —Yo creo que sí, si prometes guardar reposo y alguien se hace cargo de ti en tu casa —respondió la misma, mientras asentía concentrada al apuntar el estado de la pelirroja en su ficha—. Pero tendrás que hacer caso y seguir las instrucciones, Mary. Que nos conocemos. La susodicha esbozó una sonrisa que esperaba fuera inocente, mientras llamaban a la sanadora para que autorizara su salida del centro. No se podía aguantar las ganas de salir y quitarse esa horrible bata de hospital, y darse un buen baño... Exhaló un pequeño suspiro, incorporada de la cama. Aún sentía dolores y pinchazos en la cabeza, pero se negaba a quedarse una noche más en el lugar, se sentía encerrada. Por eso, cuando le informaron de que le daban el alta, tuvo que reprimir las ganas de chillar.
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sunnymxry · 7 years
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мя: Aναηcєѕ.
“La lluvia me golpeaba con fuerza, insistente, lo que provocó que parara un instante de mi larga caminata. No sabía cuánto hacía que un camino había aparecido entre las furiosas olas, invitándome a moverme. ¿Horas, días, semanas, desde que había comenzado a caminar, con el brillante y rojo vestido pegado a mi húmedo cuerpo? Me encontraba completamente exhausta, ni siquiera sabía qué me impulsaba a seguir avanzando, tan sólo lo hacía.
Alcé la cabeza de nuevo, mirando el horizonte con los ojos entrecerrados, creyendo avistar una luz entre la brumosa tormenta. Aquello hizo desaparecer mi aliento, provocando que un jadeo escapara de mis fríos labios. En ese instante advertí que me encontraba helada, casi… rígida, como un cadáver. Me estremecí, sintiendo un repentino y fuerte dolor que se instalaba en mi cuerpo. Pude notar el sabor del metal en mi boca, ¿un golpe? Y, de repente, una cegadora luz, acompañada de un palpitante dolor, se instaló en mi cabeza, impidiéndome el pensar. Me agotó de tal forma que caí sobre mí misma, sin fuerza que me sostuviera de pie. Caí secamente sobre mis rodillas, respirando dificultosamente. Me llevé una mano al pecho, sintiendo cómo mi corazón palpitaba con violencia.
Poco sabía yo que aquello le estaba dando esperanzas a mi familia, a los médicos, que veían un aumento en mi ritmo cardíaco.
Tras lo que me parecieron horas conseguí levantarme de nuevo, apreciando más claramente una luz en el horizonte, quizá el final de la tormenta. Comencé a caminar nuevamente, con impaciencia, deseando alejarme de la lluvia que calaba hasta mis huesos y estremecía hasta mi alma.
[…]
Desperté sobresaltada, en el centro de lo que parecía una isla paradisíaca. Podía notar, de nuevo, el sabor metálico en mi paladar, igual que la arena bajo mi cuerpo. Miré hacia arriba, observando complacida un cielo impecable, como una obra de arte recién completada. Exhalé un alegre suspiro, aunque no me explicaba cómo había aparecido en ese lugar. Tampoco poseía fuerzas para mover mi cuerpo más que ligeramente. Al menos no me estaba congelando, pensé mientras reunía fuerzas para darme la vuelta y poder observar mis alrededores.
Tardé un buen rato en conseguir aquello, y aun así se instalaron muecas en mi rostro mientras ejecutaba esa simple acción que se sentía como levantar una montaña.
Fuera de mi mente, acababa de moverme, casi imperceptiblemente.
Jadeé con dolor al encontrarme boca arriba sobre la arena, sintiendo el mismo de forma aguda por todo mi torso y cabeza. Cerré los ojos, exhausta de nuevo, y estuve lo que podrían haber sido días de esa manera.
Pasado ese tiempo, comencé a escuchar unos susurros, de voces que me resultaban familiares, aunque no podía identificarlas. Hablaban sobre un cambio, de hospital. ¿Qué sería un hospital?, me pregunté con curiosidad, encontrando alivio en la monotonía de la que era presa, tirada sobre la arena. De hecho, ¿qué era cambiar? Sacudí la cabeza ligeramente, frunciendo el ceño al notar un fuerte dolor en ella. Estaba segura de que conocía ambos conceptos, pero se escurrían en mi mente cuando estaba a punto de atraparlos.
“No puedo seguir así, Peter. Tiene que despertar”, pude escuchar la voz de lo que creía era una joven, eso me decía el instinto. Sonaba desgarrador, seguido de un sollozo. Quería, no, necesitaba ayudarla. Tenía que protegerla, tenía que saber qué le dolía. Traté de recordar sus rasgos, definir cómo serían sus labios al pronunciar esas palabras. Lo tenía, estaba cerca, cuando llegó de nuevo el estallido de luz y dolor a mi mente. Grité, grité como nunca había gritado, con tanto dolor como nunca había sido plasmado en mi voz.
Y entonces, tuve la certeza de que estaba muerta. Sólo podía ver blanco, debía ser la luz de la que se habla cuando mueres. Era realmente luminoso. Y, entonces, una cabeza apareció en mi campo de visión, con los ojos llorosos. Fruncí levemente el ceño, ¿los religiosos tenían razón, estaba viendo a Dios? Alcé una mano hacia su rostro rodeado de fuego, o eso intenté, pues no lo alcanzaba. Y, entonces, ella me habló, con la misma voz que había oído en la isla.
“No, cariño, no te esfuerces…”, pronunció, con la voz rota y lo que pretendía ser una dulce sonrisa en su rostro. Y, entonces, creo que me desmayé de nuevo.“
La operación salió como se esperaba, la joven pelirroja debía despertar pronto, la presión de su cerebro dañado sobre su cráneo había desaparecido, ya podía despertar. Entonces, ¿por qué habían pasado ya cuatro días?, demandaban sus familiares y personas cercanas a los médicos. ¿Por qué seguía estática, fría como un cadáver? El día anterior su ritmo cardíaco había aumentado, dando esperanzas a todos. Sin embargo, no había más señal que aquella, al poco tiempo el mismo se redujo a como estaba antes, casi inexistente.
—No puedo. No puedo seguir así, Peter. Tiene que despertar —sollozaba la gemela de la herida en los brazos del hermano mayor de ambas. Hacía un par de días que ambos no se alejaban de la pelirroja accidentada, deseosos de verla despertar, suplicando a la vida que ocurriera.
Y, en ese instante, un lastimero gemido, cargado de dolor, se escuchó en la estancia. Ambos jóvenes miraron a su alrededor, buscando el origen. Su madre se encontraba dormida en el sillón de la habitación, podría haber sido ella. Los dos se miraron decepcionados, derrotados, cuando el rubio advirtió que los labios de su dormida hermana se había entreabierto. Avisó a la contraria, posicionándose ambos a los costados de la blanca cama, susurrando súplicas a su hermana.
Sus ojos se abrieron. Yuno, que así se llamaba su hermana, alzó la cabeza con celeridad, viendo cómo su gemela fruncía el ceño con extrañeza. “¿No la reconocía?”, pensó ella con dolor, pero esbozando una pequeña y cariñosa sonrisa. El mayor de ambas notó cómo la tendida pelirroja trataba de alzar su mano, señalando dicho gesto a Yuno, y ésta, al advertirlo, pronunció las ya conocidas palabras.
[…]
Mary despertó casi medio día después de salir de su coma, inducida a un sueño más prolongado por los medicamentos que inundaban sus venas. Lo primero que advirtió fue el expectante rostro de la mujer a la que reconoció como su madre, no sin cierta dificultad. Esbozó una suave sonrisa en su dirección, devolviendo el apretón en su mano con dulzura.
Poco tiempo después, ya había visto a sus hermanos, viéndolos más mayores de lo que conseguía recordarlos, y a sus mejores amigos, Scarlett e Isaac, con quienes tuvo la misma sensación. Sin embargo, no comentó nada. Aún no podía saber que un año completo de su vida se le había borrado de la memoria, a pesar de recordar su coche, de reconocer el accidente en sus recuerdos. A las pocas horas, viendo su mejoría, la trasladaron al hospital mágico San Mungo de la misma ciudad.
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sunnymxry · 7 years
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Mя: 1ѕт Ɗαу.
La ya mencionada joven se encontraba en una habitación de hospital, inconsciente, ajena a todo lo que ocurría a su alrededor. Mientras ella soñaba, o simplemente dejaba pasar las horas, su mente envuelta en la nada, su familia trataba de traspasarla al hospital mágico de San Mungo. Sin embargo, los médicos alegaban en contra de dicha decisión, afirmando que el estado de salud de la pelirroja se encontraba en un estado crítico. El choque le había provocado una fuerte contusión en la cabeza, incluso una pequeña rotura, y varias costillas habían corrido la misma suerte, una de ellas perforándole pulmón derecho, inundando el mismo de sangre. Tenía un brazo fracturado y varias contusiones de menor importancia en las piernas, además. Realmente, los médicos se maravillaban de que continuara con vida, y aquel era el único consuelo de sus seres queridos, además de la razón de que desearan trasladarla cuanto antes. Sin embargo, para desgracia de todos, la delicada joven no podía separarse de las máquinas que en ese momento se encargaban de hacerla vivir... Y debía ser operada pronto. Mientras tanto... Su cerebro había comenzado a despertar, aunque nadie más que ella podía saberlo. Sus funciones motrices seguían vegetativas, apenas conseguía respirar sin los aparatos a los que se encontraba enchufada. Ella sólo soñaba. "Desperté en medio de una tormenta, no recordaba cómo había llegado hasta allí. Estaba sola bajo la lluvia, podía sentir cómo ésta me golpeaba furiosamente. Deslicé la mirada hasta posarla en las negras nubes, entre las cuales se podían ver pequeños rayos. Aquello, curiosamente, me hizo sonreír. De alguna manera me hacía sentir aliviada, aunque no supiera por qué. Aún no lo sabía. Recorrí mi alrededor con la mirada, me encontraba en una inmensa y tormentosa nada. Sin embargo, era capaz de escuchar olas rompiendo contra alguna superficie, aunque no pudiera ver dónde. Me rodeé con los brazos en un repentino escalofrío, advirtiendo una rugosa tela cubriéndome. Bajé la mirada con sorpresa, aumentada por no haber notado la curiosa prenda roja que lucía mi cuerpo en ese momento. Era un simple vestido rojo sangre, rasgado de forma curiosa. No recordaba tener el mismo en mi armario, pero me sentía cómoda en el mismo, casi familiar. Advertí, de nuevo sorprendida, que me encontraba sobre una plataforma redonda de apenas dos metros de diámetro, sobre la que se estrellaban las olas. Estaba segura de que, un instante antes, no habían estado allí... Aunque recordaba haberlas oído. Sacudí mi cabeza, mareada de repente. Necesitaba descansar... Cerrar los ojos. Sentía cómo me dolían, el frío en mis huesos, el agua chorreando desde mi propio cuerpo... Decidí sentarme en la empapada plataforma, acabando haciéndome un ovillo sobre la misma. Entré en una nueva negrura infinita, aún sintiendo la lluvia sobre mi cansado cuerpo."
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sunnymxry · 7 years
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Mɾ: Uɴ dία ɴo тαɴ cυαlqυιerα.
Era un día cualquiera, en realidad, para todos menos para una persona. En cuanto el sol comenzó a asomar por el horizonte, las familias de pájaros que habitaban por los alrededores de la mansión Darkweather​ comenzaron a piar, acabando con el ligero sueño que mantenía a una joven pelirroja en su cama. Dicha joven comenzó a abrir los ojos con pereza, sus pestañas revoloteando. Tardó apenas un segundo en abrirlos ampliamente, otro corto periodo de tiempo en saltar de la cama con emoción: aquel día viajaría a Europa para comenzar un viaje en el Orient Express, el famoso ferrocarril que aún recorría el continente y se conservaba como el original, del siglo XIX. Mary, que así se llamaba la joven, había decidido emprender dicho viaje en soledad, en parte para conocerse mejor a sí misma una vez había acabado la escuela. Incluso se conduciría ella misma hasta Londres, donde tomaría un vuelo, pues con todo el equipaje que llevaba no podía desaparecerse sin más. La pelirroja se vistió y arregló con rapidez, debido a que lo había dejado todo preparado la noche anterior, para salir lo más pronto posible hacia su destino, por mucho que tuviera que esperar una vez en él. Incluso había dejado lista una bolsa con su desayuno, ya que era tan temprano que se había despedido de sus seres queridos la noche anterior, antes de ir a acostarse. No obstante, Mary encontró a su cálida madre en salón, decidida a darle un último gran abrazo a su "pequeña" y sus últimos consejos para el viaje. La susodicha recibió a la más mayor con emoción y una gran sonrisa, correspondiendo aquel abrazo con gran fuerza. Tras ese último gesto, la pelirroja salió. [...] El recorrido que la joven había escogido comenzaba en Venecia y acababa en Londres de nuevo, desde donde la misma tomaría un nuevo avión para ir a Grecia, lugar donde permanecería un par de semanas, con un itinerario más o menos definido en ese momento. En eso mismo estaba pensando ella, completa y absolutamente distraída, cuando un par de zorros se cruzaron en su camino. La joven observó alarmada aquella situación, pues estaba demasiado cerca como para darle tiempo a frenar, y su primera reacción fue dar un volantazo que la sacó de la nacional, directa al bosque que rodeaba ese tramo de la misma. El mismo mantenía una ligera pendiente, pero suficiente para que el coche se agitara y no pudiera frenar, a pesar de los esfuerzos de la histérica joven que se encontraba en su interior. El vehículo chocó contra una roca que sin embargo no le detuvo, sino que consiguió que éste diera una vuelta de campana, golpeándose la joven que estaba en su interior contra el techo del mismo. Se trataba de un coche viejo, pues Mary los prefería, de la primera mitad del siglo XX, por lo que no conservaba como cinturón más que una pequeña cinta que en esos momentos se clavaba con furia en los muslos de la pelirroja, y porque se le habían hecho al vehículo pequeñas modificaciones para mayor seguridad de la conductora. La pelirroja desató la cinta como pudo ante el dolor que ésta le estaba provocando bajo la cadera, sin advertir que el coche se dirigía directamente hacia el tronco de un viejo árbol. Abrió los ojos con gran pánico al advertirlo, ni siquiera tenía su varita a mano para poder desaparecerse, pero ya era tarde, se le acababa de ocurrir... Y su querido coche se estampó contra el robusto y anciano tronco, casi de frente. La pelirroja salió disparada contra el volante y la luna del coche, clavándose el primero en el estómago, provocando un ácido vómito, y rompiendo el segundo con su propia cabeza, debido a la fuerza con la que salió despedida. Un intenso dolor por todo su cuerpo y la repentina dificultad para respirar fueron todo lo que sintió aquella joven, de 18 años recién cumplidos y gran ilusión por el viaje que finalmente no pudo hacer, antes de caer desmayada.
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