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DOLOR PÉLVICO
¿Qué es el dolor pélvico?
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El dolor pélvico crónico es el dolor localizado en la región pélvica (área localizada entre el ombligo y entre las caderas) que dura al menos 6 meses.
Puede tratarse de un síntoma de otra enfermedad, o puede ser una condición en si mismo.
El tratamiento irá dirigido a tratar la causa. En ocasiones, la causa puede ser difícil de encontrar, sin embargo esto no significa que el dolor no sea real y tratable. En estos casos, el tratamiento debe focalizarse en el manejo del dolor.
TIPOS DE DOLOR PÉLVICO
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La verdad es que hablar en un sólo post sobre dolor pélvico es complicado, porque hay tantos tipos de dolor pélvico: a la penetración, durante o previo a la menstruación, durante el embarazo, dolor crónico constante,…
Por eso es mejor comenzar diferenciando lo que es el dolor pélvico en sí mismo. Se trataría siempre de aquel que se produce en la parte baja del abdomen.
No tiene que ser constante, sino que puede aparecer según determinados supuestos (como los comentados anteriormente: embarazo, menstruación,..). En cada uno de los casos ese dolor sería debido por una causa concreta, y el tratamiento también cambiaría según el proceso que fuera. Además puede ser dolor pélvico crónico (aquel que se mantiene durante el tiempo).
Dicho todo esto, tengo que decirte que si tienes algún tipo de dolor pélvico es mucho más que un fastido o una molestía (mas bien una una p*#%) . Y te lo digo así, porque así lo siento como mujer que alguna vez lo ha padecido.
Porque incluso cuando no se trata de un dolor crónico, el dolor pélvico puede fastidiar un bello embarazo, o impedir llevar una vida normal a aquella que lo padece ante menstruaciones, o incluso limitar la vida de pareja a la que lo sufre ante relaciones sexuales.
Además, es muy frecuente que las mujeres suframos en algún momento dolor pélvico y que no siempre seamos comprendidas.
Por ejemplo, en el caso de la endometriosis se añade un dolor intenso en menstruaciones (que algunos puedan pensar que es exagerado) junto con otros problemas, como puede ser la infertilidad,… Lo dicho, un asco.
¿Y a que suele deberse ese dolor pélvico?
Pues las causas suelen ser variables. Lo cierto es que el hecho de que exista dolor es un signo de que hay un problema con uno de los órganos de la región pélvica, tal como el útero, los ovarios, las trompas de Falopio, el cuello uterino o la vagina.
Además puede ser un síntoma de infección o de problemas en las vías urinarias, el intestino, el recto, los músculos o los huesos. Aunque solemos ser las mujeres las que más lo padecemos, en los hombres también puede estar presente, siendo muy común que sea un problema de próstata.
¿Que puedo hacer ante este dolor?
Lo primero será saber cual es la causa, porque en función de eso cambiarán las medidas a tener en cuenta.
Piensa que no tiene nada que ver un dolor puntual o agudo por un problema infeccioso o por uno de tipo muscular que un problema que lleve mucho tiempo y que se cronifique.
Es posible además que si padeces dolor pélvico crónico padezcas endometriosis y lo desconozcas. Esta afección es muy común, se estima que la padecemos ( yo incluida, tengo mucha suerte ) alrededor del 10% de las mujeres de 25 a 44 años.
Y sin embargo no suele diagnosticarse. Se suele producir por la creación de tejido del endometrio fuera de su zona, creando adherencias a largo plazo e impidiendo que los órganos afectados funcionen correctamente y generando dolor.
Puedes sospechar de tener endometriosis si padeces reglas abundantes, de varios días de duración y dolorosas.
Además puedes tener irregularidades menstruales, como manchar fuera de la menstruación y tener dolor en la parte inferior del abdomen y zona pélvica y lumbar. Suele tener como consecuencia problemas de fertilidad.
¿Qué puedes hacer?
Para frenar la progresión de ese tipo de proceso suelen haber varias opciones: las más comunes son la medicación con tratamiento hormonal y la intervención quirúrgica en casos más severos (extirpación de órganos dañados por laparoscopía e histeroscopía).
Pero para tratar los síntomas tienes muchas alternativas, no sólo los analgésicos. Puedes probar con alguna de ellas y ver que resultados te da. Algunos ejemplos son el uso de calor, los Tens o la dieta:
RESUMEN:
El dolor pélvico es una entidad frecuente en mujeres, aunque no es un proceso exclusivo de ellas pues también aparece en hombres. Es tratado indistintamente por ginecólogos, gastroenterólogos, urólogos e internistas, sus causas y consecuencias, permanecen durante prolongados periodos de tiempo sin reconocerse. Cuando esto ocurre, el tratamiento esta dirigido más al síntoma doloroso crónico que a la causa que lo pueda originar.
ABSTRACT:
Pelvic pain is a frequent entity in women, although it is not an exclusive process of them because it also appears in men. It is treated indiscriminately by gynecologists, gastroenterologists, urologists and internists, its causes and consequences, remain for prolonged periods of time without recognition. When this occurs, the treatment is directed more to the chronic painful symptom than to the cause that may originate it.
¿Cómo se diagnostica?
Los exámenes irán dirigidos a encontrar la causa en función de los síntomas predominantes en la paciente.
Un cuestionario extenso y preciso, la realización de una analítica básica, y un examen clínico exhaustivo son el primer paso para acercarse a un diagnóstico adecuado. Entre las pruebas que suelen realizarse destaca la ecografía pélvica, preferiblemente mediante sonda vaginal en el caso de la mujer; la laparoscopia, con la que se obtiene un examen directo de la pelvis, y, en ocasiones, la resonancia magnética.
Como comentaba al principio del post, dada la singularidad del síndrome de dolor pélvico crónico y su diversidad de causas, en la mayoría de los casos se muestra necesario un abordaje multidisciplinar.
El equipo de profesionales susceptibles de participar en el tratamiento de los pacientes con DPC incluyen una larga lista de especialistas: ginecólogos, urólogos, anestesiólogos de unidades de dolor, fisioterapeutas, psicólogos clínicos, gastroenterólogos, coloproctólogos, médicos rehabilitadores y enfermeros hospitalarios.
También resulta clave el papel de los médicos y enfermeros de atención primaria quienes suelen ser, con frecuencia, los primeros en sospechar la existencia de este síndrome.
¿Qué síntomas produce?
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El dolor pélvico crónico tiene muchas características diferentes. Entre sus síntomas y signos puede incluirse:
Dolor intenso y mantenido
Dolor intermitente
Dolor agudo y cólico
Sensación de pesadez interna en la pelvis
Dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia)
Dolor con la defecación (disquecia) o al orinar (disuria)
Dolor con los movimientos intestinales.
El dolor puede intensificarse después de permanecer de pié durante mucho tiempo y puede aliviarse al tumbarse. La intensidad del dolorpuede ir de unas simples molestias, o puede ser tan severo que impidan a la paciente realizar sus actividades diarias (trabajo, estudios), alterar el sueño o impedir la práctica de deporte.
Dolor al defecar
Dentro del apartado del dolor hay que destacar el dolor al defecar, que como se ha dicho recibe el nombre de disquecia. Es importante porque pueden confundirse las causas y es necesario hacer un correcto diagnóstico para evitar alargar ese tiempo en que la paciente no sabe cual es el origen de su problema.
Dolor al orinar
El dolor al orinar recibe el nombre de disuria y también puede tener diferentes etiologías, por ello es necesario el diagnóstico del mismo y saber si es debido a lo mismo que produce el dolor pélvico.
Dolor de ovarios
Es una de las formas habituales de referirse al dolor pélvico, como se explica más adelante una de las causas del dolor de ovarios puede ser debido a la presencias de quistes ováricos.
¿Cuándo consultar si tengo dolor pélvico?
En general consideramos que se debe consultar con el ginecólogo cuando el dolor altere la vida diaria o si los síntomas empeoran.
¿Qué lo causa?
Existen múltiples condiciones que pueden producir dolor pélvico. Sin embargo, en ocasiones, el dolor pélvico se desarrolla sin motivo aparente, y la causa definitiva se diagnostica. Se han descrito múltiples factores psicológicos que pueden contribuir al desarrollo del dolor; a esto cabe añadir que el impacto emocional que conlleva padecer dolor durante un largo periodo de tiempo sin conocer la causa con certeza, contribuye a empeorar la percepción del mismo.
Algunas de las causas de dolor pélvico crónico son:
Endometriosis:Tensión en la musculatura del suelo pélvico: la musculatura del suelo pélvico puede sufrir contracturas y espasmos que causen dolor pélvico crónico.
Enfermedad inflamatoria pélvica: tras padecer una enfermedad inflamatoria pélvica (generalmente causada por una infección de transmisión sexual) pueden quedar adherencias o cicatrices que afecten a los órganos pélvicos.
Quistes ováricos: en los ovarios se pueden desarrollar quistes de forma recurrente que causen dolor
Miomas: son tumores benignos que crecen de la musculatura uterina. Su crecimiento puede causar sensación de presión o pesadez así como dolor en la zona baja del abdomen. En raras ocasiones producen dolor agudo cuando se quedan sin el adecuado aporte sanguíneo y empiezan a necrosarse en su interior (degeneración del mioma)
Síndrome de colon irritable: los síntomas asociados con el colon irritable (hinchazón, estreñimiento, diarrea…) pueden ser causa de disconfort y presión pélvica
Cistitis intersticial:  es una condición asociada con una inflamación crónica de la vejiga urinaria y que se suele asociar a necesidad de orinar con mucha frecuencia. Cuando la vejiga se llena puede producirse dolor pélvico, que suele mejorar tras su vaciado
Síndrome de cogestión pélvica:  la presencia de varices alrededor del útero y/o los ovarios puede resultar en dolor pélvico. Sin embargo, en muchas ocasiones la presencia de varices pélvicas es absolutamente asintomática
Factores psicológicos:  la depresión, el estrés crónico o haber padecido abuso sexual puede generar o empeorar el dolor pélvico crónico. El distrés emocional empeora el dolor pélvico, y a su vez el dolor pélvico genera distrés emocional generando así un círculo vicioso.
PRUEBAS Y EXÁMENES:
¿Cuándo debo hacerme el primer examen pélvico? A menos que tengas un problema de salud, puedes esperar a cumplir los 21 años para pedir una cita médica para tu primer control ginecológico (que es cuando se realiza examen pélvico periódico).
¿Qué ocurre durante un examen pélvico? Durante un examen pélvico, un médico o enfermero examina la vulva y los órganos reproductivos internos (vagina, cuello uterino, ovarios, trompas de Falopio, y útero).
Si piensas que puedes tener una enfermedad de transmisión sexual (ETS), otro tipo de infección (como una infección por hongos), o cualquier otro problema relacionado con tu salud reproductiva, cuéntaselo a tu médico o enfermero al comienzo de la cita. Ellos decidirán si necesitan hacer alguna prueba o control especial.
En general, esto es lo que sucede en un examen pélvico:
Primero, te darán unos minutos de privacidad para que te quites la ropa y te coloques una bata de papel o de tela.
A continuación, regresarán y te pedirán que te recuestes en la mesa de exploración y que pongas los pies en los estribos o apoyes las rodillas en un soporte. Aquí, desliza las caderas hasta llegar al borde de la mesa y separa las rodillas lo mejor que puedas. No te preocupes, el médico te guiará a través del proceso. Intenta relajar las nalgas, el estómago y los músculos vaginales lo más que puedas.Esto te dará mayor comodidad.
En general, el examen pélvico tiene 3 o 4 partes:
1. El examen externo: El médico o enfermero observan la vulva y la abertura de la vagina en busca de algún signo de quistes, flujo anormal, verrugas genitales, irritación u otros problemas.
2. El examen con espéculo: El médico te introduce suavemente un espéculo en la vagina. El espéculo está hecho de metal o de plástico. Este instrumento separa las paredes de la vagina cuando se abre. Puede sentirse incómodo o raro, pero no debería doler. En caso de que duela, avísale al médico, ya que es posible que pueda ajustar el tamaño o la posición del espéculo.
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Si deseas verte el cuello uterino, solo debes pedirlo: puedes verlo con un espejo.
Luego, el médico utilizará una pequeña espátula o un cepillo para recoger pequeñas muestras de células del cuello uterino. Esta muestra se lleva después a un laboratorio para una prueba de Papanicolaou a fin de detectar si tienes cáncer o estructuras precancerosas en el cuello uterino.
Si el médico o enfermero desean hacerte pruebas para detectar enfermedades de transmisión sexual (como la clamidia o la gonorrea) u otras infecciones, usarán un hisopo de algodón para tomar una muestra del flujo del cuello uterino. Esa muestra se someterá a análisis.
3. El examen bimanual: Durante esta parte del examen, el médico o enfermero introduce 1 o 2 dedos enguantados y lubricados en la vagina y, con la otra mano, presiona suavemente la parte baja del abdomen. Esta es una manera de revisar lo siguiente:
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El tamaño, la forma y la posición del útero. Si tienes sensibilidad o dolor, lo que podría indicar una infección u otras afecciones. Si los ovarios o las trompas de Falopio están más grandes que lo normal, o si hay quistes o tumores. 4. El examen rectovaginal: Es posible que el médico o enfermero introduzca un dedo enguantado en el recto. Este procedimiento examina los músculos entre la vagina y el ano. También busca tumores detrás del útero, en la parte baja de la pared de la vagina o en el recto. Algunos médicos introducen otro dedo en la vagina mientras hacen esto, lo que les permite examinar el tejido intermedio de forma más rigurosa.
Es posible que durante el procedimiento sientas la necesidad de defecar. No te preocupes, no lo harás. Es absolutamente normal y solo dura unos segundos.
¿Qué sentiré durante el examen pélvico? El examen pélvico solamente toma unos minutos. Algunas partes pueden resultar incómodas, pero no debería ser doloroso. Si duele, di algo; de esa forma, el médico o enfermero puede intentar seguir el procedimiento de una forma que sea más cómoda para ti. Este examen es para ti, así que no tengas miedo de decir algo.
Sentirás menos tensión durante el examen pélvico si haces lo siguiente:
Respirar lenta y profundamente.
Relajar los músculos del estómago.
Relajar los hombros.
Relajar los músculos entre las piernas.
Pedirle a tu médico o enfermero que describa lo que está pasando.
¿Con qué frecuencia debo hacerme un examen pélvico?
Depende. Después del primer examen pélvico, el médico o enfermero te dirán cuándo tienes que volver. Eso dependerá de tu historia clínica y de si tienes algún problema de salud.
Es posible que necesites someterte exámenes pélvicos más a menudo si cumples los siguientes criterios:
Antecedentes de resultados anormales en la prueba de Papanicolaou Antecedentes de problemas de salud sexual Antecedentes familiares de ciertos tipos de cáncer Una enfermedad de transmisión sexual o una pareja sexual con alguna infección Vaginitis recurrente
¿Cómo se trata?
En caso de averiguarse la causa, el tratamiento irá destinado a tratar la misma.
En cualquier caso, siempre (se encuentre la causa o no) el tratamiento se focalizará en aliviar el dolor. Como se comentó anteriormente, la frustración generada por el dolor en sí, la falta de sueño y las alteraciones de la vida causadas por el dolor pueden empeorarlo en gran medida, así pues es muy recomendable el manejo de los síntomas psicológicos causados por el dolor.
Fármacos analgésicos: según la escala terapéutica de la OMS se indicarán desde aintiinflamatorios no esteroideos hasta opioides mayores así como fármacos coadyuvantes.
Técnicas de manejo del estrés:  Se han descrito múltiples técnicas para manejo de la ansiedad como por ejemplo control de la respiración, práctica de meditación, aumento de la actividad física, mejorar el sueño.
REFERENCIAS:
http://www.drfcarmona.com/dolor-pelvico/
https://www.ensuelofirme.com/dolor-pelvico-cronico-descubre-sus-causas-y-sintomas/
https://saludpelvica.com/tipos-de-dolor-pelvico/
https://www.plannedparenthood.org/es/temas-de-salud/salud-y-bienestar/control-ginecologico/que-es-un-examen-pelvico
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Hepatitis B
Descripción general 
La hepatitis B es una infección hepática grave causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Para algunas personas, la infección de la hepatitis B se vuelve crónica, lo que significa que dura más de seis meses. Tener hepatitis B crónica aumenta el riesgo de contraer insuficiencia hepática, cáncer de hígado o cirrosis, enfermedad que causa cicatrices permanentes en el hígado. La mayoría de los adultos infectados con hepatitis B se recupera por completo, incluso si los signos y síntomas son graves. Los bebés y niños son más propensos a contraer una infección crónica (duradera) de hepatitis B. La vacuna puede prevenir la hepatitis B, pero no existe cura si ya padeces la enfermedad. Si estás infectado, tomar ciertas precauciones puede prevenir el contagio del virus a otras personas.
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Síntomas
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Los signos y síntomas de la hepatitis B pueden oscilar entre leves y graves. Generalmente, aparecen de uno a cuatro meses después de la infección, aunque es posible que los veas apenas dos semanas después de la infección. Es posible que algunas personas, en general, los niños pequeños, no tengan síntomas.
Los signos y síntomas de la hepatitis B son:
Dolor abdominal
Orina oscura
Fiebre
Dolor articular
Pérdida de apetito
Náuseas y vómitos
Debilidad y fatiga
Pigmentación amarilla de la piel y la parte blanca del ojo (ictericia)
Cuándo consultar al médico
Si sabes que has estado expuesto a la hepatitis B, comunícate con el médico de inmediato. Un tratamiento preventivo puede reducir el riesgo de infección si lo recibes dentro de las 24 horas posteriores a la exposición al virus.
Si crees que tienes signos y síntomas de hepatitis B, comunícate con el médico. 
Causas
La infección por hepatitis B es causada por el virus de la hepatitis B (VHB). El virus se transmite de persona a persona a través de la sangre, semen u otros líquidos corporales. No se transmite al estornudar ni al toser.
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Las formas de transmisión frecuentes del virus de la hepatitis B son:
Contacto sexual. Puedes contraer hepatitis B si tienes relaciones sexuales sin protección con una persona infectada. La persona te puede transmitir el virus si la sangre, la saliva, el semen o las secreciones vaginales ingresan al cuerpo.
Por compartir agujas. El virus de la hepatitis B se transmite con facilidad a través de agujas y jeringas contaminadas con sangre infectada. Compartir una parafernalia de drogas intravenosas aumenta el riesgo de contagiarte hepatitis B.
Pinchazos accidentales de aguja. La hepatitis B es una preocupación para los trabajadores del cuidado de la salud y para todos los que están en contacto con sangre humana.
De madre a hijo. Las mujeres embarazadas infectadas con el virus de la hepatitis B pueden transmitirles el virus a sus bebés durante el parto. Sin embargo, es posible vacunar al recién nacido para evitar que se infecte en casi todos los casos. Consulta con tu médico sobre el análisis para detección de hepatitis B si estás embarazada o quieres estarlo.
Hepatitis B aguda frente a crónica
La infección por hepatitis B puede ser pasajera (aguda) o duradera (crónica).
La infección por hepatitis B aguda dura menos de seis meses. Es probable que tu sistema inmunitario pueda eliminar la hepatitis B aguda de tu cuerpo y que te recuperes totalmente en unos pocos meses. La mayoría de las personas que contraen hepatitis B de adultos presentan una infección aguda, pero esta puede transformarse en una infección crónica.
La infección de hepatitis B crónica dura seis meses o más. Perdura porque el sistema inmunitario no puede combatir la infección. La infección crónica de hepatitis B puede durar toda la vida y es posible que genere enfermedades graves, como cirrosis y cáncer de hígado.
Cuanto más joven es la persona al contraer hepatitis B (en especial, los recién nacidos o los niños menores de 5 años), el riesgo de que la enfermedad se haga crónica es mayor. La infección crónica puede pasar inadvertida por décadas hasta que la persona se enferme gravemente por alguna enfermedad hepática.
Factores de riesgo
La hepatitis B se contagia mediante el contacto con sangre, semen u otros líquidos corporales de una persona infectada. El riesgo de tener infección de hepatitis B aumenta si ocurre lo siguiente:
Tienes relaciones sexuales sin protección con múltiples parejas sexuales o con alguien que está infectado con VHB
Compartes agujas al consumir drogas intravenosas
Eres un hombre que mantiene relaciones sexuales con otros hombres
Vives con alguien que tiene infección crónica causada por el virus de la hepatitis B
Has nacido de una madre infectada
Tienes un trabajo que te expone a la sangre humana
Viajas a regiones con tasas altas de infección por el virus de la hepatitis B, como Asia, las Islas del Pacífico, África y Europa Oriental
Complicaciones
Una infección crónica causada por el virus de la hepatitis B (VHB) puede provocar complicaciones graves, tales como:
Cicatrización del hígado (cirrosis). La inflamación asociada con una infección por hepatitis B puede provocar una cicatrización extensa del hígado (cirrosis), la cual puede afectar el funcionamiento hepático.
Cáncer de hígado. Las personas que padecen hepatitis B crónica tienen mayor riesgo de sufrir cáncer de hígado.
Insuficiencia hepática. La insuficiencia hepática aguda es una enfermedad por la cual las funciones vitales del hígado dejan de actuar. Cuando sucede eso, es necesario un trasplante de hígado para vivir.
Otras afecciones. Las personas que tienen hepatitis B crónica pueden padecer enfermedades renales o inflamación de los vasos sanguíneos.
Prevención
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La vacuna contra la hepatitis B generalmente se aplica mediante tres o cuatro inyecciones durante seis meses. No puedes contraer hepatitis B de la vacuna.
La vacuna contra la hepatitis B se recomienda para:
Recién nacidos
Niños y adolescentes que no recibieron la vacuna cuando nacieron
Individuos que trabajan o viven en un centro para personas con discapacidad del desarrollo
Personas que viven con alguien que tiene hepatitis B
Trabajadores del cuidado de la salud, trabajadores de emergencia y otras personas que tengan contacto con sangre
Cualquier persona que tenga una infección de transmisión sexual, incluido el VIH
Hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres
Personas que tienen múltiples parejas sexuales
Parejas sexuales de alguien que tiene hepatitis B
Personas que se inyectan drogas ilegales o comparten agujas y jeringas
Personas con enfermedad hepática crónica
Personas con enfermedad renal en etapa terminal
Viajeros que planean ir a una zona en el mundo con una tasa alta de infección por hepatitis B
Toma precauciones para evitar el virus de la hepatitis B (VHB)
Otras maneras de reducir el riesgo del VHB incluyen:
Conocer el estado del VHB de cualquier pareja sexual. No mantener relaciones sexuales sin protección a menos que estés absolutamente seguro de que tu pareja no está infectada con virus de la hepatitis B ni otra infección de transmisión sexual.
Utiliza un preservativo nuevo de látex o poliuretano cada vez que tengas relaciones sexuales si desconoces el estado de salud de tu pareja. Recuerda que, si bien los preservativos reducen el riesgo de contraer VHB, no lo eliminan.
No uses drogas ilegales. Si consumes drogas ilegales, busca ayuda para dejar de hacerlo. Si no lo logras, usa una aguja estéril cada vez que te inyectes drogas ilegales. Nunca compartas agujas.
Ten cuidado con los piercings corporales y los tatuajes. Si te haces un piercing o tatuaje, busca un negocio con buena reputación. Pregunta cómo se limpia el equipo. Asegúrate de que los empleados usen agujas estériles. Si no puedes obtener respuestas, busca otro negocio.
Pregunta sobre la vacuna contra la hepatitis B antes de viajar. Si vas a viajar a una región donde la hepatitis B es frecuente, pregúntale a tu médico sobre la vacuna contra la hepatitis B con anticipación. Por lo general, se administra en una serie de tres inyecciones por un período de seis meses.
Diagnóstico
Tu médico te examinará y buscará signos de daño hepático, como piel amarillenta o dolor abdominal. Las pruebas que pueden ayudar a diagnosticar la hepatitis B o sus complicaciones son:
Análisis de sangre. Los análisis de sangre pueden detectar signos del virus de la hepatitis B en el cuerpo e indicarle al médico si es aguda o crónica. Con un análisis de sangre sencillo también se puede determinar si eres inmune a esta enfermedad.
Ecografía hepática. Una ecografía especial llamada «elastografía transitoria» puede mostrar la extensión del daño hepático.
Biopsia de hígado. Es posible que el médico extraiga una pequeña muestra del hígado para realizar análisis (biopsia de hígado) en pos de verificar la existencia de daño hepático. Durante este análisis, tu médico inserta una aguja delgada a través de la piel y la dirige hacia el hígado a fin de extraer una muestra del tejido para analizarla.
Análisis para la detección de hepatitis B para personas sanas
Algunas veces, los médicos examinan a personas sanas para saber si tienen la infección de la hepatitis B, ya que el virus puede dañar el hígado antes de causar signos y síntomas. Consulta con tu médico sobre el análisis para la detección de hepatitis B si:
Estás embarazada
Vives con alguien que tiene hepatitis B
Has tenido muchas parejas sexuales
Tuviste relaciones sexuales con alguien que tiene hepatitis B
Eres un hombre que tiene relaciones sexuales con hombres
Tienes antecedentes de enfermedades de transmisión sexual
Tienes VIH o hepatitis C
Te realizaron un examen de enzimas hepáticas cuyos resultados fueron anormales sin causa aparente
Recibes diálisis renal
Tomas medicamentos que inhiben el sistema inmunitario, como los medicamentos contra el rechazo que se administran después de un trasplante de órganos
Consumes drogas ilegales inyectables
Estás en prisión
Naciste en un país donde la hepatitis B es frecuente, entre ellos, Asia, Islas del Pacífico, África y Europa del Este
Tus padres o hijos adoptivos provienen de lugares donde la hepatitis B es frecuente, entre ellos, Asia, Islas del Pacífico, África y Europa del Este
Tratamiento
Tratamiento para prevenir la infección de hepatitis B después de la exposición
Si sabes que te expusiste al virus de la hepatitis B y no estás seguro de haber recibido la vacuna, comunícate con el médico de inmediato. La administración de una inyección de inmunoglobulina (un anticuerpo) dentro de las 12 horas de la exposición al virus puede ayudar a protegerte de contraer hepatitis B. Dado que este tratamiento solo proporciona protección a corto plazo, también deberás recibir la vacuna contra la hepatitis B al mismo tiempo si nunca la recibiste.
Tratamiento para la infección aguda de hepatitis B
Si el médico determina que tu infección de hepatitis B es aguda (es decir que no se prolongará y desaparecerá por su cuenta), es posible que no necesites tratamiento. En cambio, el médico puede recomendarte descanso, una nutrición adecuada y mucho líquido mientras el cuerpo combate la infección. En casos graves, se necesita administrar medicamentos antivirales o una estancia hospitalaria para prevenir complicaciones.
Tratamiento para la infección crónica de hepatitis B
La mayoría de las personas a las que se les diagnostica una infección crónica de hepatitis B necesita tratamiento de por vida. El tratamiento ayuda a reducir el riesgo de sufrir una enfermedad hepática y evita que se transmita la infección a otras personas. El tratamiento para la infección crónica de hepatitis B puede comprender:
Medicamentos antivirales. Varios medicamentos antivirales, como el entecavir (Baraclude), el tenofovir (Viread), la lamivudina (Epivir), el adefovir (Hepsera) y la telbivudina (Tyzeka), pueden ayudar a combatir el virus y a reducir su capacidad para dañar el hígado. Estos medicamentos se toman por vía oral. Consulta con el médico qué medicamento puede ser adecuado para ti.
Inyecciones de interferón. El interferón alfa-2b (Intron A) es una versión fabricada por el hombre de una sustancia que produce el cuerpo para combatir infecciones. Se utiliza, principalmente, para tratar a las personas jóvenes con hepatitis B que quieren evitar un tratamiento a largo plazo o a las mujeres que podrían querer quedar embarazadas dentro de pocos años, después de completar un tratamiento de duración limitada. El interferón no se debe utilizar durante el embarazo. Los efectos secundarios pueden ser náuseas, vómitos, dificultad para respirar y depresión.
Trasplante de hígado. Si tienes el hígado muy dañado, un trasplante hepático puede ser una opción. Durante un trasplante hepático, el cirujano extrae el hígado dañado y lo reemplaza por uno sano. La mayoría de los hígados trasplantados provienen de donantes fallecidos, si bien una pequeña cantidad proviene de donantes vivos que donan una porción de sus hígados.
Se están desarrollando otros medicamentos para tratar la hepatitis B.
Estudios clínicos
Explora los estudios de Mayo Clinic de evaluación de tratamientos, intervenciones y análisis nuevos como medio para prevenir, detectar, tratar o controlar esta enfermedad.
Estilo de vida y remedios caseros
Si te has infectado con hepatitis B, toma medidas para proteger a otras personas del virus.
Ten relaciones sexuales de manera más segura. Si eres sexualmente activo, cuéntale a tu pareja que tienes el virus de la hepatitis B y habla sobre el riesgo de transmitírselo. Utiliza un preservativo de látex nuevo cada vez que tengas relaciones sexuales. De todas maneras recuerda que los preservativos disminuyen el riesgo pero no lo eliminan.
Dile a tu pareja sexual que se haga análisis. Cualquier persona con quien hayas tenido relaciones sexuales debe hacerse análisis para saber si tiene el virus. Tus parejas también necesitan conocer si tienen el virus de la hepatitis B para no contagiar a otros.
No compartas elementos de cuidado personal. Si usas drogas intravenosas, nunca compartas agujas ni jeringas. No compartas cuchillas de afeitadora ni cepillos de dientes, que pueden tener rastros de sangre infectada.
Estrategias de afrontamiento y apoyo
Si te han diagnosticado infección por hepatitis B, podrían resultarte útiles estas sugerencias para enfrentarla:
Infórmate sobre la hepatitis B. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades son un buen lugar para comenzar.
Mantente en contacto con tu familia y amigos. No puedes contagiar la hepatitis B mediante el contacto casual, así que no te apartes de las personas que pueden ofrecerte apoyo.
Cuídate. Sigue una dieta saludable de frutas y vegetales, haz ejercicio regularmente y duerme lo suficiente.
Cuida tu hígado. No bebas alcohol ni tomes medicamentos recetados ni de venta libre sin consultar con tu médico. Hazte análisis de hepatitis A y C. Vacúnate contra la hepatitis A si aún no te has expuesto al virus.
Preparación para la consulta
Es probable que comiences por ver a tu médico de cabecera o a un médico clínico. Sin embargo, en algunos casos, pueden derivarte de inmediato a un especialista. Los médicos que se especializan en tratar la hepatitis B son:
Médicos que tratan las enfermedades digestivas (gastroenterólogos)
Médicos que tratan las enfermedades hepáticas (hepatólogos)
Médicos que tratan las enfermedades infecciosas
Qué puedes hacer
La siguiente información te ayudará a prepararte para la consulta.
Ten en cuenta las restricciones previas a la consulta. Cuando programes la consulta, pregunta si hay algo que debes hacer con anticipación, como restringir tu dieta.
Anota los síntomas, incluso los que parezcan no tener relación con el motivo de la consulta.
Anota tu información personal más importante, incluso lo que te genere mayor estrés o cualquier cambio reciente en tu vida.
Haz una lista de los medicamentos, vitaminas y suplementos que tomas.
Considera pedirle a un familiar o a un amigo de confianza que te acompañe.La persona que te acompañe puede ayudarte a recordar la información que recibas.
Escribe preguntas para hacerle al médico.
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