Tumgik
#él solo quiere ser un chico karmaland
leithsin · 2 years
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Chico Karmaland 🎵
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incorrectkarmaland · 4 years
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Moonstruck;
Todo viaje tiene un final;
Ya habían pasado unas semanas desde la confesión de Mangel.
Se les había juzgado, a Mangel y a Fargan, y habían sido condenados a años de cárcel. En su declaración, Mangel se declaró culpable de manera directa, mientras que Fargan no hacía más que sacar al juez Auron de sus casillas.
Lolito, después de terapia intensiva con Auron, consiguió salir del hospital jeriatrico. Aunque intentó colarse en la cárcel varias veces, para liberar a Mangel.
Mientras tanto, Willy disolvió la hermandad oscura, ya que solo quedaban dos miembros. Se dedicó a terminar su casa y a agrandar su ganado. También a esconder varias ilegalidades de Vegetta, por si las encontraba. Incluyendo un reloj mágico o algo por el estilo, el cual Vegetta ya le había intentado destruir varias veces.
Luzu continuó como alcalde, pero acabó con su... Dictadura, por así decirlo. Fue más flexible y también retomó su relación con Auron.
El psicólogo y juez de Karmaland intentó secuestrar más sirenas, y está vez con ayuda de su actual pareja. Pero Vegetta los pilló y les dió una paliza.
Rubius renunció a su puesto como cura, ya que los Dioses sabían que era corrupto. Pero estos, al ver que el chico estaba intentando cambiar, le devolvieron el puesto.
No le duró mucho la fachada de chico bueno hasta que le explotó el jardín a Lolito, quién se intentaba reformar.
Alex estaba a punto de convertirse en mano derecha del alcalde hasta que los dos encarcelados tiraron de la manta, desvelando que Alex era consciente del plan de matar con Vegetta, y aún así le guardó el secreto a su buen amigo Mangel.
Otro a la cárcel.
Vegetta sin embargo, se volcó en recuperar sus relaciones con sus amigos más cercanos.
Pero sobretodo con Rubius.
Tras unos meses de volver a conocerse y recordar absolutamente cada detalle de su anterior amor, crearon uno nuevo, basado en las cenizas del que ya había pasado.
Tuvieron una boda en aquel lago que una vez fue el lugar de la propuesta de matrimonio. Esta vez las hadas también hicieron su aparición, pero lanzando pétalos rojos en el momento del:
— Si quiero.
Los chicos se besaron, lágrimas humedeciendo sus mejillas.
Todos los invitados aplaudieron, incluso Willy. Sabía que Vegetta nunca volvería a ser suyo en... Ese sentido, pero seguían siendo almas gemelas.
A la hora de tirar el ramo, fue Luzu quien lo atrapó. Auron dejó escapar varias carcajadas sonoras, tomándose la coincidencia con humor.
Aunque ese humor desembocó en una proposición de matrimonio semanas después.
Ya había pasado un mes desde la boda de Rubius y Vegetta. Veg decidió ir a la cárcel, quería aclarar un par de cosas con Fargan.
Éste se encontraba en su celda, tarareando una canción y jugando con sus manos. Vegetta lo miraba desde el exterior de los barrotes.
— Fargan.
— Vegetta.
Hubo un silencio arrasador por varios segundos. Fargan lo miró.
— ¿Quieres que te cambie de sitio? Porque a mí me da igual eh.
Vegetta entrelazó sus manos en su torso, calmado.
— Sigo sin entender el porqué.
— ¿Por qué que? — Alzó una ceja Fargan.
— Porque me matastes.
Fargan se llevó las manos a la nuca y se encogió de hombros.
— Yo quería a Willy, pero el te adoraba a ti. Llevaba años odiandote por ello, detestandote. Cada vez que te miraba veía la oportunidad que yo nunca tendría. Y cuando nos descubriste pensé "bingo". Era el momento, si me libraba de ti, habría sido por una causa algo más... Noble. — Esa última palabra la dijo con un tono irónico.
— Willy nunca te querrá.
Fargan suspiró y se apoyó contra la pared que había a su espalda.
— Lo se.
— ¿Os acostasteis? ¿Por eso es?
— Lo hicimos. La noche después de que sacrificase su propia felicidad por ti. Necesitaba un hombro en el que apoyarse, y ahí estaba yo. — Fargan sonrió de manera repugnante.
— Aquel que busca venganza, tiene que escavar dos tumbas, la de su enemigo. — Vegetta se señaló a sí mismo, y después al chico que tenía frente a él. — Y la suya propia.
Fargan rió y dejó de prestarle atención. Entonces Vegetta supo que tenía que salir de allí.
Todo había quedado claro ya. Fargan lo mató por envidia. Mangel, por miedo. Y Alex lo encubrió por proteger a su mejor amigo.
Mangel y Fargan estaban tan centrados en el amor que tenían por los otros dos chicos, que olvidaron por completo el sentido del bien y el mal. Su amor los consumió de tal manera que su alma quedó desgarrada por las garras del mal. No querían más que tenerlos para ellos solos, y eso los llevó a cometer actos atroces.
Actos que Vegetta jamás perdonaría. Sino que aprendería de los errores que sus enemigos cometieron.
Y así pues, la historia de cómo el amor es capaz de cegar hasta a los más serenos. Porque al final del día, todos somos humanos borrachos en la idea de que el amor, y sólo el amor podría cerrar el vacío que todos poseemos.
Pero no es así.
— ¡Hey Vegettita! — cantó Luzu desde la puerta del ayuntamiento. Ahí estaban también Auron y Lolito echando un duelo de miradas y Willy y Rubius riendo por lo bajo y maquinando alguna maldad.
Y aunque los olvidase, Vegetta sabría que siempre los volvería a encontrar.
Fin.
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unadiosaenkarmaland · 4 years
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Capitulo 6
Su corona era su bien más preciado. Había desarmado la piedra principal para usarla como collar, está representaba todo el poder que sabe que aún tiene en su interior. Ahora bien, se encontraba mirando cada uno de sus detalles cuando se percató de la presencia del chico. 
Caminaba con mucha calma y un ramo de flores en mano, se dirigía hacía la tumba a las orillas de aquella montaña. Aquella era una imagen conmovedora, verlo arrodillado rememorando un amor perdido, fue algo que golpeó a la diosa por dentro, quien se encontraba entre el piedral tratando de no perturbar dicha escena, hasta que fue descubierta y correteada por un ave enorme. 
-Jimmy, ven aquí mi niño-llamó el joven a su mascota, mientras la chica se incorporaba tomando bocanadas de aire.
- Muchas gracias, eso sí que no lo esperaba.
- Así que tú eres la dichosa diosa? -preguntó observándola atentamente con curiosidad.
- Si, espera. Cómo sabes de… ah claro -dijo controlando de a poco su respiración. Al oír esto comprendió que su amigo no había sido capaz de guardar su secreto.
- Así es, Fargan. Vino a llorar a mis brazos luego de que te marcharas. Parece que le caes muy bien -rió- no te imaginas el caos que causaste aquí en el pueblo.
- Qué? Aún más? -preguntó sorprendida, sucedió todo lo que ella estaba tratando de frenar.
- Ven vamos a mi casa y te cuento, este es un lugar muy pacífico para estar hablando de estas cosas -contestó con un suspiro y la guío por un imponente camino entre las empinadas montañas que culminaron en su hermoso hogar. Era de arquitectura moderna y se apreciaba la estética y el gran gusto de dicho diseñador, mano de obra y dueño.
Al entrar la invitó a tomar asiento en el sofá y pasó a contar la situación luego de su partida: - como ya sabes, Willy no está muy contento contigo aquí y como Fargan no estaba haciendo nada fue con las autoridades y me llevo a mi como policía para detenerte, pero ya no estabas allí. Así que le contó a Vegetta y este se enojó porque no le avisaron antes. Ahí es cuando se arma todo esta discusión entre los que te tienen miedo y creen que vas a destruir Karmaland, y los que están fascinados por conocerte, Rubius incluso quiere que lo ayudes a destruir su casa. Todos están buscándote y algunos quieren meterte en la cárcel, creen que traes la ira de los dioses o algo así. Pero todos concuerdan en castigar a Fargan por no decir nada, todavía no entiendo cómo hizo para cerrar la boca tanto tiempo. Te digo, cuando fuimos a su casa y me vió se me puso a llorar yo no sabía qué hacer y Willy seguía reprochandole-pauso un momento para ver la reacción de aquella que se encontraba anonadada con dicha anécdota, al no recibir respuesta continuó- yo… bueno, no creo que nos vayas a hacer daño. Fargan es muy buena persona y, si confió en tí, yo también lo voy a hacer. - concluyó con una sonrisa, apreciaba mucho a su compañero y como buen comisario no dudó en escuchar la otra versión de las cosas.
-Es todo mi culpa, oh dioses qué hice ahora- abrazó sus piernas contra su pecho buscando consuelo en sí misma- te das cuenta? por donde voy siembro el caos. Todos odian a Fargan ahora y si me presento quizás me quieran quemar viva! No sé qué hacer. Prácticamente soy igual de vulnerable que ustedes los miembros así que no puedo defenderme más allá de mis puños y espada, yo...lo lamento muchísimo.
- Por el momento quédate aquí, te tranquilizas y pensamos que hacer -contestó amablemente buscando relajar a aquella que había entrado en un estado de nerviosismo tal que se encontraba masticando la piedra preciosa de su collar.
La esposa del joven, Amidala, preparo el té y juntos charlaron en la cocina. Aquella excéntrica invitada les contó todas sus anécdotas vividas hasta el momento y ellos escucharon con gran detenimiento. Él le explicó cómo se volvió comisario y su entrañable amistad con su compañero, además contestó su pregunta sobre la tumba de afuera, era su difunta novia a la que siempre recordaría con mucho cariño.
Cuando ya se encontraba más calmada salieron a cosechar sus cultivos, la diosa no paraba de llenar de elogios la casa del chico, era toda una fascinación.
-Gracias, ya para -río- no hace falta que sigas, no me merezco tantos halagos. 
-Por qué dices eso?
-Bueno, pues... a veces siento que por más que me esfuerce los demás no me toman en serio, todos me tienen como el más pequeño y como alguacil tampoco me tienen mucho respeto.Que digas estas cosas bonitas, es muchísimo para mí.
- Si no te tomarán en serio, no habrían confiando en ti tanta responsabilidad. Todos acuden a ti porque saben que siempre estarás para ellos. No creo que no te quieran, solo no son conscientes de cuánto te necesitan diariamente. 
-Dices que no me valoran?
-Si, no ven lo que tienen enfrente hasta que se les va de las manos -miro el trigo de sostenían las suyas- creo que yo tampoco valore la posición que tenía. Los demás dioses hacían todo por mí y yo solo les provocaba dolores de cabeza.
- Todos los días se aprende algo, incluso tú! -Contestó risueño y se sentó en su reposera para descansar un momento.
-Aún debo seguir aprendiendo cosas, tengo que aprender a solucionar esto que está pasando aquí en el pueblo. Tenía miedo de mostrarme así como soy y que despreciaran mi débil apariencia, pero creo que las cosas consiguieron ser peor aún: me temen. Nunca creí que me tendrían miedo.
- Pero es porque aún no te han visto, probablemente si -el ruido de pisadas proveniente de los escalones freno sus palabras. Corriendo dentro de casa justo antes de que el misterioso ser golpeara la puerta.
- Oye, comisario tenemos noticias para tí- era la voz gruesa de un hombre.
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incorrectkarmaland · 4 years
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Heartstrings:
Una conexión interdimensional.
Violett se encontraba en aquella sala blanca rodeada de cuadros. Uno de ellos roto en el suelo. Cuando se agachó a cogerlo vio que la foto era de los Evils.
Sonreían, parecían felices.
Era una sala amplia y con un pasillo largo. Violett, quién había cambiado su apariencia por completo, comenzó a caminar por este.
— ¿Puede oírme alguien? — Preguntó la chica, pero el eco fue su única respuesta.
Mientras exploraba aquel laberinto de recuerdos, se quedó quieta frente a uno en particular. Eran Vegetta y ella en la plaza del pueblo.
Cuando Violett lo rozó con las llagas de los dedos, se adentró en el recuerdo.
— ¡Papá! — Dijo una niña de unos 5 años corriendo a los brazos de Vegetta.
Este sonrió y la cogió en el aire, y la tiró hacia arriba, agarrándola después. La pequeña rodeó su cuello con sus brazos.
— ¿Que tal has estado? — Preguntó Vegetta, dándole un pequeño beso en la punta de la nariz.
Mientras la pequeña le contaba como había ido su día, los dos se alejaban a casa. La castaña de pelo largo agarrada de la mano de su padre.
El recuerdo comenzó a volverse borroso, y Violett salió de este. Volviendo a la sala blanca.
Siguió caminando. Parecía no tener fondo aquello, y probablemente no lo tendría. Un recuerdo en particular le llamó la atención, Rubius llorando. Decidió meterse en el recuerdo.
El humo y las llamas se habían llevado lo que Rubius más quería. Allí estaba, de rodillas abrazando el cuerpo de su prometido.
Sus gritos helaron los huesos de Violett, quién al dar un paso hacia atrás, salió del recuerdo.
Empezó a caminar más rápido, como huyendo de algo. Sin querer se chocó con una pared, accediendo a un recuerdo que tenía a Emma de protagonista.
La chica iba alegre a casa de Samu y su familia con una flor en mano. Siempre había estado enamorada de aquel chico, dormía con él en su mente.
Al llegar, la flor se desplomó al suelo, al igual que su corazón. Los ojos de Emma se nublaron con rabia al ver a Noah sujetando de la mano a Samuel, quién sonreía.
La chica apretó los puños, y Adora puso una mano sobre su hombro.
— Si te unes a nosotros, todo ese dolor, lo convertiré en poder. — Le susurró al oído.
— ¡Basta! — Gritó Violett, saliendo del recuerdo.
Sentía como si su mente se sobrecargase de recuerdos ajenos, de sentimientos que no le pertenecían. Era la sensación de estar en la mente de cada persona.
Violett cerró los ojos. Quería ser capaz de controlar su poder, y no su poder a ella. Alzó las manos, cada una de ellas hacía un lado de la sala.
Sintió como si tuviese acceso a todos los recuerdos sin la necesidad de tocarlos. Podía acceder a ellos y elegir en cuáles entrar. Al ver a Samuel, entró en ese.
— ¡Samu! ¿Quieres jugar conmigo? — Una Violett de 9 años asaltaba el cuarto de su hermano alegre.
Samuel, quién estaba ocupado, puso los ojos en blanco.
— Ahora no puedo. Vete a jugar con Luca. — Y le hizo un gesto para que se fuese.
Pero Violett no se daba por vencida tan fácil.
Se puso frente a Samuel e intentó moverlo de su sitio de todas las maneras posibles, claramente inútil. Samu no podía evitar reírse.
— Déjalo Vivi.
Esta se sentó en el regazo de su hermano mayor y empezó a molestarlo. Sam la ignoró al principio, pero hubo un momento en el que se dio por vencido.
— ¡Vale para! Jugaremos. — Dijo cogiendo a Violett y poniéndola a su espalda.
— ¡Vamos a molestar al osito! — Dijo Violett señalando la puerta con una expresión feroz.
— ¡Vamos! — Dijo Samuel con la misma expresión.
Al salir del recuerdo, una sola lágrima humedeció su mejilla. Pues la muerte de Sam aún estaba muy presente en ella. Guardó ese recuerdo en su mente, bajo llave.
Continuó buscando hasta encontrar uno que parecía poder sacarla de allí. Era de Merlon.
Merlon estaba en el cartel de Karmaland frente a un hombre que emanaba luz. Tenía los ojos blancos y el pelo del mismo color... Al igual que Violett.
Era uno de los Dioses de Karmaland.
— ¡Mantenlos encerrados! Bajo ningún concepto podemos permitirnos que salgan de nuevo. — Alzó el tono el Dios. Parecía enfadado e impotente.
— Si, señor.
— Destruyen todo a su paso. Matan, roban, pudren... Son una enfermedad. — Claramente se refería a los Evils.
— Quedarán en mi mente por siempre. — Afirmó Merlon.
— Por supuesto. Sólo los dioses podemos sacarlos, y nunca lo haremos. Crearemos otros, más puros y nobles de corazón.
El dios abrió sus brazos, la luz que emanaba inundando el campo que se convertiría en Karmaland.
— Crearemos unos héroes que protegerán al pueblo.
Cuando Violett salió del recuerdo, se dió cuenta de dónde estaba. Había destruido el recuerdo de los Evils, por lo que había quedado atrapada en la mente de Merlon.
Mientras que los Evils, y todos sus amigos, habían vuelto a Karmaland. Sanos y salvos. Respiró hondo y aliviada.
De repente los cuadros comenzaron a caerse por sí solos. Aquel lugar estaba desmoronándose lentamente, lo que significa que Merlon estaba en peligro.
Tenía que salir de allí, y tenía que hacerlo ya. ¿Pero como? Estaba completamente aislada del mundo. No podía contactar con nadie...
¿O si?
Se sentó en el suelo y colocó sus manos sobre sus piernas. Respiró hondo y dejó su mente en blanco, únicamente concentrándose en una persona.
Vegetta.
Accedió a todo lo que tenía que ver con el, todos los recuerdos, sentimientos y pensamientos. Sin darse cuenta, Violett estaba usando su telepatía.
En el Karmaland normal;
El cielo comenzó a nublarse y los rayos caían como castigo divino. La brisa se convertía en un feroz viento. Una tormenta se avecinaba, el miedo invadía los corazones de los habitantes de Karmaland.
Pero en mitad de todo el caos, Vegetta escuchó una pequeña y aguda voz en su mente, una voz que siempre reconocería.
— Siempre nos volveremos a encontrar.
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