Tumgik
#Bastó
frasesenespa-ol · 4 months
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Bastó con recorrer las curvas de tus labios y arder con la pasión más de 40 grados, para que te volvieras más que indispensable porque te necesito más que al mismo aire
Broche de oro
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notasdecampo · 1 year
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Aaaaaa
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caostalgia · 1 year
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Te quise de la forma en que nunca quise a nadie más, sin limites, con todo de mí.
Pero eso no te bastó | Babi PM
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unfiltered-girl · 2 months
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Aún no consigo entender como es que para ti, no fui suficiente.
Sólo me faltó arrancarme el corazón y entregártelo.
Porque por lo visto, no te bastó con mi alma.
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diolimpia · 2 months
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Justo cuando pensé que conocía todo, conocí su mirada y me bastó... no quise saber más, quise ser ignorante… Qué sorpresa la mía... cuando conocí sus labios....
Tumblr media
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n-u-b-e-s-n-e-g-r-a-s · 7 months
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Coincidimos. Y eso le bastó a mi corazón para mantenerte ahí.
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des-vanecido · 2 months
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Que bonito es sentir que te está yendo bien, me alegro mucho por vos. Sólo bastó que yo desapareciera para que vieras otros caminos.
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euforicos · 9 months
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Habitas en mi subconsciente tanto como en mi conciencia y basto el verte pocas ocasiones para crear un mundo de fantasía donde tu eres el centro, mil y un formas en las que te he imaginado , en las que te he invitado a salir, en las que te he cortejado, bastaron solo unas ocasiones para llevarte desde entonces dentro de mis sueños, para no querer alejarme de ti apesar de la distancia existente, bastó solo verte sonreír algunas ocasiones para saber que quiero seas tu y que mis decisiones y acciones me llevarán a ti. Basta com cerrar mis ojos para ver los tuyos, tu pelo, tus labios, tu aroma y tu piel.
🐺MEC
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toodyk · 7 days
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Con una mirada bastó para seducir mi alma...
Toodyk
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unmundofantastico · 11 days
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Tumblr media
Sentidos Me cegué por completo. Ahora no buscaba un rostro para encontrarte, tampoco tenía tacto para poder acariciarte. Me bastó el olfato, para con tu aroma hallarte. Y fue un gusto y placer el hecho de poder probarte. — Rube Sánchez
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solxs · 10 months
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Para dejarte me bastó con saber; que mis brazos y mis fuerzas, ya no son suficientes... y me soltaste...
Mabel
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Bastó mirarte, volver a amarte Para perderte de nuevo.
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caostalgia · 4 months
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Un solo abrazo suyo bastó para apaciguar toda la soledad que sentía muy desde el fondo de mi corazón.
Sacrangel
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besiitosrojooos · 2 months
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¿Por qué no digo de dónde soy?
No, no es que quiero jugar a ser interesante, yo soy más como el burro de Shrek y si pudiera hablaría con todos aquí. Uso Tumblr desde hace años y cuando comencé jamás oculté mi nombre, ni mi cara, ni de dónde soy, quienes me conocen lo saben. Incluso, llegué a dejar mi usuario de insta aquí y hasta a whatsapp llegaban otras conversaciones.
Pero por confiar de más, una vez hubo alguien que se aprovechó de eso (y vuelvo al tema del rechazo, qué feo). Se trata de un tipo que conocí aquí y al principio me pareció bastante confiable, hubo mucha química y eso nos llevó al sexting, hasta ahí todo bien. El problema empezó cuando me pidió que hiciera lo mismo con la esposa, pero yo no quise (ella no me gustaba), él seguía insistiendo, pero opté por ignorarlo porque ya le había dicho que no.
Un día yo estaba tranquila en mi casa y una amiga me escribió para preguntarme si conocía a "fulanito" (me dijo el usuario de insta de este tipo) y yo le dije que sí, resulta que él andaba escribiéndole a mis seguidores en Instagram todo lo que yo hacia por aquí, funándome y exponiéndome como quiso. Tuve que desaparecer un tiempo porque me afectó.
Yo creo que muchos aquí encontramos un escape en nuestros blogs y siento que no fue justo que él hiciera eso. Y sí, solo bastó que una vez me pase algo así para no volver a confiar en cualquiera. Ya no haría lo mismo porque ahora estoy consciente de que mis redes siempre están llenas de personas que conozco y a quienes muchas veces me topo en lugares random o en la calle, por eso no doy ni la inicial de mi nombre y tal vez sea exagerado, pero es como quiero que sea todo ahora.
Bueno, besos, se me cuidan.
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mirxndatano · 2 months
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HAUNTED
Qimir × F!OC
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Resumen: Un lazo invisible que los unía desde que eran padawans. Qimir era el verdadero significado de ser seducido por el laso oacuro. Un poder, secretos, deseo y su amor que parecía un hechizo inquebrantable.
Advertencias: Ninguna en realidad.
Especificaciones: PadawanJediQimir×PadawanJediOC.
Este fanfic será únicamente escrito en español y también será publicado en Ao3.
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Haunted en Ao3
Tumblr: Part 1 Part 2 Part3 Part4 Interlude
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Akemi Kyo fue encontrada por los jedi en un aquelarre de hermanas de la noche. Nunca supieron si era hija directa o había sido sustraída de su verdadera familia.
Al principio su entrenamiento como padawan estaba dando frutos y resultados esperados. De cierta forma era querida, sus ojos miel y cabello oscuro que contrastaba con su piel pálida eran características que nadie olvidaba. Sin embargo, una sola noche bastó para que todo se desmoronara.
Tenía 16 años y se estaba preparando para meditar en uno de los jardines del templo. Colocó en el suelo un pocillo alargado y circular que había hecho en su tiempo libre, sacó ramas secas que recolectó durante el día y finalmente dejó caer un fósforo para hacer fuego. No había nada detrás de esa pequeña costumbre, solo la ayudaba a meditar y controlar la llama. Se sentó en el suelo, pero sintió el impacto de una pequeña roca contra su cabeza. Giró rápidamente y no vio a nadie.
Llevaba días sin poder dormir, se convenció de que esa era la causa de empezar a sentir cosas que no eran reales. Hasta que nuevamente sintió el impacto, esta vez en su espalda. Entre la poca luz, por fin logró visualizar una figura humana a unos cuantos metros de ella.
Nunca olvidaría esa noche, una padawan de rango superior la atacó porque leyó sus archivos y descubrió las circunstancias en las que Akemi fue encontrada.
—¡Ya suéltame! —suplicó tratando de escapar del agarre que la otra ponía en sus brazos.
—Las brujas no deben estar en la Orden Jedi.
—¡Pero yo no lo soy!
Casi gritó del dolor cuando las uñas de la desconocida empezaron a clavarse en su piel por la fuerza del agarre.
—Las brujas como tú deben arder.
Con un movimiento rápido, la desconocida la tomó del cabello y cuello para acercar el rostro de Akemi al fuego.
—¡Basta! —gritó con tanta fuerza, que su garganta dolió.
De pronto todo se detuvo y quedó en silencio. El fuego se apagó de repente. Cuando Akemi abrió los ojos, se encontró con la desconocida suspendida en el aire, rodeada de una extraña neblina roja. Akemi se levantó del suelo y notó que aquella neblina emanaba de ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas y miró su cuerpo aterrada y confundida. ¿Qué le estaba pasando? ¿Cómo lo detenía?
—Eso sí es fascinante —dijo una voz detrás suyo.
Cuando se giró, un padawan de su misma edad observaba la escena de cerca. Tampoco olvidaría ese cabello negro que le recordó a una noche sin estrellas y esos ojos pequeños pero llenos de brillo por lo que veía.
—¡Ayúdame! ¿Cómo detengo esto?
Antes de que el padawan pudiera responder, se escucharon pasos apresurados bajando las escaleras del jardín.
—¡Padawan, no se mueva!
Akemi no sabía para quién de los dos fue esa orden. Era la maestra Vernestra. Con eso, la joven se resigno a que estaría en graves problemas. De un momento a otro, sus piernas perdieron fuerza y su respiración se sentía cada vez más pesada. Lo último que recuerda es que cayó al suelo, mientras el padawan la miraba con intensidad.
°•°•°⋆✩⋆°•°•°
—Hasta que no encontremos el origen y la manera de controlar esa habilidad, no tendrás un maestro asignado.
Esas palabras le rompieron el corazón y confianza que tenía en sí misma. Lo único que deseaba era tener un maestro y ser guiada como todos los padawans antes de convertirse en Caballeros Jedi. Cuando la reunión terminó, salió corriendo al único lugar donde se sentía segura, su habitación. Se encerró y tan pronto como lo hizo, empezó a llorar de forma descontrolada, si alguien más la hubiera visto así, pensarían que se estaba volviendo loca.
No le importó que fuera de madrugada y otros padawans lograban oír su llanto del otro lado de las pareces. Necesitaba desahogarse.
Estuvo así por lo que pareció una eternidad. Ya solo estaba ella, pareciendo un bulto tembloroso, tumbada en su cama mirando la pared, abrazando sus piernas contra su pecho.
—¿Ya estás mejor?
El corazón casi sale de su pecho y su cuerpo salió disparado de la cama para ponerse de piel, tanto que se sintió mareada. Encendió la luz con la fuerza y se quedó fría.
El padawan de hace dos días estaba ahí.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? —pregunto Akemi con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
—Quería saber cómo estabas —respondió el joven—. Deberías tener más cuidado con tú habitación, ¿siempre la dejas abierta?
Akemi estaba avergonzada por su descuido. Siempre cerraba su habitación con código, pero su mente se sentía como una laguna por los acontecimientos recientes. El joven le dio una sonrisa rápida al notar que Akemi no estaba del todo con los pies en la tierra.
—Soy Qimir, padawan de la maestra Vernestra —se presentó.
No esperó a que la joven le extendiera la mano, Qimir la tomó y estrechó con tanto ánimo que sin querer la apretó demasiado.
—Y bien ¿Cómo estás? —preguntó mientras sonreía. Ese detalle terminó de irritar a la joven.
—¿Cómo estoy? Pues ¡¿tú cómo crees que voy a estar?! Me acaban de decir que no tendré un maestro y todo por culpa de una habilidad que ni siquiera sabía que tenía.
No supo en qué momento tomó su almohada y la lanzó del otro lado de la habitación. Qimir esquivó el objeto y eso lo hizo sonreír aún más.
—Bueno, es una lástima —dijo Qimir mientras se acercó a ella para acomodar uno de sus mechones de cabello detrás de la oreja—. Toda habilidad tiene un por qué y debe ser apreciada y perfeccionada.
—El consejo no lo ve así —respondió Akemi apartando la mirada—. Estaré desamparada hasta que busquen su origen y manera de controlarlo.
—Pero… podrías practicar.
—No puedo hacerlo, debo mantener esto oculto, no quiero ocasionar otro desastre.
Akemi se recostó en su cama hasta tener la espalda recargada contra la pared. Qimir solo se sentó en el borde
—Hagamos un trato —propuso Qimir—. Vas a practicar aquí, solo los dos. Nadie tendrá que enterarse.
—¿Sin un maestro que me guíe?
—Nos tendremos a nosotros, eso será más que suficiente.
Y ahí fue cuando Akemi le regaló la primera sonrisa. Un momento que Qimir guardaría por siempre en su alma.
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Las siguientes partes estarán próximamente disponibles ♡
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Una llamada, eso bastó. Una llamada para volver a saber de mí. Dijiste que habías vuelto a la ciudad, que querías verme, saber en qué líos andaba metido ahora. Llegaste con el otoño, a finales de un marzo que —ahora lo sé— me será difícil de olvidar. El encuentro tuvo lugar en el café de siempre, al lado de una plazuela cuyos árboles habían comenzado a desprenderse de su frondosidad. Por estas fechas todo tiende a lucir el ocre de una belleza fugaz, o quizá incomprendida. Las calles se alfombran de decrepitud, el cielo se cubre de un gris oscuro, de amenaza: nubes cargadas, pero sin lluvia. Todo se ve inerte, menos tú. El café volvió a tener sabor aquel día. Tu mirada no había cambiado, tu sonrisa volvía a enamorar a las flores del alféizar, y a través de la ventana la gente parecía haber recuperado el brillo en los ojos que el otoño les estaba robando. Me hablaste de tus planes, de lo bien que te iba en aquella otra ciudad. Y luego me preguntaste lo inevitable: si te había echado de menos. No te dije que ese era un secreto callado a voces, que mis palabras todavía se embriagaban en la silueta abstracta de tu ausencia, que los versos driblaban entre las vocales de tu nombre, arrebatando a su paso los recuerdos y disfrazándolos de una ficción estudiada. No te dije que, si estuve nervioso aquella tarde, no fue tanto por volver a verte, sino porque aquel que fui contigo pedía a gritos regresar también, y no podía. No fui capaz de admitir que, a pesar del tiempo que estuvimos separados, aquellas canciones todavía me unían a ti, que tu sombra todavía iba unida a la mía, al caminar por aquellos lugares que alguna vez nos vieron juntos. No cedí a la tentación de decir que te quería, por no romper el tratado de paz con aquel que tuvo que soportar la incertidumbre de tus caricias robadas, que tuvo que coleccionar los pretextos que ponías, las guerras que siempre se libraban bajo las sábanas, creando un abismo de distancia en mitad de nuestro abrazo. Habrá sido el otoño, supongo. En esta estación todo se sigue viendo hermoso, aunque se esté muriendo. Me permití abrazar mis razones para plantarte cara y decirte que me daba gusto verte, pero que aquella tarde iba a ser la última vez y para siempre. Una llamada, quién lo diría. Una llamada bastó para juntarnos nuevamente, y un silencio para distanciarnos por completo.
Heber Snc Nur
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